viernes, 30 de abril de 2010

La oración

Algo evidente en el ser humano, es que está hecho para comunicarse. Y cuando la comunicación trasciende del ámbito humano, en una forma más elevada de comunicación, o sea, cuando nos dirigimos a nuestro Creador, a eso se le llama oración. Tanto es así, que no hay organización religiosa en el mundo y ya sea, de la orientación que sea, que no tenga esa actividad como fundamento de su razón de ser; de hecho, las organizaciones religiosas han sido concebidas para, supuestamente, ayudarnos a alcanzar una buena relación con nuestro Creador, le den el nombre que le den. En todo caso, facilitarnos el medio para acceder a una fuente de ayuda superior y más elevada que el hombre y siendo el camino para ello, la oración...... y siendo esto así, lo razonable sería preguntarnos ¿qué es la oración?

Esta pregunta es muy interesante, dado que hemos dicho que es el instrumento que nos acerca a Dios, luego uno no puede menos que pensar, que como en todos los órdenes de la vida, habrá alguna fórmula apropiada para ello. Y puesto que es el único medio que tiene el ser humano para acercarse a su Creador, deberíamos de averiguar qué requisitos, si los hubiera, son necesarios para que nuestra oración tenga los resultados que deseamos, o sea, que sea escuchada. Por lo tanto y analizando debidamente la cuestión, nos daremos cuenta que en la inmensa mayoría de religiones, sean las llamadas “cristianas” o las llamadas “paganas” y todo, según desde el lado que uno se lo mire, la oración se circunscribe a una serie de frases repetitivas, escritas en algún “libro de oraciones” o devocionario y que se recitan de forma insulsa, monótona, monocorde.

Tan eso es así, que hasta lo que ha sido considerado como la oración modelo, dada por Jesús en el llamado Sermón del Monte (Mat. 6:9-13), se ha convertido en un mero instrumento repetitivo sin ningún sentido. Por ejemplo y dentro de la Iglesia Católica es costumbre, por lo menos lo era en mi juventud, que después del “sacramento” de la confesión, la penitencia impuesta para la remisión de los “pecadillos” de uno fuera la de rezar, por ejemplo, diez Padrenuestros, cinco Ave María y algún par de Credos. En eso quedo dicho modelo y lo que demuestra, que no se han enterado de lo que Jesús quiso enseñar, porque la Biblia o Palabra de Dios, no enseña para nada el uso de esta fórmula repetitiva, sino muy al contrario, fue criticada por el propio Hijo de Dios cuando estuvo aquí en la Tierra:

Mas al orar, no digas las mismas cosas repetidas veces, así como la gente de las naciones, porque ellos se imaginan que por su uso de muchas palabras se harán oír.” (Mat. 6:7).

Y es que lo que Jesús propuso a continuación, al enseñarnos como orar, era que nosotros y no otros, determináramos qué decirle a Dios, o sea, que de sus palabras no se puede deducir, que necesitemos de alguien que por medio de algún libro de oraciones o algo parecido, nos “guie” acerca de qué es apropiado o no, decirle a Dios. Pero ahora bien, dado que hay tanta “información” de cómo dirigirse al Altísimo...... ¿será que eso es muy complicado, lo de dirigirnos a Dios? ¿Cómo hacerlo? Veamos.

En el registro bíblico, tenemos ejemplos de cientos de oraciones que hombres que amaban a Dios, usaron para dirigirse a Él; el mismo Jesús, fue el máximo exponente y mayor ejemplo en esta cuestión. Ahora bien, ¿qué es lo que notamos ahí? ¿Un conjunto de frases repetidas monótonamente o por el contrario, palabras sinceras salidas de un corazón agradecido o dolido, según fuera el caso? Tomemos como ejemplo, la oración de dedicación del templo de Jerusalén, pronunciada por el rey Salomón y registrada en el libro de 2 Cró. 6:12-42 y que es una hermosa oración, de la que podemos tomar ejemplo, no de su extensión ya que eso depende de cada cual, pero sí como de unas palabras sinceras salidas de un corazón agradecido: eso, era una oración. Pero ¿le agradó al Altísimo esa manera de orar, o sea, de dirigirse a Él?...... veamos como respondió Jehová:

Ahora bien, tan pronto como Salomón acabó de orar, el fuego mismo bajó de los cielos y procedió a consumir la ofrenda quemada y los sacrificios y la gloria misma de Jehová llenó la casa. 2 Y los sacerdotes no pudieron entrar en la casa de Jehová porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová. 3 Y todos los hijos de Israel estuvieron de espectadores cuando el fuego bajó y la gloria de Jehová estuvo sobre la casa, e inmediatamente se inclinaron rostros a tierra sobre el pavimento y se postraron y dieron gracias a Jehová, “porque él es bueno, porque su bondad amorosa es hasta tiempo indefinido.”(2 Cró. 7:1-3).

Sí, a Jehová le agradó esa forma de orarle ¿va entendiendo, que es en realidad una oración, querido lector/a? Sin embargo, sí hay algunas cosas a tener en cuenta, pero veamos cómo nos lo explicó el escritor del libro de Hebreos:

Y sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebr. 11:6).

Si usted reúne esos requisitos, está en el buen camino para acceder ante el trono de bondad inmerecida de Jehová y establecer una buena relación con su Creador. Y en nuestro deseo de ayudarle, en el caso de que lo necesite, permítanos unos pequeños apuntes que esperamos que le sean útiles.

En primer lugar, recuerde que orar, es hablar humildemente con Dios y que hay que hacerlo con regularidad: vea el consejo inspirado del apóstol Pablo: “Orad constantemente.” (1 Tes. 5:17). ¿Por qué? Pues porque si lo hacemos así, nos sentiremos más allegados a Él, a la manera de un amigo muy querido, amigo que nunca te falla y que tanto en la alegría como en la tristeza, siempre está a tu lado...... y es que aunque Jehová es Infinito y Todopoderoso, escucha nuestras oraciones. Vea como el rey David, un hombre que lo conocía mucho, lo definió:

Oh Oidor de la oración, aun a ti vendrá gente de toda carne.” (Sal. 65:2).

Y fíjese que, aunque Jehová en innumerables ocasiones ha delegado en otros el llevar a cabo su voluntad, no es así en el caso de la oración, sino que es Él, quién oye su oración directamente, pues no tiene intermediarios. Otra cosa es, que tenga un mediador entre Él y nosotros y por medio de cuyo sacrificio, se nos hace accesible el llegar ante su presencia por decirlo así, pero eso es otro asunto; pues si bien Jesucristo, actuando de mediador, le permite acceder (figurativamente hablando, por supuesto) ante la presencia del Ser más Excelso del Universo, el que le tiene que contarle sus cosas a Jehová, es usted...... por lo que su oración, le llega directamente a Dios; por lo tanto ¿ora usted a Dios, regularmente? O mejor dicho ¿habla usted a diario con su Creador? Por otra parte y dado que la oración es parte de nuestra adoración y Jehová no comparte su Gloria con otros dioses, solo a Él deberíamos de dirigirnos; notemos cómo nos lo explica el propio Jehová:

No debes hacerte una imagen tallada ni una forma parecida a cosa alguna que esté en los cielos arriba o que esté en la tierra debajo o que esté en las aguas debajo de la tierra. 5 No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirlas, porque yo Jehová tu Dios soy un Dios que exige devoción exclusiva…...” (Exo. 20:4-5).

Por eso, nuestras oraciones, únicamente deben de dirigirse a Jehová Dios; observen que cuando Jesús estuvo en la Tierra, siempre oraba a su Padre, a nadie más. Luego nosotros y puesto que la oración forma parte de la adoración a Dios, hemos de hacer lo mismo, si tomamos a pecho, unas palabras que Jesús dirigió a un ser que pretendía apartarle de adorar a Dios:

Entonces Jesús le dijo: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: “Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado.” (Mat. 4:10; 6:9.)

Ahora bien, requisito indispensable para que su oración sea acepta y llegue a donde tiene que llegar, es que debe de dirigir su oración a Jehová, siempre en el nombre de Jesucristo:

Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los nombré para que vayan adelante y sigan llevando fruto y que su fruto permanezca; a fin de que sin importar qué le pidan al Padre en mi nombre, él se lo dé a ustedes.”

Así además, queremos indicar que respetamos la posición de Jesús y que tenemos fe en su sacrificio de rescate. (Juan 14:6; 1 Juan 2:1-2).

Luego lo que está claro, es que cuando oramos a Dios, debemos hablarle desde el corazón y no debemos recitar nuestras oraciones de memoria ni leerlas de un devocionario (Mat. 6:7-8). Sin embargo, lo que no es necesario es el adoptar alguna posición determinada, ya que podemos hacerlo de cualquiera y siempre que sea respetuosa, en cualquier momento y en cualquier lugar...... y es que Dios oye hasta las oraciones que hacemos en silencio, en lo más recóndito de nuestro corazón; veamos un ejemplo:

“Y sucedió que, mientras ella oraba prolongadamente delante de Jehová, Elí estaba observándole la boca. 13 En cuanto a Ana, ella estaba hablando en su corazón; solo sus labios temblaban y no se oía su voz.” (1 Sam. 1:12-13).

Y podríamos citar otro caso, en el que un siervo de Jehová, Nehemías y que estaba como copero al servicio del rey persa Artajerjes, quien un día y al verle, se dio cuenta de que Nehemías estaba cariacontecido, por lo que exigió respuesta acerca de lo qué le sucedía. Nehemías le reveló el motivo de su preocupación: el lamentable estado de Jerusalén y cuando el rey le preguntó qué intentaba conseguir, inmediatamente oró a Jehová en su corazón y solicitó permiso al rey para regresar y reedificar Jerusalén...... y su oración fue escuchada y el rey accedió a la petición formulada (Neh. 2:1-9). Y sería bueno también y al grado que nos sea posible, que hagamos nuestras oraciones personales en un lugar tranquilo y aislado de otras personas (Mar. 1:35)...... y no olvide nunca, que se está dirigiendo al Ser más Excelso y encumbrado del Universo: Jehová Dios. Pero ¿sobre qué asuntos puede usted orar?

Evidentemente sobre cualquier cosa que pudiera tener efecto en su amistad con Él (Fil. 4:6-7), pues la oración que Jesús nos dejó como modelo, nos muestra una pauta a seguir: debemos orar por ejemplo, a favor de la vindicación del nombre y el propósito de Jehová; también podemos pedirle que satisfaga nuestras necesidades materiales, que perdone nuestros pecados y que nos ayude a resistir las tentaciones (Mat. 6:9-13). Todas esas cosas las necesitamos, pero..…. ¿tiene usted en este momento, algún problema que le perturbe? Pues bien, ya tiene ahí un tema de conversación con su Creador; ahora bien, no permitamos que nuestras oraciones sean egoístas, pues solo debemos pedir cosas que estén en armonía con la voluntad de Dios (1 Juan 5:14). Por ejemplo, que le pidamos por nuestro sustento diario, al tiempo que hacemos todo lo posible por nuestra parte para conseguirlo, entra dentro de lo razonable...... pero el pedirle, por ejemplo, que nos toque la bonoloto o una lotería para aliviar nuestra economía y darnos cierto desahogo, pues que quiere que le digamos, pero no parece ser demasiado apropiado y acorde con su voluntad ¿no cree usted? Ahora bien ¿cuándo debemos orar? ¿Solo cuando necesitemos de su ayuda?

