lunes, 10 de abril de 2017
Los “nuevos rollos”, el “rollo del Cordero” y el “rollo de la vida”.
Digamos de entrada que cuando hablamos de “rollos”, estamos sencillamente hablando de información escrita y que en tiempos bíblicos se presentaba en pergaminos enrollados (bien fueran hechos con tiras de piel curtida o de hojas de papiro), pues en esa época no se conocía el soporte escrito que actualmente conocemos como “libro” y por lo que tendríamos que estar actualmente hablando de “nuevos libros”, el “libro del cordero” y el “libro de la vida”. Tres expresiones que hacen referencia a distintas informaciones que nos atañen directamente de una forma u otra (por eso Jehová las incluyó en la Biblia) y por lo que es necesario que tengamos una correcta comprensión acerca de lo que estamos hablando; por ello, empezaremos por explicar lo que nosotros entendemos por “nuevos rollos” y expresión que encontramos en Rev. 20:12-13:
“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. De delante de él huyeron la tierra y el cielo y no se halló lugar para ellos. 12 Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados individualmente según sus hechos.”
Es obvio, entonces, que esos “rollos” que se abrieron contenían información a partir de la cual determinadas personas tenían que ser juzgadas y ahí es donde aparece el problema, porque ¿a qué muertos se está haciendo referencia y en función de cuáles hechos? Y es que no son pocos los autores bíblicos que sitúan ese evento al término del período milenario y en lo que llaman la “segunda resurrección”, donde las personas resucitadas serán juzgadas por sus hechos anteriores, eso es, por la cosas que hicieron en vida y planteamiento que denota por parte del autor del que se trate, un total desconocimiento del texto sagrado; porque lo que leemos en las Escrituras acerca del tema es lo siguiente:
“Porque el que ha muerto ha sido absuelto (redimido, liberado o justificado, según versiones) de su pecado.” (Rom. 6:7). (Acotación nuestra).
Por lo tanto, si resulta que con su muerte uno ya paga por sus pecados (Rom. 6:23), ¿por qué tendría que ser juzgado en su resurrección, por los pecados que ya compensó con su muerte? Está claro que plantear dicha cuestión no es más que un sinsentido y que solo se les puede ocurrir, como ya hemos señalado, a personas desconocedoras del texto escritural; por otra parte, tenemos un dato que avala nuestra posición y que es el siguiente: si la información que esos “rollos” contuvieran fuera relativa a acciones pasadas de las personas resucitadas y por las que ser juzgadas, podrían ser calificados de todo menos de “nuevos rollos” (en su defecto, nueva información), pues su contenido sería acerca de acciones perfectamente conocidas y por lo que un término más correcto podría ser, por ejemplo, el de “rollos de recuerdo”…… eso es, información archivada acerca de los “andares” del resucitado en su vida anterior y por los que ser juzgado, cuando resulta que lo que se desprende del pasaje de Romanos citado es que nuestro Creador no tiene en cuenta los hechos anteriores a la muerte de uno pues, cuando este muere, con su muerte redime sus pecados.
Entonces y si así son las cosas y así son, queda claro de los “rollos” mencionados solo pueden ser nueva información a la tendrán que ajustar su conducta, tanto aquellos que pasen con vida al reino de Dios, como aquellos que resuciten dentro del mismo; y es que como ya hemos señalado en ocasiones anteriores, tenemos que tener en cuenta que los “rollos” de los que actualmente disponemos y que conocemos en su conjunto como La Biblia, solo nos son útiles para llevarle a uno hasta las puertas del mencionado reino de Dios, ya que esta no nos da información acerca de qué se les demandará a aquellos que entren en el mismo, para poder alcanzar la vida eterna. Recordemos y por aquello de reforzar nuestro planteamiento, que para poder alcanzar la posibilidad de vivir eternamente habrá que superar la prueba final de la suelta de Satanás y para lo que habrá que estar muy bien “alimentado” espiritualmente para vencer en dicha empresa:
“Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión 8 y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de estos (de los extraviados) es como la arena del mar. 9 Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo y los devoró.” (Rev. 20:7-9). (Acotación nuestra).
