sábado, 13 de febrero de 2010

El Reino y la esperanza de la resurrección

Los cálculos que se han hecho sobre cuántos seres humanos han vivido en la Tierra, desde que el mundo es mundo, variarían entre los veinte mil y veinte cinco mil millones. No obstante y cualquiera que fuese la cantidad correcta, dos hechos son seguros: 1º: Jehová Dios conoce la cantidad precisa de personas que han vivido, y tiene el poder para hacer que vuelva a vivir quienquiera que él escoja y 2º: la actual población mundial, de unos casi 7.000 millones de personas, evidentemente es solo una fracción del número total de humanos que han vivido. La siguiente conclusión por tanto, es indisputable: por mucho, es mayor la cantidad de humanos que están muertos y cuya esperanza de una vida futura depende de la resurrección. ¿Pero por qué mueren los seres humanos? ¿Y qué esperanza hay de que vuelvan a vivir alguna vez?

Para poder responder a la primera pregunta, nos tenemos que remontar a los inicios de la humanidad, concretamente hasta nuestros primeros antepasados, Adán y Eva. Ellos fallaron estrepitosamente en cuanto mostrar lealtad y obediencia a su Creador, cuando aceptaron la insidiosa propuesta Satánica y acarreándose en consecuencia, la muerte tanto para ellos como para sus descendientes. Y que eso es así, lo evidencia el registro bíblico cuando nos muestra, que se debe al pecado heredado del primer hombre, Adán, el que se hayan acumulado miles de millones de humanos muertos en el sepulcro.

Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres..... Por la ofensa del un solo hombre la muerte gobernó como rey.” (Rom. 5:12; 17).

Pero ¿pero cómo podría la humanidad salir de semejante situación y ser liberada de la gobernación tiránica ejercida soberanamente por la muerte, desde nuestro antepasado Adán? Para que esto sea posible, la mayoría de la humanidad necesita una resurrección y que tendrá lugar al tiempo apropiado y según el razonamiento lógico del apóstol Pablo:

Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos” (1 Cor. 15:21)

Y circunstancia que confirmo Jesús, cuando en un dramático momento declaró a Marta, hermana de su amigo Lázaro, el siguiente argumento:

Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir.” (Juan 11:25).

Efectivamente, la base para la esperanza de la resurrección, está en la muerte propiciatoria y posterior resurrección de Jesucristo.
Ahora bien, quizás nuestros queridos lectores se hayan enterado, vía lectura de artículos publicados en Internet, o de viva voz, en un sermón dominical de la organización religiosa con la que tengan a bien asociarse o bien de su lectura personal de la Biblia, de la existencia de dos resurrecciones, según se deduce de Rev.20:6:

Dichoso y santo el que participa en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder sobre éstos, sino que serán Sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años.”

De lo que se confiere por tanto, que como mínimo, tendrá que haber una segunda resurrección. Y claro, cuando a uno le muestran a continuación las palabras de Juan 5:28-29, se queda un tanto perplejo, cuando acudiendo en busca de ayuda para la correcta comprensión de este texto, escucha lo que le explican. Pero leamos primero el texto:

No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz 29 y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio.”

Porque lo que le dirá el pastor o párroco de su Iglesia o alguno de los muchos “entendidos” que publican en Internet, si se le ocurre consultar acerca del tema, es que este texto le habla de una resurrección de vida al principio del milenio para los justos y de una al cabo de los mil años, de condenación para los injustos. Para ello, acompañarán el texto citado de Juan con el de Rev. 20:5 (en su primera parte) y en donde contrastando con la primera resurrección del v. 6, leemos lo siguiente: “Los demás muertos no revivieron hasta que se acabaron los mil años.” Y claro, Ud. se pone a razonar y dado que probablemente, su comportamiento y actitudes en esta vida se pueden considerar de razonablemente correctas, de pronto llega a la conclusión de que su parte está en la primera resurrección y que por tanto, gobernará en el Reino junto a Jesucristo y si no, lea de nuevo el pasaje de Rev. 20:6. Pero como dicen que la alegría en casa del pobre, suele durar poco, tenemos que devolverle a la cruda realidad y explicarle que ha sido Ud. engañado por lo que unas personas, sin mala fe por supuesto, pero sí con un total desconocimiento de lo que le estaban afirmando, le han llegado a contar. Para que lo pueda comprobar y para que además, no pierda aún la esperanza de un feliz futuro, le invitamos a continuar leyendo
La Biblia muestra que Cristo no estará solo en esta comisión de juzgar “a los vivos y a los muertos”, ya que el apóstol Juan solo describía una visión inspirada cuando escribió lo siguiente: “Luego vi unos tronos y se sentaron en ellos y se les dio el poder de juzgar …… y reinaron con Cristo mil años.” (Rev. 20:4). Entre los primeros de estos reyes y jueces futuros y que murieron como seguidores fieles de Jesús, estarán sus doce leales apóstoles:

