jueves, 7 de septiembre de 2017
¡Empezamos la cuenta atrás…!
Porque a partir del día 1 de este mes de Septiembre y día en el que se empieza a redactar este escrito (otra cosa ya es para cuándo estará a punto para publicar), inicia la cuenta regresiva que nos tiene que llevar hasta alcanzar esa tan misteriosa fecha del día 23 de Septiembre de 2017 y en el que sin saber exactamente lo que va a ocurrir, lo que sí tenemos claro y siempre según la ciencia que se ocupa del estudio de la astronómica, es que en dicha fecha se producirá en los cielos una configuración astral que cuadra perfectamente con lo profetizado hace casi 2.000 años y que encontramos escrito en Rev. 12:1:
“Y se vio en el cielo una gran señal, una mujer vestida del sol y la luna estaba debajo de sus pies y, sobre su cabeza, había una corona de doce estrellas.”
Y, efectivamente, lo que se podrá observar en el cielo estrellado (ya si está nublado, habrá que fastidiarse) es la imagen que inspira a este escrito: la constelación de Virgo (la “mujer”), con la Luna bajo sus pies y coronada con doce estrellas, eso es, por la constelación de Leo (el León) que suma a sus nueve estrellas más brillantes, la alineación de los planetas Marte, Mercurio y Venus y que en la distancia se ven como unas estrellas más; añade morbo al asunto, el hecho que dicha conjunción estelar y según dicen los astrónomos, jamás se ha producido en la historia del hombre sobre la tierra y que nunca más se volverá a repetir, lo que nos coloca ante un hecho sin precedentes y anunciado, como hemos señalado, con casi 2.000 años de antelación…… ¡y que ya es antelación, oigan! Y ello sin tan siquiera disponer el bueno de Juan, ni por asomo, de los conocimientos actuales que tienen los astrónomos y, muchísimo menos, de los modernos instrumentos tecnológicos con los que trabajan los científicos dedicados a la investigación del Universo.
Pero siendo cierto que alguien podría restar importancia a lo excepcional del hecho, alegando que las constelaciones tal como las vemos en sus posiciones relativas en el plano galáctico, lo están por siglos dado el casi imperceptible movimiento de las estrellas que las componen y debido a su inmensa lejanía con respecto del observador terrestre, no es menos cierto que dicha circunstancia no concurre con los planetas de nuestro sistema solar y de ahí que se pueda configurar semejante conjunción estelar, mediante la “cooperación” necesaria de los planetas señalados. Añade relevancia al tema, el hecho de que están aquellos que nos dicen que dicha señal tiene que ver con el anuncio del llamado “arrebatamiento de la iglesia” y por aquellos otros que, ya más apocalípticos, juran hasta en arameo que dicha señal indica que a partir de ese día iniciará el tan traído y llevado “fin del mundo” y que acabará con la vida sobre la tierra.
Sin embargo, desde este blog estamos en condiciones de afirmar que ninguno de esos supuestos tendrá lugar, pues no son más que meros disparates de los “gurús” que lideran las distintas organizaciones religiosas existentes en la actualidad, para tener dominadas a sus respectivas greys y poder así continuar “viviendo del cuento”. Y es que como ya les explicábamos en nuestro escrito del 06/05/17, lo del tal arrebatamiento de personas que estando vivas serán elevadas al cielo para reinar con Cristo (esto es en esencia el “arrebatamiento”, también llamado “rapto de la Iglesia”), no es más que una “trola” de más o menos 200 años de antigüedad y por lo que, lógicamente, dicha enseñanza no puede de ninguna manera estar contenida en las Escrituras…… no siendo, por tanto, más que el resultado de una nefasta interpretación de las palabras del apóstol Pablo y que se encuentran en 1 Tes. 4:15-17:
“… porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero. 17 Después nosotros los vivientes que sobrevivamos seremos arrebatados, juntamente con ellos, en nubes al encuentro del Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor.”
Repetimos que el significado correcto de dicho pasaje, lo explicábamos en el artículo citado en el párrafo anterior; por otra parte y continuando con el tema, tampoco podríamos estar hablando del “apocalipsis final” y que supuestamente tiene que acabar con la vida en el planeta Tierra, pues de ser ello así no se cumplirían las palabras de nuestro Creador y registradas en Isa. 45:18:
“Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada: “Yo soy Jehová y no hay ningún otro”.”
