El milenio...… ¿solo un sueño?
“Hitler se jactaba de que el tercer Reich, que nació el 30 de enero de 1933, duraría mil años y en sus referencias al Reich, los nazis solían llamarlo el “Reich de mil años.” Así nos cuentan los historiadores cuales eran las pretensiones mesiánicas de Adolf Hitler, allá por la década de los años treinta. Todos los que tenemos cierta edad y hemos leído un poco, sabemos lo que sucedió. El sueño milenario (o de mil años) de Hitler nunca se realizó: en la madrugada del 30 de Abril de 1.945, dos disparos acabaron con la vida de Adolf Hitler y la de hacía solo unas horas, su esposa, Eva Braun. El sueño de un milenio, había durado unos pocos años. ¿Pero sabe usted, que muchas personas han estado a la expectativa de un reinado milenario de paz?
Con frecuencia ese sueño, ha incluido la creencia en una pasada Edad de Oro que ha de ser restaurada en el futuro. Por ejemplo, si el lector visita Irán, podrá oír acerca de una antigua “Edad de Oro de inocencia, sin enfermedades ni muerte”. Los bosquimanos del África meridional, hablan de un tiempo pasado en el cual los seres humanos y los animales vivían en paz unos con otros. Al informar sobre estas creencias, The Encyclopœdia of Religion and Ethics (La enciclopedia de religión y ética, según nos han traducido) dice que la idea de una “Edad de Oro del pasado, que se perdió por culpa del hombre”, con frecuencia estaba enlazada con la “esperanza de que las cosas hayan de marchar mejor en el futuro” como, por ejemplo, en un futuro milenio de paz.
Pero, ¿son esas esperanzas solo ilusiones? Reflexionemos un poco en las cosas que nos abruman cada día...... informes de delitos y crímenes, crisis económica galopante, contaminación medio ambiental en un grado jamás conocido, malestar social por doquier, guerras locales (y no tan locales) en un lugar tras otro y por si fuera poco, la brutal situación en Oriente Medio con Irán amenazando con borrar del mapamundi a Israel y la cual nación, pues digamos que no está muy dispuesta a darles el gusto; con lo cual y dada la situación estratégica del foco de tensión, con las principales reservas mundiales de petróleo por medio, fácilmente pudiera degenerar en una conflagración nuclear mundial sin precedentes. Y razonablemente, pocas personas verían en esta situación base alguna para creer en una era futura de paz y prosperidad; ya tan pronto como en septiembre de 1976, la reunión del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos, celebrada en Baden, Austria, declaró:
“Las personas que dedican su tiempo a estudiar las duras realidades que conducen a la guerra ya no tienen siquiera soluciones teóricas para el logro de lo que, según las promesas, sería una generación de paz.”
Y si eso fue así en ese entonces, ¿se imaginan ahora, casi 40 años después? Sin embargo y ante tan desoladora perspectiva, en la Biblia se puede leer algo que da razón sólida para no descartar como solamente un sueño la idea de que haya de haber un milenio de paz. Además, la Biblia promete cosas que, de realizarse, harían que nuestra vida actual, fuese mucho más significativa y placentera. Casi al final de la misma, usted hallará lo siguiente:
“Y un ángel prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás y lo ató por mil años...... para que no extraviase más a las naciones hasta que terminasen los mil años (.......) Y Dios limpiará toda lágrima de sus ojos (los de la sufrida humanidad) y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 20:1-3; 21:4). (Acotación nuestra).
Es evidente que esa promesa parece muy encantadora, pero…... ¿por qué tenemos más razón para esperar que ésta se realice, que cualquiera de las otras esperanzas milenarias que el hombre ha abrigado, incluso el Reich de mil años nazi? Hay una razón que nos impele a ello y es el hecho de que es el propio Creador, Jehová Dios, quien promete este milenio de paz; fíjese que en una ocasión, cuando un hombre le dijo a Jesús que cierto asunto parecía imposible, el Hijo de Dios contestó:
“Las cosas que son imposibles para los hombres son posibles para Dios.” (Luc. 18:27).