Jesús les dijo: “Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Mat. 19:28).

Y dado que en ese contexto de Revelación es en donde se nos habla de una primera resurrección (verso 6), rápidamente concluimos que los que tomen parte de esa primera resurrección, son los que han de reinar con Cristo durante los mil años. Ahora bien ¿cuántos miembros conformarán ese gobierno? Porque si pudiéramos despejar esa incógnita, seguramente empezaríamos a ver más claro, el futuro que nos espera.

Hay unos textos en la Biblia, que nos muestran que este privilegio singular de ser reyes y jueces asociados con Cristo en su reino, está limitado a un pequeño grupo de personas, según palabras de Jesús en Luc. 12:32:

No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.”

Cuando posteriormente le fue dada la Revelación al apóstol Juan, incluso le fue comunicado el número total de integrantes del citado rebaño pequeño: 144.000 miembros. Es cierto que existe un gran debate acerca de esta cantidad, en el sentido de que no puede ser literal, sino simbólica, sobre todo entre aquellos que tienen un incorrecto entendimiento del pasaje de Juan 5:28-29, así como también, de Daniel 12:2. Sin embargo, los creadores de este blog y que también nos hemos visto envueltos en esos debates, mantenemos la literalidad de dicho número. Cierto es, que a consecuencia de ello, hemos sido acusados de mantener “reminiscencias” de nuestro pasado como TJ y que al igual que ellos, estamos completamente errados cuando “decimos” que solo 144.000 gobernaran con Cristo. Pero eso y siguiendo la misma línea de razonamiento, sería lo mismo que decir que Apologista Mario Olcese, “lastimosamente” aún tiene reminiscencias de su pasado como Testigo de Jehová, porque hace de la predicación del Reino de Dios, el foco central de su actividad, como hace dicha Organización. Que por demás y desde Noviembre de 1.939, el título de su publicación principal, luce de esta manera; “La Atalaya…... Anunciando el Reino de Jehová”, o sea, antes de que el Sr. Olcese naciera...... pero en fin, a nosotros ni se nos ocurre pensar en semejante disparate.


Bien, de todas formas, nosotros respetamos esa opinión y declinamos entrar en una nueva polémica, que bastantes hemos tenido y por supuesto, sin ningún resultado que nos anime a continuar en esa línea. Y es que lo que se defiende generalmente en esos debates, por lo menos en la Red, es más el prurito personal del “yo tengo la razón”, que el deseo de aprender aunque ello conlleve el cambiar en algún momento de forma de pensar acerca de algún tema en particular. Finalmente se acaba siempre con alguna que otra “dignidad ofendida” porque les has dicho sencillamente “...... pero es que la Biblia no dice esto”; y es que no pueden soportar que les digan tal cosa, unos pelagatos como nosotros, sin ningún tipo de estudios superiores, a ellos que tienen las paredes de su hogar seguramente llenas de títulos y diplomas en Ingeniería, Medicina, etc. Y que por supuesto, amplían con sus conocimientos de “teología de buen calibre”, “interlineales griegas y hebreas” así como “estudios teológicos en escatología”. Claro, luego cuando entras en sus blogs lo primero que ves, son sus fotografías en distintos planos así como en lugar destacado, una relación de los títulos académicos que les adornan y en un absurdo culto a la personalidad, inapropiado cuando uno de lo que habla es de las cosas de Dios.

