sábado, 27 de febrero de 2010

La certeza de la vida eterna

Si nuestro querido lector nos lo permite, señalaremos de nuevo que el objetivo de nuestro blog, no es el de impartir enseñanza ni crear doctrina, sino de alguna manera intentar aclarar algunas afirmaciones un tanto erróneas, siempre desde nuestro punto de vista, que se publican en Internet y que pudieran llevarle a confusión...... y eso es lo que, según nuestro entender, hace el artículo que vamos a someter a consideración. Se trata del publicado por Apologista Mario Olcese, con fecha 24 de Febrero de 2010 y que pareciéndonos interesante en esencia, hay algunas observaciones que consideramos necesarias para aquellas personas que lo puedan leer. Y que como siempre que hablamos de otro autor, les recomendamos que así lo hagan, para obtener con ello una clara perspectiva de lo publicado y que a la vez, les permita evaluar el correcto fundamento o no, de nuestra posición. El artículo en cuestión, se titula: “¿Es posible realmente saber si uno es salvo? ¡Pues no…. aún!” y publicado en su blog “apologista.wordpress.com”. La idea sobre la que gira dicho artículo es la siguiente, según palabras de su autor:

Lo que los cristianos deben entender es que la salvación es un proceso que empieza con nuestra conversión o arrepentimiento y la aceptación por fe en Cristo y su evangelio del reino.” (Negritas nuestras)

O sea, según él, la salvación “es un proceso” y para probar este extremo, cita de Filipenses 2:12, que dice así:

De modo que, amados míos, así como habéis obedecido siempre (no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia), ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.”

Con lo cual parece que Apologista nos está diciendo, que uno solo sabrá si tiene la salvación o la posibilidad de vivir eternamente al final de una carrera de ímprobos esfuerzos. A continuación y en un siguiente subtema, pasa a analizar la necesidad “de ser perfectos” para alcanzar dicha salvación y citando para ello de 2 Pedro 1:5-11, en donde se detallan una serie de cualidades que el cristiano debe de ir atesorando de forma gradual y a través de su vida como tal, para alcanzar al final saber si le ha tocado “la lotería” de acceder a la vida eterna o no...... pero es que resulta que eso no es así, porque sencillamente, la Biblia no parece decir esto. De entrada, tenemos que considerar la imposibilidad de llegar a ser perfectos en este sistema de cosas en el que mal vivimos y lo cual solo se conseguirá al término del Milenio, cuando la humanidad sobreviviente alcanzará, gracias a los beneficios impartidos durante ese tiempo por Jehová y mediante Cristo y resto de gobernantes asociados, la misma perfección de la que disfrutaron Adán y Eva. Entonces seremos perfectos; y es cierto que el citado autor usa el texto de Prov. 2:21, para probar su teoría y citando de RV 1960, dice así:

Porque los rectos habitarán la tierra. Y los perfectos permanecerán en ella.”

Pero claro, es que resulta que todas las demás versiones consultadas, incluidas las versiones RV 1989 y 1995, sustituyen dicha expresión por la de “íntegros” o “rectos”y con lo cual no estaríamos hablando de lo mismo: se puede ser íntegro, sin necesidad de ser perfecto…… mientras que se puede ser perfecto y no guardar integridad (caso de Adán). Y es que entendemos nosotros que hay que ir con mucho cuidado y asegurarse mucho antes de transcribir algunos textos, para no llevar a nuestros lectores a ideas que pudieran confundirles. No olvidemos por otra parte, la responsabilidad que ello conlleva, dado que estamos hablando de la palabra de Jehová y con la consiguiente repercusión sobre aquellos que nos puedan leer, lo cual no es ninguna broma.

Pero es que también el artículo en cuestión, lo que hace de inicio es poner una barrera casi insalvable para aquellas personas que se inician en el estudio de las Escrituras: nada menos que llegar a ser perfectos y para lo cual hay que hacer no sé cuántas cosas, para poder conseguir la salvación o la vida eterna. Y es que, como hemos afirmado antes, las Escrituras no parecen ir en esa dirección, sino todo lo contrario y la cual cosa, quizás anime un poco a los recién iniciados en el estudio bíblico, así como a aquellos que aún se los están pensando. Lo que la Biblia nos está diciendo, es que aquellos que mediante conocimiento o estudio de las Escrituras, lleguen a cifrar su confianza o esperanza en la sangre derramada por Jesucristo y se hagan sus seguidores, ya tienen concedido y a partir de ese mismo momento, el derecho a la vida eterna y que si mantienen una conducta de integridad a los principios reflejados en las Escrituras, nadie, absolutamente nadie, les puede arrebatar. Y nada tiene eso que ver, con lo que afirman algunos de que cuando nos bautizamos, automáticamente somos hechos Hijos de Dios. Eso en una barbaridad que carece de todo soporte bíblico y que demuestra una nula comprensión del propósito final de Dios, aparte de desvirtuar el significado de Isaías 9:6.

Retomando el hilo de nuestra consideración, en el sentido de que cuando ejercemos fe en el sacrificio de Jesús y la plasmamos con nuestro bautismo en su nombre, ya adquirimos un derecho, vemos la certeza de tal afirmación en las siguientes palabras de Jesús, según Juan 6:40:

Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna y que yo lo resucite en el día final.”

Luego vemos que aún antes de morir y ser resucitados y a partir del momento de dirigir nuestra atención al sacrificio redentor de Jesucristo y ejercer fe en él, ya tenemos alcanzado el derecho a la vida eterna...... pero es que Jesús dijo más, cuando garantizó lo siguiente en el pasaje de la resurrección de Lázaro:

Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.” (Juan 11:25).

Porque cuando uno muere habiendo sido integro durante su vida, a los requisitos de la fe, se lleva consigo, por decirlo de alguna manera, el derecho otorgado de la vida eterna y que cuando resucita se le es reconocido, de tal manera que si continúa manteniendo dicha integridad en la prueba final y al término de los mil años del reinado de Cristo (Rev. 20:7-10), continuará viviendo eternamente; no porque allí y como premio se le conceda tal galardón, sino porque se le continúa respetando ese derecho que Jehová, en su infinita misericordia, le concedió en el mismo momento que aceptó a su Hijo. Y esa es toda la historia y no hay más.

Para ilustrarlo, imagínémonos a una estudiante de medicina, que feliz recoja al final de sus estudios y en solemne ceremonia, el título o diploma que la acredita como doctora en medicina ¿y que hace realmente ese documento?...... pues concederle el derecho a desempeñar la práctica profesional de la medicina y que mientras respete las responsabilidades que conlleva su Código Deontológico (Juramento Hipocrático), nunca se le será retirado por el Colegio de Médicos que se lo otorgó.

Y lo cual resulta muy distinto de lo que se nos ha contado en el citado artículo y que si nos lo permiten, vamos a comparar nuestro planteamiento con una creencia que se tiene en el mundo del ciclismo y que les dará a entender perfectamente la idea que queremos transmitir. Se dice que el Tour de Francia es por mucho la carrera ciclista más prestigiosa que existe, ya que se caracteriza por su dureza y a tal grado, que solo el terminarla ya se considera un mérito. Sin embargo, es opinión de todos los profesionales que han participado en ella, que cuando uno defiende el maillot amarillo de líder, tanto sus piernas como sus fuerzas se transforman. De tal manera es eso así, que se ha llegado a producir el caso de que dicha carrera la han ganado ciclistas que en un principio no contaban en los pronósticos y que en una etapa de transición se han adueñado de la prenda en cuestión, para luego no haber nadie que se la pudiera arrebatar. Lo que pretendemos decir, es que una cosa es luchar por algo posible de conseguir a corto, medio o largo plazo y otra muy distinta, pero que muy distinta, es luchar por defender o mantener aquello que ya se tiene...... y nuestro Creador, sabe eso perfectamente; pero veamos otro comentario del artículo del Sr. Olcese:

El diablo ha levantado engañadores que ofrecen una salvación automática y fácil. Ellos dicen que con sólo “aceptar a Cristo y recibirlo en su vida” usted ya es salvo… ¡mentira! Usted no ha sido salvo por aceptar a Cristo y su evangelio!…Usted ha aceptado a Cristo y su evangelio para entrar en el camino de la salvación. Usted ha aceptado correr la carrera cristiana para estar en forma para cuando Cristo regrese, y así él le pueda otorgar su corona de gloria por haber sido un buen “atleta cristiano.”

Pero es que resulta que en la idea afirmada en este párrafo, hay un contrasentido con una de las enseñanzas básicas del autor en cuestión. Porque mientras que aquí se nos afirma que uno no tiene la salvación de inmediato, sino que lo que hace es iniciar un camino que debe llevarlo a ir creciendo en la madurez espiritual y solo al final de la carrera se verá si uno es salvo o no, la susodicha enseñanza básica del Sr. Olcese, es la de que cuando uno acepta a Cristo y su evangelio y se bautiza, automáticamente pasa a convertirse en Hijo de Dios, en consecuencia hermano de Jesucristo y co-heredero, por tanto, del reino en calidad de rey y sacerdote...... y algo que pueden leer en cualquiera de sus artículos publicados que traten sobre del tema. Y todo ello en el mismo momento de bautizarse, siendo por tanto aún un bebé espiritual y sin haber alcanzado lógicamente la madurez requerida para tan alto ministerio...... y eso y con todos nuestros respetos, es una contradicción algo difícil de entender.

Por supuesto que uno y como hemos dicho, tiene el mantener integridad como requisito fundamental, faltaría más, ya que aquí y a diferencia de algunas organizaciones llamadas cristianas, no vale aquello de que una vez salvo, siempre salvo. Así como también es necesario, ir adquiriendo conocimiento de forma progresiva hacia la madurez:

“…… Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, 10 y vístanse de la nueva personalidad, que mediante conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la ha creado.” (Col. 3:9-10).

Luego de lo que se trata, es de una lucha constante, no con la esperanza de conseguir algo en un futuro, sino con la ilusión y el esfuerzo por mantener un maravilloso don que ya poseemos: el derecho a la vida eterna; veamos un ejemplo:

Y Dios es el que nos confirma con vosotros en Cristo y el que nos ungió; 22 es también quien nos ha sellado y ha puesto como garantía al Espíritu en nuestros corazones.” (2 Cor. 1:21-22).

