lunes, 29 de marzo de 2010

Falsos maestros

Una de las señales que Jesús les dio a sus discípulos y que advertiría de la llegada de los últimos tiempos, fue en el sentido de que “...... muchos falsos profetas se levantarán y extraviarán a muchos.” (Mat. 24:11). Y no se refería únicamente a lo que tiene que ver con el profetizar a la usanza de los Isaías, Jeremías, etc., sino a algo más: a personas que también ejercerían de “maestros” de las Escrituras. Es digno de notar que el apóstol Pedro en su segunda carta, establece un paralelismo entre dos clases: los falsos profetas que siempre existieron en tiempos precristianos y los falsos maestros que aparecerían en épocas posteriores y que han permanecido hasta nuestros días:

Sin embargo, llegó a haber también falsos profetas entre el pueblo, como también habrá falsos maestros entre ustedes. Estos mismísimos introducirán calladamente sectas destructivas y repudiarán hasta al dueño que los compró, trayendo sobre sí mismos destrucción acelerada.” (2 Ped. 2:1).

Y dado que todos sabemos lo que es un maestro y cuál es su comisión, no hace falta incidir en el asunto. Pero puesto que Pedro menciono acerca de “maestros falsos”, deberíamos de pensar que también habrá alguno de verdadero, por lo tanto, vamos a ver cómo distinguir unos de otros. Veamos para ello, como empieza un nuevo artículo, el conocido Dr. Javier Rivas Martínez:

La Biblia nos dice con relevante claridad que los Santos del Antiguo Testamento serán resucitados «junto», «simultáneamente», con los Creyentes del Nuevo Testamento
”.

Y nosotros desde este blog, ¡qué quieren que les digamos!, no vemos tan “relevante claridad” por ningún sitio; es más, echamos en falta algún texto que apoye tan “brillante conclusión”, porque y ya sabrá disculparnos dicho personaje, con su sola afirmación de que la cosa es así, no hay bastante. El artículo en cuestión lleva el titulado “Una resurrección simultanea (los santos del Antiguo y Nuevo testamento)” (18/03/10), o sea, todo lo contrario de lo que dicen las Escrituras, exactamente todo lo contrario. Sin embargo y con ser ya grave este hecho, lo peor es que “llueve sobre mojado”, como coloquialmente decimos en España, porque fíjense como acaba dicho artículo:

El orden cronológico de los acontecimientos en el programa de «la primera resurrección» (Ap. 20:6), quedaría entonces de la siguiente manera:

1. La resurrección de Cristo: «Las Primicias» ( 1 Co. 15:23).

2. La resurrección de los Santos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento (Dn. 12:1, 2; Is. 26:19; 1 Ts. 4:16; Ap. 20:3-5).

«La resurrección de los muertos inicuos y rebeldes a Dios», «la segunda»: Tendrá su consumación hasta que el Reinado milenario de Cristo haya concluido (Ap. 20:5, 11-14)
.”

Y “llueve sobre mojado”, porque dicho caballero y con motivo de esa afirmación, repetida en anteriores artículos, tiene aún una pregunta pendiente de respondernos desde hace bastante tiempo y así continuamos, lo cual nos indica que ha sido incapaz de dar con la respuesta adecuada. Pero es que claro, si solo se hubiera limitado a dar la callada por respuesta, pues ni tan mal, nosotros lo entenderíamos, ahí estaríamos callados y “pelillos a la mar”; pero la cosa cambia cuando se reafirma en su absurda creencia, que tiene formalmente revocada y sin haber atendido tal revocación, como un falso maestro enseña como verdad, lo que es una mentira, porque en las Escrituras no se nos dice nada de esto. Y claro, como desde este blog no hacemos una sola afirmación, que no podamos avalar con los correspondientes textos bíblicos, en ese menester vamos a meternos. Y para ello señalaremos algunas razones por las cuales los santos del AT, no pueden participar de la primera resurrección y que está destinada solo para aquellos que han de gobernar con Cristo en el Reino (Rev. 20:6), cosa que los santos del AT, repetimos, no pueden hacer. Eso al menos, es lo que entendemos nosotros que nos dice la Biblia, no obstante, vamos a ver que entienden ustedes. En primer lugar y como primera razón, tenemos las siguientes palabras de Jesús:

Pero desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor los hombres y los que se adelantan con ardor se asen de él.” (Mat. 11:12).

Eso sencillamente es lo que dice el texto, luego ¿que entendemos nosotros, que quiso decir Jesús con esas palabras? Pues que desde esos días de Juan el Bautista en adelante, luego no antes, fue abierta la posibilidad de pelear para conseguir acceder a tan elevado privilegio. Por lo tanto, solo es razonable pensar que ninguno de los notables del AT, pudieran haber participado de tal expectativa, dado que habían fallecido siglos antes. Luego vemos que la cosa no era más que un asunto de oportunidad: estar en lugar apropiado en el momento oportuno y que ellos y por razones de temporalidad, no pudieron hacerlo...... así de sencillo. Una segunda razón, se nos da en Juan 3:5:

Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Vamos a analizar de nuevo que nos dicen esas palabras: uno no podía nacer del agua a menos que fuera bautizado en el bautismo que principió en Juan el Bautista y continuó después con Jesús (Juan 1:33), o sea, sumergido en agua. Así como tampoco se podía nacer del Espíritu a menos que uno fuera ungido por Jehová, mediante derramamiento de Espíritu Santo, lo que equivale al bautismo en espíritu y que era impartido (a partir de 33 E.C.), mediante la imposición de manos por parte de los apóstoles de Jesús (Hech. 8:18). Luego esos dos requisitos, indispensables según Jesús, para conseguir entrar en el reino de los cielos en calidad de gobernante asociado con él, de ninguna manera estaban disponibles para los Abraham, Isaac, Jacob y demás, sencillamente porque habían muerto siglos antes de que fueran establecidos. Recordemos que los apóstoles no recibieron este bautismo, hasta el Pentecostés de 33 E.C., cuando fue derramado sobre ellos en espíritu santo. Pero es que además, Jesús, con quien estableció el pacto por un reino no fue con los Abraham y compañía, sino con sus seguidores:

Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; 29 y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino.” (Luc. 22:28-29).

Luego ¿cómo entonces este privilegio podía abarcar a esos personajes del AT? ¿O es que esos textos no nos dicen, lo que nosotros leemos que dicen? Porque ¿quiénes eran esos ustedes, a los que Jesús se dirigía en ese momento y que habían compartido sus pruebas? ¿A las personas que estaban sentadas a su alrededor en ese momento o a personas muertas ya hacía siglos? En fin, lean por favor de nuevo el texto y saquen sus propias conclusiones. Y veamos ahora una tercera razón:

En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él.” (Mat. 11:11).

Luego veamos que sacamos en claro, de lo que nos estaba diciendo aquí Jesús: si Juan el Bautista era (entendemos que en orden de importancia), el mayor de todos los nacidos de mujer y sin embargo, el menor (o el último empezando por la cola) en el reino de los cielos era mayor que él, evidentemente lo que se nos está diciendo, es que de ninguna manera podía contarse Juan entre ellos; o sea, Juan el Bautista no formaría parte de esa clase selecta que conformaría la gobernación del reino. Y eso es lo que realmente nos quiso decir Jesús, porque eso y no otra cosa es la que leemos en el texto; pero es que también nos dijo algo más; porque veamos: si Juan era el mayor entre los nacidos de mujer, significaba que era mayor, repetimos, en orden de importancia, que los Abraham, Isaac, Jacob, David, etc.; luego, si él no podía estar formando parte del gobierno del reino, cuanto menos, aquellos que eran menores que él. Y Juan no podía formar parte de ese gobierno del reino (lo cual quiere decir que no participará de la primera resurrección), sencillamente porque murió antes de que se abriera la oportunidad para ello, en 33 EC.; pero si los notables del AT, no pueden participar de la primera resurrección, el problema que se les presenta a los Rivas, Olcese y compañía, es averiguar en cual resurrección los meten. Y si mencionamos al Sr. Olcese en este tinglado, es porque colgó el citado artículo en su blog, con lo cual habría que entender que está de acuerdo con su contenido y de no ser así, que por favor lo diga públicamente.

Todo visto y volviendo al tema que nos ocupa, veamos entonces, cual es la diferencia entre el falso maestro y el buen maestro. La diferencia está en que mientras los primeros expresan una idea personal y luego buscan textos para poder apoyarla, aunque sea retorciéndolos para que se ajusten a lo que ellos quieren afirmar, los segundos por el contrario, se limitan a citar un texto bíblico y luego dar la explicación de lo que quiere decir (siempre en línea con su contexto, tanto el más inmediato como el general de las Escrituras), dando con ello todo el protagonismo a quien realmente debe de tenerlo: la Biblia. Y puesto que el ejemplo de los segundos, lo acaban de ver en este artículo, veamos una muestra de lo que hacen los primeros. El Sr. Rivas dice lo siguiente en su segunda conclusión:

“La resurrección de los Santos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento (Dn. 12:1, 2; Is. 26:19; 1 Ts. 4:16; Ap. 20:3-5)”.

Y para ello, vemos que usa cuatro textos que razonablemente deberían de avalar su idea acerca de una primera resurrección conjunta, tanto de los santos del antiguo, como del nuevo testamento. Veamos si ello es cierto y dichos textos avalan tal idea.

Dan. 12:2: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna y otros para vergüenza y eterno horror.”

¿Nos podría decir querido lector, en donde lee usted es ese texto, leído en sí mismo por supuesto, que ahí se nos haga referencia a dos resurrecciones distintas y separadas entre sí, por un espacio de mil años, como ellos nos dicen? ¿O más bien aquí se nos está hablando, de lo mismo que en Hech. 24:15? Vemos que lo que leemos allí es “…… y tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.” Y dado que la Biblia no se contradice, eso es lo que deberíamos de entender. Luego la pregunta es: ¿en qué apoya el texto citado de Daniel, el argumento presentado? Pero veamos ahora, Isa. 26:19.

Isa. 26:19: “Tus muertos vivirán. Cadáver mío... se levantarán. ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de malvas y la tierra misma dejará que hasta los que están impotentes en la muerte caigan en nacimiento.”

Y hasta donde nosotros llegamos, de lo que aquí se nos habla es sencillamente de una resurrección o levantamiento de personas muertas y sin especificar nada más. Luego, ni asomo de que nos diga algo siquiera cercano, a una resurrección conjunta de miembros de los dos pactos. Es más, cuando se pronunciaron esas palabras, no había sido revelado aún el plan divino de una primera y una segunda resurrección. Entonces este texto es probatorio ¿de qué? Vamos ahora al siguiente: 1 Tes. 4:16.

1 Tes. 4:16: “Porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero.”

Pero ¿se nos dice aquí, quiénes son esos muertos en unión con Cristo? ¿Se nos habla acaso aquí de los Abraham y compañía, junto a los apóstoles, por ejemplo, en una resurrección conjunta y simultánea? No, ¿verdad? Entonces, ¿a qué viene usar este texto? Pero veamos el último: Rev. 20:3-5.

Rev. 20:3-5: “Lo arrojó al abismo y lo cerró, y lo selló sobre él para que no engañase más a las naciones, hasta que se cumpliesen los mil años. Después de esto, es necesario que sea desatado por un poco de tiempo. 4 Y vi tronos; y se sentaron sobre ellos, y se les concedió hacer juicio. Y vi las almas de los degollados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni tampoco recibieron su marca en sus frentes ni en sus manos. Ellos volvieron a vivir y reinaron con Cristo por mil años. 5 Pero los demás muertos no volvieron a vivir, sino hasta que se cumplieran los mil años. Esta es la primera resurrección.”