No necesariamente, pues usted puede orar siempre que su corazón le motive a dar gracias a Dios o a alabarlo (1 Cró. 29:10-13); no deje de orar tal y como le hemos dicho, cuando tenga problemas y su fe se vea sometida a prueba (Sal. 55:22; 120:1). Por otra parte, también sería apropiado y si el ambiente o circunstancias lo permiten, orar antes de las comidas (Mat. 14:19), pues recuerde que Jehová nos invita a que oremos “en toda ocasión” (Efe. 6:18). Sin embargo, no haga de ese tipo de oración un rito, o sea, que no pueda comer tranquilo si no lo ha llevado a cabo y como si le faltara algo, pero que su motivación, no sea fruto de un sincero agradecimiento a Jehová...... eso, no le valdría para nada.

Y si nos hemos equivocado gravemente o dicho de otra manera, hemos cometido un pecado grave, tenemos que orar sin falta y rogar a Jehová que nos muestre misericordia y nos perdone; no se retraiga de ello por el peso del pecado cometido, pues nunca olvide, que Dios está “listo para perdonar” (Sal. 86:5), siempre y cuando, le confesemos nuestros pecados y hagamos todo lo posible, por no volver a cometerlos:

Porque tú, oh Jehová, eres bueno y estás listo para perdonar; y la bondad amorosa para con todos los que te invocan es abundante.” (Prov. 28:13).

Pero ¿escucha Dios todas las oraciones, vengan de quién vengan? Vamos a ver, de entrada, Jehová solo escucha las oraciones de los justos (Prov. 15:29). Por lo tanto, para que Dios escuche sus oraciones, usted debe esforzarse al máximo por vivir en conformidad con Sus leyes y disposiciones reglamentarias expuestas en su Palabra y para ello, evidentemente, tiene que conocerlas (Prov. 28:9; 2:1-5) y lo cual implica un sincero esfuerzo, por aprender lo que se nos dice en Su Palabra, la Biblia...... y cuando ore, no se olvide nunca de a Quién se está dirigiendo, por lo tanto, debe hacerlo con humildad (Luc. 18:9-14). Por otra parte, sus obras tienen que respaldar lo que pide en oración; solo así demostrará que tiene fe y que ora con sinceridad por aquello que solicita...... solo entonces contestará Jehová sus oraciones (Hebr. 11:6).

Y en fin, querido amigo o amiga que nos lee, eso solo han sido unas pequeñas pinceladas de por dónde van las cosas, pero permítanos una pequeña observación: todo esto que usted ha leído, solo le será útil, si contrasta cada uno de los textos que le hemos citado, con la traducción de que disponga en este momento y se asegure, de que lo que le hemos explicado, es correcto y se ajusta a lo escrito en la Biblia. De otro modo y prescindiendo de que le haya gustado lo que ha leído y haya disfrutado con ello, podría manifestar cierta falta de aprecio e interés, por aquello que su Creador desea comunicarle, para su propio beneficio. Y puesto que ya sabe cuál es nuestro deseo al respecto, pues eso…. que lo disfrute.

MABEL

jueves, 29 de abril de 2010

La Biblia y la muerte

Es cierto que uno de los peores momentos por el que puede pasar el ser humano, es ese en que tiene que enfrentarse a la muerte de un ser querido y si bien, cuando se trata de una persona ya entrada en años la que fallece, lo solemos aceptar con un poco más de resignación, la cosa ya cambia cuando el fallecido es una persona de poca edad, o en la flor de su juventud, como se suele decir...... sencillamente el dolor es insoportable. Con esto en mente, pensemos por un momento en la cantidad inmensa de personas que han perdido la vida en actos violentos, como guerras, terrorismo, asesinatos, enfermedades mortales, violencia de género, accidentes (de tráfico o de cualquier otra naturaleza), etc., a lo largo de la historia humana e intente imaginarse la cantidad de dolor y amargura acumulados, que se han llegado a vivir en esta tierra por siglos o milenios.

El ser humano actualmente y con una conciencia ya cauterizada por la dureza de esta experiencia inevitable, con el añadido de la violencia y derramamiento de sangre que a diario vemos en películas, videos, videojuegos y que se quiera o no, en algo influye en una involuntaria actitud de no valorar adecuadamente la vida, damos poca o ninguna importancia a la muerte de miles de personas, a menos que alguna de ellas nos sea cercana. Hoy día, por ejemplo, la noticia de los casi 250.000 muertos del terremoto de Haití, nos han sonado como una simple cifra más a añadir a las del tsunami de Sumatra, a las constantes victimas de inundaciones, otros terremotos, o que debido al hambre y según la FAO, 1.020 millones de personas, 1.020 millones de personas que se dice pronto, están al borde de la muerte por inanición, o sea, dicho de forma clara y entendible, de hambre. Sin embargo por otra parte y en un ambiente más cercano, nos damos cuenta que continuamos sin aceptar la muerte como un hecho normal y natural. Por ello, constantemente, nos asaltan algunas preguntas.

Por ejemplo ¿quién no se ha preguntado alguna vez, qué pasa cuando un una persona muere? Y es que cuando un ser amado está debatiéndose entre la vida y la muerte, todavía hay esperanza de que el cuerpo rechace con éxito los efectos de la enfermedad o del accidente, si este es el caso y continúe con vida. Pero cuando esa persona es vencida por la muerte, entonces ¿qué? ¿Ha desaparecido para siempre la esperanza de volverlo a tener entre nosotros? ¿Sencillamente, ahí se ha acabado todo? Cuando usted visita la casa que está de duelo ¿puede compartir con los afligidos alguna esperanza razonable y consistente, o quizás se siente impotente cuando se encara a la tragedia que les ha sobrevenido? Sabido es que la esperanza alivia la carga del dolor, porque la tal esperanza despeja la oscuridad que desciende sobre los dolientes como un paño mortuorio. Pero claro, tiene que ser una esperanza genuina, una esperanza bien fundada...... tiene que ser una esperanza basada en una autoridad indisputable, por ello, tiene que ser la verdad. ¿Cree usted que esté disponible esa clase de esperanza consoladora? Y es que puede ser, que al hallarse usted en una situación en que haya necesidad de consuelo, ofrezca las mismas expresiones de condolencia que ha oído que ofrecen los clérigos en los funerales, a los dolientes familiares y amigos del finado. Y siendo cierto que muchas personas acuden a su iglesia para obtener consuelo en tiempos de pesar, no es menos cierto también, que muchos caen en un sentimiento más intenso de pérdida y frustración, por lo que se les ha enseñado a creer acerca de la muerte, en dichas iglesias.

Porque póngase usted por un momento, en el lugar de unos padres que están de duelo por la muerte de un hijo y algo obviamente muy difícil, pero inténtelo: ¿Cómo respondería usted, si viniera un clérigo, un representante religioso de su iglesia y le dijera que no se apesadumbrara, porque Dios se ha llevado a su hijo para que esté con Él? Esa declaración no es rara, sino que la oímos con frecuencia y siendo el caso que muchos clérigos adoptan el punto de vista que expresó cierto escritor religioso, al decir: “¿Quién sabe si Dios no se llevó su bebé a casa al Cielo, para volver el corazón de usted también al Cielo?”...... ingenioso el hombre ¿no le parece? Pero, ¿lo consolaría a usted eso? Más bien no, ¿verdad? Y es que lo que realmente han conseguido esa clase de consuelos, es hundir a las personas en la amargura, que han seguido preguntándose por qué un Dios de amor, infligiría tal pérdida, con el consiguiente dolor y desesperación de los que han perdido aquello que tanto amaban...... y con el consiguiente sentimiento de rechazo hacia un Dios, capaz de semejante crueldad.

Por otra parte y algo que también hay que tener en cuenta, es ¿qué consuelo puede darse a las multitudes de personas que al pensar en que un día, inevitablemente tienen que enfrentarse a la muerte, se llenan de terror? Porque se nos ha enseñado que la muerte realmente no es muerte, o sea, el estar sumidos en la inconsciencia más absoluta, sino que para algunos de conducta algo "dudosilla", es un tiempo de castigo en tormentos terribles. Incluso algunos sistemas religiosos han representado vívidamente las llamas del infierno y han arengado a los feligreses de sus congregaciones, en cuanto a lo interminables que son las aflicciones que sufrirán los “condenados.” Luego y ante semejante panorama, pregúntese ¿qué clase de consuelo puede usted ofrecer a los que están de duelo y que han sido sometidos a esta clase de religión de terrorismo? ¿Serán muy felices pensando que quizás a su difunto, le espera semejante futuro eterno?

Sin embargo y siendo más positivos, quizás algunos crean que han llevado una vida más o menos decente y puedan consolarse con el pensamiento de que “todos los buenos van al cielo.” Porque eso es también, lo que se les ha enseñado a esperar, pero aun así, las personas puede que tengan sus recelos. Y es que realmente ¿a cuántas personas conoce usted, que afirmen tener esa expectativa y que estén ansiosas por morir, para experimentar semejante transición a ese lugar, supuestamente paradisíaco?...... ninguna ¿verdad? Y es que la mayoría de las personas y de forma razonable, creen que la vida presente, aunque angustiosa, es preferible a la incertidumbre que hay después de ese obstáculo insalvable que significa la muerte.

Porque ¿qué hay si una persona supuestamente encaminada al cielo al morir, resulta que realmente no va allá? ¿Que eso no fuera así y que se nos hubieran engañado? Entonces es obvio que los afligidos estarían inquietos e inseguros y es de esperar que uno, en su propio interés personal, no quiera ser engañado así ¿verdad? Y es que aunque usted obtuviera cierto grado de consuelo del engaño, ciertamente solo sería de índole temporal, porque el verdadero consuelo, el sólido, el que dura y al que podemos adherirnos con seguridad, tiene que estar en armonía con la verdad. Si nos adherimos a una mentira, a algo que es contrario a la Palabra de verdad de Dios, entonces toda la adoración que nos esforcemos en darle a Dios, dentro de esas organizaciones religiosas que nos engañan, será dada inútilmente, porque Cristo declaró que “los que lo adoran (al Padre) tienen que adorarlo con espíritu y con verdad.” (Juan 4:23-24). (Acotación nuestra).

Uno verdaderamente se ve en una posición muy embarazosa cuando entra en la casa de los dolientes y en esencia, solo puede decir a los afligidos algo parecido a...... “Bueno, su muerto amado con el tiempo llegará al cielo. Simplemente tengan fe.” ¿No es probable que la mente de algunos dolientes, en este caso católicos, se llene de angustia al pensar que quizás el difunto primero tenga que pasar un período larguísimo de aflicción en el purgatorio (ellos creen en eso), antes de que satisfaga los requisitos para ir al cielo? Recuerde que las “misas” para difuntos, tienen esa finalidad: se ofrecen (mediante pago, faltaría más) para acortar esa estancia en semejante lugar de refinamiento. Por otra parte ¿se le ha ocurrido a usted alguna vez, pensar a qué se debe que se encuentre en este dilema...... de querer consolar a sus amigos y/o parientes apesadumbrados y no obstante, no tener ningún mensaje claro de esperanza que ofrecer, solo unas inútiles y poco consoladoras frases hechas? Porque quizás se le haya enseñado, que el hombre tiene alguna clase de alma invisible que abandona al cuerpo al sobrevenir la muerte y mora en otro lugar como criatura consciente, sea en el cielo, el purgatorio o un infierno de fuego; pero por otra parte y contradictoriamente, también es probable que en la misma organización religiosa se le haya enseñado que hay una resurrección de los muertos, ya que en la Biblia, se nos habla de una resurrección de los mismos:

No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.” (Juan 5:28-29).

