miércoles, 28 de septiembre de 2016

Los siete últimos años del mundo, tal como lo conocemos hoy.

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Como les prometíamos en un anterior escrito hoy nos vamos a referir a un período de tiempo del que se nos habla en una de las profecías más importantes de las Escrituras para estos tiempos en los que vivimos, eso es, la famosa “semana 70” mencionada en Dan. 9:27 y en dónde se lee como sigue:

Y él (el personaje “anticristo) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana (de años); y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva…” (Acotaciones nuestras).

Y aunque en este blog hay mucha información acerca de dicha profecía, hoy nos vamos a centrar precisamente en esos últimos siete años y período de tiempo como el que jamás ha habido uno en la historia de la humanidad (ni lo habrá) y que cambiará el mundo de forma radical, al tiempo que llevará a muchas personas a hacer cosas inimaginables en estos momentos. Porque solo con un algo de imaginación, uno puede visualizar los tiempos de Jesús en donde no solo se sanaban leprosos, se restauraban sordos, ciegos o paralíticos, sino que se levantaban muertos por doquier y todo ello a diario…… todo ello, recordémoslo, por medio de personas sencillas como usted que nos lee o como los autores de este blog y en un área localizada, de lo que estamos hablando es de que eso tiene que producirse por todo el mundo. En armonía con lo afirmado, recordemos las instrucciones que en su momento el Hijo de Dios dio a sus más cercanos colaboradores y que, insistimos, eran personas comunes como somos todos nosotros:

A estos doce Jesús los envió, dándoles estas órdenes: “No se vayan por el camino de las naciones y no entren en ciudad samaritana; 6 sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’. 8 Curen enfermos, levanten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Recibieron gratis; den gratis.” (Mat. 10:5-8).

Sabemos de la importancia de esos actos poderosos en la obra de testificación que les fue encomendada a dichas personas, por lo que se nos relata acerca de lo que ocurrió después de la muerte de Jesús en aquellos que atendieron el mensaje recibido a través de sus apóstoles y ello merced a una valiosa información que encontramos en Mar. 16:15-20:

Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas, 18 y con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán (y prescindiendo de lo mortal que fuera la enfermedad)”.

19 Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales (u obras poderosas) que acompañaban a este.” (Acotaciones nuestras).

Luego queda claro que dichas señales no eran más que la “tarjeta de presentación” que identificaba a uno como verdadero enviado por Dios, para comunicar determinado mensaje a la humanidad; no pasemos por alto, el hecho de que ya en los tiempos de Jesús y según palabras de este, se aseveró que en un futuro distante de nuevo se llevaría a cabo una tarea de divulgación parecida y ya definitiva, aunque con otro “mensaje”…… pero veamos esas palabras:

Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 21:14).

Y dado que “el fin” no llegó en el I siglo, solo es pensable razonar que de lo que se nos está hablando de otra predicación para el fin de los tiempos (en los que nos encontramos) y, como hemos dicho, con un “mensaje” diferente. Porque mientras que en los tiempos de Jesús lo que se hizo, mediante la predicación puesta en marcha por el Hijo de Dios, fue el buscar a aquellos que junto a él y con la condición de inmortales reyes y sacerdotes en un futuro tendrían que gobernar a su lado en el reino de Dios (eso es lo que se ofertaba), lo que se va a buscar con esa nueva predicación ya es a los futuros súbditos de dicho reino; es cierto que algunos que se las dan de “teólogos” (más bien “papanatas” de la teología, diríamos nosotros) y ante esta cuestión que planteamos, afirmarán que eso es un puro disparate solo propio de ignorantes y como nos consideran a los autores de este blog algunos de esos teólogos, fundamentalmente por nuestro pasado como miembros de la secta de los Testigos de Jehová…… lo que ocurre es que aunque nuestro pasado sea un baldón a la vista de esos personajes, resulta que la realidad y con datos bíblicos en la mano, la razón parece que la tenemos nosotros y en función de lo que se lee en Rev. 7:9-14:

Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos (……)

13 Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación (eso es, que han sobrevivido a esta) y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Acotación nuestra).

Luego estaríamos hablando de personas que pasan con vida al reino de Dios, mientras que lo que sabemos acerca de los que tienen que reinar con Cristo en dicho reino es que, primero, tienen que participar de la llamada “primera” resurrección (Rev. 20:6) y por lo que, obviamente tienen que haber muerto primero y, segundo, que su resurrección se produce antes de que inicie la “gran tribulación” sobre la tierra y a la que sobrevive la citada “gran muchedumbre”, por lo que no podemos estar hablando de las mismas personas; pero veamos un pasaje que nos habla de la certeza de que esos que tienen que reinar al lado de Jesucristo, sean quiénes fueran, tienen que morir primero:

Y cuando hayan terminado de dar su testimonio (la predicción anunciada en Mat. 24:14 y que tiene que llevar a cabo un “resto” de aquellos que con Cristo han de reinar y aún por aparecer, según Rev. 11:3), la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará. 8 Y sus cadáveres estarán en el camino ancho de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también el Señor de ellos fue fijado en el madero. 9 Y los de los pueblos y tribus y lenguas y naciones mirarán sus cadáveres por tres días y medio y no permiten que sus cadáveres sean puestos en una tumba. 10 Y los que moran en la tierra se regocijan sobre ellos y gozan y se enviarán regalos los unos a los otros, porque estos dos profetas atormentaron (con su mensaje de juicio) a los que moran en la tierra.

11 Y después de los tres días y medio, espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos, y se pusieron de pie (fueron resucitados) y gran temor cayó sobre los que los contemplaban. 12 Y oyeron una voz fuerte procedente del cielo decirles: “Suban acá”. Y subieron al cielo en la nube y sus enemigos los contemplaron.” (Rev. 11:7-12). (Acotaciones nuestras).

Siendo en este preciso momento en el que se produce la “primera” resurrección, pues según el apóstol Pablo aquellos “ungidos” que estén presentes en el tiempo del regreso de Cristo y como es el caso que ahora nos ocupa, “no precederán” en su resurrección (eso es, que no resucitarán antes que los ungidos del primer siglo), sino que será una resurrección conjunta; pero veamos el pasaje en cuestión:

Porque esto les decimos por palabra de Jehová: que nosotros los vivientes que sobrevivamos hasta la presencia del Señor no precederemos de ninguna manera a los que se han dormido en la muerte; 16 porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero (eso es, en un mismo acto conjunto de resurrección).” (1 Tes. 4:15-16). (Acotación nuestra).

Pero todo esto ocurre, recordemos, después de terminada su obra de predicación por un espacio de tiempo de “1.260 días” (Rev. 11:3) y antes de que inicie la “gran tribulación” que tiene también una duración de tres años y medio, por lo que los “sobrevivientes” de la misma solo pueden ser los primeros súbditos de esos personajes que han sido reunidos para conformar el grupo gobernante en el reino de Dios, con Jesucristo al frente…… y decimos que serán los “primeros”, pues a ellos se irán añadiendo aquellos que vayan resucitando durante el milenio. Pero aclarado esto, veamos qué papel desempeñamos los “curritos” de a pie en todo ese espectáculo y que se nos explica en una famosa parábola, la conocida como la de “las ovejas y las cabras” (Mat. 25: 31-46) y de la que algo hemos escrito sobre ella, por ejemplo, en nuestro artículo del 25/06/15 y del que recomendamos su lectura para una mayor comprensión de lo que vamos a exponer a continuación.

Porque y por aquello de ir resumiendo, en dicha parábola se nos coloca inmediatamente después de terminada dicha predicación y cuando se “pasan cuentas” de lo hecho por cada uno…… y según lo hecho, o no hecho, unos son premiados con la vida eterna y los otros, los que “no han hecho”, castigados con la destrucción eterna; luego dada la importancia del asunto, es inevitable el tener que leer dicha parábola en toda su extensión:

Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. 32 Y todas las naciones serán reunidas delante de él, y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda.

34 Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. 35 Porque me dio hambre y ustedes me dieron de comer; me dio sed y me dieron de beber. Fui extraño y me recibieron hospitalariamente; 36 desnudo estuve y me vistieron. Enfermé y me cuidaron. Estuve en prisión y vinieron a mí’. 37 Entonces los justos le contestarán con las palabras: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos extraño y te recibimos hospitalariamente, o desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en prisión y fuimos a ti?”. 40 Y en respuesta el rey les dirá: “En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos (el resto •ungido” por aparecer), a mí me lo hicieron”.

41 Entonces dirá, a su vez, a los de su izquierda: “Váyanse de mí, ustedes que han sido maldecidos, al fuego eterno (sinónimo de destrucción eterna) preparado para el Diablo y sus ángeles. 42 Porque me dio hambre, pero ustedes no me dieron de comer; y me dio sed, pero no me dieron de beber. 43 Fui extraño, pero no me recibieron hospitalariamente; desnudo estuve, pero no me vistieron; enfermo y en prisión, pero no me cuidaron”. 44 Entonces ellos también contestarán con las palabras: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o con sed, o extraño, o desnudo, o enfermo, o en prisión y no te ministramos?”. 45 Entonces les contestará con las palabras: “En verdad les digo: Al grado que no lo hicieron a uno de estos más pequeños, no me lo hicieron a mí”. 46 Y estos (los que no hicieron) partirán al cortamiento eterno (o destrucción eterna), pero los justos (o los que hicieron) a la vida eterna.” (Acotaciones nuestras).

Lo que dicho en román paladín y partiendo del hecho que dicha parábola tenía una proyección futurista, significa que lo que se demandara de cada uno de nosotros es el apoyo incondicional en la obra de predicación que a esos personajes les será encomendada y que tiene que ver con la participación activa en dicha obra divulgadora; un ejemplo práctico de lo que les pretendemos decir, lo tenemos en la actual predicación que llevan a cabo los Testigos de Jehová: cuando hacen un prosélito, este a sus vez tiene que involucrarse en el movimiento proselitista y hacer a su vez, tantos adeptos como le sea posible…… y en el bien entendido de que hacemos mención de esa organización religiosa, solo para mostrar la “dinámica” de la obra que nos será encomendada en un futuro a aquellos que estemos dispuestos a sumarnos a ella.