Y de nuevo nos encontramos en este pasaje, con que tampoco se asocia a los santos del AT, en una resurrección conjunta con los santos del NT, luego ¿por qué nos lo incluye el Sr. Rivas, para defender su disparata teoría? Porque aquí solo se nos habla de unos que ocuparán tronos y de otros que “volverán a vivir” al fin de los mil años y lo cual nos muestra, que el amigo Rivas no tiene ni la más remota idea de lo que nos está explicando dicho pasaje; pero le vamos a ayudar un poco, veamos:

La versión Biblia de Jerusalén, usa la expresión “revivieron” y que es lo mismo; ahora bien, ¿por qué se usa la expresión “volvieron a vivir” (o “revivieron”), en vez de “resucitaron”? Pues porque sencillamente y en ese momento, no era de una resurrección literal de lo que se nos estaba hablando, sino que de lo que se nos está hablando, es que los que participan de la primera resurrección “vuelven a vivir” o “reviven”, en el sentido de que cuando resucitan ya reciben vida plena en perfección, eterna o inmortal. Ya Pablo nos habló de ella como “...... de la vida que realmente lo es.” (1 Tim. 6:19); sin embargo, habrá personas, como los sobrevivientes de la Gran Tribulación (Rev. 7:14) o los que vayan resucitando durante el milenio, que no reciben esta vida plena, sino hasta el final de los mil años y por supuesto, si consiguen superar la última prueba al ser soltado de nuevo Satanás. Por eso es que nos dice Rev. 20: 5 que “los demás de los muertos no llegaron a vivir sino hasta que se terminaron los mil años” y que es cuando se habrá resuelto la cuestión de los que seguirán fieles a Jehová, o de aquellos que al igual que Adán y Eva, optarán por seguir a Satanás y rebelarse por tanto contra Jehová.

Pero aclaremos un poco más, que significa eso de “los muertos que no llegaron a vivir”; en primer lugar ¿de qué muertos se nos está hablando? Veamos: cuando Adán y Eva pecaron, no solo perdieron la vida física para siempre, sino que legaron a sus descendientes la condición que ellos adquirieron, o sea, como de muertos ante su Creador. Ya cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, confirmo tal situación:

Jesús le dijo: “Continúa siguiéndome y deja que los muertos entierren a sus muertos”.” (Mat. 8:22).

Ahora bien ¿quiénes eran esos muertos mencionados por Jesús y capaces de enterrar a otros muertos? ¿De qué nos estaba hablando? Analicemos las palabras de una persona que entendió perfectamente lo que él quiso decir:

Mientras vosotros estabais muertos en los delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, Dios os dio vida juntamente con él, perdonándonos todos los delitos.” (Col. 2:13).

Tenemos que tener en cuenta, que cuando Lázaro fue resucitado, no se le dio “la vida que realmente lo es” tal como menciono Pablo en 1 Tim. 6:19; lo único que se le hizo, fue prolongarle la que había tenido por un poco de tiempo más, el que fuere, porque al fin y al cabo volvió a morir.

Entonces de lo que estaríamos hablando en Rev. 20:5, sería de nuestra condición actual ante nuestro Creador, debido al pecado heredado, de un estado como de muertos, es decir, como si no existiéramos delante de Él. Solo que en su infinita misericordia y mediante entregar a Su Hijo, nos concedió la oportunidad de poder de nuevo recuperar ese condición de hijos perfectos y amados, mediante el ejercer fe en su sangre derramada a nuestro favor...... y eso es todo.

Por eso, cuando alguien les venga con el cuento de que cuando uno se bautiza mediante inmersión y en el nombre de Jesucristo, ya automáticamente es reconocido (ungido) como Hijo de Dios, en consecuencia hermano de Cristo y por extensión, coheredero con Él en el Reino de Dios, por favor, no se crean semejante estupidez porque resulta que la cosa es mucho más sería que todo esto. Por lo menos, así lo entendió Pablo:

Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte, ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección.” (Rom. 6:5).

Luego si eso es así, uno solo se une a la semejanza de su resurrección (la de Cristo), o sea, adquiere su misma condición de Hijo de Dios, siempre y cuando haya sufrido en la semejanza de su muerte brutal y de sacrificio por mantener integridad...... recordemos que en los capítulos 2 y 3 de Revelación, se nos habla de que el galardón se recibe, cuando uno vence y circunstancia que se produce en el mismo momento de su muerte en sacrificio. Luego ¿cómo sería posible que uno y ya en el momento de su bautismo que es cuando uno inicia su carrera de cristiano y no se sabe aún si será capaz de superar las pruebas por pasar, ya fuera reconocido como Hijo de Dios con todo lo que ello conlleva? Y es que es demencial porque no saben lo que dicen y es que realmente, no tienen ni idea de lo que están hablando...... pues bien, ahí tienen ustedes a los falsos maestros.

MABEL

lunes, 22 de marzo de 2010

“...... y hagan discípulos…” ¿hasta cuando?

Cuando Jesús estuvo por primera vez aquí en la tierra y momentos antes de ascender a los cielos, dio el siguiente mandato:

Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos………” (Mat. 28:19).

Es aceptado por la inmensa mayoría de doctos y entendidos, que en ese momento, se ponía en marcha una única obra que tendría que extenderse, hasta llegar a los tiempos de la conclusión del sistema de cosas. Lo que ocurre, es que cuando uno analiza detenidamente lo que nos dicen las Escrituras, la cosa no parece estar tan clara. Porque veamos que se nos dice en Mat. 24:14:

Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.

Luego se nos está hablando de algo que tenía que ocurrir en un futuro y que nada tenía que ver, por tanto, con la predicación que se llevaba a cabo en tiempos de Jesús y cuando se produjeron las citadas palabras. Corrobora dicha afirmación, el hecho que el fin al que Jesús hacía referencia en ese momento, no llegó en ese entonces. Además, tengamos en cuenta, que fueron dichas en el contexto de unos hechos que se producirían en un futuro distante, en respuesta a una pregunta de los discípulos y que se según leemos en el libro de Revelación, tendrían lugar como parte de los hechos por ocurrir dentro de la última semana de Dan. 9:27 (semana en la que por cierto aún no hemos entrado), luego dicho evento continúa todavía en el futuro. Concretamente y si no entendemos mal (que todo podría ser), antes del sonar de la séptima trompeta. En la Revelación, a Juan le fue dicho lo siguiente:

Y me dicen: “Tienes que profetizar de nuevo respecto a pueblos y naciones y lenguas y muchos reyes.” (Rev. 10:11).

Lo primero que tenemos claro entonces, es que si hoy se estuviera continuando con aquella predicación original, no sería necesario iniciar otra obra de predicación en un futuro ¿no es cierto? Y ello nos lleva a una conclusión: en primer lugar, es que si hay que iniciar una segunda predicación, es que la primera terminó en algún punto de la historia y lo cual también nos llevaría a preguntarnos, en segundo lugar, cual fue el objetivo de dicha primera predicación. Porque de lo que estaríamos hablando, como ya hemos dicho, sería de dos obras con distintos objetivos y finalidad.

Para intentar responder a esas preguntas, centraremos nuestra atención en el siguiente pasaje que tiene lugar durante la apertura del quinto sello del capítulo seis de Revelación:

Y a cada uno de ellos le fue dado un vestido blanco; y se les dijo que descansaran todavía un poco de tiempo, hasta que se completase el número de sus consiervos y sus hermanos que también habían de ser muertos como ellos.” (Rev. 6:11).

Luego según entendemos aquí y para el tiempo del fin, o sea en nuestros días, aún quedaba pendiente de completar un número o cantidad determinada de aquellos que, según nos indica el contexto, tenían que configurar, junto a Jesucristo, el gobierno del reino. Y lo cual nos indicaría que esa era la finalidad de la predicación que inicio Jesús: la recolección de aquellos que fueran merecedores de tal privilegio y que por alguna razón, fue interrumpida y pospuesta su conclusión, hasta el fin de los tiempos. Recordemos que se trataba de los que formaban parte de las primicias (Rev. 14:4), tomadas de la tierra y eso nos dice dos cosas: por una parte, si habían primicias y que aún no se ha completado su recolección, evidentemente habría también una segunda cosecha (todavía por aparecer) de personas que si bien no tendría acceso a los mismos privilegios de los primeros, sin embargo, ahí estarían gozando también del favor de Jehová (Rev. 7:9; 14-16). Y por otra parte, que se trataba de una clase evidentemente preparada y escogida para una comisión en particular.

Tengamos en cuenta, que fue a Juan que se le dijo “que tendría que volver a profetizar” lo cual nos indica, puesto que es evidente que Juan no podía cumplir con aquella comisión por razones obvias, que ello tenía que significar que en el momento señalado, aparecerían personas con idénticas características en cuanto a atributos y poderes, como los que caracterizaron a los primeros discípulos de Jesús y que les llevó a poder desempeñar cabalmente la asignación encomendada. Tengamos en cuenta también, que estamos hablando de una predicación persona a persona, dado que nadie tiene que quedar en ignorancia de la voluntad del Creador de ofrecer la posibilidad de salvarse a todo aquél que lo desee, del juicio a este mundo inicuo. Recordemos que esa predicación se extenderá por toda la tierra habitada, lo cual implica una gigantesca obra y que tendrá que efectuarse con rapidez, dada la premura de los tiempos.

En el Plan Divino, hay muchas y distintas etapas y con Jesús aquí en la tierra, se cerró la que tenía que ver con el descendiente legal que tenía que heredar “el trono de David su padre.” (Luc. 1:32). Luego la etapa que habría de seguir a continuación, tenía que ver con la elección de los miembros acompañantes de Jesús en dicha gobernación real; y eso es lo que vino a hacer él, entre otras muchas cosas. Y que ello es así, lo prueba el hecho de que desde el libro de Romanos hasta el libro de Judas y en las introducciones a esas cartas, o durante su desarrollo, solo se hace referencia a aquellos a los que se califica como los llamados; o los elegidos; o escogidos; a los que están en unión con Cristo o los llamados a ser Santos. Todo ello nos muestra que se nos está hablando de un grupo en especial, ya que no sería razonable que de haber habido miembros de las dos condiciones, o sea elegidos y no elegidos, se hubiera relegado a estos últimos a no ser siquiera mencionados.

Al principio hemos hablado acerca de la creencia generalizada de que a ese privilegiado grupo de los elegidos, pertenecen todos aquellos que desde los tiempos de Jesús en adelante y habiendo sido bautizados en su nombre, ya han sido ungidos con Espíritu Santo, declarados como Hijo de Dios, en consecuencia hermanos de Cristo y por tanto, coherederos del Reino con Él. Y para mayor inri y como colmo del disparate, los hay que además incluyen en el lote, a los notables del AT, como Abrahán, Jacob, David, etc., etc., por si acaso éramos pocos. Pero es que de ser eso así, como dicen los defensores de tal enseñanza, se producen algunos contrasentidos. En primer lugar, que quedarían como carentes de significado las palabras de Rev. 6:11, citadas con anterioridad, en el sentido de que queda pendiente por completar un número o cantidad, sea la que sea, pero que no obstante y a tenor de la fraseología empleada, un número perfectamente delimitado. Porque de ser cierta, dicha errónea creencia, más que de completar algún número o cantidad concreta, estaríamos hablando de un proceso continuado de distintas incorporaciones hasta el final de los tiempos y entraran, cuantos sean los que entraran, luego nada que completar...... entonces ¿qué significado tendría ese texto?

