domingo, 29 de enero de 2012

El misterio del “gran trono blanco”: ¿Antes...... o después del milenio?

Y es que la inmensa mayoría de estudiosos que publican en Internet (sino todos) y que nos hablan acerca de este pasaje de Rev. 20:11 (y hasta donde hemos podido comprobar), de forma sorprendente llegan a una misma conclusión: colocar el momento de la aparición del “gran trono blanco” mencionado en dicho pasaje, al final del reino milenario y como continuación de la secuencia de la rebelión y posterior destrucción de Gog de Magog y de sus seguidores, así como del gran instigador de dicha rebelión, Satanás el Diablo…… también nos dicen algunos de ellos (casi la mayoría), que el ocupante de ese singular “trono” es el propio Jehová Dios. Pero claro, cuando uno contrasta dichas afirmaciones, con lo que realmente dicen las Escrituras acerca de ello y siempre que se sea un poco respetuoso con el texto sagrado (en este blog, presumimos de ello), se da cuenta que algo falla en ese planteamiento. Y puesto que es de todos conocida la opinión de los autores de esta página, en el sentido que los mejores “instrumentos” para entender la Biblia, son el leer correctamente y el razonar con lógica y sentido común sobre aquello que se lee, pues desde esta premisa es de la que partiremos para desentrañar el citado “misterio”; dicho lo cual, pasemos a analizar el contenido del citado pasaje:

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. De delante de él huyeron la tierra y el cielo y no se halló lugar para ellos.”

Es evidente, por lo que sigue a continuación en los versos del 12 al 15, que aquí se nos está hablando de un juicio…… de un gran juicio; pero de entrada ¿dónde en las Escrituras, se nos menciona algo parecido a un “juicio” al final del reino milenario de Dios, como apuntan la inmensa mayoría de esos estudiosos que publican en la Red? Por otra parte, lo único que la Biblia nos cuenta acerca de lo que ocurre al término del período de mil años, lo tenemos en los cuatro versículos inmediatamente anteriores al citado y que son los que contribuyen a confundir al personal…… a partir de eso, el silencio más absoluto acerca de lo que ocurre después de finalizado el milenio; pero leámoslos:

Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión 8 y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de estos es como la arena del mar. 9 Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo y los devoró. 10 Y el Diablo que los estaba extraviando fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde ya estaban tanto la bestia salvaje como el falso profeta; y serán atormentados (destruidos) día y noche para siempre jamás.” (Rev. 20:7-10). (Acotación nuestra).

Luego de lo que estaríamos hablando aquí, no sería de un juicio propiamente dicho, sino de una prueba que resulta en destrucción inmediata y eterna para aquellos que no la superan. No olvidemos, que los seres humanos y a raíz del pecado de nuestros primeros padres (Adán y Eva), al rechazar estos la soberanía de su Creador para someterse a la de Satanás, nacemos bajo la maldición del pecado heredado. Pero Jehová, en Su Justicia y Misericordia infinitas, tuvo en mente el permitir que cada miembro de la humanidad tuviera en su momento, la oportunidad de decidir por sí mismo (y no que alguien lo haga en su lugar, como ocurrió en el caso de Adán) a qué soberanía decide someterse. Por eso se guarda a Satanás por mil años…… para ser soltado cuando la humanidad haya alcanzado las mismas condiciones de perfección de las que gozaron nuestros primeros padres y poder decidir por sí misma, cómo responder a Satanás en su empeño por extraviar. Entonces queda claro que ese “gran trono blanco” para juicio y siempre partiendo, de lo que comúnmente entendemos por un juicio, no encaja en los acontecimientos que marcan el final del período milenario; entonces…… ¿cómo se resuelve el “misterio”?

Y es que tenemos dos errores fundamentales que cometen aquellos que defienden dicha teoría: el primero y como ya hemos apuntado brevemente, el pasar por alto que en las Escrituras no se nos da ninguna información de lo que ocurre a partir del momento en que Jesucristo devuelve a Jehová el control de la situación (1 Cor. 15:24-28) al final del milenio, pues el registro bíblico solo contempla los hechos que van desde la creación de Adán y Eva, hasta el momento en que Satanás es destruido…… más allá de esto (repetimos), el silencio más absoluto; por lo que nos encontramos con que nada de lo que digan las Escrituras, puede ser ubicado más allá de ese horizonte y por lo cual, todo lo escrito en la Biblia tiene que situarse dentro de los límites de esos dos sucesos mencionados.

El segundo error que incomprensiblemente cometen los que colocan la aparición del citado “gran trono blanco” al final del milenio, es dar por sentado que la narración del capítulo 20 de Revelación es correlativa, sin tener en cuenta su contexto y que una lectura cuidadosa del mismo, nos muestra que eso no puede ser así, porque vamos a ver: en el cap.19 y desde el verso 11 hasta el 21 y final de dicho capítulo, se nos habla de la batalla que libra Jesucristo en su segunda venida, conocida como la batalla de Armagedón, contra “la bestia” y el “falso profeta” (instrumentos de Satanás) y en donde en sus tres últimos versos (19-21), se nos dice lo siguiente:

Vi entonces a la Bestia y a los reyes de la tierra con sus ejércitos reunidos para entablar combate contra el que iba montado en el caballo (Jesucristo) y contra su ejército. 20 Pero la Bestia fue capturada y con ella el falso profeta, el que había realizado al servicio de la Bestia las señales con que seducía a los que habían aceptado la marca de la Bestia y a los que adoraban su imagen; los dos fueron arrojados vivos al lago del fuego que arde con azufre. 21 Los demás fueron exterminados por la espada que sale de la boca del que monta el caballo y todas las aves se hartaron de sus carnes.” (Acotación nuestra).

Y así termina, la narración de la batalla más importante y decisiva que la humanidad jamás haya peleado en toda la historia de la misma: la batalla de Armagedón…… pero continuemos. Los tres primeros versículos del siguiente capítulo 20, nos relatan a grandes rasgos el aprisionamiento de Satanás, para a continuación y ya una vez restablecida la calma, continuar con la siguiente secuencia registrada en el versículo 4:

Y vi tronos y hubo quienes se sentaron en ellos y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios y los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano. Y llegaron a vivir y reinaron con el Cristo por mil años.”

Dado que los versículos 5 y 6, solo nos dan características de los que se sientan en esos tronos, nos centraremos en ese verso 4 y pasaje, en donde vemos lo que podría considerarse como la toma de posesión de sus respectivos tronos, de aquellos que han sido considerados “dignos” (Rev. 3:4) del privilegio de gobernar junto a Jesucristo durante el período milenario, ya que después de informarnos la razón de tan alto galardón (fueron ejecutados con hacha “por el testimonio” que dieron de Jesús, entre otra cosas), se nos dice de ellos que “reinaron con el Cristo por mil años”. Luego siendo esto así, en este preciso instante estaríamos situados en el mismísimo momento en que da inicio el reino de mil años de Dios. Sin embargo, hay que notar que en este cuadro, nos falta algo…… pero prosigamos.

Y ahora llegamos, a los siguientes cuatro versículos, del 7 al 10 y causantes de ese misterioso desaguisado, porque ¿qué pintan esos cuatro textos ahí y que de repente, nos trasladan al final de los mil años? Porque de ser eso así y eso es al menos, lo que interpretan la inmensa mayoría de los “entendidos” en la materia, nos encontraríamos con el siguiente despropósito: un libro (la Biblia) que gira en torno a una idea o tema central, como es el reino de Dios y motivo principal de la venida de Jesús a la tierra (Luc. 4:43), al tiempo que marco en donde se tiene que llevar a cabo “la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo” (Hech. 3:21)…… no nos dice absolutamente nada de ello. Porque la realidad, es que ese pasaje nos traslada del momento de inicio del reino milenario, al final del mismo y con lo que nos quedamos sin saber, qué es lo que va a ocurrir durante el espacio de tiempo (mil años) más esperado por la humanidad y como hemos dicho, tema central de las Escrituras…… realmente un auténtico e incomprensible despropósito.

Y toda esa patulea de diplomados en teología y “genios” de la interpretación bíblica, que así mismos se erigen como Hijos de Dios y por tanto, supuestamente poseedores del “espíritu de la verdad” del que presumen (Juan 16:13), aceptan dicho planteamiento como correcto y en una clara manifestación de no saber ni por dónde les sopla el aire en este asunto…… y en muchos otros, nos imaginamos. Es más, en un intento de poder cuadrar lo que según ellos tiene que ocurrir después del milenio, pues no olvidemos que ese pasaje trasladaría todo lo que a continuación le sigue, al final del mismo, se inventan las más disparatadas teorías; vean la “sapiencia” de uno de esos “entendidos”, leyendo el siguiente comentario:

Antes del juicio del gran trono blanco sé declara en Apocalipsis 20:11: «huyeron el cielo y la tierra; y ningún lugar se encontró para ellos». Cumplida la carrera de la historia humana, se destruye la antigua creación, como se expresa en Apocalipsis 21:1: «el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más». 2 Pedro 3:10-12 se refiere a este acontecimiento y describe la dramática destrucción con estas palabras: «Los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas» (y. 10). En el versículo siguiente declara: «todas estas cosas han de ser deshechas» (v. 11); y en el versículo 12 estos conceptos se combinan cuando dice: «los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán». Debido a la destrucción de la tierra y el cielo actuales, parece que el juicio del gran trono blanco se realiza en el espacio.”

