jueves, 4 de marzo de 2010

“Mantenella e no enmendalla”

Esta frase del castellano antiguo, de allá por los siglos XVI o XVII, significa “mantener y no enmendar”, cualquier idea, opinión o creencia a pesar de las evidencias que en contra pudieran existir. Pues bien, la tal expresión entendemos nosotros, le aplica perfectamente al Dr. Javier Rivas Martínez y que a continuación, pasaremos a explicarles el por qué.

El 4 de Febrero del año en curso, el Sr. Rivas publicó un artículo titulado: “La Biblia si dice esto: que habrá dos resurrecciones”. Dicho artículo tenía que ver con uno que anteriormente habíamos publicado nosotros, sobre el pasaje de Juan 5:28-29 y en el sentido de que el Dr. Rivas estaba equivocado en la interpretación que hacía del mismo, porque según nosotros, la Biblia no dice lo que él afirma que dice. Pues bien, en dicho citado artículo, el Dr. de entrada ya nos aseguraba lo siguiente y apoyándose en el pasaje de Juan que acabamos de mencionar:
La Biblia revela indiscutiblemente que habrá «dos resurrecciones»:
La primera: llamada «resurrección para vida».

La segunda: llamada «resurrección de juicio», «de condenación».

Nosotros, que estábamos de acuerdo en que esa revelación indiscutible de la Biblia en el sentido de que habrá dos resurrecciones, se ajustaba a la realidad, también nos dimos cuenta, que lo discutible era el cómo las interpretaba el Sr. Rivas, tanto en orden de tiempo como en su contenido o finalidad. En consecuencia y viendo lo disparatado de esa creencia, respondimos con el siguiente argumento y conste que la cosa, ya hacía días que andaba coleando:
Pues bien Dr. Rivas, si eso es tal como Ud. afirma, haber si es capaz de decirnos dónde entonces, colocamos a Juan el Bautista, entre estas dos resurrecciones. Consulte con aquellos buenos amigos, con quiénes comparte blogs e información y haber si entre todos, despejan esta incógnita: “En cuál de estas dos resurrecciones, colocamos a Juan el Bautista”. Y recuerde que tiene una audiencia que esperará que sea capaz de responder a dos “deshonestos” e “ignorantes”, según nos califica Ud. y ahí están los distintos artículos publicados para dar fe de ello, que han tenido el “atrevimiento” de señalarle la posibilidad de que esté equivocado.”
Y esa pregunta y que en el momento de publicar este artículo que usted está leyendo, querido lector, aún no ha sido respondida, nos lleva a pensar que dicho caballero, no nos ha considerado dignos de su atención. Claro, lo que ocurre es que con ello también ha desairado a una audiencia que se habrá quedado con las ganas de conocer la respuesta a dicha objeción, lo cual parece importarle más bien poco. Y lejos de analizar la preguntita en cuestión y sacar conclusiones, lo que ha hecho es escribir un nuevo artículo, manteniendo y no enmendando su punto de vista y en el que de nuevo incurre en errores de bulto y en alguna que otra contradicción. El artículo en cuestión se titula: “La división del programa de la resurrección” y publicado el día 2 de este mes de Marzo. Que no enmienda su punto de vista queda claro, según su párrafo final:

El apóstol ha mostrado que habrá varias etapas de la resurrección de los muertos. Primero, Cristo, las primicias; segundo los que son de Cristo, en su venida; tercero, la resurrección final de todos los incrédulos.

Exactamente igual, que el extracto de su aseveración anterior: una resurrección de los “buenos” durante la venida de Cristo y otra de los “malos”, al final de los mil años para condenación o destrucción...... o sea, lo dicho: “mantenella e no enmendalla”
Pero aunque él se reafirme en su creencia, como que las cuentas a nosotros continúan sin cuadrarnos, porque veamos; dicho autor inicia su planteamiento con el pasaje de 1 Cor. 15:22-24 y que dice así:

Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. 24 Después el fin, cuando él entregue el reino al Dios y Padre, cuando ya haya anulado todo principado, autoridad y poder.”