El que aquí estaba hablando era Pablo y notemos lo que nos está diciendo: ellos ya sabían por aquel entonces y sin tener que esperar al final de sus vidas o al momento de su resurrección, que Jehová ya les había dado la confirmación en Cristo, los había sellado y ya les había puesto la garantía de todo ello en sus corazones. Luego ellos y en ese tiempo, ya tenían seguro y confirmado el galardón y que los únicos que podían perder tan maravilloso privilegio y al igual que nuestro primer padre Adán, eran ellos mismos, si no continuaban por el mismo derrotero que les había llevado a ser “escogidos”. Y aunque estamos hablando del reducido grupo de los “ungidos” o elegidos por Jehová para gobernar en el Reino junto a su Hijo Jesucristo en calidad de hermanos, lo mismo nos aplica a todos nosotros, los que no formamos parte de ese reducido grupo (Luc. 12:32).

Porque noten por favor, que estamos hablamos de un derecho y no de un hecho ya consumado, lo cual es muy distinto y que si nos lo permiten, intentaremos aclarar con un ejemplo por demás muy cotidiano: cuando usted compra un boleto o entrada para asistir a un evento o espectáculo programado para dos o tres meses vista (por decir algo), ya ha adquirido el derecho a estar presente en él cuando el tal se produzca y que será en un tiempo futuro. Que luego pueda llevar a cabo dicho derecho o no, ya depende del cuidado que usted haya tenido en poner a buen recaudo dicho boleto y con ello no perderlo, lo cual siempre suele depender, del aprecio o importancia que le dé al evento en cuestión. Pues eso es lo mismo: a los cristianos o verdaderos seguidores de Jesucristo, les ha sido entregado un boleto figurativo que les concede el derecho de acceder a la vida eterna y que si lo cuidan y valoran con sumo cuidado para no perderlo, mediante el no apartarse de llevar a cabo la voluntad de Jehová continuamente y superando cualquier impedimento o prueba que pueda surgir, cuando llegue el momento de la celebración del evento referido, allí estaremos en primera fila con el boleto en la mano.

Y que el Excelso Portero y Juez nombrado por nuestro Creador, Jesucristo, tomará de nuestras manos permitiéndonos la entrada al magnífico y deslumbrante recinto, donde se llevará a cabo el más grande y feliz espectáculo que jamás ojos humanos hayan podido contemplar. A dicho recinto se le conoce como “El Reino de Dios” y al espectáculo en cuestión, como: “El ser humano, de nuevo restaurado a la perfección”...... atractivo ¿no?

MABEL

sábado, 20 de febrero de 2010

Respondiendo a una objeción

Hace unos días y después de publicar nuestro artículo: “¿Resucitarán todos los muertos?”, recibimos un comentario, que como mínimo nos sorprendió. Y puesto que no se trataba de un correo personal y sujeto por tanto a privacidad, sino de un comentario para exposición pública y de hecho, ahí está publicado en el apartado de comentarios del artículo en cuestión, pues entendemos que no hay ningún problema que le demos aquí de forma pública, la debida atención. Y como siempre, recomendamos al querido lector el leer dicho comentario citado, para así poder entender lo que nosotros vamos a replicar y de paso comprobar, si estamos en lo correcto o no.

En primer lugar, lo que nos queda claro es que nuestro artículo no ha sido leído con la atención debida, porque de lo contrario algunos argumentos de la réplica no se tendrían que haber producido, dado que están ampliamente explicados en nuestro escrito y con sus correspondientes textos de apoyo. Sin embargo nuestro amable objetante, inicia su escrito en los siguientes términos: “Querido Armando, creo que todos serán resucitados”, lo cual nos parece perfecto. Lo que ya no nos parece tan perfecto, es que no apoye dicha creencia con los oportunos textos bíblicos o en su defecto señalando en los usados por nosotros, algún posible error de interpretación o de aplicación. Porque resulta que si no hemos cometido los tales errores, nosotros tenemos la razón en lo que hemos publicado y nuestro comunicante está equivocado en su planteamiento, a pesar de lo que honestamente pueda creer. Y además, porque si concurre esta circunstancia de ausencia de error, tanto de interpretación como de aplicación, resulta que el que está hablando es Jehová y no nosotros, que solo nos limitamos a poner por escrito lo que entendemos que está reflejado en Su Palabra, la Biblia; así de sencillo. Porque veamos lo que se nos dice de los habitantes de Sodoma y Gomorra, por ejemplo:

Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas después que ellas de la misma manera como los anteriores hubieron cometido fornicación con exceso, he ido en pos de carne para uso contranatural, son puestas delante de nosotros como ejemplo amonestador al sufrir el castigo judicial de fuego eterno.”

Considerado esto así, Judas 7 significaría que la gente inicua de Sodoma y Gomorra fue juzgada y destruida para siempre, dado que en las Escrituras, el fuego es símbolo de destrucción total y permanente (Rev. 20:14-15).

No olvidemos tampoco de donde proceden los resucitados, según Rev. 20:13:

Y el mar entregó los muertos que había en él y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos y fueron juzgados individualmente según sus hechos.”

O sea, los muertos que descansan en el fondo del mar y que por razones obvias no han podido ser enterrados y los que descansan en el Hades (Seol en hebreo), como símbolo del sepulcro común de la humanidad. Ahora bien, nada se nos habla sin embargo, de aquellos que Jehová no permitió que fueran sepultados, sino que ordenó quemarlos y que ya hemos visto lo que esto significa; veamos un ejemplo, en
Jos. 7:15:

Y tiene que suceder que el que sea escogido con la cosa dada por entero a la destrucción será quemado con fuego (evidentemente, después de ser lapidado), él y todo cuanto le pertenece, porque ha traspasado el pacto de Jehová y porque ha cometido una locura deshonrosa en Israel.” (Acotación nuestra).

Sin embargo, sorprendentemente, notamos que a otros delincuentes Él ordenaba enterrar:

“…... su cuerpo muerto no debería quedarse toda la noche en el madero; antes bien, sin falta debes enterrarlo ese mismo día, porque cosa maldita de Dios es el que ha sido colgado; y no debes contaminar tu suelo, que Jehová tu Dios te da como herencia.” (Deut. 21:23).

Y puesto que no entendemos que eso fuera un “caprichín” de Jehová, algo se nos tiene que querer decir, al significar tan notable diferencia. Circunstancia esta que cuando Jesús estuvo aquí en la tierra pareció señalar, al ser muy concreto en lo que dijo:

No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz….” (Juan 5:28).

Luego él no menciono nada en el sentido de que todos los muertos en general tenían que resucitar, ya que solo hizo mención a aquellos que estaban en los sepulcros.
Pero claro, Jesús no podía estar refiriéndose a la literalidad de esa afirmación, dado que la inmensa mayoría de las personas que habían existido antes que él, ya no estaban en sus sepulcros literales porque sus cuerpos descompuestos se habían fundido con la tierra. Luego de lo que él estaría hablando, es de personas que en cualquier época hubieran recibido sepultura y con lo que evidentemente, se refería a aquellas que a lo largo de la historia de la humanidad han muerto, no como consecuencia directa de un juicio de Jehová, las cuales o bien son consumidas por el fuego destructor o dejadas como estiércol sobre la superficie de la tierra, en señal de perpetuo desprecio y que nunca recibieron sepultura:

Y realmente los tenderán al sol y a la luna y a todo el ejército de los cielos, a los que ellos han amado y a los que han servido y tras los cuales han andado y que han buscado y ante los cuales se han inclinado. No serán recogidos, ni serán enterrados. Como estiércol sobre la haz del suelo llegarán a ser.” (Jer. 8:2).

Luego vemos un detalle distintivo entre unos muertos y otros: los que murieron por causas humanas (por llamarlo de alguna manera) y que normalmente recibieron sepultura y aquellos que fueron destruidos a causa del juicio divino y que según leemos, no la recibieron.

Que eso es así, nos lo confirma un detalle que no suele tenerse en consideración, pero que ahí está...... y es que no olvidemos, que en la Palabra de Jehová un simple punto o coma tienen su importancia, por ello entendemos digno de mención dicho detalle; veamos: al inicio del párrafo anterior, hemos considerado Rev. 20:13, que nos habla acerca de que el mar y el hades, entregaron a sus muertos, pero ¿por qué se establece tal distinción? ¿Por qué no dice “…... y todos los muertos fueron levantados y fueron juzgados individualmente según sus hechos.”? Pues no puede decirlo, porque de ninguna manera esto es así, aunque nuestro querido objetor esté convencido de ello, pues solo resucitan aquellos que desde que el mundo es mundo, han muerto y sido sepultados y por lo tanto, repetimos, no los que a causa de un juicio adverso y directo de Jehová, han sido consumidos por el fuego o dejados como estiércol sobre la superficie del suelo y que en consecuencia, seguro que no han recibido sepultura. Por eso Rev. 20:13, necesita especificar que también los que están en el mar, son resucitados aunque no fueran literalmente enterrados y por tanto, no se pudiera afirmar, simbólicamente, que están en el sepulcro. Y para que quede claro y según entendemos, señalamos el hecho de que las Escrituras ponen el énfasis, no en el mero hecho físico del ser sepultado o no, sino en el hecho de haber muerto como víctima directa de un juicio adverso del Altísimo y que es lo que realmente priva a uno de la resurrección.

No sea que nos salga alguien diciendo que en la India continúan con la tradición de incinerar a sus difuntos en pilas funerarias o que en occidente se suele usar en algunos casos la cremación del cadáver para recoger sus cenizas en un jarrón y que en consecuencia, esas personas tampoco tendrían que resucitar, porque no han recibido literal sepultura...... y que tampoco sería así, debido que tanto en un caso como en otro, han recibido honras fúnebres a diferencia de los ejecutados directamente por Jehová y que es del punto que estamos tratando. Y es que además y en el sentido de que no todos resucitarán, tenemos el incontestable testimonio de Jesús en Lucas 20:35, cuando respondiendo a una capciosa pregunta de los saduceos dijo que habían aquellos “ …… que han sido considerados dignos de ganar aquel sistema de cosas y la resurrección de entre los muertos…...”, por lo cual se deduce, lógicamente, que también estaban, están y estarán, aquellos que no han sido considerados dignos de ganar la resurrección ni el sistema venidero, luego entonces de nuevo vemos, que no todos los muertos serán resucitados.
Porque veamos unas palabras que nos confirman que en un futuro habrá muchas personas no consideradas dignas de una resurrección y que encontramos en una profecía a cumplir en nuestros días:

Esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos: ‘¡Miren! Una calamidad va a salir de nación en nación, y una gran tormenta misma será levantada desde las partes más remotas de la tierra. 33 Y los muertos por Jehová ciertamente llegarán a estar en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el mismísimo otro extremo de la tierra. No serán plañidos, ni serán recogidos ni enterrados. Quedarán como estiércol sobre la superficie del suelo.” (Jer. 25:32-33).