Y ya nos perdonarán ustedes el exceso, queridos lectores ¡pero es que hay que ser animal, para decir semejante salvajada! Sin embargo, esto lo pueden leer tal cual, en la página “http://seminarioabierto.com” y en el estudio 51 “El juicio del Gran Trono Blanco” por Lewis Sperry Chafer y bajo el subtema “La destrucción de los cielos y la tierra”.

Ahora bien y volviendo al camino de lo sensato ¿existe una explicación coherente y lógica del porqué de ese pasaje, que está en un lugar en donde aparentemente no debiera de estar? Obviamente sí, cuando uno lee con atención y procura razonar con lógica y sentido común sobre aquello que ha leído, tanto del pasaje en cuestión…… como de su contexto, pues es ahí donde está la clave del asunto. Porque todo nos indica que nos encontramos ante lo que podríamos considerar, como un paréntesis aclaratorio de algo que se ha producido en la porción del capítulo 19 mencionada y que quizás se nos ha pasado por alto, pero hecho que tendrá su repercusión al término de dicho período de mil años; y es que por medio de ese paréntesis, Jehová nos estaría explicando la razón del porque Satanás no fue destruido en la batalla de Armagedón, al igual que lo fueron la “bestia salvaje” y el “falso profeta”. Y es que de no existir ese paréntesis aclaratorio, sería del todo incomprensible para nosotros, el entender que Jehová destruyera todo el montaje satánico en la citada batalla y no lo hiciera con el verdadero instigador del mismo, eso es, el propio Satanás…… y esta es la razón, por la cual se intercalan esos cuatro versos: para explicarnos el porqué de la actitud de Jehová con ese maligno personaje y que es guardado para un propósito determinado. Averiguada la importante razón de la existencia de esa información, vemos que después de ese controvertido pasaje, de nuevo volvemos a la secuencia lógica del relato, eso es, pasando del verso 6 al 11 y en donde nos situamos en el mismo lugar de donde habíamos partido: al inicio del Milenio.

¿Y qué vemos allí, en ese versículo 11? Pues el detalle que, recordarán ustedes, echábamos en falta en el relato de los versículos del 4 al 6: el trono del que tenía que presidir entre los sentados en los restantes tronos citados en dicho pasaje; pero recordémoslo:

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. De delante de él huyeron la tierra y el cielo y no se halló lugar para ellos.” (Verso 11).

Notemos el hecho, que es de delante de la presencia del personaje en cuestión, que huyen tanto el cielo como la tierra y no de la presencia de los sentados en los restantes tronos y lo cual nos hace pensar, que estamos ante un personaje notabilísimo. Y recordemos, pues es importantísimo para una correcta comprensión de lo que estamos hablando, que aún estamos en el mismísimo inicio del milenio y en la toma de posesión de los distintos miembros que conformarán dicho gobierno, de sus respectivos asientos y que por lo tanto, aún no se había dado inicio a ningún tipo de actividad correspondiente a dicho período de tiempo…… y que ya hemos señalado que dicha actividad tiene que ver, con “la restauración de todas las cosas de las que habló Jehová por boca de sus profetas de tiempo antiguo”. Pero averigüemos quién es el que está sentado en dicho majestuoso trono y de lo que pocas dudas puede haber al respecto, cuando se atiende debidamente la información que las Escrituras nos dan: el excelso personaje en cuestión es Jesucristo y no Jehová, como apuntan algunos; veamos las pruebas de ello, por ejemplo, en Hechos 17:30-31, en donde leemos lo siguiente:

Cierto, Dios ha pasado por alto los tiempos de tal ignorancia; sin embargo, ahora está diciéndole a la humanidad que todos en todas partes se arrepientan. 31 Porque ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada con justicia por un varón a quien ha nombrado y ha proporcionado a todos los hombres una garantía con haberlo resucitado de entre los muertos.”

Bien, leído esto, no nos queda ninguna duda que el varón que recibe tan alta responsabilidad de “juzgar la tierra habitada”, evidentemente es Jesucristo. Circunstancia esta, que ya había apuntado el propio Jesús, en Juan 5:22:

Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha encargado todo el juicio al Hijo.”

Por otra parte, también el apóstol Pablo, tenía eso perfectamente entendido, según sus palabras registradas en 2 Tim. 4:1:

Te requiero delante de Dios y de Cristo Jesús, quien ha de juzgar a los vivos y a los muertos…….”

Luego, puesto que estamos hablando de un trono desde el que se va a impartir juicio, no queda la menor duda de quién tomara asiento en dicho trono: el glorificado Jesucristo. Y dado que Cristo reina por mil años y que al término de los cuales, entrega de vuelta dicho reino a su Padre Celestial (1 Cor.15:24), este pasaje de Rev. 20:11, no puede situarse el final del Milenio sino al principio del mismo…… pues de lo contrario, Jesucristo no tendría tiempo ni de sentarse en ese trono, coloquialmente hablando; pero veamos algunas pruebas de que ello es así y para lo cual, leeremos de nuevo, el texto en cuestión:

Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. De delante de él huyeron la tierra y el cielo y no se halló lugar para ellos.”

Ahora bien, preguntémonos ¿qué es lo que realmente huyó, de delante del trono y del que estaba sentado en él? ¿El cielo y la tierra literales? Evidentemente no, al menos cuando dejamos que la Biblia se explique a sí misma; y para ello, acudiremos a unas palabras registradas en 2 Ped. 3:13:

Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa y en estos la justicia habrá de morar.”

Es altamente revelador, que las cuatro únicas veces que aparece esta expresión “nuevos cielos y nueva tierra” en el registro bíblico, su significado siempre es el mismo: el “cielo” representa soberanía o gobierno, mientras la “tierra” representa a súbditos bajo ese gobierno, eso es, hombres que son gobernados por sus superiores. Por ello, tomemos como punto de referencia el pasaje de Isa. 65:17 y en donde aparece por primera vez dicha expresión, cuyo relato sienta el precedente a partir del cual, se debe entender el significado de “nuevos cielos y nueva tierra”:

Porque, ¡miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.”

Dado que estas palabras fueron escritas unos 700 años a.E.C. y no hay registro alguno de esa época ni posterior que nos hable de un cataclismo tal, que hubiera cambiado los cielos y tierra físicos, evidentemente Jehová se estaba refiriendo a otra cosa…… ¿pero cuál cosa? Para averiguarlo, leamos ahora los dos versículos siguientes, el 18 y el 19:

Pero alborócense y estén gozosos para siempre en lo que voy a crear. Porque, ¡miren!, voy a crear a Jerusalén una causa para gozo y a su pueblo una causa para alborozo. 19 Y ciertamente estaré gozoso en Jerusalén y me alborozaré en mi pueblo; y ya no se oirá más en ella el sonido de llanto ni el sonido de un lastimero clamor.”

Luego de lo que se nos está hablando aquí, no es de un cambio de elementos físicos literales, sino de un cambio de circunstancias personales, lo cual se llevó a efecto cuando los judíos regresaron a su tierra natal, después de su exilio de 70 años en Babilonia y pasaron a vivir en lo que se podía considerar un nuevo orden o sistema de cosas. Tuvieron un nuevo cuerpo de gobierno siendo Zorobabel, descendiente del rey David, el gobernador y Josué, el sumo sacerdote (Ageo 1:1, 12; 2:21; Zac. 6:11). Estos y sus lógicos colaboradores, constituyeron los “nuevos cielos” prometidos, pero ¿por encima de qué? Pues esos nuevos cielos estaban por encima de una “nueva tierra”, o sea, la nueva sociedad limpia de personas que habían regresado a su antiguo país de procedencia, a fin de reconstruir Jerusalén y su templo para restablecimiento de la adoración pura a Jehová y que estaban en sujeción a esos “nuevos cielos”. Por tanto, verdaderamente hubo unos “nuevos cielos y una nueva tierra” en cumplimiento de la promesa de Jehová, en lo que vivieron los judíos en aquel tiempo y distintos, de los “cielos” anteriores (el idolátrico gobierno babilónico) y de la “tierra” anterior (la pagana y extraña tierra de Babilonia) que por espacio de 70 años (Jer. 25:11), tuvieron que soportar.

Y de eso precisamente se nos habla, con referencia a nuestro futuro más inmediato, en las ya citadas palabras de 2 Ped. 3:13 sobre los “nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa” y que se corresponden al “nuevo cielo” y la “nueva tierra” de Rev. 21:1:

Y vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado y el mar ya no existe.”

Ahora bien ¿y cuáles son entonces, el “cielo” y “tierraanteriores, así como “el mar” que habían pasado? Pues aquellos que huyeron de delante del “gran trono blanco” y que tienen que ver, con el actual sistema de deficiente gobernación de hechura humana (como “cielos”) y esta miserable sociedad de corrupción, maldad, vicio y violencia en la que nos esforzamos por sobrevivir (como “tierra”); y que también se menciona, como el conjunto de las masas turbulentas de la humanidad apartada de Dios (el “mar”) y de las que Pablo ya nos apuntó sus detestables actitudes en 2 Tim. 3:1-5 y que serán barridos ambos, por el establecimiento del reino de Dios en manos de Cristo (Dan. 2:44-45). En su lugar, nos encontraremos (según Rev. 21:1) bajo un “nuevo cielo”, eso es, la nueva gobernación de hechura divina presidida por Cristo con sus colaboradores y en una “nueva tierra”, o lo que es lo mismo, con la nueva sociedad humana sobreviviente de la “gran tribulación” y en consecuencia, respetuosa y obediente a las disposiciones y propósitos de su Creador…… pues de no ser así, no habrían sobrevivido:

De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos.” (Rev. 7:14-15).

