miércoles, 21 de mayo de 2014
¡Si no se acortaran aquellos días……!
Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra y ya cercano su final, fue preguntado por sus apóstoles acerca de cuál sería la señal de su regreso a la misma, ya que este les había dado a entender dicha circunstancia, por ejemplo, en la llamada parábola de la minas (Luc. 19:12-13); después de referirles una amplia serie de eventos que marcarían el tiempo de dicho regreso, dijo estas enigmáticas palabras:
“Sigan orando que su huida no ocurra en tiempo de invierno, ni en día de sábado; 21 porque entonces habrá gran tribulación (o “gran sufrimiento” y que nada tiene que ver, con la “gran tribulación” mencionada en Rev. 7:14) como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. 22 De hecho, a menos que se acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.” (Mat. 24:20-22). (Acotación nuestra).
Con dichas palabras Jesús se estaba refiriendo, específicamente, a un tiempo de dificultad sin precedentes en Jerusalén y en la tierra de Judá, que culminaría con la desolación de dicha santa ciudad, los habitantes de ella masacrados, así como la total destrucción de su famoso Templo y del que solo permanece hoy en pie una pequeña porción de su muralla, conocida como el “Muro de los Lamentos”. Jesús (y para resumir el tema), estaba hablando de una serie de circunstancias adversas que ocurrirían sobre aquella generación (Mat. 24:34) que lo había rechazado como el Mesías o el enviado de Jehová y que alcanzarían una brutalidad tal, que ni sus escogidos (los que habían ejercido fe en él) hubieran sido capaces de superar, a menos que dicho tiempo fuera acortado; ahora bien ¿qué relación tienen estas palabras, con las personas que vivimos en la actualidad? Para averiguarlo, necesitamos colocarnos en el contexto apropiado y para lo cual es imprescindible el tener un conocimiento razonable de determinados sucesos acontecidos durante esa parte de la historia, al tiempo que debemos de sospesar el hecho de que no son pocas las profecías que suelen tener un doble cumplimiento y por lo que las cosas sucedidas en un tiempo pasado, nos tienen que servir de puntos de referencia ya que las tales suelen ser prefiguración de sucesos futuros, tal como se deduce de las palabras del apóstol Pablo:
“Pues bien, estas cosas (de las que les estaba hablando en ese momento) siguieron aconteciéndoles como ejemplos y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado (luego con mucha más razón a la generación actual).” (1 Cor. 10:11). (Acotaciones nuestras).
Porque aquí Pablo y hablando de esa futura destrucción venidera, les estaba señalando a sus contemporáneos acerca de cosas que les acontecieron a los israelitas en el desierto, después de su liberación de Egipto…… luego lo que les estaba diciendo en realidad, es la necesidad de tomar como referente sucesos que ocurrieron con anterioridad (como bien podría ser la destrucción de Jerusalén en 587 a E.C.) para no caer en los mismos errores y sufrir con ello la desaprobación de su Dios. Por lo que dicho esto y ya habiendo establecido el hecho (creemos) de que según las Escrituras, sucesos del pasado nos tienen que servir de advertencia para tiempos futuros y que, en este caso, tienen su cumplimiento precisamente en nuestros días, volvamos a las palabras de Jesús y veamos que podemos sacar en claro de ellas. Para ello, fijémonos atentamente en lo que ocurrió en ese momento de la historia con los contemporáneos de Jesús y sacando con ello una visión de lo que ocurrirá en un futuro; esto es lo que les dijo a los que le escuchaban y, por extensión, a aquellos que escucharían a estos:
“Además, cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. 21 Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas y los que estén en medio de Jerusalén retírense y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; 22 porque estos son días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. 23 ¡Ay de las mujeres que estén encintas y de las que den de mamar en aquellos días! Porque habrá gran necesidad sobre la tierra e ira sobre este pueblo; 24 y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones.” (Luc. 21:20-24).