¿Cree usted eso? Porque no olvide que nuestro futuro, tiene mucho que ver con que esas palabras sean ciertas...... luego ¿dice la Biblia realmente que Dios habrá de traer en el futuro mil años literales de paz a la Tierra? ¿Es este el modo en que debemos entender lo que dicen las Escrituras? Sería solo razonable, que debido al interés en la posibilidad de recibir magníficas bendiciones, tanto para nosotros como para nuestros seres queridos en un futuro ya inmediato, deberíamos averiguar si ese milenio de paz es más que un simple sueño. ¿Está usted de acuerdo con eso? Entonces ¿qué es el milenio?; vean:
“Un tiempo durante el cual los anhelos del hombre de alcanzar la paz, librarse del mal y ver reinar la justicia en la Tierra, finalmente se realizan mediante el poder de Dios.”
Así es como la Enciclopedia Británica describe la enseñanza bíblica del período de 1.000 años, conocido como el milenio. ¿No está usted de acuerdo con que a todos nos gustaría que esa descripción se convirtiera en realidad? Ciertamente nos gustaría disfrutar de paz, de que se nos libre del mal y de que haya justicia en la Tierra, eso es evidente. Pero ¿es esta perspectiva, parte de lo que usted cree respecto al milenio, en función de lo que le han enseñado?
Piense que muchas personas no consideran esa perspectiva, pues conocen poco o nada acerca del milenio y esto es cierto, incluso en millones de personas que han asistido a las iglesias llamadas cristianas y que tienen la Biblia como su libro de referencia, pero siendo la realidad, que muchas de esas religiones ni siquiera mencionan este tema. Es casi como si esto fuera algo que Dios hubiera incluido en la Biblia, como por accidente, pero que no tuviera importancia. Sin embargo, veamos como la Palabra de Dios enlaza el milenio, con la descripción de cómo Él eliminará los dolores, las lágrimas y la muerte.
“Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” (Rev. 21:4).
Y le rogamos, por favor, que vuelva a leer de nuevo estas palabras porque prescindiendo que las personas se las crean o no, se harán realidad. Por eso tenemos buena razón para querer entender lo que Jehová Dios dice y lo que se propone hacer en cuanto al milenio. Nuestro futuro, pudiera estar muy relacionado con ese período de tiempo. Uno puede abrir la Biblia en el capítulo 20 de Revelación y hallar la mayor parte de lo que la Biblia dice acerca del reinado de mil años de Cristo y en donde el apóstol Juan comparte con nosotros lo que vió:
“Vi a un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Y prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás y lo ató por mil años. Y lo arrojó al abismo y lo cerró y lo selló sobre él, para que no extraviase más a las naciones hasta que terminasen los mil años...... “Y vi tronos, y hubo quienes se sentaron sobre ellos...... Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús...... Y llegaron a vivir y gobernaron como reyes con el Cristo por mil años...... “Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión, y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra...... Pero fuego descendió del cielo y los devoró. Y el Diablo que los estaba extraviando fue arrojado al lago de fuego...... “Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono, y se abrieron rollos...... Además, cualquiera que no se halló escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego, la muerte segunda.” (Rev. 20:1-15).
Así que, para resumirlo y según la Biblia, el milenio es un período en el cual Satanás no está libre para extraviar a los seres humanos ni causar perturbación; los muertos serán levantados y juzgados y la humanidad será gobernada en justicia por Jesucristo y gobernantes asociados, hasta alcanzar el grado de perfección del que gozaron en su momento Adán y Eva. Sin embargo no olvidemos, que según Jesús dijo en su momento y eso de momento aún no ha cambiado, el gobernante de este mundo es Satanás:
“Ya no hablaré mucho con ustedes, porque el gobernante del mundo viene. Y él no tiene dominio sobre mí.” (Juan 14:30).
Pero más que eso: no solo Satanás es el actual gobernante de este mundo, sino que trata por todos los medios de evitar que las personas aprendan de esas maravillosas promesas, tal como nos mostró el apóstol Pablo:
“…... entre quienes el dios de este sistema de cosas, ha cegado las mentes de los incrédulos, para que no pase a ellos la iluminación de las gloriosas buenas nuevas acerca del Cristo, que es la imagen de Dios.” (2 Cor. 4:4).