Y es que dicha secta, al igual que otros movimientos religiosos y muchos otros predicadores que van por libre, si bien se arrogan el estar ya efectuando la predicación anunciada en Mat. 24:14, fallan en los dos aspectos fundamentales de dicha obra y que se resaltan en Rev. 11:3; primero, que el período de tiempos establecido para efectuar dicha obra es de 1.260 días o tres años y medio, mientras que todos esos personajes mencionados nos llevan dando la “matraca” por decenios. Y en segundo lugar, según Rev. 11:5-6, que tanto los líderes de esa predicación por venir, como los que se unan a ellos (Mar. 16:15-20) serán capaces de llevar a cabo las obras poderosas necesarias para acreditar su condición de enviados del Altísimo y, extremo este, que brilla por su ausencia en los predicadores actuales…… luego estamos ante falsos enviados de Dios y, por tanto, ante un falso mensaje predicado; por lo que la pregunta bien podría ser ¿y para cuándo, entonces, tan espectacular oportunidad?

Pues en el mismo momento de cumplirse la profecía de Dan. 9:27, eso es, en cuanto aparezca un líder político (bíblicamente identificado como “el anticristo”) que establezca un pacto de paz o de no agresión entre poderosas naciones en conflicto (fundamentalmente entre Israel y sus vecinos árabes) y la cual cosa está al caer. Y es que al unísono con la aparición en escena del personaje citado, se produce también la de los “dos testigos” de Rev. 11:3 y momento que inicia la primera mitad de esa “semana 70” de Daniel con la “gran predicación” anunciada por el Hijo de Dios en Mat. 24:14 y con una duración, repetimos, de “1.260 días” o tres años y medio; pero veamos ese pasaje:

Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

Eso es, que cuando se haya llegado al término de los “1.260 días” Rev. 11:3 o tres años y medio de predicación (la primera mitad de dicha profética semana), ya muerto el resto ungido y producida la “primera” resurrección, iniciará la segunda parte de la citada “semana 70” y que será abarcada por lo que se conoce como la “gran tribulación” o “el día de la ira de Dios” (Sof. 1:14-18), sobre aquellos que hayan rechazado la oportunidad ofrecida de participar en la obra de divulgación de la inminente llegada del reino de Dios y como se nos explica en 2 Tes. 1:6-9:

Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios (porque no han querido) y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús (es más, se han opuesto a ellas). 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna (en armonía con lo dicho en la parábola de las ovejas y las cabras de Mat. 25:31-46) de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (Acotaciones nuestras).

Por lo tanto estamos en expectativa de que cualquier día amanezcamos y estemos ya inmersos en ese período de tiempo, en el que tendremos la oportunidad de participar en una obra que será única, pues jamás se volverá a repetir en la historia de la humanidad…… y no nos negarán, que haber sido portavoces del Dios Altísimo en la persona de Su Hijo Jesucristo y depositarios de Su Poder para llevar a cabo obras poderosas (Joel 2:28-29), ya tiene su “aquel”; cuestión aparte es cómo nos enteraremos de que ha llegado el momento de tomar acción y subirnos “al carro” de aquellos que partirán hacia la vida eterna.

Apuntábamos al respecto, una teoría en nuestro escrito del día 14/09/15 y que si bien en principio parece buena, no es menos cierto que podría haber otra y sin ser tan espectacular como la mencionada, porque veamos: si lo que esperamos es la aparición del personaje “anticristo” que establezca un pacto por siete años (ni uno, más ni uno menos) entre distintas partes y que al unísono, aparezcan unos personajes haciendo obras poderosas y eso ya se haya producido ¿qué más habría que esperar? Lo que procedería es que cada uno empezara por visitar a su vecino más cercano, anunciándole el acontecimiento producido, así como lo que este significa y que él decida qué hacer: si creérselo y tomar la misma decisión, o no creérselo y quedarse en casa como si no pasara nada…… partiendo de ahí, cada uno estará labrándose su propio destino y según la parábola mencionada de “las ovejas y las cabras”.

En todo caso, lo que sí está claro es que todo aquél que adopte la correcta decisión de ponerse al lado de esos enviados de Dios, vivirá los tres años y medio más significativos e importantes de su vida (tanto pasada, como futura), pues estará al servicio directo de nuestro Creador en ese momento tan crucial de la historia de la humanidad y, dotado además, de grandes poderes para hacer el bien a todos aquellos que atiendan su mensaje; después de eso, tres años y medio más en que uno será ocultado o protegido de la “gran tribulación” (ver nuestro escrito del 13/05/10), para inmediatamente de terminada esta entrar con vida al reino de Dios (Rev. 7:14) y en dónde las enfermedades, la vejez e incluso la muerte, serán cosas del pasado. Todo ese proceso expuesto a lo largo de este escrito, se pondrá en marcha en el preciso momento en que aparezca en escena el “anticristo” y dé el pistoletazo de salida, con la firma de un pacto por siete años y que, insistimos en ello, serán los últimos siete años del mundo, tal como lo contemplamos hoy; y eso, queridos amigos que nos leen, podría ocurrir mañana mismo…… ¡miren si estamos cerca del reino de Dios!

MABEL


martes, 20 de septiembre de 2016

¿Tienen que morir los “ungidos”, para poder reinar con Cristo en el ya cercano “reino de Dios”?


Y entendiendo por “ungido” a todo varón que haya sido declarado Hijo de Dios, por tanto hermano de Jesucristo y coheredero del reino de Dios junto a éste (Rom. 8:17), en calidad de inmortal rey y sacerdote, según se desprende de Rev. 20:6:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad (eso significa la inmortalidad), sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Acotación nuestra).

Hasta aquí bien, si no fuera porque la historia se complica cuando en el asunto intervienen aquellos que no tienen ni puñetera idea de lo que está envuelto en el mismo y que a sí mismos se reconocen como “ungidos” y que son “la tira”; y es que la cosa hoy viene a cuento de una nueva “enseñanza” que ha difundido a través de uno de sus videos, uno de esos “genios” de la teología y que por aquello de la caridad cristiana omitiremos revelar su nombre, que también y al igual que el resto de “paniaguados” que como tal se reconocen (no como “paniaguados”, sino como “ungidos” y que son “mogollón”), afirma ostentar la condición de “ungido” y por tanto, como hemos señalado al inicio de este escrito, el haber sido reconocido por Dios como Hijo Suyo. Argumentos “tipo” como los que vamos a mostrar a continuación, retratan “el pelaje” de todos aquellos que afirman ostentar dicha condición:

Yo soy un UNGIDO del Señor, y nadie debe o puede tocarme a mí, o a usted, si en verdad es un cristiano, sin tener luego que pagar un precio muy caro. Yo me considero un UNGIDO del Señor, y si usted no se considera así, entonces usted no ha entendido lo que significa ser un cristiano o un ungido.”

O este otro y con el que reclaman para sí, una autoridad en conocimiento escritural que no tienen:

Ahora bien, “Ungidos con el Espíritu Santo” resalta otras bendiciones colaterales que Dios nos añade cuando nos entrega el Espíritu Santo, PERO LO MÁS IMPORTANTE ES QUE NOS GUÍA A LA VERDAD (Ver Juan 16:13). NADIE PUEDE SER GUIADO A LA VERDAD SIN EL ESPÍRITU OBRANDO EN ÉL.”

Uno más explícito todavía…… y lo peor es que se lo creen:

Al contrario, soy un hombre muy feliz y dichoso, ya que por fin tengo la libertad que no gozan ellos para escribir y tener mi sitio web donde puedo exponer mis creencias personales y mis “descubrimientos” bíblicos según me lo revela el Espíritu de Dios. Sólo el Espíritu de Dios nos guía a la verdad.”

Repetimos que estamos hablando de argumentos “tipo” y que pueden ser expresados en otras palabras, pero que todo acaba en lo mismo: se creen representantes de Dios en la tierra, sencillamente porque eso se creen ser y si uno no lo acepta, es porque es un incrédulo. Pero volviendo al video de referencia y publicado el 10/10/16 bajo el título “La WT enseña que los cristianos vivos en la parusía morirán para poder ser transformados”, su autor nos afirma sin lugar a duda alguna y en el minuto 7’40” de grabación que eso no es así, por lo que estaríamos ante una flagrante mentira difundida por parte de esa organización religiosa y siendo que esta asegura, con toda rotundidad, que para ser elevado uno a la co-gobernabilidad del reino primero se tiene que morir y como queda claro de este comentario tomado de un artículo de La Atalaya del 01/10/82 en su pág. 22, párr. 8:

Las Escrituras enlazan esta “primera resurrección” con la “presencia [griego, parousía]” de Cristo. (1 Corintios 15:23) El apóstol Pablo escribe: “El Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los que están muertos en unión con Cristo [desde el primer siglo y hasta la venida de Cristo al templo espiritual en 1918] se levantarán primero.” Entonces Pablo pasa a decir que los cristianos ungidos ‘que sobreviven hasta la presencia [parousía] del Señor,’ y que por lo tanto mueren durante la parousía, serán resucitados inmediatamente y serán “arrebatados... en nubes al encuentro del Señor en el aire.” (1 Tesalonicenses 4:14-17) Estos no tienen que ‘dormir’ en el sepulcro ni esperar la resurrección. Al morir son “cambiados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos.”—1 Corintios 15:51, 52, Versión Hispano-Americana.” (Negritas nuestras).

No obstante y para demostrar la razón que supuestamente les asiste a tanto “ungido” como hay suelto por ahí, en su planteamiento contrario a lo expuesto por dicha organización religiosa, hacen hincapié en el pasaje de 1 Tes. 4:14-17 y en el que se lee como sigue:

Porque si nuestra fe es que Jesús murió y volvió a levantarse, así también, a los que se han dormido en la muerte mediante Jesús, Dios los traerá con él. 15 Porque esto les decimos por palabra de Jehová: que nosotros los vivientes que sobrevivamos hasta la presencia del Señor no precederemos de ninguna manera a los que se han dormido en la muerte; 16 porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero. 17 Después nosotros los vivientes que sobrevivamos seremos arrebatados, juntamente con ellos, en nubes al encuentro del Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor.”