Pero nosotros que no disponemos de tan amplios conocimientos, lo que sí vamos a hacer, es explicar porque defendemos la literalidad de dicha cantidad de 144.000. Y para ello, empezamos negando la mayor: no son ni los TJ, ni nosotros por supuesto, los que decimos lo de los 144.000, sino que quién lo dice es La Biblia. Ellos y nosotros lo único que hacemos, es señalar el lugar donde lo dice, mientras que los “entendidos” que nos hablan del supuesto simbolismo de dicha cantidad, no nos pueden señalar ningún lugar en las Escritura, en donde se haga semejante afirmación. Luego están equivocados, por muy rebuscados que sean sus argumentos: si los tales no tienen un claro apoyo bíblico (y no lo tienen), son falsos. Pero nosotros, que siempre optamos por la sencillez para exponer nuestras ideas, nos limitamos por ejemplo, a la simple exposición de las palabras citadas por Jesús:

No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.” (Luc. 12:32).

Y a pensar lógicamente, de que Jesús sabía de qué hablaba cuando señalaba el hecho de que era voluntad de Jehová, la idea de un rebaño pequeño, aparte de concluir, que Jesús evidentemente debería de conocer a la perfección el significado de la expresión “rebaño pequeño” ¿o no, queridos “ilustrados”? Pero es que además y como erróneamente señalan dichos “personajes” (y repetimos el argumento para enfatizarlo), no son los TJ, ni los autores de este blog, los que decimos que solo 144.000 gobernaran con Cristo. Eso y no creemos que nadie lo ponga en duda, lo dijo el mismísimo Jehová en Su Revelación, porque eso es lo que nos dice el versículo de inicio de dicho libro:

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y que dio a conocer enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.” (Rev. 1:1).

Luego en última instancia, la idea de 144.000 co-gobernantes con Cristo, emana directamente de nuestro Creador. Veamos ahora Rev. 14:1:

Y miré y he aquí el Cordero de pie sobre el monte Sion y con él estaban los 144.000 que tenían su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes.”

Luego lo que a Juan le fue mostrado en visión, fue el cumplimiento profético de las palabras del Salmo 2:6: “…... diciendo: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña”. ¿Y cuántos acompañaban a Jesús, ya en el desempeño de sus funciones, según la visión de Juan? Pues 144.000 ya ejerciendo junto a Cristo, como reyes y sacerdotes. Además, Juan se reafirma en dicha cantidad en el verso 3b, en donde nos habla de los únicos que podían aprender cierto cántico que fluía desde el cielo: “…... nadie podía aprender el himno, sino sólo los 144.000, quienes habían sido redimidos de la tierra.” Mucho detalle hay en ese pasaje, como para tratarse de algo simbólico. Y eso es lo que dicen las escrituras y no la absurda idea de una cantidad simbólica, que no puede ser apoyada por ningún texto bíblico en concreto, porque tal idea no existe en las Escrituras. Sencillamente, la Biblia no dice esto. Y si lo tienen a bien, queridos lectores, lean nuestro artículo “El reino de Dios: el fin o el medio”, publicado en este blog el 9 de Febrero de 2010 y en donde se habla extensamente de este tema. Luego si la cantidad de los que participan en esa primera resurrección y para gobernar con Cristo por mil años, ya la tenemos clara y la damos por buena (144.000), nos queda ahora un inmenso remanente de personas que siendo fieles seguidores de Jesucristo, pero no escogidos para ese privilegio, murieron en su día y a los que hay que colocar en una segunda resurrección.

Las Escrituras enlazan esta primera resurrección, con la segunda venida de Jesucristo:

Pero cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.” (1 Cor. 15:23).

Por otra parte, ya el apóstol Pablo escribe como sigue:

El Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero.”