Pero los que entiendan algo de esto saben, que entre el final del versículo 23 y el inicio del 24, hay un espacio intermedio de tiempo de mil años y que si las cosas fueran como dice el Sr. Rivas, de que todos los “buenos” (los que participan de la primera resurrección y que ya tienen la inmortalidad, luego no necesitan juicio) se levantan con Cristo y los “malos”, al fin de los mil años solo para ser destruidos ¿cuál sería la tarea asignada por Jehová a ese gobierno milenario y por todo ese tiempo? ¿Qué van a hacer, durante todo ese período de mil años? ¿Para eso se supone que el Altísimo ha montado tanta historia con el Reino? ¿O es que el Dr. Rivas no se entera de qué va la película? Y esto último es lo que parece ser, porque vean otra perla de dicho artículo
en la última frase del párrafo cinco:

La condición es: solamente los que hayan experimentado el Nuevo Nacimiento serán -vivificados- en Cristo en su Parusía.

Y argumento en el que estamos totalmente de acuerdo, porque sabido es que la posibilidad de nacer de nuevo y a la que se refirió Jesús por primera vez, en conversación con el fariseo Nicodemo (Juan 3:3-5), tomo forma después del Pentecostés de 33 E.C., con el derramamiento del Espíritu Santo. Sin embargo y en franca contradicción con la idea aquí expresada en el sentido de que tal nuevo nacimiento, es una condición sine qua non para todos aquellos que son levantados en Cristo, fíjense en lo que nos dice tan solo dos párrafos más adelante:

Todos los que serán vivificados en Cristo, incluye los santos de la dispensación antigua como los de la actual.

Pero es que resulta que los santos de la dispensación antigua, o sea, los notables del Antiguo Testamento (a menos que el Dr. Rivas haya cambiado esta regla), los Abrahán, Moisés, Jacob, David y todos los etc. que ustedes quieran añadirle, no recibieron el nuevo nacimiento, sencillamente porque cuando se hizo disponible, ya hacía siglos que habían fallecido. Luego algo no cuadra en este disparatado planteamiento, porque ellos no reunían dicho requisito fundamental y en consecuencia, no podían acceder a ese privilegio, según palabras de Jesús:

Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).

Luego y si como el mismo Sr. Rivas afirma, los que no tengan el requisito del nuevo nacimiento (cosa en la que como hemos visto las Escrituras le dan la razón), no pueden participar de la primera resurrección, solo destinada para los que han de gobernar con Cristo (Rev. 20:6), ¿en qué resurrección metemos a los citados Abrahán, Moisés, David, Daniel, etc., etc., etc.? Y no nos olvidemos de Juan el Bautizante, al que el Dr. Rivas como que no le da demasiada importancia, pero que en algún lugar habrá que acomodarle, luego ¿en qué resurrección los metemos a todos ellos Sr. Rivas? ¿En la segunda y para su oportuna destrucción? Porque ha quedado claro que en la primera desde luego no y según la condición por Ud. mismo expuesta (ser nacido de nuevo) y refrendada por las palabras del propio Jesús.

Porque y suponiendo que el Sr. Rivas nos cogiera en nuestro día tonto, que ya es mucho suponer y aceptáramos como bueno dicho argumento, nos enfrentaríamos a un problema de difícil solución, pues según Rev. 20:6, nos encontramos con lo siguiente:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”

Luego los participantes de la primera resurrección y como ya hemos dicho, son los que formarán parte del gobierno del reino; ahora bien, si la cosa fuera como nos la presenta el Sr. Rivas, nos encontraríamos, por lógica, con una cantidad de gobernantes asociados cuasi sideral o como dice el amigo Apologista Mario Olcese, con “millones, miles de millones” de co-gobernantes. Y el problema reside en lo que dijo en cierta ocasión Jesús:

No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.” (Luc. 12:32).

Luego de ninguna manera y según voluntad de Jehová (por lo que leemos), los miembros de dicho gobierno, podían ser una cantidad numerosa. Porque eso y no otra cosa, es lo que dice la Biblia, entonces, ¿cómo arreglamos este desaguisado Dr. Rivas? Porque el asunto está claro: o Jesús no tenía ni puñetera idea de lo que decía (y rogamos disculpas por esta barriobajera expresión) o Ud. y los que como usted opinan, están equivocados. Porque lo que entiende el común de los mortales de las palabras de Jesús, es que hablaba de un grupo pequeño, lo cual cuadraría además, con el organigrama de gobierno de los actuales reinos que aún ejercen y que todos conocemos.