Por lo que y según una extravagante interpretación por parte de esas personas que se consideran “ungidas”, resulta que para el momento del regreso de Jesucristo a la tierra existirán gran cantidad de ellas y que, estando aún con vida, serán sencillamente cambiadas de una condición de mortal a una de inmortalidad y junto a los “ungidos” resucitados (los Pedro, Pablo y compañía), serán elevados a los cielos al encuentro de su maestro y hermano mayor…… más o menos la cosa va por ahí.

Pero todo indica que en este caso los Testigos de Jehová (aunque con algunos matices) tienen razón en su planteamiento y sus opositores están totalmente equivocados en su formulación; es cierto que alguno alegará a modo de defensa que a los autores de este blog ya nos ha salido la “venita watchtoweriana” (perdonen el “palabro”) y por lo que raudos y veloces acudimos en defensa de dicha organización religiosa, sea que ésta tenga razón o no. Pero nada más lejos de la realidad, sino que lo que hacemos en este blog es apegarnos al contexto escritural para ver si las afirmaciones bíblicas que se hacen y vengan de donde vengan, se ajustan al mismo o no…… y en el caso que nos ocupa, está claro que la interpretación que se hace de dicho pasaje por parte de los supuestos “ungidos” actuales, no se ajusta al citado contexto, porque veamos: lo que esas personas nos dicen y en una catastrófica interpretación, repetimos, del pasaje de 1 Tes. 4:14-17, es que aquellos “ungidos” que estén vivos en el momento del regreso de Jesucristo a la tierra no morirán (insistimos en el hecho de que estamos hablando de aquellos que con éste tienen que gobernar en el reino de Dios en calidad de inmortales reyes y sacerdotes), sino que serán cambiados en un instante de mortales a inmortales y ello estando aún con vida.

Sin embargo, acabamos de citar al inicio de este artículo, un pasaje bíblico que nos muestra que eso es imposible (Rev. 20:6), pues lo que en el tal se nos dice es que solo aquellos que participen de la llamada “primera” resurrección, son los que alcanzan la inmortalidad y reinarán con Cristo en el reino de Dios…… y se nos antoja algo “dificilillo” el poder resucitar, si resulta que uno previamente no ha muerto; pero volvamos a leer dicho pasaje y por aquello de que no quede duda alguna:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos (luego no sobre aquellos que no participan de la misma) la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Acotaciones nuestras).

Solo este pasaje debería de bastar para cambiar el punto de vista de algunos, pues si lo que se nos dice es que para poder reinar con Cristo hay que participar en una resurrección…… “blanco y en botella”: uno tiene que haber muerto primero; y ese razonamiento que entienden hasta los tontos de pueblo, se les “escapa” a sesudos “teólogos” que van dando clases de lógica y sentido común por ahí. Lo que ocurre es que la cosa no acaba con esto, sino que hay más envuelto en el asunto: porque se da la circunstancia que la muerte que tienen que sufrir esas personas para acceder a tan alto privilegio, es una muerte de sacrificio (eso es, violenta), en defensa de su fe y extremo que con meridiana claridad se nos muestra en Rev. 20:4:

Y vi tronos y hubo quienes se sentaron en ellos y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha (luego si todos los titulares de esos tronos, fueron “ejecutados con hacha”, es obvio que previamente y antes de ocuparlos, todos tuvieron que morir) por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios y los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano. Y llegaron a vivir y reinaron con el Cristo por mil años.” (Acotación nuestra).

Por lo tanto queda claro que el planteamiento presentado por los supuestos “ungidos” actuales en el sentido que no es preciso morir para acceder como gobernante en el reino de Dios, no deja de ser más que, repetimos, el resultado de una disparatada e interesada interpretación del pasaje de 1 Tes. 4:14-17 (a nadie le gusta que le “rebanen el pescuezo” y quieren reinar con Cristo por la vía cómoda) y provocada por la no aplicación del contexto escritural. Pero lo que ya le añade “bemoles” al asunto, es que la mayoría de esas personas se significan por resaltar aquella máxima que nos dice que “Un texto, sin su contexto, es solo un pretexto”, cuando resulta que los primeros en no respetar dicha máxima en su particular percepción de las cosas son ellos…… y es que “una cosa es predicar y otra muy distinta el dar trigo”, como diría nuestro amigo el castizo; hora bien ¿cuál sería entonces y a la luz del contexto bíblico, la interpretación correcta del pasaje en cuestión? Porque una cosa es señalar el error ajeno y otra muy distinta, el dar la versión correcta de un asunto…… y si a algo no estamos acostumbrados los autores de este blog, es a hacernos el “longuis” y no dar la cara; veamos por lo tanto, cómo lo hacemos para explicarnos de una forma entendible:

De entrada, rebatir la idea sostenida por muchos teólogos en el sentido de hacer referencia a los “santos” o “ungidos” de “todos los siglos” que se levantarán en la “primera” resurrección y en lo que no es más que una falacia propia de indoctos de altos vuelos; porque la realidad, es que los “ungidos” desaparecieron de la tierra con la muerte del último de los apóstoles (Juan) sobre el año 99 de nuestra era…… y dado que el bautismo en espíritu santo y que era el que realmente daba la condición de Hijo de Dios o “ungido”, solo podía ser impartido por los apóstoles mediante la “imposición de manos” (en todo caso una mera formula ritual) como directos seguidores de Jesucristo (ver al respecto, nuestro escrito del 27/09/14), ello significa que desde el I siglo en adelante y hasta nuestros días, no ha existido “ungido” alguno sobre la tierra, sino una auténtica marabunta de farsantes y embaucadores entre los que se incluyen también los falsos “ungidos” de la organización de los Testigos de Jehová. Pero continuando con nuestro análisis acerca de si los “ungidos” han de morir o no para tomar parte en el gobierno del reino de Dios y que es el tema central de este artículo, veamos y como botón de muestra, lo que se nos dice en el momento de ser abierto el quinto de los siete sellos del “rollo” que le es entregado al Hijo de Dios (Rev. 5:1) y que se encuentra en Rev. 6:9-11:

Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener. 10 Y clamaban con voz fuerte y decían: “¿Hasta cuándo, Señor Soberano santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran en la tierra?”. 11 Y a cada uno de ellos se dio una larga ropa blanca; y se les dijo que descansaran por un poco de tiempo más, hasta que se completara también el número de sus coesclavos y de sus hermanos que estaban a punto de ser muertos como ellos también lo habían sido (eso es, asesinados y en clara alusión a los “ungidos” de los últimos tiempos, luego es obvio que han de morir).” (Acotación nuestra).

Queda claro entonces y lejos de cualquier duda, que todos aquellos que hayan de gobernar con Cristo en el reino de Dios tienen que morir primero como mártires aquí en la tierra para poder entrar a formar parte de dicho gobierno y tal como afirman los Testigos de Jehová, mientras que aquellos que se ratifican en el sentido de que no es verdad que haya que morir para formar parte del tal gobierno del reino, están contradiciendo flagrantemente y de forma interesada, el sentido correcto del texto sagrado…… pero continúa en pie la cuestión de cómo entender entonces, el pasaje de 1 Tes. 4:15-17. Para averiguarlo, procederemos a analizarlo tomando los textos uno por uno y comentando sobre cada uno de ellos a la luz del contexto bíblico, que es como se hacen las cosas; veamos por tanto en primer lugar, el verso 15:

Porque esto les decimos por palabra de Jehová: que nosotros los vivientes que sobrevivamos hasta la presencia del Señor, no precederemos de ninguna manera a los que se han dormido en la muerte.”

Por lo tanto, lo que hay que entender en principio de lo leído, es que en el momento del regreso de Cristo a la tierra habrá en esta hombres con la condición de “ungidos” a la manera del apóstol Pablo…… pero ¿cómo puede ser esto, si acabamos de decir que desde la muerte del último apóstol en el I siglo hasta nuestros días, no ha habido “ungidos” sobre la tierra? Pues porque estamos ante una proyección de futuro que es cuando aparecerán estos personajes, según se nos relata en Rev. 11:3-6:

Y haré que mis dos testigos profeticen mil doscientos sesenta días vestidos de saco (……).5 Y si alguien quiere hacerles daño, de la boca de ellos sale fuego y devora a sus enemigos; y si alguien quisiera hacerles daño, tiene que ser muerto de esta manera. 6 Estos tienen la autoridad para cerrar el cielo de modo que no caiga lluvia durante los días de su profetizar y tienen autoridad sobre las aguas para tornarlas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plaga cuantas veces deseen.”

Se puede deducir entonces que estaríamos ante una reducida cantidad de poderosísimas personas, un pequeño “resto” según se deduce de Rev. 6:11 y a la manera de los Pedro, Pablo, Juan, etc. (recordemos que estos tenían grandes poderes, hasta el de levantar muertos) y que están por aparecer en nuestros días y cuya labor divulgadora (anunciada ya por Jesús en Mat. 24:14) se extenderá por solo tres años y medio o “1.260 días”…… luego cuando vemos organizaciones religiosas con sus respectivos “ungidos” al frente o, en su defecto, “teólogos” que van por libre y que dicen también ser “ungidos”, que llevan dándonos “la “matraca” por decenas de años, sabemos que no son parte de esas personas enviadas por Dios, sino que son unos perfectos farsantes. Poderosísimos personajes estos por aparecer, por otra parte y a la luz de lo leído, que avala nuestra posición de negar la actual existencia de “ungidos” en nuestros días, pues no vemos por ningún sitio tal despliegue de poder por parte de los “soplagaitas” que a día de hoy se arrogan dicha condición; máxime cuando los “soplagaitas” en cuestión, se reconocen como continuadores de la labor apostólica de predicar el reino de Dios por el mundo…… y que de ser tal cosa así, se tendrían que cumplir en ellos estas palabras de Jesús:

Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas, 18 con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán”.

19 Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales que acompañaban a este.” (Mar. 16:15-20).

Y dado que estas demostraciones de poder, no las contemplamos en esos supuestos “ungidos” actuales…… pues se quedan sencillamente en eso: en simples “soplagaitas”; considerado ya el verso 15, pasemos ahora al versículo 16:

“… porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero.”