En otras palabras: han ejercido fe en Jesús como su Rescatador y gozan así de una buena conciencia por su conducta recta; así que están en condición limpia y aprobada a los ojos de Jehová y del Cordero…… luego una tierra de donde habrá desaparecido el tumultuoso y embravecido “mar” de la humanidad opuesta a Jehová y seguidora de los designios de Satanás (Isa. 57:20). Todo considerado y viendo que el momento del cambio de los “nuevos cielos y la nueva tierra” por aquellos que huyen de delante del “gran trono blanco”, corresponde al momento de la instauración del reino milenario, entendemos que nos encontramos ya dentro de ese período y en el preciso momento de su inicio y no al final de él, como incomprensiblemente afirman algunos al colocar dicho pasaje de Rev. 20:11, al término de los mil años; ¿y ahora qué?...... pues ahora hay que empezar a trabajar, pues notemos lo que ve Juan a continuación de la aparición del “gran trono blanco” y del que en él está sentado:

Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos y fueron juzgados individualmente según sus hechos. 14 Y la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esto significa la muerte segunda: el lago de fuego. 15 Además, cualquiera a quien no se halló escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.” (Rev. 20:12-15).

Luego lo que se deduce inevitablemente de este pasaje, es que una vez recién iniciado el período milenario y con todo dispuesto, empieza y de forma progresiva, lo que podríamos considerar como la segunda resurrección y cuyos participantes se irán añadiendo a la “gran muchedumbre” sobreviviente de la pasada “gran tribulación” (Rev. 7:9; 14), con lo que se da inicio a una ingente y titánica labor, que evidentemente requiere de mucho tiempo y que comentaremos más adelante. Pero ahora recordemos que en Hech. 17:31, se nos dice que Jehová “ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada”; entonces ¿de qué se nos está hablando aquí? Pues exactamente del milenio o período de tiempo, durante el cual se va a llevar a cabo, la parte más importante y última del Excelso Plan de Jehová para “la restauración de todas las cosas” (Hech. 3:21). Para entender esto, retrocedamos hasta los tiempos de nuestro primer antepasado Adán y veamos la advertencia que el Creador le hizo:

Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.”

Y aunque todos conocemos la “tontería” que cometió Adán y así nos luce el pelo, lo cierto es que no murió en el mismo día literal en que pecó, ya que de ser así, no hubiera podido dejar descendencia; y aunque solo se conocen por nombre tres de sus hijos (Caín, Abel y Set), el registro bíblico nos habla de lo siguiente:

Y los días de Adán después de engendrar a Set (luego ya hacía mucho tiempo que habían sido expulsados de Edén, a causa del pecado) llegaron a ser ochocientos años. Entretanto, llegó a ser padre de hijos e hijas.” (Gén. 5:4). (Acotación nuestra).

En total y según el registro bíblico, Adán vivió 930 años:

De modo que todos los días de Adán que él vivió ascendieron a novecientos treinta años y murió.” (Gén. 5:5).

Entonces ¿qué ocurrió? ¿Acaso se olvidó Jehová de cumplir su sentencia? No, si tomamos en cuenta la advertencia que en su día, citando del Sal. 90:4, nos hizo el apóstol Pedro:

Sin embargo, no vayan a dejar que este hecho en particular se les escape, amados, que un día es para con Jehová como mil años y mil años como un día.” (2 Ped. 3:8).

Entonces y según esta regla de Jehová, Adán murió dentro del “día” que pecó y ajustándose por tanto dicho suceso, perfectamente a la advertencia divina. Y debería ser mediante esta regla, que deberíamos de entender que el “un día” fijado por Jehová en Hech. 17:31, consta de mil años y que coincide con el reinado milenario de Jesucristo. Ya aceptado esto, consideremos cual va a ser el cometido de ese gobierno del reino de Dios, compuesto de reyes y sacerdotes, con relación a los mencionados sobrevivientes y a las personas que gradualmente, vayan siendo resucitadas…… todos ellos en condición de súbditos de ese reino. Recordemos que según Rev. 20:12, se nos dice lo siguiente:

“.….. y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos.”

Pero uno, que ha oído las barbaridades que se enseñan por ahí, acerca del juicio a los que participan de la segunda resurrección y a partir de la disparatada interpretación de Juan 5:28-29, podría pensar lo siguiente: ¿Se reducirá ese juzgar a decirle a una persona resucitada: “Ud. fulanito, como en su vida anterior, hizo el mal, ¡hala!, al lago de fuego”, o quizás: “Pero como Ud. sotanito, hizo el bien, venga para la vida eterna” y ya rizando el rizo: “Y Ud. menganito, como la cosa se quedó en ni fu ni fa, pues en fin, haremos un poco la vista gorda, que por algo somos buenos y venga, también a la vida eterna”? Y aunque es evidente el tono jocoso empleado y rogamos sepan disculparnos la licencia, también es cierto que sería una buena caricatura de las muchas barbaridades sin fundamento bíblico que se van enseñando acerca de este tema, por esos “genios” diplomados en Teología y enseñanzas afines.

Pero resulta que afortunadamente, la cosa es más seria y razonable que todo eso, siempre a la luz de las escrituras, pues en primer lugar, es muy dudoso el que a una persona resucitada se la pueda someter a juicio, por lo que “hizo” estando en vida y a partir de lo que nos dice la Biblia:

Porque el salario que el pecado paga es muerte……” (Rom. 6:23).

Por lo cual deberíamos concluir, que al morir, uno ha saldado su deuda…… al menos, eso parece deducirse del caso de Adán y al que no le fue exigido nada más, que la vida que tenía en ese momento como pago por su error; pero como nosotros nunca hacemos una afirmación que no podamos probar con su correspondiente apoyo bíblico, lean lo siguiente:

Porque el que ha muerto, ha sido absuelto (“justificado”, “liberado”, “redimido” o “libertado”, según versiones) del pecado.” (Rom. 6:7). (Acotación nuestra).

Y eso no significa, que de lo que se nos absuelve es sencillamente del pecado Adánico (que nos ha venido impuesto) y no de nuestras personales malas acciones mientras estábamos vivos y por las cuales, ser juzgados en algún lugar o momento del futuro. Eso no puede ser así, dado que las tales son el resultado directo de la imperfección heredada como consecuencia del primer pecado, luego consecuencia lógica del mismo. Y que eso es cierto, nos lo prueban las palabras de Pablo y que es un claro alegato en defensa de la veracidad de nuestra afirmación; veamos el pasaje en cuestión:

Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, 19 puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. 20 Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí. 21 Descubro, pues, esta ley: aun queriendo hacer el bien, es el mal el que se me presenta.” (Rom. 7:18-21).

Luego claramente se deduce de estas palabras, que toda mala acción (de la índole que sea) es clara consecuencia de la imperfección causada por el pecado heredado. Y cierto es que no todos, afortunadamente, vamos por ahí matando gente, extorsionando, secuestrando u otras lindezas por el estilo como hacen algunos; pero también es cierto, que no todos nos hemos formado como personas en iguales circunstancias, ni tenido las mismas oportunidades en la vida. Como decía el genial filósofo y ensayista español, D. José Ortega y Gasset “El hombre es él…… y sus circunstancias” o como lo podríamos traducir, el hombre lejos de crear las circunstancias, es sencillamente víctima de las mismas. Y es que cuando uno ha nacido en una nación en continuo conflicto bélico, por ejemplo, lo más normal para él desde su tierna infancia, es ir con un fusil por ahí matando gente y procurando a la vez no ser matado…… y esa es toda la historia. No es cuestión por tanto, de que uno sea más bueno o más malo, con referencia a otros, sino de las circunstancias en las que cada uno se ha ido formando y que en la inmensa mayoría de los casos, nos han venido impuestas. Y de ninguna manera significa esta reflexión, el que estamos intentando justificar lo injustificable, sino esbozar lo que bien pudiera ser el punto de vista de nuestro Creador, a tenor de Su Predisposición con respecto de su creación humana y siempre a la luz de Sus Palabras:

Vengan, pues y enderecemos los asuntos entre nosotros, dice Jehová. Aunque los pecados de ustedes resulten ser como escarlata, se les hará blancos justamente como la nieve; aunque sean rojos como tela de carmesí, llegarán a ser aun como la lana. 19 Si ustedes muestran buena disposición y de veras escuchan, comerán lo bueno de la tierra. 20 Pero si rehúsan y realmente son rebeldes, por una espada serán comidos; porque la mismísima boca de Jehová lo ha hablado.” (Isa. 1:18-20).

Dicho esto y volviendo al pasaje de Rom. 6:7, razonablemente entendemos que con la muerte uno cancela totalmente su deuda y por eso después de esta, uno no puede ser de nuevo sometido a juicio por los actos cometidos durante su vida y por los que como hemos visto, ya ha pagado. Contrario, por lo tanto, a lo que absurdamente afirman una inmensa mayoría y basándose en una disparatada interpretación de Dan. 12:2 y Juan 5:28-29; por eso se nos dice lo siguiente, en Rev. 20:12:

Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos.”

