lunes, 3 de octubre de 2016

Cómo estudiar la Biblia, para poder entenderla.


Y es que cuando uno habla de la Biblia, no está hablando de un libro de aventuras o de una novela de misterio, eso es, relatos que tienen un principio, un cuerpo y un final, todo ello siguiendo un elaborado desarrollo que nos lleva a una conclusión lógica, prescindiendo que esta nos guste o no…… pero la Biblia no es esto. En este sentido, estaríamos ante una narración aparentemente deslavazada, pues no estamos tratando de un libro al uso que siga una determinada línea argumental, sino de un conjunto de 66 libros de distintos autores, distintas épocas, en diferentes circunstancias, etc. etc.; estos están divididos en dos grupos y que coloquialmente identificamos como el “Antiguo Testamento” (33 libros) y el “Nuevo Testamento” (27 libros, básicamente cartas cruzadas entre diversas congregaciones del primer siglo) que en conjunto conforman un todo armonioso y por medio del cual nuestro Creador se pone en contacto con su creación, explicándonos porque estamos como estamos, cómo piensa arreglarlo, los pasos que para ello ya ha dado y sobre todo, qué es lo que uno tiene que hacer para beneficiarse de dicho arreglo…… lo que hace de la Biblia un libro único y el más importante de todos los tiempos, para el ser humano.

Lamentablemente, el ser humano ha hecho todo lo necesario para apartar la Biblia de su vida, bajo el pretexto de que es un libro antiguo, desfasado para nuestros tiempos y encima, que es “muy difícil de entender”. Sin embargo, desde este blog siempre hemos preconizado la idea de que la Biblia es fácil de entender…… lo que no significa que todos puedan hacerlo y que es algo muy distinto, porque veamos: en primer lugar y como tantas veces hemos resaltado, ese conjunto de libros también conocido como “Las Escrituras” solo se puede entender si el Dios Altísimo se lo permite a uno, según aseveró Su propio Hijo:

En aquella misma hora se llenó de gran gozo en el espíritu santo y dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales (aquellos que se las dan de “teólogos”) y las has revelado a los pequeñuelos (o a los humildes que se esfuerzan por entenderla). Sí, oh Padre, porque el hacerlo así vino a ser la manera aprobada por ti.” (Luc. 10:21). (Acotaciones nuestras).

Pero ello no quita que uno tenga que aportar su “granito de arena” para tomarle el “tranquillo” al asunto y cuestión que pasa, ineludiblemente, por conocer primero el contexto bíblico y para lo cual uno tiene que haberse leído la Biblia muchas veces, lo que denotaría un sincero deseo de aprender de ella y que nuestro Creador no pasa por alto, según afirmó Jesús en el relato, lleno de lógica, que encontramos el Luc. 11:5-13:

Además, les dijo: “¿Quién de ustedes tendrá un amigo e irá a él a medianoche y le dirá: “Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío acaba de venir a mí de viaje y no tengo qué poner delante de él”? 7 Y aquel, desde dentro, en respuesta dice: “Deja de causarme molestia. La puerta ya está asegurada con cerradura, y mis niñitos están conmigo en la cama; no puedo levantarme y darte nada”. 8 Les digo: Aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, ciertamente por causa de su persistencia atrevida se levantará y le dará cuantas cosas necesite. 9 Por consiguiente, les digo: Sigan pidiendo y se les dará; sigan buscando y hallarán; sigan tocando y se les abrirá. 10 Porque todo el que pide recibe y todo el que busca halla y a todo el que toca se le abrirá. 11 Realmente, ¿qué padre hay entre ustedes que, si su hijo pide un pescado, le dará acaso una serpiente en vez de un pescado? 12 ¿O si también pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Por lo tanto, si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡con cuánta más razón dará el Padre en el cielo, espíritu santo (en este caso, para entender Su Palabra) a los que le piden!”. (Acotación nuestra).