Otro error monumental del caballero en cuestión, se halla a continuación, cuando afirma que al final de los mil años, aparece el Gran Trono Blanco, con la consiguiente última resurrección de los muertos para condenación. Dicho error se produce, porque infantilmente, se toma el contenido de Rev. 20 de forma correlativa y no haciendo una acotación temporal de los versículos del 7 al 10, que solo se limitan a señalar algo que ocurrirá al final de los mil años, para luego continuar con la secuencia de los hechos por acaecer aquí en la tierra. Y puesto que esto lo tenemos perfectamente explicado en nuestro artículo: “El Gran Trono Blanco”, publicado el 15 de Febrero del año en curso, entendemos que no hay porque repetirse y que si el Dr. Rivas lo desea, sabe dónde encontrarlo. Pero no obstante, vamos a añadir a lo ya publicado unos pequeños datos más.
Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, pronunció lo que algunos conocen como la parábola de las ovejas y las cabras y que encontramos en Mat. 25:31-46. Pues bien, fijémonos como empieza dicho relato:

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.” (verso 31).

Ahora bien, cuando Juan es llamado a subir a los cielos (en una visión, evidentemente), ve lo que podríamos llamar el organigrama del gobierno celestial: el Trono del Dios Altísimo, en el que Juan percibe “la apariencia” del que había sentado en él y un conjunto de 24 ancianos como ayudantes al servicio directo del Creador...... pero Juan ha sido instado “a subir” para ver las cosas que han de suceder en la tierra (Rev. 4:1). Luego todo lo que ocurre a continuación, sucede en la tierra: la toma de posesión de los tronos de Rev. 20:4, ocurre en la tierra y en el mismo momento de iniciarse el milenio y dado que es en ese contexto, que aparece el Gran Trono Blanco, es lógico pensar que también está instalado aquí en la tierra y en el mismo momento y que por lo tanto, se corresponde con el Trono de Gloria del que se nos habla en Mateo 25:31 y en el que se nos dice que se sienta Jesucristo en su segunda venida.
Y que esto es así, lo prueba el siguiente detalle: veamos como leemos en Rev. 4:2-3:

Después de estas cosas, inmediatamente llegué a estar en el poder del espíritu: y, ¡miren!, un trono estaba en su posición en el cielo y hay uno sentado sobre el trono. 3 Y el que está sentado es, en apariencia, semejante a una piedra de jaspe y a una piedra preciosa de color rojo y alrededor del trono hay un arco iris de apariencia semejante a una esmeralda.”

Luego mientras en ese pasaje Juan nos habla del aspecto o la apariencia del que está sentado en el trono y nos habla de un arco iris, que siempre caracteriza la presencia de la Majestuosa Persona de Jehová, en la visión del Gran Trono Blanco, parece que Juan nos habla de otra cosa. En primer lugar, no nos habla del aspecto o apariencia del que está sentado, sino que nos dice que le ve a Él: “Vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él ......” (Rev. 20:11), al tiempo que nada se nos dice del arco iris que aparece rodeando al primer Trono, lo cual nos lleva a concluir que estamos hablando de dos tronos diferentes: uno el del Cielo y en el que se sienta Jehová y el otro en la tierra, en donde tiene que sentarse Jesucristo. Y que hay que atender ese detalle, lo muestra el hecho por todos reconocido, de que en las Escrituras hasta el más ínfimo punto o coma, tienen su debida importancia.

