miércoles, 21 de junio de 2017

23 de Septiembre de 2017


Un capítulo bíblico que ha adquirido gran relevancia últimamente, es el que se encuentra en Revelación o Apocalipsis (concretamente el capítulo 12), al haberse constatado que su primer versículo tendrá un espectacular cumplimiento el 23 de Septiembre del año en curso, algo sobre lo que ya les hablamos en nuestro escrito del 13/05/17 con todo lujo de detalles y que hoy intentaremos abordar desde otra perspectiva; pero recordemos qué es lo que se nos dice en el pasaje en cuestión:

Y se vio en el cielo una gran señal, una mujer vestida del sol y la luna estaba debajo de sus pies y, sobre su cabeza, había una corona de doce estrellas 2 y ella estaba encinta. Y clama en sus dolores y en su agonía por dar a luz.” (Rev. 12:1-2).

Es cierto que no son pocos aquellos que afirman que dicha conjunción astronómica no es más que fruto de la casualidad; pero no es menos cierto y desde nuestro particular punto de vista, que lo que ya no es casualidad, es el hecho que dicha confluencia astronómica que nunca se ha producido en la historia del hombre sobre la tierra y que nunca se volverá a repetir (no olvidemos que las estrellas se mueven constantemente o desaparecen al colapsar en forma de “agujeros negros” y por lo que dicha configuración como tal acabará mutando), siendo además que la ocurrencia de tal conjunción estelar está fijada para ocurrir precisamente en nuestros días y a modo de “gran señal”, lo que lleva a preguntarnos…… pero señal ¿de qué? Para poder responder a esta cuestión, tenemos que continuar leyendo el contexto de dicho pasaje, porque es el que realmente nos da la pista de lo que está por suceder; veámoslo:

Y se vio otra señal en el cielo y, ¡miren!, un dragón grande de color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos y sobre sus cabezas siete diademas; 4 y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó abajo a la tierra. Y el dragón se quedó de pie delante de la mujer que estaba a punto de dar a luz, para, cuando diera a luz, devorar a su hijo.” (Rev.12:3-4).

Sin embargo, resulta que dicha “otra señal” no se contempla plasmada en los cielos literales a diferencia de la primera y lo que se podría interpretar como que es una consecuencia inmediata de la primera señal a modo de acción/reacción y que ocurre en la tierra; y que ello parece ser así, nos lo confirmaría el hecho de que esa imagen de la que se nos habla representa al conjunto de imperios que a lo largo de la historia han dominado sobre el pueblo de Dios, Israel y que serían, por orden correlativo, Egipto, Asiria, Babilonia, Medo Persia, Grecia, Roma y el Imperio Otomano, imperios que se corresponderían a las siete cabezas del dragón mencionado en el pasaje leído y que no es más que la personificación del nefasto personaje que conocemos como Satanás el Diablo. Pero dicho esto y a modo de simple aclaración, vayamos ahora al fondo del asunto y que es el siguiente: si la mencionada señal de Rev. 12:1 es replicada por la de los versos 3-4, lo que tenemos es que en ese 23 de Septiembre del año en curso tiene que aparecer en la tierra el llamado “anticristo” y cabeza visible de esa “bestia salvaje” (Rev. 13:1) que representa la gobernación del hombre por el hombre en todos los tiempos y cuya tarjeta de presentación, será la de formalizar un pacto de paz por siete años entre Israel y sus vecinos árabes, según se nos indica en la profecía de Dan. 9:26-27:

Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo de un caudillo que viene (el venidero “anticristo”) los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.

27 Y él tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana (se sobreentiende que estamos ante una semana de años); y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva…” (Acotaciones nuestras).

Y si ello fuera así (y así parece que será), significaría que estaríamos ante los siete últimos años del mundo tal como lo conocemos y a ser sustituido por el reino de Dios; siete años que se distribuirían de la siguiente manera: los tres años y medio primeros o 1.260 días, para llevar a cabo la gran predicación anunciada por Jesús (Mat. 24:14) a cargo de los “dos testigos” de Rev. 11:3 y de aquellos que se vayan sumando a su obra divulgadora. Y los restantes tres años y medio, en los que será desencadenada la llamada “gran tribulación” que se nos menciona en Rev. 7:14 y para aniquilación de los impíos que hayan rechazado el mensaje (2 Tes. 1:6-9), mientras que aquellos que confíen en las promesas de Jehová Dios serán protegidos (Isa. 26:20) y siendo por tanto, los que entrarán como súbditos del reino de Dios estando en vida. Y todo eso, podría iniciar el día 23 del próximo mes de Septiembre coincidiendo con la “gran señal en el cielo” de la que se nos habla en Rev. 12:1…… ¿entienden ahora, el porqué de la importancia de dicha fecha?

MABEL