Lamentablemente, circunstancia esta que no se da en la mayoría de los que hablan o escriben acerca de ella (algunos tal parece que en lugar de la Biblia, lo que han leído son solo los episodios completos de “El guerrero del antifaz”); en segundo lugar y como factor importantísimo, hay que saber leer con un mínimo de corrección y lo que significa el entender aquello que se lee, logro que no está al alcance de muchos y algo que queda refrendado en la siguiente noticia de prensa: “Los adultos españoles, los segundos de Europa que peor entienden lo que leen”. Situación (suponemos nosotros), extrapolable a otros países del planeta y concretamente en zonas de habla hispana, como pudiera ser América Latina y algo que queda reflejado en los correos que en este blog se reciben y cuya redacción, salvo honrosas excepciones, es manifiestamente mejorable y por aquello de ser suaves; vean sino, el que van a leer a continuación y que ha dado pie a este artículo, pues en el mismo se objeta a nuestro escrito del 28/09/16:

que hay de los profeta (como daniel** fueron santos
los reyes(como david fueron ungidos
los sacerdotes(como aaron
elegidos
libro de oseas 6 : 1 hasta 3

Recordemos que en el artículo mencionado se señalaba que solo unas pocas personas son las que accederán a reinar con Cristo en el reino de Dios y algo con lo que nuestro comunicante no parece estar de acuerdo; pero antes de continuar, permítannos una pequeña licencia y por aquello de que “hablando claro, es como se entiende la gente”: una persona que es capaz de redactar de manera tan pésima (tal cual nos ha llegado el correo y como tenemos por costumbre, así lo hemos publicado), es obvio que no está capacitada para entender las Escrituras y probablemente, ni los argumentos que desde este blog y en defensa de nuestro planteamiento, le podamos presentar. Pero no obstante y por aquello de que no se nos acuse de usar esa circunstancia como una mera excusa para no responder a dicha objeción, teniendo en cuenta además que sí hay personas que leen y redactan correctamente (por ejemplo, muchos de nuestros lectores), por lo que sí entenderán lo que en nuestro descargo expondremos, vamos a desarrollar las cuatro ideas que nos plantea dicho comunicante para rebatir nuestra línea argumental en el artículo objeto de debate:

1º: Los profetas también fueron “santos”, por ejemplo, Daniel.

Digamos en primer lugar, que no podemos pasar por alto el hecho de que el término “santo” y en un sentido estrictamente religioso, no tiene otra significación que señalar aquello que está separado para, o dedicado a Dios y, por lo tanto, apartado del uso secular…… luego nada que en sí mismo de lugar a un status especial y que en este caso sería el de gobernar con Cristo en el reino venidero. Por otra parte tenemos que esa misma palabra no solo se aplicaba a personas, sino también a lugares y cosas, como por ejemplo, al templo de Jerusalén, a los utensilios y vestiduras usadas para la adoración en el mismo, a la ciudad de Jerusalén, etc. etc. y ello no hace que todas estas cosas tengan que figurar también como “gobernantes” con Cristo en el reino de Dios. Por lo tanto y en un sentido lineal, cuando se aplica el término “santo” a personas significa que uno está dedicado al servicio de Dios, como en este caso lo fueron los profetas en sus respectivas comisiones y sin que ello les proyecte necesariamente hacia una asignación mayor como sería, insistimos en ello, el reinar con Cristo en el reino; veamos el ejemplo de Jeremías y como nos lo explica él mismo:

Y empezó a ocurrirme la palabra de Jehová, diciendo: 5 “Antes de estar formándote en el vientre, te conocí; y antes que procedieras a salir de la matriz, te santifiqué…… profeta a las naciones te hice.” (Jer. 1:4).