Entonces Pablo pasa a decir que los cristianos ungidos y comisionados para efectuar la última y definitiva gran predicación, que sobreviven hasta la presencia del Señor y que por lo tanto, mueren durante su venida, serán resucitados inmediatamente y serán “arrebatados...... en nubes al encuentro del Señor en el aire.” (1 Tes. 4:14-17). Estos no tienen que ‘dormir’ en el sepulcro ni esperar la resurrección. Al morir su muerte de sacrificio, son “cambiados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos.” (1 Cor. 15:51-52).

Es apropiado que a la resurrección del entero número de 144.000 cristianos ungidos que han sido llamados para reinar con Cristo, se le llame la primera resurrección. Esto se debe, por una parte, a que precede en el tiempo a la resurrección de la humanidad en general, pues los 144.000 ungidos llegan a ser “primicias para Dios y para el Cordero” y junto a este, pelean la batalla de Armagedón (Rev. 17:14) que abre el camino al milenio, que es en donde se empieza la segunda parte de la resurrección con el resto de la humanidad fallecida. También distingue entre una y otra resurrección, el hecho de la calidad de la misma: mientras los primeros ya se levantan a una vida de inmortalidad, no así los segundos que hasta el final del milenio no alcanzan la vida eterna y siempre que superan la prueba de la suelta de Satanás (Rev. 20:7-9).

Esto los coloca en una posición de importancia, puesto que ninguno de los demás humanos pueden ser hechos perfectos aparte de estos 144.000 sacerdotes, reyes y jueces (Heb. 11:40b). Pero por otra parte y como acabamos de afirmar, la llamada “primera ” resurrección es también superior en calidad a cualquier otra resurrección terrestre que haya acontecido (Lázaro, por ejemplo), o esté por acontecer, puesto que a los 144.000 se les resucita “en la semejanza” de la resurrección de Cristo, o sea, a la vida incorruptible e inmortal como hijos de Dios:

Porque así como hemos sido identificados con él en la semejanza de su muerte, también lo seremos en la semejanza de su resurrección.” (Rom. 6:5).

Y los dramáticos acontecimientos que estamos viviendo en cumplimiento de profecías bíblicas, indican que la segunda venida de Cristo está próxima a convertirse en realidad (Mat. 24:3; 7-14). Entonces y en ese momento “el reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor Jehová y de su Cristo.” Después de este acontecimiento de enormes y espectaculares consecuencias para todo el mundo, llega “…... el tiempo señalado para que los muertos sean juzgados y para dar su galardón a tus esclavos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra(Rev. 11:15-18) y cuya obra de recompensar a los dignos empezará a realizarse con los merecedores de la primera resurrección, para continuar luego, con la segunda resurrección.

Porque si hay una que es llamada “primera” resurrección, es lógico que haya, como mínimo, una segunda o resurrección posterior. Describiendo lo que acontecerá durante el Día de Juicio milenario (que abarca los mil años), el apóstol Juan escribió:

Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono, y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos.” (Rev. 20:12). 


Estos “muertos” y “los demás de los muertos” que se mencionan en el versículo cinco del mismo capítulo 20 y de quienes se dice que “no llegaron a vivir sino hasta que fueron terminados los mil años”, son las mismas personas. Esto no puede significar que no se les resucite sino hasta después del día de juicio milenario, porque a los que tienen parte en la primera resurrección, se les da “poder para juzgar” y serán “sacerdotes” y “gobernarán como reyes” con Cristo “por los mil años.” (Rev. 20:4-6) y a favor de aquellos que tomen parte en la mencionada “segunda” resurrección. De lo contrario ¿a quiénes juzgarán y sobre quiénes gobernarán como reyes y en beneficio de quiénes obrarán como sacerdotes, si no se resucita a “los demás de los muertos” sino hasta el fin del milenio? ¿Solo de la “gran muchedumbre” (Rev. 7:9), quienes ya han sido juzgados por Jehová, como dignos de sobrevivir a la Gran Tribulación y se les empiezan a aplicar los beneficios del Reino? ¿No les parece a Uds. demasiado invento, para tan limitada aplicación?

