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Como les prometíamos en un anterior escrito hoy nos vamos a referir a un período de tiempo del que se nos habla en una de las profecías más importantes de las Escrituras para estos tiempos en los que vivimos, eso es, la famosa “semana 70” mencionada en Dan. 9:27 y en dónde se lee como sigue:
“Y él (el personaje “anticristo) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana (de años); y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva…” (Acotaciones nuestras).
Y aunque en este blog hay mucha información acerca de dicha profecía, hoy nos vamos a centrar precisamente en esos últimos siete años y período de tiempo como el que jamás ha habido uno en la historia de la humanidad (ni lo habrá) y que cambiará el mundo de forma radical, al tiempo que llevará a muchas personas a hacer cosas inimaginables en estos momentos. Porque solo con un algo de imaginación, uno puede visualizar los tiempos de Jesús en donde no solo se sanaban leprosos, se restauraban sordos, ciegos o paralíticos, sino que se levantaban muertos por doquier y todo ello a diario…… todo ello, recordémoslo, por medio de personas sencillas como usted que nos lee o como los autores de este blog y en un área localizada, de lo que estamos hablando es de que eso tiene que producirse por todo el mundo. En armonía con lo afirmado, recordemos las instrucciones que en su momento el Hijo de Dios dio a sus más cercanos colaboradores y que, insistimos, eran personas comunes como somos todos nosotros:
“A estos doce Jesús los envió, dándoles estas órdenes: “No se vayan por el camino de las naciones y no entren en ciudad samaritana; 6 sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’. 8 Curen enfermos, levanten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Recibieron gratis; den gratis.” (Mat. 10:5-8).
Sabemos de la importancia de esos actos poderosos en la obra de testificación que les fue encomendada a dichas personas, por lo que se nos relata acerca de lo que ocurrió después de la muerte de Jesús en aquellos que atendieron el mensaje recibido a través de sus apóstoles y ello merced a una valiosa información que encontramos en Mar. 16:15-20:
“Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas, 18 y con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán (y prescindiendo de lo mortal que fuera la enfermedad)”.
19 Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales (u obras poderosas) que acompañaban a este.” (Acotaciones nuestras).
Luego queda claro que dichas señales no eran más que la “tarjeta de presentación” que identificaba a uno como verdadero enviado por Dios, para comunicar determinado mensaje a la humanidad; no pasemos por alto, el hecho de que ya en los tiempos de Jesús y según palabras de este, se aseveró que en un futuro distante de nuevo se llevaría a cabo una tarea de divulgación parecida y ya definitiva, aunque con otro “mensaje”…… pero veamos esas palabras:
“Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 21:14).
Y dado que “el fin” no llegó en el I siglo, solo es pensable razonar que de lo que se nos está hablando de otra predicación para el fin de los tiempos (en los que nos encontramos) y, como hemos dicho, con un “mensaje” diferente. Porque mientras que en los tiempos de Jesús lo que se hizo, mediante la predicación puesta en marcha por el Hijo de Dios, fue el buscar a aquellos que junto a él y con la condición de inmortales reyes y sacerdotes en un futuro tendrían que gobernar a su lado en el reino de Dios (eso es lo que se ofertaba), lo que se va a buscar con esa nueva predicación ya es a los futuros súbditos de dicho reino; es cierto que algunos que se las dan de “teólogos” (más bien “papanatas” de la teología, diríamos nosotros) y ante esta cuestión que planteamos, afirmarán que eso es un puro disparate solo propio de ignorantes y como nos consideran a los autores de este blog algunos de esos teólogos, fundamentalmente por nuestro pasado como miembros de la secta de los Testigos de Jehová…… lo que ocurre es que aunque nuestro pasado sea un baldón a la vista de esos personajes, resulta que la realidad y con datos bíblicos en la mano, la razón parece que la tenemos nosotros y en función de lo que se lee en Rev. 7:9-14:
“Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos (……)
13 Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación (eso es, que han sobrevivido a esta) y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Acotación nuestra).