Analicemos este pasaje brevemente: en él se nos muestra que se abrirán rollos divinos, o libros con nueva información y que se juzgará a los muertos resucitados de acuerdo con las cosas escritas en esos rollos y según sus hechos, es decir, según su obediencia o desobediencia a esas nuevas instrucciones divinas y siempre a partir de su nueva condición (bien sea como sobreviviente o resucitado), pues ya hemos visto que no pueden ser juzgados por sus hechos en su vida anterior. Y por lo tanto, las personas que irán siendo resucitadas, así como la “grande muchedumbre” que sobrevivirá a la “gran tribulación” ya tan cercana, tendrán que ir ajustando sus conductas a la nueva información que en forma de provisiones espirituales, gradualmente Jehová irá poniendo a disposición de ellos para liberarlos de los nocivos efectos del pecado y con ello, de la muerte subsiguiente; notemos que en Rev. 7:17, se nos dice así:

Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.”

Luego esos manantiales de “aguas de vida”, tendrán que ver con nueva información dadora de vida (los rollos que se abren) y que administrada de forma conveniente por el gobierno del reino de Dios, gradualmente irá sanando a las personas tanto física, como moral y espiritualmente, hasta llevarlas a la perfección…… como pueden ver, realmente una ingente y titánica labor, como hemos señalado con anterioridad. Y todo esto, repetimos, nada tiene que ver con la disparatada idea que algunos tienen de Daniel 12:2 y Juan 5:28-29, en el sentido de una primera resurrección para vida de los justos y al cabo de los mil años, una segunda para condenación o destrucción eterna de los injustos, por sus malos actos cometidos en vida…… eso es sencillamente un disparate y no saber uno de lo que está hablando. No obstante y para una mayor consideración de este tema, pueden dirigirse a uno de nuestros anteriores artículos “El Reino y la esperanza de la resurrección” de 13 de Febrero de 2010.

Ahora bien ¿y cómo acaba ese largo “día” de juicio de mil años? Pues en un rotundo y fantástico éxito del que está sentado en el “gran trono blanco” y de sus ayudantes que se sientan en los otros tronos subordinados, en su comisión de “restauración de todas las cosas” (Hech. 3:21), tal como les fue encomendada por el Supremo y Excelso Soberano sobre todo el Universo, nuestro Dios Jehová. Veamos el resultado: la tierra luce con deslumbrante esplendor, siendo la paz el común denominador entre todo ser vivo que habita sobre ella…… y el hombre, la más espectacular creación de Dios sobre toda la tierra, ha sido llevado a una completa perfección como la que en su día disfrutaron Adán y Eva; luego ya estamos en los últimos instantes de los mil años concedidos para tan espectacular logro. Pero ahora, tiene que acontecer algo que, como de pasada y aviso para navegantes, se nos informó más de mil años atrás, cuando leíamos un maravilloso conjunto de libritos como un todo, llamado La Biblia y en donde en el último de ellos, se nos decía lo siguiente:

Cuando se terminen los mil años, será Satanás soltado de su prisión 8 y saldrá a seducir a las naciones de los cuatro extremos de la tierra, a Gog y a Magog y a reunirlos para la guerra, numerosos como la arena del mar.” (Rev. 20:7-8).

Cómo hará Satanás para entrampar a gente de todas las naciones, que “numerosos como la arena del mar” le seguirán en ese tiempo, no lo sabemos dado que la Biblia no nos habla de ello. Pero lo que sí sabemos o al menos eso es lo que nos imaginamos, es que los que estarán entre esos rebeldes, serán aquellos que habiendo disfrutado egoístamente de las provisiones que resultarán en beneficios físicos y medio ambientales que progresivamente se irán produciendo durante el transcurso de los mil años, habrán hecho caso omiso de las espirituales y tan necesarias para “estar firmes contra las maquinaciones del Diablo” (Efe. 6:10). Estos y al igual que Adán y Eva en su momento, fracasarán estrepitosamente en cuanto a superar la prueba final a la que será sometida la humanidad y acarreándose con ello destrucción eterna inmediata. Sin embargo, aquellos que valoren sobre todas las demás, dichas provisiones espirituales y hagan el oportuno uso y acopio de ellas, superarán dicha prueba y serán por ello, de nuevo reconocidos como Hijos perfectos de Él y con la perspectiva de continuar viviendo por una eternidad sin nada que les cause disturbio. Es en este momento, cuando en armonía con 1 Cor. 15:24-28, Jesucristo, cabalmente cumplida la misión encomendada, entrega el reino de mil años a su Padre Celestial, cuando ya todo enemigo ha sido subyugado (incluida la muerte), eso es, un mundo perfecto y sin mácula, en definitiva, un paraíso como en los tiempos de Adán y Eva.

Pero claro, estamos hablando de una moneda que tiene dos caras, puesto que hemos visto que hay dos opiniones opuestas acerca de un mismo asunto; y debido a ello, quizás usted querido lector, se pregunte como puede estar seguro de que las cosas son como se las contamos nosotros y no, como se las cuentan esos “genios” de la interpretación bíblica mencionados. Y lo cual nos parece una actitud razonable por su parte y por lo que nos permitimos sugerirle algo: ponga en práctica un método que nosotros siempre usamos, para averiguar si determinada idea o enseñanza es fiable o no; y que consiste en el sencillo proceso de desarrollar la citada enseñanza hasta sus últimas consecuencias…… y ver en que acaba. O sea, pregúntese por un momento, querido amigo que nos lee, lo siguiente: ¿Qué ocurriría, si realmente el “gran trono blanco” de Rev. 20:11, apareciera al término de los mil años del reino de Dios y no al principio de ellos? Pues que si usted sigue nuestro consejo de razonar con lógica y sentido común, acerca de aquello que lee, tendría que aceptar que todo lo que está escrito a continuación de dicho pasaje de Rev. 20:11, inevitablemente también ocurre después del reinado milenario de Cristo y con lo que nos encontraríamos con lo siguiente:

Que cuando “baja” Jehová para extender “su tienda” sobre la humanidad y según leemos en Rev. 21:3-4, se encuentra con que la tierra y después de mil años de gobierno mesiánico, continua siendo un desastre, eso es, un valle de lágrimas, clamor y dolor, además con la muerte aun dando guerra por ahí y que según Pablo, ya Jesucristo había reducido a la nada para cuando devuelve el reino a su Padre; sin embargo y a tenor del planteamiento de esos “genios” de la interpretación bíblica, no parece que Pablo tuviera su mejor momento el día que escribió eso, porque…… vea, vea:

Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad y él residirá con ellos y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. 4 Y limpiará (obviamente tiene que hacerlo Jehová) toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores (supuestamente las que han existido durante el milenio) han pasado.” (Rev. 21:3-4). (Acotaciones nuestras).

Luego y si como dichos “entendidos” nos dicen, los acontecimientos que se relatan en Rev. 21 tienen su cumplimiento después de finalizado el milenio (pues se producen a continuación de la aparición del “gran trono blanco”), resulta que para cuando Jehová toma las riendas del asunto y según nos dice la propia Biblia, se encuentra con un fracaso total del gobierno milenario, porque continúan existiendo en la Tierra y que el propio Jehová tiene que limpiar, lágrimas, clamor, dolor, muerte y lo cual hace tomar al Creador y para remediar tal fracaso, la siguiente decisión:

Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas.” (Rev. 21:5).

O sea que Jehová y después de mil años de gobierno teocrático a cargo de Jesucristo y asociados, viendo cómo está el “percal”, de nuevo tiene que cambiar radicalmente todas las cosas, como hizo mil años atrás al destruir a todos los gobiernos humanos y establecer el suyo propio (como hemos leído) y haciéndolas otra vez nuevas, porque se tiene que suponer que durante ese reinado milenario y visto el resultado, se han hecho mal, tirando a peor…… de lo contrario ¿qué necesidad habría de cambiarlas? Y es que fíjense en cómo Jehová se encontraría el “patio”, según Rev. 21: 8, si el planteamiento que esos señores nos hacen fuera cierto:

Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe y los que son repugnantes en su suciedad y asesinos y fornicadores y los que practican espiritismo, e idólatras y todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda.”

Entonces, si esto es lo que hay después del reinado milenario de Cristo, una ingente colección de cobardes, repugnantes, asesinos, fornicadores, espiritistas, idólatras, mentirosos…… en fin, lo mejorcito de cada casa y que Jehová se tiene que “cargar”, ello nos lleva por lógica a preguntarnos lo siguiente: ¿Pero qué han hecho entonces, Jesucristo y compañía durante esos mil años? ¿No habíamos quedado y según Pablo, que para cuando Cristo entrega el reino a su Padre Celestial, le entrega un mundo perfecto en todos sus extremos? Y claro, esta última pregunta nos lleva inevitablemente a la siguiente conclusión: o Pablo nos mintió y con él la propia Biblia, o esos señores que enseñan semejante salvajada (la aparición del “gran trono blanco” para después del milenio), no tienen ni puñetera idea de lo que realmente dicen las Escrituras. Y no sabemos, querido amigo, por cuál de las dos opciones se decantará usted, pero nosotros…… lo tenemos clarísimo.

MABEL

jueves, 26 de enero de 2012

Desmitificando el término “ungido”

Uno de los graves errores en los que hemos caído aquellos que escribimos de temas bíblicos (aquí no se salva nadie), es la mitificación que hemos hecho de algunos términos bíblicos y que sin darnos cuenta, a base de irlos usando de manera excesivamente alegre y coloquial, por aquello de nosotros “ya sabíamos de lo que estábamos hablando”, hemos conseguido que digan aquello que nunca han querido decir…… y con ello, contribuyendo a despistar a algunas de las personas que nos leen, que aún no muy puestas en el asunto, se han quedado “con la copla”. Este es el caso del término “ungido” y que por no matizarlo con la corrección debida, lo hemos convertido en consustancial con la condición de Hijo de Dios, eso es, que un “ungido” es un Hijo de Dios y que por lo tanto, un Hijo de Dios es un “ungido”, eso es, que las dos cosas son lo mismo…… lo cual no es cierto.