De ahí, la vital importancia de esos “nuevos rollos” o nueva información (no olvidemos este matiz) que será puesta a disposición de aquellos que entren al reino de Dios como súbditos del mismo y de cuyo aprovechamiento, dependerá el que uno pase o no la mencionada prueba y con ello adquirir en propiedad el derecho a vivir eternamente.
Establecida esta premisa, pasemos ahora a hablar de un nuevo “rollo” que recibe el nombre de “el rollo de la vida del Cordero” (Rev. 13:8) y al que deberíamos considerar como un rollo aparte, pues parece ser que solo concierne a los que acompañan al Cordero (Jesucristo) en su reinado, eso es, a aquellos con quienes él comparte su gobierno del Reino y lo que incluye a un pequeño resto de esas personas aún por aparecer (Rev. 11:3), pero en todo caso en un futuro inmediato. De hecho, se nos dice de esos personajes que tienen sus nombres escritos en el “rollo del Cordero” y por lo que entran en la Santa Ciudad, la Nueva Jerusalén y llegan a formar parte de la gobernación divina que regirá sobre la tierra en un futuro ya muy cercano (Rev. 21:2, 22-27), por lo que sus nombres se hallan escritos tanto en “el rollo del Cordero”, como en “el rollo de la vida” de Dios (Fil. 4:3; Rev. 3:5); luego dado que dicho “rollo” no nos aplica al común de los mortales, dejémosle aparte y metámonos de lleno en averiguar lo concerniente a un tercer rollo del que se nos habla en las Escrituras, pues este sí que nos aplica ¡y de qué manera! Pero veamos cómo se nos presente este en las Escrituras:
“Y vi a los muertos, los grandes y los pequeños, de pie delante del trono y se abrieron rollos. Pero se abrió otro rollo; es el rollo de la vida. Y los muertos fueron juzgados de acuerdo con las cosas escritas en los rollos según sus hechos. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos y fueron juzgados individualmente según sus hechos. 14 Y la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esto significa la muerte segunda: el lago de fuego. 15 Además, cualquiera a quien no se halló escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego (figura que significa la destrucción eterna).” (Rev. 20:12-15). (Acotación nuestra).
A lo largo de las Escrituras se hacen varias referencias al “rollo de la vida” o “libro de Dios” (Rev. 17:8) y en el que deben hallarse los nombres de todos aquellos que debido a su fe, pueden esperar que se les conceda el premio de la vida en el venidero reino de Dios; porque dicho libro o “rollo”, contiene los nombres de todos los siervos de Jehová “desde la fundación del mundo” en adelante, eso es, el mundo de la humanidad redimible y por lo que sería razonable pensar que el primer nombre en escribirse en dicho libro fue el de Abel (Mat. 23:35; Luc. 11:50-51). Ahora bien y por aquello de ir a lo que nos interesa: ¿qué significa realmente, el que el nombre de una persona se escriba en el “libro” o “rollo de la vida” de Dios?
De entrada, tendríamos que señalar que el que el nombre de una persona se escriba en “el libro de la vida” no significa que esa persona quede ya predestinada para la vida eterna, pues para que su nombre permanezca escrito en dicho registro y alcance dicho galardón, la persona tiene que ser obediente a las normas divinas durante su vida; de ahí que Moisés y rogando a Jehová en favor de Israel, dijera lo siguiente:
“Pero ahora si perdonas su pecado... y si no, bórrame, por favor, de tu libro que has escrito” (estaríamos hablando del “rollo de la vida” de Rev. 20:12). Jehová respondió: “Al que haya pecado contra mí, lo borraré de mi libro”.” (Éxodo 32:32-33). (Acotación nuestra).