Luego lógicamente, puede que usted se pregunte y con razón, por qué se oye tan poco acerca de estas buenas noticias en las iglesias o en los círculos religiosos, en donde se declara pomposamente que la Biblia es la Palabra de Dios y siendo la respuesta muy sencilla: son instrumentos usados por Satanás para extraviar y confundir a las personas. La realidad, es que si uno preguntara, hallaría que la mayoría de esas organizaciones religiosas llamadas cristianas, creen que el milenio no es un período de 1.000 años literales durante el cual Cristo haya de gobernar aquí en la tierra y desde Jerusalén, mientras que otras enseñan, que el milenio no es otra cosa sino un símbolo del reinado de Cristo, el cual comenzó hace casi 2.000 años y todavía continúa. Y los hay otros, que si bien entienden de un reinado literal de mil años, sitúan la sede de dicho reino en el cielo; u otros que aseguran que el Reino de Dios, no es más que una condición espiritual que uno vive en su corazón...... entonces ¿qué debería ser, precisamente, lo que deberíamos de creer? Y podríamos responder a esta razonable pregunta, diciendo que podemos recibir una gran ayuda para entender esta importante cuestión, al considerar lo que el apóstol Juan y sus compañeros, otros apóstoles, creían y también las cosas que sucedieron después de la muerte de esos fieles seguidores de Jesús, para fines del primer siglo en que murió el último de ellos, el apóstol Juan.
Cuando leemos la Biblia, es fácil reconocer que el reino de Dios fue una de las cosas principales que Jesús enseñó a sus discípulos. De hecho y según el evangelista Mateo, Jesús él comenzó su obra con el mensaje: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mat. 4:17). No solo eso, sino que él mismo afirmó que difundir o pregonar ese Reino, era el objetivo primario de su venida:
“Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.” (Luc. 4:43).
Cierto que también enseñó a sus discípulos que él tenía que morir, como precio de rescate equivalente a favor de una humanidad condenada eternamente a la muerte por el pecado heredado. Así es como lo entendió Pablo:
“Porque todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios 24 y es como dádiva gratuita que por su bondad inmerecida, se les está declarando justos mediante la liberación por el rescate pagado por Cristo Jesús.” (Rom. 3:23-24).
Pero su principal comisión, como hemos mostrado, era la predicación de ese reino milenario y así lo entendieron sus seguidores. De hecho, la última pregunta que le hicieron antes de su ascensión al cielo, tuvo que ver precisamente con ese reino:
“Pues bien, cuando se hubieron congregado, se pusieron a preguntarle: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6).
Sin embargo, esta clara verdad bíblica fue oscurecida después de la muerte de los apóstoles de Jesús. ¿Cómo ocurrió esto? Pablo dijo que después de su partida, o sea, después de su muerte, se levantarían personas que hablarían cosas torcidas para arrastrar a los discípulos tras de sí (Hech. 20:29-30). Y es que si durante el primer siglo, los apóstoles ejercieron una influencia restrictiva que ayudó a mantener puras las enseñanzas de Jesús, todo cambió con la muerte del último de los apóstoles de Jesús. Después que ellos murieron, la apostasía, que ya en tiempos de Pablo y sobre los años 50 E.C., estaba empezando a dar serios problemas, con la muerte de Juan sobre el año 100 E.C., ya no había quién la pudiera refrenar; al grado que entre la segunda mitad del siglo II e inicios del III, no quedaba el más mínimo vestigio de la verdad enseñada por Jesús. Y como resulta obvio, evidentemente esto tuvo una influencia decisiva en lo que se enseñó respecto al milenio, derivando en las enseñanzas anteriormente citadas. Sin embargo, una pregunta razonable sería ¿el reino...... dónde y cuándo?