Pero pause ahora y considere el asunto con atención: si los muertos realmente no están muertos, sino realmente vivos en otra esfera o dimensión (llamémosle así) ¿por qué sería necesario resucitarlos? Además, si el alma del muerto ha sido relegada a un “infierno” de tormento para siempre ¿cómo sería posible resucitar a dicha persona?...... sin embargo, la Biblia nos habla de una resurrección, en que tanto “justos como injustos”, serán resucitados (Hech. 24:15). Y por otra parte, si el alma del difunto se ha ido al cielo, habría muchísima menos razón para restaurarla en la resurrección y que tiene que acontecer aquí en la Tierra, luego ¡el que estuviera en el cielo tan ricamente, ciertamente querría permanecer allí! ¿O no? Pero es que además y llevando la cosa, al campo de lo racional, no se puede resucitar aquello que no ha muerto. Veamos: según la RAE de la lengua, la expresión “resucitar” se define básicamente como “volver a la vida”; pero claro, según esas enseñanzas citadas, la persona realmente no ha muerto, sino que ha sido transmutada y llevada a otro lugar, llámesele cielo, purgatorio o infierno, pero en esencia no ha muerto, luego continúa viva. Entonces ¿cómo se la puede resucitar y para qué?

Por supuesto, si fuera verdad que el hombre tiene un “alma inmortal”, entonces posiblemente concordaríamos en que al sobrevenir a la muerte, el alma tiene que ir a algún lugar. Pero aun clérigos que por mucho tiempo se han adherido a esa idea, de la existencia de un alma inmortal, ahora expresan dudas acerca del asunto. Ya muchos ministros de diversas confesiones cristianas, aseguran que la doctrina de la inmortalidad del alma no es una doctrina que se hubiera derivado del Nuevo Testamento; sino que es un concepto que tuvo su origen, al parecer, en la filosofía griega, particularmente en Platón (siglo IV a.C.). Luego la pregunta es: ¿puede derivarse algún consuelo genuino, de una creencia que tiene su base en la filosofía pagana? Y es que la fuente más autorizada de la verdad religiosa es la Biblia, la Palabra escrita de Dios (Juan 17:17); y para que su forma de adoración le sea acepta a Dios, entonces tiene que estar en armonía con la verdad bíblica, pues la adoración que está enlazada con enseñanzas desorientadoras acerca de la muerte y la esperanza para los muertos, no puede agradar a Dios. Entonces, cuán importante es, que los que quieran obtener el favor y las bendiciones de Dios, averigüen lo que Su libro/carta a la humanidad, verdaderamente dice sobre esos asuntos vitales y que tienen que ver directamente con nuestra esperanza futura.

La Biblia declara que toda “alma que esté pecando, morirá” (Eze. 18:4; 20); y en la Biblia, la palabra “alma” muy a menudo se usa en el mismo sentido que las palabras: ser, persona o criatura. La Palabra de Dios se refiere a un “alma difunta” o a un “alma viviente” tal como hablaríamos acerca de una persona muerta o una persona viva (Vea Lev. 23:30; 21:1, 11; Núm. 5:2 y Gén. 2:7, versículos en los cuales y en la mayoría de las versiones, la misma palabra hebrea para alma, se traduce diversamente como: persona, muerto, cuerpo o alma). Así mismo usted pudiera referirse a alguien como “pobre alma” y realmente querer referirse a la persona en sí misma y no algo que haya dentro de la persona. Pero aparte de eso ¿le ha inquietado alguna vez, el por qué mueren las almas o personas?; la respuesta bíblica, según se da en Rom. 5:12, es la siguiente:
Por medio de un solo hombre (Adán) el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado y así la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos habían pecado.”

De modo que inevitablemente la gente muere: los jóvenes y los ancianos, los sabios y los ignorantes, los pobres y los ricos y todo ello, debido a la inevitable herencia del pecado. Y cuando mueren, resulta que realmente están muertos, fuera de cualquier existencia, pues no están conscientes de nada en absoluto. Veamos cual es la cruda realidad del hombre, en su actual situación de alejamiento de su creador:

Porque el hombre y la bestia tienen la misma suerte: muere el uno como la otra; y ambos tienen el mismo aliento de vida. En nada aventaja el hombre a la bestia, pues todo es vanidad. 20 Todos caminan hacia una misma meta; todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo.” (Ecl. 3:19-20).

Y es que no existe ninguna diferencia biológica entre la muerte del uno (el hombre) sobre la otra (la bestia); todos los cuerpos se descomponen y pasan a fundirse con la tierra, luego cualquier otro tipo de pensamiento o idea que tenga el hombre, es sencillamente eso: vanidad. Porque en ese texto, no se nos habla de que seamos trasladados a ningún otro sitio; por otra parte, a los muertos se les representa en las Santas Escrituras como dormidos en un sueño profundo, sin soñar, o sea, en una total inconsciencia. No saben nada, ni experimentan nada, ni volverán a estar conscientes de nada en absoluto, sino hasta el día que sean resucitados; y en prueba de la certeza de esas declaraciones, considere estos textos bíblicos significativos:

Porque los vivos están conscientes de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no están conscientes de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, porque el recuerdo de ellos se ha olvidado.” (Ecl. 9:5).

Y eso es lo que ocurrió, según Pablo, con el propio rey David:

Porque David, por una parte, sirvió según la voluntad expresa de Dios en su propia generación y se durmió en la muerte y fue puesto con sus antepasados y sí vio corrupción.” (Hech. 13:36).

Por otra parte, analice las palabras de un hombre que gozó del favor de Jehová:

¡Oh que en el Seol (hebreo para “sepulcro”) me ocultases, que me mantuvieses secreto hasta que tu cólera se volviera atrás, que me fijaras un límite de tiempo y te acordaras de mí! Si un hombre físicamente capacitado muere ¿puede volver a vivir? Todos los días de mi servicio obligatorio (el tiempo de estancia en el sepulcro) esperaré , hasta que llegue mi relevo. Tú llamarás y yo mismo te responderé.” (Job 14:13-15). (Acotaciones nuestras).

La esperanza contenida en esas palabras de Job, están en completo acuerdo con la profecía que Jesús pronunció, a saber:

Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán mi voz y saldrán.…..” (Juan 5:28-29).

Todos los humanos muertos que Dios tenga en su memoria y que por medio de Cristo, levante misericordiosamente para que vivan de nuevo en la Tierra, tal como Lázaro fue levantado a la vida, no se acordarán de su sueño en la muerte, sea que haya durado cuatro días o cuatro mil años. (Juan 11:11-17, 43-44). Sin embargo, tenemos que notar que los resucitados volverán a la vida bajo un estado enteramente diferente de las cosas, o sea, totalmente distinto de cómo lo conocemos ahora.

Porque para ese entonces, habrá comenzado en esta Tierra el reinado de mil años de Cristo, habiendo ya vencido y eliminado a todos los enemigos de la paz y la justicia. Bajo su gobierno perfecto, se efectuarán cosas maravillosas en la Tierra, impensables en condiciones normales para el ser humano; por ejemplo, la Tierra habrá iniciado un proceso de transformación hacia lo que conocemos como un paraíso, eso es, un marco de belleza incomparable, en dónde la paz y seguridad serán la regla y no la excepción; en donde la enfermedad o las deficiencias físicas de cualquier tipo, la vejez y la muerte con sus amargas consecuencias, serán cosa del pasado y en dónde ni siquiera las penas, amarguras y sufrimientos anteriores “no serán recordadas, ni subirán al corazón” (Isa. 65:17). Todos los “escombros” que resulten de la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” serán eliminados y el suelo, con la bendición de Dios, llegará a ser productivo y sus frutos seguramente, ayudarán a la humanidad a lograr la salud perfecta (Rev. 16:14; 20:4; 21:1-4).

Ahora, quizás usted pueda entender por qué Jesús contestó de la manera que lo hizo cuando un malhechor que estaba siendo ejecutado junto a él, le hizo esta petición:

Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino. 43 Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso”.” (Luc. 23:42-43).

Note que Jesús no le prometió nada en especial, como que tendría la oportunidad de formar parte del gobierno de un reino, que sería un rey, o un sacerdote de Dios (Rev. 20:6)...... un privilegio que se otorga solo a unos cuantos escogidos de entre la humanidad (Luc. 12:32); no, no, lo que Jesús le prometió a aquel malhechor simplemente, es que estaría en el paraíso. Y Jesús, con eso, no mencionó nada parecido a un infierno o purgatorio, aunque se estaba dirigiendo a una persona “injusta”; luego su promesa está en plena armonía con el hecho de que aun las personas injustas serán resucitadas del sepulcro y se les ofrecerá la oportunidad, bajo condiciones paradisíacas, de probar si son dignas de alcanzar la vida eterna (Hech. 24:15). ¿No es ésta una expectativa maravillosa, que cautiva, que atrae y da consoladora esperanza? ¡Imagínese a sus personas amadas, en un tiempo fallecidas, restauradas a la vida y a su lado, sobre una tierra en medio de esas magníficas condiciones! Así se abre todo un nuevo futuro para inmensas multitudes que han entrado en el sueño de la muerte; y el hecho de que habrá una inmensa muchedumbre de justos, así como de injustos, resucitados del sepulcro lo confirman también estas palabras de Rev. 20:13:

Y el mar entregó los muertos que había en él y la muerte y el Hades (griego para “sepulcro”) entregaron los muertos que había en ellos y fueron juzgados individualmente según sus hechos.” (Acotación nuestra).

Debe notarse que no será un juicio en masa, sino de cada uno individualmente y eso requerirá tiempo y que para nada y contrario a lo que muchos creen, es más, afirman como enseñanza algunos “entendidos”, serán juzgadas las personas según su registro del pasado, porque sobre esa base, el malhechor que recibió la promesa de Cristo tendría poca o ninguna oportunidad. Además, no olvidemos que el registro bíblico va en la siguiente dirección: “el que ha muerto ha sido absuelto de su pecado” (Rom. 6:7); o sea, que la persona que murió, ya pago con su muerte, por todo lo que había hecho antes de la misma:

Porque el salario que el pecado paga es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor.” (Rom. 6:23).

Luego todas aquellas personas que habiendo muerto, estén en el recuerdo de Jehová, recibirán de nuevo una oportunidad para alcanzar la vida eterna y siendo la base para el resultado final de su resurrección, bien para vida o bien para destrucción eterna, la manera en que respondan al régimen amoroso del reino milenario de Cristo después de su resurrección. Los que se sometan voluntariamente a la dirección de ese gobierno auspiciado por Dios y sepan aprovecharse de sus provisiones, progresarán maravillosamente hacia la perfección humana y hacia el don de vida eterna; por el contrario, aquellos que continúen resistiéndose tercamente, su final será la destrucción eterna (Rev. 20:15) y asunto que quedará resuelto definitivamente, al final de los mil años del reinado de Cristo, cuando sea soltado Satanás y la entera humanidad se enfrente a la prueba final:

Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión 8 y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de estos es como la arena del mar. 9 Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo y los devoró. 10 Y el Diablo que los estaba extraviando fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde ya estaban tanto la bestia salvaje como el falso profeta; y serán atormentados día y noche para siempre jamás.” (Rev. 20:7-10).

¿Alcanza usted discernir, lo consolador que puede ser para las multitudes afligidas por el letal enemigo del ser humano y que conocemos como “la muerte”, este mensaje de la verdad bíblica? Sin embargo, solo los que creen y aceptan la Palabra de Dios, pueden estar convencidos de estas verdades y transmitir un mensaje de esperanza; mientras que los que continúen en asociación con las organizaciones eclesiásticas que siguen enseñando doctrinas que ocultan o niegan esta esperanza maravillosa, no pueden transmitir este mensaje esperanzador a otros. Ciertamente, usted puede razonar que no puede haber nada en común entre los que aceptan la Palabra de Dios como la base de la verdad y los que mezclan sus enseñanzas con tradiciones humanas y teorías filosóficas originadas en el hombre...... al menos, eso es lo que dio a entender Pablo:

No os unáis en yugo desigual con los no creyentes. Porque ¿qué compañerismo tiene la rectitud con el desorden? ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas?” (2 Cor. 6:14).