Y es que así se llamaba antiguamente (eso es, en el AT), a la persona que había sido escogida o elegida para ocupar un cargo de responsabilidad, después de la ceremonia pública en la que a modo de reconocimiento de su nueva función o cargo, se le derramaba aceite fragante sobre la cabeza y ceremonia que se conocía como “ungir” al elegido y que a partir de ese momento, para todo el mundo pasaba a ser “el ungido”. Pero en realidad, dicho término no significa otra cosa que el haber sido uno reconocido públicamente, como escogido o elegido, para llevar a cabo una comisión divina o tarea al servicio de Jehová, en el caso del pueblo hebreo. Es más, el término “ungido” en el AT, era considerado como el título “oficial” que se le daba a aquella persona a la que le era encomendada la tarea de gobernar sobre el pueblo de la deidad que se tratase; y es que en tiempos bíblicos, tanto los hebreos como algunos otros pueblos, “ungían” ceremonialmente a sus gobernantes y acto que constituía solo la confirmación de su nombramiento, eso es, que dicho individuo era presentado oficialmente al pueblo, como el representante delegado de la deidad en cuestión (en el caso de los hebreos, de su Dios Jehová)…… pero que eso no convertía a uno, en “hijo” de dicha deidad. Y que la expresión “ungido” no es más que una extensión o equivalente de términos tales como “elegido”, “escogido” o “nombrado”, lo tenemos demostrado en el relato bíblico ficticio de Jue. 9:8;15 y precisamente, en cada uno de esos dos textos:

8 Sucede que una vez los árboles fueron a ungir sobre sí un rey. De modo que dijeron al olivo: “Sé rey sobre nosotros, sí” (……) 15 Ante esto, el cambrón dijo a los árboles: “Si es con verdad que me van a ungir por rey sobre ustedes, vengan, refúgiense bajo mi sombra. Pero si no, salga fuego del cambrón y consuma los cedros del Líbano”.”

Sin embargo, diferentes versiones sustituyen indistintamente la expresión “a ungir” reflejada en ambos versículos, por “a nombrar”, “a elegir”, “a escoger” y aún otra “a tomar por rey” y lo cual deja claro, que estaríamos hablando de términos más o menos equivalentes y que la expresión “ungir” solo indicaba en ese contexto (y en cualquier otro que se use), que a uno se le daba y por otra parte, asumía, determinada responsabilidad o nombramiento sobre otros. Es más, se da la circunstancia que en la versión RV1989 en esos dos versículos se mencionan ambas fórmulas:

Verso 8: “Los árboles iban a elegir un rey sobre ellos y dijeron al olivo: “¡Reina sobre nosotros!”.”

Verso 15: “Pero la zarza respondió a los árboles: “Si en verdad me ungís como rey sobre vosotros, venid y refugiaos a mi sombra. Y si no, ¡salga fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano!”.”

Luego es más que obvio que los términos, “elegir”, “nombrar”, o “escoger” se pueden considerar equivalentes con “ungir” y por lo cual este último, así como sus derivados, nada tienen que ver con ser uno Hijo de Dios y condición que solo se consigue cuando Jehová adopta a uno como tal, dotándole de poderes que acreditan su nueva condición, mediante la intervención de Su Espíritu Santo o fuerza activa. El hecho de que en el caso de Jesús dicho espíritu se manifestara en forma de paloma, o en el caso de los apóstoles como con llamas de fuego y con los que a estos siguieron, mediante imposición de manos, no fueron otra cosa que manifestaciones visibles para terceros y a modo de “ungimiento” a la antigua usanza, de la nueva condición que esas personas ya habían adquirido. Y es que lo que hizo a esas personas Hijos de Dios, no fue ni la figura de una paloma revoloteando sobre la cabeza de Jesús, o las llamas de fuego suspendidas sobre las cabezas de los apóstoles, o posteriormente, la imposición de manos de estos sobre otros, pues eso solo fue la demostración visible para terceros, de que Jehová había elegido o escogido a esas personas para ser Sus Hijos y lo cual es muy distinto. Tanto es eso así, que en los dos únicos lugares que en el NT se hace referencia al término “ungido”, es en Hech. 4:26 (y porque se está citando del Sal. 2:2) y en 2 Cor. 1:21 y no en todas las versiones; en el resto de pasajes en donde se hace referencia directa a los Hijos de Dios (a excepción de Jesús), se les cita como los “elegidos” o los “escogidos”…… pero nunca como los “ungidos”.

Pero ¿a qué viene eso, se preguntarán ustedes? Pues viene a cuento de un nuevo video/artículo publicado por D. Mario Olcese, el 21/01/12 y que bajo el título “¿Nueva luz? Los Testigos de Jehová enseñan ahora que Abrahán es un ungido de Dios”, se alude a un servidor (Armando López Golart), para que preste una más que especial atención hacia un nuevo escrito de los TJ y se supone que con toda la intención, por parte del Sr. Olcese, de hacerme reconsiderar la posición que se mantiene en este blog, acerca de determinada enseñanza del citado autor……eso es, que los notables del AT no pueden ni por el forro, reinar con Cristo en el reino de Dios; y afirmación a la que D. Mario se opone usando todo tipo de argumentos, aunque sean tan disparatados y esperpénticos como el que vamos a considerar.

Y aunque agradecemos la buena intención de procurar enseñarnos o corregirnos, resulta que desde este blog no nos movemos a impulsos de lo que publiquen o dejen de publicar los TJ, de los que por cierto y como en alguna ocasión hemos señalado, desde nuestra expulsión de la citada organización ya dejamos de leer cualquier cosa que de ellos provenga…… sencillamente no nos interesan en absoluto. Al contrario de D. Mario, quién parece ir a remolque de lo que publican dichos señores, usando sus escritos y que ya es el colmo, para ir “apuntalando” algunos de sus planteamientos. Sin embargo, lo que ha hecho una vez más es dar muestras evidentes de no tener demasiado clara la cosa en cuestiones de entendimiento bíblico, a la vez que de tener un total desconocimiento del significado correcto de algunos términos, como “ungir” o su derivado “ungido/s”. Y es que esa expresión sobre la que el Sr. Olcese monta todo el “tinglao”, no dice absolutamente nada de lo que él entiende que dice; y es que si uno acude a un diccionario de sinónimos y busca en el mismo la palabra “ungir”, lee lo siguiente:

Ungir: proclamar, untar, conferir, olear, nombrar, embadurnar, investir, entronizar.”

Luego nada que permita siquiera deducir, que dicha palabra tenga una mínima relación con el hacer a uno Hijo adoptivo de Dios. Y para probar que el “ungir” a una persona, no tenía otra misión que el habilitarla públicamente para un cargo y siempre en el AT, veamos un par de ejemplos: el profeta Samuel y después que Jehová hubiera escogido a Saúl, lo “ungió” por rey de Israel y no para ser otra cosa, pues en ningún lugar se nos dice que este tuviera la condición de Hijo de Dios:

Samuel entonces tomó el frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl y besó a Saúl y dijo: “¿No es porque Jehová te ha ungido por caudillo sobre su herencia (Israel)?” (1 Sam. 10:1). (Acotación nuestra).

Otras traducciones vierten “te ha elegido (“escogido” o “designado”) como gobernante sobre su pueblo.” Tenemos por otra parte, el caso de David y que recibió idéntico ungimiento que Saúl, al igual que posteriormente lo recibieron tanto Salomón como los demás reyes que se fueron sucediendo. Sin embargo, en el caso de David observamos un curioso detalle, que nos demuestra a las claras que el “ungir” a una persona, era lo que podríamos considerar un puro formulismo, pues David fue “ungido” por tres veces; la primera de ellas por el profeta Samuel, según se nos relata en 1 Sam. 16:13:

Por lo tanto Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu de Jehová empezó a entrar en operación sobre David desde aquel día en adelante. Más tarde, Samuel se levantó y procedió a irse a Ramá.”

Más adelante, las Escrituras nos cuentan que David fue de nuevo “ungido” por los hombres de Judá:

Entonces vinieron los hombres de Judá y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá.” (2 Sam. 2:4).

Y en la tercera ocasión, fueron los ancianos del resto de tribus de Israel, los que procedieron a “ungirlo” de nuevo:

Con el tiempo todas las tribus de Israel vinieron a David, en Hebrón y dijeron: “¡Mira! Nosotros mismos somos hueso tuyo y carne tuya. 2 Tanto ayer como antes de eso, mientras Saúl se hallaba como rey sobre nosotros, tú mismo llegaste a ser quien hacía salir a Israel y lo hacía entrar. Y Jehová procedió a decirte: “Tú mismo pastorearás a mi pueblo Israel y tú mismo llegarás a ser caudillo sobre Israel”. 3 Así que todos los ancianos de Israel vinieron al rey, en Hebrón y el rey David celebró un pacto con ellos en Hebrón delante de Jehová; después de lo cual ellos ungieron a David por rey sobre Israel.” (2 Sam. 5:1-3).