Confirmación de esas palabras la encontramos en el Sal. 37:29, cuando leemos que los “justos” son los que poseerán la tierra y residirán para siempre sobre ella; entonces si no es ni una cosa, ni la otra, eso es, ni el “arrebatamiento”, ni la destrucción del habitad natural del ser humano, la pregunta es obvia: ¿de qué, entonces, puede ser “señal” esa visión que contemplaremos en el cielo estrellado entre la noche del 23 y la madrugada del 24 de este mes de Septiembre? Dicho de otra manera ¿qué se nos anuncia por medio de la susodicha “señal”? Porque una cosa que debe de quedar clarísima, es que las señales de los cielos tienen que ver con cosas que ocurrirán aquí en la tierra y que, además, se espera que lo señalado ocurra casi de inmediato, pues de lo contrario si fuera postergado en el tiempo, dichas señales no tendrían sentido; entonces repetimos ¿qué va a ocurrir en ese preciso momento en la tierra?
Para entender esto, tenemos que partir de algunos supuestos que se nos dan en las Escrituras y que como la mayoría del “personal” que nos lee ya sabe, la “mujer” de Rev. 12:1 prefigura a la congregación cristiana de los 144.000 que junto a Cristo tienen que reinar sobre la tierra por mil años y en lo que se conoce como “el reino de Dios” y de cuyo establecimiento se nos habla por primera vez en Dan. 2:44:
“Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”
Ahora bien ¿por qué en Rev. 12:1, se nos habla de ese evento como de “una gran señal”? Pues sencillamente porque en este caso tiene que ver con un acontecimiento que dará inicio a los últimos años del mundo como lo conocemos, eso es, con la aparición en la tierra de un pequeño “resto” de Hijos de Dios, al modo de los Pedro, Pablo y compañía, circunstancia de la que ya se nos habla en Rev. 6:9-11 en los siguientes términos:
“Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener. 10 Y clamaban con voz fuerte y decían: “¿Hasta cuándo, Señor Soberano santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran en la tierra?”. 11 Y a cada uno de ellos se dio una larga ropa blanca; y se les dijo que descansaran por un poco de tiempo más, hasta que se completara también el número de sus coesclavos y de sus hermanos que estaban a punto de ser muertos como ellos también lo habían sido.”
Estos personajes por venir e identificados en Rev. 11:3 como los “dos testigos” o pequeño resto “ungido” y que dotados con grandes poderes (Rev. 11:5-6), son los que “completarán” el total (144.000) de aquellos que tienen que reinar con el Hijo de Dios por mil años y que en conjunto, conforman simbólicamente a la “mujer” de Rev. 12:1. Por lo tanto, no es arriesgado deducir que el cumplimiento de la señal del pasaje citado tiene que ver con la aparición sobre la tierra de ese “resto ungido” mencionado y con ello, repetimos, el inicio de los siete últimos años del mundo tal como lo conocemos y que se dividirá en dos períodos: tres años y medio para la predicación mundial previamente anunciada por Jesús en su momento (Mat. 24:14) y que liderarán dichos personajes sobre aquellos que se les vayan sumando (ver nuestro escrito del 20/06/10), mientras que los restantes tres años y medio estarán dedicados a la “gran tribulación” venidera (Rev. 7:14) en la que serán destruidas todas aquellas personas que hayan rechazado el mensaje anunciado y algo de lo que se nos habla en 2 Tes. 1:6-9:
“Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen (porque no han querido) a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús (más bien se rebelan contra ellas). 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (Acotaciones nuestras).
¿Entienden ahora por qué es tan importante esa fecha del 23 de Septiembre y de la que ya ha iniciado la cuenta regresiva que nos llevara hasta ella?
De ser ello así, bien podría representar este nuestro último artículo, pues “el pescado ya estaría todo vendido” (como diría nuestro amigo el castizo) y ya no queda nada más que esperar acontecimientos…… o sea, que todo se reduce a esperar lo que va a ocurrir en la fecha señalada, eso es, en ese crucial 23 de Septiembre de 2.017 y que lo tenemos ya a la vuelta de la esquina.
MABEL
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