Eso es, que fue comisionado como profeta en un ámbito determinado…… y nada más. En otro orden de cosas, no nos consta el caso de algún profeta que se hubiera postulado para reinar con Cristo en el reino de Dios; de hecho, el mismísimo Daniel no personalizaba en sí mismo cuando habló de “los santos”, sino que se refería a unos terceros y a los que calificó como “los santos del supremo” (Dan. 7:18), que en un futuro tomarían posesión del citado reino…… que ello es tal como lo decimos, queda reflejado por una contundente afirmación que en su momento hizo Jesús y con referencia a un prominente personaje, como fue Juan “el bautizante”:

Mientras estos iban por su camino, Jesús comenzó a decir a las muchedumbres respecto a Juan: “¿Qué salieron a contemplar en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 8 Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido de prendas de vestir suaves? ¡Si los que llevan prendas de vestir suaves están en las casas de reyes! 9 Verdaderamente, pues, ¿por qué salieron? ¿A ver a un profeta? Sí, les digo y mucho más que profeta. 10 Este es aquel acerca de quien está escrito: ‘¡Mira! ¡Yo mismo envío a mi mensajero delante de tu rostro, que preparará tu camino delante de ti!’. 11 En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor (o profeta mayor) que Juan el Bautista; más el que sea de los menores en el reino de los cielos, es mayor que él.” (Mat. 11:7-11). (Acotación nuestra).

Notemos que aunque Jesús lo resaltó como el profeta más grande que jamás haya existido, también señaló que el “menor” de los que participarían en el gobierno del reino de Dios, sería y en orden de importancia, “mayor” que Juan; luego una conclusión lógica del pasaje que acabamos de leer, lo que nos indica es que Juan no formará parte del grupo de gobernantes que acompañarán a Cristo en la gobernación de dicho reino, pues si el “menor” de esos gobernantes, ya era “mayor” que Juan, es obvio que éste no se podía contar entre ellos…… cuanto menos entonces, el resto de profetas que fueron considerados por el propio Hijo de Dios como “menores” que Juan. Claro, ello nos lleva a preguntarnos quiénes serían entonces los primeros que accederían a formar parte de tan selecto grupo y algo que Jesús dejó muy claro en el versículo siguiente a los leídos, eso es, en el verso 12:

Pero desde los días de Juan el Bautista hasta ahora (o “en adelante”), el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor los hombres y los que se adelantan con ardor se asen de él.” (Acotación nuestra).

Partiendo de esas palabras y que no dejan lugar a duda alguna, es a partir de Juan “el bautizante” cuando fue abierta la posibilidad de alcanzar uno el reinar con Cristo en el venidero reino, en calidad de inmortal rey y sacerdote. No es menos cierto que solo las versiones TNM y de la que hemos transcrito el pasaje citado, la NVI, la NBD y la TLA traducen el citado pasaje en este sentido, pues el resto de traducciones lo vierten un poco más “enrevesadillo” y como se aprecia en este ejemplo tomado de la NTV:

Desde los días en que Juan el Bautista comenzó a predicar hasta ahora, el reino del cielo ha venido avanzando con fuerza y gente violenta lo está atacando.”

Sin embargo y ante tan aparente discrepancia de planteamiento, lo que queda meridianamente claro es una cosa: que fuere lo que fuere que ocurriera referente al reino de Dios, eso tuvo que iniciar después de Juan y por lo que los profetas, reyes o sacerdotes anteriores a éste no tuvieron arte ni parte en ello, luego no pueden acceder a dicho gobierno y mucho menos el “atacarlo”; dicho lo cual, analicemos ahora la segunda de dichas objeciones y que dice así:

2º: Los reyes también fueron “ungidos”, por ejemplo, David.

Decir en primer lugar, que el “ungimiento” como tal en esos tiempos no era más que una ceremonia en la que se reconocía públicamente la autoridad de una persona sobre el resto, para ocupar determinado cargo y por medio del acto ritual de derramar óleo santo (una mezcla perfumada, ver 1 Sam. 10:1) sobre su cabeza, acto que se conocía como “ungir” al elegido o escogido de Dios para llevar a cabo determinada comisión…… pero que nada tenía que ver con el reinar con Cristo en el reino de Dios; de hecho y en el caso del primer rey de Israel, fue “ungido” para llevar a cabo el siguiente cometido:

Entonces Samuel dijo a Saúl: “Jehová me envió para ungirte por rey sobre su pueblo Israel (para nada más); y ahora escucha la voz de las palabras de Jehová.” (1 Sam. 15:1). (Acotación nuestra).

