sábado, 10 de septiembre de 2016
La Biblia no solo es su “texto”…… también es su “contexto”, D. Ángel.
Lo que dicho para entendernos, significa que no se puede sostener una objeción apoyándose tan solo en un único pasaje que diga aquello que precisamos que diga, para reafirmarnos en lo que nosotros “suponemos” que dice la Biblia; lo que equivale a no ajustar lo que uno cree al texto escritural, sino en ajustar el texto escritural a la particular creencia de cada uno y que es algo muy distinto…… y en el bien entendido que cuando hablamos del “texto escritural”, nos estamos refiriendo al armonioso conjunto que conforman las Escrituras como un todo y no solo en lo que se nos dice en un determinado pasaje, extrapolado este de su contexto. Contexto que viene a ser como el “patito feo” del famoso cuento de Hans Christian Andersen, pues una inmensa mayoría de personas leen o citan de las Escrituras sin tenerlo en cuenta para nada…… y olvidándose que, al igual que en el cuento en cuestión, el contexto es ese hermoso cisne (en eso se convirtió el “patito feo”) que nos permite el poder entender la Biblia a cabalidad.
Y actitud la citada, en la que parece haber caído el autor de un correo remitido amablemente a nuestro blog, por uno de nuestros lectores (el citado Sr. Ángel) con relación a nuestro último escrito que, bajo el título “¿Qué es, realmente, el “reino de Dios”?”, se publicó el 01/09/16…… y correo expuesto en los siguientes términos:
“Usted dice: “Entonces queda claro que lo que se nos está diciendo en dicho pasaje, es que coincidente con el regreso de Jesucristo a la tierra para asumir su reinado en la misma"
¿Nos está diciendo usted con esto que Jesucristo volverá a la tierra para reinar sobre ella, sobre la tierra? ¿Y qué pasa con lo dicho por 2 Pedro 3:10-13:
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.”
(TODO SERÁ DESHECHO Y QUEMADO)
Puesto que TODAS ESTAS COSAS HAN DE SER DESHECHAS, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los CIELOS, ENCENDIÉNDOSE, SERÁN DESHECHOS, y los elementos, SIENDO QUEMADOS, SE FUNDIRÁN!
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”
(CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA)”
Decir en primer lugar, que en calidad de máximo responsable de todo lo que se publica en este blog, agradezco infinito a dicho comunicante que nos honre con sus visitas y, por supuesto, la amabilidad de dedicarnos parte de su tiempo haciéndonos la mencionada objeción; pero ya después de las formalidades de rigor (dicen que “lo cortés, no quita lo valiente”), pasemos a analizar el planteamiento presentado por nuestro amable comunicante y que se apoya fundamentalmente en lo expuesto por el pasaje de 2 Ped. 3:11-13, tomado en su caso de la versión bíblica RV 1960 y tal parece, que sin la elemental precaución de contrastar dicho pasaje con otras traducciones bíblicas para una mejor comprensión del mismo. Y pasaje del que leído a “vuelapluma” (y como parece haber sido el caso), bien se podría deducir la interpretación que del mismo nos hace el autor de dicho correo…… pero es que resulta y siempre siguiendo mí máxima de hablar claro para que se me entienda (¡qué quieren ustedes, la cabra siempre tira al monte!), que la interpretación que nos ha hecho D. Ángel de dicho pasaje es del todo errónea, pues ha pasado por alto una regla no escrita que tiene que ver con tres cosas fundamentales para comprender cabalmente las Escrituras: el contexto escritural, la lógica de las cosas y el entender correctamente aquello que se lee, como intentaré mostrar a lo largo de esta exposición.
Empezaré por señalarle a dicho caballero, que no he sido yo el que ha dicho que el regreso de Jesucristo es coincidente con el establecimiento del reino de Dios en la tierra y la consecuente restauración de todas las cosas…… eso se nos dice en Hech. 3:19-21 y que es muy distinto; veámoslo:
“… para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová 20 y para que él envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.”