Versículo sin más trascendencia que el de anunciarnos la existencia de dos resurrecciones; porque si se nos señala una resurrección más temprana para aquellos que han muerto en “unión con Cristo” (ver Rom. 6:5), es lógico que tiene que ver otra para aquellas personas que, siendo fieles al Dios Altísimo en la persona de Su Hijo Jesucristo, no han sido elegidos (recordemos que el término “ungido” como tal, no significa otra cosa que “elegido” o “escogido”) para ocupar tan alto magisterio: ejercer de inmortales reyes y sacerdotes en el venidero reino de Dios. Pero ahora veamos el versículo 17 y que es en donde está el meollo del asunto, siendo esto lo que se lee en el mismo:

Después nosotros los vivientes (expresión esta que aparece también en el verso 15) que sobrevivamos seremos arrebatados, juntamente con ellos, en nubes al encuentro del Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor.” (Acotación nuestra).

De entrada tendríamos que analizar el significado del término “vivientes” para empezar a tomarle el “tranquillo” al asunto y que solo se puede entender, partiendo de unas palabras que dijo Jesús en su momento:

Entonces otro de los discípulos le dijo: “Señor, permíteme primero ir y enterrar a mi padre”. 22 Jesús le dijo: “Continúa siguiéndome y deja que los muertos entierren a sus muertos.” (Mat. 8:21-22).

¿Quiénes eran esos “muertos”, que podían enterrar a otros muertos? Pues sencillamente personas que por su condición de pecadores estaban muertas a los ojos de Dios, pues el rescate pagado por Jesús aún no se había sustanciado, eso es, que éste aún no había muerto; por otra parte, cuando Pablo pronunció las palabras que estamos analizando, ya había recibido la adopción como Hijo de Dios y por lo que sabía que en el momento de su resurrección, ya se levantaría como ser inmortal. Circunstancia esta que no concurre con aquellos que no tenemos dicha condición, pues aunque entrando en el reino de Dios como súbditos o resucitando dentro de él y abolida ya la muerte, merced al sacrificio de Cristo y que nos libra de la muerte causada por el pecado, eso es, en la misma condición de Adán antes del pecado (sin pecar se podrá vivir eternamente), todavía tendremos que superar el escollo final y del que se nos habla en Rev. 20:7-10 y en el que aquellos que cedan al engaño satánico (como Adán), serán destruidos eternamente…… circunstancia esta, repetimos, que no concurre con los co-gobernantes en el reino (los Pablo y compañía), pues ya han resucitado con la inmortalidad concedida; de ahí que Pablo se refiriera a los de su condición, como los “vivientes”, pues aun estando en la tumba, permanecen vivos en la mente del Altísimo (Mat. 22:31-33).

En cuanto a la expresión “los vivientes que sobrevivamos seremos arrebatados”, esta no significa que no tengan que morir, condición “sine qua no” para reinar con Cristo y de lo que ya hemos hablado, sino que solo es una referencia a los “ungidos” que estarán vivos en el momento del regreso de Cristo a la tierra y de los que se nos habla en la apertura del quinto sello (Rev. 6:11). Y que ese resto “ungido” de personas aún por aparecer, tienen que morir, queda perfectamente reflejado en Rev. 11:7-10:

Y cuando hayan terminado de dar su testimonio (a los tres años y medio de iniciarlo), la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará. 8 Y sus cadáveres estarán en el camino ancho de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también el Señor de ellos fue fijado en el madero. 9 Y los de los pueblos y tribus y lenguas y naciones mirarán sus cadáveres por tres días y medio y no permiten que sus cadáveres sean puestos en una tumba (eso es, no serán sepultados). 10 Y los que moran en la tierra se regocijan sobre ellos y gozan y se enviarán regalos los unos a los otros, porque estos dos profetas atormentaron (con su mensaje de juicio) a los que moran en la tierra.” (Acotaciones nuestras).

Nos dice Pablo en el versículo 17 que estamos analizando, que dichas personas serían “arrebatadas” y lo que indica, obviamente, que en ese momento estarían con vida…… pero la realidad es que instantes antes de ser “arrebatadas” y ya por espacio de “tres días y medio”, las tales personas habían estado muertas y por lo que tiene que haber una resurrección de por medio; pero veamos cómo se nos explica eso, si continuamos con la lectura del pasaje que acabamos de leer, eso es, los versículos 11 y 12:

Y después de los tres días y medio (de permanecer insepultos y a la intemperie), espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie (recobraron la vida o resucitaron) y gran temor cayó sobre los que los contemplaban. 12 Y oyeron una voz fuerte procedente del cielo decirles: “Suban acá(momento del “arrebatamiento” mencionado). Y subieron al cielo en la nube y sus enemigos los contemplaron.” (Acotaciones nuestras).

Tenemos que hace hincapié y para mayor comprensión del asunto, que es en este preciso instante en el que se produce la llamada “primera” resurrección (Rev. 20:6) y en la que solo participan aquellos que con Cristo tienen que reinar y en donde, efectivamente, los miembros del resto “ungido” aparecido a última hora y solo después de haber muerto y haber sido resucitados, son “arrebatados” de la tierra con vida y para lo que hay una explicación lógica: mientras los “ungidos” del primer siglo, los Pablo, Pedro, Juan y compañía son levantados con nuevos cuerpos (los originales se corrompieron en el sepulcro) dotados de inmortalidad, en el caso del resto “ungido” aparecido al final de los tiempos y como se nos ha relatado, son levantados con el mismo cuerpo y sin experimentar corrupción, pero ya dotado de la inmortalidad…… de ahí que Pablo pudiera decir que serían “arrebatados” de la tierra, así como también de que serían “cambiados”:

¡Miren! Les digo un secreto sagrado: No todos nos dormiremos en la muerte (eso es, el tener que permanecer por un largo tiempo de espera en los sepulcros), pero todos seremos cambiados, 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, durante la última trompeta. Porque sonará la trompeta y los muertos serán levantados incorruptibles (con un cuerpo nuevo) y nosotros (los que sobrevivan hasta el tiempo del regreso de Cristo) seremos cambiados (de mortal a inmortal “en una abrir y cerrar de ojos” según acabamos de leer y que es lo que significa a los ojos de Dios, el breve espacio de tiempo que permanecen muertos y en el que ni siquiera se inicia el proceso de descomposición). 53 Porque esto que es corruptible tiene que vestirse de incorrupción y esto que es mortal, tiene que vestirse de inmortalidad.” (1 Cor. 15:51-53). (Acotaciones nuestras).

Luego todo considerado y a la luz del contexto escritural (que es el que marca la pauta), queda claro en primer lugar la no existencia a día de hoy de “ungidos” sobre la tierra y por lo que los que se arrogan dicha condición, no dejan de ser más que unos indocumentados farsantes…… y en segundo lugar, que nada hay en el pasaje de 1 Tes. 4:14-17 que nos permita siquiera el sugerir una mínima posibilidad de que personas que no hayan experimentado la muerte previamente, tengan acceso al reino de Dios como gobernantes en el mismo en calidad de inmortales reyes y sacerdotes. Todo lo que vaya más allá de esto, no dejan de ser “historias para no dormir” perpetradas por personas fantasiosas que se creen ser, nada más y nada menos, que Hijos de Dios...... y no nos negarán ustedes que ¡ya hay que ser acémila, para creerse semejante “milonga”!

MABEL


sábado, 10 de septiembre de 2016

La Biblia no solo es su “texto”…… también es su “contexto”, D. Ángel.


Lo que dicho para entendernos, significa que no se puede sostener una objeción apoyándose tan solo en un único pasaje que diga aquello que precisamos que diga, para reafirmarnos en lo que nosotros “suponemos” que dice la Biblia; lo que equivale a no ajustar lo que uno cree al texto escritural, sino en ajustar el texto escritural a la particular creencia de cada uno y que es algo muy distinto…… y en el bien entendido que cuando hablamos del “texto escritural”, nos estamos refiriendo al armonioso conjunto que conforman las Escrituras como un todo y no solo en lo que se nos dice en un determinado pasaje, extrapolado este de su contexto. Contexto que viene a ser como el “patito feo” del famoso cuento de Hans Christian Andersen, pues una inmensa mayoría de personas leen o citan de las Escrituras sin tenerlo en cuenta para nada…… y olvidándose que, al igual que en el cuento en cuestión, el contexto es ese hermoso cisne (en eso se convirtió el “patito feo”) que nos permite el poder entender la Biblia a cabalidad.

Y actitud la citada, en la que parece haber caído el autor de un correo remitido amablemente a nuestro blog, por uno de nuestros lectores (el citado Sr. Ángel) con relación a nuestro último escrito que, bajo el título “¿Qué es, realmente, el “reino de Dios”?”, se publicó el 01/09/16…… y correo expuesto en los siguientes términos:

Usted dice: “Entonces queda claro que lo que se nos está diciendo en dicho pasaje, es que coincidente con el regreso de Jesucristo a la tierra para asumir su reinado en la misma"

¿Nos está diciendo usted con esto que Jesucristo volverá a la tierra para reinar sobre ella, sobre la tierra? ¿Y qué pasa con lo dicho por 2 Pedro 3:10-13:

“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.”

(TODO SERÁ DESHECHO Y QUEMADO)

Puesto que TODAS ESTAS COSAS HAN DE SER DESHECHAS, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los CIELOS, ENCENDIÉNDOSE, SERÁN DESHECHOS, y los elementos, SIENDO QUEMADOS, SE FUNDIRÁN!

Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”

(CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA)

Decir en primer lugar, que en calidad de máximo responsable de todo lo que se publica en este blog, agradezco infinito a dicho comunicante que nos honre con sus visitas y, por supuesto, la amabilidad de dedicarnos parte de su tiempo haciéndonos la mencionada objeción; pero ya después de las formalidades de rigor (dicen que “lo cortés, no quita lo valiente”), pasemos a analizar el planteamiento presentado por nuestro amable comunicante y que se apoya fundamentalmente en lo expuesto por el pasaje de 2 Ped. 3:11-13, tomado en su caso de la versión bíblica RV 1960 y tal parece, que sin la elemental precaución de contrastar dicho pasaje con otras traducciones bíblicas para una mejor comprensión del mismo. Y pasaje del que leído a “vuelapluma” (y como parece haber sido el caso), bien se podría deducir la interpretación que del mismo nos hace el autor de dicho correo…… pero es que resulta y siempre siguiendo mí máxima de hablar claro para que se me entienda (¡qué quieren ustedes, la cabra siempre tira al monte!), que la interpretación que nos ha hecho D. Ángel de dicho pasaje es del todo errónea, pues ha pasado por alto una regla no escrita que tiene que ver con tres cosas fundamentales para comprender cabalmente las Escrituras: el contexto escritural, la lógica de las cosas y el entender correctamente aquello que se lee, como intentaré mostrar a lo largo de esta exposición.