Luego estaríamos hablando de personas que pasan con vida al reino de Dios, mientras que lo que sabemos acerca de los que tienen que reinar con Cristo en dicho reino es que, primero, tienen que participar de la llamada “primera” resurrección (Rev. 20:6) y por lo que, obviamente tienen que haber muerto primero y, segundo, que su resurrección se produce antes de que inicie la “gran tribulación” sobre la tierra y a la que sobrevive la citada “gran muchedumbre”, por lo que no podemos estar hablando de las mismas personas; pero veamos un pasaje que nos habla de la certeza de que esos que tienen que reinar al lado de Jesucristo, sean quiénes fueran, tienen que morir primero:
“Y cuando hayan terminado de dar su testimonio (la predicción anunciada en Mat. 24:14 y que tiene que llevar a cabo un “resto” de aquellos que con Cristo han de reinar y aún por aparecer, según Rev. 11:3), la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará. 8 Y sus cadáveres estarán en el camino ancho de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también el Señor de ellos fue fijado en el madero. 9 Y los de los pueblos y tribus y lenguas y naciones mirarán sus cadáveres por tres días y medio y no permiten que sus cadáveres sean puestos en una tumba. 10 Y los que moran en la tierra se regocijan sobre ellos y gozan y se enviarán regalos los unos a los otros, porque estos dos profetas atormentaron (con su mensaje de juicio) a los que moran en la tierra.
11 Y después de los tres días y medio, espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos, y se pusieron de pie (fueron resucitados) y gran temor cayó sobre los que los contemplaban. 12 Y oyeron una voz fuerte procedente del cielo decirles: “Suban acá”. Y subieron al cielo en la nube y sus enemigos los contemplaron.” (Rev. 11:7-12). (Acotaciones nuestras).
Siendo en este preciso momento en el que se produce la “primera” resurrección, pues según el apóstol Pablo aquellos “ungidos” que estén presentes en el tiempo del regreso de Cristo y como es el caso que ahora nos ocupa, “no precederán” en su resurrección (eso es, que no resucitarán antes que los ungidos del primer siglo), sino que será una resurrección conjunta; pero veamos el pasaje en cuestión:
“Porque esto les decimos por palabra de Jehová: que nosotros los vivientes que sobrevivamos hasta la presencia del Señor no precederemos de ninguna manera a los que se han dormido en la muerte; 16 porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero (eso es, en un mismo acto conjunto de resurrección).” (1 Tes. 4:15-16). (Acotación nuestra).
Pero todo esto ocurre, recordemos, después de terminada su obra de predicación por un espacio de tiempo de “1.260 días” (Rev. 11:3) y antes de que inicie la “gran tribulación” que tiene también una duración de tres años y medio, por lo que los “sobrevivientes” de la misma solo pueden ser los primeros súbditos de esos personajes que han sido reunidos para conformar el grupo gobernante en el reino de Dios, con Jesucristo al frente…… y decimos que serán los “primeros”, pues a ellos se irán añadiendo aquellos que vayan resucitando durante el milenio. Pero aclarado esto, veamos qué papel desempeñamos los “curritos” de a pie en todo ese espectáculo y que se nos explica en una famosa parábola, la conocida como la de “las ovejas y las cabras” (Mat. 25: 31-46) y de la que algo hemos escrito sobre ella, por ejemplo, en nuestro artículo del 25/06/15 y del que recomendamos su lectura para una mayor comprensión de lo que vamos a exponer a continuación.
Porque y por aquello de ir resumiendo, en dicha parábola se nos coloca inmediatamente después de terminada dicha predicación y cuando se “pasan cuentas” de lo hecho por cada uno…… y según lo hecho, o no hecho, unos son premiados con la vida eterna y los otros, los que “no han hecho”, castigados con la destrucción eterna; luego dada la importancia del asunto, es inevitable el tener que leer dicha parábola en toda su extensión:
“Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. 32 Y todas las naciones serán reunidas delante de él, y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda.