Luego leyendo con un mínimo de corrección y que significa el “entender” lo que se lee, queda claro que el uso del término “hasta” en dicho pasaje relaciona directamente el regreso de Jesucristo con el establecimiento inmediato del reino de Dios en la tierra y que es el ámbito dentro del cual se llevará a cabo la “restauración” señalada en la profecía…… expresión esta que en sí misma y aplicando la lógica más elemental, ya nos indica que la tierra no será cambiada por “otra”, sino restaurada a una condición anterior. Por otra parte y siempre en el bien entendido que nuestro objetor parece apoyar la idea adventista de una tierra quemada, totalmente destruida y desolada para después de la “gran tribulación” y por un espacio de tiempo de mil años (que es lo que me barrunto), tenemos algunos textos que contradicen tan sorprendente teoría; veamos algunos de ellos:
“Porque los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra. 10 Y solo un poco más de tiempo y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar y él no será. 11 Pero los mansos mismos poseerán la tierra y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Sal. 37:9-11).
Lo que notamos en primer lugar y en armonía con el contexto de Luc. 17:34-37, es que estamos hablando de un juicio selectivo y por lo que si bien los malhechores serán “cortados” de la tierra, los “mansos” continuarán habitando la misma después de dicho juicio…… algo tremendamente complicado en una tierra totalmente “deshecha y quemada” como nos plantea el comunicante en cuestión. Un ejemplo claro de ello lo tenemos en el juicio que mediante un diluvio trajo Dios sobre la tierra en los días de Noé, en donde lo destruido no fue el planeta Tierra sino la generación inicua y perversa que lo habitaba, mientras que el personaje señalado y su familia fueron protegidos y continuaron viviendo en el mismo. Que la historia se repetirá, eso es, que estamos ante un juicio divino en el que habrá supervivientes y para lo que se precisará de una tierra habitable, terminado este, queda puesto de manifiesto en Rev. 7:9-14:
“Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos. 10 Y siguen clamando con voz fuerte y dicen: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono y al Cordero” (……). 13 Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación (eso es, que “sobreviven” a dicho juicio) y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”.” (Acotación mía).
Notemos que no se nos dice que esos sobrevivientes bajan del cielo y como defiende la teoría adventista (antes del juicio, los justos habrían sido supuestamente arrebatados al cielo), sino que son los escapados de la “gran tribulación”, de hecho protegidos por Dios y según se desprende de Isa. 26:20-21:
“Anda, pueblo mío, entra en tus cuartos interiores y cierra tus puertas tras de ti. Escóndete por solo un momento hasta que pase la denunciación. 21 Porque, ¡mira!, Jehová está saliendo de su lugar para pedir cuenta por el error del habitante de la tierra contra él; y la tierra ciertamente expondrá su derramamiento de sangre y ya no encubrirá a los de ella a quienes han matado.”
Por lo tanto, a la luz de la historia y de los pasajes citados, entiendo como un total disparate el pensar que en algún momento la tierra pudiera ser destruida para siempre y ser sustituida por “otra”, que es lo que parece que dicho comunicante nos está planteando y partiendo de la interpretación literal del pasaje citado de 2 Ped. 3:10-13…… máxime cuando terminada la creación de esta, Jehová Dios dijo aquello de que todo lo creado era “muy bueno” (Gén. 1:31), luego ¿por qué cambiarlo, si el problema no está en la tierra en sí misma, sino en el hombre que la habita?. Porque recordemos que la escena que acabamos de leer de Rev. 7:9-14, tiene lugar en esta tierra que habitamos, dado que la Revelación fue dada mostrar las cosas que ocurrirán en ella y no en “otra” (Rev. 1:1); pero tenemos otro pasaje que confirma mis palabras y que en esta ocasión encontramos en Isa. 45:18:
“Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, sino que la formó aun para ser habitada: “Yo soy Jehová y no hay ningún otro.”
Pasaje que en la versión NTV se vierte de la siguiente forma:
“Pues el Señor es Dios; él creó los cielos y la tierra y puso todas las cosas en su lugar. Él hizo el mundo para ser habitado, no para que fuera un lugar vacío y de caos (y que es lo que se nos propone, aunque solo sea por un espacio de tiempo de mil años). “Yo soy el Señor —afirma— y no hay otro”.” (Acotación mía).
Entonces difícilmente se podría pensar en tan negro futuro para nuestro hábitat natural, cuando la realidad es que, por otra parte, nuestro Creador está firmemente decidido a perpetuar la existencia del mismo y como se deduce del siguiente pasaje:
“Pero las naciones se airaron y vino tu propia ira y el tiempo señalado para que los muertos sean juzgados y para dar su galardón a tus esclavos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes; y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18).