Por consiguiente, la expresión “llegaron a vivir” tiene que referirse a la situación al fin del Día del Juicio, que como hemos dicho, dura 1.000 años. Entonces ello significa que estas personas “llegan a vivir”, en el sentido de que finalmente alcanzan la perfección humana y llegando a disfrutar del mismo estado perfecto en que estuvieron Adán y Eva en el jardín del Edén. ¿Y cómo determinará Jehová en aquel entonces, los nombres de quiénes han de escribirse en el “rollo de la vida” o “libro de la vida”? Pues mediante una prueba final a la que se someterá a la humanidad. (Revelación 20:7-8) y en donde los que resulten fieles a Dios en esta prueba final serán “declarados justos” por Jehová mismo y entrarán en “la gloriosa libertad de los hijos de Dios” en la Tierra (Rom. 8:21; 33) y recibirán la garantía divina de vida eterna, a diferencia de Adán, que falló bajo prueba y se acarreó para sí mismo y lamentablemente también para sus descendientes, la sentencia de muerte. (Génesis 3:17).
Puesto que todos “los demás de los muertos” que sean resucitados durante el reinado de 1.000 años de Cristo tendrán la oportunidad de demostrar que son dignos de que se escriba permanentemente su nombre en el “rollo de la vida” de Jehová y que merecen vivir para siempre bajo el reino de Dios, la resurrección de ellos será una resurrección a mejores oportunidades que aquellas de que disfrutaron las pocas personas a quienes se resucitó en tiempos bíblicos, pero que volvieron a morir, por ejemplo, del citado Lázaro; del hijo de la viuda de Naín; de Dorcas o también de la hija de Jairo, de nombre Tabita, solo por citar algunos casos. Fue a fin de conseguir una “resurrección mejor” bajo el Reino de Dios, que hombres y mujeres de la antigüedad permanecieron fieles a Jehová hasta la muerte.
Hemos visto que a “los demás de los muertos” se les resucita durante el milenio a fin de que sean “juzgados...... según sus hechosen aquel entonces (Rev. 20:12) La horrenda idea de que haya un día de juicio final en el que todos los que hayan vivido en tiempo alguno, tengan que responder de los pecados que hayan cometido en el pasado, carece de apoyo bíblico. El contexto muestra que se abrirán “rollos” divinos, o libros de leyes y que se juzgará a los muertos resucitados “de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos,” es decir, según su obediencia o desobediencia a esas instrucciones divinas. Tanto las personas que serán resucitadas, así como la “grande muchedumbre” que sobrevivirá a la “grande tribulación” ya tan cercana (primeros súbditos del reino), tendrán que beber del “agua de vida” es decir, aceptar agradecidamente el sacrificio de rescate de Cristo y todo lo demás que Jehová disponga para liberar a la humanidad de los efectos del pecado y de la muerte. Notemos que en Rev. 7:17, se nos dice así:

Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.”

Luego esos manantiales de agua de vida, tendrán que ver con nueva información dadora de vida (los rollos que se abren) y que gradualmente irá sanando a las personas física, moral y espiritualmente, hasta llevarlas a la perfección. Y todo esto, nada tiene que ver con la disparatada idea que se tiene de Dan. 12:2 y Juan 5:28-29, en el sentido de una primera resurrección para vida de los justos y al cabo de mil años, una segunda para los injustos y de condenación. Porque lo que ha quedado claro, es que en la primera solo toman parte, aquellos que tienen que gobernar con Cristo durante mil años y que Jesús califico, de “rebaño pequeño”. Luego, como no puede ser que la inmensa mayoría de cristianos desde Jesús en adelante (probablemente millones) y que no gozaron de tan elevado privilegio, así como los notables del AT, sean levantados a una resurrección de condenación según tan disparatada teoría, tenemos que concluir que la tal interpretación no se ajusta a lo expresado en el contexto bíblico y por lo tanto es una burrada, dicho sea coloquialmente.