Otra de las incongruencias que se producirían, es la siguiente: si ello fuera como nos dicen, la cantidad resultante de cogobernantes con Cristo sería casi infinita, o como dice algún estudioso: “millones, miles de millones” de componentes. Sin embargo, dicha posibilidad chocaría frontalmente con unas palabras que pronunció Jesús, dirigiéndose a sus discípulos más allegados y haciendo referencia a los que con él tenían que gobernar:

No teman, rebaño pequeño (manada pequeña, según versiones) porque su Padre ha aprobado darles el reino.” (Luc. 12:32). (Acotación nuestra).

Luego si no entendemos mal, era Jehová quien había dispuesto el arreglo de dar el Reino o el gobierno del mismo, a un grupo de reducido tamaño. Y es digno de destacar, que los seguidores y por demás, divulgadores de dicha disparatada idea y que faltaría más, todos ellos se creen ungidos y por tanto, escogidos para tan alto privilegio, huyen de ese texto como el gato del agua caliente. Porque de ninguna manera son capaces de explicarnos, según su opinión, que quiso decir Jesús con esas palabras; y si en todo caso alguno se atreve, retorciendo dicho texto con una cantidad de argumentos tales, para que diga lo que no dice y alejándose por tanto, de la sencillez de lo expresado por Jesús. Por lo tanto, deberíamos pensar que aquella primera predicación, llegó a su fin cuando el objetivo fue parcialmente cumplido y que como hemos leído, se tendría que esperar a un futuro lejano, para completar el número de ese rebaño pequeño, fuere cual fuere su número total.

Entonces y puesto que en Rev. 7:1-8 y 14:1-3, Jesucristo reveló a Juan que 144.000 israelitas espirituales han de ser coherederos con él en el reino celestial, ¿no estableció así un límite para el número de personas que habrían de ser bautizadas como discípulos suyos, en ese tiempo? Y ya sabemos que esos dos pasajes levantan ampollas, pero que quieren que les digamos, eso es lo que está escrito en la Biblia y no otra cosa, como intentan hacernos creer los “entendidos” en la materia. Respondiendo por otra parte a la pregunta formulada, vemos que no necesariamente se había de completar ese número, porque en Mat. 28:19-20, él no le puso límite al número, sino que dijo simplemente: “Vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos..….” Ciertamente él podía saber y sabría, cuándo detener el bautismo de aprendices, alumnos o discípulos de él, como quieran llamarles, porque él es el un solo Maestro de ellos y sabría cuándo tendría la cantidad de ellos que quisiera para acomodarlo a su propósito y reservando un resto, que tendría que aparecer en los tiempos finales para la gran predicación pendiente. Con lo que evidentemente concluiría temporalmente la primera gran predicación, cuyo objetivo y como hemos visto, era la composición del grupo de miembros cogobernantes del Reino. En consecuencia, sus seguidores obedientes solo podían continuar haciendo y bautizando seguidores de él mientras él lo permitiera...... ¿y hasta cuando parece haberlo permitido? Veamos.

Para mediados del siglo I d.C., ya la joven e incipiente congregación cristiana, empezó a sufrir los primeros embates de la apostasía, solo refrenados por la autoridad moral que ejercían los apóstoles de Jesús. Aquellas jóvenes congregaciones se enfrentaban a las fuertes corrientes filosóficas griegas, emanadas de Platón, casi cuatro siglos antes y que iban aumentando, a medida que disminuía la fuerza restrictiva de los mencionados apóstoles y que tenía como consecuencia, un número cada vez más notable de deserciones. Ya con la muerte de Juan, el último de ellos casi en el año 100 E.C., llegó temporalmente a su fin la comisión dada por Jesucristo o al menos, eso es lo que nos dice la lógica; la citada apostasía tomó auge y ya para mitad del siglo segundo, poco o nada quedaba de la adoración verdadera. Luego en estos días que estamos viviendo, continuamos entre ese momentáneo parón y la conclusión final de dicha comisión, a seguir por otra de distinta naturaleza u objetivo.

Y una vez completado ese número determinado (el que sea) con la aparición del resto ungido aún pendiente ¿qué sería lo último por aparecer? Pues evidentemente, los primeros súbditos de este gobierno del reino y que serán recogidos mediante la predicación anunciada en Mat. 24:14, o sea, la segunda gran predicación. Luego vemos que nada tiene que ver su finalidad, con la de la primera: son dos objetivos totalmente distintos. Ya no es para escoger a personas con vistas a ser adoptados como Hijos por Dios y herederos del reino en calidad de gobernantes, sino que lo que aquí se estará dando inicio, será a recoger a aquellas personas que heredaran el reino en calidad de súbditos o gobernados y de las que se nos habla en el pasaje acerca de las ovejas y las cabras, citado en Mat. 25:31-46. Leamos un texto de ese pasaje:

Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo.” (Verso 34).

Erróneamente, la mayoría de los “entendidos” en la materia, afirman que esas palabras aplican a aquellos que tienen que gobernar con Cristo, lo cual no solo es un error de interpretación, sino una manifiesta incapacidad para leer correctamente lo que se relata en ese pasaje y discúlpennos esta muestra de sinceridad. Pero veamos dos puntos por los cuales, eso de ninguna manera puede ser así.

El primero de ellos, tiene que ver con la siguiente cuestión: la razón por la cual estas personas han sido bendecidas por el Padre Celestial, se nos muestra en las palabras que siguen a ese texto. En ellas, Jesucristo hace mención a determinados actos realizados en su favor por parte de ellas y a lo cual esas personas, asombradas, le responden preguntando, cuándo ellas le han hecho esas cosas a él. Vean la respuesta:

Y en respuesta el rey les dirá: “En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos, a mí me lo hicieron”.” (Verso 40).

Luego lo que queda aquí claro y según nuestro entender, es que no se está hablando del mismo grupo de personas: unos son los hermanos de Cristo y otros, los que son encomiados y premiados, por lo que hicieron a los primeros. Luego obviamente, repetimos, no pueden ser lo mismo, sino que estaríamos hablando de dos grupos distintos. Difícilmente uno puede ser encomiado y premiado, por lo que se ha hecho a sí mismo ¿no es cierto?

El segundo punto, tiene que ver con las palabras: “…... preparado para ustedes desde la fundación del mundo.” (Verso 34b). ¿Y qué es lo que Jehová había preparado y con qué propósito?; analicemos detenidamente estas palabras. El propósito de Jehová tiene que ver con el restaurar las cosas como estaban al principio de su creación, en los tiempos felices de Adán y Eva en el paraíso (Hech. 3:21); y para eso fue que Jehová, estableció el arreglo del reino: para restaurar a la humanidad a la perfección de la que un día gozaron nuestros primeros padres...... luego ¿para quién realmente “preparó” el reino? Para los hermanos y cogobernantes con Jesucristo, evidentemente no, pues estos ya resucitan con vida perfecta e inmortal y no tienen ya necesidad de ninguna restauración, sino que ellos mismos forman parte de dicha “preparación” como gobierno bajo Cristo y que reciben la comisión en su calidad de reyes y sacerdotes, de ayudar a la humanidad caída a alcanzar la perfección durante el reinado milenario. Todo ese arreglo del que ellos forman parte, fue preparado para otros. De ahí, las siguientes palabras de Jesús, dirigidas a aquellos que con él tenían que gobernar:

Entonces Jesús los llamó a todos y les dijo: “Ustedes saben que los que gobiernan a los pueblos se portan como sus amos y que los grandes señores imponen su autoridad sobre esa gente. 26 Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, si alguno de ustedes quiere ser importante, tendrá que servir a los demás. 27 Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el esclavo de todos. 28 Yo, el Hijo del hombre, lo hago así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás. Vine para dar mi vida por la salvación de muchos”.” (Mat. 20:25-28).

Entonces, repetimos, ¿para quién fue “preparado” dicho reino, gobernantes incluidos? Pues evidente que para aquellas personas que reciben, por su actitud, el beneplácito divino para sobrevivir a la Gran Tribulación final, así como a aquellos que de forma progresiva y durante el milenio, irán resucitando y recibiendo los beneficios restauradores de dicha gobernación, auspiciada por nuestro Creador. Otra cosa no se entiende, muy a pesar de lo que puedan afirmar otras líneas de pensamiento.

Y así más o menos, es como son y serán las cosas, a nuestro entender. Probablemente una buena idea, quizás no del todo bien desarrollada. Pero en fin, ahora ya les toca a ustedes, queridos lectores, comprobar mediante su propia traducción de las Escrituras, en cuanto si realmente las cosas son así como se las contamos...… o no. Y ya saben, si en algo nos hemos equivocado y tienen a bien hacérnoslo saber, se lo agradeceremos infinito.

MABEL

jueves, 18 de marzo de 2010

El pecado imperdonable

Según Jesús, existe un pecado para el que no hay perdón:

En verdad les digo que todas las cosas les serán perdonadas a los hijos de los hombres, no importa qué pecados y blasfemias cometan blasfemamente. 29 Sin embargo, cualquiera que blasfema contra el espíritu santo no tiene perdón jamás, sino que es culpable de pecado eterno.” (Mar. 3:28-29).

Luego lo que deberíamos entender de entrada, es que aquél o aquellos que en este sistema de cosas cometan dicho pecado, no recibirán la resurrección en el venidero y eso, solo es asunto de lógica.

La clase de pecado al que se hace referencia en la Biblia como imperdonable, no es simplemente de una categoría como el robar, el mentir o la inmoralidad sexual. Sin embargo, estas cosas son serias y que bien pueden envolver el pecado imperdonable cuando derivan en actitudes impenitentes y de imposible retorno. (Rev. 21:8). Y es que dicho pecado, no tiene tanto que ver con la acción cometida en sí, como con la motivación que lo produce. Porque el pecado imperdonable, es pecado deliberado contra la operación manifiesta del Espíritu de Dios y por lo tanto, lleva implícito el asunto de la motivación. Brota de un corazón que está alejado cabalmente y para siempre de Dios. (Mateo 12:34).

Los caudillos religiosos judíos que vinieron a Galilea para ver y oír a Jesucristo en una ocasión y habían entrado en consejo en cuanto a cómo podían destruirlo (Mat. 12:14), se estaban deslizando hacia ese terreno. En Galilea vieron como Jesús había curado a un hombre que no podía hablar, que estaba ciego y poseído de los demonios. En vez de reconocer el hecho obvio de que Jesús estaba ejecutando milagros por medio del Espíritu Santo de Dios, los fariseos maliciosamente lo acusaron de hacerlo por medio del poder de Satanás. Después de mostrar cuán equivocados estaban, Jesús dijo:

Toda suerte de pecado y blasfemia será perdonada a los hombres, pero la blasfemia contra el espíritu no será perdonada. Por ejemplo, a cualquiera que hable una palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el espíritu santo, no le será perdonado, no, ni en este sistema de cosas ni en el venidero.” (Mat. 12:31-32).