Empezaré por señalarle a dicho caballero, que no he sido yo el que ha dicho que el regreso de Jesucristo es coincidente con el establecimiento del reino de Dios en la tierra y la consecuente restauración de todas las cosas…… eso se nos dice en Hech. 3:19-21 y que es muy distinto; veámoslo:

“… para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová 20 y para que él envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.”

Luego leyendo con un mínimo de corrección y que significa el “entender” lo que se lee, queda claro que el uso del término “hasta” en dicho pasaje relaciona directamente el regreso de Jesucristo con el establecimiento inmediato del reino de Dios en la tierra y que es el ámbito dentro del cual se llevará a cabo la “restauración” señalada en la profecía…… expresión esta que en sí misma y aplicando la lógica más elemental, ya nos indica que la tierra no será cambiada por “otra”, sino restaurada a una condición anterior. Por otra parte y siempre en el bien entendido que nuestro objetor parece apoyar la idea adventista de una tierra quemada, totalmente destruida y desolada para después de la “gran tribulación” y por un espacio de tiempo de mil años (que es lo que me barrunto), tenemos algunos textos que contradicen tan sorprendente teoría; veamos algunos de ellos:

Porque los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra. 10 Y solo un poco más de tiempo y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar y él no será. 11 Pero los mansos mismos poseerán la tierra y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Sal. 37:9-11).

Lo que notamos en primer lugar y en armonía con el contexto de Luc. 17:34-37, es que estamos hablando de un juicio selectivo y por lo que si bien los malhechores serán “cortados” de la tierra, los “mansos” continuarán habitando la misma después de dicho juicio…… algo tremendamente complicado en una tierra totalmente “deshecha y quemada” como nos plantea el comunicante en cuestión. Un ejemplo claro de ello lo tenemos en el juicio que mediante un diluvio trajo Dios sobre la tierra en los días de Noé, en donde lo destruido no fue el planeta Tierra sino la generación inicua y perversa que lo habitaba, mientras que el personaje señalado y su familia fueron protegidos y continuaron viviendo en el mismo. Que la historia se repetirá, eso es, que estamos ante un juicio divino en el que habrá supervivientes y para lo que se precisará de una tierra habitable, terminado este, queda puesto de manifiesto en Rev. 7:9-14:

Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos. 10 Y siguen clamando con voz fuerte y dicen: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono y al Cordero” (……). 13 Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación (eso es, que “sobreviven” a dicho juicio) y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”.” (Acotación mía).

Notemos que no se nos dice que esos sobrevivientes bajan del cielo y como defiende la teoría adventista (antes del juicio, los justos habrían sido supuestamente arrebatados al cielo), sino que son los escapados de la “gran tribulación”, de hecho protegidos por Dios y según se desprende de Isa. 26:20-21:

Anda, pueblo mío, entra en tus cuartos interiores y cierra tus puertas tras de ti. Escóndete por solo un momento hasta que pase la denunciación. 21 Porque, ¡mira!, Jehová está saliendo de su lugar para pedir cuenta por el error del habitante de la tierra contra él; y la tierra ciertamente expondrá su derramamiento de sangre y ya no encubrirá a los de ella a quienes han matado.”

Por lo tanto, a la luz de la historia y de los pasajes citados, entiendo como un total disparate el pensar que en algún momento la tierra pudiera ser destruida para siempre y ser sustituida por “otra”, que es lo que parece que dicho comunicante nos está planteando y partiendo de la interpretación literal del pasaje citado de 2 Ped. 3:10-13…… máxime cuando terminada la creación de esta, Jehová Dios dijo aquello de que todo lo creado era “muy bueno” (Gén. 1:31), luego ¿por qué cambiarlo, si el problema no está en la tierra en sí misma, sino en el hombre que la habita?. Porque recordemos que la escena que acabamos de leer de Rev. 7:9-14, tiene lugar en esta tierra que habitamos, dado que la Revelación fue dada mostrar las cosas que ocurrirán en ella y no en “otra” (Rev. 1:1); pero tenemos otro pasaje que confirma mis palabras y que en esta ocasión encontramos en Isa. 45:18:

Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, sino que la formó aun para ser habitada: “Yo soy Jehová y no hay ningún otro.”

Pasaje que en la versión NTV se vierte de la siguiente forma:

Pues el Señor es Dios; él creó los cielos y la tierra y puso todas las cosas en su lugar. Él hizo el mundo para ser habitado, no para que fuera un lugar vacío y de caos (y que es lo que se nos propone, aunque solo sea por un espacio de tiempo de mil años). “Yo soy el Señor —afirma— y no hay otro”.” (Acotación mía).

Entonces difícilmente se podría pensar en tan negro futuro para nuestro hábitat natural, cuando la realidad es que, por otra parte, nuestro Creador está firmemente decidido a perpetuar la existencia del mismo y como se deduce del siguiente pasaje:

Pero las naciones se airaron y vino tu propia ira y el tiempo señalado para que los muertos sean juzgados y para dar su galardón a tus esclavos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes; y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18).

Luego es obvio de esas palabras, que el primer interesado en preservar la integridad del planeta es precisamente nuestro Creador y lo que hace muy difícil que sea Él mismo el que cause su destrucción, cuando Su propósito para la tierra es el siguiente:

Los justos mismos poseerán la tierra y residirán para siempre sobre ella.” “Sal. 37:29).

Que ello será así, queda probado por lo que leemos en Prov. 2:21-22:

Porque los rectos son los que residirán en la tierra (la actual, la que conocemos) y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. 22 En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Acotación mía).

Notemos que no se nos dice nada de una tierra destruida, sino que los “inicuos” serán arrancados de esta, mientras que los “rectos” son los que quedarán en ella…… luego de nuevo nada que nos indique una tierra destruida y calcinada por fuego (aunque fuera temporalmente, eso es, por los mil años y que es lo que promulga el adventismo), pues de lo contrario ¿dónde meteríamos entre tanto a los “rectos” que sobreviven al juicio divino? Pero claro, por ahí tenemos el pasaje de 2 Ped. 3:10-13 (no nos olvidemos del versículo 7) y que según nuestro comunicante parece ser decisivo para sostener su planteamiento acerca de una tierra “DESHECHA Y QUEMADA”, por lo que vamos a analizar con un poco de atención lo que en el mismo se nos dice:

Sin embargo, el día de Jehová vendrá como ladrón y en este los cielos pasarán con un ruido de silbido, pero los elementos, estando intensamente calientes, serán disueltos y la tierra y las obras que hay en ella serán descubiertas (“quemadas”, “expuestas” o “sometidas a juicio”, según distintas versiones y lo que añade más confusión al asunto).

11 Puesto que todas estas cosas así han de ser disueltas ¡qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, 12 esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová, por el cual los cielos, estando encendidos, serán disueltos y los elementos, estando intensamente calientes, se derretirán!

13 Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa y en estos la justicia habrá de morar.” (Acotación mía).

Por lo que entiendo que nuestro comunicante haría muy bien si, en lugar de tomar el pasaje como definitivo para sostener su planteamiento, tomara en consideración (insisto en ello) algunos conceptos a tener en cuenta además del contexto escritural, como son la lógica de las cosas, así como una correcta comprensión de aquello que se lee y que en la interpretación bíblica también tienen su lugar, porque veamos en este caso qué es lo que nos dice la lógica: si tomamos el pasaje leído en su literalidad y aceptamos que se nos habla de la destrucción “por fuego” de nuestro planeta Tierra, también tendríamos que aceptar la literalidad “de los cielos” que se nos mencionan también en dicho pasaje como sujetos de destrucción y cielos literales que están compuestos por las estrellas que conforman el firmamento que cada noche contemplamos que, según dicho pasaje (repito), son también “destruidos” por el fuego, …… y pensar que una estrella como nuestro Sol y para no ir más lejos, pueda ser destruida por fuego cuando es un horno nuclear miles de veces más potente que el fuego que conocemos, se me antoja una simpleza ¡qué quieren ustedes que les diga!

Por otra parte ¿qué carga de responsabilidad tienen los “cielos y la tierra” literales, en el castigo que Dios traerá sobre la tierra? ¿No es la gente la que peca y no los elementos, que no tienen vida consciente y por llamarlo de alguna manera? ¿No será más bien, que en ese pasaje de Pedro se nos está hablando de otra cosa? Ello se puede averiguar fácilmente (no perdamos de vista el hecho de que la Biblia se interpreta a sí misma), investigando lo que se nos dice en el versículo 13 que acabamos de leer relativo a la existencia de “nuevos cielos y una nueva tierra” y que es en dónde está el meollo del asunto; expresión esta, por otra parte, que aparece cuatro veces en el texto escritural: en Isa. 65:17, 66:22 (este ya en apuntando a un futuro lejano), la citada de 2 Pedro 3:13 y finalmente en Rev. 21:1; por lo que vamos a ver a quiénes aplicó en su momento la profecía de Isaías y en qué circunstancias:

Porque, ¡miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.”

El primer cumplimiento de esta profecía (Isa. 66:22, 2 Ped. 3:10-13 y Rev. 21:1 tienen que ver, repito, con un segundo y definitivo cumplimiento, aún en el futuro), tuvo que ver con los judíos de la antigüedad quienes, después de décadas de destierro en Babilonia y tal como Isaías había predicho con exactitud unos doscientos años antes, regresaron a su tierra natal y en donde restablecieron la adoración verdadera (Esd. 1:1-4; 3:1-4). Luego es obvio que regresaron a una tierra que se hallaba en este mismo planeta, la tierra de sus antepasados y no en otro lugar del universo parecido a “otra” tierra; el conocimiento de esta circunstancia puede ayudarnos a analizar lo que Isaías quiso decir por “nuevos cielos y una nueva tierra”. Pero no tenemos que especular demasiado al respecto, porque la misma Biblia aclara lo que Isaías quiso decir, pues en ella se nos muestra que la expresión “tierra” no siempre hace referencia a nuestro globo terráqueo; por ejemplo, el Sal. 66:4 literalmente dice: “¡Toda la tierra te adorará y cantará a ti! ¡Cantarán a tu nombre!”, mientras que el Sal. 96:1 también literalmente dice: “Cante a Jehová, toda la tierra”.