Todos los desenvolvimientos de estos tiempos convulsos, muestran que se acerca el día en que Jehová Dios pondrá fin a este satánico imperio mundial (Dan. 2:44), junto a su conjunto de organizaciones religiosas satánicas y que nos pintan a Dios con falsos colores. Los que quieran alcanzar la vida en una Tierra paradisíaca, tienen que obrar rápidamente para salirse de sus muchos sistemas religiosos, sean éstos designados “paganos” o “cristianos”, pero todos tendentes a la confusión y al engaño satánico. Todos estos han estado presentando falsamente la única verdad y con ello, deshonrado al Dios verdadero, al no haber suministrado consuelo genuino a los habitantes de la Tierra que están, por una u otra razón, de duelo. Por lo tanto, usted también tiene que huir de en medio de esas organizaciones religiosas de características babilónicas, según advertencia del profético libro de Revelación:

Y oí otra voz procedente del cielo decir: “Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados y si no quieren recibir parte de sus plagas. 5 Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo y Dios ha recordado sus actos de injusticia” (Rev. 18:4-5).

¿Pero cómo salirse y lo que es más importante: a dónde ir? Una opción que le ofrecemos de momento, es que continúe leyéndonos, pero no dejando en ningún momento de continuar comprobando por usted mismo, si lo que nosotros le decimos, es exactamente aquello que dice la Biblia. Porque si no lo hiciera así, habría dejado de seguir a unos, para seguir a otros y eso, de ninguna manera es lo que pretendemos; porque a quién tiene que seguir usted, es a Jehová mediante Jesucristo, a través de la consideración de Su Palabra, la Biblia y no a nosotros o algún otro. Porque solo de Él y si así lo hace, recibirá todas esas bendiciones de las que le hemos hablado.

Luego si toma esa decisión que le hemos apuntado, pasará a engrosar ese número de personas que a lo largo y ancho del mundo, solo tienen como referente y guía en su vida a las Escrituras; y personas que sin necesariamente estar identificadas con algún tipo de organización religiosa de hechura humana, sin siquiera conocerse entre ellas, son fieles a Jehová y obedientes seguidores de Su Hijo Jesucristo, confiando plenamente en su propósito. Y recuerde, que los discípulos de Jesús, también tuvieron que abandonar la organización religiosa a la que pertenecían para poder ser seguidores Jesús, que no recordamos que en ningún momento mencionara nada acerca de adherirse a otra organización sustitutoria, sino que lo que él dijo fue otra cosa:

Jesús le dijo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por .” (Juan 14:6).

Luego si usted también toma la decisión de obrar en consecuencia...... pues enhorabuena ¡y bienvenido al club!

MABEL

martes, 27 de abril de 2010

Dios recompensa a los que le buscan

Además, sin fe es imposible serle de buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente.” (Heb. 11:6).

Esa era la fuerte convicción de un hombre que amaba profundamente a Dios y que fue sin duda alguna, el más prolífico de los escritores bíblicos y siempre aceptando (aunque hay dudas) que el autor de dicho libro fuera el apóstol Pablo. Y a partir de esa reflexión plasmada en las Escrituras, nos gustaría considerar hasta qué grado usted cree en la veracidad de esas palabras, o sea, que Jehová, nuestro Creador, viene a ser remunerador de aquellos que sinceramente creen en Él y por tanto, le buscan. Veamos.

¿Es usted acaso padre, madre o quizás un miembro de familia, que vive en casa con sus padres? En cualquier caso, ¿no está de acuerdo en que una cosa muy necesaria para que sea feliz la vida de familia, es el que sus miembros puedan expresarse sin reservas según tenga necesidad o deseo? En medio de las condiciones actuales, desgraciadamente, a menudo sucede que tales necesidades y deseos no pueden hallar salida normal y apropiada, quedando por ello reprimidos; pero todavía están ahí y siendo que no es fácil acallarlos, suelen encontrar a menudo una salida, posiblemente por conductos que son perjudiciales sobre todo, en gente de poca edad. Y es que tales necesidades y deseos se hacen plenamente patentes ya desde la niñez más temprana; por ejemplo, un chiquillo llora pidiendo atención por la cosa más pequeña y si algo le deleita, quiere enseñárselo a alguien que responda con comprensión. ¿O quién no ha visto a un niñito sufrir algún accidente leve mientras juega fuera de la casa, entonces silenciosamente contener su dolor, entrar de prisa en ella para hallar a su madre y solo entonces, sentir que puede desahogar sus sentimientos?

Sí, es un hecho que el hombre tiene la necesidad y el fuerte deseo de comunicarse, de compartir con otros las cosas que le preocupan y le interesan. Encarecidamente trata de expresarse, ya sea por el puro placer de ello, para conseguir ayuda cuando la necesita o por el deseo de ayudar a otro que necesite de tal ayuda; pero ¿podemos, en todo caso, determinar la causa de este fuerte deseo? Ciertamente, pues el hombre posee una mente que razona e inquiere, una mente que puede explorar, descubrir y organizar; tiene además, un agudo sentido de lo correcto y lo incorrecto y por ello puede escoger y formar juicio y puede profundizar en entender las cosas y pudiendo por tanto, edificar un profundo aprecio por las mismas y por la gente que le rodea. Lógicamente se desprende que él mismo desee que otros lo comprendan y aprecien, al tiempo que puede amar y tiene un intenso anhelo de que ese amor sea recíproco, lo cual resulta en sentimientos de la mayor satisfacción y estímulo cuando se realiza la reciprocidad de ese amor. ¿No es esto algo que usted conoce por propia experiencia? No hay por tanto ninguna duda, en que estas maravillosas facultades y cualidades existen para que se ejerzan y naturalmente requieren expresión, e impulsan el deseo de que haya comunicación.

Sin embargo, este deseo trae a colación otro factor importante, a saber, el de la relación y por lo tanto, estos dos sentimientos están estrechamente enlazados, pues cada uno depende del otro. Uno no puede disfrutar de comunicación plena y sin reservas, a menos que se mantenga una buena relación; por otra parte, uno no puede edificar una buena relación sin aprender a comunicarse, luego hay que aprender a desarrollar ambos factores cuidadosamente y como prueba, nos referimos de nuevo a los niños. Ellos tienen el deseo natural de expresarse y lo hacen espontáneamente, dando por sentada la atención amorosa que se les otorga, o sea, la buena relación. Pero bastante temprano y si se les entrena apropiadamente, se les enseña a comprender que ni siquiera su madre va a contestar inmediatamente todo lloriqueo suyo. Aprenden que hay veces en que tienen que quedarse callados y es que hay que enseñarles a comprender que una buena relación se puede echar a perder por un comportamiento incorrecto. Así al ir creciendo, aprenden que en todo aspecto de la vida los dos factores de comunicación y relación (o viceversa) desempeñan un papel vital, sea en la escuela, al formar amistades (especialmente con los del sexo opuesto), o cuando se irrumpe al mundo de los negocios, trabajo o el placer. Sí, estos dos factores contribuyen mucho a la felicidad y éxito de uno en la vida y por lo cual, jamás deberíamos dejar de esforzarnos en mejorarlos y así promover y salvaguardar, nuestros propios intereses en la vida.

Ahora bien ¿es posible elevar esta consideración a un nivel superior? Muchos quedan satisfechos con circunscribir la consideración de estos factores a la simple comunicación humana, pero ¿es correcto o razonable entenderlo así? ¿No será posible que al obrar así perdamos un sentido de satisfacción aún más profundo, con beneficios más duraderos y seguros? Ciertamente, la posesión de cualidades y habilidades tan excelentes como las que ya se han mencionado, son prueba incontrovertible y que no deberíamos pasar por alto, de que el hombre no es el resultado de alguna fuerza ciega e impersonal. O sea, no es el resultado de un mero proceso evolutivo, sino que es el producto de una Mente Magistral suprema, de un Diseñador y Creador inteligente, quien también posee estas mismas cualidades a un grado superlativo. Además, queda claro que el hombre a diferencia de los animales, no es un ser gobernado por el instinto, sino que está libre para usar estos dones o abusar de ellos, según lo prefiera. Sin ir más lejos y cada vez más, tanto individuos como naciones hablan mucho de vivir su propia vida y labrar su propio destino. En realidad y en el libre uso, en este caso abuso, de esos dos factores mencionados, comunicación y relación, optan por pasar por alto la existencia de un Creador que tiene un propósito definido para esta Tierra y para el hombre sobre ella. Pero ¿es correcto o razonable considerar las cosas así y adoptar tal proceder?

Pensando en que ya hemos dado suficiente base para mostrar la sabiduría de no proceder de la manera que procede la humanidad en general, ni el dejarse influir por su espíritu, demos un pasito más. Porque sí uno está de acuerdo con esto y admite como cierta la existencia de un Creador ¿no es razonable que el siguiente paso debería ser el inquirir si Este, no le ha dado al hombre una revelación de sí mismo y de su propósito? Porque el poseer una mente que razona e inquiere, con la capacidad de ejercer fe, amor y devoción, ciertamente nos tendría que dejar claro que el Dador de los mismos, debería de haberle suministrado al hombre la forma más elevada de expresar estas cualidades y recompensaría a los que encarecidamente lo buscaran. Eso solo sería razonable y por demás, habiendo visto cuán importantes son estas cosas en la comunicación entre seres humanos, veamos si los mismos aspectos envueltos en el asunto, aplican cuando elevamos la consideración a un nivel superior, o sea, en la relación con nuestro Creador y por lo tanto, con conclusiones mucho más remuneradoras.

Puesto que la comunicación y la relación desempeñan un papel vital entre nosotros los humanos, ciertamente deberían de ser aún más vitales entre el Creador y nosotros mismos; porque si hasta los niños están conscientes de sus necesidades en cuanto a esto, ¿no es solo natural que personas maduras y formadas, sintamos la necesidad y el deseo de disfrutar de una buena relación y comunicación con nuestro Creador como su prole, su creación en definitiva? La satisfacción de tales deseos depende, por supuesto, enteramente del Creador, ya que solo Él puede hacerlo posible y que para nuestro gozo y felicidad, podemos afirmar que él realmente ha hecho esta mismísima cosa. Sí, ciertamente se ha revelado y ha abierto el camino para que nos pongamos en comunicación con Él por medio de lo que conocemos como la “oración”; de hecho y en su Palabra escrita, la Biblia, Él mismo se presenta como “el oidor de la oración” (Salmo 65:2)...... pero ¿cómo lo ha hecho? Principalmente y como acabamos de decir, por medio de su Palabra escrita, la Biblia y también por medio de una Palabra viva, su amado Hijo Jesucristo y el que también recibe el título de “La Palabra de Dios.” (Rev. 19:13).

En la Palabra escrita, encontramos buen apoyo para el argumento que acabamos de dar, pues cuando el apóstol Pablo habló a los atenienses, que estaban entregados “al temor de las deidades” y cuya ciudad estaba llena de ídolos, aprovechó la oportunidad para explicar acerca del Creador. Dijo que era el “Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él” y confirmó cuál era la voluntad del Creador para con los hombres:

E hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para que moren sobre la entera superficie de la tierra y decretó los tiempos señalados y los límites fijos de la morada de los hombres, 27 para que busquen a Dios, por si buscaban a tientas y verdaderamente lo hallaban, aunque, de hecho, no está muy lejos de cada uno de nosotros. 28 Porque por él tenemos vida y nos movemos y existimos, aun como ciertos poetas de entre ustedes han dicho: “Porque también somos linaje de él”.” (Hech. 17:22-28).