En lo que tocaba a estos caudillos religiosos, no se trataba simplemente de no estar convencidos por las enseñanzas y obras de Cristo. Las gentes de Corazín y Betsaida habían estado tan preocupadas con su modo de vivir que no habían aceptado a Jesús ni se habían arrepentido; sin embargo, nada parece indicar que no se beneficiarán de la misericordia de Dios y que tendrán una resurrección y una oportunidad futura de aprender el camino de la justicia (Mat. 11:20-24). Tampoco puede decirse que en el caso de los fariseos, fuera solo asunto de que blasfemaran y se opusieran a los adoradores verdaderos porque ignoraran la voluntad de Dios. Saulo de Tarso también había sido tal clase de hombre opositor, pero se le mostró misericordia y fue perdonado (1 Tim. 1:13-16). Pero por lo que vemos envuelto en el asunto, la cuestión de la motivación tal y como hemos dicho, era fundamental en ambas conductas. Mientras que la de Pablo era motivada por el celo hacia sus creencias, ya que él era judío y por tanto, sujeto a la ley dada por Jehová mediante Moisés, no parece ser así en el caso de los gobernantes judíos de la época. Veamos unas palabras de Pablo, hechas en su defensa y en ocasión de un tumulto originado por su presencia en el Templo en Jerusalén:

Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad a los pies de Gamaliel, instruido conforme al rigor de la Ley de nuestros antepasados, siendo celoso por Dios así como todos ustedes lo son este día. 4 Y perseguí de muerte este Camino, atando y entregando a las prisiones tanto a varones como a mujeres.” (Hech. 22:3-4).

Sin embargo, ¿qué había detrás de la actitud de los fariseos? Veamos:

Por consiguiente, los sacerdotes principales y los fariseos reunieron el Sanedrín y empezaron a decir: “¿Qué hemos de hacer, porque este hombre ejecuta muchas señales? 48 Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación.” (Juan 11:47-48).

Por lo que vemos que a esas personas solo les importaba el no perder sus privilegios sobre una nación que ya consideraban suya y no como lo que realmente era, un pueblo propiedad de Jehová.

Luego se percibe, que estos caudillos religiosos tenían el corazón podrido hasta lo más recóndito y Jesús lo sabía. Diferente de lo que sucedía en el caso de la gente común, tenían considerable conocimiento de la Palabra de Dios. Ahora habían acabado de ver una demostración evidente del Espíritu de Dios en acción; sin embargo, rechazaron completamente lo que se había efectuado por espíritu o poder de Jehová y con blasfemia atribuyeron los milagros de Jesús al poder de Satanás. ¿Fue serio el pecado de ellos? Evidentemente sí y Jesús, “conociendo sus pensamientos” (Mat. 12:25), se dio cuenta de que deliberadamente y con los ojos bien abiertos a los hechos (no podían alegar ignorancia), estaban pecando contra el conocimiento de la operación del Espíritu Santo. Por ello indicó que eran “culpables de pecado eterno” (Mar. 3:29-30). Debido al contexto de esas palabras y tomando en cuenta el hecho de que más tarde Jesús dijo que muchos líderes religiosos de aquel tiempo iban rumbo a la destrucción eterna en el Gehena, parece que habían cometido el pecado imperdonable (Mat. 23:15; 33). Y su pecado era imperdonable, no debido a que Jehová no sea un Dios dispuesto a perdonar hasta el extremo (Isa. 1:18), sino a que ellos estaban más allá del arrepentimiento y más allá de la posibilidad de ser recuperados. Su pecado los dejaba en infidelidad total y absoluta en cuanto a la adoración verdadera de Jehová y ni aun en el sistema de cosas venidero, una persona culpable de tal pecado, podría ser perdonada (Mat. 12:32).

Ahora bien, ¿podría uno pecar contra el Espíritu Santo hoy día y en consecuencia, estar más allá de ser perdonado? Bien, en principio eso parece ser posible ya que una persona podría llegar a estar corrompida tan desesperadamente en la mente y el corazón que llevara el pecado al punto de pecar contra el Espíritu. ¿Y podría saber uno si se ha cometido el pecado imperdonable? Pues por la relación de esta clase de pecado, con lo que leemos en Hebr. 10:26:

Si practicamos el pecado voluntariosamente después de haber recibido el conocimiento exacto de la verdad, no queda ya sacrificio alguno por los pecados.”

De modo que hay práctica por una parte y acción deliberada o voluntariosa por la otra, en cuanto a esta forma de pecado. La persona peca con insensibilidad, plenamente consciente del hecho de que se opone directamente a la operación del Espíritu de Dios y Sus leyes justas. Y detrás de ello, necesariamente, tiene que haber una motivación, como hemos visto en el caso de Pablo o de los fariseos. Y aunque Pablo se dirigía con esas palabras, a personas que como él, habían sido ungidas mediante el derramamiento del Espíritu Santo (hoy hay infinidad que afirman serlo, aunque lo dudamos seriamente), no es preciso que el individuo tenga esta condición para cometer ese pecado. Recuerde que aquellos fariseos de los que cita la Biblia, no eran cristianos ungidos y no obstante según Jesús, cometieron el pecado imperdonable.

Además, todos somos hijos del pecado y necesitamos el sacrificio de rescate de Cristo para obtener perdón. Más “no queda ya sacrificio alguno por los pecados” para aquel que sabe eso y “que ha pisoteado al Hijo de Dios y que ha estimado como de valor ordinario la sangre” que él derramó. Ése “ha ultrajado con desdén el espíritu de bondad inmerecida.” (Heb. 10:29). Jamás se arrepentirá ni buscará humildemente el perdón de Dios por su pecado y rechazamiento del rescate de Cristo, pues su actitud de corazón ya está más allá del arrepentimiento. Pero hay que recordar un punto importante: en el caso de Jesús, él sabía los pensamientos más recónditos y la condición de corazón de los judíos y por eso pudo estar seguro de que habían pecado contra el Espíritu Santo. Sin embargo, los humanos imperfectos no podemos leer los corazones como Jehová y Jesús pueden hacerlo, de modo que no podemos determinar cuándo alguien ha llevado el pecado al punto de haber pecado contra el Espíritu (Mat. 12:25; Heb. 4:13). Eso le queda a la Suprema Potestad de Dios determinarlo.

Aun el hecho de que una persona haya cometido puntualmente un pecado grave, no quiere decir necesariamente que haya cometido el pecado imperdonable, pues aún hay opción al arrepentimiento. En la congregación corintia primitiva un cristiano ungido tuvo que ser expulsado debido a su inmoralidad y evidente falta de arrepentimiento; no obstante, es evidente que aquel hombre más tarde fue restablecido en la congregación, lo cual muestra que él no había pecado contra el espíritu santo (1 Cor. 5:1-5; 2 Cor. 2:6-8).

Sin embargo, el simple hecho de que es posible pecar contra el Espíritu Santo debe hacer que estemos alerta y dado que tenemos claro que un factor fundamental que envuelve dicho grave pecado es la motivación, deberíamos extremar nuestra precaución. Retomemos el ejemplo de Pablo, en agudo contraste con los fariseos de su día: mientras que el primero recondujo la situación, no así los segundos según palabras del propio Jesús; luego la pregunta es: ¿podríamos nosotros caer en esa trampa? Eso es evidente que sí, del mismo modo que lo hicieron aquellos fariseos con todos sus conocimientos de las escrituras...... y una derivada: ¿de qué forma podríamos hacerlo? Pues exactamente del mismo modo que ellos: resistiendo al Espíritu de Jehová, por ejemplo, en cuanto a no aceptar una enseñanza bíblicamente correcta pero discordante con lo que nosotros creemos, solo por el mero hecho de mantener nuestro prurito o ego en buen lugar.

Y lo que vamos a exponer a continuación, les rogamos que lo tomen como una mera hipótesis de una circunstancia que bien pudiera ser..…. o no. Tomemos como punto de partida el error de los fariseos citados: resistirse a la enseñanza de Jesús y a pesar de pruebas irrefutables, para mantener diversos privilegios propios de su condición y en cualquier caso, algo que consideraban de mucho más valor. Luego había algo que podían perder de aceptar dichas enseñanzas, fuere lo que fuere, pero que era prioritario en sus vidas. Luego uno podría preguntarse ¿en qué situación quedaría una persona que habiendo recibido una corrección mediante la Biblia, acerca de una enseñanza errónea por su parte, tercamente la rechazara sencillamente porque no quiere dar su brazo a torcer, porque piense que ello mermaría su reputación o prestigio público? Porque no es tanto el negarse a aceptar dicha corrección, como el motivo por el cual uno se resiste. Y eso ocurre mucho en Internet, en donde los debates son públicos y notorios; pero pongamos un ejemplo práctico: cierta persona publica determinada idea de cierto pasaje bíblico y al poco, recibe una corrección de otro internauta, que basándose en textos bíblicos correctamente interpretados, enseñan lo contrario.

Lo razonable sería y tomando ejemplo de Pablo, honestamente aceptar que uno está equivocado o en su defecto, demostrar que dicha corrección no es apropiada. Pero no; ni se refuta, porque sencillamente no se puede ya que es adecuada dicha corrección, ni se acepta, antes al contrario, se continúan publicando escritos en el mismo sentido como si no hubiera pasado nada. Y que quizás así podría ser el que no pasara nada, de no mediar un pequeño detalle: cuando una objeción viene avalada por textos bíblicos bien interpretados y consecuentemente bien aplicados, el que está objetando ya no es el internauta o persona en cuestión, sino el propio Jehová mediante su Palabra la Biblia y que ha usado un conducto adecuado (dicho internauta) en el momento apropiado, lo cual digamos que es un suponer. Luego la pregunta es la siguiente: si eso es así y todo apunta a que así es, ¿cómo queda aquella persona que tercamente se resiste a aceptar dicha corrección, por una absurda idea de posible menoscabo de su orgullo, ego, autoestima o como quieran llamarle? O a veces incluso, sencillamente por no querer aceptarlo por venir de quién viene y que también se da el caso. ¿En qué condición queda esa persona ante Jehová (no ante el que le ha presentado dicha objeción) que “escudriña los corazones” y ante el cual nada permanece oculto? Veamos cómo nos lo muestra Jer. 17:10:

Yo, Jehová, estoy escudriñando el corazón, examinando los riñones, aun para dar a cada uno conforme a sus caminos, conforme al fruto de sus tratos.”

Repetimos la pregunta: ¿Cómo quedará ante Jehová, que todo lo ve, aquella persona que tercamente rehúsa aceptar su corrección, prescindiendo del medio a través del cual la reciba? Porque nosotros no podemos ver su corazón, pero dicha persona sí sabe porque actúa de tal manera y sabe si su motivación es correcta o no...... y ahí dejamos la cuestión, para que cada uno medite y saque sus propias conclusiones acerca de si puede presentar ante Jehová un corazón limpio y honesto y, por supuesto, receptivo a su corrección. Porque en definitiva, para eso se nos dieron las Escrituras, para corregirnos y ayudarnos:

Y tus propios oídos oirán una palabra detrás de ti que diga: “Este es el camino. Anden en él”, en caso de que ustedes se fueran a la derecha o en caso de que se fueran a la izquierda.” (Isa. 30:21).