Sin embargo, sabemos que nuestro planeta, eso es, la tierra firme y los inmensos océanos que esta contiene, no pueden ni adorar ni cantar...... es la gente quien adora o canta; luego tanto el Sal. 96:1, como el Sal. 66:4 y otros, se refieren a la gente de la tierra y siendo este el sentido que se le da al término “tierra” en el pasaje Isa. 65:17. Pero dado que también se nos hace mención a la existencia de “nuevos cielos”, veamos la relación existente entre lo uno y lo otro; porque si “la tierra” representaba en ese contexto a una nueva sociedad de personas en el suelo natal de los judíos ¿qué se entendería por “nuevos cielos”? Una reputada Enciclopedia Teológica (de McClintock y Strong), nos dice lo siguiente acerca de ello:

Cuando la palabra cielo se menciona en una visión profética, significa [...] el conjunto de los poderes gobernantes [...] que están por encima de sus súbditos y los gobiernan, tal como el cielo natural está por encima de la tierra y la gobierna.”

En cuanto a la expresión combinada “cielo y tierra”, dicha Enciclopedia explica que “en lenguaje profético, la expresión significa la condición política de personas de diferentes rangos. El “cielo” es la soberanía; la “tierra” son los súbditos: hombres que son gobernados por sus superiores.”

Entonces cuadra perfectamente esta descripción con lo que se sobreentiende del relato de Isa. 65:17-19, porque veamos: cuando los judíos regresaron a su tierra natal, entraron en lo que podríamos considerar como un nuevo orden de cosas que nada tenía que ver con el que había padecido por 70 años en Babilonia, pues pasaron a tener un nuevo cuerpo gobernante en el que Zorobabel, descendiente del rey David, era el gobernador y siendo Josué, por otra parte, el sumo sacerdote (Ageo 1:1; 12; 2:21); estos (y sus colaboradores), como gobierno, pasaron a constituir los “nuevos cielos” mencionados, pero ¿por encima de qué? Pues por encima de una “nueva tierra”, o sea, la nueva sociedad limpia de personas obedientes a Dios, que habían regresado a su “terruño” natal a fin de reconstruir Jerusalén y su templo, para reiniciar la adoración verdadera a su Dios Jehová. Por tanto y en este plano, verdaderamente hubo unos “nuevos cielos” y una “nueva tierra” en el cumplimiento profético que vivieron los judíos en aquel tiempo; que ello es así, queda claro cuando el pasaje de Isa. 65:17 se lee en su contexto más inmediato, eso es, con los versículos 17-18 siguientes:

Porque, ¡miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón. 18 Pero alborócense y estén gozosos para siempre en lo que voy a crear. Porque, ¡miren!, voy a crear a Jerusalén una causa para gozo y a su pueblo una causa para alborozo. 19 Y ciertamente estaré gozoso en Jerusalén y me alborozaré en mi pueblo; y ya no se oirá más en ella el sonido de llanto ni el sonido de un lastimero clamor.”

Luego está claro de esta lectura, que los futuros “nuevos cielos” prometidos que serían “creados” por el Dios Altísimo se correspondían con una nueva gobernación en Jerusalén (Zorobabel y Josué), mientras que la “nueva tierra” tenía que ver con el pueblo gobernado; siendo ello así, tenemos que pensar que el segundo cumplimiento aún futuro de la profecía y que es de lo que se nos habla tanto en Isa. 66:22, como en 2Ped. 3:13 y en Rev. 31:1, tiene que ver con lo mismo: un nuevo gobierno y una nueva sociedad gobernada. Por ello se puede deducir, que los gobernantes en el reino de Dios (Jesucristo y sus 144.000 seguidores, según Rev. 14:1) y los sobrevivientes de la “gran tribulación” son los que conformarán, respectivamente, esos futuros “nuevos cielos y esa “nueva tierra” del milenio y que según nuestro Creador tienen que permanecer “para siempre” (Ecle. 1:4), mientras que lo inicuos serán “arrancados” (eso es, de forma violenta) de ella:

Porque los rectos son los que residirán en la tierra y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. 22 En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Prov. 2:21-22).

Lo que queda claro y para enfatizar la idea, que no es la tierra como planeta la que es “castigada” con la destrucción (no tendría ningún sentido), sino los “inicuos” que en ella existen; es cierto que probablemente dicho evento tendrá consecuencias en el ambiente y a tenor de lo que acerca del enfrentamiento entre Jesucristo y sus leales contra los reyes de la tierra al frente de sus ejércitos se nos dice en Sof. 1:14-18 y enfrentamiento que se conoce como la batalla de Har-Magedón y de la que se nos habla en Rev. 13:13-16…… pero no es menos cierto que nuestro planeta y con el tiempo, tiene la capacidad de auto regenerase y por lo que no se precisa de una “nueva tierra” literal y que es lo que se nos plantea. Si tomamos el ejemplo de un bosque quemado y por aquello de mencionar el fuego, vemos que al poco tiempo vuelve a reverdecer y en unos años se regenera completamente…… y si a ello le sumamos los inmensos poderes que acompañarán a esos nuevos gobernantes, la cosa no tendrá dificultad alguna. Pero dicha idea y a riesgo de extenderme en demasía (¡pero qué quieren, me gusta llegar al fondo de los asuntos para eliminar toda duda!), nos lleva a una derivada que tiene que ver con el hecho de que en 2 Ped. 3:10-13 se nos hable de “fuego”, en contraste con los versos anteriores, eso es, del 5 al 7 en dónde se nos habla de “agua”:

Porque, conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa, que hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios; 6 y por aquellos medios el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua. 7 Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.”

Y para poder entender cabalmente el contenido de ese capítulo uno de 2 de Pedro, habría que zambullirnos en el trasfondo subliminal contenido en un juicio por “agua” y uno por “fuego”, que es el siguiente: mientras que el agua del diluvio del día de Noé y por decirlo de alguna manera, solo “lavó la cara” de un mundo ruin y lleno de violencia, posteriormente este volvió a aparecer y como constatamos en nuestros propios días; sin embargo, el fuego bíblicamente es símbolo de destrucción permanente y por lo que el que se nos diga que el juicio venidero será con “fuego”, significa sencillamente y a diferencia de lo acontecido tras el diluvio del día de Noé, que jamás volverá a existir en la tierra una sociedad aviesa y violenta como la que hoy nos rodea; ahora bien ¿estaríamos hablando en todo caso, de un fuego literal que azotará la tierra? Bien, si hacemos caso al registro escritural, no parece ser este el caso; veamos por ejemplo, lo que se nos dice en Sof. 2:8 y hablando de ese juicio futuro:

Por lo tanto, manténganse en expectación de mí —es la expresión de Jehová— hasta el día en que me levante al botín, porque mi decisión judicial es reunir naciones, para que yo junte reinos, a fin de derramar sobre ellos mi denunciación, toda mi cólera ardiente; porque por el fuego de mi celo toda la tierra será devorada.”

Luego lo que es ardiente como fuego es la cólera y el celo divino por acabar con la maldad en la tierra; pero veamos este otro y que confirma mi planteamiento:

Porque nuestro Dios es también un fuego consumidor (en el sentido que sus juicios adversos significan destrucción eterna).” (Acotación mía).

Y finalmente, que dicho juicio tal parece que no será con fuego literal, se desprende del resultado del mismo y según se nos relata en Sof. 1:17:

Y ciertamente causaré angustia a la humanidad y ciertamente andarán como ciegos; porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo y sus entrañas como el estiércol (noten que nada hace presumir de que “serán quemadas”).” (Acotación mía).

E idea que se corrobora en Rev. 19:17-21:

Vi también a un ángel que estaba de pie en el sol y clamó con voz fuerte y dijo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: “Vengan acá, sean reunidas a la gran cena de Dios, 18 para que coman las carnes de reyes y las carnes de comandantes militares y las carnes de hombres fuertes y las carnes de caballos y de los que van sentados sobre ellos y las carnes de todos, de libres así como de esclavos y de pequeños y grandes”.

19 Y vi a la bestia salvaje y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos reunidos para hacer la guerra contra el que iba sentado en el caballo y contra su ejército. 20 Y la bestia salvaje fue prendida y junto con ella el falso profeta que ejecutó delante de ella las señales con las cuales extravió a los que recibieron la marca de la bestia salvaje y a los que rinden adoración a su imagen. Estando todavía vivos, ambos fueron arrojados al lago de fuego que arde con azufre. 21 Pero los demás (eso es, sus seguidores), fueron muertos con la espada larga del que iba sentado en el caballo, la espada que salía de su boca. Y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos (lo que significa que fueron dejados como carroña, por lo tanto, nada que ver con el ser incinerados con fuego).” (Acotaciones mías).

Parece confirma esa idea, lo que se nos dice en la profecía de Ezeq. 39:11-15 y en expresa referencia a esa batalla final de Har-Magedón y a partir de la que inicia el milenio del reino de Dios, en el que todo indica que será cuestión de los hombres el “limpiar” el campo de batalla de cadáveres; por lo que se podría especular que la primera tarea de aquellos que entren al reino de Dios, será la de limpiar la tierra de los restos de dicha batalla y con lo que quedaría claro que de fuego consumidor que elimine totalmente la vida en el planeta tierra, nada de nada…… pero leamos dicho pasaje:

“……“Y en aquel día (ver Sof. 1:14) tiene que ocurrir que daré a Gog un lugar allí, una sepultura en Israel, el valle de los que van pasando, al este del mar y estará obstruyendo a los que pasen. Y allí tendrán que enterrar a Gog y toda su muchedumbre y con toda certeza lo llamarán el valle de la Muchedumbre de Gog. 12 Y los de la casa de Israel tendrán que enterrarlos con el fin de limpiar la tierra, por siete meses. 13 Y toda la gente de la tierra tendrá que efectuar el entierro, y ciertamente llegará a ser para ellos un asunto de fama el día en que me glorifique”, es la expresión del Señor Soberano Jehová.

