martes, 7 de febrero de 2017
¿Qué es…… el “aliento de vida”?
Una de las deficiencias que caracterizan al ser humano, es que tiende a dar por sentadas las cosas de las que disfruta, sin preguntarse la razón de estas y algo que, con toda seguridad, le ayudaría a valorarlas mucho más de lo que normalmente las valora; un ejemplo de lo pretendemos plantear, lo tenemos en unas palabras que se encuentran en Gén. 2:7 y a las que se les suele prestar poca atención, pero de las que dependen todo lo que somos, sentimos y experimentamos en la vida…… pero veamos cuáles son estas:
“Y jehová dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida y el hombre vino a ser alma viviente.”
Y uno podría pensar que lo que ocurrió en ese momento y como más o menos se nos ha venido contando hasta el momento, es que esa figura de barro que Dios había formado del polvo del suelo cobro vida y llegó a ser el hombre que hoy conocemos; y en el bien entendido que cuando hablamos del “hombre” estamos usando el genérico y por lo que se tiene que entender que nos referimos al hombre y la mujer como un todo, que es lo que realmente son…… eso es, un todo que se complementa:
“Y Dios procedió a crear al hombre a su imagen, a la imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó.” (Gén. 1:27).
Es a estas dos formas de vida inteligente (macho y hembra), a las que se dotó del “aliento de vida” (o “espíritu de vida” y que es exactamente lo mismo), pero del que no contaba el resto de la creación animal ni, por supuesto, la vegetal y de la que ya ni hablaremos. Porque una cosa es la vida que tenía la creación animal y otra muy distinta, la vida que tenía el ser humano y en la que diferían, entre otras cosas de mayor enjundia, en lo que tenía que ver la duración de la misma, pues mientras el hombre tenía la posibilidad de vivir eternamente, no así los animales. Y es que mientras éste estaba dotado para una vida sin fin con la eternidad en mira (eso sí, siempre condicionada a la obediencia a su Creador), el resto de creación viviente tenía su existencia limitada en el tiempo y fuera cual fuera su extensión, según la especie: por ejemplo, podríamos estar hablando de los 70 años que puede vivir un elefante, los casi 20 que puede vivir un perro, los 35 de un león, o los 193 de la Tortuga de las Galápagos y así, vayan sumando…… luego queda claro que solo el hombre, estaba dotado para vivir eternamente.
Pero en cuanto a éste, lo que se nos dice es que “aliento de vida” fue soplado en sus narices por parte del Creador y que, por venir del Supremos Hacedor dicho “aliento” o “espíritu de vida”, este tenía que ser eterno pues el hombre fue creado para vivir para siempre…… ya otra cosa es que como consecuencia del pecado cometido por nuestros primeros padres y heredado por sus descendientes (luego ya nacemos con el pecado en nuestros genes), el hombre muere al igual que los animales y como se nos muestra en el siguiente pasaje bíblico:
“Porque hay un suceso resultante respecto a los hijos de la humanidad y un suceso resultante respecto a la bestia y ellos tienen el mismo suceso resultante: como muere el uno, así muere la otra; y todos tienen un solo espíritu, de modo que no hay superioridad del hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad. 20 todos van a un solo lugar. Del polvo han llegado a ser todos y todos vuelven al polvo. 21 ¿Quién hay que conozca el espíritu de los hijos de la humanidad, si asciende hacia arriba y el espíritu de la bestia, si desciende hacia abajo a la tierra?” (Ecles. 3:19-21).