A finales del año 66 E.C. y como consecuencia de los innumerables y progresivos actos de rebelión contra la potencia dominante romana, protagonizados por parte de los judíos (prácticamente desde la década de los 30), azuzados por clanes religiosos en lucha intestina por el poder y que durante años perturbaron la tranquilidad de la zona de Judea, convirtiéndola en un verdadero infierno en el que nadie sabía si al día siguiente permanecería vivo (víctimas propiciatorias entre ellos, obviamente, fueron los seguidores de Jesús que no solo habían sido objeto de violentas persecuciones por parte de los judíos y en las que en un principio había participado el que después llegó a ser el apóstol Pablo, sino afectados también por el creciente ambiente de inseguridad que acechaba a todos los demás), Roma decidió cortar por lo sano y mandó a Cestio Galo al frente de varias legiones para poner orden en aquel “guirigay” y suceso que se escenificó a mediados de Octubre del citado año, al sitiar las fuerzas romanas la ciudad santa. Sin embargo, después de un corto asedio y ante la fuerte resistencia encontrada, Cestio Galo desistió de su intentona y decidió inesperadamente iniciar la retirada, cuando en realidad los ánimos dentro de la ciudad estaban tan divididos y era tal la situación de desconcierto existente que (según el cronista de época, Claudio Josefo), no hubiera sido nada difícil el éxito de la misión; parece ser que las razones de esa extraña decisión, se debieron a las dificultades inesperadas de la operación, a la falta de máquinas de asedio adecuadas y suficientes para derribar la fortaleza que tenían delante, así como la proximidad del invierno y con ello el peligro de que sus líneas de aprovisionamiento, les fueran cortadas por las condiciones meteorológicas adversas de esa zona durante la época invernal.
Sea como fuere, el caso es que dicha nueva situación permitió a los seguidores de Jesús que recordaron sus palabras y vieron cumplida la señal dada, eso es, contemplaron a Jerusalén “cercada de ejércitos acampados”, tomar acción y rápidamente huir de la zona de Judea a las zonas montañosas más allá del rio Jordán, básicamente a la población de Pela (una ciudad franca de las que conformaban la llamada “Decápolis”); posteriormente y durante la celebración de la Pascua judía del año 70 E.C., los ejércitos romanos volvieron bajo el mando del general Tito y tras un cerco de cinco meses, Jerusalén fue arrasada y su templo totalmente derruido hasta el día de hoy, sus habitantes en su mayoría muertos (según el cronista Claudio Josefo, cerca del millón) y el resto, unos 90.000, llevados como esclavos a Roma y que no corrieron mejor suerte…… y siendo cierto que algunos autores discuten dichas cifras por excesivas, no es menos cierto que la destrucción fue total y que es en definitiva lo sustancial del asunto.
Luego de lo que estaríamos hablando es de dos distintos períodos de tribulación: uno el experimentado durante un tiempo conflictivo, tanto por cristianos como por aquellos que no lo eran pues no habían creído en Jesús y otro, el sufrido solo por aquellos que no ejercieron fe en las palabras de advertencia de este y que fueron totalmente destruidos; recordemos y a modo de ilustración de lo que pretendemos decir, que durante los tiempos de Noé, este y su familia no fueron inmunes a las dramáticas condiciones de su entorno y que llevaron a Jehová a tomar acción, hasta que terminada la construcción de dicho artilugio naval ingresaron a su interior y quedando ya así, totalmente separados de la influencia de dicha violenta situación…… eso es, que si bien es cierto que vivieron un tiempo de tribulación provocado por las situación causada por el ser humano a su alrededor, no les alcanzó la gran tribulación en forma de diluvio provocada por la directa intervención de Jehová, en contra de aquella execrable humanidad desobediente, pues fueron apartados de esta. Teniendo esto en mente, veamos ahora un aspecto de la advertencia dada por Jesús y que se nos señala en el relato paralelo de Mat. 24:15-18:
“Por lo tanto, cuando alcancen a ver la cosa repugnante que causa desolación, como se habló de ella por medio de Daniel el profeta, de pie en un lugar santo -use discernimiento el lector-, 16 entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas. 17 El que esté sobre la azotea no baje para sacar los efectos de su casa; 18 y el que esté en el campo no vuelva a la casa a recoger su prenda de vestir exterior.”