Por ello, deberíamos pasar a inquirir si la Biblia da información específica para nuestra guía, en cuanto a la comunicación y la relación apropiada en este caso, de tal modo que realmente podamos hallar a Dios y aprender a comunicarnos con Él de manera acepta. Y aunque como los niños, a menudo estamos más conscientes de la necesidad de mantener abiertas las líneas de comunicación, no obstante y en este caso, la cuestión de la relación es mucho más importante, por lo que la consideraremos en profundidad. Por lo tanto y como primera providencia, nos haremos la siguiente pregunta ¿nos dice la Biblia cuáles son los pasos iniciales necesarios para establecer una buena relación, que nos permita hallar favor con Dios y agradarle?

El primero de estos requisitos es el de la fe. Pablo aclara esto cuando dice a los hebreos lo que hemos leído al inicio, en el sentido de que “sin fe es imposible serle de buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente.” (Heb. 11:6). Y para una mente que es honrada y que inquiere, no debería ser difícil creer en la existencia de Dios, aunque él sea invisible al hombre; vean cómo nos expone Pablo esa cuestión:

“...... porque lo que puede conocerse acerca de Dios está entre ellos manifiesto, porque Dios se lo ha puesto de manifiesto. 20 Porque sus cualidades invisibles se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por medio de las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que son inexcusables (los hombres que quieren pasar por alto a Dios y suprimir por tanto la verdad).” (Rom. 1:19-20). (Acotación nuestra).

Por lo tanto y tomando en cuenta nuestro conocimiento actual en constante aumento de la energía ilimitada que está difundida en el espacio y que opera bajo leyes que indican una fuente y control centrales, fácilmente podríamos estar de acuerdo con esto. Sin embargo ¿qué seguridad tenemos de que Dios sea el “que recompensa a los que le buscan” y cómo nos ayuda esto en cuanto a esta relación? Y aquí de nuevo el registro bíblico nos ayuda, pues tan temprano como en Gén. 15:1, 6, ya se nos habla de un hombre que buscó encarecidamente a Dios, que ejerció fe en él y a quien se le prometió un galardón grande, llamado Abrán, nombre que más tarde fue cambiado a Abrahán. Ahora bien, ¿cómo llegó éste hombre a tener fe en Jehová como el Dios verdadero, en primer lugar? Y esto es muy importante, ya que señala a un segundo requisito, el del conocimiento:

Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, 4 cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto (“pleno” o “completo”, según versiones) de la verdad. ” (1 Tim. 2:3-4). (Acotación nuestra).

Abrahán estaba familiarizado con el registro escrito que fue transmitido por medio de sus antepasados, probablemente Noé y Sem y que más tarde formó la primera parte del Pentateuco y que ahora, constituyen los capítulos de apertura de Génesis; y esta información confiable le dio a Abrahán conocimiento exacto (o pleno), lo cual suministra la base esencial para la fe verdadera. Para nuestro propio provecho, así como para facilitar el que nos pongamos en el lugar de Abrahán y apreciemos mejor su ejemplo excelente, daremos un vistazo a algunos de aquellos hechos registrados en esos primeros libros.

En apoyo de nuestro argumento más temprano, se dice claramente que el hombre fue creado a la imagen de Dios y fue dotado de cualidades y habilidades que le permitirían sojuzgar la Tierra y tener todas las cosas en sujeción. Estaba en estrecha comunicación con su Creador y tenía Su bendición, pues disfrutaba de una buena relación con Él. No solo sabía del “poder...... y Divinidad” de su Creador, sino que tenía abundante evidencia de sus muchas provisiones amorosas, con la dádiva culminante entre todas ellas, como fue una ideal consorte y ayudadora que completaba la felicidad del hombre y hacía accesible, otra fuente de comunicación y relación deleitables (Gén. 1:26-31; 2:18-23). Sin embargo lamentablemente, primero la mujer y luego el hombre, no siendo robots, usaron su libre albedrío en un derrotero de desobediencia voluntariosa al mandato expreso de Jehová, pues optaron por vivir su propia vida y labrar su propio destino...... ¿y con qué resultado? Pues entre otras cosas, la relación y comunicación con su Creador y también, entre ellos dos, resultaron seriamente perjudicadas, al grado que “el hombre y su esposa procedieron a esconderse del rostro de Jehová Dios” y el hombre, al ser interrogado, intentando justificarse, trató de culpar a Dios y a la mujer, diciendo:

La mujer que me diste para que estuviese conmigo, ella me dio fruto del árbol y así es que lo comí.” (Gén. 3:8, 12).

Luego aquí, podemos aprender una lección sumamente importante, como sin duda la aprendió Abrahán: Adán y Eva sabían que estaban endeudados con Jehová por la vida y toda cosa buena de que disfrutaban. Mientras reconocieron esto y permanecieron sujetos a su Creador con un espíritu de devoción y dedicación, disfrutaron de las bendiciones de una buena relación y comunicación con él; pero tan pronto como perdieron ese espíritu y se pusieron a hacer su propia voluntad, inmediatamente perdieron esas bendiciones...... y eso fue cierto entonces y es cierto ahora. Así podemos entender que hay un tercer requisito vital, que es concomitante con la fe y el conocimiento pleno, a saber, el de la devoción de toda alma a Jehová:

No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirlas, porque yo Jehová tu Dios soy un Dios que exige devoción exclusiva…...” (Exo. 20:5).

Estos tres requisitos están estrechamente relacionados, porque la fe no es simplemente el asentir mentalmente o creer en algo invisible, o sea, que no es algo que pueda llamarse fe ciega. Actualmente existe la creencia de que fe, es sencillamente creer en lo que no se ve, pero eso es sencillamente credulidad y que nada tiene que ver con la fe verdadera; más bien, la verdadera fe es la convicción segura de cosas que, aunque invisibles, no obstante tienen la marca de verdad y realidad. Esto entraña, evidentemente, la necesidad de tener conocimiento exacto como la base para tal fe y que la misma derive, en devoción sin condiciones a nuestro Creador. Pablo, en su exposición, definió la fe de la siguiente manera:

Fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen.” (Hebr. 11.1).

La más grande realidad invisible de la que tenemos constancia, es Jehová, pues Sus “cualidades invisibles se ven claramente” y se demuestran mediante las cosas hechas (Rom. 1:20). Su Palabra, la Biblia, tiene la marca de verdad tal como dijo Jesús:

Santifícalos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17).

Tal fe o convicción segura, es algo potente, vivo y forzosamente lleva fruto de acuerdo con su base de conocimiento exacto o pleno y de entendimiento que se consigue a través de la Palabra de Dios: quien posee tal fe está plenamente convencido de que Dios es el recompensador de los que le buscan solícitamente. De eso emanan la dedicación, el deseo y la determinación de continuamente buscar a Jehová, en definitiva, de deleitarse en hacer su voluntad según se registra en su Palabra; y esta fue la propia actitud de Jesús, como se registró proféticamente de él:

En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado y tu ley (o su palabra) está dentro de mis entrañas.” (Sal. 40:8). (Acotación nuestra).

Sin embargo, hay otra cosa que Abrahán aprendió de aquel registro temprano que aumentó grandemente su fe en la promesa de un galardón y también la devoción amorosa, que le tenía a Aquel que le dio esa promesa. La propia fe y devoción de usted hacia su Creador, también pueden ser aumentadas, ya que cuando se pronunció juicio en Edén después de estallar la desobediencia voluntariosa de Adán y Eva, Jehová y a renglón seguido, por decirlo así, expresó una notable profecía que nos aplica a todos: a Abrahán y a todo ser humano que la tomara en cuenta, incluido usted. De forma enigmática, Jehová pronunció unas palabras en donde se ofrecía la esperanza segura de una recompensa; veamos que dijo Jehová:

Y pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón.” (Gén. 3:15).

Eso significaría un gran galardón para la descendencia fiel de la citada mujer y que dicho sea de paso, no hacía referencia a Eva; porque implicaba la esperanza de liberación del cautiverio al pecado y la muerte, resultado de aquella rebelión original, a los que mostraran fe y devoción a Jehová. El primero de estos fue Abel, el primero de una larga línea de hombres y mujeres de fe alistados en el capítulo 11 de Hebreos, así como también se menciona a Abrahán y se describe el galardón que él y los demás citados, recibirán como un lugar permanente en la futura restauración (Hech. 3:21) de la humanidad, donde se disfrutarán de las bendiciones de la relación y comunicación plenamente restauradas con nuestro Creador y en un total estado de perfección humana. En realidad, debido a su fe, aquellos hombres y mujeres ya disfrutaron de esas bendiciones a un grado grande en su propio día, mientras todavía eran imperfectos, tal como nosotros también lo podemos hacer de igual manera. Porque prescindiendo de lo que nos depare el futuro más inmediato, sea lo que sea, jamás nadie nos privará de la bendición de un nuevo mundo, en donde la justicia habrá de morar:

Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa y en estos la justicia habrá de morar.” (2 Pedro 3:13).

En este mismo sentido y hablando de Abrahán, el registro de Génesis 22:1-18, muestra que a Jehová le agradó darle un galardón muy especial y que nos afectaba directamente a nosotros. Después de pasar una prueba severa de su fe y devoción, aun al grado de demostrar que estaba dispuesto, si fuese necesario, a ofrecer su amado hijo Isaac en sacrificio, entonces Jehová reveló que la descendencia prometida en Edén, vendría por medio de su línea de descendencia:

Por mí mismo de veras juro, es la expresión de Jehová, que por motivo de que has hecho esta cosa y no has retenido a tu hijo, tu único, 17 yo de seguro te bendeciré y de seguro multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar; y tu descendencia tomará posesión de la puerta de sus enemigos. 18 Y mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra debido a que has escuchado mi voz.” (Gén. 22:18).

Como Jehová le había dicho antes a Abrahán: “Tu galardón será muy grande.” (Gén. 15:1).

Aunque hemos examinado los pasos preliminares que conducen a una buena relación con Jehová, todavía subsiste la pregunta de cómo establecer y mantener abiertas las líneas de comunicación con él; y esto que alguien pudiera pensar que es un problema grande, resulta que es el deseo casi instintivo de cada uno de nosotros. Se ha sabido que hombres endurecidos, ateos reconocidos, invocan a Dios cuando se encuentran en necesidad o peligro desesperado; a este respecto, se cuenta que un almirante inglés y durante la segunda guerra mundial, a preguntas de un reportero, afirmo que en un barco de guerra que se está hundiendo “no hay ateos”. Hasta Caín, el primer asesino de la historia humana, clamó a Jehová:

Por lo cual Caín dijo a Jehová: “Mi castigo por el error es demasiado grande para llevarlo. 14 Aquí efectivamente estás expulsándome hoy de sobre la superficie del suelo y de tu rostro estaré oculto; y tendré que llegar a ser errante y fugitivo en la tierra y es cosa segura que cualquiera que me halle me matará”.” (Gén. 4:14-15).

Así mismo Eva, aunque estaba condenada, se mostró deseosa de poner en el cuadro a Jehová al tiempo de nacer sus hijos, diciendo:

Ahora bien, Adán tuvo coito con Eva su esposa, y ella quedó encinta. Con el tiempo ella dio a luz a Caín y dijo: “He producido un hombre con la ayuda de Jehová.

Como evidencia adicional de que este deseo de relacionarnos con nuestro Creador, está profundamente arraigado entre la humanidad, considere lo siguiente: ¿no es verdad que en la mayoría de las religiones de cualquier signo, si es que no en todas, la oración ocupa un lugar prominente de alguna u otra forma en sus servicios religiosos? ¿O conoce usted alguna religión, que no tenga eso que llamamos oración, para dirigirse a un Ser Supremo, en demanda de ayuda? Pero, sin embargo ¿no es también verdad que por lo general, sea que dichas religiones sean cristianas o de otro signo, a lo que se da énfasis es a la rutina y el formalismo y solo se varía de esto en ocasiones especiales y en señaladas festividades? Y siendo el caso, que esta rutina y formalismo, incluye también a sus oraciones, que a menudo o se salmodian o recitan de un devocionario, con monotonía insulsa; aunque muchísimas personas, especialmente dentro de la cristiandad y que desde la niñez jamás han conocido otra clase de servicio religioso, es posible que no pongan en tela de juicio esto o lo encuentren anormal. A los que están acostumbrados a ello, probablemente esto les suministra una satisfacción emocional, ya que todo está diseñado con ese fin, incluso el edificio, la música y la indumentaria y que a menudo resulta en cierto misticismo, todo lo cual en conjunto crea un ambiente de exaltación emocional y serenidad; y esto para ellos, es sinónimo de haber estado en contacto con cosas sagradas...... en definitiva, con otro mundo más elevado.