Y desde luego, de lo que menos se puede deducir de esas palabras, es de una futura resurrección como premio para tales personas...... ahora bien, si nuestro querido objetor desea continuar defendiendo su teoría, tiene todo el derecho.
Pero nuestro amable objetor también nos plantea un supuesto y que tiene que ver con un personal giro radical de pasando de ser un creyente, a convertirse en un furibundo ateo y enemigo de la fe, siguiendo a continuación con el siguiente razonamiento:

Bajo la perspectiva tuya, yo ya no tengo otro destino sino la condenación eterna en el gehenna cuando muera. Eso significaría que nunca resucitaré. ¿Entonces cuál es mi castigo por mi necedad? ¿Simplemente no resucitar, o no volver a la conciencia y permanecer destruido para siempre en el sueño eterno del Gehenna? ¿Cómo entonces, sabré yo que estuve errado y que Dios efectivamente existía y que es el Soberano del universo, si nunca más regresaré a mi conciencia? ¿Entonces a quien aplicamos Hebreos 10:31?

Y después de matizarle que de ninguna manera estamos hablando desde una perspectiva personal, dado que cuando un argumento se sustenta sobre textos bíblicos y de los que por cierto, no nos ha rebatido ni uno solo, resulta que estamos hablando desde de la perspectiva de Jehová, pasaremos a responderle sus preguntas una a una.


¿Entonces cuál es mi castigo por mi necedad?
 

Pues sencillamente perder la oportunidad de conseguir vida eterna.

¿Simplemente no resucitar, o no volver a la conciencia, y permanecer destruido para siempre en el sueño eterno del Gehenna?
 

Bueno, si considera simplemente el no resucitar y permanecer destruido para siempre como “peccata minuta”, pues en fin, nada que objetar.

¿Cómo entonces, sabré yo que estuve errado y que Dios efectivamente existía y que es el Soberano del universo, si nunca más regresaré a mi consciencia?
 

Es que eso ya se sabe antes de ser condenado, porque Jehová jamás ha destruido a nadie sin que este supiera quién era Él y el porqué de su condena, por ejemplo, el Faraón de Egipto. Todos sus juicios condenatorios para destrucción, han tenido que ver con enfrentamientos graves a Su Soberanía o disposiciones reglamentarias como, otro ejemplo, la altanera rebelión de Coré y compañía al enfrentarse a su representante legal, Moisés.

¿Entonces a quien aplicamos Hebreos 10:31?
 

Veamos que dice el texto: “Es cosa horrenda caer en las manos del Dios vivo.” Ya leído, vemos que aplica a aquellas personas que a diferencia de usted, amigo objetor, sí entienden como grave el no ser resucitado y por ello, condenados a destrucción eterna. Porque de lo que nos habla este texto, es de lo inapelable e inmutable del juicio de Jehová que “….es paciente para con ustedes, porque no desea que ninguno sea destruido.” (2 Ped. 3:9). Solo cuando Él ve (y en ultimísima instancia), que la condición de nuestro corazón no va a experimentar ningún cambio positivo, pasa a condenar para destrucción. Porque Él sabe positivamente, que ha habido, hay y habrán personas que bajo ninguna circunstancia, cambiarán para bien:

Aunque se haga gracia al malvado, no aprende justicia; en tierra recta se tuerce y no teme la majestad de Yahveh.” Isa. 26:10.

Y ya en su último párrafo, nuestro buen amigo nos dice en primer lugar, lo siguiente:

Según tu tesis, los apóstatas simplemente morirán y no resucitarán después de esta vida para enfrentar un juicio y así encontrarse con el Dios que negaron y se burlaron.”

Bien, de entrada tenemos que negarle la mayor: no es nuestra tesis, sino la de Pablo:

Porque es imposible que los que fueron una vez iluminados, que gustaron del don celestial, que llegaron a ser participantes del Espíritu Santo, 5 que también probaron la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero 6 y después recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento; puesto que crucifican de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y le exponen a vituperio. (……) 8 Pero la que produce espinos y abrojos es desechada, está cercana a la maldición y su fin es ser quemada.” (Heb. 6:4-8).

O sea, son destruidos en el momento de su muerte y sin esperanza de resurrección......
y ya finalmente su último pensamiento:

Eso me parece muy cómodo y muy conveniente para los herejes, pues si no hay un juicio después de esta vida para ellos, sino simplemente el permanecer inconscientes en el Gehenna, ¿qué temor podrían sentir ellos por un futuro lúgubre y espantoso que consiste en enfrentar el juicio de Dios?

En fin, no acabamos de entender el sentido de la comodidad y de la conveniencia, que parece tener nuestro objetor, por lo cual obviamos cualquier comentario; y en cuanto a la pregunta, responderle que el temor y la agonía ya lo sufren en el momento de ser conocedores de su destino, como en el caso de Judas que acabo suicidándose, antes de seguir aguantando tan grande y agónico sufrimiento. Porque él sabía qué había hecho y lo que en consecuencia le aguardaba.


Y probablemente como él dice para concluir su comentario, algunos errorcillos serios, tendremos en el artículo en cuestión o en algún otro, quién sabe; pero lo que sí es cierto, es que hasta el momento y nuestro objetor no ha sido la excepción, nadie nos ha podido probar la incorrecta interpretación o dudosa aplicación de un solo texto, de ninguno de los innumerables que hemos usado en nuestras publicaciones. Porque eso, queridos amigos y no otra cosa, es lo que hay que hacer para que una objeción tenga peso y sea considerada como seria pues no vale el dar uno su opinión, como simplemente ha hecho nuestro objetor y no probarla con un solo texto y para uno que se cita y a juzgar por el contenido del párrafo en el que está inserto, pues como que tenemos nuestras reservas acerca de su correcta interpretación.

Luego siendo que de momento, no hemos recibido ningún tipo de corrección, tenemos que entender que lo que nosotros hemos publicado es sencillamente correcto y ajustado a la Palabra de Jehová...... y en el bien entendido de que damos por supuesto, que tal circunstancia puede cambiar en cualquier momento, porque nosotros, también nos podemos equivocar. Y no podemos finalizar nuestra respuesta a nuestro amigo objetor, sin agradecerle la deferencia que nos ha mostrado al leernos y tomarse la molestia de presentar su discrepancia, así como la corrección con la que se ha expresado...... y es que así, da gusto.

MABEL

jueves, 18 de febrero de 2010

“Haciendo nuevas todas las cosas”


Cierre por un momento los ojos, por favor, e imagínese la siguiente escena: se ve a personas de diferentes razas (la negra, la blanca y la amarilla) conviviendo juntas como una sola familia y con radiantes caras de felicidad. Es evidente entonces, que estas personas no están preocupadas por una posible lluvia radiactiva, ni por la amenaza del terrorismo ni por cualquier otra; no se oye por otra parte, el rugido que señala la presencia de aviones de guerra que irrumpan en el tranquilo cielo de este hermoso parque...... ni soldados, ni tanques, ni armas de ninguna clase. Es más, ni siquiera la presencia de algún policía para mantener el orden: sencillamente la guerra y el delito, ni la escasez de viviendas, de trabajo o de sustento, son cosas del pasado, pues cada persona tiene un hermoso hogar propio y a su alrededor, abundancia de alimentos hasta donde la vista nos alcanza.

Fíjese ahora en los niños jugando felices, tranquilos y seguros ¡da gusto verlos jugar! ¿No es cierto? ¿Y ha visto con qué animales juegan? ¡Es increíble! Y es que no corren ningún peligro en este bello entorno, porque los animales están en paz con el hombre y entre sí mismos; aun el león y el cordero se hallan juntos. Observe el revoloteo de esas hermosas aves de vivos colores y escuche su bello canto, que se confunde con la alegre risa de los niños inundando el ambiente, porque aquí todo es libertad y gozo ilimitado. Huela la fragancia de esas flores, escuche el murmullo del agua, sienta el grato calor del sol. ¡Ah, qué agradable sería saborear una de esas frutas que hay en esos árboles que se ven al fondo! Y es que la tierra produce lo mejor, lo más selecto, como todo cuanto se puede ver y disfrutar en este hermoso jardín semejante a parque.

Pero un momento, ¿dónde están las personas de edad avanzada? ¿No deberían participar también de esta feliz sociedad?”, se pregunta Ud.; y es que en realidad están ahí, pero disfrutando de la plenitud de sus capacidades físicas, según promesa de Jehová.

Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil” (Job 33:25).

Y es que en este idílico parque, nadie muere de vejez, porque sencillamente no existe: los jóvenes crecen hasta alcanzar la plenitud de su desarrollo y ya no envejecen y sea que tengan 20 años de edad, 200 o 2.000, cada una de los millones de personas que viven en este parque goza del entusiasmo y vigor propios de la juventud en salud perfecta; pero...... ¿millones?, quizás se pregunte usted. Sí, sí, o oido bien: millones, porque este parque se irá extendiendo gradualmente por toda la Tierra, rebosando de vida, paz y belleza hasta los mismísimos confines de la Tierra, desde el Fuji Yama hasta los Andes, desde Hong Kong hasta el Mediterráneo. Porque toda la Tierra quedará transformada en un parque paradisíaco...... y sí querido amigo, lo que Ud. ha visto en esta imagen, es la restauración del Paraíso en toda la Tierra.