Como posteriormente también lo fue David, Salomón y los sucesivos reyes que gobernaron sobre el antiguo Israel…… pero eso no les colocaba en una posición de privilegio para formar parte en el gobierno del reino de Dios, como queda claro de lo que hemos leído en Mat. 11:7-12; veamos ahora la tercera objeción.

3º: Los sacerdotes también fueron “elegidos”, por ejemplo, el hermano de Moisés, Aarón.

Y por lo que nos encontramos con la misma, cuando leemos dicho episodio en las Escrituras y tomado de la LBLA:

Entonces harás que se acerque a ti, de entre los hijos de Israel, tu hermano Aarón, y con él sus hijos, para que me sirvan como sacerdotes: Aarón, con Nadab y Abiú, Eleazar e Itamar, hijos de Aarón.” (Éxo. 28:1).cómo estudiar

Porque dichos personajes fueron escogidos o elegidos, para ejercer el papel de sacerdotes (Aarón en calidad de Sumo Sacerdote) en el Tabernáculo de Dios y para nada más; entonces queda claro que Jehová Dios escogió a esas personas (como a otras muchas) para desarrollar una función determinada: Jeremías como profeta, David como rey de Israel y Aarón, como Sumo Sacerdote, sin que ello significara que tuvieran que reinar con Cristo en el reino de Dios por venir y para lo cual el Dios Altísimo escogió a otros, como queda claro e insistimos en la idea, de la lectura de Mat. 11:7-12…… a menos eso sí, que el Hijo de Dios nos mintiera y que no parece ser el caso. Por otra parte, no podemos pasar por alto el hecho de que los términos “ungido”, “elegido” o “escogido” son consustanciales entre sí, dado que como hemos dicho el “ungimiento” no era más que el ritual mediante el que se comunicaba al pueblo que dicha persona había sido “elegida” o “escogida” por Dios para servirle en determinada comisión: bien fuera para ser rey, profeta, juez o sacerdote. Aclarados ya estos tres puntos, veamos ahora el cuarto y último, que según el autor del correo que estamos analizando tiene directa relación con lo que nos acaba de plantear en los primeros tres puntos:

4º: Lo dicho en Ose. 6:1-3.

Luego veamos lo que en ese pasaje se nos dice y a ver que sacamos en claro de ello:

Vengan y regresemos de veras a Jehová, porque él mismo ha despedazado, pero él nos sanará. Él siguió golpeando, pero nos vendará. 2 Nos hará estar vivos después de dos días. Al tercer día hará que nos levantemos y viviremos delante de él. 3 Y ciertamente conoceremos, ciertamente seguiremos tras el conocer a Jehová. Como el alba, su salida está firmemente establecida. Y él entrará como lluvia fuerte a donde nosotros; como lluvia de primavera que satura la tierra.”

Y ya disculpará nuestra ignorancia el autor del correo señalado, pero no tenemos ni puñetera idea de la relación que tiene ese pasaje con la objeción que nos plantea, por lo que pasaremos a añadir a lo expuesto hasta el momento y con el ánimo de consolidar nuestro planteamiento, más argumentos y para lo que usaremos una de las dos condiciones requeridas a todos aquellos que aspiraran a reinar a su lado en el reino de Dios:

Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (se sobreentiende que como gobernante en el mismo).” (Acotación nuestra).