Luego es obvio de esas palabras, que el primer interesado en preservar la integridad del planeta es precisamente nuestro Creador y lo que hace muy difícil que sea Él mismo el que cause su destrucción, cuando Su propósito para la tierra es el siguiente:
“Los justos mismos poseerán la tierra y residirán para siempre sobre ella.” “Sal. 37:29).
Que ello será así, queda probado por lo que leemos en Prov. 2:21-22:
“Porque los rectos son los que residirán en la tierra (la actual, la que conocemos) y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. 22 En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Acotación mía).
Notemos que no se nos dice nada de una tierra destruida, sino que los “inicuos” serán arrancados de esta, mientras que los “rectos” son los que quedarán en ella…… luego de nuevo nada que nos indique una tierra destruida y calcinada por fuego (aunque fuera temporalmente, eso es, por los mil años y que es lo que promulga el adventismo), pues de lo contrario ¿dónde meteríamos entre tanto a los “rectos” que sobreviven al juicio divino? Pero claro, por ahí tenemos el pasaje de 2 Ped. 3:10-13 (no nos olvidemos del versículo 7) y que según nuestro comunicante parece ser decisivo para sostener su planteamiento acerca de una tierra “DESHECHA Y QUEMADA”, por lo que vamos a analizar con un poco de atención lo que en el mismo se nos dice:
“Sin embargo, el día de Jehová vendrá como ladrón y en este los cielos pasarán con un ruido de silbido, pero los elementos, estando intensamente calientes, serán disueltos y la tierra y las obras que hay en ella serán descubiertas (“quemadas”, “expuestas” o “sometidas a juicio”, según distintas versiones y lo que añade más confusión al asunto).
11 Puesto que todas estas cosas así han de ser disueltas ¡qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, 12 esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová, por el cual los cielos, estando encendidos, serán disueltos y los elementos, estando intensamente calientes, se derretirán!
13 Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa y en estos la justicia habrá de morar.” (Acotación mía).
Por lo que entiendo que nuestro comunicante haría muy bien si, en lugar de tomar el pasaje como definitivo para sostener su planteamiento, tomara en consideración (insisto en ello) algunos conceptos a tener en cuenta además del contexto escritural, como son la lógica de las cosas, así como una correcta comprensión de aquello que se lee y que en la interpretación bíblica también tienen su lugar, porque veamos en este caso qué es lo que nos dice la lógica: si tomamos el pasaje leído en su literalidad y aceptamos que se nos habla de la destrucción “por fuego” de nuestro planeta Tierra, también tendríamos que aceptar la literalidad “de los cielos” que se nos mencionan también en dicho pasaje como sujetos de destrucción y cielos literales que están compuestos por las estrellas que conforman el firmamento que cada noche contemplamos que, según dicho pasaje (repito), son también “destruidos” por el fuego, …… y pensar que una estrella como nuestro Sol y para no ir más lejos, pueda ser destruida por fuego cuando es un horno nuclear miles de veces más potente que el fuego que conocemos, se me antoja una simpleza ¡qué quieren ustedes que les diga!
Por otra parte ¿qué carga de responsabilidad tienen los “cielos y la tierra” literales, en el castigo que Dios traerá sobre la tierra? ¿No es la gente la que peca y no los elementos, que no tienen vida consciente y por llamarlo de alguna manera? ¿No será más bien, que en ese pasaje de Pedro se nos está hablando de otra cosa? Ello se puede averiguar fácilmente (no perdamos de vista el hecho de que la Biblia se interpreta a sí misma), investigando lo que se nos dice en el versículo 13 que acabamos de leer relativo a la existencia de “nuevos cielos y una nueva tierra” y que es en dónde está el meollo del asunto; expresión esta, por otra parte, que aparece cuatro veces en el texto escritural: en Isa. 65:17, 66:22 (este ya en apuntando a un futuro lejano), la citada de 2 Pedro 3:13 y finalmente en Rev. 21:1; por lo que vamos a ver a quiénes aplicó en su momento la profecía de Isaías y en qué circunstancias:
“Porque, ¡miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.”