¿Dice usted que es increíble? Bien, no obstante ¿qué le parece, si pasamos a considerar los hechos que lo demuestran? Pero no olvide, que de ser cierto, tanto usted como sus personas amadas, pueden llegar a ser sobrevivientes de la desaparición de este caótico mundo, tal y como desgraciadamente ahora conocemos y entrar en el Paraíso cuya representación ha estado por unos momentos en su mente. De entrada, estas magníficas promesas y la garantía de su realización, se explican en un libro, por demás, el libro más maravilloso que se haya escrito: La Biblia; y siendo cierto que es un libro muy antiguo, ya que partes de este fueron escritas hace unos 3.500 años, sin embargo, está más al día que cualquier otro libro en lo que respecta a consejo bien fundado y práctico para las necesidades de nuestro tiempo. Sus profecías presentan una brillante esperanza para el futuro y siendo por mucho el libro de mayor circulación de toda la historia, pues se han distribuido por todo el mundo cerca de 2.500.000.000 de ejemplares de toda la Biblia, o partes de ella, en unos 1.800 idiomas y dialectos.

Con certeza ningún otro libro sagrado ha tenido una distribución tan universal, ni por supuesto, los demás libros sagrados son tan antiguos. Por ejemplo, el Corán de los musulmanes tiene menos de 1.400 años, mientras que Buda y Confucio vivieron hace unos 2.500 años, datando sus escritos de aquella época. Los escritos sintoístas fueron compuestos en su forma actual hace unos 1.200 años, mientras que El Libro de los Mormones tiene tan solo unos 180 años de antigüedad. Pero ninguno de estos libros llamados “sagrados” traza con exactitud la historia de la humanidad durante los pasados 6.000 años como lo hace la Biblia. Por lo tanto, para entender cómo se dio comienzo a la religión original hay que acudir a la Biblia, ya que sin lugar a dudas, es el único libro con un mensaje de carácter universal para toda la humanidad.

Su sabiduría y belleza han sido aclamadas por pensadores de todas las naciones y de todas las clases sociales; por ejemplo, Sir Isaac Newton, renombrado científico y descubridor de la ley de la gravedad, dijo: “Ninguna ciencia está mejor autenticada que la Biblia”. Patrick Henry, el famoso líder revolucionario americano, conocido por sus palabras “Denme libertad o denme muerte”, dijo: “El valor de la Biblia supera al de todos los libros que se hayan impreso”. Hasta el gran sabio hindú, Mohandas K. Gandhi, dijo una vez en conversación con el virrey británico de la India: “Cuando el país suyo y el mío obren a una en conformidad con las enseñanzas que Cristo estableció en este Sermón del Monte, habremos resuelto no solo los problemas de nuestros países, sino los del mundo entero”. Gandhi evidentemente, se refería a los capítulos 5 al 7 del libro bíblico de Mateo. Lea esos tres capítulos detenidamente y verá si no le conmueve su poderoso y sabio mensaje.

Contrario a la opinión popular, la Biblia no es producto de la civilización occidental ni fue escrita para glorificarla, pues la Biblia fue escrita casi íntegramente en el Oriente y los hombres que la escribieron fueron orientales. Sobre 1513 a.E.C., unos mil años antes de Buda, Moisés, un hombre que vivía en el Oriente Medio, escribió por inspiración divina el primer libro de la Biblia, llamado Génesis y siendo el caso, que desde este primer libro y a través de todas las páginas de la Biblia, hasta su último libro, Revelación o Apocalipsis, esta desarrolla un tema único y armonioso: la restauración del ser humano a su condición original, mediante la instauración del reino de Dios. Dicha pequeña biblioteca, quedó terminada en el año 98 E.C., unos 600 años después de Buda, porque ¿sabía usted que la Biblia se compone de 66 libros diferentes? Luego entonces realmente la Biblia es una biblioteca en sí misma, que aunque corta en cantidad, es inalcanzablemente alta en cuanto a contenido y sabiduría.

Desde Moisés en adelante y a través de un período de 1.600 años, unos 40 hombres participaron en escribir el armonioso registro de la Biblia. Ellos mismos dan testimonio de que lo que escribieron fue inspirado por un poder muy superior al del hombre mortal; a este respecto, el apóstol cristiano Pablo escribió:

Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia.” (2 Tim. 3:16).

Y el apóstol Pedro explicó de modo similar:

Ninguna profecía de la Escritura proviene de interpretación privada alguna. 21 Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.” (2 Ped. 1:20-21).

También es sumamente notable la manera como la Biblia, el libro más perseguido de la historia, ha llegado hasta nuestros días; y es que por miles de años y hasta la invención de la imprenta hace de ello, unos 500 más o menos, las copias de la Biblia tenían que hacerse a mano y siendo el caso de que jamás en la historia, otra obra literaria ha sido reproducida a mano tan diligentemente y con tanta profusión. Fue copiada una y otra vez, pero siempre con gran cuidado, por ello los copistas incurrieron en pocos e insignificantes errores, los cuales al ser comparados entre sí, han contribuido a establecer el texto original que Dios inspiró. Sir Frederic G. Kenyon, brillante arqueólogo y papirólogo británico y una autoridad preeminente en el campo de los manuscritos bíblicos, dijo:

La última base para duda respecto a que las Escrituras, hayan llegado hasta nosotros sustancialmente como fueron escritas, ha desaparecido.”

Aún hoy, habrá en existencia unas 16.000 copias manuscritas de toda la Biblia o partes de ella, algunas de las cuales se han conservado desde el segundo siglo antes de Cristo. Además, se han hecho traducciones fieles de la Biblia a partir de los idiomas en que originalmente fue escrita (hebreo, arameo y griego), a prácticamente todas las lenguas del mundo.

Hay quienes han tratado de desacreditar la Biblia diciendo que es inexacta; sin embargo, en años recientes los arqueólogos han realizado excavaciones en las ruinas de ciudades antiguas que se hallan en tierras bíblicas y han encontrado inscripciones y otras pruebas que demuestran definitivamente la existencia de personas y lugares cuya mención figura en los manuscritos bíblicos más antiguos. Los arqueólogos han desenterrado mucha evidencia en torno a la existencia de un diluvio global, el cual y según la Biblia, ocurrió hace más de 4.000 años, en los días de Noé. Respecto a esto, el príncipe Mikasa, miembro de la familia real japonesa y conocido arqueólogo, dijo en su día:

¿Hubo realmente un Diluvio? (.....) El hecho de que lo hubo, ha sido demostrado convincentemente”.

 

Así como hay personas que se burlan de la Biblia, hay quienes se burlan de la existencia de un Dios Todopoderoso (2 Ped. 3:3-7), pues algunos dicen: “¿Cómo puedo creer en Dios si no lo veo? ¿Hay pruebas de que realmente existe un Creador invisible que es superior al hombre? ¿No está Dios en todas las cosas?”. Otros dicen: “No existe ni Dios ni Buda”. Sin embargo, la Biblia muestra que así como todos hemos recibido la vida a través de un progenitor humano, de la misma manera nuestros primeros padres recibieron la vida procedente de un Padre celestial o Creador, cuyo nombre personal es Jehová o Yahveh, según la traducción usada o la denominación religiosa con la que cada uno se asocia (Sal. 83:18). Jehová (este es el nombre que nosotros usamos) se ha revelado a la humanidad de dos maneras sobresalientes: la principal es mediante la Biblia, la cual nos da a conocer su verdad y su propósito eterno (Juan 17:17); la otra es mediante su creación y siendo el caso que un prominente escritor bíblico, el apóstol Pablo, dijo lo siguiente:

Porque las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que ellos son inexcusables.” (Rom. 1:20).

Y muchas son las personas que se han detenido a observar las maravillas naturales que nos rodean y han llegado a percibir la existencia de un Dios Creador cuya personalidad majestuosa se refleja en sus obras y siendo ÉL, el Autor de la Biblia y cuya existencia es eterna (Sal. 90:1-2). Su nombre, Jehová (Yahveh, repetimos, según traducciones), llama la atención a su propósito relacionado con sus criaturas y el cual es vindicar su gran nombre al destruir al inicuo y liberar a todos los que le aman, a fin de que puedan vivir en un paraíso terrestre restaurado (Isa. 35:1-2). Como Dios Todopoderoso, él tiene el poder de hacerlo, ya que como Creador de todo el universo, está muy por encima de los dioses e ídolos ordinarios de las naciones (Isa. 42:5; 8).


Dicho plan, empezó a gestarse en los mismos inicios de la humanidad cuando Dios puso al hombre en “un jardín en Edén, hacia el este”. Era un jardín de placer, como el jardín que nos hemos imaginado al principio, aunque en ese entonces solo había dos seres humanos, Adán y su esposa...... hoy, aquel Paraíso original ya no existe, pues fue destruido en el Diluvio del día de Noé; pero se conoce su ubicación aproximada en el Oriente Medio, puesto que algunos de los ríos que la Biblia dice que pasaban por él, aún existen hoy (Gén. 2:7-14). En ese tiempo, el hombre tenía la maravillosa oportunidad de usar este jardín como centro desde el cual extenderse y cultivar la Tierra entera, convirtiéndola en un paraíso global (Isa. 45:12-18). Pero entonces, si el propósito de Dios era hacer de esta Tierra un paraíso ¿por qué está tan llena de iniquidad, sufrimiento y lamento hoy día? Por otra parte y si Dios es Todopoderoso ¿por qué ha permitido estas condiciones por tanto tiempo? ¿Hay esperanza de que terminen alguna vez todos nuestros problemas? ¿Qué dice la Biblia, acerca de estas cuestiones? Veamos:
 

La Biblia enseña que los problemas de la humanidad empezaron cuando uno de los hijos espíritus de Dios (ángeles), se rebeló contra la soberanía o dominio de Jehová y que sin duda, estaba entre aquellos que se regocijaron al ver la creación de la Tierra (Job 38:7). Pero entonces la codicia y el orgullo se arraigaron en su corazón y fue tentado por el deseo de recibir la adoración que Adán y Eva debían a su Creador, Jehová Dios. Hablando por medio de una serpiente, cual ventrílocuo habla por medio de un muñeco, este ángel indujo a Eva a desobedecer al Dios Todopoderoso y siendo el caso que su esposo, Adán, la siguió en la desobediencia (Gén. 3:1-6). Ese ángel rebelde llegó a conocerse como “la serpiente original” (Rev. 12:9), al que también se le llama Satanás, que significa “Opositor” y Diablo, que significa “Calumniador”. Dicha rebelde criatura espíritu, puso en tela de juicio la legitimidad y justicia de la gobernación de Jehová sobre la Tierra y desafió a Dios diciendo que él, Satanás, podía apartar a toda la humanidad de la adoración verdadera, pues esta y según su argumento primario, se podía gobernar perfectamente sin depender de Dios. Dios le ha permitido a Satanás unos 6.000 años para intentar probar su alegación, de modo que la cuestión sobre la soberanía de Jehová pueda zanjarse de forma definitiva y para toda la eternidad. Que la gobernación humana independiente de Dios ha fracasado miserablemente, queda probado cuando miramos a nuestro alrededor y vemos lo que vemos, aunque también es cierto que hombres y mujeres de fe, entre quienes Jesús es el ejemplo más sobresaliente, han mantenido integridad a Dios bajo las pruebas más severas, vindicando con ello a Jehová y probando que Satanás es un mentiroso. Además de que con su ejemplo, nos han dejado un camino perfectamente marcado (Luc. 4:1-13; Job 1:7-12; 2:1-6; 27:5)...... pero Satanás no es el único enemigo que nos aflige, luego ¿qué otro enemigo existe? Recordemos que Dios había declarado la pena por la desobediencia: la muerte; y es que al sentenciar a la primera mujer, Jehová dijo:

Aumentaré en gran manera el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos y tu deseo vehemente será por tu esposo y él te dominará”. A Adán le dijo: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.” (Gén. 3:16-19).