Pero la cuestión del asunto, está en que si el acto de ungir a uno, tuviera que ver con el ser declarado Hijo de Dios, como absurdamente afirma el Sr. Olcese, ello tenía que haber ocurrido en la primera ocasión en que David fue “ungido” por Samuel; entonces ¿por qué se tuvo que ungir o hacer a David “Hijo de Dios” dos veces más? ¿Es que acaso los “hombres de Judá” en la segunda ocasión, o “los ancianos de las tribus de Israel” en una tercera, podían añadir algo al primer “ungimiento” realizado por Samuel en nombre de Jehová, como si a este le faltara algo? ¿Es que acaso Jehová, necesitaba de la aquiescencia de esos personajes para refrendar el reconocimiento de David como Su Hijo adoptivo, si ese hubiera sido el caso? Y la propia experiencia referida, nos muestra que esa no era la situación, pues David solo fue nombrado como rey de Israel en lugar de Saúl y posteriormente, aceptado de forma sucesiva por los citados colectivos, mediante la pública ceremonia del ungimiento.

Luego nada que nos permita sostener la idea de que la expresión “ungido” en sí misma, sea consustancial con ser uno un Hijo de Dios y por tanto, con el derecho de reinar con Cristo en su reino; porque lo único que en realidad se nos dice de David, es que fue elegido por Jehová como caudillo sobre su pueblo y posteriormente, reconocido públicamente como tal, eso es, rey de Israel mediante la práctica usual de derramar aceite sobre la cabeza del escogido por Jehová…… nada más. Y es que en ningún lugar de las Escrituras, ni explícita ni implícitamente, se nos dice que dicho cargo (rey de Israel) ni la ceremonia de nombramiento (el acto de “ungir”), llevaran aparejadas el reconocimiento de uno como Hijo adoptivo de Jehová. Sin embargo y a partir del particular significado que a ese término “ungido” le da el Sr. Olcese y llevando el error que hemos mencionado al principio de este artículo a su máxima expresión, ya da por sentado que Abrahán, así como su descendencia y que por lo visto, parece alcanzar también a D. Mario, son todos “ungidos”, en consecuencia Hijos de Dios y por tanto, todos reinarán con Cristo…… y ¿de dónde se saca dicho caballero semejante disparate, quizás se preguntarán ustedes? Pues como ya les hemos dicho, a partir de un escrito de los TJ y en donde hablando de Abrahán y su descendencia, estos citan del Sal. 105:14-15 (pero cargando el acento en el verso 14 y no en el 15, como interesadamente entiende D. Mario) y ante lo cual, ya le da el “telele” e inicia su rocambolesca tesis; pero veamos que nos dice dicho pasaje:

No permitió que ningún humano los defraudara, antes bien, a causa de ellos censuró a reyes, 15 diciendo: “No toquen ustedes a mis ungidos y a mis profetas, no hagan nada malo.”

Y aunque tanto los TJ, como el propio contexto de dicho pasaje, apuntan de forma inequívoca al verso 14 como punto focal de la cuestión, como resulta que es en el verso 15 en donde se pronuncia la palabra “mágica” que dicho caballero necesita armar su argumento, eso es, el término “ungidos”, a ese se agarra como el náufrago a un clavo ardiendo para intentar convencernos que los notables del AT, también reinarán con Cristo en el reino de Dios. Porque según su pedestre lógica, si se nos dice que Abrahán y descendencia, eran “ungidos” y esa expresión significa ser Hijos de Dios…… pues blanco y en botella: esos personajes son Hijos de Dios y en consecuencia, reinarán con Cristo en el reino milenario de Cristo y diga lo que diga “Armandito”; pero claro, resulta que la particular interpretación (y posterior conclusión) que dicho caballero hace del término “ungido”, se topa de frente con tres cuestiones “dificilillas” de solventar; veamos la primera de ellas:

Si esa expresión “ungidos” tuviera la connotación que D. Mario le da, en el sentido que es consustancial con el ser uno un Hijo de Dios y por tanto, heredero del reino, nos encontraríamos con que Ciro el persa y bajo cuyo mandato se liberó al pueblo judío de Babilonia, también sería un gobernante con Jesucristo en el reino de Dios, pues eso es lo que se nos dice de él:

Esto es lo que ha dicho Jehová a su ungido, a Ciro, a quien he asido de la diestra, para sojuzgar delante de él naciones, para que yo desciña hasta las caderas de reyes; para abrir delante de él las puertas de dos hojas, de modo que las puertas mismas no estén cerradas.” (Isa. 45:1).

Luego viendo las cosas desde la óptica del Sr. Olcese, Ciro estaría al lado de los Abrahán, David, Pablo, Pedro, Juan, etc., reinando junto a Cristo…… pero claro, como eso no dejaría de ser una animalada, ello nos indica que el citado término no puede tener el significado que le da D. Mario.

Pero es que hay una segunda razón, que desmiente la interpretación del citado caballero sobre el significado del “palabro” en cuestión (“ungido”) y que es la siguiente: el Sal. 105:1-15, no es más que la repetición exacta de 1 Cró. 16:8-22 y en donde se nos muestra que David (escritor de ambos relatos), con estas palabras se estaba dirigiendo a la nación de Israel en general y no a Abrahán y su descendencia en particular:

Así introdujeron el arca del Dios verdadero y la colocaron dentro de la tienda que David había asentado para ella; y empezaron a presentar ofrendas quemadas y sacrificios de comunión delante del Dios verdadero. 2 Cuando David acabó de ofrecer la ofrenda quemada y los sacrificios de comunión, pasó a bendecir al pueblo en el nombre de Jehová.” (1 Cró. 16:1-2).

Tanto es esto así, que en 1 Cró. 16:22 y en Sal. 105:15, en lugar de transcribir “no toquen a mis ungidos”, algunas versiones vierten “mis elegidos”, o “mis escogidos” y aun otra “a mi pueblo escogido”. Luego está claro que para esos traductores, así como para el resto del mundo mundial, el término “ungido” no tiene las mismas connotaciones que para D. Mario y por lo que todo el andamiaje que se ha montado él solito alrededor del supuesto significado de dicha palabra, es falso y se cae como un castillo de naipes. Porque solo está sostenido por la más que dudosa y particular interpretación del Sr. Olcese, en el sentido que el término “ungido” es consustancial con Hijo de Dios, cuando los diccionarios no nos dicen nada de eso; veamos, por ejemplo, que nos dice la RAE de dicha palabra:

Rey o sacerdote signado (señalado o designado) con el óleo santo.” (Acotación nuestra, según el significado en dicho diccionario, de la expresión “signado”).

Y término del que los diccionarios bíblicos consultados, nos dicen lo siguiente:

Heb. «Mashiach», el ungido, es un título oficial en el AT, aplicado a aquellos que debían ejercer el gobierno de parte de Dios (1 Sam. 12:3, 5; 26:9, 11, 16; 2 Cró. 6:42; Isa. 45:1).” (Negritas nuestras).

Luego puesto que era un título usado en el AT, que se daba a aquellos que reinaban como reyes delegados de Jehová, no parece tener demasiada relación con aquellos reconocidos como Hijos de Dios en el NT y con lo que estaríamos hablando de otra cosa; por ejemplo, de Jesús, en todo caso “el ungido” por antonomasia, en el momento de la transfiguración (Luc. 9:35) y aunque ya había sido bautizado y reconocido por Jehová como Su propio Hijo, el Altísimo no se refiere a él como su “ungido”, sino de la siguiente manera:

Y de la nube salió una voz y dijo: “Este es mi Hijo, el que ha sido escogido (o “elegido” o “el amado”, según versiones). Escúchenle.” (Acotación nuestra).

Y perfectamente en línea con la referencia profética que se hace de Jesús, según leemos en Isa. 42:1:

¡Mira! ¡Mi siervo, a quien tengo firmemente asido! ¡Mi escogido (o “elegido”, según versiones), a quien mi alma ha aprobado! He puesto mi espíritu en él. Justicia para las naciones es lo que él sacará.” (Acotación nuestra).

Y por lo que tendríamos que sobreentender, puesto que Jehová nos dice que ya ha puesto Su Espíritu en él, que ya había sido (según la idea imperante) “ungido”; sin embargo, vemos que el Altísimo continúa refiriéndose a él como “Mi escogido” (o “elegido” según versiones) y no a “Mi ungido” y de lo cual se podría deducir, que las expresiones “elegido” o “escogido” primarían sobre la de “ungido” y que no es más que el calificativo resultante de un acto público de confirmación o reconocimiento de la autoridad delegada en uno por Jehová. Y es que siendo rigurosos en el tema que estamos tratando, lo cierto es que en el NT no existe alusión alguna al “ungimiento” como tal, pues en esa parte de las Escrituras, solo existe el bautismo en agua y al que se le añade el bautismo en Espíritu Santo, para aquellos que son elegidos por Dios para recibir la adopción como Hijos Suyos (Juan 3:5); de hecho, son significativas al respecto las últimas palabras de Jesús a sus apóstoles, momentos antes de su ascensión a los cielos:

Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes: “No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí; 5 porque Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en espíritu santo no muchos días después de esto”.” (Hech. 1:4-5).

Notemos que Jesús no dijo “serán ungidos en espíritu santo”, sino “serán bautizados en espíritu santo” y lo cual es muy distinto…… tan distinto, que hoy en día no puede haber nadie que afirme haber sido “ungido” y no faltar a la verdad, pues ningún seguidor de Jesucristo fue “ungido”, sino “bautizado” en espíritu santo y lo que significa algo totalmente distinto.

Pero veamos una tercera razón que cuestiona el planteamiento del Sr. Olcese y que nos hemos cansado de repetírsela, pero que continúa sin darse por enterado…… el tema del Sal. 45:16:

En lugar de tus antepasados (o “padres”, según versiones) llegará a haber tus hijos, a quienes nombrarás príncipes en toda la tierra.” (Acotación nuestra).