Y claro, cuando se trata de oraciones individuales ¿no son afectadas estas a menudo por las mismas características, debido a que los que las rezan han sido enseñados a hacerlo así desde la niñez? Al pequeño se le enseña a repetir ciertas palabras como oración a la hora de las comidas o cuando se va a acostar, así como a menudo los adultos adoptan el mismo método, leyendo rezos de un libro o aprendiéndolos de memoria, acompañado esto posiblemente con el contar las cuentas de un rosario o algún otro formalismo, como el uso de una rueda de oración. Esto y partiendo de la base que al llevarlo a cabo, la persona lo hace con toda sinceridad, nos podría llevar a plantearnos la siguiente cuestión: ¿es eso realmente orar en el sentido verdadero de la palabra? Y es que quizás le suministre un cierto sentido de satisfacción al individuo que así procede...... pero ¿le agrada eso a Dios? ¿Dice Él que oirá y contestará cualquier forma de oración, con tal que sea pronunciada con reverencia? ¿Nos deja Jehová decidir a nosotros lo que es acepto en cuanto a esto? Además, colectivamente ¿tiene alguna organización religiosa, prescindiendo de lo grande y antigua que sea, el derecho de decidir tales asuntos por su propia autoridad y confiando fuertemente en la tradición, como a menudo sucede?

Porque vamos a ver, ¿cuándo usted tiene una pena, algún problema o algo que tenga necesidad de contar a alguien y se encuentra con su amigo o amiga del alma, en quien sabe que puede confiar, cómo se lo explica? ¿No es cierto que usted le abre su corazón, contándole eso que le está causando daño? ¿No es cierto además, que espera encontrar comprensión y hasta al grado posible, un poco de ayuda? Pues enhorabuena, querido amigo o amiga, porque acaba usted de encontrar la forma correcta de orarle a su Creador; porque el orar a Dios, no es más que abrirle nuestro corazón y contarle aquello que nos perturba y porque no, también aquello que nos hace felices y deseamos agradecerle. El orar a Jehová, no es más que el simplemente hablarle, confiando con todo su corazón que Él le/a está escuchando. Porque esto entre otra cosas, es lo que significan las palabras antes consideradas de que “llega a ser remunerador de los que le buscan.” (Hebr. 11:6).

Pero ¿que pedirle, verdad? Y es que necesitamos tantas cosas…... pero fíjese qué Jesús nos enseñó qué pedirle, cuando dirigiéndose a una multitud y en el contexto de lo que se ha dado en llamar “El sermón del monte”, nos expuso un “modelo” de oración, cuando dijo lo siguiente:

Ustedes pues, tienen que orar de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra. 11 Danos hoy nuestro pan para este día; 12 y perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, sino líbranos del inicuo.” (Mateo 6:9-13).

Pero fíjense bien en las primeras de ese conjunto de peticiones, porque tienen un gran interés para todos nosotros: “…... santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” Después de pedir la santificación del nombre de Dios, como la cosa de más importancia, note que nos enseñó a pedir: venga tu reino. ¿Y qué significa esto? La pregunta viene a cuento, porque aunque esta oración conocida como el “Padrenuestro”, no es más que un modelo o esquema a seguir, los innumerables miembros de la cristiandad la han aprendido desde niños y la recitan a diario y de carrerilla, aunque pocos de ellos si acaso alguno, saben en realidad lo que están pidiendo.

Porque ¿de qué nos estaba hablando Jesús? Pues de aquello que fue el principal objetivo de su primera venida a esta tierra, tan necesitada de un gobierno justo:

Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado”.” (Luc. 4:43).

Porque eso es lo que el Reino de Dios significa: una gobernación que dirigirá los asuntos de la tierra, durante un período de mil años literales y en donde se alcanzarán de manera permanente, todas aquellas bendiciones que disfrutaron en un principio nuestros primeros padres Adán y Eva. Ellos vivían en una paz absoluta y ni siquiera los animales significaban un peligro para ellos; no conocían la enfermedad y muchísimo menos algo parecido a la muerte, ya que ellos tenían la perspectiva de vivir eternamente y lo cual obviamente, significaba que sus cuerpos perfectos no envejecían, sino que habiendo alcanzado su máximo vigor y plenitud, continuarían para siempre así; y lo que es más importante, tenían una total comunicación y perfecta relación con su Dios y Creador. Pues bien, a grandes rasgos, esa es la recompensa que recibirán todos aquellos que busquen con solicitud a Jehová. No obstante, para más información y si nos lo permiten, les recomendamos leer nuestro anterior artículo: El milenio...... ¿solo un sueño? y en donde nos extendemos un poco más acerca de lo que va a ocurrir allí.

Y eso y no otra cosa, es aquello que tenemos que buscar encarecidamente. El escritor del libro de Hebreos, mencionó lo siguiente:

Mas ustedes se han acercado a un monte Sión y a una ciudad del Dios vivo, a Jerusalén celestial..….” (Heb. 12:22).

Aquí y en ese momento, dicho escritor se estaba refiriendo a aquellos que en un futuro tenían que acompañar a Cristo como miembros asociados en esa gobernación milenaria. Pero nosotros nos vamos a quedar con la ubicación de ese gobierno celestial, o sea, sobre el monte Sión y en la ciudad de Jerusalén; y es que lo de celestial, no quiere decir que esté en el cielo, sino que no procede de hombres, sino de Dios. Y es que tiempo después, al apóstol Juan y en una visión que recibió durante la Revelación, se le mostró lo siguiente, según él nos lo relata:

Y vi y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre.” (Rev. 14:1).

Lo que Juan vio por anticipado, fue el cumplimiento de esas palabras de Hebreos, o sea, la instauración del Reino de Dios aquí en la tierra y en el lugar donde siempre había estado: en la tierra de Israel y en su ciudad capital, Jerusalén. Y recuerde, lo que Juan vio, fue la profecía ya cumplida, lo cual significa que todo lo escrito, sencillamente se cumplirá.

Por lo tanto apartémonos del mundo con sus engañosas promesas y no nos dejemos seducir por falsas apariencias; como Jesús dijo en su momento, dicho mundo está bajo el poder de Satanás y todo lo que de él provenga, no tiene más objetivo que apartarnos de la posibilidad de conseguir el acceso a ese nuevo mundo por venir. Y no olvide, que Dios tiene un propósito y lo va a cumplir, prescindiendo de lo que crea o haga el ser humano en cuanto a ello...... y si usted no entiende eso tan sencillo, quizás probablemente mientras ha estado leyendo este artículo, lo único que ha hecho ha sido perder el tiempo lamentablemente. Y si algo ya no le queda a este sistema mundial, tal como lo conocemos y padecemos actualmente, es precisamente eso, tiempo. Por lo tanto, es nuestro deseo que utilice el suyo de la manera más provechosa posible: continúe leyéndonos, contraste si lo que le decimos está de acuerdo o no con las Escrituras y tome la mejor decisión para usted y sus seres amados. Porque no olvide que con nosotros o sin nosotros, Jehová llevará a cabo su promesa de dar su recompensa “a los que le buscan encarecidamente.”

MABEL

sábado, 24 de abril de 2010

El milenio...… ¿solo un sueño?

Hitler se jactaba de que el tercer Reich, que nació el 30 de enero de 1933, duraría mil años y en sus referencias al Reich, los nazis solían llamarlo el “Reich de mil años.” Así nos cuentan los historiadores cuales eran las pretensiones mesiánicas de Adolf Hitler, allá por la década de los años treinta. Todos los que tenemos cierta edad y hemos leído un poco, sabemos lo que sucedió. El sueño milenario (o de mil años) de Hitler nunca se realizó: en la madrugada del 30 de Abril de 1.945, dos disparos acabaron con la vida de Adolf Hitler y la de hacía solo unas horas, su esposa, Eva Braun. El sueño de un milenio, había durado unos pocos años. ¿Pero sabe usted, que muchas personas han estado a la expectativa de un reinado milenario de paz?

Con frecuencia ese sueño, ha incluido la creencia en una pasada Edad de Oro que ha de ser restaurada en el futuro. Por ejemplo, si el lector visita Irán, podrá oír acerca de una antigua “Edad de Oro de inocencia, sin enfermedades ni muerte”. Los bosquimanos del África meridional, hablan de un tiempo pasado en el cual los seres humanos y los animales vivían en paz unos con otros. Al informar sobre estas creencias, The Encyclopœdia of Religion and Ethics (La enciclopedia de religión y ética, según nos han traducido) dice que la idea de una “Edad de Oro del pasado, que se perdió por culpa del hombre”, con frecuencia estaba enlazada con la “esperanza de que las cosas hayan de marchar mejor en el futuro” como, por ejemplo, en un futuro milenio de paz.

Pero, ¿son esas esperanzas solo ilusiones? Reflexionemos un poco en las cosas que nos abruman cada día...... informes de delitos y crímenes, crisis económica galopante, contaminación medio ambiental en un grado jamás conocido, malestar social por doquier, guerras locales (y no tan locales) en un lugar tras otro y por si fuera poco, la brutal situación en Oriente Medio con Irán amenazando con borrar del mapamundi a Israel y la cual nación, pues digamos que no está muy dispuesta a darles el gusto; con lo cual y dada la situación estratégica del foco de tensión, con las principales reservas mundiales de petróleo por medio, fácilmente pudiera degenerar en una conflagración nuclear mundial sin precedentes. Y razonablemente, pocas personas verían en esta situación base alguna para creer en una era futura de paz y prosperidad; ya tan pronto como en septiembre de 1976, la reunión del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos, celebrada en Baden, Austria, declaró:

Las personas que dedican su tiempo a estudiar las duras realidades que conducen a la guerra ya no tienen siquiera soluciones teóricas para el logro de lo que, según las promesas, sería una generación de paz.”

Y si eso fue así en ese entonces, ¿se imaginan ahora, casi 40 años después? Sin embargo y ante tan desoladora perspectiva, en la Biblia se puede leer algo que da razón sólida para no descartar como solamente un sueño la idea de que haya de haber un milenio de paz. Además, la Biblia promete cosas que, de realizarse, harían que nuestra vida actual, fuese mucho más significativa y placentera. Casi al final de la misma, usted hallará lo siguiente:

Y un ángel prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás y lo ató por mil años...... para que no extraviase más a las naciones hasta que terminasen los mil años (.......) Y Dios limpiará toda lágrima de sus ojos (los de la sufrida humanidad) y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 20:1-3; 21:4). (Acotación nuestra).

Es evidente que esa promesa parece muy encantadora, pero…... ¿por qué tenemos más razón para esperar que ésta se realice, que cualquiera de las otras esperanzas milenarias que el hombre ha abrigado, incluso el Reich de mil años nazi? Hay una razón que nos impele a ello y es el hecho de que es el propio Creador, Jehová Dios, quien promete este milenio de paz; fíjese que en una ocasión, cuando un hombre le dijo a Jesús que cierto asunto parecía imposible, el Hijo de Dios contestó:

Las cosas que son imposibles para los hombres son posibles para Dios.” (Luc. 18:27).