De ahí se podría deducir que el “aliento de vida” del hombre es el mismo que el de cualquier animal, pues eso es lo que leemos en el verso 19 en el sentido de que “todos tienen un solo espíritu”…… pero claro, eso resulta ser ahora así, como consecuencia de la condición imperfecta del ser humano y que en el momento de pecar se rebajó a sí mismo a la condición de un simple animal, aunque ello no era así antes del pecado. Y actual condición como de animal del hombre, que queda probada por la pregunta retórica del pasaje 21 y en la que tal parece que se intenta resaltar esa condición de igualdad entre el uno y la otra. Sin embargo, tenemos un pasaje en las escrituras que nos demuestran la condición de inmortalidad (en realidad, es inmortal todo lo que emana o procede de nuestro Creador) de ese “aliento de vida” insuflado en la primera criatura humana; porque veamos algo con respecto de ese “espíritu de vida” (también llamado así) del ser humano y en clara diferencia con el que tienen los animales, pues haciendo referencia a la muerte del hombre, esto es lo que se nos dice:
“Entonces el polvo vuelve a la tierra justamente como sucedía que era y el espíritu mismo (o “aliento de vida”), vuelve al dios verdadero que lo dio.” (Ecles. 12:7). (Acotación nuestra).
Recordemos que lo que hemos leído en Ecles. 3:21 es que el “espíritu de la bestia” desciende “abajo a la tierra” y lo que significaría que dicho hálito de vida desaparece con la muerte de esta. Luego la pregunta sería ¿por qué entonces y a diferencia de los animales, dicho “aliento de vida” del hombre retorna a nuestro creador que nos lo dio? Pues por una razón muy sencilla, porque veamos: dicho “aliento de vida” es el que conforma nuestra característica personalidad, por tanto la clase de persona somos (bromista, seria, dicharachera, callada, etc.) y que nos tiene que ser devuelta en el momento de la resurrección; de ahí, el que dicho “aliento” vuelva al Creador que nos lo dio a cada uno y que en el momento de la resurrección de aquellos que hayan muerto, les sea devuelto para que vuelvan a ser exactamente la misma persona que fueron en vida. Y si bien es cierto que algunos consideran tal tarea imposible, debido al alto número de personas que a través de tiempos ancestrales han existido sobre la tierra, no es menos cierta la tremenda capacidad de Dios en ese campo y ello dicho por una persona que lo conocía muy bien:
“¿No se venden dos gorriones (tal vez, una de las especias más extendida y vulgar de todo el planeta) por una moneda de poco valor? sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin el conocimiento de su padre. 30 Mas los mismísimos cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. 31 Por lo tanto, no tengan temor: ustedes valen más que muchos gorriones.” (Mat. 10:29-31). (Acotación nuestra).
Siendo ello así, de igual modo tiene Jehová Dios en su recuerdo la personalidad o “aliento de vida” que en cada momento recibió un ser humano y por lo que en la resurrección, le será devuelto a uno tal cual este había sido regresado al Creador en el momento de la muerte del individuo. Pero en todo caso, esto que les acabamos de explicar quizás no nos resuelva el por qué uno puede notar que el “aliento de vida” del que estamos dotados es eterno, aunque nuestro cuerpo físico es finito; y es que por decirlo de una manera que lo entendamos mejor, mientras nuestro “aliento de vida” y que conforma nuestro “yo” interior siempre se mantiene joven, nuestro cuerpo físico envejece hasta el grado de no poder responder a las demandas de la persona que somos por dentro y gradualmente se va apagando (nuestro físico, no nuestro “aliento de vida”), hasta que termina muriendo y volviendo al polvo del que fue tomado.
Porque si usted que nos está leyendo es un fiel seguidor de este blog, recordará que en algunas ocasiones nos hemos posicionado en el sentido de que una persona “vieja” no es más que una persona joven atrapada en un cuerpo viejo que ya no responde a sus demandas, pues nuestro “yo” interior (el “aliento de vida” recibido) siempre es joven. Pero veamos un ejemplo de lo que pretendemos explicarle: el que suscribe, u séase aquí “el menda” (Armando López Golart) y por aquello de coger el ejemplo más cercano, tiene 72 años de edad y por tanto un cuerpo físico bastante deteriorado, no solo por el natural paso del tiempo, sino porque además uno además está “muy trabajado”. Sin embargo, algunos de los lectores de este blog y con los que intercambio alguno correos, afirman que escribo con la viveza de una persona de 35 o 40 años…… ¡porque así es cómo yo realmente me siento, prescindiendo de la huella que el paso del tiempo ha dejado en mi cuerpo físico, el cual y como les acabo de señalar, no está precisamente como para tirar cohetes!