14 “Y habrá hombres para empleo continuo (probablemente “enterradores”) a quienes pondrán en divisiones, mientras pasan por el país y, con los que van pasando, entierran a los que queden en la superficie de la tierra, para limpiarla. Hasta el fin de siete meses seguirán efectuando búsqueda. 15 Y los que vayan pasando tendrán que ir pasando por el país y, si uno realmente ve el hueso de algún hombre, también tiene que edificar junto a él un indicador, hasta que los que efectúan el entierro lo hayan enterrado en el valle de la Muchedumbre de Gog”.” (Acotaciones mías).

Todo considerado, entiendo que no se puede aceptar la literal interpretación y en todos sus extremos que nos hace nuestro comunicante del pasaje de 2 Ped. 3:10-13, pues en la misma no se contempla el contexto escritural e imprescindible en toda interpretación que se precie; y es que cuando uno discute u objeta acerca de las Escrituras tiene que asegurarse muy mucho de lo que dice, por aquello de no quedar en evidencia. De ahí, que un servidor no se distinga por prodigarse mucho publicando artículos (prefiero la calidad a la cantidad), pues dedico muchísimo tiempo a asegurarme de que lo que digo se ajuste al texto escritural y pueda ser mantenido en el tiempo…… y con todo ello ¡también me puedo equivocar!

Armando López Golart


jueves, 1 de septiembre de 2016

¿Qué es, realmente, el “reino de Dios”?


Bien, en términos generales eso dependerá de la creencia religiosa que uno profese: si es católico, afirmará sin dudar que es el lugar a donde van los “buenos” después de morir, eso es, a estar eternamente al lado de Dios en el cielo; pero si profesa la creencia adventista y por aquello de señalar alguna, admitirá sin pestañear que estamos hablando de un período de mil años en el que la tierra estará sumida en una tenebrosa negrura en la que solo pulularán sobre ella Satanás y sus demonios, rumiando su negro futuro (nunca mejor dicho) y que será su destrucción eterna al término de dicho periodo de tiempo…… mientras tanto los “arrebatados” permanecerán todo ese tiempo en el cielo con Dios (su particular “reino de Dios”), para ser devueltos a la tierra terminado dicho período y ya convertida ésta en un paraíso, una vez eliminados tan perversos personajes.

Si por el contrario usted no tiene relación con organización religiosa alguna y es un asiduo a leer páginas bíblicas en Internet en busca de un poco de orientación, se encontrará con algún “genio” de la teología que le explicará que durante ese período de tiempo nada digno de mención ocurrirá en la tierra, sino que todas las cosas continuarán como hasta ahora y por lo que la “restauración” prometida en Hech. 3:20-21, está prevista para después de finalizado el milenio. Ya en último extremo y si uno se arrima a los postulados de los Testigos de Jehová, estará más cerca de dar en el blanco ¡pero ni por esas!...... porque para esos señores el reino de Dios ya se instauró “en el cielo” en el año 1.914 y desde donde (supuestamente) gobierna sobre la tierra hace ya la friolera de casi 103 años sin que, sorprendentemente, nos hayamos enterado de ello y a efectos prácticos los “curritos de a pie” que moramos en este “valle de lágrimas”, pues en la tierra las cosas, lejos de mejorar y que es lo que se esperaría, empeoran cada día más hasta niveles inaguantables. Por otra parte y “pequeño detalle” que incomprensiblemente se les escapa a los miembros de dicha secta, es que según la cronología bíblica el tal reino de Dios toma el poder después de finalizada la llamada “gran tribulación” de Mat. 24:29-30 (que se corresponde con la mencionada en Rev. 7:14) y esta, según las enseñanzas de dicha organización, aún está en el futuro y por lo que nos encontramos ante una flagrante contradicción, pues es obvio que siendo ello así, dicho reino de Dios no puede haber sido establecido aún en ninguna parte.

Luego estando así las cosas, dos preguntas fundamentales se nos plantean: la primera sería ¿quiénes son entonces, los que más se aproximan a la realidad del cuándo y del qué, en cuanto al establecimiento del citado reino de Dios?; y la segunda pregunta iría por el ¿cuán importantes son esos mil años, en el devenir de la humanidad? Y la respuesta son las siguientes: en cuanto a la primera pregunta, la realidad es que no hay organización religiosa alguna o, en su defecto, autor bíblico alguno de esos que dicen ser teólogos que van “por libre” y que publican en Internet (y siempre a tenor de lo que nosotros hemos podido comprobar en las distintas páginas visitadas), que tengan puñetera idea de por dónde “les sopla el viento” en cuanto al tema del reino de Dios……sin embargo y no queriendo ser presuntuosos, nos atrevemos a decirles a nuestros amables lectores que solo aquellos que visitan este blog y como es su caso en este momento, queridísimo lector, se enteran realmente de qué va la “película” y como le mostraremos a lo largo de este escrito.

En cuanto a la segunda pregunta y que se nos antoja por mucho como la más interesante, ya que tiene que ver directamente con dicho período de tiempo, desde nuestro particular punto de vista es tan importante ese espacio temporal de mil años y que conocemos como “el reino de Dios”, que sin su existencia la Biblia no tendría sentido alguno; de hecho y para reforzar dicha afirmación, recordemos que la razón fundamental de la venida de Jesús a la tierra y algo que muchos ignoran, fue la siguiente:

Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado”. 44 Por consiguiente, iba predicando en las sinagogas de Judea.” (Luc. 4:43-44).

Suponemos que ante tan tajante declaración de parte, nada cabe objetar; aunque es cierto que alguien podría señalar (y que es la creencia generalizada), que lo más importante de la venida de Jesús a la tierra tuvo que ver con su sacrificio vicario y mediante el que la humanidad fue redimida (o rescatada) del pecado…… pero no es menos cierto, que sin ese período necesario de mil años dentro del cual se van a sustanciar los beneficios de dicho rescate, el tal rescate tampoco tendría sentido alguno. La cosa se agrava cuando algunos “teólogos” de los que hemos hecho mención al inicio de este escrito y que también se arrogan la condición de “ungidos” (en definitiva, lo que se nos está diciendo es que han sido convertidos en Hijos de Dios y que como estupidez, no está nada mal), afirman que durante dicho período de tiempo las cosas van a continuar como hasta el día de hoy; y “sicodélica” interpretación que pueden encontrar, entre otros, en un curioso video que bajo el título “¿Perfección en el reino de Cristo? ¡Pero sí Isaías 65:20 dice lo contrario, señores del Esclavo!”, fue publicado el 13/07/13 y en lo que resulta ser una nefasta interpretación del pasaje de Isa. 65:20 por parte del autor de dicho video y personaje que destaca por contar sus “enseñanzas” por verdaderos disparates…… excusamos decir que dicho planteamiento fue objetado desde este blog en fecha 28/07/13 y sin que hasta el momento nuestra objeción haya sido debidamente atendida.

Pero les hemos dicho hace unas pocas líneas que solo en este blog hallarán la información correcta acerca del tema del reino de Dios y las cosas no solo hay que decirlas, sino también hay que probarlas; con este objetivo, empezaremos por analizar un pasaje que nos habla acerca de lo que va a ocurrir en la tierra con el regreso de Jesucristo a la misma, para instaurar lo que él mismo identifico como “el reino de Dios” e información que encontramos en Hech. 3:19-21:

“… para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová 20 y para que él (Jehová Dios) envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Acotación nuestra).

Entonces queda claro que lo que se nos está diciendo en dicho pasaje, es que coincidente con el regreso de Jesucristo a la tierra para asumir su reinado en la misma y en una reacción causa/efecto, se producirá una “restauración de todas las cosas” y lo que significa que estas tendrán que volver a ser como eran antes de como las conocemos nosotros a día de hoy, lo que nos plantea la siguiente cuestión…… ¿y cómo eran “las cosas”, antes de ser como las conocemos nosotros? Algo fácil de averiguar, pues ello está claramente expuesto en lo que conocemos como el AT y lo que hace de dicha porción bíblica, la más interesante para las personas que deseamos indagar acerca de lo que nos deparará el futuro inmediato.

Porque según el pasaje leído serán restauradas, eso es, devueltas a una condición anterior y jamás experimentada por la humanidad actual, aquellas cosas que Jehová Dios nos anunció “por boca de sus profetas de tiempo antiguo”; o sea y repitiendo para énfasis, que serán restauradas todas aquellas cosas que están escritas en la profecía (eso es, en lo que hoy conocemos como el AT) y entre las que se encuentran, por ejemplo, lo que tiene que ver con la restauración de nuestro entorno medioambiental (tan maltratado últimamente), incluyendo los parajes más extremos y como se percibe en el contenido del siguiente pasaje:

“… pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros (especies que para su desarrollo precisan de agua en abundancia).” (Isa. 35:6b-7). (Acotación nuestra).

Obviamente y como no podía ser de otra manera, dicha restauración pasa también por aquello que tiene que ver con nuestros cuerpos, pues de nada sirve un entorno medioambiental restaurado, si no estamos en disposición de disfrutarlo:

En aquel tiempo (eso es, a partir del momento en que Jesucristo tome posesión del gobierno del reino de Dios, luego dentro de ese período de mil años) los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría...”. (Isa. 35:5-6). (Acotación nuestra).

Cercana restauración que, por supuesto, incluye también la total erradicación de las enfermedades que hoy nos aquejan:

Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error (recordemos que las enfermedades son resultado del pecado heredado).” (Isa. 33:24). (Acotación nuestra).

Por otra parte, esto es lo que también dijeron esos “profetas de tiempo antiguo” y voceros del Dios Altísimo, acerca de la vejez que tanto nos limita y antesala de la muerte:

Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).