La pareja desobediente fue expulsada del Paraíso de felicidad a la tierra sin cultivar y con ello, el principio de nuestras desdichas, pues con el tiempo y en cumplimiento de la afirmación de su Creador, murieron (Gén. 5:5) y fue solo después de haber errado el blanco de la lealtad y obediencia debidas a Jehová, que Adán y Eva empezaron a tener hijos, siendo por ello todos los hombres sus descendientes imperfectos y por eso todos mueren. Un escritor bíblico lo explica con las siguientes palabras:

Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte mediante el pecado y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Rom. 5:12).

Puesto que todos los hombres han heredado el pecado y la imperfección del primer hombre Adán, la muerte ha reinado sobre ellos (Rom. 5:12; 14) y como consecuencia el hombre caído, muere tal como mueren los animales:

Yo, yo mismo, he dicho en mi corazón tocante a los hijos de la humanidad, que el Dios verdadero va a seleccionarlos, para que vean que ellos mismos son bestias. 19 Porque hay un suceso resultante respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante respecto a la bestia y ellos tienen el mismo suceso resultante. Como muere el uno, así muere la otra; y todos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad. 20 Todos van a un solo lugar. Del polvo han llegado a ser todos, y todos vuelven al polvo.” (Ecl. 3:18-20).


¿Y qué es sencillamente la “muerte”? Pues sencillamente lo opuesto a la vida; recordemos que Dios había colocado ante el hombre la perspectiva de vida sin fin en la Tierra si este obedecía, por tanto al desobedecer el hombre, la pena fue la muerte, o sea, la inconsciencia o la no existencia. Y Dios no había dicho nada respecto a transferir la vida del hombre a una región de los espíritus o a un “infierno” de fuego si desobedecía y moría, ya que sus palabras fueron “…... el día que comas de él, positivamente morirás”. Fue el Diablo homicida quien mintió al decir que “positivamente no morirán” (Gén. 2:17; 3:4). Luego lo que todos los hombres han heredado de Adán es la muerte, la vuelta al polvo:

Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.” (Gén. 3:19).


¿Qué hay entonces de ese hermoso futuro que habíamos imaginado al principio? Pues continúa en pié ya que Biblia enseña que el propósito de Dios de tener una tierra paradisíaca para toda la humanidad, incluso para los que han muerto, nunca fracasará:

“…... así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.” (Isa. 55:11).

Pero recordemos que el hombre estaba bajo maldición de muerte, luego ¿cómo podría arreglar eso Jehová? Pues de la siguiente manera:

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).

Hay tres cosas importantes que tenemos que considerar ahora y que Jehová logra mediante su Hijo, a saber, 1º la provisión de una liberación del poder de la muerte; 2º
el establecimiento de un gobierno perfecto para toda la humanidad y 3º la restauración de los muertos a la vida y lo que conocemos como El Plan de Dios; luego veamos el primero de esos tres puntos:
 

Desde tiempos antiguos, los profetas de Dios han expresado su confianza, no en la inmortalidad del hombre, sino en la esperanza de que Dios los “recobraría” de la muerte:

De la mano del Seol los redimiré; de la muerte los recobraré. ¿Dónde están tus aguijones, oh Muerte? ¿Dónde está tu poder destructor, oh Seol? La compasión misma estará oculta de mis ojos.” (Oseas 13:14).

Pero ¿cómo podría ser liberado el hombre de las ataduras de la muerte? La justicia perfecta de Jehová requería “..…. alma por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.”(Deut. 19:21). Así, puesto que Adán acarreó la muerte a toda la humanidad al desobedecer voluntariamente a Dios y así perder su vida perfecta, lógicamente lo que pasó a su prole fue imperfección. Pero es que lo que se necesitaba, era otro ser humano perfecto para compensar lo que Adán perdió y dando su vida perfecta, recobrar de nuevo aquello perdido...... y eso no podía producirlo el hombre.


Este principio de justicia de pagar “igual por igual” ha sido ampliamente aceptado durante toda la historia y siendo la expresión más usada comúnmente, como el “pagar un rescate”. Luego ¿qué es un rescate? Pues es el precio que se paga para recobrar a una persona, bien o cosa, de alguien que la retiene en cautiverio o como prenda de intercambio. Luego Jehová, para liberar al hombre, tenía que proveerse un rescate equivalente que armonizara con su propia ley “…... ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie”. Para evitar cualquier tipo de controversia en el momento o en el futuro respecto a la justicia del precio del rescate, era necesario sacrificar una vida humana perfecta, es decir, el equivalente exacto de Adán. Sin embargo ¿dónde podía encontrarse esta vida humana perfecta, si todos los hombres, como descendientes del imperfecto Adán, habían nacido imperfectos? Y la conclusión del asunto, no podía ser más descorazonadora:

Ni uno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él.” (Sal. 49:7).

Sin embargo Jehová, motivado por su profundo amor a la humanidad, satisfizo esa necesidad al proveer a su precioso Hijo “primogénito” como el sacrificio necesario para la recuperación de ese bien perdido. Mediante Espíritu Santo, engendró un Hijo en la matriz de una virgen judía llamada María; esta joven concibió y al debido tiempo dio a luz un hijo que fue llamado “Jesús” (Mat. 1:18-25). Y es que el Creador de la vida, lógicamente podía ejecutar tal milagro maravilloso; luego Jesús creció y se hizo hombre, se presentó a Jehová y fue bautizado, comisionándolo Dios entonces, para hacer Su voluntad (Mat. 3:13, 16-17) y puesto que la vida humana de Jesús provenía de Dios y era perfecta, él podía sacrificarla para liberar a la humanidad de la muerte (Rom. 6:23; 5:18-19). Como él mismo dijo:

Nadie tiene mayor amor que éste: que alguien entregue su alma a favor de sus amigos.” (Juan 15:13.)

Cuando Satanás hizo que Jesús muriera ajusticiado como un vulgar criminal, Jesús se sometió a esta muerte cruel sabiendo que los humanos que ejercieran fe su sacrificio, obtendrían la vida mediante su provisión del rescate:

“…... de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.” (Mat. 20:28).


Pero veamos el segundo punto del Plan de Dios: debido a que nuestros primeros padres rechazaron la ley de Dios, el gobierno humano vino a estar bajo el control de Satanás, por ello la Biblia aptamente llama a Satanás “el dios de este sistema de cosas.” (2 Cor. 4:4). Las guerras, las crueldades, la corrupción y la inestabilidad de los gobiernos humanos y su repercusión en toda la tierra, prueban este hecho; y ni la Sociedad de Naciones, ni posteriormente las Naciones Unidas han logrado traer paz en medio de este caos, mientras la humanidad clama angustiosamente por un gobierno que consiga la tan ansiada y necesaria paz. ¿No es razonable entonces que el Creador, quien se propone restaurar el paraíso a la Tierra, tome cartas en el asunto, mediante establecer un gobierno perfecto para la consecución de este logro? Eso es exactamente lo que Jehová se propone hacer, según Dan. 2:44:

Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”

Y como todo reino, debe de tener un gobierno que dirija los asuntos del mismo y siendo el Rey que lo representará a Él, en este gobierno, su “Príncipe de Paz”, Cristo Jesús y del que se nos dice también que “de la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin” (Isa. 9:6-7).

La Biblia muestra que este gobierno perfecto estará situado en la tierra de Israel, siendo su ciudad capital, Jerusalén, según promesa de Jehová a David:

Tu casa y tu reino serán firmes para siempre delante de mí y tu trono será estable para siempre.” (2 Sam. 7:16)

¿Y cuál era el reino de David y en qué ciudad estaba su trono? Pues uno que sería restaurado y que tiene que ver con las palabras proféticas de Daniel, y que cuando a María el ángel le anunció su próxima maternidad ¿qué le dijo que le sería dado a su hijo? Leámoslo:

“…… y Jehová Dios le dará el trono de David su padre 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre y de su reino no habrá fin.” (Luc. 1:32-33).

¿Y dónde estuvo en su día dicho trono?, pues en donde hemos dicho: en Jerusalén, capital de la tierra de Israel. Y aclaramos este extremo porque algunos, entre ellos los Testigos de Jehová, afirman categóricamente que este gobierno ejercerá desde los cielos, cosa que no parece deducirse de esos textos citados, sino más bien todo lo contrario. Desde dicha ubicación, el Rey Jesucristo regirá toda la Tierra eficientemente en justicia, junto a sus gobernantes asociados en aquel gobierno visible y terrenal, aunque de influencia o hechura celestial. Estos co-gobernantes son escogidos de entre seres humanos fieles seguidores de Jesús, que se adhirieron a él a través de diversas pruebas y a quienes dijo:

Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas. Yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino.” (Luc. 22:28-29).