Por otra parte, no debe considerarse que las personas que son levantadas a una “resurrección de vida” o a una “resurrección de juicio” sean lo mismo que los “justos” y los “injustos” que Pablo mencionó en Hech. 24:15. Pablo se refiere a la condición de las personas cuando se les resucita, basada en su conducta antes de morir. Los “justos” (los cristianos citados, así como personas del AT, que gozaron del favor de Jehová en su momento) tendrán que persistir en su proceder justo mediante obediencia a las cosas escritas en los “rollos” para alcanzar la vida. De otro modo su resurrección pudiera resultar ser una “de condenación.” A la inversa, si aquellos de los “injustos” que se arrepientan, aceptan el sacrificio de rescate de Cristo y obedezcan las cosas escritas en los “rollos,” su resurrección bien pudiera resultar ser una resurrección “de vida” y no de “condenación”. Luego razonablemente, solo cuando se haga patente el resultado de la resurrección de la persona y después de la prueba final (que para eso está), podrá saberse cuál resurrección fue una resurrección “para vida” o una resurrección “para juicio.”
¿Pero quién efectuará la obra de juzgar? El apóstol Pablo escribió que Cristo Jesús “está destinado a juzgar a los vivos y a los muertos..….” (2 Tim. 4:1). También vemos que durante el reino milenario de Cristo habrá 144.000 jueces asociados sentados en “tronos” con Él (Luc. 22:28-30) y ya Pablo enfatizó esta idea al escribir “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo?” (1 Cor. 6:2). Por lo tanto, el que dirigirá esta obra de juicio, al inicio y no al final del Milenio y asistido por sus ayudantes asociados, será el mismísimo Jesucristo y que por tanto, es el que se sentará en el gran Trono Blanco de Rev. 20:11. Y como ya sabemos que esta afirmación pondrá el vello de punta a más de un “ilustrado”, les sugerimos que antes de pasar a presentar objeciones, analicen cuidadosamente el contexto de los capítulo 19 al 21 y saquen las oportunas conclusiones. Desde este blog, no nos permitimos hacer ningún tipo de afirmación, que no podamos demostrar oportunamente; hecho este pequeño inciso, continuemos diciendo que
refiriéndose a lo que sucedería durante su reino milenario, Jesús declaró:

Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha encargado todo el juicio al Hijo. ... No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.” (Juan 5:22; 28-29). 


Y de nuevo nos topamos con este pasaje y del que explicaremos un poco más.
¿Contradice esto a Revelación 20:12, donde leemos que los muertos serán “juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos” los cuales rollos no se abrirán sino hasta que esté en progreso el milenio? De ninguna manera; solo hay que entender las palabras de Jesús en el capítulo cinco de Juan a la luz de su posterior Revelación a Juan (Rev. 1:1) Tanto “los que hicieron cosas buenas” como “los que practicaron cosas viles”, estarán entre “los muertos” que serán “juzgados individualmente según sus hechos” y que evidentemente se refiere a los hechos que realicen después de su resurrección (Rev. 20:13). Al contrastar “resurrección de vida” con “resurrección de juicio”, Jesús estaba refiriéndose como antes hemos comentado, al resultado final de dichas resurrecciones; no se resucita a la persona a fin de condenarla automáticamente (sería absurdo), sino antes bien, un resultado condenatorio solo sigue a una resurrección si la persona rehúsa atenerse a las “cosas escritas en los rollos” y por eso no consigue que su nombre sea “escrito en el libro de la vida.” Es entonces que moriría “la muerte segunda” sin ninguna esperanza futura de una nueva resurrección (Rev. 20:14, 15; 21:8). Pero nuestros lectores, que son de mente aguda, seguramente ya están barruntando la siguiente pregunta...... pero, ¿volverán todos los muertos para ser juzgados, incluso las víctimas de la venidera “Gran Tribulación y otras, como las de Sodoma y Gomorra, por ejemplo? Y pregunta interesante donde las haya, pero si les parece, dejaremos este tema para una siguiente consideración.

Y eso es todo por esta vez, queridos amigos. Y ya lo saben, hágannos el inmenso favor de considerar nuestras afirmaciones a la luz de las Escrituras, por aquello de que el mejor escribano, hace un borrón. Y es que nosotros, también nos podemos equivocar.

MABEL

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