El nacer del “agua” tiene que ver con el haber sido bautizado en agua y que se conocía como el “bautismo de Juan”…… pero había otro tipo de bautismo necesario para poder reinar con Cristo, como era el bautismo en “espíritu santo” y que el propio Juan reconoció que él no podía impartirlo:

Este es aquel de quien dije: Detrás de mí viene un varón que se me ha adelantado, porque existió antes que yo. 31 Ni siquiera yo lo conocía, pero la razón por la cual yo vine bautizando en agua fue para que él fuera puesto de manifiesto a Israel”. 32 Juan también dio testimonio y dijo: “Vi el espíritu bajar como paloma del cielo, y permaneció sobre él. 33 Ni siquiera yo lo conocía, pero El Mismo que me envió a bautizar en agua me dijo: Sobre quienquiera que veas el espíritu descender y permanecer, este es el que bautiza en espíritu santo”. 34 Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.” (Juan 1:30-34).

Pero veamos que ideas nos proponen esas palabras que acabamos de leer y que son fundamentales en el tema que estamos tratando: la primera, es que para lograr el acceso como gobernante en el reino de Dios, eran precisos dos requisitos fundamentales como el ser bautizado primero en agua (bautismo de Juan) y, posteriormente, ser bautizado en espíritu santo y bautismo que solo podía impartir el Hijo de Dios. La segunda idea y a la vista de lo leído, tiene que ver con el hecho de que antes de la aparición de Juan y la del propio Jesús, nadie estaba autorizado para impartir tales bautismos (de hecho y en el llamado AT, se desconocían totalmente) y sin los cuales, insistimos en la idea, era imposible el acceso al reino de Dios en calidad de inmortal rey y sacerdote (Rev. 20:6)…… por lo tanto la conclusión lógica y visto todo el contexto, es que ni los profetas, ni David, ni Aarón, etc. etc. tenían la menor posibilidad de reinar al lado de Cristo en el venidero reino de Dios. Sin embargo y para dar más peso a nuestro planteamiento (con lo dicho, ya tendría que haber más que suficiente), veamos la segunda condición impuesta para alcanzar tan alto privilegio y que tampoco reunían esos personajes del AT, señalada esta en Rev. 20:4:

Y vi tronos y hubo quienes se sentaron en ellos y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha (eso es, asesinados) por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios, a los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano. Y llegaron a vivir y reinaron con el Cristo por mil años.” (Acotación nuestra).

Y que no reunían dicha condición, eso es, la de morir de forma violenta por el “testimonio dado de Jesús” queda claro, en primer lugar, por lo que se nos dice en las Escrituras acerca de las circunstancias que rodearon la muerte de la inmensa mayoría de los llamados “santos del AT” e información reflejada, entre otros, en nuestro artículo del 16/10/14 y en donde se nos muestran las pacíficas muertes con las que acabaron sus días dichos personajes; con el añadido de que en modo alguno pudieron dar “testimonio de Jesús” y morir por ello, pues cuando desapareció el último de los profetas (Malaquías), restaban aún 450 años para que apareciera el personaje Jesús y por lo que era un total desconocido para esos personajes…… por lo que difícilmente podían dar testimonio de alguien a quien no conocían. Luego queda claro que el planteamiento de nuestro amable comunicante no hay por dónde cogerlo, pues pasa por alto algo de tan suma importancia como es el contexto escritural y que soporta o destruye argumentos, según sea el caso.

Luego para que la Biblia y volviendo al inicio de este escrito, sean como un “libro abierto” para nosotros, es fundamental el tener muy claro lo que nos dice el contexto, tanto el más inmediato al pasaje utilizado, como el general de las Escrituras y, por supuesto, el saber leer con un mínimo de corrección y que no parece ser en el caso que nos ocupa, así como en otros muchos de los que tenemos constancia; y teniendo ya estas dos “patas de la mesa” encajadas, acudir a nuestro Creador para que coloque la pata que nos falta para que dicha “mesa” no tambalee: Su Espíritu Santo…… y es que ya conocen el consejo del Hijo de Dios:

Sigan pidiendo y se les dará; sigan buscando y hallarán; sigan tocando y se les abrirá. 10 Porque todo el que pide recibe, todo el que busca halla y a todo el que toca, se le abrirá.”

Pues eso…

MABEL


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