Son solo unos pocos de entre la humanidad los que son escogidos para regir con Jesucristo y según se deduce de las palabras de Jesús en Luc. 12:32, en donde se les califica de “pequeño rebaño” y con lo que se puede asemejar a las naciones hoy día, donde solo se escoge a unos cuantos para gobernar en un parlamento o asamblea representativa. Lo cual se ajusta perfectamente a la idea que tenemos todos nosotros en la actualidad, de cuál es el organigrama de un reino y seguramente, a lo que entendían aquellos judíos que era el reino de David y a los que Jesús se presentó como su heredero legal y por tanto, futuro Rey del mismo. Y aunque sea una idea muy debatida, nosotros solo nos ceñimos a lo que nos dice la Biblia y esta se nos habla que Jesucristo tendrá solo 144.000 gobernantes asociados, tomados de entre sus seguidores más leales según Rev. 14:1; 4:

Y vi, y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre (......) Estos son los que no se contaminaron con mujeres; de hecho, son vírgenes. Estos son los que van siguiendo al Cordero no importa adónde vaya. Estos fueron comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero.”

Todo cuanto se diga en contra de lo afirmado en esta pasaje, en el sentido de que se trata de una cantidad simbólica, no pasa de ser mera especulación sin fundamento bíblico, dado que no hay un solo texto que apoye semejante idea.

Ahora bien, ¿cuándo y cómo se establece este gobierno perfecto? Veamos: para cuando Jesús estuvo en la Tierra, este Reino fue sin duda el tema principal de su predicación, a tenor de sus palabras:

Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.” (Luc. 4:43).

Sin embargo, Él no estableció el Reino en aquel entonces ni cuando resucitó (Hechos 1:6-8), ya que ascendió a los cielos para ofrecer a su Padre Celestial el precio de su sacrificio redentor y esperar el tiempo designado por Jehová para dicho establecimiento (Sal. 110:1-2). Y por fin, en nuestros días, ya estamos en los últimos suspiros de esta brutal gobernación de hechura satánica caracterizada por las guerras, hambres, pestes, violencia de todo tipo, la brutal alteración del medio ambiente, así como la nada desdeñable posibilidad de que la humanidad se destruya a sí misma y al planeta tierra en un caos nuclear y para lo cual, medios hay de sobra. Y que de no remediarlo el Altísimo, así sería...... pero menos mal, que Jehová parece tener otros planes:

Pero las naciones se airaron, y vino tu propia ira y el tiempo señalado para que los muertos sean juzgados y para dar su galardón a tus esclavos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18).

Y todo lo cual apunta, a la ya pronta instauración de dicho gobierno auspiciado por nuestro Creador aquí en la tierra, pues nunca permitirá Dios que las potencias políticas o cualquier otro tipo de organización arruine la obra de sus manos, la Tierra, con ingenios nucleares o por otras causas; más bien, él declara lo siguiente:

Mi decisión judicial es reunir naciones, para que yo junte reinos, a fin de derramar sobre ellos mi denunciación, toda mi cólera ardiente.” (Sof. 3:8).

Luego Jehová, mediante su Cristo, usará las grandes fuerzas del universo que él controla para causar una destrucción aplastante a todos los de la tierra que siguen a Satanás, lo cual sucederá a escala global y a semejanza en magnitud y alcance, al Diluvio del día de Noé (Jer. 25:32-33). Popularmente a esta destrucción de las naciones inicuas se la conoce como la batalla de Armagedón (Rev. 16:14-16) y en donde únicamente las personas mansas, las que buscan a Jehová y su justicia, podrán sobrevivir a la misma y entrar en el pacífico nuevo sistema de Dios (Sof. 2:2-3), si bien las naciones en general, no tienen ni idea de que la “fiesta” va para ellos. Y vea ahora la maravillosa promesa de nuestro Creador, a estas personas de condición mansa:

Pero los mansos mismos poseerán la tierra y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Sal. 37:11).

¿Le gustaría a usted vivir en una tierra semejante a un paraíso, según la idea que tenemos del paraíso? ¿Y a quién no?, pensará usted...... pero lamentablemente, la mayor parte de las personas hoy en día, no solo no están haciendo nada para conseguirlo, sino que ni siquiera contemplan tal posibilidad, aunque en su fuero interno no contemplen posibilidad alguna de que el hombre algún día, sea capaz de arreglar el desaguisado que ha montado en este mundo. Sin embargo y para cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, nos dijo que las personas solo teníamos ante nosotros dos caminos:

Entren por la puerta angosta; porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción y muchos son los que entran por él; 14 mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida y pocos son los que la hallan.” (Mat. 7:13-14).

Y dado lo ajustado de los tiempos, uno tendría que empezar a dar pasos, para averiguar en cuál de los dos caminos está situado. Cierto que uno podría decir: “Pero yo ya llevo una vida sosegada y normal con mi familia (si la tiene) y además, con regularidad asisto a los actos religiosos de mi Iglesia” Bien, pero usted, ¿qué conoce acerca de Dios? ¿Lo que ha averiguado de primera mano (o sea, mediante estudio personal) o lo que la organización religiosa con la que se asocia, le ha contado de Dios? Y la pregunta tiene su importancia, por unas palabras que en su momento pronunció Jesús:

Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” (Juan 17:3).

Porque tenga en cuenta que llegado el momento de rendir cuentas para saber si hemos aprobado o hemos suspendido, en nuestro esfuerzo para alcanzar la vida en ese paraíso al principio mencionado, no valdrá aquello de: “Es que a mí me dijeron..….”, porque según las Escrituras “cada uno llevará su propia carga de responsabilidad” (Gál. 6:5). Entonces lo que usted necesita ahora, es conocimiento exacto...... pero ¿dónde lo puede hallar? ¿Simplemente en cualquier religión, en donde se le digan cosas agradables y que le hagan sentirse a gusto y realizado? Hay quienes dicen que todas las religiones tienen la misma meta, tal como todos los caminos de una montaña llevan a la cima...... al menos todos van para arriba. En fin, todo son opiniones, pero entendemos nosotros que Jesús no dijo lo mismo:

Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6).

Y tal como para encontrar el camino correcto, los alpinistas usan mapas y emplean a guías, igualmente, hay un mapa/guía excelente para encontrar el camino correcto que nos lleve a ese paraíso: la Biblia...... y es que solo allí, se nos habla de ese medio para llegar al Padre, que es Jesús.

Al describir el gobierno de Dios y las bendiciones que este derramará sobre la humanidad, la profecía bíblica dice:

¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos”. En aquel nuevo sistema, “Dios mismo”, que está muy lejos del dominio humano egoísta y arruinador del día presente, estará muy cerca de todos los que lo aman y adoran, por medio de su Reino establecido aquí en la Tierra y regido por su Excelso Hijo Jesucristo, acompañado de sus hermanos co-gobernantes y con estos resultados:

Y él limpiará toda lágrima de los ojos de ellos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:3-4). Y así se habrá logrado el gran milagro de establecer un paraíso terrestre bajo un gobierno perfecto, siendo esto tan seguro, como el que mañana el Sol saldrá y se pondrá, pues las promesas de Jehová Dios, Creador del cielo y de la Tierra y “que no puede mentir” (Tito 1:2), son siempre “fieles y verdaderas”. Es Él mismo quien declara desde su trono celestial:

¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas.” (Rev. 21:5).

Pero volviendo a Jesucristo, aunque sus enemigos lo mataron, el Hijo de Dios nunca perdió su derecho a la vida humana perfecta, puesto que él había mantenido integridad a Dios. Sin embargo, estando muerto en el sepulcro ¿cómo podía Jesús usar esta cosa valiosa, el derecho a la vida a favor de la humanidad? Fue entonces cuando Jehová ejecutó otro milagro y el primero de su clase: al tercer día de estar Jesús en el sepulcro, Jehová lo levantó de entre los muertos como criatura inmortal (Rom. 6:9). Para que otros creyeran en la resurrección, Jesús se apareció en diferentes ocasiones a sus discípulos, haciéndolo en una ocasión ante más de 500 de estos...... ninguno de ellos, ni siquiera el apóstol Pablo, implacable perseguidor de los seguidores de Jesús, que más tarde fue cegado por una aparición del glorificado Jesús elegido como apóstol, tenían razón alguna para dudar del milagro de su resurrección (1 Cor. 15:3-8; Hech. 9:1-9).

Cuarenta días después de su resurrección, Jesús ascendió a la misma presencia de Dios en los cielos para presentar el valor de su sacrificio humano perfecto para liberación de la humanidad y luego esperar el debido tiempo de Jehová.

Pero este hombre ofreció un solo sacrificio por los pecados perpetuamente y se sentó a la diestra de Dios, esperando desde entonces hasta que se coloque a sus enemigos como banquillo para sus pies.” (Hebr. 10:12-13).

Y con ello, entramos en el tercero de los puntos que consideramos en este escrito y la obra más colosal y aombrosa de cuantas se hayan realizado jamás: la resurrección de los muertos con la vida eterna en mira. Los primeros que son liberados mediante este rescate son los del “rebaño pequeño” de cristianos fieles “que pertenecen al Cristo” (Luc. 12:32; 1 Cor. 15:22-23) y son “comprados de entre la humanidad” y así, al tomar parte en la denominada primer resurrección, se levantan ya con la inmortalidad y en la condición de hermanos de Cristo y co-gobernantes con él, en el Reino de Dios (Rev. 20:6). Sin embargo, ¿qué hay de la gran mayoría de las personas que están muertas en el sepulcro? Veamos: para cuando estuvo en la Tierra, Jesús dijo que su Padre le había dado autoridad para juzgar y dar vida...... y esa era la esperanza de Pablo y otros muchos: 


Tengo esperanza en Dios, la cual ellos mismos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los justos y de los injustos.” (Hech. 24:15). 

Por lo tanto, cuando llegue el debido tiempo de Dios de traer a los muertos de nuevo a la vida, cosa que ocurrirá durante el milenio, Él y por medio de ese reino, llevará a cabo ese milagro, tal como por medio de algunos profetas, de Jesús y de sus apóstoles, ejecutó el milagro de resucitar a personas, como por ejemplo a Lázaro, que cuando llevando ya cuatro días muerto y su carne en descomposición, fue devuelto a la vida; y poderoso acto que se repetirá...... solo que corregido y aumentado.