Luego lo que se deduce de estas palabras, es que la lista podría experimentar ciertos cambios debido a la desobediencia de algunos, por lo que sus nombres podrían ser “borrados” o “tachados” del “libro de la vida” de Dios (Rev. 3:5). Por otra parte, tenemos que en la escena de juicio que aparece en Rev. 20:11-15, se ve claramente que es durante el reinado milenario de Cristo cuando se abre de nuevo “el rollo de la vida” para que se apunten nuevos nombres en él (el de aquellos delincuentes resucitados que en ese tiempo acepten las normas divinas) y también, como ya hemos señalado, se abren otros “rollos” que contienen instrucciones. Aquellos que vuelven a la vida gracias a la “resurrección de los injustos” (Hech. 24:15), tendrán entonces la oportunidad de conseguir que sus nombres sean inscritos en “el libro de la vida”, siempre y cuando, cumplan obedientemente con las instrucciones que se hallan escritas en los “nuevos rollos” abiertos…… como cabría esperar, los siervos fieles de Dios de todos los tiempos que vuelvan en la “resurrección de los justos” (desde Abel hasta el último de los profetas, pasando por los Abraham, David, Jacob, etc. etc.), ya tendrán sus nombres escritos en “el rollo de la vida” y su obediencia leal a las nuevas instrucciones divinas, hará posible que sus nombres permanezcan escritos en él.
Ahora bien y yendo a lo que en definitiva nos interesa ¿cómo puede lograr una persona que su nombre sea inscrito permanentemente en “el libro de la vida”? Obviamente, aquellos que acceden a reinar con Cristo consiguen la inscripción permanente de sus nombres “venciendo” al mundo mediante su fe y demostrando fidelidad “hasta la misma muerte” (Rev. 2:10; 3:5) y por lo que les será concedida la inmortalidad en el mismo momento de su resurrección (Rev. 20:6); en cambio, aquellos que tienen que vivir sobre la Tierra mediante entrar al reino de Dios en calidad de súbditos del mismo, deberán de demostrar su lealtad inquebrantable a Jehová durante la decisiva prueba final y que tendrá lugar, como sabemos, al final del reinado milenario de Cristo (Rev. 20:7-8). Una vez alcanzado dicho propósito, habrán logrado que Dios retenga sus nombres en “el libro de la vida” y lo que significará que Jehová habrá reconocido que son “justos” en todos sentidos y merecedores, por tanto, del derecho a la vida eterna sobre la Tierra (Rom. 8:33). No pasemos por alto, sin embargo, el “pequeño” detalle de que en cualquier momento de la eternidad el nombre de uno podría ser borrado de dicho “libro de la vida” pues el derecho a la vida eterna, que no inmortalidad y que es una cosa muy distinta (ver nuestro escrito del 16/06/14), estará eternamente condicionado a la obediencia a nuestro Creador; recordemos que en el reino de Dios estaremos en las mismas condiciones que nuestros primeros padres Adán y Eva, que fueron creados para vivir eternamente y a los que se les advirtió de lo siguiente:
“Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás”.”
De hecho, esta es la misma situación a la que están sujetos los propios ángeles, eso es, a una perspectiva de vida condicionada siempre a la obediencia a su Creador; situación ésta que no es una desventaja para nosotros, sino más bien todo lo contrario: una gran ventaja. Porque ello significa que la posibilidad de vivir eternamente, Jehová Dios la ha puesto en nuestras propias manos…… dicho de otra manera, que es uno mismo el que puede hacer que su nombre permanezca escrito en el “rollo de la vida”, mediante el mantener una posición acepta ante su Creador y del que se nos dice lo siguiente:
“Él te ha dicho, oh hombre terrestre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti, sino el ejercer justicia, amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?” (Miq. 6:8).
Por lo tanto, vemos que no es una gran exigencia lo demandado por nuestro Creador, sino algo que está al alcance de lo que uno puede hacer, aunque eso sí, con más o menos dificultad en este caótico mundo y del que vivimos ya sus últimos estertores.
Y esto es en todo caso, queridos amigos que nos leen, más o menos lo que nosotros entendemos acerca de los “nuevos rollos”, el “rollo de la vida del cordero” y del “rollo de la vida” de Dios; ya a partir de ahí, que cada uno vea cómo le aplica lo expuesto y que actúe en consecuencia…… y es que ya saben: nosotros ¡también nos podemos equivocar!
MABEL
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