Porque resulta que los antepasados de Jesucristo, son precisamente los Abrahán y compañía y que según tan “entendido” caballero, por ser “ungidos” y siempre según su particular interpretación de dicho término, reinarán con Cristo. Pero sabemos que para heredar el reino en calidad de gobernante, hay que ser Hijo de Dios y por tanto, “hermano” de Jesucristo…… pero en dicho salmo se nos dice claramente, que esos antepasados de Cristo pasan a convertirse en sus hijos, que no en sus hermanos y por lo que queda claro, a partir de esa afirmación, que no pueden ser Hijos de Dios. Y es que no pueden ser a la vez, Hijos de Dios e hijos de Jesucristo, además que de ser lo primero, obviamente serían también hermanos de Jesucristo y eso no es lo que se nos dice en el salmo en cuestión. Pero es que ese Sal. 45:16, nos dice otra cosa que prueba también, que esos antepasados de Cristo no pueden reinar con este y que por lo tanto no son Hijos de Dios, con lo que tendríamos otra razón que muestra que el término “ungidos” no puede ser interpretado en el sentido que lo hace D. Mario; para verificar dicha afirmación, veamos que se nos dice Rev. 20:6:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”

Luego leyendo el pasaje con atención, vemos que dichos personajes ya tienen la condición de inmortales reyes y sacerdotes, en el mismo momento de ser resucitados…… luego no necesitan que “a posteriori” se les dé ningún título nobiliario, pues ellos ya vuelven a la vida poseyendo la más alta magistratura: resucitan con la condición de reyes y la cual condición, es inherente con dicha resurrección; sin embargo, sí vemos que a los antepasados de Jesucristo se les nombrapríncipes” (que no reyes), lo que nos lleva a razonar que resucitan sin título alguno. Y lo cual nos plantea una derivada y de la que tampoco nunca nos ha sabido dar razón dicho caballero: porque si según nos interpreta el Sr. Olcese de Juan 5:28-29, solo tenemos una primera resurrección para los llamados “justos” y de la que participan solo aquellos que tienen que reinar con Cristo en el milenio, siempre según Rev. 20:6 y una segunda al final de los mil años, para juicio y destrucción eterna de los “injustos”…… ¿en cuál resurrección entonces, participan esos antepasados de Jesús? Pues lo que está claro, es que no encajan ni en la primera ni en la segunda de las que nos propone dicho caballero…… sin embargo, lo obvio es que para poderles dar un título (el que sea), tienen que haber resucitado. Y algo, repetimos, de lo que aún no ha dicho esta boca es mía el Sr. Olcese, a pesar del tiempo transcurrido desde que le fue planteada dicha cuestión en este blog.

Luego todo considerado, está claro que la argumentación presentada por el Sr. Olcese en el citado video/artículo, es un auténtico despropósito y no se sostiene ni con pinzas, pues no es más que el burdo intento de mantener una estrafalaria enseñanza, la de unos notables del AT reinando con Cristo, no en argumentos razonados y bien documentados, sino en el supuesto significado de una sola palabra, en este caso, “ungidos”. Y ya nos perdonarán ustedes, queridos lectores, pero tal parece que dicho caballero no solo nos toma por tontos, sino que además debe pensar que somos unos ignorantes que no sabemos ni leer y que en eso de la Biblia, algunos llegamos ayer. Porque ya está bien de continuamente repetir las mismas sandeces, pero de no ser capaz de respondernos a razonados argumentos acerca del porqué, las cosas no son como el las plantea. Y es que aún tiene por ahí algunos asuntillos pendientes de respuesta, aunque a tenor de lo que estamos viendo, tal parece que dicho caballero ha decidido dar la callada por respuesta, continuar a su bola y no meterse en “fregaos” en los que puede salir “escaldado”…… como por ejemplo en el caso de los “millones, miles de millones”.

Por cierto y antes que se me olvide: el pasado día 21, cambiando impresiones con mi compañero Manuel y que se caracteriza por tener un agudo sentido de la oportunidad, me hizo dar cuenta de algo que a mí ni se me había ocurrido: y es que para que D. Mario y tantos otros puedan llegar a ser Hijos de Dios en la actualidad (según afirman), solo puede significar que la obra de adopción como Hijos de Dios mediante el Espíritu Santo que inició Jesús y continuaron sus apóstoles, se haya mantenido en el tiempo hasta el día de hoy. Pues bien, teniendo en cuenta que en un principio, dicho espíritu dotaba de poderes sobrenaturales a los que lo recibían y que los actuales presuntos “ungidos” no los tienen ¿cuándo fue el momento, a lo largo de la historia dentro de la congregación cristiana, que dicho espíritu cambió de “modus operandi” y dejó de otorgar los citados poderes? ¿Y de existir dicha circunstancia, dónde en las Escrituras, se nos dice algo respecto a la razón de dicho cambio? En todo caso ¿sería mucho pedir al Sr. Olcese, que nos dé su particular opinión sobre el asunto?

Y es que aunque dicho caballero niegue tal extremo (por ejemplo, al final del artículo que estamos analizando), ello significaría que Jehová estaría haciendo acepción de personas, pues tendría Hijos de primera (aquellos que podían incluso levantar muertos) e Hijos de segunda (los actuales) y que no pueden ni curar un catarro. Entonces ¿nos podría el Sr. Olcese, aclarar la duda que se le ha planteado a mi compañero Manuel y que le trae a mal vivir? Por cierto D. Mario, con la estantería ordenada, el estudio de grabación ya parece otra cosa…… ¿ve Ud. como mejora, cuando nos hace caso?

MABEL

martes, 17 de enero de 2012

La parábola de las minas

Quizás una de las parábolas peor entendidas de cuantas pronunció Jesús, durante su estancia aquí en la tierra, fue la que se conoce como la parábola (o ilustración) “de la minas”, aunque para situarnos debidamente, lo primero que deberíamos hacer es documentarnos acerca del significado de la expresión “parábola” y que según el diccionario de la RAE, debe de entenderse como sigue:

Narración de un suceso fingido, del que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral.” (Negritas nuestras).

Luego como primera premisa, lo que queda claro es que una parábola no puede ser tomada literalmente en ninguna de sus partes, sino extractar la enseñanza que hay en el contenido global de la misma. Dicho esto, habría que señalar también la importancia del contexto en el que se halla enmarcada, para una correcta comprensión de la misma…… y podríamos concluir, añadiendo que para poder entender una parábola o ilustración, es necesaria una cierta capacidad de razonamiento a partir de la lógica y el sentido común. Y ello se deduce, de la razón por la cual Jesús enseñaba usando dicha figura literaria:

De modo que los discípulos se acercaron y le dijeron: “¿Por qué les hablas usando ilustraciones?”. 11 En respuesta, él dijo: “A ustedes se concede entender los secretos sagrados del reino de los cielos, mas a aquellos no se les concede. 12 Porque al que tiene, más se le dará y se le hará abundar; pero al que no tiene, hasta lo que tiene le será quitado. 13 Por esto les hablo a ellos usando ilustraciones, porque, mirando, miran en vano y oyendo, oyen en vano, ni captan el sentido de ello; 14 y para con ellos se cumple la profecía de Isaías, que dice: ‘Oyendo, oirán, pero de ningún modo captarán el sentido de ello; y, mirando, mirarán, pero de ningún modo verán.” (Mat. 13:10-14).

O sea, que no se trataría solo de “oír”, sino de poner a trabajar las “células grises” e intentar captar el sentido de aquello que se oye y lo cual, dejaría fuera del tema a los que manifestaran poco o ningún interés en la cosa explicada…… y que en definitiva, es de lo que se trataba. Dicho lo cual, veamos ahora el por qué dedicamos nuestro artículo de hoy a la citada parábola o ilustración: existe la idea, entre muchos supuestos “entendidos” en este proceloso campo de la interpretación bíblica, que dicha parábola tiene que ver con el premio que recibirán aquellos que arduamente trabajen en el adelantamiento de los bienes del “amo” (Jesucristo) cuando este regrese y que según entienden de la citada parábola, pues así se cita en ella, dicho premio consistirá en que se les dará poder “sobre muchas ciudades”, eso es, que pasarán a gobernar sobre mucha ciudades en el nuevo orden venidero, o reino milenario de Cristo. Obviamente, estaríamos hablando de todos aquellos que a día de hoy afirman ser “ungidos” o Hijos de Dios y que supuestamente, estarían al cargo de los intereses del citado “amo” y que por tanto, recibirían dicha recompensa…… o sea, que según dichos “entendidos”, la enseñanza central de la citada parábola está en mostrar que una actitud esforzada en el aumento de los “bienes” del amo, se vería recompensada con el recibir autoridad sobre muchas “ciudades”.

Y siendo uno de los que más se significa en esta enseñanza (por algo es uno de los blogs religiosos que más repercusión tiene en Internet), el insigne Apologista Mario Olcese y que en uno de sus video/artículos titulado “El premio de los fieles será recibir autoridad sobre las naciones” (21/12/11), en la entradilla de presentación del mismo, ya nos dice lo siguiente:

Muchos predicadores tropiezan con la parábola de las Diez MInas, y en especial cuando Jesús dice que a sus siervos fieles les dará autoridad sobre ciudades. En este punto los comentaristas tratan de espiritualizar la locución “autoridad sobre ciudades” como si fuera un asunto de reinar en el cielo con Cristo, en los “lugares celestiales”, cuando en realidad Jesús estaba hablando de gobernar sobre ciudades reales en esta misma tierra en su reino futuro.” (Negritas nuestras).