Entonces de lo que se nos está hablando aquí, es de un gran sentido de urgencia en salir “por piernas”, no solo de la misma Jerusalén, sino de todo el territorio de Judá y por lo que no se tenían que hacer grandes preparativos, huyendo prácticamente “con lo puesto”…… sin embargo, es obvio que Jesús sabía que habría un tiempo de más de dos años antes no volvieran los romanos a la carga sobre la tierra de los judíos (en el 68) y que culminó con el cerco de Jerusalén y su posterior destrucción, así como del templo en el año 70 y después de unos cinco meses de asedio en donde lo sufrido por los habitantes de esta es inenarrable, al grado que llevadas por el hambre, algunas madres llegaron a comerse a sus propios hijos; luego la pregunta es ¿por qué tanta urgencia, en las palabras de Jesús, si después de la retirada de Cestio Galo aún había tiempo de sobra para maniobrar? Pues porque Jesús también conocía la tendencia de la condición humana, eso es, el acomodarse a las cosas que ya le van bien y como se demostró posteriormente en algunos de sus seguidores, porque veamos: cuando Cestio Galo en el año 66 se retiró después de un cerco de unos pocos días, los judíos salieron en su persecución y les tendieron una emboscada en la que consiguieron eliminar gran parte del ejército que les había asediado, que en una caótica desbandada dejó atrás gran cantidad de material bélico y otros pertrechos de gran valor para los atacantes judíos; estos regresaron eufóricos a Jerusalén con tan gran botín y completamente convencidos de que una vez más Jehová les había ayudado en su lucha contra el ejército invasor…… excusamos decir, que fue en este corto intervalo de tiempo que los fieles seguidores de Jesucristo aprovecharon para huir tanto de Judea como de la misma Jerusalén.
Y es que muchos de los que no lo hicieron en ese oportuno momento, acabaron por ser presa del general ambiente de euforia reinante en Jerusalén y en toda la tierra de Judá, siendo llevados al engaño por parte de los gobernantes del pueblo judío en el sentido de que, liberados ya del yugo del imperio romano, una época de paz y prosperidad se habría ante ellos…… luego ¿por qué huir y dejar atrás sus valiosas posesiones materiales, si en definitiva no se habían cumplido las palabras de Jesús? De hecho, esas personas que siendo seguidoras de este, no tomaron acción rápida como otras sí lo hicieron, es porque ya de entrada no tenían nada clara la advertencia de este y lo que las hizo tomarse la situación con un poco de calma, para ver en qué acababa la cosa; por lo que partiendo de ahí, nada más lógico el que posteriormente se dejaran entrampar por el general ambiente de jubilosa exaltación y que con el paso del tiempo se fue acentuando, hasta alcanzar la total convicción en esas personas de que nada sucedería…… y personas que tienen su correspondencia con las que hoy nos encontramos y que cuando les hablas del propósito de Dios, te salen con aquello de qué aún queda tiempo para actuar. Y es que al igual que en el caso de esas personas del I siglo, pasan por alto unas palabras que añadió Jesús a su profecía y que fueron las siguientes:
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán (eso es, que sin falta se cumplen).” (Luc. 21:33). (Acotación nuestra).