Y es entendible que siendo criaturas imperfectas, inconscientemente pecamos a diario; y si uno como consecuencia de un desliz, está herido en el corazón y verdaderamente arrepentido a causa de sus pecados, entonces eso es evidencia de que no ha cometido el pecado imperdonable. Pero si eso no es así y se mantiene una actitud de franca obstinación, probablemente, si no se ha cometido dicho pecado, quizás no se ande ya muy lejos de ello...... y repetimos, es una mera hipótesis. Pero de todas formas ¡cuán importante es, entonces, mantener un espíritu humilde, reconociendo nuestros errores y procurando el perdón de Dios! (1 Juan 1:9; Miq. 7:18). Y conscientes como somos de qué destrucción eterna es lo que les tocará a los que son “culpables de pecado eterno”, el pecado contra el Espíritu Santo, debemos esforzarnos por evitar hacer del pecado un hábito o negarnos a someter a la evidente operación corregidora del Espíritu de Dios.

MABEL

martes, 16 de marzo de 2010

“…… y no hicieron caso.”

EL próximo 18 de mayo del año en curso, se cumplirá el treinta aniversario de un suceso que en su momento, centró la atención del mundo. El monte St. Helens en los Estados Unidos rompió su silencio de 123 años, en una poderosa erupción que voló casi 400 metros de su cúspide, reduciendo su altura de 2.950 mts. a los 2.550 actuales y dejando un inmenso cráter en forma de herradura de 1,5 kms. de diámetro, a la vez que destruyendo unos 595 kilómetros cuadrados de hermosos bosques y con un saldo mortal de 57 personas. Un detalle significativo de este hecho, por demás, afortunadamente limitado en cuanto a número de víctimas, teniendo en cuenta la magnitud del siniestro, es el que casi todas ellas murieron por no hacer caso de las advertencias recibidas, tanto de las fuerzas de la Naturaleza, como de los científicos ocupados en el caso, así como de diversos organismos gubernamentales.

Aproximadamente dos meses antes un gran terremoto sacudió la zona y muchos otros temblores le siguieron con más y más frecuencia y ya para el 27 de marzo, la montaña lanzó al aire una columna de cenizas y vapor que alcanzó una altura de unos seis kilómetros. A pesar de que para el mes de Abril la montaña estaba relativamente en calma, en la cara norte se estaba formando una protuberancia muy notable, la cual crecía a razón de 1,5 metros por día. Para los científicos esas señales indicaban claramente la inminencia de una erupción, por lo cual dieron la voz de alerta y advirtieron a la gente para que abandonara la zona de la montaña...... pero muchos no hicieron caso.

Harry Truman, dueño de un albergue en Spirit Lake, cerca de la falda de la montaña, fue uno de los que rehusaron abandonar la zona, pues llevaba 50 años viviendo allí y no podía creer que su preciosa montaña fuera a cambiar la tranquilidad de aquellos alrededores; por otra parte, algunas personas y desoyendo cualquier advertencia, entraron con sus vehículos por caminos previamente cerrados al paso, a fin de acampar y observar el “espectáculo” desde un bosque engañosamente tranquilo. Para cuando ocurrió la gigantesca explosión, la montaña lanzó ceniza y gases calientes a una velocidad de ¡más de 320 kilómetros por hora!, derribando millones de abetos y las personas que no habían prestado atención perdieron la vida...... torrentes de lodo bajaban por la montaña a unos 80 kilómetros por hora, arrasando lo que encontraban a su paso. El piloto de un helicóptero recuerda que advirtió a varias personas que se hallaban en el paso de uno de los torrentes, para que se alejaran y se pusieran a salvo, pero la mayoría rehusaron prestar atención a la advertencia; el piloto dijo: “No podía creerlo. Les estaba diciendo lo que se avecinaba y ellas solo se reían y me hacían señas de que me fuera”...... poco después, sus risas se tornaron en pánico al ser arrastradas por la riada y en cuanto al Sr. Harry Truman y su albergue, de forma lamentable, quedaron sepultados bajo unos 12 metros de lodo hirviente.

Y es que el no hacer caso a las advertencias confiables no es algo fuera de lo común, en especial cuando están relacionadas con algo que la gente nunca ha experimentado personalmente; piensan que nada cambiará debido a que las condiciones han seguido siendo las mismas desde los días de sus antepasados. Tal actitud resultaría ser desastrosa, si hiciera que uno no prestara atención a una antigua advertencia de una catástrofe que se avecina, una que sobrepasará por mucho la erupción del monte St. Helens, del recordado tsunami de Indonesia, con casi 300.000 víctimas, o del dramático terremoto de Haití, con sus casi 250.000 afectados mortalmente y el más reciente de Chile, que si bien y afortunadamente fue limitado en cuanto a víctimas mortales, 799 según datos oficiales, fue de una brutalidad tal, que no solo desplazó de su emplazamiento original a ciudades enteras hasta una distancia de tres metros respecto de su ubicación anterior, sino que según informes científicos, el movimiento telúrico habría inclinado el eje terrestre en 2,7 milisegundos de arco (unos 8 centímetros). Ahora bien, ¿cuál es esa catástrofe por venir y previamente anunciada? Pero que quizás y ante los ejemplos que acabamos de considerar, las preguntas más importantes son otras ¿cuál será su actitud hacia tal advertencia? ¿La rechazará, o estará dispuesto a hacerle caso y sobrevivir?

Y es que en la larga historia de la humanidad, ha habido muchos desastres naturales tan grandes como la erupción del monte St. Helens, o aún mayores tal y como les hemos contado, pero ninguno de ellos sin embargo, ha igualado al catastrófico Diluvio del día de Noé. Tengamos en cuenta que después de más de 1600 años de haber aparecido el ser humano en la Tierra, la población del planeta en ese momento era ciertamente grande, sobre 1.200/1.500 millones de personas. Según estudios recientes y usando modernos sistemas matemáticos para el cálculo poblacional, ya en tiempos cercanos a la muerte de Adán, 930 años de existencia del ser humano sobre la tierra, tal población se podría cuantificar sobre los 750 millones de personas y tomando en cuenta que el Diluvio ocurrió unos 700 años después, fácilmente se podía haber alcanzado en ese momento la cifra anteriormente citada.

La Biblia, por otra parte, nos confirma el hecho de que el hombre se había multiplicado en la faz de la Tierra:

Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la haz de la tierra y les nacieron hijas......” (Gén. 6:1)

Y según el registro bíblico, la violencia y la corrupción llenaron la Tierra:

Y la tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios verdadero y la tierra se llenó de violencia. 12 De modo que Dios vio la tierra y, ¡mire!, estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra.” (Gén. 6:11-12).

Luego no estamos hablando de unas pocas tribus esparcidas por ahí, sino de una civilización adelantada con sus ciudades, industrias y demás adelantos, que pudieron haber favorecido, evidentemente, el decantarse hacia la “buena vida”. Luego la Biblia es clara al mencionar que el hombre, no pudiendo existir en la región de Mesopotamia, una región demasiada pequeña para apoyar a semejante población tan grande, tuvo que expandirse sobre la tierra, todo considerando la dispersión natural que afecta a una sociedad violenta y por lo que estaríamos hablando de una hecatombe tan grande, brutal y devastadora, que dejó a escala mundial una huella indeleble en la humanidad.

Existen unas 150 diferentes leyendas acerca del Diluvio que provienen de diversas partes de la Tierra, tales como Babilonia, Roma, India, Australia y las Américas; y aunque dichas leyendas difieren en algunos detalles, hay una similitud general en la causa moral de por qué sobrevino el Diluvio, la destrucción global de la humanidad y la supervivencia de una familia en un arca o un barco. Solo un desastre de proporciones globales pudo haber dejado una impresión tan extensa y duradera y de la que un docto bíblico escribió lo siguiente:

La armonía entre todos estos relatos es una garantía innegable de que esa tradición no es una invención vana; un relato de ficción es regional, no universal; esa tradición tiene, por lo tanto, una base histórica; es el resultado de un suceso que realmente aconteció en la infancia de la humanidad.”

Pero, ¿por qué es esa catástrofe de un pasado remoto, una advertencia a los casi 7.000 millones de personas que actualmente poblamos el planeta Tierra? Es de fundamental importancia para nosotros, tomar en cuenta las circunstancias que llevaron al Diluvio y cuya similitud de estas, a las condiciones actuales en medio de las que nos vemos envueltos, hacen que el Diluvio tenga un significado importante para nuestros días. El relato histórico del libro bíblico de Génesis describe esas circunstancias de la siguiente manera:

Jehová vio que la maldad del hombre abundaba en el tierra, y que toda inclinación de los pensamientos del corazón de éste era solamente mala todo el tiempo; (….) De modo que Dios vio la tierra y, ¡mire!, estaba arruinada, porque toda carne había arruinado su camino sobre la tierra.” (Gén. 6:5; 12).

El mundo de la humanidad había sufrido tal degeneración moral, que la inclinación de sus pensamientos era siempre hacia la maldad y como consecuencia de esto, “la tierra se llenó de violencia.” (Gén. 6:11). Las personas comenzaron erróneamente a dedicar su vida en ir tras los deseos materiales y sexuales, hecho al cual, Jesús llamó la atención cuando contrastándolo con nuestros días, dijo lo siguiente:

Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.”(Mat. 24:38-39).

Su único interés era satisfacer sus deseos carnales, exactamente como estamos viendo actualmente a nuestro alrededor. Sin embargo, ya con muchos años de anticipación, Noé había estado dando advertencia, pero aquella generación rehusó creerle, pues indudablemente nunca habían experimentado un diluvio y puesto que las cosas seguían igual que antes, se hicieron sordos a la advertencia; sencillamente: “no hicieron caso.” No les importó que la advertencia proviniera de su Creador, a través de Noé. Pero Dios dijo a Noé:

El fin de toda carne ha llegado delante de mí, porque la tierra está llena de violencia como resultado de ellos; y aquí estoy arruinándolos junto con la tierra.” (Gén. 6:13).

Cuando vino el Diluvio, Noé y su familia fueron preservados porque prestaron atención a la advertencia y siguieron las instrucciones de Dios...... pero, ¿por qué debe ser de interés especial para nosotros este relato? Algo que tenemos que tener en cuenta, son unas palabras del apóstol Pablo con la siguiente advertencia:

“…. y no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía; 6 y al reducir a cenizas a las ciudades de Sodoma y Gomorra las condenó, poniendo para personas impías un modelo de cosas venideras.” (2 Ped. 2:5-6).

O sea, tenemos que ejemplos del pasado, han sido escritos para que sepamos con qué probablemente nos tendremos que enfrentar, de producirse iguales situaciones de comportamiento. Y hemos de reconocer que al igual que en los días antediluvianos, la violencia ha llegado a ser un modo de vida, especialmente desde la I Guerra Mundial, en donde según expertos, un mundo relativamente en calma y organizado, entró en una espiral de violencia que ha ido en un aumento constante. La violencia política entre las naciones ha resultado en las más destructivas y horribles guerras de la historia humana, mientras la violencia de todo tipo se ha esparcido a ciudades, calles y hogares; además, en la televisión, el cine y las novelas predomina la violencia. Por último y por si faltara algo, Internet ha sido la gota que ha colmado el vaso en proporcionar distracción violenta mediante juegos de todo tipo y que ha envenenado la mente de nuestra juventud, hasta grados insospechados, amén de haber contribuido a la proliferación de aberrantes contenidos de corte sexual, al alcance de cualquiera.

Luego el paralelo establecido por Jesús, se ve en el estilo de vida del día moderno, pues es obvio que el satisfacer los deseos carnales y materialistas es el interés principal de esta generación actual y en consecuencia, por toda la Tierra vemos un derrumbe moral que ha resultado en una epidemia de enfermedades transmitidas por relaciones sexuales. A su vez, el adulterio, la fornicación y la homosexualidad son comunes hoy día, mientras que prácticas inconcebibles para una mente normal hasta hace cuatro días, como por ejemplo, el aborto o el matrimonio entre miembros del mismo género, han sido reconocidas como “derechos” y recibido el correspondiente respaldo legal en muchas legislaciones de diversos países.