Para averiguar dónde, tendríamos que volver a leer las palabras de Jesús a sus discípulos cuando los mandó a predicar, diciéndoles “y curen a los enfermos en ella y sigan diciéndoles: el reino de Dios se ha acercado a ustedes” (Lucas 10:9). Y un detalle que no podemos obviar, es que siendo la comisión primaria de Jesús la predicación de este reino, luego una cuestión de vital importancia, no hallamos en ningún lugar de las Escrituras que Jesús o alguno de sus discípulos hubiera explicado nunca que era ese reino, lo cual es como mínimo sorprendente. Luego lo único que habría que pensar, es que sus oyentes o seguidores, ya sabían de qué se les estaba hablando y no necesitaban de una explicación adicional ¿no es cierto? Porque veamos, ¿a quiénes se dirigía Jesús? Bueno, dejémosle que sea el mismo quien nos lo diga, cuando les hizo la siguiente recomendación “sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” El ámbito de la predicación de Jesús, por tanto, se circunscribía tan solo a los judíos, al pueblo de Israel; y ese pueblo, ahora bajo la dominación del Imperio Romano, había sido en su día una floreciente y poderosa nación en donde se asentaba el trono de Jehová:
“Y Salomón empezó a sentarse sobre el trono de Jehová como rey en lugar de David su padre y a hacerlo con éxito y todos los israelitas le fueron obedientes.” (1 Crón. 29:23).
O sea que el propio Jehová, mediante un rey delegado sentado en un trono representativo de Su Autoridad Suprema, gobernó por un tiempo sobre Israel...... luego el reino de Dios aquí en la tierra, no era nada extraño para aquellos judíos del tiempo de Jesús. Además ellos sabían, que aunque debido a la infidelidad de Israel hacia Él, sobre el año 587 a. E.C. les quito temporalmente el reino a manos de Nabucodonosor, Jehová había hecho una promesa al rey David, en el sentido de que ese reino y con un gobernante de la línea del propio David, sería restaurado y de forma permanente, de nuevo aquí en la Tierra:
“Cuando se cumplan tus días y tengas que yacer con tus antepasados, entonces yo ciertamente levantaré tu descendencia después de ti, que saldrá de tus entrañas; y realmente estableceré con firmeza su reino. 13 Él es el que edificará una casa para mi nombre y ciertamente estableceré el trono de su reino firmemente hasta tiempo indefinido. 14 Yo mismo llegaré a ser su padre y él mismo llegará a ser mi hijo. Cuando él haga mal, entonces ciertamente lo censuraré con la vara de hombres y con los golpes de los hijos de Adán. 15 En cuanto a mi bondad amorosa, no se apartará de él como se la quité a Saúl, a quien quité por motivo de ti. 16 Y tu casa y tu reino ciertamente serán estables hasta tiempo indefinido delante de ti; tu mismísimo trono llegará a ser un trono firmemente establecido hasta tiempo indefinido.” (2 Sam 7:12-16).
Pero aunque esas palabras tuvieron un primer receptor en Salomón, es obvio que proféticamente apuntaban a un futuro lejano y al reinado de Jesucristo, porque tiempo después de Salomón y como hemos dicho anteriormente, el año 587 a. E.C., cesó temporalmente la existencia del reino de Israel como tal. Y aquellas personas a las que se dirigía Jesús, conocían de esta promesa y eso sencillamente es lo que esperaban: que de nuevo fuera restaurada dicha gobernación real y en el mismo lugar en donde estuvo instalada en un pasado. Noten el estado de expectación reinante en Jerusalén, para cuando esperaba la aparición de semejante personaje y que daría inicio (eso suponían) al cumplimiento de la promesa hecha por Jehová:
“Ahora bien, estando el pueblo en expectación y todos razonando en sus corazones acerca de Juan: “¿Acaso será él el Cristo? (O el “ungido” o escogido de Jehová, como rey en perspectiva).”
(Acotación nuestra).
Luego esa nación esperaba que de nuevo, volviera a gobernar sobre Israel y desde su capital Jerusalén, un rey de la línea de David, escogido por Jehová y que actuara en su representación y cuya influencia llegara hasta los mismos extremos de la tierra. Ahora bien, puesto que ya sabemos dónde se ubicará ese Reino, intentemos averiguar cuándo.