Ahora bien ¿qué relación tiene lo dicho con nosotros actualmente y ya siguiendo con las distintas correspondencias? Para averiguarlo, establezcamos un paralelo con esos tiempos mencionados de la Judá del I siglo, incluso con los del día de Noé: estamos y al igual que ellos, en una situación de verdadera angustia o tribulación sin precedentes en la historia de las humanidad, pues para darle más “emoción” al asunto, por primera vez esta tiene los medios suficientes para auto-destruirse. Y por no hablar de la brutal ola de delincuencia, guerras, grandes desastres naturales, corrupción masiva de nuestros gobernantes en su continuo apoyo a los grandes poderes económicos, que sumen a la mayor parte de la población humana en el hambre más atroz y en la miseria más absoluta, en donde los pobres cada vez son más pobres y cuyas filas van en constante aumento cada día que pasa, mientras lo ricos cada vez son más ricos; súmenle a ello el desequilibrio medio ambiental en el que se halla sumido el planeta y que provoca la desaparición de grandes masas de hielo que incide en el aumento de los mares (con lo que esto puede llegar a significar de desplazamiento de masa humana y subsiguientes consecuencias), la brutal escasez de agua potable y, a partir de ahí, todos los etc. que cada uno le quiera añadir a lo dicho…… y esta es en nuestros días, la “tribulación” que si no fuera “acortada” no se salvaría ninguna carne y en clara referencia a aquellos que confiamos en las promesas divinas. De hecho, lo que se nos dice en el evangelio de Lucas en cuanto a esta tribulación por la que estamos pasando y consecuencia directa de la penosa gestión del ser humano, es lo siguiente:
“También, habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas y, sobre la tierra, angustia de naciones por no conocer la salida a causa del bramido del mar y de su agitación, 26 mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán sacudidos.” (Luc. 21:25-26).
En medio de todo este “desaguisado”, aparecerá un gobernante mundial que en apariencia traerá gran alivio a tan dramática situación y circunstancia que se mantendrá durante un cierto período de tiempo (Rev. 7:1-3); personaje el mencionado y al que se denomina “el anticristo” (o el que “ocupa el lugar de Cristo”) y lo que dará a sus logros cierto parecido a lo que se espera del reino de Dios, básicamente entre aquellos que no sean muy conocedores de la profecía divina, eso es, los que pasan por alto el mensaje de las Escrituras. Pero al unísono con la llegada de semejante personaje, aparecerá también sobre la tierra un pequeño “resto ungido” y prefigurado por los “dos testigos”, eso es, personajes enviados por Dios y dotados de grandes poderes (Rev. 11:3-6), que pondrán en marcha la predicación anunciada en Mat. 24:14 y que se llevará a cabo en ese tiempo de bonanza mencionado, en la que será anunciada la instauración del reino de Dios…… y período de 1.260 días (o tres años y medio) en donde está el quid de la cuestión de lo que estamos hablando. Y es que dicho período de tiempo, si nos fijamos un poco, parece ser el equivalente al tiempo de bonanza que experimentó Jerusalén antes de que los romanos volvieran a poner cerco a la misma, eso es, el tiempo en que el mundo creerá haber encontrado el camino correcto para la tan cacareada “paz y seguridad” de 1 Tes. 5:3:
“Cuando los hombres estén diciendo: “¡Paz y seguridad!”, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera.”