Porque de lo contrario, resulta que se nos estaría hablando de los tronos de los ayudantes y de su toma de posesión y nada, absolutamente nada, del Trono y del Gobernante y Cabeza de todos ellos, que tiene que regir como Rey designado por el Altísimo y representarle durante mil años (casi nada). Luego pensamos que como mínimo, en algún lugar acorde con su majestad habrá que sentarle y humildemente le sugerimos al Sr. Rivas, que quizás el Gran Trono Blanco mencionado sería el lugar idóneo. Ahora, si al Dr. Rivas no le parece bien, pues nada...... lo sentamos en un taburete y va que chuta; todo sea para no llevarle la contraria y que no se nos moleste.
Porque fíjense la sinrazón que se produciría si todo fuera como apunta el Sr. Rivas: el capítulo 19 de Revelación, termina con la segunda venida de Jesucristo en Gloria y posterior victoria sobre las fuerzas opositoras, la bestia salvaje y el falso profeta en la batalla de Armagedón. El capítulo 20 da inicio con el encadenamiento de Satanás y su lanzamiento al abismo por mil años (versos 1-3); ya en los versículos 4-6 vemos como da inicio el milenio, con la lógica toma de posesión de aquellos que tienen que gobernar con Cristo durante el milenio. Y si el disparate del Sr. Rivas fuera cierto, nos encontraríamos que de golpe se nos traslada al fin de los mil años (verso 7 en adelante), sin habernos enterado en que va a consistir la labor de aquellos gobernantes durante el milenio, porque recordemos que los hemos dejado en el momento de sentarse en los tronos para iniciar su tarea. O sea y para entendernos: que del argumento principal de las Escrituras y razón fundamental de la venida de Jesús al mundo y por demás, fuente única de salvación para la humanidad caída, el reino de Dios, nos quedaríamos sin saber nada, absolutamente nada, como si fuera algo sin importancia. Y que del proceso más brillante de la historia de la humanidad y por lo que Jehová dio a su hijo en sacrificio, o sea, la restauración de la humanidad a la perfección y posterior aceptación de nuevo por nuestro Creador como Hijos perfectos, no se nos dijera nada de nada, lo vemos totalmente incomprensible.
Pero es que además, si ello fuera como dice el Sr. Rivas, nos encontraríamos de nuevo con algo que no tiene explicación. Si la segunda resurrección ha sido reservada exclusivamente para los rebeldes para condenación y aniquilamiento (eso dice él), ¿qué pinta en ese contexto, un libro de la vida? (Rev. 20:12); pero veamos cómo nos asegura tal extremo el Sr Rivas:

Los rebeldes estarán reservados para ser resucitados en el futuro para su aniquilación eterna en el Lago de Fuego que arde con Azufre, después de terminar el reinado milenario de Cristo, como la Biblia lo establece sin confusas complicaciones.

Y es cierto Dr. Rivas, que la Biblia establece las cosas sin confusas complicaciones, sin embargo, es Ud. el que de forma absurda y para mantener su disparatada interpretación de Juan 5:28-29, provoca confusas complicaciones, aunque para ello tenga que retorcer las Escrituras hasta estrangularlas. Porque es de ahí de donde arranca todo el problema, porque si no hace todos estos malabarismos, su interpretación de dicho pasaje queda probada incorrecta. Y si no, haber si tiene las narices de una vez por todas, de respondernos la cuestión en su día formulada: “en cuál de sus dos resurrecciones de Juan 5:28-29, nos mete a Juan el Bautista” Invitación que por supuesto extendemos, a todos aquellos que con Ud. comparten blog y creencia, como Mario Olcese, Luciano Morales, Alexander Dávila y otros, que conociendo también la polémica planteada (eso nos consta), aún nadie ha dicho esta boca es mí. Y es que sencillamente no la pueden responder, sin echar por tierra su errónea interpretación de Juan 5:28-29.

Y de nuevo ahí nos quedamos, queridos amigos, esperando que en esta ocasión haya un poco más de suerte y por fin, sea atendida nuestra petición. Mientras tanto, nos permitimos sugerirles que cuando lean el capítulo 20 de Revelación, ponga los versos del 7 al 10, entre paréntesis y verán como el relato queda perfecta y armoniosamente enlazado y entendible. Y como siempre que hablamos de otro autor, antes de emitir un juicio les rogamos que lean el artículo en cuestión, para que luego y con conocimiento de causa, lo puedan contrastar con lo que nosotros decimos y ya sí, decidir entonces, hacia donde se decanta la balanza de la razón. Recuerden que nosotros, también nos podemos equivocar.
MABEL


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