Cierto es, todo hay que decirlo, que no parece ser esta la situación del general de esos “abueletes” con lo que solemos toparnos en los parques sentados tomando el sol y anímicamente abatidos, viendo pasar el tiempo ante ellos y con él, la vida (no podemos olvidar este aspecto de la cuestión), por lo que la pregunta sería la siguiente: ¿por qué en idénticas condiciones físicas, unos pocos reaccionamos de una manera y una gran mayoría, de forma tan distinta? Pues porque falta en esas personas el factor “esperanza” y que proviene del conocimiento de Dios y de su propósito para con nosotros; porque el propósito divino para con el hombre nunca fue el de que este “vuelva al suelo” del que fue tomado (Gén. 3:19) y que es lo que sucede después de la muerte de uno, sino el de que el ser humano viviera eternamente. Y si bien es cierto que la treta de Satanás con nuestros primeros padres pareció oscurecer la esperanza primigenia del hombre de vivir eternamente, no es menos cierto que una vez caído este en el pecado rápidamente nuestro Supremo Hacedor hizo los arreglos necesarios para corregir la situación, tal como se nos explica en Juan 3:16:
“Porque tanto amó dios al mundo que dio a su hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Por lo que si bien es incontable el número de personas que a lo largo de los tiempos se han dormido en la muerte, no es menos cierto que por medio de la resurrección (Hech. 24:15) serán recuperados todas aquellas personas muertas que estén en el recuerdo de Dios:
“No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas (o “de recuerdo” y vertido como “sepulcros” en muchas traducciones) oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.” (Juan 5:28-29). (Acotación nuestra).
Y siendo el caso, como les veníamos diciendo, que a esas personas resucitadas les será devuelto el “aliento de vida” que en el momento de su muerte había regresado al “Dios que lo dio”, volviendo por tanto a ser la mismas personas que en su momento fueron; de hecho, el que dicho “aliento de vida” o el “yo” interior de la persona fallecida regresa “al que lo dio” (Ecles. 12:7) y posteriormente devuelto a la persona resucitada, queda puesto de manifiesto en unas palabras de Jesús y que encontramos en Luc. 20:37-38:
“Pero el que los muertos son levantados, hasta moisés lo expuso, en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Jehová “el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. 38 Él no es dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos ellos viven.”
Esos notables personajes del pasado “viven”, aunque sus cuerpos físicos ya no existan, porque sus “alientos de vida” se hallan en el poder del Altísimo y que en el momento de su resurrección les serán devueltos; lo que avala nuestra teoría en el sentido de que el “aliento de vida” que nos sustenta es eterno y por lo que no envejece con el paso del tiempo, a diferencia de nuestro cuerpo físico que actualmente sí lo hace: de ahí y como hemos venido planteando en este escrito, que personas cargadas de años tengan el dinamismo de una persona joven…… aunque su cuerpo ya no responda a dicho estímulos y lo que ya es “harina de otro costal”. Por lo tanto, querido amigo que nos lee, disfrute de ese “aliento de vida” que le ha sido dado y con la convicción de que si continúa siendo fiel a Dios, no lo perderá nunca, pues como todo lo que procede de nuestro Supremo Hacedor, el tal es eterno.….. y si uno muere, tiene la garantía de que dicho “aliento de vida” será puesto a buen recudo para serle devuelto en el momento de su resurrección:
“Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir; 26 y todo el que vive y ejerce fe en mí no morirá jamás. ¿Crees tú esto?” (Juan 11:25-26).
O dicho de otra manera…… ¿cree usted eso?
MABEL
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