Y aunque aquellas personas esperaban la restauración de ese gobierno para su tiempo, los tiempos de nuestro Creador eran otros. Jesús mismo se encargó de transmitir esa idea a sus discípulos:
“Por lo tanto dijo: “Cierto hombre de noble nacimiento viajó a una tierra distante para conseguir para sí poder real y volver.” (Luc. 19:13).
Así empieza lo que conocemos como la parábola de las minas y en donde se muestra que la instauración literal de ese reino, quedaba aún para un tiempo lejano. Mientras tanto y a tenor de lo que sigue en ese pasaje de dicha parábola, se tenía que ir gestando otro episodio: la elección de aquellos que tenían que gobernar con Jesús en dicho reino. (Luc. 19:15-27). Pero claro, el tiempo ha ido pasando y dicho esperado momento, tenía que llegar...... y ya está aquí; y es que solo un análisis del cap. 24 de Mateo (también de Marcos 13 o Lucas 21), en el que a instancias de sus discípulos, Jesús describió una serie de señales acerca del tiempo para la realización de tan esperado evento, es suficiente para mostrarnos que el momento ha llegado. Y cuando este capítulo lo contrastamos con el contenido del libro de Revelación, vemos el cumplimiento de la mayoría de estas señales y prueba evidente de que estamos ya al límite de los tiempos.
Pero quizás algo que nos puede ayudar a entender como de grave está la situación, tiene que ver con las palabras registradas en Rev. 11:18: “…... y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra” ¿y tiene usted alguna duda del potencial humano para arruinar la Tierra en este momento actual? De hecho y solo en armas de destrucción masiva, el ser humano está hoy en disposición de destruir el planeta Tierra centenares de veces. Harina de otro costal, tiene que ver con el medio ambiente y aunque hay informes contradictorios, acerca de la gravedad del mismo y motivados evidentemente por distintos intereses envueltos en el asunto, lo cierto es que los hechos que se producen a diario, muestran que algo pasa. Nosotros no sabemos qué hay de cierto sobre el tan traído cambio climático, pero si vemos islas desapareciendo bajo el nivel del mar y sus poblaciones teniendo que emigrar; brutales inundaciones en todo lugar, a la par que por el contrario y no muy lejos de ellas (quizás solo unos cientos de kms.), brutales sequías por la falta de lluvias. Y unas y otras, con las graves consecuencias en pérdidas humanas, así como en inasumibles costos económicos que hunden a las naciones que las padecen, en la miseria más absoluta...... y si eso no se para, nuestro querido hogar, esta tierra, se dirige hacia su total ruina. Entonces siendo que el tiempo de Jehová para evitar esta ruina ya está aquí, habría que pensar que las personas que hoy estamos vivas, seremos testigos de ello ¡fíjense cuan cerca está! Y ya conociendo el cuándo, veamos qué es lo que ese reino hará para aquellos que consigan acceder a él.
A pesar de lo aterrador del juicio de Dios sobre la humanidad que no le será obediente, el libro de Revelación nos muestra que muchas personas sobrevivirán a ese evento, gracias a la protección directa del propio Creador (lea el Salmo 91), sobre aquellas personas que sí le serán obedientes. Rev. 7:9, nos lo explica de esa manera:
“Después de estas cosas vi y ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos.”
Ya en unos versículos más adelante, del 13 al 17, se nos concreta más acerca de esa gran muchedumbre:
“Y en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, 17 porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.”
Y por si las perspectivas dadas en los versos 16 y 17, no fueran demasiado claras para usted, veamos algunas de las cosas que van a ocurrir durante ese reinado de mil años y de las que usted y sus seres amados, si ese es el caso y esperamos que sí, podrán llegar a experimentar personalmente:
Rev. 21:4-5: “Y limpiará toda lágrima de sus ojos y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. 5 Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. También, dice: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”.
Sí querido amigo o amiga que nos lee, la muerte que tanta amargura nos causa, no existirá; tampoco existirán las brutales circunstancias actuales que tanto dolor y lamento nos provocan actualmente, porque Él va a hacer nuevas todas las cosas. Fíjese bien en las palabras finales del verso 5: nuestro Creador nos garantiza la seguridad del cumplimiento de sus palabras. Y no olvide que Dios no puede mentir:
“…… sobre la base de una esperanza de la vida eterna que Dios, que no puede mentir, prometió antes de tiempos de larga duración.” (Tito 1:2).