Luego al igual que la generación antediluviana, es obvio que la generación actual ama los placeres carnales y las posesiones materiales más que a Dios; y puesto que Dios se sintió “herido” debido a la conducta extremadamente mala de la gente que vivió antes del Diluvio ¿no sería razonable concluir que Él se sienta de la misma manera hoy día, debido a la conducta aberrante y deleznable que es común alrededor del mundo? ¿No debería servir de advertencia a la generación actual, lo que Él trajo sobre el mundo del día de Noé? ¿No sería razonable pensar que Él llegará a la misma conclusión a la que llegó según se muestra en Gén. 6:5-7?:

Por consiguiente, Jehová vio que la maldad del hombre abundaba en la tierra, y que toda inclinación de los pensamientos del corazón de este era solamente mala todo el tiempo. 6 Y Jehová sintió pesar por haber hecho a hombres en la tierra, y se sintió herido en el corazón. 7 De modo que Jehová dijo: “Voy a borrar de sobre la superficie del suelo a hombres que he creado, desde hombre hasta animal doméstico, hasta animal moviente y hasta criatura voladora de los cielos, porque de veras me pesa haberlos hecho.”

Por medio de los escritores inspirados de la Biblia, Dios ha declarado que ejecutará un juicio semejante contra la generación desenfrenada de la actualidad; veamos como lo expresa el profeta Sofonías:

El gran día de Jehová está cerca. Está cerca y hay un apresurarse muchísimo de él. El sonido del día de Jehová es amargo. Allí un hombre poderoso da un grito. 15 Ese día es día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas, 16 día de cuerno y de señal de alarma, contra las ciudades fortificadas y contra las elevadas torres de las esquinas. 17 Y ciertamente causaré angustia a la humanidad y ciertamente andarán como ciegos; porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo y sus entrañas como el estiércol. 18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; sino que por el fuego de su celo toda la tierra será devorada, porque él hará un exterminio, realmente uno terrible, de todos los habitantes de la tierra.” (Sof. 1:14-18).

Y no se tome estas palabras como una broma, porque realmente de broma no tienen nada, más bien el contrario, se aproxima la mayor catástrofe de la historia humana.

Mirando hacia nuestros tiempos, el escritor inspirado de la segunda carta a Timoteo describió el estado decadente de los asuntos que vemos en la actualidad a nivel mundial: realmente lo que hizo, fue una fotocopia de la sociedad actual:

Más sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. 2 Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, 3 sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, 4 traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, 5 teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de estos apártate.” (2 Tim. 3:1-5).

Ahora, mire usted a su alrededor y diga honestamente, si lo que está viendo se ajusta o no, a lo expresado por Pablo...... y note por favor, la expresión “últimos días” y que tiene el mismo significado para la generación actual, que el que tuvo para la generación antediluviana: el fin de la parte predominante del sistema de cosas humano. En 2 Tes. 1:8-9, el escritor inspirado Pablo dijo que, mediante Jesucristo, Dios traería “venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza”. Y no ponga la posibilidad de que esto realmente ocurra, en saco roto, porque fíjese que dijo Jesús:

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán.” (Mat. 24:35).

Sin embargo, eso hicieron aquellas personas del tiempo de Noé, que ni por un momento pensaron en la posibilidad de un diluvio, dado que en aquél tiempo aún no había llovido de forma literal sobre la tierra, luego no sabían lo que era llover:

Pero una neblina subía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.”(Gén. 2:6).

Por ello tuvieron en poco la advertencia de Noé, quizás pensando que Jehová nunca haría algo semejante con ellos, pues no existían precedentes de algo ligeramente parecido a lo que les estaba anunciando Noé. Tristemente, los sobrevivientes del Diluvio descubrieron que la generación antediluviana había sido barrida de la haz de la Tierra: la gente y todo aquello por lo cual habían vivido y luchado...... había desaparecido. Y lo mismo sucederá cuando Dios traiga su venganza al ponerle fin a la violenta generación de la actualidad:

Y solo un poco más de tiempo y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar y él no será.” (Sal. 37:10).

Y ello querido amigo sucederá, prescindiendo que el ser humano se lo crea o deje de creérselo. Por lo tanto, lo razonable pareciera ser el buscar la manera de poder sobrevivir a tal catastrófica situación y si es que acaso se puede. Y es que el paralelo entre la generación antediluviana y la nuestra no se limita a la maldad de la gente y a su destrucción, sino que al igual que hubo sobrevivientes del Diluvio, también habrá sobrevivientes del fin del sistema de cosas actual. Los sobrevivientes del Diluvio fueron personas humildes que no vivieron como la gente en general, porque pensaban de distinta manera; ellos fueron amadores de la justicia que obedecieron a Dios y prestaron atención a sus advertencias. En Gén. 6:8-9, se nos dice lo siguiente:

Noé halló favor a los ojos de Jehová. (...) Noé fue hombre justo. Resultó libre de falta entre sus contemporáneos”. Con relación a Noé y a los que sobrevivieron con él, el apóstol Pedro escribió que Dios “no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía.” (2 Ped. 2:5).

Pero note además un detalle muy significativo: Jehová mandó a Noé entrar en el arca siete días antes que diera comienzo el diluvio y cerrando el propio Jehová la puerta tras de él, significando con ello la inmutabilidad de su decisión. Pero mientras tanto, la vida en el exterior del Arca continuaba como si nada hubiera pasado, las cosas continuaban como siempre y sin alteración alguna; sin embargo y para ese tiempo, o sea, siete días antes de desatarse el diluvio, ya Dios había colocado en lugar seguro a Noé y los suyos. Entonces ¿qué nos podría indicar tal hecho?...... pues que nuestro Creador y antes de que comience el juicio sobre esta humanidad inicua, ya habrá rodeado de las necesarias medidas de seguridad que crea oportunas, para la salvación de aquellos que le son fieles y obedientes. Y es que mediante los profetas de Dios, se nos asegura que habrá una gran muchedumbre que sobrevivirá la destrucción venidera del sistema de cosas actual, pues al igual que Noé, ellos también han de ser personas humildes que amen la justicia y obedezcan las instrucciones de Dios; después de predecir la destrucción de los inicuos, el salmista dice:

Pero los mansos mismos poseerán la tierra y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Sal. 37:11).

Ahora bien ¿cuántos se salvarán? ¿Solo una minoría escogida como en el caso de Noé? Veamos cómo nos lo cuenta el libro de Revelación:

Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos.” (Rev. 7:9).

¿Pero de donde sale esa grande muchedumbre? Pues de esos espantosos sucesos por ocurrir y que ya Jesús calificó de “gran tribulación” con anterioridad, tal y como nos muestra de nuevo el libro de Revelación:

Y en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Rev. 7:13-14).

Jesús predijo que en los últimos días, las buenas nuevas del Reino de Dios se proclamarían por toda la Tierra (Mat. 24:14) y siendo este el medio por el cual se juntará para la supervivencia, a las personas de disposición justa que actualmente existan sobre la tierra y que será el equivalente de la tarea llevada a cabo por Noé:

“.... y no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía.” (Sant. 1:17).

Jesús ilustró esto en su parábola acerca de la separación de las ovejas de las cabras y que concluyó dicha parábola al decir que los injustos, semejantes a cabras, partirían al “cortamiento eterno”, pero los justos con cualidades de oveja, a la “vida eterna.” (Mat. 25:31-46). Y es que a pesar de que ha transcurrido tanto tiempo desde que ocurrió el Diluvio, es una advertencia clara que no debemos pasar por alto, ya que como dice la Biblia, el relato de este suceso se escribió “para nuestra instrucción” (Rom. 15:4). Es una advertencia contra el modo de vivir violento, sensual y materialista de un mundo que no hace caso a nuestro Creador que “no cambia”:

Porque yo soy Jehová; no he cambiado. Y ustedes son hijos de Jacob; ustedes no se han acabado.” (Mal. 3:6).

Dios destruyó a la generación antediluviana debido a su maldad y es por esa misma razón que destruirá a esta generación moderna y a su entero sistema de gobernación política, materialismo comercial y religión falsa. Para sobrevivir al fin de este sistema de cosas, tenemos que prestar atención a la advertencia que se dio en el pasado y por lo que debemos demostrar que somos amadores de la justicia, así como lo hicieron las ocho personas que sobrevivieron al Diluvio; para sobrevivir, en definitiva, tenemos que seguir el consejo registrado en Sof. 2:3:

Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová”.

Si querido amigo, tal como Noé y su familia sobrevivieron al Diluvio, usted también puede estar entre los sobrevivientes felices del fin de este sistema de cosas condenado a la destrucción.….. si hace caso.

MABEL

lunes, 15 de marzo de 2010

El bautismo...... ¿en nombre de quién...?

Una vez más y miren que ya lo lamento, desde esta página no me queda más remedio que meterme de nuevo con el ínclito Dr. Rivas Martínez y con motivo de la nueva tropelía que ha gestado. Y digo que lo lamento, porque cuanto menos tenga que lidiar con ese señor, pues menos insultos me llevaré y más tranquilo estaré. Por mi parte puede hacer lo que crea oportuno, puesto que me tiene sin cuidado dado que la valoración que de él tengo hecha, al menos hasta este momento, no me alcanza para más. Otra cosa es, cuando expresa afirmaciones que nada tienen que ver con lo citado en las Escrituras y que son en esencia tendentes a promulgar enseñanzas falsas y con el grave perjuicio que ello conlleva a las personas que le leen. Y me desagrada la situación, porque ya sé cómo va a acabar: ante su supina incapacidad para rebatir los argumentos planteados, probablemente de nuevo tomará el camino del insulto y la descalificación personal y en la que siempre saldrá alguien que le apoyará y que quizás hasta me acusarán de tenerle manía. Y es que como más o menos decía D. Baltasar Gracián y Morales, docto escritor del Siglo de Oro español, “Cuando no se puede alcanzar la cosa pretendida, entra el desprecio hacia ella”; pero dicho lo cual, veamos que ha ocurrido esta vez.

Hace unos pocos días, el Sr. Rivas publicó un artículo titulado: “El bautismo en agua: ¿en qué nombre?” (12/03/10), en el que parece apoyarse más en escritos extra bíblicos, que no en las Escrituras mismas y que se supone, que es lo que debería de hacer para que su argumentación tuviera peso. Empieza por usar el pasaje de una obra literaria de la primitiva Iglesia Cristiana, conocida como “La enseñanza de los doce apóstoles” y que nos es más conocida por “La Didaché” o “Didaké” y de la que hay muchísimos más detractores que afines; en dicho pasaje, se ordena bautizar al discípulo en cuestión “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”...... y quizás Uds. se preguntarán ¿con qué propósito hace esto el Dr. Rivas? Pues lean y asómbrense:

Este estudio tiene el propósito de mostrar con suficiente sencillez que el bautismo en agua no debe realizarse tan sólo en el Nombre de Jesús (Vg.): Las iglesias modalistas unitarias, los apostólicos trinitarios. Pero lo más absurdo e increíble es que los Testigos de Jehová lo hacen en “el nombre de la rotunda nada.” (Negritas nuestras).

Eso nos dice en su párrafo segundo, para a continuación pasar a transcribir, cómo según él, se debe de leer correctamente Mat. 28:19:

Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.”

Luego según dicho “entendido” en las Escrituras, esa es la fórmula correcta para el bautismo y no aquella que solo usa el nombre de Jesucristo y “experta” afirmación esta, con la cual los trinitarios, aún deben de estar pegando saltos de alegría en estos momentos y batiendo palmas con los orejas. Pero aun a sabiendas de que a nuestro ínclito Sr. Rivas le va a sentar a cuerno quemado, nosotros tenemos que decirle que eso no es así, porque la Biblia no dice esto (aunque lo parezca) y cosa que además, corrobora toda la información consultada.

El primer obstáculo que dicho caballero se ha encontrado para mantener su afirmación, ya lo tiene en las palabras de Pedro en Hech. 2:38:

Pedro les dijo: “Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados y recibirán la dádiva gratuita del espíritu santo.”

Pero nada, esta “pequeña” contradicción entre dos textos bíblicos no ha inmutado a nuestro autor y que lejos de intentar aclarar en primer lugar (como elemental medida de precaución), que es lo que está ocurriendo y antes de hacer cualquier otra afirmación, ha pretendido salvar el obstáculo con el siguiente y disparatado argumento en los párrafos 4 y 6 de su escrito, que nosotros intentaremos resumir brevemente y teniendo siempre en cuenta, por supuesto, que ustedes leerán dicho artículo para saber que dice realmente y así poder valorar nuestra objeción como correcta o no. Vamos a ello:

Según opinión del Dr. Rivas, había quedado tan devaluada la imagen de un Jesucristo colgado en un madero o cruz (lo que ustedes prefieran), en todo caso, ajusticiado como un vulgar criminal, que muchos dudaban de si era o no el verdadero enviado por Jehová y que por tanto y siempre según dicho autor, era necesario elevar el ánimo del personal, mediante indicarles que bautizándose en el nombre de Jesucristo conseguirían la salvación; pero que claro, eso solo era una “graciosa concesión” del apóstol Pedro y de forma temporal y transitoria. Ese es el argumento que se trasluce de sus palabras y que como disparate, nos tendrán que reconocer que no está nada mal. Porque resulta, que la misma fórmula fue usada ya bastante después en el caso de los samaritanos bautizados por Felipe:

Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.” (Hech. 8:16).

Otro tanto, en el caso del gentil Cornelio:

Con eso, mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces ellos le solicitaron que permaneciera algunos días.” (Hech. 10:48).

Más o menos que lo que ocurrió en Éfeso, durante una visita del apóstol Pablo y que dicho sea de paso, la “imagen” de un Jesucristo devaluado, lejana ya en el tiempo (habían pasado casi 20 años) y con una Iglesia en plena evolución, ya tenía que estar restablecida ¿no creen? Sin embargo, adivinen mediante que fórmula fueron bautizados: sí queridos amigos, exactamente la misma que se están imaginando: “…… Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús.” (Hech. 19:5). Y es que esa y no otra, es la constante en todo el NT.

Y es que lo que Jesús dio en Mat. 28:18-20, era sencillamente un mandato y en función de la autoridad recibida; veamos:

Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. 19 Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.”

Y eso, repetimos, era un mandato. Por lo cual sería impensable, que diez días después de haberlo recibido e inmediatamente después de haber sido ungidos con el Espíritu Santo, Pedro ya se hubiera tomado la licencia de empezar a hacer excepciones y cambiando esa forma bautismal, en función de no sé qué circunstancia o conveniencia. Bromita que como hemos visto, continuó por mucho tiempo y con lo cual habría resultado, que lo practicado por los primeros discípulos, no se habría ajustado a lo mandado por Cristo y empezando ellos entonces, a ser los primeros en apostatar de la enseñanza recibida. Porque si en el nombre de Jesucristo se sanaban enfermos, se levantaban muertos, se expulsaban demonios, se perdonaban los pecados, etc., etc. y en su nombre, se tenía que doblar “toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo.”(Fil. 2:10), solo sería razonable, que en su nombre también fuera uno bautizado. Y algo que las palabras de Pedro en Hech. 4:12, parecen confirmar:

Además, no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos.”

Luego solo era razonable, repetimos, que al ejercer fe en Él, uno lo simbolizara mediante el bautizarse en su nombre, o sea, en el nombre de la persona en la que ponía su fe. Otra cosa, no se entendería.

Pero usted, querido, lector y que es una persona de buena intención y quizás no demasiado curtida en estas lides, razonablemente se preguntará: “Pero, ¿no dice la Biblia realmente por otra parte, en Mat. 28:19, que el bautismo tiene que ser impartido en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? ¿Es posible entonces, que la Biblia se contradiga?” No querido amigo, la Biblia jamás se contradice; lo que ha ocurrido es que el Dr. Rivas, una persona que a nuestro entender ha perdido todo el crédito y autoridad moral para hablar de las cosas de Jehová, en una aparente ignorancia y desconocimiento total de lo que realmente dicen las Escrituras, ha estado a punto de colarle un gol. Porque fíjese en un detalle, que aunque pueda parecer intrascendente, tiene su importancia: si la fórmula bautismal correcta es la que leemos en Mat. 28:19 y en las actuales traducciones, piense en una cosa: conocemos el nombre del Padre… Jehová; a su vez, conocemos el nombre del Hijo… Jesucristo, pero…… ¿conocemos el nombre del Espíritu Santo? ¿Acaso lo conoce usted o en su defecto, el Sr. Rivas? Luego aquí nos falta algo y en consecuencia, el bautismo bajo esta fórmula, no puede ser impartido hasta que se resuelva esta “pequeña anomalía”. ¿No le parece a usted? Porque bautizarse en el nombre de alguien o algo y de quién no conocemos ese nombre, aunque solo sea el de uno de los componentes de ese terceto, como que nos parece un poco surrealista.

Y es que la versión actual que estamos leyendo de Mat. 28:19, se remonta al siglo II o III d.C. y recopilada a partir de los textos griegos que de dicho evangelio circulaban y ya condicionados, como consecuencia de una corrección interesada de la incipiente corriente, por aquél entonces, que apoyaba la enseñanza de la doctrina de la Trinidad. Y que si usted se fija, sorpresivamente no verá esa idea reflejada en los relatos paralelos de Mar. 16:15-16 y de Luc. 24:46-48. Pero es que si ya era difícil que Marcos hubiera omitido semejante disposición y de tan suma importancia, mucho más lo sería en el caso de Lucas, que en sus dos relatos (su evangelio y el libro de los Hechos), hace gala de una meticulosa rigurosidad, rayana a la perfección. Sin embargo, tal parece en ese pasaje citado por Lucas, está en franca contradicción con Mat. 28:19, porque vean como transcribe las palabras del propio Jesucristo:

“...... y les dijo: “De esta manera está escrito que el Cristo sufriría y se levantaría de entre los muertos al tercer día, 47 y sobre la base de su nombre se predicaría arrepentimiento para perdón de pecados en todas las naciones... comenzando desde Jerusalén”.

Luego siendo esto así…… ¿en nombre de quién se tenía que bautizar, el que en él creyera? Y es que lo que en realidad ocurre, según los eruditos en el tema de las traducciones bíblicas, es que las palabras “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, fueron añadidas años después por alguna persona o personas, evidentemente de mucha altura e influencia, para intentar apoyar dicha doctrina de la trinidad. Porque lo que argumentan estos estudiosos, es que en un manuscrito/copia del evangelio de Mateo (el cual fue escrito en hebreo) y al que se conoce como manuscrito de Shem Tov, no aparece dicha fórmula trinitaria; veamos lo que de ello se nos cuenta.

El personaje en cuestión y que da nombre al caso, es Shem Tov ben Isaac Ibn Shaprut, personaje nacido en Tudela (Navarra) a mediados del siglo catorce, siendo un sefardita (persona de ascendencia judía, pero nacida en España) muy versado en los estudios bíblicos y talmúdicos, un hábil polemista y un defensor apasionado de su fe hebrea (de la que dio muestras en la controversia judeo-cristiana organizada en Pamplona en 1375 por el cardenal Pedro de Luna, más tarde Benedicto XIII) y lo cual le creo más de un problema. Al grado que debido a esos “problemillas”, tuvo que abandonar Navarra e instalarse (con autorización real promulgada en Valencia) en Tarazona (Zaragoza), donde ejerció como médico. Pero como resulta que el hombre también nos salió un “cerebrito”, aparte de algunas traducciones al latín de textos médicos de Averroes, también escribió una obra de polémica anticristiana: Even Bojan (Piedra de toque), concebida para ayudar a sus correligionarios en las frecuentes controversias religiosas de la época. Dicho tratado contiene la traducción al hebreo de extensos pasajes de los cuatro Evangelios. Ya desde fechas tempranas, por lo tanto, es conocido que el evangelio de Mateo fue escrito en hebreo y que dicho texto hebreo era utilizado por los Nazarenos y en el que por supuesto, no aparecía dicha expresión Trinitaria. Así, por ejemplo, Jerónimo (331-420), autor de la versión latina de las Escrituras conocida como “La Vulgata”, confirma la existencia del evangelio hebreo de Mateo y declara:

Mateo, que es también Leví, compuso un evangelio en el idioma y caracteres hebreos. Además, el mismo está preservado hasta este día en Cesárea, en la biblioteca tan diligentemente coleccionada por el mártir Pamphilus” (Catálogo de Escritores Eclesiásticos).

Y este evangelio hebreo confirma un hecho ahora reconocido: el de que los versículos que hoy en día leemos al final del capítulo 28 de Mateo, no están transcritos cómo realmente los redactó el apóstol.

También el historiador cristiano Eusebio de Cesárea (263-339) y heredero de la extensa biblioteca Pamphilus, en la que se conservaba una copia del texto original de Mateo, si no el texto original mismo, confirma también en el capítulo 24 del tercer libro de su Historia Eclesiástica, que Mateo “escribió en hebreo el Evangelio que lleva su nombre”. Y precisamente, una de las copias de este evangelio fue hallada dentro de un tratado judío sefardí del siglo XIV y del que ya hemos hablado, conocido con el nombre de Even Bojan y completado alrededor del año 1385 por el médico judío Shem Tov, en Tarazona de Aragón (España). Dicho personaje y hasta donde nosotros hemos podido llegar, compiló el evangelio hebreo de Mateo en 18 manuscritos, basándose probablemente en las copias de anteriores copistas judíos. Esta opinión es sostenida por el Sr. George Howard, quien dice lo siguiente:

El Libro Hebreo de Mateo de Shem- Tov, es el texto más exacto del Primer Evangelio que ahora existe. Éste experimentó un proceso diferente de transmisión que el griego, ya que éste fue preservado por los judíos y por ende, independiente de la Comunidad Católica. (George Howard, Hebrew Gospel of Matthew, Mercer Univ. Press, Georgia, 1995, p. 190).”

Luego se pone de manifiesto que la redacción del evangelio hebreo de Mateo, no puede explicarse cómo proveniente de una traducción del griego y que es en donde se da dicha fórmula bautismal trinitaria. En la actualidad, copias de la versión Shem Tov del evangelio hebreo de Mateo se hallan y hasta donde hemos podido averiguar, en las siguientes bibliotecas:

Biblioteca Bodeleian, Oxford (U.S.A.)

Biblioteca de Rijksuniveriteit, Leiden (Holanda)

Biblioteca del Seminario Teológico Judío de América, Nueva York (U.S.A.)

Pero es que además y cómo hemos podido observar, el libro de Hechos de los Apóstoles y que es la auténtica historia de la primitiva Iglesia Cristiana, no menciona por ninguna parte dicha fórmula bautismal trinitaria, ni siquiera da la impresión de que existiera. Porque si la formula bautismal actual, es la correcta ¿significaría ello que los apóstoles desobedecieron el mandato del Mesías? Si fue así, entonces todo es una falsedad, pues si los primeros apóstoles fueron falsos ya en ese inicio ¿cómo podemos ejercer fe en lo que escribieron a posteriori, como los evangelios por ejemplo y condicionar nuestra vida a su contenido? Por tanto, lo que es obvio es que de ninguna manera los primeros comisionados por Jesús, traicionaron el mandato acerca del bautismo, sino que hicieron tal cual su Señor y Maestro les había ordenado…… ¿y qué ordeno el Hijo de Dios? La respuesta es sencilla: Jesucristo ordeno que en su nombre se predicara el evangelio y por ende, en su nombre, tenían que ser bautizados aquellos que en él ejercieran (Luc. 24:46-48).

Otro pasaje importantísimo que cabe señalar a la hora de comparar la formula trinitaria de Mat. 28:19, con el resto de las Escrituras, está en Rom. 6:3, en donde el apóstol Pablo nos señala lo siguiente:

¿Ignoráis que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte?

Note usted que el pasaje nos está diciendo, que todos los que fueron bautizados en Jesucristo, fueron también bautizados en su muerte, lo cual inmediatamente excluye de esa fórmula trina bautismal, tanto al Padre como al Espíritu Santo, porque fue el Hijo (Jesús) quien murió por nuestros pecados, no el Padre quién no puede morir, pues Él es inmortal (1 Tim. 6:16). Por otra parte, el Espíritu Santo tampoco puede morir, pues el Espíritu Santo procede del Padre; es decir, le pertenece, porque la expresión “el espíritu de Jehová”, no nos habla de algo independiente del Altísimo, sino que denota pertenencia, que es de Él y además, siendo el poder mediante el cual lleva a cabo todas su acciones. Uno de los innumerables ejemplos de eso en las Escrituras, lo tenemos en Zac. 4:6:

De consiguiente, respondió y me dijo: “Esta es la palabra de Jehová a Zorobabel y dice: ‘“No por una fuerza militar, ni por poder, sino por mi espíritu”, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

¿Y no significaba en este pasaje, que dicho espíritu es Su Poder o capacidad de actuar? Ahora bien, ¿porque señalamos todo esto? Pues porque si el Padre no murió y en consecuencia el Espíritu Santo tampoco, ¿entonces por qué hemos de incluir en la formula bautismal, el nombre del Padre y del Espíritu Santo, cuando el único que murió por nosotros fue Jesús? Evidentemente, aquí algo extraño sucede y que no concuerda con la actitud desplegada por sus primeros emisarios, los apóstoles; y que solo se explica como ya hemos dicho, en la tergiversación interesada de un texto, dándole un sentido distinto del original y con la malsana intención de apoyar fraudulentamente una determinada idea religiosa. Luego lo que nos está contando el Sr. Rivas, no es más que una afirmación disparatada y carente de sentido y apoyada en un solo texto, que para nada tiene el apoyo del entero contexto general de las Escrituras. Error en el que no puede caer la persona que dice entender del tema, porque antes se pone en tela de juicio el texto en cuestión, que todo su contexto, cosa que por demás, sabe cualquier principiante en cuestiones bíblicas. Porque lo que se deduce de una atenta lectura del NT, es que si bien no tenemos la forma de acceder al original del evangelio de Mateo, lo cierto es que en la misma Biblia hay escritores como, sobre todo, Pedro y Pablo, que dieron evidencias de no conocer un bautizo con semejante fórmula trinitaria. Veamos algunos apoyos en el sentido de que eso era realmente así, según algunas distintas fuentes de información, consultadas en Internet.

Enciclopedia Católica de 1913, Vol. 2, pág. 365: Aquí y según se nos ha asegurado, se reconoce que la fórmula bautismal fue cambiada por la Iglesia Católica. Pero dado que no hemos podido acceder a dicha información, lo dejamos ahí solo como un mero apunte.

Enciclopedia Católica Vol. 8: “Justino Mártir fue uno de los primeros Padres de la Iglesia Católica Romana que ayudó a cambiar el antiguo bautismo de “en el nombre de Jesucristo” a los títulos de “Padre, Hijo y Espíritu Santo”.”

Enciclopedia Católica, 1967 edición 2, Vol. 2 pág. 56, 59: “Una referencia explícita a la fórmula trinitaria bautismal no es encontrada en los primeros siglos.”

Y no solamente la Iglesia Católica reconoce el cambio de la fórmula bautismal que era originalmente solo en el nombre de Jesucristo, sino que personas estudiosas de la historia y prestigiosas enciclopedias, declaran lo mismo:

Enciclopedia Británica, 11 edición Vol. 3 Pág. 365-366: “La fórmula bautismal fue cambiada del nombre de Jesucristo a las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo por la Iglesia Católica en el siglo II.”

Vol. 3 Página 82: “…… en la más antigua de todas las fuentes, se afirma que el bautismo tuvo lugar en el Nombre de Jesucristo.”

Enciclopedia de Religión y Ética, James Hastings, Pág. 384: “…… no hay pruebas en la historia de la iglesia primitiva, del uso de los tres nombres”. Rev. Steve Winter.”

Hastings Enciclopedia de Religión, Vol. 2 Pág. 377-378-389: “El bautismo cristiano fue administrado usando el Nombre de Jesús. El uso de la fórmula trinitaria de ninguna manera se sugiere en la historia de la iglesia primitiva, el bautismo fue siempre en el nombre del Señor Jesús, hasta el momento de Justino Mártir cuando la fórmula trinitaria se comenzó a utilizar.”

Hastings decía también en ese vol. 2, página 377, en relación con Hechos 2:38 que “el nombre era sinónimo de persona. El pago se hacía siempre en nombre de alguna persona, refiriéndose a la propiedad. Por lo tanto, al ser bautizados en el Nombre de Jesús se convertían en su propiedad personal.”: “Vosotros sois de Cristo.” (I Cor. 3:23).”

Nueva Enciclopedia Internacional, Vol. 22 Pág. 477: “El término "Trinidad" se originó por Tertuliano, padre de la Iglesia Católica Romana.”

Canney Enciclopedia de Religión, Pág. 53: “La Iglesia primitiva siempre bautizó en el Nombre del Señor Jesús hasta el desarrollo de la doctrina de la trinidad en el siglo II.”

Y dado que hasta donde hemos podido consultar, ninguna de estas fuentes de información citadas ha sido refutada de forma clara, tenemos que entender que están en lo correcto. Y que cuentan además, con el broche de oro de que el contexto general de las Escrituras, va indudablemente en la misma dirección. Luego el Dr. Rivas está en un error, que por supuesto no reconocerá de ninguna de las maneras y que queda agravado por el hecho de que en su categórica afirmación, está creando una corriente de opinión alejada de la voluntad del Creador:

Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, 4 cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” (1 Tim. 2:4).

Pero lo que más nos ha sorprendido, ha sido el hecho de que Apologista Mario Olcese, haya colgado este escrito en su blog de cabecera apologista.wordpress.com”, lo que parece dar a entender que está de acuerdo con dicho planteamiento y con lo cual, tendrá a sus “trinotercos” batiendo palmas hasta con las orejas. Porque no podemos pensar, que el Sr. Olcese haya aceptado como aclaratoria y razonable, la explicación dada acerca de su argumento por el Sr. Rivas:

Por otro lado, la fórmula bautismal que involucra «el Nombre de Tres», no indica en nada un Dios “triuno”, sino la «Unidad de Tres » que ha sido determinada por el Padre en su obra misericordiosa para con el mundo inicuo, traduciéndose en el reconocimiento del Mesías enviado para la salvación de los pecadores (Jn.1:12; 3:15, 16; 5:39; 6:40; Lc. 9:56; 12: 8, 9; Ro. 10:9, 10) y en la participación activa del espíritu santo para la regeneración del que será una Nueva Criatura en Cristo (Jn. 3:6; Tit. 3:5; 2 Co. 5:17), un fiel creyente de Dios y de su Hijo amado.” (Negritas nuestras).

Luego según dicho caballero, existen tres Dioses de igual rango y con lo cual, estamos en las mismas; pero es que además en ese párrafo “aclaratorio”, el Sr. Rivas comete un nuevo error al seguir presentándonos al Espíritu Santo, como algo distinto y separado del Altísimo, con lo cual, no solo está mostrando que no tiene ni idea de lo que está diciendo, sino que continúa defendiendo la teoría de una Trinidad, lo diga cómo lo diga y lo plantee como lo plantee; por lo tanto, convirtiéndose en un nuevo “trinoterco”…… y D. Mario sin enterarse.

Cuando ello resulta que no es así, como ya antes hemos aclarado y cosa que volvemos a hacer: el Espíritu Santo no es más que la fuerza y poder ( o fuerza activa) del mismo Jehová y mediante el que hace todas sus obras; luego hablar del Espíritu Santo, es hablar del mismísimo Jehová. Entendemos que ello es sí, por la relación que establece Jesús, entre sus palabras “Pero si es por medio del Espíritu de Dios como yo expulso a los demonios, el reino de Dios verdaderamente los ha alcanzado” (Mat. 12:28), con lo expresado en el versículo 31 del mismo capítulo: “Por este motivo les digo: Toda suerte de pecado y blasfemia será perdonada a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.”

Sencillamente, porque pecar contra dicho espíritu, era pecar contra el mismísimo Jehová y que es el pecado del que no hay perdón, ni en este sistema de cosas ni en el venidero:

Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. 32 Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro.” (Mat. 12:31-32).

Porque pecar contra el Hijo del hombre, o sea Jesucristo, aún tendría remedio, pero pecar contra Aquél que era más elevado que él, el propio Jehová o en su defecto, contra su Espíritu Santo (o fuerza activa) y que es lo mismo, eso ya no tiene remedio. Y eso es así, porque no existe nada más elevado que el propio Jesucristo, excepto el mismísimo Soberano de todo el Universo, Jehová Dios:

Por esta misma razón, también, Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo 11 y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre.” (Fil. 2:9-11).

Entonces vemos, que fue Dios y no Dios y el Espíritu Santo, quien ensalzó a Jesucristo; así como que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre…… y sin mención alguna de Dios el Espíritu Santo.

Luego todo considerado, lo que correctamente deberíamos leer en dicho pasaje de Mat. 28:18-20 y que es lo que se ajusta perfectamente al contexto general de las Escrituras, es lo siguiente:

Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. 19 Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en mi nombre 20 y enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas.”

Y no la fórmula que en su defecto, nos está indicando erróneamente cómo única válida el Sr. Rivas…... ¡y es que se mete en cada jardín!

Y eso es todos queridos amigos. Si nosotros no nos hemos equivocado en la interpretación y posterior aplicación de los textos usados, lo cual dejamos a su consideración y mediante su particular investigación de las Escrituras, nosotros tenemos razón y el Sr. Rivas, como casi siempre, estará equivocado. Y si por el contrario somos nosotros los equivocados, pues nada, si lo tienen a bien nos lo comunican y nos darán la oportunidad de aprender un poco más, lo cual les agradeceremos infinito.

MABEL