¿Cree usted eso? Porque no olvide que nuestro futuro, tiene mucho que ver con que esas palabras sean ciertas...... luego ¿dice la Biblia realmente que Dios habrá de traer en el futuro mil años literales de paz a la Tierra? ¿Es este el modo en que debemos entender lo que dicen las Escrituras? Sería solo razonable, que debido al interés en la posibilidad de recibir magníficas bendiciones, tanto para nosotros como para nuestros seres queridos en un futuro ya inmediato, deberíamos averiguar si ese milenio de paz es más que un simple sueño. ¿Está usted de acuerdo con eso? Entonces ¿qué es el milenio?; vean:

Un tiempo durante el cual los anhelos del hombre de alcanzar la paz, librarse del mal y ver reinar la justicia en la Tierra, finalmente se realizan mediante el poder de Dios.”

Así es como la Enciclopedia Británica describe la enseñanza bíblica del período de 1.000 años, conocido como el milenio. ¿No está usted de acuerdo con que a todos nos gustaría que esa descripción se convirtiera en realidad? Ciertamente nos gustaría disfrutar de paz, de que se nos libre del mal y de que haya justicia en la Tierra, eso es evidente. Pero ¿es esta perspectiva, parte de lo que usted cree respecto al milenio, en función de lo que le han enseñado?

Piense que muchas personas no consideran esa perspectiva, pues conocen poco o nada acerca del milenio y esto es cierto, incluso en millones de personas que han asistido a las iglesias llamadas cristianas y que tienen la Biblia como su libro de referencia, pero siendo la realidad, que muchas de esas religiones ni siquiera mencionan este tema. Es casi como si esto fuera algo que Dios hubiera incluido en la Biblia, como por accidente, pero que no tuviera importancia. Sin embargo, veamos como la Palabra de Dios enlaza el milenio, con la descripción de cómo Él eliminará los dolores, las lágrimas y la muerte.

Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:4).

Y le rogamos, por favor, que vuelva a leer de nuevo estas palabras porque prescindiendo que las personas se las crean o no, se harán realidad. Por eso tenemos buena razón para querer entender lo que Jehová Dios dice y lo que se propone hacer en cuanto al milenio. Nuestro futuro, pudiera estar muy relacionado con ese período de tiempo. Uno puede abrir la Biblia en el capítulo 20 de Revelación y hallar la mayor parte de lo que la Biblia dice acerca del reinado de mil años de Cristo y en donde el apóstol Juan comparte con nosotros lo que vió:

Vi a un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Y prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás y lo ató por mil años. Y lo arrojó al abismo y lo cerró y lo selló sobre él, para que no extraviase más a las naciones hasta que terminasen los mil años...... “Y vi tronos, y hubo quienes se sentaron sobre ellos...... Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús...... Y llegaron a vivir y gobernaron como reyes con el Cristo por mil años...... “Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión, y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra...... Pero fuego descendió del cielo y los devoró. Y el Diablo que los estaba extraviando fue arrojado al lago de fuego...... “Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono, y se abrieron rollos...... Además, cualquiera que no se halló escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego, la muerte segunda.” (Rev. 20:1-15).

Así que, para resumirlo y según la Biblia, el milenio es un período en el cual Satanás no está libre para extraviar a los seres humanos ni causar perturbación; los muertos serán levantados y juzgados y la humanidad será gobernada en justicia por Jesucristo y gobernantes asociados, hasta alcanzar el grado de perfección del que gozaron en su momento Adán y Eva. Sin embargo no olvidemos, que según Jesús dijo en su momento y eso de momento aún no ha cambiado, el gobernante de este mundo es Satanás:

Ya no hablaré mucho con ustedes, porque el gobernante del mundo viene. Y él no tiene dominio sobre mí.” (Juan 14:30).

Pero más que eso: no solo Satanás es el actual gobernante de este mundo, sino que trata por todos los medios de evitar que las personas aprendan de esas maravillosas promesas, tal como nos mostró el apóstol Pablo:

“…... entre quienes el dios de este sistema de cosas, ha cegado las mentes de los incrédulos, para que no pase a ellos la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios.” (2 Cor. 4:4).

Luego lógicamente, puede que usted se pregunte y con razón, por qué se oye tan poco acerca de estas buenas noticias en las iglesias o en los círculos religiosos, en donde se declara pomposamente que la Biblia es la Palabra de Dios y siendo la respuesta muy sencilla: son instrumentos usados por Satanás para extraviar y confundir a las personas. La realidad, es que si uno preguntara, hallaría que la mayoría de esas organizaciones religiosas llamadas cristianas, creen que el milenio no es un período de 1.000 años literales durante el cual Cristo haya de gobernar aquí en la tierra y desde Jerusalén, mientras que otras enseñan, que el milenio no es otra cosa sino un símbolo del reinado de Cristo, el cual comenzó hace casi 2.000 años y todavía continúa. Y los hay otros, que si bien entienden de un reinado literal de mil años, sitúan la sede de dicho reino en el cielo; u otros que aseguran que el Reino de Dios, no es más que una condición espiritual que uno vive en su corazón...... entonces ¿qué debería ser, precisamente, lo que deberíamos de creer? Y podríamos responder a esta razonable pregunta, diciendo que podemos recibir una gran ayuda para entender esta importante cuestión, al considerar lo que el apóstol Juan y sus compañeros, otros apóstoles, creían y también las cosas que sucedieron después de la muerte de esos fieles seguidores de Jesús, para fines del primer siglo en que murió el último de ellos, el apóstol Juan.
Cuando leemos la Biblia, es fácil reconocer que el reino de Dios fue una de las cosas principales que Jesús enseñó a sus discípulos. De hecho y según el evangelista Mateo, Jesús él comenzó su obra con el mensaje: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mat. 4:17). No solo eso, sino que él mismo afirmó que difundir o pregonar ese Reino, era el objetivo primario de su venida:

Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.” (Luc. 4:43).

Cierto que también enseñó a sus discípulos que él tenía que morir, como precio de rescate equivalente a favor de una humanidad condenada eternamente a la muerte por el pecado heredado. Así es como lo entendió Pablo:

Porque todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios 24 y es como dádiva gratuita que por su bondad inmerecida, se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate pagado por Cristo Jesús.” (Rom. 3:23-24).

Pero su principal comisión, como hemos mostrado, era la predicación de ese reino milenario y así lo entendieron sus seguidores. De hecho, la última pregunta que le hicieron antes de su ascensión al cielo, tuvo que ver precisamente con ese reino:

Pues bien, cuando se hubieron congregado, se pusieron a preguntarle: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6).

Sin embargo, esta clara verdad bíblica fue oscurecida después de la muerte de los apóstoles de Jesús. ¿Cómo ocurrió esto? Pablo dijo que después de su partida, o sea, después de su muerte, se levantarían personas que hablarían cosas torcidas para arrastrar a los discípulos tras de sí (Hech. 20:29-30). Y es que si durante el primer siglo, los apóstoles ejercieron una influencia restrictiva que ayudó a mantener puras las enseñanzas de Jesús, todo cambió con la muerte del último de los apóstoles de Jesús. Después que ellos murieron, la apostasía, que ya en tiempos de Pablo y sobre los años 50 E.C., estaba empezando a dar serios problemas, con la muerte de Juan sobre el año 100 E.C., ya no había quién la pudiera refrenar; al grado que entre la segunda mitad del siglo II e inicios del III, no quedaba el más mínimo vestigio de la verdad enseñada por Jesús. Y como resulta obvio, evidentemente esto tuvo una influencia decisiva en lo que se enseñó respecto al milenio, derivando en las enseñanzas anteriormente citadas. Sin embargo, una pregunta razonable sería ¿el reino...... dónde y cuándo?
Para averiguar dónde, tendríamos que volver a leer las palabras de Jesús a sus discípulos cuando los mandó a predicar, diciéndoles “y curen a los enfermos en ella y sigan diciéndoles: el reino de Dios se ha acercado a ustedes” (Lucas 10:9). Y un detalle que no podemos obviar, es que siendo la comisión primaria de Jesús la predicación de este reino, luego una cuestión de vital importancia, no hallamos en ningún lugar de las Escrituras que Jesús o alguno de sus discípulos hubiera explicado nunca que era ese reino, lo cual es como mínimo sorprendente. Luego lo único que habría que pensar, es que sus oyentes o seguidores, ya sabían de qué se les estaba hablando y no necesitaban de una explicación adicional ¿no es cierto? Porque veamos, ¿a quiénes se dirigía Jesús? Bueno, dejémosle que sea el mismo quien nos lo diga, cuando les hizo la siguiente recomendación “sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” El ámbito de la predicación de Jesús, por tanto, se circunscribía tan solo a los judíos, al pueblo de Israel; y ese pueblo, ahora bajo la dominación del Imperio Romano, había sido en su día una floreciente y poderosa nación en donde se asentaba el trono de Jehová:

Y Salomón empezó a sentarse sobre el trono de Jehová como rey en lugar de David su padre y a hacerlo con éxito y todos los israelitas le fueron obedientes.” (1 Crón. 29:23).

O sea que el propio Jehová, mediante un rey delegado sentado en un trono representativo de Su Autoridad Suprema, gobernó por un tiempo sobre Israel...... luego el reino de Dios aquí en la tierra, no era nada extraño para aquellos judíos del tiempo de Jesús. Además ellos sabían, que aunque debido a la infidelidad de Israel hacia Él, sobre el año 587 a. E.C. les quito temporalmente el reino a manos de Nabucodonosor, Jehová había hecho una promesa al rey David, en el sentido de que ese reino y con un gobernante de la línea del propio David, sería restaurado y de forma permanente, de nuevo aquí en la Tierra:

Cuando se cumplan tus días y tengas que yacer con tus antepasados, entonces yo ciertamente levantaré tu descendencia después de ti, que saldrá de tus entrañas; y realmente estableceré con firmeza su reino. 13 Él es el que edificará una casa para mi nombre y ciertamente estableceré el trono de su reino firmemente hasta tiempo indefinido. 14 Yo mismo llegaré a ser su padre y él mismo llegará a ser mi hijo. Cuando él haga mal, entonces ciertamente lo censuraré con la vara de hombres y con los golpes de los hijos de Adán. 15 En cuanto a mi bondad amorosa, no se apartará de él como se la quité a Saúl, a quien quité por motivo de ti. 16 Y tu casa y tu reino ciertamente serán estables hasta tiempo indefinido delante de ti; tu mismísimo trono llegará a ser un trono firmemente establecido hasta tiempo indefinido.” (2 Sam 7:12-16).

Pero aunque esas palabras tuvieron un primer receptor en Salomón, es obvio que proféticamente apuntaban a un futuro lejano y al reinado de Jesucristo, porque tiempo después de Salomón y como hemos dicho anteriormente, el año 587 a. E.C., cesó temporalmente la existencia del reino de Israel como tal. Y aquellas personas a las que se dirigía Jesús, conocían de esta promesa y eso sencillamente es lo que esperaban: que de nuevo fuera restaurada dicha gobernación real y en el mismo lugar en donde estuvo instalada en un pasado. Noten el estado de expectación reinante en Jerusalén, para cuando esperaba la aparición de semejante personaje y que daría inicio (eso suponían) al cumplimiento de la promesa hecha por Jehová:

Ahora bien, estando el pueblo en expectación y todos razonando en sus corazones acerca de Juan: “¿Acaso será él el Cristo? (O el “ungido” o escogido de Jehová, como rey en perspectiva).”
(Acotación nuestra).

Luego esa nación esperaba que de nuevo, volviera a gobernar sobre Israel y desde su capital Jerusalén, un rey de la línea de David, escogido por Jehová y que actuara en su representación y cuya influencia llegara hasta los mismos extremos de la tierra. Ahora bien, puesto que ya sabemos dónde se ubicará ese Reino, intentemos averiguar cuándo.