La paz entre los seres humanos, será la tónica dominante durante ese período de tiempo:
“Y él ciertamente dictará el fallo entre las naciones y enderezará los asuntos respecto a muchos pueblos. Y tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Isa. 2:4).
Una paz y una seguridad que se extenderá también a las relaciones del reino animal entre ellos y en lo que respecta a su relación con el ser humano:
“Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero y el leopardo mismo se echará con el cabrito y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. 7 Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. 8 Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado. 9 No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar.” (Isaías 11:6-9).
Y ahora pregúntese ¿le gustaría vivir en medio de esas condiciones? Si así es, continúe leyendo porque aún no hemos acabado. Veamos más cosas que Jehová mediante este reinado milenario, tiene pensadas para el ser humano.
Porque claro, uno podría pensar con cierta tristeza y ante tanta bendición, algo parecido a esto: “Eso es maravilloso, pero quizás lo sería más si yo pudiera andar bien y olvidarme de que soy cojo”. O quizás otro, pudiera lamentarse de su sordera y que lo limita severamente; o algún otro, esté pensando que ojalá pudiera dejar esas gafas que le han acompañado siempre y gracias, sin embargo, mediante las que aún puede ver algo, o leer, etc. Y por no hablar del que ya ni eso puede hacer, sencillamente porque es ciego. Pero cobre ánimo, querido amigo ¿o cree usted que un Dios de amor y misericordia como el que tenemos, que llego hasta el más alto sacrificio de dar a su hijo por usted y sus seres amados, iba a contemplar esas situaciones sin hacer nada? Lea por favor lo que sigue:
“En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría. Pues en el desierto habrán brotado aguas, y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros.” (Isaías 35:5-7).
Como puede ver, no solo Jehová va a atender amorosamente esas deficiencias personales, sino que además proporcionara un entorno maravilloso en el que poder gozar del uso de esos sentidos: veremos paisajes hermosísimos; oiremos perfectamente no solo el trino de los pájaros, sino las voces y risas de nuestros seres amados; disfrutaremos de andar sin ninguna limitación por esos entornos embellecidos como el más precioso jardín y podremos oler las suaves fragancias de las bellas flores así como disfrutar del tacto de las caricias a nuestros hijos y personas amadas. Y es que todos nuestros sentidos, volverán a trabajar a la perfección y devolviéndonos con ello, el poder disfrutar del más preciado don que nos ha dado nuestro Dios y Creador: la vida.
Pero..…. aún hay más, querido amigo. Porque el ser humano, también tiene otras necesidades básicas como vivienda, comida, un trabajo que le permita conseguir tales bienes y además mantenerlos, en fin, ya sabe usted ¿no? Pues bien, no debe de preocuparse por ello, porque esas cosas también han sido tomadas en cuenta. Y por si no se cree tanta felicidad, lea, lea:
“Y ciertamente edificarán casas y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal. 23 No se afanarán para nada, ni darán a luz para disturbio; porque son la prole que está compuesta de los benditos de Jehová y sus descendientes con ellos. 24 Y realmente sucederá que, antes que ellos clamen, yo mismo responderé; mientras todavía estén hablando, yo mismo oiré.” (Isa. 65:21-24).
¿Qué le parece? ¿Le tranquiliza esta perspectiva y le da seguridad, en cuanto a dar los cuidados y atención necesarios a sus seres amados? ¿Le confortan las palabras de esa hermosa promesa del versículo 24? Y a quién no ¿verdad?
Pero mire por donde, aún hay más. Porque claro, algunas personas de las que sobrevivirán a ese gran juicio que dará entrada a ese período milenario, pues quizás ya estarán entraditas en años y con las deficiencias y limitaciones propias de una vejez, más o menos avanzada, luego ¿qué habrá de ello? Pues para alegría de esas personas, también hay algo previsto para alivio de ese problema:
“Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).