Notemos que inmediatamente después de dicha exclamación, sobreviene destrucción instantánea sobre ese mundo inicuo y apartado de Dios, que no escapará de ninguna manera a Su castigo y en lo que, ahora sí, será la “gran tribulación” de la que se nos habla en Rev. 7:14 y que abarcará los siguientes tres años y medio; tribulación de la que escaparán aquellos que hayan aceptado el mensaje proclamado, en el sentido de que ese tiempo de aparente bonanza no es el que Jehová nos promete, sino un engaño al que intenta someternos Satanás. Porque el propósito de Jehová Dios es arreglar radicalmente las cosas por medio de lo que conocemos como “el reino de Dios” y dirigido, no por el personaje “anticristo”, sino por Su propio Hijo Jesucristo; luego ese tiempo y a la semejanza del periodo del Octubre del año 66, hasta la celebración de la pascua del año 70 y en dónde comenzó el cerco que acabaría unos cinco meses después, con la destrucción de Jerusalén y de su Templo, es el que entendemos se corresponde al transcurrido entre la puesta en marcha de dicha predicación y su final a los 1.260 días o tres años y medio de iniciada esta…… prefigurando a aquellos que huyeron de Jerusalén según la advertencia de Jesús, estarían aquellos que apoyarán al “resto ungido” en su comisión (Mat. 25:34-40) y que, simbólicamente, habrán “huido” del mundo compuesto de aquellos que se opone a la mismas y “mundo” que prefigura a su vez, a aquellos que se quedaron en Jerusalén, víctimas del engaño de que todo había pasado y que una era de paz se abría ante ellos. Porque lo que ocurre al final de dicha predicación y con respecto de ese “resto ungido”, es lo siguiente:
“Y cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará. 8 Y sus cadáveres estarán en el camino ancho de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también el Señor de ellos fue fijado en el madero. 9 Y los de los pueblos y tribus y lenguas y naciones mirarán sus cadáveres por tres días y medio y no permiten que sus cadáveres sean puestos en una tumba. 10 Y los que moran en la tierra se regocijan sobre ellos y gozan; y se enviarán regalos los unos a los otros, porque estos dos profetas atormentaron (por el contenido de su mensaje) a los que moran en la tierra.” (Rev. 11:7-10). (Acotación nuestra).
Es en ese momento, con la muerte de esos profetas que “atormentaron” a los que moran en la tierra, cuando a nuestro entender se profiere por parte de esos o de sus gobernantes, dicha exclamación de “paz y seguridad”…… sin embargo, esto es lo que ocurre a continuación del asesinato de esos personajes:
“Y después de los tres días y medio, espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie; y gran temor cayó sobre los que los contemplaban. 12 Y oyeron una voz fuerte procedente del cielo decirles: “Suban acá”. Y subieron al cielo en la nube y sus enemigos los contemplaron. 13 Y en aquella hora ocurrió un gran terremoto y la décima parte de la ciudad cayó; y siete mil personas fueron muertas por el terremoto, y los demás se atemorizaron y dieron gloria al Dios del cielo.” (Rev. 11:11-13).
Y siendo en ese mismo instante que empieza la llamada “gran tribulación” de Rev. 7:14 o lo que se conoce como el “día de la ira de Dios” (Sof. 1:14-18) y dirigido contra ese “mundo” de gente impía o humanidad desobediente que será totalmente aniquilada y que tiene su correspondencia en los sucesos ocurridos en el año 70 en Jerusalén y que acabó prácticamente con el sistema de cosas judío. Luego todo considerado, lo que acabamos de hacer y de una manera más bien esquemática, no ha sido más que una contraposición de sucesos ocurridos y sus equivalentes que supuestamente tienen de ocurrir en nuestros días…… ya a partir de ahí, cada uno debería analizar personalmente la cuestión y sacar sus propias conclusiones, pues probablemente es mucho lo que se podría añadir a lo dicho en un intento de redondearlo un poco más.
En todo caso, lo que hemos hecho no ha sido más que el bosquejar lo que a nuestro entender sería una serie de acontecimientos por venir, partiendo de dónde nos encontramos actualmente situados en la corriente del tiempo y desde la perspectiva de los acontecimientos ocurridos en el I siglo, con la intención de fortalecer la esperanza de aquellos que confían en Jehová para el arreglo de los innumerables e insalvables obstáculos que tiene el ser humano antes sí; y es que nosotros, como otros muchos, tenemos muy presente estas palabras de Jesús:
“Pero al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca.” (Luc. 21:28).
Porque resulta que esta cosas…… ya han comenzado a suceder.
MABEL
Etiquetas:
días acortados,
ejemplos,
Jerusalén,
Judea,
Luc. 21:20-24,
Luc. 21:25-26,
Luc. 21:28,
profecía,
Rev. 11:3-10
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario