El bautismo...... ¿en nombre de quién...?
Una vez más y miren que ya lo lamento, desde esta página no me queda más remedio que meterme de nuevo con el ínclito Dr. Rivas Martínez y con motivo de la nueva tropelía que ha gestado. Y digo que lo lamento, porque cuanto menos tenga que lidiar con ese señor, pues menos insultos me llevaré y más tranquilo estaré. Por mi parte puede hacer lo que crea oportuno, puesto que me tiene sin cuidado dado que la valoración que de él tengo hecha, al menos hasta este momento, no me alcanza para más. Otra cosa es, cuando expresa afirmaciones que nada tienen que ver con lo citado en las Escrituras y que son en esencia tendentes a promulgar enseñanzas falsas y con el grave perjuicio que ello conlleva a las personas que le leen. Y me desagrada la situación, porque ya sé cómo va a acabar: ante su supina incapacidad para rebatir los argumentos planteados, probablemente de nuevo tomará el camino del insulto y la descalificación personal y en la que siempre saldrá alguien que le apoyará y que quizás hasta me acusarán de tenerle manía. Y es que como más o menos decía D. Baltasar Gracián y Morales, docto escritor del Siglo de Oro español, “Cuando no se puede alcanzar la cosa pretendida, entra el desprecio hacia ella”; pero dicho lo cual, veamos que ha ocurrido esta vez.
Hace unos pocos días, el Sr. Rivas publicó un artículo titulado: “El bautismo en agua: ¿en qué nombre?” (12/03/10), en el que parece apoyarse más en escritos extra bíblicos, que no en las Escrituras mismas y que se supone, que es lo que debería de hacer para que su argumentación tuviera peso. Empieza por usar el pasaje de una obra literaria de la primitiva Iglesia Cristiana, conocida como “La enseñanza de los doce apóstoles” y que nos es más conocida por “La Didaché” o “Didaké” y de la que hay muchísimos más detractores que afines; en dicho pasaje, se ordena bautizar al discípulo en cuestión “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”...... y quizás Uds. se preguntarán ¿con qué propósito hace esto el Dr. Rivas? Pues lean y asómbrense:
“Este estudio tiene el propósito de mostrar con suficiente sencillez que el bautismo en agua no debe realizarse tan sólo en el Nombre de Jesús (Vg.): Las iglesias modalistas unitarias, los apostólicos trinitarios. Pero lo más absurdo e increíble es que los Testigos de Jehová lo hacen en “el nombre de la rotunda nada.” (Negritas nuestras).
Eso nos dice en su párrafo segundo, para a continuación pasar a transcribir, cómo según él, se debe de leer correctamente Mat. 28:19:
“Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.”
Luego según dicho “entendido” en las Escrituras, esa es la fórmula correcta para el bautismo y no aquella que solo usa el nombre de Jesucristo y “experta” afirmación esta, con la cual los trinitarios, aún deben de estar pegando saltos de alegría en estos momentos y batiendo palmas con los orejas. Pero aun a sabiendas de que a nuestro ínclito Sr. Rivas le va a sentar a cuerno quemado, nosotros tenemos que decirle que eso no es así, porque la Biblia no dice esto (aunque lo parezca) y cosa que además, corrobora toda la información consultada.
El primer obstáculo que dicho caballero se ha encontrado para mantener su afirmación, ya lo tiene en las palabras de Pedro en Hech. 2:38:
“Pedro les dijo: “Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados y recibirán la dádiva gratuita del espíritu santo.”
Pero nada, esta “pequeña” contradicción entre dos textos bíblicos no ha inmutado a nuestro autor y que lejos de intentar aclarar en primer lugar (como elemental medida de precaución), que es lo que está ocurriendo y antes de hacer cualquier otra afirmación, ha pretendido salvar el obstáculo con el siguiente y disparatado argumento en los párrafos 4 y 6 de su escrito, que nosotros intentaremos resumir brevemente y teniendo siempre en cuenta, por supuesto, que ustedes leerán dicho artículo para saber que dice realmente y así poder valorar nuestra objeción como correcta o no. Vamos a ello:
Según opinión del Dr. Rivas, había quedado tan devaluada la imagen de un Jesucristo colgado en un madero o cruz (lo que ustedes prefieran), en todo caso, ajusticiado como un vulgar criminal, que muchos dudaban de si era o no el verdadero enviado por Jehová y que por tanto y siempre según dicho autor, era necesario elevar el ánimo del personal, mediante indicarles que bautizándose en el nombre de Jesucristo conseguirían la salvación; pero que claro, eso solo era una “graciosa concesión” del apóstol Pedro y de forma temporal y transitoria. Ese es el argumento que se trasluce de sus palabras y que como disparate, nos tendrán que reconocer que no está nada mal. Porque resulta, que la misma fórmula fue usada ya bastante después en el caso de los samaritanos bautizados por Felipe:
“Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.” (Hech. 8:16).
Otro tanto, en el caso del gentil Cornelio:
“Con eso, mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces ellos le solicitaron que permaneciera algunos días.” (Hech. 10:48).
Más o menos que lo que ocurrió en Éfeso, durante una visita del apóstol Pablo y que dicho sea de paso, la “imagen” de un Jesucristo devaluado, lejana ya en el tiempo (habían pasado casi 20 años) y con una Iglesia en plena evolución, ya tenía que estar restablecida ¿no creen? Sin embargo, adivinen mediante que fórmula fueron bautizados: sí queridos amigos, exactamente la misma que se están imaginando: “…… Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús.” (Hech. 19:5). Y es que esa y no otra, es la constante en todo el NT.
Y es que lo que Jesús dio en Mat. 28:18-20, era sencillamente un mandato y en función de la autoridad recibida; veamos:
“Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. 19 Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo.”
Y eso, repetimos, era un mandato. Por lo cual sería impensable, que diez días después de haberlo recibido e inmediatamente después de haber sido ungidos con el Espíritu Santo, Pedro ya se hubiera tomado la licencia de empezar a hacer excepciones y cambiando esa forma bautismal, en función de no sé qué circunstancia o conveniencia. Bromita que como hemos visto, continuó por mucho tiempo y con lo cual habría resultado, que lo practicado por los primeros discípulos, no se habría ajustado a lo mandado por Cristo y empezando ellos entonces, a ser los primeros en apostatar de la enseñanza recibida. Porque si en el nombre de Jesucristo se sanaban enfermos, se levantaban muertos, se expulsaban demonios, se perdonaban los pecados, etc., etc. y en su nombre, se tenía que doblar “toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo.”(Fil. 2:10), solo sería razonable, que en su nombre también fuera uno bautizado. Y algo que las palabras de Pedro en Hech. 4:12, parecen confirmar:
“Además, no hay salvación en ningún otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres mediante el cual tengamos que ser salvos.”
Luego solo era razonable, repetimos, que al ejercer fe en Él, uno lo simbolizara mediante el bautizarse en su nombre, o sea, en el nombre de la persona en la que ponía su fe. Otra cosa, no se entendería.
Pero usted, querido, lector y que es una persona de buena intención y quizás no demasiado curtida en estas lides, razonablemente se preguntará: “Pero, ¿no dice la Biblia realmente por otra parte, en Mat. 28:19, que el bautismo tiene que ser impartido en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? ¿Es posible entonces, que la Biblia se contradiga?” No querido amigo, la Biblia jamás se contradice; lo que ha ocurrido es que el Dr. Rivas, una persona que a nuestro entender ha perdido todo el crédito y autoridad moral para hablar de las cosas de Jehová, en una aparente ignorancia y desconocimiento total de lo que realmente dicen las Escrituras, ha estado a punto de colarle un gol. Porque fíjese en un detalle, que aunque pueda parecer intrascendente, tiene su importancia: si la fórmula bautismal correcta es la que leemos en Mat. 28:19 y en las actuales traducciones, piense en una cosa: conocemos el nombre del Padre… Jehová; a su vez, conocemos el nombre del Hijo… Jesucristo, pero…… ¿conocemos el nombre del Espíritu Santo? ¿Acaso lo conoce usted o en su defecto, el Sr. Rivas? Luego aquí nos falta algo y en consecuencia, el bautismo bajo esta fórmula, no puede ser impartido hasta que se resuelva esta “pequeña anomalía”. ¿No le parece a usted? Porque bautizarse en el nombre de alguien o algo y de quién no conocemos ese nombre, aunque solo sea el de uno de los componentes de ese terceto, como que nos parece un poco surrealista.
Y es que la versión actual que estamos leyendo de Mat. 28:19, se remonta al siglo II o III d.C. y recopilada a partir de los textos griegos que de dicho evangelio circulaban y ya condicionados, como consecuencia de una corrección interesada de la incipiente corriente, por aquél entonces, que apoyaba la enseñanza de la doctrina de la Trinidad. Y que si usted se fija, sorpresivamente no verá esa idea reflejada en los relatos paralelos de Mar. 16:15-16 y de Luc. 24:46-48. Pero es que si ya era difícil que Marcos hubiera omitido semejante disposición y de tan suma importancia, mucho más lo sería en el caso de Lucas, que en sus dos relatos (su evangelio y el libro de los Hechos), hace gala de una meticulosa rigurosidad, rayana a la perfección. Sin embargo, tal parece en ese pasaje citado por Lucas, está en franca contradicción con Mat. 28:19, porque vean como transcribe las palabras del propio Jesucristo:
“...... y les dijo: “De esta manera está escrito que el Cristo sufriría y se levantaría de entre los muertos al tercer día, 47 y sobre la base de su nombre se predicaría arrepentimiento para perdón de pecados en todas las naciones... comenzando desde Jerusalén”.”
Luego siendo esto así…… ¿en nombre de quién se tenía que bautizar, el que en él creyera? Y es que lo que en realidad ocurre, según los eruditos en el tema de las traducciones bíblicas, es que las palabras “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, fueron añadidas años después por alguna persona o personas, evidentemente de mucha altura e influencia, para intentar apoyar dicha doctrina de la trinidad. Porque lo que argumentan estos estudiosos, es que en un manuscrito/copia del evangelio de Mateo (el cual fue escrito en hebreo) y al que se conoce como manuscrito de Shem Tov, no aparece dicha fórmula trinitaria; veamos lo que de ello se nos cuenta.
El personaje en cuestión y que da nombre al caso, es Shem Tov ben Isaac Ibn Shaprut, personaje nacido en Tudela (Navarra) a mediados del siglo catorce, siendo un sefardita (persona de ascendencia judía, pero nacida en España) muy versado en los estudios bíblicos y talmúdicos, un hábil polemista y un defensor apasionado de su fe hebrea (de la que dio muestras en la controversia judeo-cristiana organizada en Pamplona en 1375 por el cardenal Pedro de Luna, más tarde Benedicto XIII) y lo cual le creo más de un problema. Al grado que debido a esos “problemillas”, tuvo que abandonar Navarra e instalarse (con autorización real promulgada en Valencia) en Tarazona (Zaragoza), donde ejerció como médico. Pero como resulta que el hombre también nos salió un “cerebrito”, aparte de algunas traducciones al latín de textos médicos de Averroes, también escribió una obra de polémica anticristiana: Even Bojan (Piedra de toque), concebida para ayudar a sus correligionarios en las frecuentes controversias religiosas de la época. Dicho tratado contiene la traducción al hebreo de extensos pasajes de los cuatro Evangelios. Ya desde fechas tempranas, por lo tanto, es conocido que el evangelio de Mateo fue escrito en hebreo y que dicho texto hebreo era utilizado por los Nazarenos y en el que por supuesto, no aparecía dicha expresión Trinitaria. Así, por ejemplo, Jerónimo (331-420), autor de la versión latina de las Escrituras conocida como “La Vulgata”, confirma la existencia del evangelio hebreo de Mateo y declara:
“Mateo, que es también Leví, compuso un evangelio en el idioma y caracteres hebreos. Además, el mismo está preservado hasta este día en Cesárea, en la biblioteca tan diligentemente coleccionada por el mártir Pamphilus” (Catálogo de Escritores Eclesiásticos).
Y este evangelio hebreo confirma un hecho ahora reconocido: el de que los versículos que hoy en día leemos al final del capítulo 28 de Mateo, no están transcritos cómo realmente los redactó el apóstol.
También el historiador cristiano Eusebio de Cesárea (263-339) y heredero de la extensa biblioteca Pamphilus, en la que se conservaba una copia del texto original de Mateo, si no el texto original mismo, confirma también en el capítulo 24 del tercer libro de su Historia Eclesiástica, que Mateo “escribió en hebreo el Evangelio que lleva su nombre”. Y precisamente, una de las copias de este evangelio fue hallada dentro de un tratado judío sefardí del siglo XIV y del que ya hemos hablado, conocido con el nombre de Even Bojan y completado alrededor del año 1385 por el médico judío Shem Tov, en Tarazona de Aragón (España). Dicho personaje y hasta donde nosotros hemos podido llegar, compiló el evangelio hebreo de Mateo en 18 manuscritos, basándose probablemente en las copias de anteriores copistas judíos. Esta opinión es sostenida por el Sr. George Howard, quien dice lo siguiente:
“El Libro Hebreo de Mateo de Shem- Tov, es el texto más exacto del Primer Evangelio que ahora existe. Éste experimentó un proceso diferente de transmisión que el griego, ya que éste fue preservado por los judíos y por ende, independiente de la Comunidad Católica. (George Howard, Hebrew Gospel of Matthew, Mercer Univ. Press, Georgia, 1995, p. 190).”
Luego se pone de manifiesto que la redacción del evangelio hebreo de Mateo, no puede explicarse cómo proveniente de una traducción del griego y que es en donde se da dicha fórmula bautismal trinitaria. En la actualidad, copias de la versión Shem Tov del evangelio hebreo de Mateo se hallan y hasta donde hemos podido averiguar, en las siguientes bibliotecas:
Biblioteca Bodeleian, Oxford (U.S.A.)
Biblioteca de Rijksuniveriteit, Leiden (Holanda)
Biblioteca del Seminario Teológico Judío de América, Nueva York (U.S.A.)
Pero es que además y cómo hemos podido observar, el libro de Hechos de los Apóstoles y que es la auténtica historia de la primitiva Iglesia Cristiana, no menciona por ninguna parte dicha fórmula bautismal trinitaria, ni siquiera da la impresión de que existiera. Porque si la formula bautismal actual, es la correcta ¿significaría ello que los apóstoles desobedecieron el mandato del Mesías? Si fue así, entonces todo es una falsedad, pues si los primeros apóstoles fueron falsos ya en ese inicio ¿cómo podemos ejercer fe en lo que escribieron a posteriori, como los evangelios por ejemplo y condicionar nuestra vida a su contenido? Por tanto, lo que es obvio es que de ninguna manera los primeros comisionados por Jesús, traicionaron el mandato acerca del bautismo, sino que hicieron tal cual su Señor y Maestro les había ordenado…… ¿y qué ordeno el Hijo de Dios? La respuesta es sencilla: Jesucristo ordeno que en su nombre se predicara el evangelio y por ende, en su nombre, tenían que ser bautizados aquellos que en él ejercieran (Luc. 24:46-48).
Otro pasaje importantísimo que cabe señalar a la hora de comparar la formula trinitaria de Mat. 28:19, con el resto de las Escrituras, está en Rom. 6:3, en donde el apóstol Pablo nos señala lo siguiente:
“¿Ignoráis que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte?”
Note usted que el pasaje nos está diciendo, que todos los que fueron bautizados en Jesucristo, fueron también bautizados en su muerte, lo cual inmediatamente excluye de esa fórmula trina bautismal, tanto al Padre como al Espíritu Santo, porque fue el Hijo (Jesús) quien murió por nuestros pecados, no el Padre quién no puede morir, pues Él es inmortal (1 Tim. 6:16). Por otra parte, el Espíritu Santo tampoco puede morir, pues el Espíritu Santo procede del Padre; es decir, le pertenece, porque la expresión “el espíritu de Jehová”, no nos habla de algo independiente del Altísimo, sino que denota pertenencia, que es de Él y además, siendo el poder mediante el cual lleva a cabo todas su acciones. Uno de los innumerables ejemplos de eso en las Escrituras, lo tenemos en Zac. 4:6:
“De consiguiente, respondió y me dijo: “Esta es la palabra de Jehová a Zorobabel y dice: ‘“No por una fuerza militar, ni por poder, sino por mi espíritu”, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
¿Y no significaba en este pasaje, que dicho espíritu es Su Poder o capacidad de actuar? Ahora bien, ¿porque señalamos todo esto? Pues porque si el Padre no murió y en consecuencia el Espíritu Santo tampoco, ¿entonces por qué hemos de incluir en la formula bautismal, el nombre del Padre y del Espíritu Santo, cuando el único que murió por nosotros fue Jesús? Evidentemente, aquí algo extraño sucede y que no concuerda con la actitud desplegada por sus primeros emisarios, los apóstoles; y que solo se explica como ya hemos dicho, en la tergiversación interesada de un texto, dándole un sentido distinto del original y con la malsana intención de apoyar fraudulentamente una determinada idea religiosa. Luego lo que nos está contando el Sr. Rivas, no es más que una afirmación disparatada y carente de sentido y apoyada en un solo texto, que para nada tiene el apoyo del entero contexto general de las Escrituras. Error en el que no puede caer la persona que dice entender del tema, porque antes se pone en tela de juicio el texto en cuestión, que todo su contexto, cosa que por demás, sabe cualquier principiante en cuestiones bíblicas. Porque lo que se deduce de una atenta lectura del NT, es que si bien no tenemos la forma de acceder al original del evangelio de Mateo, lo cierto es que en la misma Biblia hay escritores como, sobre todo, Pedro y Pablo, que dieron evidencias de no conocer un bautizo con semejante fórmula trinitaria. Veamos algunos apoyos en el sentido de que eso era realmente así, según algunas distintas fuentes de información, consultadas en Internet.
Enciclopedia Católica de 1913, Vol. 2, pág. 365: Aquí y según se nos ha asegurado, se reconoce que la fórmula bautismal fue cambiada por la Iglesia Católica. Pero dado que no hemos podido acceder a dicha información, lo dejamos ahí solo como un mero apunte.
Enciclopedia Católica Vol. 8: “Justino Mártir fue uno de los primeros Padres de la Iglesia Católica Romana que ayudó a cambiar el antiguo bautismo de “en el nombre de Jesucristo” a los títulos de “Padre, Hijo y Espíritu Santo”.”
Enciclopedia Católica, 1967 edición 2, Vol. 2 pág. 56, 59: “Una referencia explícita a la fórmula trinitaria bautismal no es encontrada en los primeros siglos.”
Y no solamente la Iglesia Católica reconoce el cambio de la fórmula bautismal que era originalmente solo en el nombre de Jesucristo, sino que personas estudiosas de la historia y prestigiosas enciclopedias, declaran lo mismo:
Enciclopedia Británica, 11 edición Vol. 3 Pág. 365-366: “La fórmula bautismal fue cambiada del nombre de Jesucristo a las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo por la Iglesia Católica en el siglo II.”
Vol. 3 Página 82: “…… en la más antigua de todas las fuentes, se afirma que el bautismo tuvo lugar en el Nombre de Jesucristo.”
Enciclopedia de Religión y Ética, James Hastings, Pág. 384: “…… no hay pruebas en la historia de la iglesia primitiva, del uso de los tres nombres”. Rev. Steve Winter.”
Hastings Enciclopedia de Religión, Vol. 2 Pág. 377-378-389: “El bautismo cristiano fue administrado usando el Nombre de Jesús. El uso de la fórmula trinitaria de ninguna manera se sugiere en la historia de la iglesia primitiva, el bautismo fue siempre en el nombre del Señor Jesús, hasta el momento de Justino Mártir cuando la fórmula trinitaria se comenzó a utilizar.”
Hastings decía también en ese vol. 2, página 377, en relación con Hechos 2:38 que “el nombre era sinónimo de persona. El pago se hacía siempre en nombre de alguna persona, refiriéndose a la propiedad. Por lo tanto, al ser bautizados en el Nombre de Jesús se convertían en su propiedad personal.”: “Vosotros sois de Cristo.” (I Cor. 3:23).”
Nueva Enciclopedia Internacional, Vol. 22 Pág. 477: “El término "Trinidad" se originó por Tertuliano, padre de la Iglesia Católica Romana.”
Canney Enciclopedia de Religión, Pág. 53: “La Iglesia primitiva siempre bautizó en el Nombre del Señor Jesús hasta el desarrollo de la doctrina de la trinidad en el siglo II.”
Y dado que hasta donde hemos podido consultar, ninguna de estas fuentes de información citadas ha sido refutada de forma clara, tenemos que entender que están en lo correcto. Y que cuentan además, con el broche de oro de que el contexto general de las Escrituras, va indudablemente en la misma dirección. Luego el Dr. Rivas está en un error, que por supuesto no reconocerá de ninguna de las maneras y que queda agravado por el hecho de que en su categórica afirmación, está creando una corriente de opinión alejada de la voluntad del Creador:
“Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, 4 cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” (1 Tim. 2:4).
Pero lo que más nos ha sorprendido, ha sido el hecho de que Apologista Mario Olcese, haya colgado este escrito en su blog de cabecera “apologista.wordpress.com”, lo que parece dar a entender que está de acuerdo con dicho planteamiento y con lo cual, tendrá a sus “trinotercos” batiendo palmas hasta con las orejas. Porque no podemos pensar, que el Sr. Olcese haya aceptado como aclaratoria y razonable, la explicación dada acerca de su argumento por el Sr. Rivas:
“Por otro lado, la fórmula bautismal que involucra «el Nombre de Tres», no indica en nada un Dios “triuno”, sino la «Unidad de Tres » que ha sido determinada por el Padre en su obra misericordiosa para con el mundo inicuo, traduciéndose en el reconocimiento del Mesías enviado para la salvación de los pecadores (Jn.1:12; 3:15, 16; 5:39; 6:40; Lc. 9:56; 12: 8, 9; Ro. 10:9, 10) y en la participación activa del espíritu santo para la regeneración del que será una Nueva Criatura en Cristo (Jn. 3:6; Tit. 3:5; 2 Co. 5:17), un fiel creyente de Dios y de su Hijo amado.” (Negritas nuestras).
Luego según dicho caballero, existen tres Dioses de igual rango y con lo cual, estamos en las mismas; pero es que además en ese párrafo “aclaratorio”, el Sr. Rivas comete un nuevo error al seguir presentándonos al Espíritu Santo, como algo distinto y separado del Altísimo, con lo cual, no solo está mostrando que no tiene ni idea de lo que está diciendo, sino que continúa defendiendo la teoría de una Trinidad, lo diga cómo lo diga y lo plantee como lo plantee; por lo tanto, convirtiéndose en un nuevo “trinoterco”…… y D. Mario sin enterarse.
Cuando ello resulta que no es así, como ya antes hemos aclarado y cosa que volvemos a hacer: el Espíritu Santo no es más que la fuerza y poder ( o fuerza activa) del mismo Jehová y mediante el que hace todas sus obras; luego hablar del Espíritu Santo, es hablar del mismísimo Jehová. Entendemos que ello es sí, por la relación que establece Jesús, entre sus palabras “Pero si es por medio del Espíritu de Dios como yo expulso a los demonios, el reino de Dios verdaderamente los ha alcanzado” (Mat. 12:28), con lo expresado en el versículo 31 del mismo capítulo: “Por este motivo les digo: Toda suerte de pecado y blasfemia será perdonada a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.”
Sencillamente, porque pecar contra dicho espíritu, era pecar contra el mismísimo Jehová y que es el pecado del que no hay perdón, ni en este sistema de cosas ni en el venidero:
“Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. 32 Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro.” (Mat. 12:31-32).
Porque pecar contra el Hijo del hombre, o sea Jesucristo, aún tendría remedio, pero pecar contra Aquél que era más elevado que él, el propio Jehová o en su defecto, contra su Espíritu Santo (o fuerza activa) y que es lo mismo, eso ya no tiene remedio. Y eso es así, porque no existe nada más elevado que el propio Jesucristo, excepto el mismísimo Soberano de todo el Universo, Jehová Dios:
“Por esta misma razón, también, Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo 11 y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre.” (Fil. 2:9-11).
Entonces vemos, que fue Dios y no Dios y el Espíritu Santo, quien ensalzó a Jesucristo; así como que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre…… y sin mención alguna de Dios el Espíritu Santo.
Luego todo considerado, lo que correctamente deberíamos leer en dicho pasaje de Mat. 28:18-20 y que es lo que se ajusta perfectamente al contexto general de las Escrituras, es lo siguiente:
“Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. 19 Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en mi nombre 20 y enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y, ¡miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas.”
Y no la fórmula que en su defecto, nos está indicando erróneamente cómo única válida el Sr. Rivas…... ¡y es que se mete en cada jardín!
Y eso es todos queridos amigos. Si nosotros no nos hemos equivocado en la interpretación y posterior aplicación de los textos usados, lo cual dejamos a su consideración y mediante su particular investigación de las Escrituras, nosotros tenemos razón y el Sr. Rivas, como casi siempre, estará equivocado. Y si por el contrario somos nosotros los equivocados, pues nada, si lo tienen a bien nos lo comunican y nos darán la oportunidad de aprender un poco más, lo cual les agradeceremos infinito.
MABEL
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