Es cierto que D. Mario, en su titular, menciona acerca de tener autoridad sobre “las naciones”, pero el comentario de presentación del video no deja lugar a dudas acerca de sobre qué se ejercería autoridad. Tengamos en cuenta por otra parte, que en el citado video, el Sr. Olcese estaba corrigiendo la afirmación de cierto autor evangélico y que según D. Mario, el autor en cuestión caía en el error de “espiritualizar” el sentido de la parábola, en lo que tiene que ver con el premio a recibir. Y es desde el minuto 3´30 de grabación en adelante, que D. Mario afirma que Jesús estaba hablando literalmente de tener autoridad sobre ciudades, es más, lo que dicho caballero nos dice en una de sus frases, es que “si somos fieles a la Biblia, si somos realmente consecuentes con la Palabra de Dios, tenemos que tomarnos literalmente lo que Jesús quiere decirnos”, eso es, que si uno es un buen siervo y reproduce sus talentos (minas), uno tendrá autoridad sobre ciudades literales y argumento que enfatiza hasta el minuto 6´15 de grabación…… pero ¿es de eso, realmente, de lo que se nos habla en la parábola en cuestión? Y para averígualo y antes de continuar, nada como leer dicha narración y que se encuentra en Luc. 19:13-27:

Llamando a diez esclavos suyos, les dio diez minas y les dijo: “Negocien hasta que venga”. 14 Pero sus ciudadanos lo odiaban y enviaron tras él un cuerpo de embajadores a decir: “No queremos que este llegue a ser rey sobre nosotros”.

15 Con el tiempo, cuando volvió después de haber conseguido el poder real, mandó llamar a sí a estos esclavos a quienes había dado el dinero en plata, para averiguar lo que habían ganado por la actividad de negociar. 16 Entonces se presentó el primero y dijo: “Señor, tu mina ganó diez minas”. 17 De modo que le dijo: “¡Bien hecho, buen esclavo! Porque has probado ser fiel en un asunto muy pequeño, ten autoridad sobre diez ciudades”. 18 Luego vino el segundo y dijo: “Tu mina, Señor, produjo cinco minas”. 19 Le dijo también a este: “Tú, también, ten a tu cargo cinco ciudades”. 20 Pero vino uno diferente y dijo: “Señor, aquí está tu mina, que tuve guardada en un paño. 21 Pues mira, yo te temía, porque eres hombre severo; recoges lo que no depositaste y siegas lo que no sembraste”. 22 Él le dijo: “De tu propia boca te juzgo, esclavo inicuo. ¿Sabías de veras que yo soy hombre severo, que recojo lo que no deposité y siego lo que no sembré? 23 Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en plata en el banco? Así, al llegar yo, lo hubiera cobrado con interés”.

24 “Con eso, dijo a los que estaban de pie allí: “Quítenle la mina y dénsela al que tiene las diez minas”. 25 Pero ellos le dijeron: “¡Señor, él tiene diez minas!...” 26 “Les digo: A todo el que tiene, más se le dará; pero al que no tiene, hasta lo que tiene le será quitado. 27 Además, a estos enemigos míos que no querían que yo llegara a ser rey sobre ellos, tráiganlos acá y degüéllenlos delante de mí.”

Y es cierto que un lector poco avezado podría concluir, que ciertamente en dicho pasaje se nos habla de tener dominio sobre “ciudades”…… luego blanco y en botella; pero recordemos en primer lugar y como hemos visto, que una parábola no es otra cosa que “la narración de un suceso fingido (por lo tanto, no real, sino ficticio), de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral” y por lo que no puede existir literalidad alguna en la interpretación de la misma. Porque si en este caso, tenemos que tomar literalmente el premio que se recibe, gobernar sobre ciudades reales, tendríamos que tomar también como literal el bien encomendado, o lo que es lo mismo, que a los seguidores de Jesucristo se les ha encomendado el negociar bienes materiales (minas o “dinero en plata”) y que dependiendo de su resultado, eso es, réditos materiales, obtendrían el correspondiente premio o castigo, según sea el caso…… pero Jesús no encomendó a sus seguidores, el aumento de bienes materiales, pues no dejó ningún bien material; al menos según lo tenía entendido el apóstol Pablo, a tenor de lo que leemos en 1Tim. 1:13-14:

Sigue reteniendo el modelo de palabras saludables (o enseñanza) que oíste de mí con la fe y el amor que hay en relación con Cristo Jesús. 14 Este excelente depósito a tu cuidado, guárdalo mediante el espíritu santo que mora en nosotros.” (Acotación nuestra).

Luego lo depositado en manos de aquellos primeros seguidores de Jesucristo, no eran cosas materiales (minas), sino bienes espirituales, tales como las enseñanzas recibidas y que tenían que esforzarse en impartir a nuevos seguidores. Pero por otra parte, también hemos mencionado, la importancia del contexto en la interpretación de una parábola y siendo en este caso, que el contexto en el que nos tenemos que situar, nos lo marca la razón por la cual fue pronunciada dicha parábola y algo que se nos explica con total claridad en los versículos 11-12 del citado pasaje de Lucas:

Mientras ellos escuchaban estas cosas, habló también una ilustración, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente. 12 Por lo tanto (Jesús) dijo: “Cierto hombre de noble nacimiento viajó a una tierra distante para conseguir para sí poder real y volver.” (Acotación nuestra.)

Luego el foco de la cuestión y razón por la se pronunció dicha parábola o ilustración, tenía que ver con corregir el punto de vista equivocado que tenían los apóstoles, acerca del momento de la instauración del reino de Dios, mientras que el relato ficticio expuesto en dicha parábola, no era más que el marco de circunstancias que envolvía dicha enseñanza; si bien es cierto que Jesús, que no daba puntada sin hilo, en dicho marco de circunstancias incide en el hecho de que la labor esforzada de cada uno, tendría en su momento una justa recompensa…… pero nada más, pues la enseñanza que se pretendía establecer en dicha parábola, tenía que ver con un asunto de temporalidad y no con uno que tratara del tipo de recompensas a recibir.

Pero también hemos mencionado, pasaje bíblico incluido, que otro factor fundamental para entender una parábola, es el razonar con lógica y sentido común en lo que estamos leyendo y algo que, parece ser, se la ha pasado por alto a D. Mario; porque veamos ¿de dónde saca dicho caballero, que en el milenio existirán “ciudades”, como tales? Y puesto que todos conocemos lo que significa el concepto “ciudad”, preguntémonos lo siguiente ¿formaba parte del propósito de Jehová para su creación, en un primer momento para Adán y Eva, el que se llegara con el tiempo a vivir en colmenas humanas y que es realmente, en lo que se convierte una ciudad de nuestros días? ¿O de qué tipo de “ciudad” nos habla el Sr. Olcese? Por otra parte ¿no nos dice la Escritura, que Jehová va a hacer “nuevas todas las cosas”, en el venidero reino milenario (Rev. 21:5)? Al menos y según lo que se nos dice en Isa. 65:21-22, no parece que las cosas vayan por donde nos indica el citado caballero y en el reino milenario tengamos que continuar con la estructura habitacional masificada, con la que se ha dotado la humanidad a través de los siglos…… pero leamos el pasaje:

Y ciertamente edificarán casas y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal.”

Luego de lo que estaríamos hablando es de una futura sociedad rural y autosuficiente a nivel familiar, si tenemos en cuenta lo que se nos dice en el versículo 22…… pues si uno no edificará para que otro ocupe, obviamente estamos hablando de que cada uno tendrá su propia casa; y si lo mismo sucede con el producto de la tierra, es que cada uno comerá lo que él coseche, repetimos, a nivel familiar. Por lo que ya tenemos la citada sociedad rural y que en esencia, es un conjunto de casas individuales, rodeadas del suficiente terreno alrededor de ellas para producir el alimento necesario y contener a los animales que nos abastezcan de huevos, leche, etc…… y eso a lo largo y ancho del planeta Tierra. Por otra parte, algo no tan lejano en el tiempo pues aún existen en España, por ejemplo, caseríos antiguos (reliquias del pasado) con su propio horno para cocer el pan, sus lagares respectivos para el vino y el aceite, así como sus establos para diversos tipos de animales, etc. y por supuesto, rodeados de sus respectivos terrenos para los diversos cultivos necesarios para el sostén de la vida. Entonces de lo que estaríamos hablando, es de una sociedad exenta de núcleos urbanos masificados a la usanza de las actuales ciudades y en total armonía, con lo que le fue dicho a la primera pareja humana:

Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó. 28 Además, los bendijo Dios y les dijo Dios: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla; y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”.” (Gén. 1:27-28).

Y se supone que con la expresión “llenen la tierra”, el Altísimo quería decir a lo ancho…… y no a lo alto, como ocurre en las ciudades convencionales. Pero en fin, solo esbozamos una simple hipótesis de como más o menos serán las circunstancias bajo las que, probablemente, vivirá la nueva sociedad humana que sobrevivirá al juicio que el Creador someterá al mundo actual…… en todo caso, el entendimiento que desde este blog tenemos de la citada “parábola de las minas”. Por lo que pensamos que quizás el Sr. Olcese y a menos que nos muestre que estamos equivocados (algo por demás, perfectamente probable), tendría que hacer unos pequeños ajustes en su forma de entender dicha parábola o ilustración…… y no enseñar cosas que la Biblia no enseña.

MABEL