34 Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. 35 Porque me dio hambre y ustedes me dieron de comer; me dio sed y me dieron de beber. Fui extraño y me recibieron hospitalariamente; 36 desnudo estuve y me vistieron. Enfermé y me cuidaron. Estuve en prisión y vinieron a mí’. 37 Entonces los justos le contestarán con las palabras: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos extraño y te recibimos hospitalariamente, o desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en prisión y fuimos a ti?”. 40 Y en respuesta el rey les dirá: “En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos (el resto •ungido” por aparecer), a mí me lo hicieron”.
41 Entonces dirá, a su vez, a los de su izquierda: “Váyanse de mí, ustedes que han sido maldecidos, al fuego eterno (sinónimo de destrucción eterna) preparado para el Diablo y sus ángeles. 42 Porque me dio hambre, pero ustedes no me dieron de comer; y me dio sed, pero no me dieron de beber. 43 Fui extraño, pero no me recibieron hospitalariamente; desnudo estuve, pero no me vistieron; enfermo y en prisión, pero no me cuidaron”. 44 Entonces ellos también contestarán con las palabras: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o con sed, o extraño, o desnudo, o enfermo, o en prisión y no te ministramos?”. 45 Entonces les contestará con las palabras: “En verdad les digo: Al grado que no lo hicieron a uno de estos más pequeños, no me lo hicieron a mí”. 46 Y estos (los que no hicieron) partirán al cortamiento eterno (o destrucción eterna), pero los justos (o los que sí hicieron) a la vida eterna.” (Acotaciones nuestras).
Lo que dicho en román paladín y partiendo del hecho que dicha parábola tenía una proyección futurista, significa que lo que se demandara de cada uno de nosotros es el apoyo incondicional en la obra de predicación que a esos personajes les será encomendada y que tiene que ver con la participación activa en dicha obra divulgadora; un ejemplo práctico de lo que les pretendemos decir, lo tenemos en la actual predicación que llevan a cabo los Testigos de Jehová: cuando hacen un prosélito, este a sus vez tiene que involucrarse en el movimiento proselitista y hacer a su vez, tantos adeptos como le sea posible…… y en el bien entendido de que hacemos mención de esa organización religiosa, solo para mostrar la “dinámica” de la obra que nos será encomendada en un futuro a aquellos que estemos dispuestos a sumarnos a ella.
Y es que dicha secta, al igual que otros movimientos religiosos y muchos otros predicadores que van por libre, si bien se arrogan el estar ya efectuando la predicación anunciada en Mat. 24:14, fallan en los dos aspectos fundamentales de dicha obra y que se resaltan en Rev. 11:3; primero, que el período de tiempos establecido para efectuar dicha obra es de 1.260 días o tres años y medio, mientras que todos esos personajes mencionados nos llevan dando la “matraca” por decenios. Y en segundo lugar, según Rev. 11:5-6, que tanto los líderes de esa predicación por venir, como los que se unan a ellos (Mar. 16:15-20) serán capaces de llevar a cabo las obras poderosas necesarias para acreditar su condición de enviados del Altísimo y, extremo este, que brilla por su ausencia en los predicadores actuales…… luego estamos ante falsos enviados de Dios y, por tanto, ante un falso mensaje predicado; por lo que la pregunta bien podría ser ¿y para cuándo, entonces, tan espectacular oportunidad?