Exactamente querido lector; aquellas personas que llenas de años accedan a dicho reino milenario, verán invertido el proceso de degradación celular causado por el pecado y siendo el caso, que progresivamente irán rejuveneciendo hasta alcanzar el momento de su máxima potencialidad tanto física y emocional; y ahí se quedarán eternamente, gozando a cabalidad de la vida con sus plenas facultades. Pero en todo ese resumen que hemos hecho y con ser tan hermoso, espectacular e increíble, aún nos falta algo, porque ¿qué hay de aquellos que desaparecieron en la muerte y que en algunos casos, por ser recientes, aún nos duelen? Veamos.
Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra por primera vez, ya dejo probada como posible la restauración de nuestras deficiencias físicas: el curó paralíticos que volvieron a andar; devolvió la vista a los ciegos; el sentido del oído a los sordos; el habla a los mudos; sano enfermedades repugnantes como la lepra, así como un sinfín de otras dolencias tal como usted puede leer en el relato de los cuatro evangelios, o sea, los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Pero Jesús hizo algo más increíble: levantó muertos, o sea, devolvió la vida a personas que habían muerto y que como el caso de Lázaro, incluso cuerpos que ya habían entrado en descomposición:
“Jesús dijo: “Quiten la piedra”. Marta, la hermana del fallecido, le dijo: “Señor, ya debe oler mal, porque hace cuatro días.” (Juan 11:39).
Luego lo que básicamente aprendemos de estos hechos, es que es posible realizarlos y además, que solo fueron un vislumbre de lo que se hará en una escala sin precedentes en ese período milenario. Mire que dijo Jesús al respecto:
“No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.” (Juan 5:28-29)
Y eso es algo que sus discípulos y que también les fue permitido efectuar estos actos poderosos, tenían muy claro:
“A estos doce Jesús los envió, dándoles estas órdenes: “No se vayan por el camino de las naciones, y no entren en ciudad samaritana; 6 sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’. 8 Curen enfermos, levanten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Recibieron gratis; den gratis.” (Mat. 10:5-6).
Ellos ni por un momento dudaron de que estas cosas, apuntaban hacia un tiempo en donde una obra de esta clase y de alcance mundial, tenía que realizarse. Vea que dijo Pablo en cuanto a la resurrección:
“…... y tengo esperanza en cuanto a Dios, esperanza que estos mismos también abrigan, de que va a haber resurrección así de justos como de injustos.” (Hech. 24:15).
Sin embargo querido amigo, con ser esto totalmente inimaginable…… aún hay más, porque el apóstol Pablo, quizás el más perfecto conocedor de la voluntad divina, dijo algo como esto:
“Pero así como está escrito: “Ojo no ha visto, ni oído ha oído, ni se han concebido en el corazón del hombre las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman.” (1 Cor. 2:9).
O sea y que con todo lo que hemos dicho, aún no somos capaces de siquiera llegar a concebir en nuestro corazón, todo aquello que Jehová va a hacer por nosotros. Ahora bien, visto lo visto, se nos presentan dos preguntas: la primera es la siguiente: ¿Lo tiene usted tan claro, no ya como los apóstoles (tampoco le pedimos tanto), sino simplemente como los que en este momento, o sea nosotros, se lo están contando? Y la segunda que se nos ocurre, es esta: ¿Qué estaría dispuesto a hacer, para conseguir esto para usted y sus seres amados? Porque no se le olvide una cosa y que tiene que ver con la voluntad de Jehová: piense el ser humano lo que piense acerca de la posibilidad de que esos planes se cumplan, o sea, se lo crea o no...... Él los va a llevar a cabo:
“…... así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.” (Isa. 55:11).
Y si usted opta prudentemente por averiguar un poco más acerca de esa posibilidad, antes de pronunciarse, probablemente entre los artículos publicados en este blog, habrán aquellos que le pueden dar un poco más de luz acerca de cómo conseguir poder beneficiarse de tantas bendiciones. Y si desea saber un poco más, pues nada, continúenos leyendo y sepa que aquí nos tiene a su disposición, para responder a cualquier duda que tenga...... solo tiene que hacérnoslo saber.
MABEL
sábado, 24 de abril de 2010
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