El primer cumplimiento de esta profecía (Isa. 66:22, 2 Ped. 3:10-13 y Rev. 21:1 tienen que ver, repito, con un segundo y definitivo cumplimiento, aún en el futuro), tuvo que ver con los judíos de la antigüedad quienes, después de décadas de destierro en Babilonia y tal como Isaías había predicho con exactitud unos doscientos años antes, regresaron a su tierra natal y en donde restablecieron la adoración verdadera (Esd. 1:1-4; 3:1-4). Luego es obvio que regresaron a una tierra que se hallaba en este mismo planeta, la tierra de sus antepasados y no en otro lugar del universo parecido a “otra” tierra; el conocimiento de esta circunstancia puede ayudarnos a analizar lo que Isaías quiso decir por “nuevos cielos y una nueva tierra”. Pero no tenemos que especular demasiado al respecto, porque la misma Biblia aclara lo que Isaías quiso decir, pues en ella se nos muestra que la expresión “tierra” no siempre hace referencia a nuestro globo terráqueo; por ejemplo, el Sal. 66:4 literalmente dice: “¡Toda la tierra te adorará y cantará a ti! ¡Cantarán a tu nombre!”, mientras que el Sal. 96:1 también literalmente dice: “Cante a Jehová, toda la tierra”.
Sin embargo, sabemos que nuestro planeta, eso es, la tierra firme y los inmensos océanos que esta contiene, no pueden ni adorar ni cantar...... es la gente quien adora o canta; luego tanto el Sal. 96:1, como el Sal. 66:4 y otros, se refieren a la gente de la tierra y siendo este el sentido que se le da al término “tierra” en el pasaje Isa. 65:17. Pero dado que también se nos hace mención a la existencia de “nuevos cielos”, veamos la relación existente entre lo uno y lo otro; porque si “la tierra” representaba en ese contexto a una nueva sociedad de personas en el suelo natal de los judíos ¿qué se entendería por “nuevos cielos”? Una reputada Enciclopedia Teológica (de McClintock y Strong), nos dice lo siguiente acerca de ello:
“Cuando la palabra cielo se menciona en una visión profética, significa [...] el conjunto de los poderes gobernantes [...] que están por encima de sus súbditos y los gobiernan, tal como el cielo natural está por encima de la tierra y la gobierna.”
En cuanto a la expresión combinada “cielo y tierra”, dicha Enciclopedia explica que “en lenguaje profético, la expresión significa la condición política de personas de diferentes rangos. El “cielo” es la soberanía; la “tierra” son los súbditos: hombres que son gobernados por sus superiores.”
Entonces cuadra perfectamente esta descripción con lo que se sobreentiende del relato de Isa. 65:17-19, porque veamos: cuando los judíos regresaron a su tierra natal, entraron en lo que podríamos considerar como un nuevo orden de cosas que nada tenía que ver con el que había padecido por 70 años en Babilonia, pues pasaron a tener un nuevo cuerpo gobernante en el que Zorobabel, descendiente del rey David, era el gobernador y siendo Josué, por otra parte, el sumo sacerdote (Ageo 1:1; 12; 2:21); estos (y sus colaboradores), como gobierno, pasaron a constituir los “nuevos cielos” mencionados, pero ¿por encima de qué? Pues por encima de una “nueva tierra”, o sea, la nueva sociedad limpia de personas obedientes a Dios, que habían regresado a su “terruño” natal a fin de reconstruir Jerusalén y su templo, para reiniciar la adoración verdadera a su Dios Jehová. Por tanto y en este plano, verdaderamente hubo unos “nuevos cielos” y una “nueva tierra” en el cumplimiento profético que vivieron los judíos en aquel tiempo; que ello es así, queda claro cuando el pasaje de Isa. 65:17 se lee en su contexto más inmediato, eso es, con los versículos 17-18 siguientes:
“Porque, ¡miren!, voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón. 18 Pero alborócense y estén gozosos para siempre en lo que voy a crear. Porque, ¡miren!, voy a crear a Jerusalén una causa para gozo y a su pueblo una causa para alborozo. 19 Y ciertamente estaré gozoso en Jerusalén y me alborozaré en mi pueblo; y ya no se oirá más en ella el sonido de llanto ni el sonido de un lastimero clamor.”