Y es que Dios, mediante ese gobierno encabezado por su primogénito Jesucristo, traerá de nuevo a la vida a todos aquellos de entre la humanidad de los que guarde memoria, con la perspectiva de nunca morir y desaparecer de la Tierra, o sea, con la vida eterna en mira. Pero ¿cómo es posible la vida eterna en la Tierra?; pues es posible y segura porque es la voluntad y el propósito de Dios (Juan 6:37-40), porque veamos: la única razón por la que el hombre muere hoy día es que heredó el pecado y consecuentemente, la muerte de Adán; sin embargo, hágase una pregunta ¿qué habría ocurrido si Adán no hubiera pecado?...... pues eso, que habría vivido para siempre y es que al dar la Tierra a los hijos de los hombres, Dios se propuso que el hombre siguiera viviendo sobre ella para disfrutar del esplendor de Su creación, no solo por cien años, ni por mil años ¡sino para toda una eternidad! Luego solo el pecado del primer hombre, Adán, truncó temporalmente ese propósito del Altísimo y que con la muerte de Jesús en sacrificio, fue restaurada dicha posibilidad.

Pero probablemente usted y en su deseo de acogerse a semejante perspectiva, recordará que le hemos hablado de un plano o mapa que es la biblia para conducirnos al deseado lugar de destino y quizás se le habrá planteado un interrogante “¿Cómo y por dónde empezar? Pues bien, si nos permite una pequeña sugerencia, empiece por continuar visitándonos y leyendo nuestros artículos (pasados y los que vayamos añadiendo) y siempre siguiendo la recomendación que damos a todos aquellos que nos honran con sus visitas: coja su ejemplar de las Escrituras y vaya contrastando texto por texto si lo que decimos, se ajusta a lo que usted va leyendo en su Biblia o no. Y ya para cuando le haya cogido el tranquillo, decide que hacer: si asociarse con alguna determinada confesión cuyas enseñanzas se ajusten más o menos a lo que usted está aprendiendo o continuar tan ricamente como ha empezado. Pero no olvide nunca, que si su esfuerzo es sincero y puesto que su Creador quiere que usted tenga vida, Él le ayudará a dar los pasos necesarios:

Este libro de la ley (en este caso la Biblia) no debe apartarse de tu boca y día y noche tienes que leer en él en voz baja, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente. 9 ¿No te he dado orden yo? Sé animoso y fuerte. No sufras sobresalto ni te aterrorices, porque Jehová tu Dios está contigo adondequiera que vayas” (Josué 1:8-9).

Y ahora, cierre de nuevo los ojos por favor y vuelva a ese maravilloso entorno del que le hemos hablado al principio de este artículo y empiece ya, a conocer a nuestro maravilloso Creador y Dador de Vida. Porque esa hermosa imagen, le está hablando de Su infinita misericordia así como del indescriptible amor que siente hacia la humanidad y que le llevó al extremo de dar a su Hijo en sacrificio, para que usted, por ejemplo y junto a sus seres queridos, tenga la oportunidad de estar ahí...... y cuyo nombre, para unos Jehová y según otros Yahveh, es lo más hermoso y excelso que existe en todo el Universo.


MABEL



martes, 16 de febrero de 2010

¿Resucitarán todos los muertos?

En un reciente artículo titulado: “El Reino y la esperanza de la resurrección”, dejamos una pregunta pendiente, en el sentido de si resucitarían todos los muertos o habría algunos que no recibirían dicha oportunidad y que consideramos oportuno en aquel momento, dejarla para un nuevo comentario. Pues bien, lo que sigue a continuación, es la respuesta a dicha pregunta y siempre según lo que nosotros entendemos acerca de este tema, claro; veamos.

Es cierto que son muchas las personas que piensan que eso será así (que habrá una resurrección general) y para las que no es entendible la idea de que ciertos individuos, ya ahora, sean reos de destrucción eterna y en consecuencia, no participen de ninguna resurrección. Esto es cierto en el caso de los Universalistas (según tenemos entendido), quienes creen que finalmente todo el mundo se salvará. Parece ser, que allá por el tercer siglo de la E.C., el escritor religioso Orígenes propuso la idea de una salvación final para todos y que ahí empezó a tomar forma dicha creencia. Noten sin embargo, que decimos “parece ser”, dado que no tenemos este dato plenamente contrastado. Sin embargo y sin llegar al extremo de creer eso, hoy algunos que alegan ser cristianos, opinan que quizás todos los seres humanos serán resucitados, incluso todas las víctimas futuras de la “gran tribulación.” (Rev. 7:14). De todas maneras y por encima de como piensen los seres humanos acerca de este tema u otro cualquiera, entendemos desde este blog, que lo que debe de prevalecer por encima de todo es la opinión de nuestro Creador, en el sentido que “más bien, sea Dios hallado veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso” (Rom. 3:4). Por lo tanto y después de analizado el contexto bíblico sobre este asunto, estamos en disposición de afirmar de nuevo, que la biblia no dice esto.

Inconscientemente los que así piensan, se acercan de modo peligroso a la doctrina de las principales iglesias de la cristiandad que enseñan que los cuerpos sin vida de todos los muertos, serán levantados para reunirse con sus respectivas almas en el cielo o en el infierno. Sin embargo y como hemos comentado, la Biblia no enseña que habrá una “resurrección general” tal como lo hacen las distintas organizaciones referidas en el sentido de que todos los muertos, incluidos los inicuos destruidos durante “la gran tribulación”, serán resucitados o levantados de nuevo a la vida. Ya Jesús señaló que no todo el mundo sería resucitado, cuando contestando una pregunta con bastante mala uva que le hicieron los saduceos, quienes creían que nadie resucitaría, dijo lo siguiente:

“..…. los que han sido considerados dignos de ganar aquel sistema de cosas y la resurrección de entre los muertos…” (Luc. 20:35).

Y sin entrar en una consideración acerca del correcto sentido y finalidad del pasaje en su totalidad (la pregunta de los saduceos iba en otra dirección), sí sus palabras indican de todas maneras, que existía la posibilidad de que algunos no fueran considerados dignos de ser resucitados en el prometido nuevo sistema de cosas de Dios.


En el capítulo 20 de Revelación, que trata el asunto de la resurrección de “los demás de los muertos” (nada que ver con la “primeraresurrección) y en donde se nos dice que el “mar” y el “Hades” entregan los muertos que hay en ellos, nada se nos dice sin embargo, de muertos que salieran del “lago de fuego,” o “muerte segunda” (Rev. 20:14) y que en otros lugares se les identifican como “Gehena.” (Luc. 12:5). Tal como la palabra “mar” representa el acuoso sepulcro colectivo de los que murieron en las profundidades del mar y cuyos cuerpos nunca fueron recobrados para ser enterrados, así la palabra griega “Hades” no se refiere a ninguna tumba individual, sino más bien, al sepulcro terrestre común de la humanidad y que se corresponde con la palabra Seol que está en las Escrituras Hebreas; Jesús declaró:

Llegué a estar muerto, pero, ¡mira! vivo para siempre jamás y tengo las llaves de la muerte y del Hades.” (Rev. 1:18)

Durante su reinado milenario él usará estas llaves para liberar de la muerte a los que han sido “considerados dignos” de ganar el venidero sistema de cosas; por otro lado, en ninguna parte de las Escrituras se declara que Cristo tenga las llaves del Gehena, sino que él dijo acerca del mismo lo siguiente:

No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo mas no pueden matar el alma; sino, más bien, teman al que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena.” (Mat. 10:28). Ahora bien ¿qué es el Gehena?

Este nombre aparece doce veces en las Escrituras Griegas Cristianas y aunque muchos traductores se toman la libertad de reproducirlo por “infierno”, algunas de las traducciones consultadas suelen transliterar el término griego “gué-en-na”, que por otra parte, parece ajustarse más al sentido de la idea que Jesús quería transmitir. Este lugar conocido como “el valle de Hinón” (Jos. 15:8) y cercano a Jerusalén, era usado en tiempos de Jesús como vertedero o quemadero de los residuos de la ciudad, como asimismo el lugar donde eran echados los cuerpos muertos de los criminales ajusticiados, para su total destrucción. Jesucristo relacionó el fuego con la palabra Gehena en Mat. 5:22; 18:9, así como en Mar. 9:47-48, como también lo hizo el discípulo Santiago, el único escritor bíblico, además de Mateo, Marcos y Lucas, que usó dicho término:

Pues bien, la lengua es un fuego. La lengua constituye un mundo de injusticia entre nuestros miembros, porque mancha todo el cuerpo y enciende en llamas la rueda de la vida natural y es encendida en llamas por el Gehena.” (Sant. 3:6).

Es obvio entonces, que Jesús usó el Gehena como una representación de destrucción completa, destrucción que sería el resultado del juicio adverso de Dios y de la cual no habría ninguna posibilidad de resucitar de nuevo a la vida:

Además, les digo, amigos míos: No teman a los que matan el cuerpo y después de esto no pueden hacer nada más. 5 Pero yo les indicaré a quién temer: Teman a aquel que después de matar tiene autoridad para echar en el Gehena. Sí, les digo, teman a Este.” (Luc. 12:4-5).

Parece ser que Jesús también aludió a Isa. 66:24 cuando dijo que en el Gehena la “cresa no muere y el fuego no se apaga” (Mar. 9:47-48). Es evidente que este no es un cuadro simbólico de tormento (como algunos opinan), sino más bien de destrucción completa y eterna, ya que el citado texto de Isaías no está hablando de personas vivas, sino de los cadáveres de los hombres que estuvieron transgrediendo contra Dios:

Y realmente saldrán y pondrán la vista sobre los cadáveres de los hombres que estuvieron transgrediendo contra mí; porque los gusanos mismos que están sobre ellos no morirán y su fuego mismo no se extinguirá y tienen que llegar a ser algo repulsivo para toda carne.”

Si el valle de Hinón era un lugar donde se arrojaba la basura y los cadáveres (como indica la documentación disponible), el único medio apropiado de eliminar tales desechos sería el fuego y que probablemente para que cumpliera dicha función, era quizás avivado añadiendo azufre, como nos da a entender Isa. 30:33:

Porque de antemano está preparado un Tófet (también para el rey) un foso profundo y ancho; hay paja y madera en abundancia. El aliento de Yahveh, cual torrente de azufre, lo enciende.” (Según una nota aclaratoria de la versión RV 1989, la expresión “Tófet” se podría traducir como “quemadero”).