Y aunque aquellas personas esperaban la restauración de ese gobierno para su tiempo, los tiempos de nuestro Creador eran otros. Jesús mismo se encargó de transmitir esa idea a sus discípulos:

Por lo tanto dijo: “Cierto hombre de noble nacimiento viajó a una tierra distante para conseguir para sí poder real y volver.” (Luc. 19:13).

Así empieza lo que conocemos como la parábola de las minas y en donde se muestra que la instauración literal de ese reino, quedaba aún para un tiempo lejano. Mientras tanto y a tenor de lo que sigue en ese pasaje de dicha parábola, se tenía que ir gestando otro episodio: la elección de aquellos que tenían que gobernar con Jesús en dicho reino. (Luc. 19:15-27). Pero claro, el tiempo ha ido pasando y dicho esperado momento, tenía que llegar...... y ya está aquí; y es que solo un análisis del cap. 24 de Mateo (también de Marcos 13 o Lucas 21), en el que a instancias de sus discípulos, Jesús describió una serie de señales acerca del tiempo para la realización de tan esperado evento, es suficiente para mostrarnos que el momento ha llegado. Y cuando este capítulo lo contrastamos con el contenido del libro de Revelación, vemos el cumplimiento de la mayoría de estas señales y prueba evidente de que estamos ya al límite de los tiempos.

Pero quizás algo que nos puede ayudar a entender como de grave está la situación, tiene que ver con las palabras registradas en Rev. 11:18: “…... y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra” ¿y tiene usted alguna duda del potencial humano para arruinar la Tierra en este momento actual? De hecho y solo en armas de destrucción masiva, el ser humano está hoy en disposición de destruir el planeta Tierra centenares de veces. Harina de otro costal, tiene que ver con el medio ambiente y aunque hay informes contradictorios, acerca de la gravedad del mismo y motivados evidentemente por distintos intereses envueltos en el asunto, lo cierto es que los hechos que se producen a diario, muestran que algo pasa. Nosotros no sabemos qué hay de cierto sobre el tan traído cambio climático, pero si vemos islas desapareciendo bajo el nivel del mar y sus poblaciones teniendo que emigrar; brutales inundaciones en todo lugar, a la par que por el contrario y no muy lejos de ellas (quizás solo unos cientos de kms.), brutales sequías por la falta de lluvias. Y unas y otras, con las graves consecuencias en pérdidas humanas, así como en inasumibles costos económicos que hunden a las naciones que las padecen, en la miseria más absoluta...... y si eso no se para, nuestro querido hogar, esta tierra, se dirige hacia su total ruina. Entonces siendo que el tiempo de Jehová para evitar esta ruina ya está aquí, habría que pensar que las personas que hoy estamos vivas, seremos testigos de ello ¡fíjense cuan cerca está! Y ya conociendo el cuándo, veamos qué es lo que ese reino hará para aquellos que consigan acceder a él.
A pesar de lo aterrador del juicio de Dios sobre la humanidad que no le será obediente, el libro de Revelación nos muestra que muchas personas sobrevivirán a ese evento, gracias a la protección directa del propio Creador (lea el Salmo 91), sobre aquellas personas que le serán obedientes. Rev. 7:9, nos lo explica de esa manera:

Después de estas cosas vi y ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos.”

Ya en unos versículos más adelante, del 13 al 17, se nos concreta más acerca de esa gran muchedumbre:

Y en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, 17 porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.”

Y por si las perspectivas dadas en los versos 16 y 17, no fueran demasiado claras para usted, veamos algunas de las cosas que van a ocurrir durante ese reinado de mil años y de las que usted y sus seres amados, si ese es el caso y esperamos que sí, podrán llegar a experimentar personalmente:

Rev. 21:4-5: “Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. 5 Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. También, dice: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”.

Sí querido amigo o amiga que nos lee, la muerte que tanta amargura nos causa, no existirá; tampoco existirán las brutales circunstancias actuales que tanto dolor y lamento nos provocan actualmente, porque Él va a hacer nuevas todas las cosas. Fíjese bien en las palabras finales del verso 5: nuestro Creador nos garantiza la seguridad del cumplimiento de sus palabras. Y no olvide que Dios no puede mentir:

“…… sobre la base de una esperanza de la vida eterna que Dios, que no puede mentir, prometió antes de tiempos de larga duración.” (Tito 1:2).

La paz entre los seres humanos, será la tónica dominante durante ese período de tiempo:

Y él ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Isa. 2:4).

Una paz y una seguridad que se extenderá también a las relaciones del reino animal entre ellos y en lo que respecta a su relación con el ser humano:

Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero y el leopardo mismo se echará con el cabrito y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. 7 Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. 8 Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado. 9 No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar.” (Isaías 11:6-9).

Y ahora pregúntese ¿le gustaría vivir en medio de esas condiciones? Si así es, continúe leyendo porque aún no hemos acabado. Veamos más cosas que Jehová mediante este reinado milenario, tiene pensadas para el ser humano.

Porque claro, uno podría pensar con cierta tristeza y ante tanta bendición, algo parecido a esto: “Eso es maravilloso, pero quizás lo sería más si yo pudiera andar bien y olvidarme de que soy cojo”. O quizás otro, pudiera lamentarse de su sordera y que lo limita severamente; o algún otro, esté pensando que ojalá pudiera dejar esas gafas que le han acompañado siempre y gracias, sin embargo, mediante las que aún puede ver algo, o leer, etc. Y por no hablar del que ya ni eso puede hacer, sencillamente porque es ciego. Pero cobre ánimo, querido amigo ¿o cree usted que un Dios de amor y misericordia como el que tenemos, que llego hasta el más alto sacrificio de dar a su hijo por usted y sus seres amados, iba a contemplar esas situaciones sin hacer nada? Lea por favor lo que sigue:

En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría. Pues en el desierto habrán brotado aguas, y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros.” (Isaías 35:5-7).

Como puede ver, no solo Jehová va a atender amorosamente esas deficiencias personales, sino que además proporcionara un entorno maravilloso en el que poder gozar del uso de esos sentidos: veremos paisajes hermosísimos; oiremos perfectamente no solo el trino de los pájaros, sino las voces y risas de nuestros seres amados; disfrutaremos de andar sin ninguna limitación por esos entornos embellecidos como el más precioso jardín y podremos oler las suaves fragancias de las bellas flores así como disfrutar del tacto de las caricias a nuestros hijos y personas amadas. Y es que todos nuestros sentidos, volverán a trabajar a la perfección y devolviéndonos con ello, el poder disfrutar del más preciado don que nos ha dado nuestro Dios y Creador: la vida.

Pero..…. aún hay más, querido amigo. Porque el ser humano, también tiene otras necesidades básicas como vivienda, comida, un trabajo que le permita conseguir tales bienes y además mantenerlos, en fin, ya sabe usted ¿no? Pues bien, no debe de preocuparse por ello, porque esas cosas también han sido tomadas en cuenta. Y por si no se cree tanta felicidad, lea, lea:

Y ciertamente edificarán casas y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal. 23 No se afanarán para nada, ni darán a luz para disturbio; porque son la prole que está compuesta de los benditos de Jehová y sus descendientes con ellos. 24 Y realmente sucederá que, antes que ellos clamen, yo mismo responderé; mientras todavía estén hablando, yo mismo oiré.” (Isa. 65:21-24).

¿Qué le parece? ¿Le tranquiliza esta perspectiva y le da seguridad, en cuanto a dar los cuidados y atención necesarios a sus seres amados? ¿Le confortan las palabras de esa hermosa promesa del versículo 24? Y a quién no ¿verdad?

Pero mire por donde, aún hay más. Porque claro, algunas personas de las que sobrevivirán a ese gran juicio que dará entrada a ese período milenario, pues quizás ya estarán entraditas en años y con las deficiencias y limitaciones propias de una vejez, más o menos avanzada, luego ¿qué habrá de ello? Pues para alegría de esas personas, también hay algo previsto para alivio de ese problema:

Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).

Exactamente querido lector; aquellas personas que llenas de años accedan a dicho reino milenario, verán invertido el proceso de degradación celular causado por el pecado y siendo el caso, que progresivamente irán rejuveneciendo hasta alcanzar el momento de su máxima potencialidad tanto física y emocional; y ahí se quedarán eternamente, gozando a cabalidad de la vida con sus plenas facultades. Pero en todo ese resumen que hemos hecho y con ser tan hermoso, espectacular e increíble, aún nos falta algo, porque ¿qué hay de aquellos que desaparecieron en la muerte y que en algunos casos, por ser recientes, aún nos duelen? Veamos.
Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra por primera vez, ya dejo probada como posible la restauración de nuestras deficiencias físicas: el curó paralíticos que volvieron a andar; devolvió la vista a los ciegos; el sentido del oído a los sordos; el habla a los mudos; sano enfermedades repugnantes como la lepra, así como un sinfín de otras dolencias tal como usted puede leer en el relato de los cuatro evangelios, o sea, los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Pero Jesús hizo algo más increíble: levantó muertos, o sea, devolvió la vida a personas que habían muerto y que como el caso de Lázaro, incluso cuerpos que ya habían entrado en descomposición:

Jesús dijo: “Quiten la piedra”. Marta, la hermana del fallecido, le dijo: “Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días.” (Juan 11:39).

Luego lo que básicamente aprendemos de estos hechos, es que es posible realizarlos y además, que solo fueron un vislumbre de lo que se hará en una escala sin precedentes en ese período milenario. Mire que dijo Jesús al respecto:

No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.” (Juan 5:28-29)

Y eso es algo que sus discípulos y que también les fue permitido efectuar estos actos poderosos, tenían muy claro:

“A estos doce Jesús los envió, dándoles estas órdenes: “No se vayan por el camino de las naciones, y no entren en ciudad samaritana; 6 sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’. 8 Curen enfermos, levanten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Recibieron gratis; den gratis.” (Mat. 10:5-6).

Ellos ni por un momento dudaron de que estas cosas, apuntaban hacia un tiempo en donde una obra de esta clase y de alcance mundial, tenía que realizarse. Vea que dijo Pablo en cuanto a la resurrección:

“…... y tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.” (Hech. 24:15).

Sin embargo querido amigo, con ser esto totalmente inimaginable…… aún hay más, porque el apóstol Pablo, quizás el más perfecto conocedor de la voluntad divina, dijo algo como esto:

Pero así como está escrito: “Ojo no ha visto, ni oído ha oído, ni se han concebido en el corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman.” (1 Cor. 2:9).

O sea y que con todo lo que hemos dicho, aún no somos capaces de siquiera llegar a concebir en nuestro corazón, todo aquello que Jehová va a hacer por nosotros. Ahora bien, visto lo visto, se nos presentan dos preguntas: la primera es la siguiente: ¿Lo tiene usted tan claro, no ya como los apóstoles (tampoco le pedimos tanto), sino simplemente como los que en este momento, o sea nosotros, se lo están contando? Y la segunda que se nos ocurre, es esta: ¿Qué estaría dispuesto a hacer, para conseguir esto para usted y sus seres amados? Porque no se le olvide una cosa y que tiene que ver con la voluntad de Jehová: piense el ser humano lo que piense acerca de la posibilidad de que esos planes se cumplan, o sea, se lo crea o no...... Él los va a llevar a cabo:

“…... así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.” (Isa. 55:11).

Y si usted opta prudentemente por averiguar un poco más acerca de esa posibilidad, antes de pronunciarse, probablemente entre los artículos publicados en este blog, habrán aquellos que le pueden dar un poco más de luz acerca de cómo conseguir poder beneficiarse de tantas bendiciones. Y si desea saber un poco más, pues nada, continúenos leyendo y sepa que aquí nos tiene a su disposición, para responder a cualquier duda que tenga...... solo tiene que hacérnoslo saber.

MABEL