Luego está claro de esta lectura, que los futuros “nuevos cielos” prometidos que serían “creados” por el Dios Altísimo se correspondían con una nueva gobernación en Jerusalén (Zorobabel y Josué), mientras que la “nueva tierra” tenía que ver con el pueblo gobernado; siendo ello así, tenemos que pensar que el segundo cumplimiento aún futuro de la profecía y que es de lo que se nos habla tanto en Isa. 66:22, como en 2Ped. 3:13 y en Rev. 31:1, tiene que ver con lo mismo: un nuevo gobierno y una nueva sociedad gobernada. Por ello se puede deducir, que los gobernantes en el reino de Dios (Jesucristo y sus 144.000 seguidores, según Rev. 14:1) y los sobrevivientes de la “gran tribulación” son los que conformarán, respectivamente, esos futuros “nuevos cielos y esa “nueva tierra” del milenio y que según nuestro Creador tienen que permanecer “para siempre” (Ecle. 1:4), mientras que lo inicuos serán “arrancados” (eso es, de forma violenta) de ella:
“Porque los rectos son los que residirán en la tierra y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. 22 En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Prov. 2:21-22).
Lo que queda claro y para enfatizar la idea, que no es la tierra como planeta la que es “castigada” con la destrucción (no tendría ningún sentido), sino los “inicuos” que en ella existen; es cierto que probablemente dicho evento tendrá consecuencias en el ambiente y a tenor de lo que acerca del enfrentamiento entre Jesucristo y sus leales contra los reyes de la tierra al frente de sus ejércitos se nos dice en Sof. 1:14-18 y enfrentamiento que se conoce como la batalla de Har-Magedón y de la que se nos habla en Rev. 13:13-16…… pero no es menos cierto que nuestro planeta y con el tiempo, tiene la capacidad de auto regenerase y por lo que no se precisa de una “nueva tierra” literal y que es lo que se nos plantea. Si tomamos el ejemplo de un bosque quemado y por aquello de mencionar el fuego, vemos que al poco tiempo vuelve a reverdecer y en unos años se regenera completamente…… y si a ello le sumamos los inmensos poderes que acompañarán a esos nuevos gobernantes, la cosa no tendrá dificultad alguna. Pero dicha idea y a riesgo de extenderme en demasía (¡pero qué quieren, me gusta llegar al fondo de los asuntos para eliminar toda duda!), nos lleva a una derivada que tiene que ver con el hecho de que en 2 Ped. 3:10-13 se nos hable de “fuego”, en contraste con los versos anteriores, eso es, del 5 al 7 en dónde se nos habla de “agua”:
“Porque, conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa, que hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios; 6 y por aquellos medios el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua. 7 Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.”
Y para poder entender cabalmente el contenido de ese capítulo uno de 2 de Pedro, habría que zambullirnos en el trasfondo subliminal contenido en un juicio por “agua” y uno por “fuego”, que es el siguiente: mientras que el agua del diluvio del día de Noé y por decirlo de alguna manera, solo “lavó la cara” de un mundo ruin y lleno de violencia, posteriormente este volvió a aparecer y como constatamos en nuestros propios días; sin embargo, el fuego bíblicamente es símbolo de destrucción permanente y por lo que el que se nos diga que el juicio venidero será con “fuego”, significa sencillamente y a diferencia de lo acontecido tras el diluvio del día de Noé, que jamás volverá a existir en la tierra una sociedad aviesa y violenta como la que hoy nos rodea; ahora bien ¿estaríamos hablando en todo caso, de un fuego literal que azotará la tierra? Bien, si hacemos caso al registro escritural, no parece ser este el caso; veamos por ejemplo, lo que se nos dice en Sof. 2:8 y hablando de ese juicio futuro:
“Por lo tanto, manténganse en expectación de mí —es la expresión de Jehová— hasta el día en que me levante al botín, porque mi decisión judicial es reunir naciones, para que yo junte reinos, a fin de derramar sobre ellos mi denunciación, toda mi cólera ardiente; porque por el fuego de mi celo toda la tierra será devorada.”
Luego lo que es ardiente como fuego es la cólera y el celo divino por acabar con la maldad en la tierra; pero veamos este otro y que confirma mi planteamiento:
“Porque nuestro Dios es también un fuego consumidor (en el sentido que sus juicios adversos significan destrucción eterna).” (Acotación mía).