Pues en el mismo momento de cumplirse la profecía de Dan. 9:27, eso es, en cuanto aparezca un líder político (bíblicamente identificado como “el anticristo”) que establezca un pacto de paz o de no agresión entre poderosas naciones en conflicto (fundamentalmente entre Israel y sus vecinos árabes) y la cual cosa está al caer. Y es que al unísono con la aparición en escena del personaje citado, se produce también la de los “dos testigos” de Rev. 11:3 y momento que inicia la primera mitad de esa “semana 70” de Daniel con la “gran predicación” anunciada por el Hijo de Dios en Mat. 24:14 y con una duración, repetimos, de “1.260 días” o tres años y medio; pero veamos ese pasaje:
“Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Eso es, que cuando se haya llegado al término de los “1.260 días” Rev. 11:3 o tres años y medio de predicación (la primera mitad de dicha profética semana), ya muerto el resto ungido y producida la “primera” resurrección, iniciará la segunda parte de la citada “semana 70” y que será abarcada por lo que se conoce como la “gran tribulación” o “el día de la ira de Dios” (Sof. 1:14-18), sobre aquellos que hayan rechazado la oportunidad ofrecida de participar en la obra de divulgación de la inminente llegada del reino de Dios y como se nos explica en 2 Tes. 1:6-9:
“Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios (porque no han querido) y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús (es más, se han opuesto a ellas). 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna (en armonía con lo dicho en la parábola de las ovejas y las cabras de Mat. 25:31-46) de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (Acotaciones nuestras).
Por lo tanto estamos en expectativa de que cualquier día amanezcamos y estemos ya inmersos en ese período de tiempo, en el que tendremos la oportunidad de participar en una obra que será única, pues jamás se volverá a repetir en la historia de la humanidad…… y no nos negarán, que haber sido portavoces del Dios Altísimo en la persona de Su Hijo Jesucristo y depositarios de Su Poder para llevar a cabo obras poderosas (Joel 2:28-29), ya tiene su “aquel”; cuestión aparte es cómo nos enteraremos de que ha llegado el momento de tomar acción y subirnos “al carro” de aquellos que partirán hacia la vida eterna.
Apuntábamos al respecto, una teoría en nuestro escrito del día 14/09/15 y que si bien en principio parece buena, no es menos cierto que podría haber otra y sin ser tan espectacular como la mencionada, porque veamos: si lo que esperamos es la aparición del personaje “anticristo” que establezca un pacto por siete años (ni uno, más ni uno menos) entre distintas partes y que al unísono, aparezcan unos personajes haciendo obras poderosas y eso ya se haya producido ¿qué más habría que esperar? Lo que procedería es que cada uno empezara por visitar a su vecino más cercano, anunciándole el acontecimiento producido, así como lo que este significa y que él decida qué hacer: si creérselo y tomar la misma decisión, o no creérselo y quedarse en casa como si no pasara nada…… partiendo de ahí, cada uno estará labrándose su propio destino y según la parábola mencionada de “las ovejas y las cabras”.
En todo caso, lo que sí está claro es que todo aquél que adopte la correcta decisión de ponerse al lado de esos enviados de Dios, vivirá los tres años y medio más significativos e importantes de su vida (tanto pasada, como futura), pues estará al servicio directo de nuestro Creador en ese momento tan crucial de la historia de la humanidad y, dotado además, de grandes poderes para hacer el bien a todos aquellos que atiendan su mensaje; después de eso, tres años y medio más en que uno será ocultado o protegido de la “gran tribulación” (ver nuestro escrito del 13/05/10), para inmediatamente de terminada esta entrar con vida al reino de Dios (Rev. 7:14) y en dónde las enfermedades, la vejez e incluso la muerte, serán cosas del pasado. Todo ese proceso expuesto a lo largo de este escrito, se pondrá en marcha en el preciso momento en que aparezca en escena el “anticristo” y dé el pistoletazo de salida, con la firma de un pacto por siete años y que, insistimos en ello, serán los últimos siete años del mundo, tal como lo contemplamos hoy; y eso, queridos amigos que nos leen, podría ocurrir mañana mismo…… ¡miren si estamos cerca del reino de Dios!
MABEL
miércoles, 28 de septiembre de 2016
Los siete últimos años del mundo, tal como lo conocemos hoy.
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