Carta abierta al Dr. J. Rivas Martínez
Estimado Dr. Rivas:
Creo que le constará, que ya en cierta ocasión me dirigí a Ud. en un correo personal, posicionándome en cuanto a ser objeto del examen por parte de quien sea, por muy reputada que sea la persona en cuestión, como es el caso, por lo que espero sepa disculparme por no atender su curiosidad. Y si le hablo en esta ocasión en singular, es porque aunque he incluido en esta aventura de crear un blog, a un muy querido amigo y mentor en su día en mis principios religiosos, el Sr. Manuel Bel y que por contar ya con una edad bastante avanzada, aparte de otras y difíciles circunstancias personales, en poco puede ayudarme (bastante lo hizo en su día y que nunca se lo agradeceré bastante), el que escribe los artículos de este blog y en consecuencia, responsable máximo de las opiniones manifestadas en él, soy única y exclusivamente yo: Armando. Por lo tanto, es a nivel personal que atiendo su correo y que para mi sorpresa, después he visto publicado en sus blogs...... por ello también, paso a responderle públicamente.
Mire Sr. Rivas, prescindiendo de lo que yo pueda ser o sentir, entiendo que lo único que debe importar es si lo que escribo es correcto o no y si la interpretación que hago de los textos en los que me apoyo, es la correcta o no; lo demás y le ruego sepa disculpar la coloquial expresión, son gaitas. Por otra parte, supongo que estará de acuerdo conmigo (en algo tendremos que estar de acuerdo), que más importante que el mensajero es el mensaje y algo de lo que nos hablaba el insigne literato español, D. Antonio Machado Ruiz, en su apócrifo “Juan de Mairena”, cuando escribió aquello de que “la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero”. Por eso Dr., cuando yo leo sus artículos y dicho sea con el máximo respeto, poco me importa lo que Ud. piense acerca de si mismo, lo que se crea ser, el físico que tenga o el que sea licenciado en Medicina, en Teología y disciplinas varias; lo que realmente me importa es que los tales me impartan algo, que me edifiquen espiritualmente y que se ajusten a la Palabra de Dios.
Y cuando esto último y según mi entender, no es así, pues prescindiendo de quién sea, de lo que se crea ser o de los muchos títulos que pueda ostentar el autor de dicho artículo, respetuosamente paso a exponer mis discrepancias...... y lo que espero, como corresponde a personas educadas, es que sean atendidas, como yo atiendo a las que a mí se me formulan. Lo que no puedo esperar, porque yo no lo haría nunca, es ser agredido con una batería de preguntas y que nada tienen que ver con lo que estamos tratando y que, entiendo yo, entran en el ámbito de lo personal y privado. Por ello me permito sugerirle, que quizás sería mejor y si lo tiene a bien, diera atención a dos artículos publicados en nuestro blog, en los que discrepo de algunas de sus opiniones y que aún no han sido debidamente atendidos: “La resurrección y Juan 5:28-29” (en el que le deje una pregunta pendiente) y el último publicado, “Respondiendo al Dr. J. Rivas Martínez”. Pienso que probablemente eso sería más interesante para sus lectores, que cualquier detalle acerca de nuestras humildes personas.
Porque no quiero entender, que se trate de una estratagema para desacreditarme ante nuestros posibles lectores y con ello restar valor al contenido de mis escritos. Y digo esto, porque la frase con la que inicia su argumentario, da como mínimo que pensar: “Preguntas que un buen cristiano contestaría afirmativamente”, con lo cual se parece afirmar, que de no responderlas, uno no sería un buen cristiano. Bien, dejo ese tema a su consideración y yo me quedo con la idea de que estas preguntas, jamás las haría un caballero; pero en fin, todo son opiniones.
Y puesto que aunque los artículos que aparecen en nuestro blog, los escribe un servidor, nada se publica sin el consentimiento y expresa aprobación de mi compañero Manolo, con lo cual huelga decir, que hace suyas mis palabras y por lo tanto, comparte totalmente mi punto de vista. Y en fin querido Dr. Rivas, quedo a la espera de que considere apropiado responder a mis discrepancias acerca de algunas de sus teorías, cuando lo crea oportuno.
Atte.
ArmandoLópez Golart
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