Y finalmente, que dicho juicio tal parece que no será con fuego literal, se desprende del resultado del mismo y según se nos relata en Sof. 1:17:
“Y ciertamente causaré angustia a la humanidad y ciertamente andarán como ciegos; porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo y sus entrañas como el estiércol (noten que nada hace presumir de que “serán quemadas”).” (Acotación mía).
E idea que se corrobora en Rev. 19:17-21:
“Vi también a un ángel que estaba de pie en el sol y clamó con voz fuerte y dijo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: “Vengan acá, sean reunidas a la gran cena de Dios, 18 para que coman las carnes de reyes y las carnes de comandantes militares y las carnes de hombres fuertes y las carnes de caballos y de los que van sentados sobre ellos y las carnes de todos, de libres así como de esclavos y de pequeños y grandes”.
19 Y vi a la bestia salvaje y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos reunidos para hacer la guerra contra el que iba sentado en el caballo y contra su ejército. 20 Y la bestia salvaje fue prendida y junto con ella el falso profeta que ejecutó delante de ella las señales con las cuales extravió a los que recibieron la marca de la bestia salvaje y a los que rinden adoración a su imagen. Estando todavía vivos, ambos fueron arrojados al lago de fuego que arde con azufre. 21 Pero los demás (eso es, sus seguidores), fueron muertos con la espada larga del que iba sentado en el caballo, la espada que salía de su boca. Y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos (lo que significa que fueron dejados como carroña, por lo tanto, nada que ver con el ser incinerados con fuego).” (Acotaciones mías).
Parece confirma esa idea, lo que se nos dice en la profecía de Ezeq. 39:11-15 y en expresa referencia a esa batalla final de Har-Magedón y a partir de la que inicia el milenio del reino de Dios, en el que todo indica que será cuestión de los hombres el “limpiar” el campo de batalla de cadáveres; por lo que se podría especular que la primera tarea de aquellos que entren al reino de Dios, será la de limpiar la tierra de los restos de dicha batalla y con lo que quedaría claro que de fuego consumidor que elimine totalmente la vida en el planeta tierra, nada de nada…… pero leamos dicho pasaje:
“……“Y en aquel día (ver Sof. 1:14) tiene que ocurrir que daré a Gog un lugar allí, una sepultura en Israel, el valle de los que van pasando, al este del mar y estará obstruyendo a los que pasen. Y allí tendrán que enterrar a Gog y toda su muchedumbre y con toda certeza lo llamarán el valle de la Muchedumbre de Gog. 12 Y los de la casa de Israel tendrán que enterrarlos con el fin de limpiar la tierra, por siete meses. 13 Y toda la gente de la tierra tendrá que efectuar el entierro, y ciertamente llegará a ser para ellos un asunto de fama el día en que me glorifique”, es la expresión del Señor Soberano Jehová.
14 “Y habrá hombres para empleo continuo (probablemente “enterradores”) a quienes pondrán en divisiones, mientras pasan por el país y, con los que van pasando, entierran a los que queden en la superficie de la tierra, para limpiarla. Hasta el fin de siete meses seguirán efectuando búsqueda. 15 Y los que vayan pasando tendrán que ir pasando por el país y, si uno realmente ve el hueso de algún hombre, también tiene que edificar junto a él un indicador, hasta que los que efectúan el entierro lo hayan enterrado en el valle de la Muchedumbre de Gog”.” (Acotaciones mías).
Todo considerado, entiendo que no se puede aceptar la literal interpretación y en todos sus extremos que nos hace nuestro comunicante del pasaje de 2 Ped. 3:10-13, pues en la misma no se contempla el contexto escritural e imprescindible en toda interpretación que se precie; y es que cuando uno discute u objeta acerca de las Escrituras tiene que asegurarse muy mucho de lo que dice, por aquello de no quedar en evidencia. De ahí, que un servidor no se distinga por prodigarse mucho publicando artículos (prefiero la calidad a la cantidad), pues dedico muchísimo tiempo a asegurarme de que lo que digo se ajuste al texto escritural y pueda ser mantenido en el tiempo…… y con todo ello ¡también me puedo equivocar!
Armando López Golart
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