O lo que es lo mismo, que las personas ancianas y decrépitas que entremos en dicho espacio de tiempo de mil años o reino de Dios, seremos devueltas (o “restauradas”) a los momentos de nuestro máximo esplendor juvenil, tanto en lozanía como en vigor; pero veamos más de lo que se nos dijo por medio de esos “profetas de tiempo antiguo” y ello para el momento en que, repetimos, Cristo regrese a la tierra para empezar a reinar en ella y ahora relacionado con lo que Jehová hará con la muerte dentro de ese período de mil años de gobernación divina por medio de Su Hijo Jesucristo:

Él realmente se tragará a la muerte para siempre (eso es, que la muerte como tal dejará de existir) y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro (causadas fundamentalmente por el dolor ante tan luctuoso suceso). Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.” (Isa. 25:8). (Acotaciones nuestras).

Pero “restauración de todas las cosas” que quedaría incompleta, si de ella quedaran apartadas todas aquellas personas que murieron antes de que ese momento tan esperado por aquellos que confiamos en las promesas de nuestro Creador, se haya hecho realidad. Por eso, otra de las cosas de las que nuestro Creador nos transmitió “por boca de Jehová, los santos profetas de tiempo antiguo”, es Su voluntad de devolver la vida a aquellas personas que a lo largo de los siglos y hasta nuestros días la han ido perdiendo, en lo que conocemos como la “resurrección de los muertos”…… de ahí: que Jesús pudiera afirmar en Juan 5:28-29, aquello de que “viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz 29 y saldrán”; pero veamos cómo nos transmitieron los profetas dicho acontecimiento:

Tus muertos vivirán. Cadáver mío... se levantarán. ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo! (en clara alusión a aquellos que sus cuerpos ya descompuestos, han sido devueltos al polvo de la tierra del que fueron tomados, según Gén. 2:7; 3:19). Porque tu rocío es como el rocío de malvas y la tierra misma dejará que hasta los que están impotentes en la muerte caigan en nacimiento (eso es, que vuelvan a la vida mediante una resurrección).” (Isa. 26:19). (Acotaciones nuestras).

Todas estas cosas, la restauración física, la eliminación de las enfermedades, la restauración del medio ambiente, el devolver al hombre a la juventud interminable, el eliminar la muerte y el devolver la vida a los que han sido afectados por esta, son todas las cosas a “restaurar” y que fueron prometidas por Jehová Dios mediante “sus santos profetas de tiempo antiguo”…… e insistimos en que todo lo mencionado, sucederá a partir del mismo instante en que Jesucristo regrese e instaure el reino de Dios en la tierra. Todo resumido, que las condiciones volverán a ser como las que existían en tiempos de nuestros primeros padres Adán y Eva antes del pecado…… y todo eso (no nos cansaremos de insistir en ello) dentro del período de mil años del reino de Dios y no al término de este, como auguran algunos “iluminados” que van por ahí dándoselas de “teólogos”.

Estamos, por lo tanto, en el momento más apasionante de la historia de la humanidad y que viviremos en primera persona aquellos que actualmente confiamos en las promesas del Dios Altísimo “que no puede mentir” (Tito 1:2); ya otra cosa es para cuándo podemos esperar dicho acontecimiento, eso es, el establecimiento del reino de Dios en la tierra para así disfrutar de sus inmediatos beneficios y que de momento la cosa no tiene fecha fija. Porque el punto de partida para que se desencadenen los hechos que nos tienen que llevar a dicha meta, está relacionado directamente con la aparición de un personaje conocido como “el anticristo”, del que se nos habla en la profecía de las “70 semanas” (estaríamos hablando de “semanas” de años) y que encontramos en Dan. 9:24-27:

Hay setenta semanas que han sido determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión, para acabar con el pecado, para hacer expiación por el error, para introducir la justicia para tiempos indefinidos, para imprimir un sello sobre visión y profeta y para ungir el Santo de los Santos. 25 Y debes saber y tener la perspicacia que desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas. Ella volverá y será realmente reedificada, con plaza pública y foso, pero en los aprietos de los tiempos.

26 Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.

27 Y él (el “caudillo” mencionado y que tiene que ver con el personaje “anticristo” que les acabamos de mencionar) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana (eso es, por siete años); y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva. Y sobre el ala de cosas repugnantes habrá el que cause desolación; y hasta un exterminio, la misma cosa que se ha decidido irá derramándose también sobre el que yace desolado.” (Acotaciones nuestras).

Es esta una de las más importantes profecías, sino la más importante, pues en ella se nos identifica el tiempo en el que se puede esperar la prometida venida del reino de Dios a la tierra, porque veamos y resumiéndolo un poco: de un cómputo de “70 semanas” divididas en tres fracciones de 7, 62 y 1 semana respectivamente, solo queda por cumplir esa última semana, eso es, siete años. Excusamos decir que el hecho que dicho tiempo de “70 semanas” del versículo 24 se nos fraccione en tres partes, indica que su secuencia no tiene por qué ser correlativa; es cierto que de la redacción del versículo 25 se puede deducir que los dos primeros bloques si fueron correlativos, mientras que el tercero no lo puede ser, pues si antes de la muerte de Jesús ya había vencido el segundo bloque de 62 semanas (noten ese “después” con que inicia el verso 26) y las cosas siguen igual que en ese momento, tirando a peor, ello significa que dicha “semana 70” y que antecede a lo señalado en el versículo 24, aún no ha iniciado.

Porque esta inicia en el momento en que aparezca un “caudillo” y que se corresponderá con el “anticristo”, que establezca un pacto por una “semana”, o sea por siete años “entre los muchos” y siendo que estos “muchos” tienen que ver con Israel y sus vecinos árabes: queda claro entonces que una vez haya entrado en acción dicho personaje, estaremos a siete años vista del reino de Dios. Claro, la cuestión tiene que ver con “cuándo” aparecerá el susodicho personaje y que es el tiempo que se nos “queda bailando”, pues lo desconocemos…… pero que nos podemos hacer una idea, a tenor de lo dicho en la profecía de Daniel considerada, porque veamos las pistas se nos dan en la misma: en el versículo 26 de la misma, se nos da un detalle muy importante y que tiene que ver con el hecho de que dicho personaje tiene que ser descendiente del “pueblo” que asoló Jerusalén y su templo; recordémoslo:

Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo (como etnia) de un caudillo que viene (luego dicho “caudillo”, en ese momento aún en el futuro, tiene que proceder de ese “pueblo”) los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.” (Acotaciones nuestras).

Y a pesar de lo que a usted le hayan podido decir, el “pueblo” que como etnia que destruyó Jerusalén y su templo no fueron las levas romanas, sino mercenarios asirios que estaban enrolados en las legiones de Roma acantonadas el norte de Israel y región que un día fue la poderosa nación de Asiria…… de ahí que fueran individuos de etnia asiria los que como “pueblo” participaron de dicha destrucción. Por lo que el personaje que hoy estamos esperando, tiene que ser de ascendencia asiria según la profecía de Daniel; y siendo cierto que la nación de Asiria desapareció en la noche de los tiempos y nunca más se supo de ella, no es menos cierto y según las Escrituras, que la tal tiene que aparecer de nuevo como nación en la escena mundial:

Y vi una bestia salvaje que ascendía del mar, con diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus cuernos diez diademas, pero sobre sus cabezas nombres blasfemos. 2 Ahora bien, la bestia salvaje que vi era semejante a un leopardo, pero sus pies eran como los de un oso y su boca era como boca de león. Y el dragón dio a la bestia su poder y su trono y gran autoridad.

3 Y vi una de las cabezas de ella como muerta por degüello, pero su golpe de muerte fue sanado y toda la tierra siguió a la bestia salvaje con admiración.” (Rev. 13:1-3).

Recordemos que la “bestia salvaje” de siete cabezas prefigura al conjunto de potencias mundiales que dominaron sobre el pueblo de Dios, Israel y que por orden de aparición fueron las siguientes: Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-Persia (la actual Irán), Grecia, Roma y el Imperio Otomano (la actual Turquía); cómo podemos comprobar, todas esas naciones existen en la actualidad aunque algunas con nombres distintos, excepto Asiria y que como hemos señalado, desapareció de la escena mundial sin dejar rastro alguno…… y siendo esta la “cabeza” que recibió el golpe de muerte y que tiene que ser sanado, eso es, que tiene que volver a aparecer como nación y como fue en el caso de Israel, que estuvo desaparecida por más de 1.800 años, desde 135 E.C. hasta 1.948 en que reapareció como tal.

En nuestros días, entonces y para que se cumpla la profecía, tiene que reaparecer la nación de Asiria aunque lo hará también con un nombre distinto y que quizás les suene de algo; porque si siguen los sucesos de Oriente Medio, estarán al tanto de la lucha que mantiene la etnia kurda por recuperar su territorio y al que se refieren como el “Kurdistán”, territorio que antiguamente era el que ocupaba la desaparecida Asiria y…… ¡exacto, querido amigo, ha dado en la diana!: los kurdos actuales son los directos descendientes de los antiguos asirios. Tan es eso así, que en algún medio de comunicación ya se les identifica como asirios, no como kurdos y de los que esparcidos por el mundo habrá entre 50/60 millones, distribuidos fundamentalmente entre Turquía, Irak, Irán, Siria y un resto, entre Europa y otros países calculado entre 5 y 7 millones; luego la incógnita solo está en saber cuándo estos conseguirán la independencia y en el bien entendido que, para ello, precisarán de un líder carismático capaz de negociarla y que todo indica que será el personaje “anticristo”, que destacará por ser un sagaz político y no un hombre de armas.

Por lo tanto, no nos queda otra que seguir “ojo avizor” la situación en dicho territorio y esperar la aparición del citado personaje, cuya “tarjeta de presentación” será el susodicho pacto de paz o no agresión por siete años que establecerá entre Israel y sus vecinos árabes: a partir de ese mismo instante, empiezan ya a correr los siete últimos años del mundo tal como lo conocemos y a ser sustituido por el reino de Dios…… y si quieren saber cómo se distribuirán esos siete años, solo tiene que leer nuestro próximo artículo en dónde continuaremos profundizando con el tema. Mientras tanto y siendo cierto que en este blog se escribe la verdad sobre el contenido escritural, no estaría de más por parte de la “parroquia” el comprobar con su ejemplar de las Escrituras, si lo que les hemos dicho se ajusta a lo que estas dicen o no; y es que nosotros…… también nos podemos equivocar.

MABEL