Allí donde no llegase el fuego, se criarían gusanos o cresas, que consumirían todo lo que no hubiese destruido el fuego. Sobre esta base, las palabras de Jesús darían a entender que el efecto destructivo del juicio adverso de Dios no cesaría hasta que se alcanzase una destrucción completa. Ahora bien, la Biblia muestra claramente que algunos van a parar al Gehena simbólico (destrucción eterna) y que Rev. 20:14, resume así:

Y la Muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda, el lago de fuego.”

Luego queda claro, que el
paralelismo establecido entre el “Gehena”, el “lago de fuego” y la “muerte segunda”, nos presenta esos términos como símbolo de destrucción eterna y aplicada a personas, aún antes de que llegue el período milenario del reino de Dios. Jesús dijo a los impenitentes escribas y fariseos que ellos y los prosélitos gentiles que habían hecho, eran “sujetos para el Gehena” o literalmente, “hijos del Gehena”; veamos Mat. 23:15:

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!, porque atraviesan mar y tierra seca para hacer un solo prosélito y cuando este llega a serlo, lo hacen merecedor del Gehena dos veces más que ustedes.”

Entonces si hasta un prosélito de los fariseos llegaba a ser sujeto para el Gehena “dos veces más que ellos”, ¡cuánto más lo sería Judas Iscariote, quien hizo un trato aberrante con ellos para traicionar al Hijo de Dios! Jesús dio a entender esto cuando llamó a Judas “el hijo de destrucción.” (Juan 17:12). De manera similar, cuando los impenitentes apóstatas mueren, no van al Seol, o Hades, sino directamente al Gehena o destrucción eterna:

Porque es imposible que los que fueron una vez iluminados, que gustaron del don celestial, que llegaron a ser participantes del Espíritu Santo, 5 que también probaron la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero 6 y después recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento; puesto que crucifican de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y le exponen a vituperio. 7 Porque la tierra, que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella y produce hierba para el provecho de aquellos que la cultivan, recibe la bendición de Dios. 8 Pero la que produce espinos y abrojos es desechada, está cercana a la maldición y su fin es ser quemada.” (Heb. 6:4-8).

Estos son solo ejemplos que muestran que algunos, aun en este mundo, sistema u orden de cosas y que han cometido el pecado por el cual no hay perdón, ni “en este mundo ni en el venidero” (Mat. 12:31-32), de ninguna manera serán resucitados.

El mismo hecho de que Jesús declarara que la “blasfemia contra el espíritu santo” no sería perdonada ni “en este sistema de cosas ni en el venidero” debe bastar para que cualquiera que tenga dudas sobre este asunto, quede convencido de que Jehová pronuncia juicio final o definitivo en contra de algunas personas aún durante “este sistema”, ya que ellas llegan a ser culpables del pecado eterno que “no tiene perdón jamás.” (Mar. 3:29). Entonces, ¿qué sentido tendría el que se les resucitara de nuevo?

Y por favor, que nadie entienda que andamos amenazando a la gente con la destrucción...... solo estamos exponiendo lo que entendemos es el punto de vista de Jehová. Es cierto, que de Él se dice que es “
paciente”, porque “no desea que ninguno sea destruido, sino desea que todos alcancen el arrepentimiento” (2 Ped. 3:9); pero recordemos también que es el máximo exponente de la Justicia:

La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él.” (Deut. 32:4).

Y que el significado etimológico del término “Justicia” es el de: “dar a cada uno lo que se merece”; entonces lejos de, quizás inconscientemente, dudar de la manera como Jehová maneja ciertos asuntos, confiemos en Él como el Juez Perfecto que es. Porque si cuando se lleva un caso ante jueces humanos imperfectos y éste pasa por el entero procedimiento judicial, desde el tribunal de menor autoridad hasta el tribunal supremo del país, los hombres consideran que se ha hecho justicia y ya no se puede presentar otra apelación, entonces ¿por qué hemos de dudar de las resoluciones del más Alto y Soberano Tribunal que existe y de lo definitivas que estas son? (Sal. 119:75). Por otra parte y aunque Jehová ha demostrado ser extraordinariamente “paciente” porque “desea que todos alcancen el arrepentimiento”, él sabe que no todos los seres humanos se arrepentirán:

Aunque se muestre favor al inicuo, simplemente no aprenderá justicia. En la tierra de derechura actuará injustamente y no verá la eminencia de Jehová.” (Isa. 26:10).

Por eso Jesús nos advirtió: “…... sino, más bien, teman al que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena.” Y conste que al pronunciar estas palabras, Jesús no estaba haciendo un alegato sobre la posibilidad de la inmortalidad del alma, sino de lo irrevocable que es el juicio divino que se dicta en contra de los que no se arrepienten.

¿Y que de las personas ejecutadas como resultado de juicios provenientes directamente de Jehová? ¿Sería razonable que se les diera la oportunidad de resucitar? Pensemos que entre ellas estarían, las victimas del Diluvio, las de Sodoma y Gomorra, o los destruidos como consecuencia de la rebelión de Coré, Datán, Abiram y On contra el escogido de Jehová, Moisés, por no citar otros más casos. Uno de los comentarios más claros acerca de este asunto, está en Judas 7: Judas acababa de hablar de 1º: israelitas que fueron destruidos por falta de fe y 2º: ángeles que habían pecado y que están “reservados con cadenas sempiternas para el juicio del gran día”, o sea destrucción final (2 Ped. 2:4)...... por lo tanto, Judas concluyó lo siguiente:

Así también Sodoma y Gomorra (......) son puestas delante de nosotros como ejemplo amonestador al sufrir el castigo judicial de fuego eterno”.

Este texto se ha aplicado por algunos, en el sentido de que fueron las ciudades mismas las que fueron destruidas eternamente y no sus habitantes. No obstante, en vista de Judas 5 y 6, lo razonable sería entender que el versículo 7 nos muestra que serían las personas las que recibirían castigo judicial eterno. Además, lo que se juzgó y condenó, fueron actos y conductas llevados a cabo por personas y no por edificios o estructuras físicas. Considerado esto así, Judas 7 significaría que la gente inicua de Sodoma y Gomorra
fue juzgada y destruida para siempre ya en ese mismo momento.

Pero al buscar en otros lugares, nos encontramos con que en más de una ocasión la Biblia relaciona el Diluvio con Sodoma y Gomorra. Veamos: cuando a Jesús se le preguntó sobre “la conclusión del sistema de cosas”, él predijo el “fin” venidero y una “gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo” (Mat. 24:3; 21). En el relato de Lucas, se nos da el detalle que Jesús también había hablado de “los días de Noé” y de lo que “ocurrió en los días de Lot”, para señalar ejemplos de personas que no prestaron atención a la advertencia acerca de una destrucción inminente...... y añadiendo: 


De la misma manera será en aquel día en que el Hijo del hombre ha de ser revelado” (Luc. 17:26-30). 

¿Estaba Jesús simplemente ilustrando una actitud, o sugiere el contexto de estos ejemplos que había juicios eternos implicados? Eso parece, después de considerar la segunda carta de Pedro y en la que nos encontramos que el apóstol escribió acerca de los juicios de Dios y del castigo eterno que de Él recibirían los que lo merecían. Y usó tres ejemplos: el de los ángeles que pecaron, el del mundo antiguo del tiempo de Noé y el de las personas que fueron destruidas en Sodoma y Gomorra. Pedro dijo que estas experiencias “ponen para personas impías un modelo de cosas venideras.” (2 Ped. 2:4-9). Después, comparó la destrucción de la gente en el Diluvio con el venidero “día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos” (2 Ped. 3:5-7). Sin embargo, veamos algo interesante en el verso 9 de ese mismo capítulo 3:

Jehová no es lento respecto a su promesa, como algunas personas consideran la lentitud, pero es paciente para con ustedes porque no desea que ninguno sea destruido; más bien, desea que todos alcancen el arrepentimiento.”

De que aquí se nos está hablando de destrucción eterna, lo prueba la siguiente reflexión: si esas personas con respecto de las que se afirma que Jehová es paciente porque no desea que sean destruidas, después de su destrucción tuvieran acceso a una resurrección ¿qué problema habría, desde el punto de vista de Dios, en que fueran temporalmente eliminadas cuando Él tiene el poder de restaurarlas a la vida? Ninguno, entonces ¿a qué se debe la paciente espera de Jehová ante un posible cambio de actitud de la persona en cuestión? Pues para no tener que llegar a la dramática resolución de destruirlos eternamente y lo cual elimina de golpe, al tratarse de un juicio directo del Altísimo, la posibilidad de una resurrección...... lo contrario significaría que Jehová se habría equivocado en el juicio a esas personas. Y eso sucede antes de los “nuevos cielos y una nueva tierra” prometidos (2 Ped. 3:13), en cuyo contexto dará inicio el reinado milenario y con ello, la resurrección de los muertos.

Y para dar énfasis al hecho que estamos hablando de juicios eternos, tanto de los pasados como del venidero en la “gran tribulación” al fin del sistema inicuo actual, veamos cómo responde Pablo a la cuestión de si se habrá juzgado para siempre a los que Dios ejecute en ese momento o haya ejecutado en anteriores juicios; y eso es lo que indica 2 Tes. 1:6-9:

Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.”

Y dado que como hemos visto, las Escrituras relacionan este último evento de la “gran tribulación” con los juicios anteriores, evidentemente los resultados son los mismos: destrucción eterna para aquellos que han sufrido sus consecuencias. Teniendo en cuenta que dichas palabras de Pablo, tienen su cumplimiento durante la gran tribulación, o sea, antes de dar inicio al milenio y que es cuando comenzará la segunda resurrección, estaríamos hablando de miles de millones de personas que no serán resucitadas y a las que habría que sumar, las de los citados juicios anteriores.

Y en fin queridos amigos, dado que creemos que queda probado que no todos los muertos serán resucitados, nosotros lo dejamos ahí no sin antes recomendarles, que hagan buen uso de sus traducciones de las Escrituras y comprueben por Uds. mismos lo veraz y atinado de nuestras conclusiones...... o no. Y es que ya saben, aquí hasta el más pintado se puede equivocar.

MABEL