Hará
poco más de medio año, para ser un poco más concretos el 7 de Septiembre de
2017, se publicaba en este blog nuestro último artículo titulado “Empezamos la cuenta atrás…” y ello, en
clara referencia a los acontecimientos que derivarán en los últimos siete años
del mundo tal como lo conocemos actualmente. Pero antes de continuar,
permítannos el excusar tan prolongada ausencia de artículos en esta página y
que tiene que ver con algo tan sencillo como entendible: a nuestra edad ya no
estamos para muchos “trotes”, pues no solo nos cuesta centrar las ideas, sino
el retenerlas y lo que es más importante, el poder desarrollarlas con un mínimo
de coherencia en el momento de trasladarlas a la página escrita; pequeño “defectillo”
que seguramente podrán comprobar si siguen leyendo y razón por la que este
artículo será muy corto. Pero es que además, lo único que pretendemos (ya solo
a eso llegamos y no con poco esfuerzo) es el transmitirles una simple idea y
que, cada cual, la desarrolle según su buen criterio o, como diría nuestro buen
amigo el castizo, “a quién Dios se la dé, San Pedro se la bendiga”.
Pero
continuando con el tema que nos ocupa, esto es, la presunta cercanía
a la que hacemos referencia en el titular de este escrito sobre la que presuntamente
será la última semana de años que cerrarán el capítulo del mundo tal como lo
conocemos y, entrando con ello, a lo que identificamos como el Reino de mil
años Dios (o “milenio”), es de obligado cumplimiento el detenernos en un fecha
que desde hace cierto tiempo está dando mucho que hablar en los mentideros
religiosos: el 14 de Mayo de 2018 y fecha que ya tenemos a la vuelta de la esquina; ahora
bien: ¿por qué se convierte dicha fecha en un referente de la
actualidad religiosa? Sencillamente, porque en la tal se cumplen los 70
años del restablecimiento de Israel como nación reconocida en el ámbito
mundial y lo que nos lleva, inevitablemente, a considerar un pasaje bíblico del
todo relevante en este asunto:
“En sí mismos los días de nuestros años son setenta años; y si debido a poderío especial
son ochenta años, sin embargo su insistencia está en penoso afán y cosas
perjudiciales. Porque tienen que pasar rápidamente y volamos.” (Sal.
90:10).
Partiendo
de ahí, es fácil deducir que la vida de aquello a lo que denominamos como “una generación”
quedaría limitada, más o menos, a unos 70 años. Es cierto, en todo caso, que
actualmente la esperanza de vida en los países más desarrollados gira entorno a
los 80 años, merced a los avances científicos en el ámbito de la medicina y a
las sustanciales mejoras en la alimentación del “personal”, circunstancias estas
que ya parecen dejarse traslucir en el mismo pasaje que acabamos de leer al concedérsele
10 años más a la duración de una “generación”; en cualquier caso, lo que queda
constatado bíblicamente es que el cómputo general de la vida de un ser humano
queda tasada en esos 70 años y es desde ahí, obviamente, de donde tenemos que partir
para hacer nuestras cuentas y asunto focal de la cuestión que nos ocupa. Porque
notemos las siguientes palabras de Jesús pronunciadas en un contexto de
denuncia a la rebelde nación de Israel, personificada en ese momento en su
capital Jerusalén:
“En verdad les digo, que de ningún modo
pasará esta generación hasta que
sucedan todas estas cosas.”
(Mat. 24:34).
Eso
es, todas las cosas que tenían que ocurrirle como castigo por su rebeldía al
pueblo judío y que culminaría la tal, con el mismísimo asesinato del Hijo de
Dios colgado de un madero como un vulgar criminal por la decisión de Poncio
Pilatos, pero instigada tal decisión por los propios miembros del Sanedrín
judío...... incluido, por supuesto, el momento de su glorioso retorno a la tierra. Sin embargo, el punto álgido de la cuestión gira en torno al hecho de
que cuando Jesús fue crucificado tenía 33 años y que fue 37 años más tarde (en
70 E.C.) y en cumplimiento de su propia profecía, cuando Jerusalén fue efectivamente
desolada por las legiones romanas bajo el mando del general romano Tito y por
lo que, obviamente, estaríamos hablando en ese caso de una “generación” de 70
años y lo que avala la idea de que una generación, siempre desde el
punto de vista bíblico y que es el patrón al que debemos ceñirnos, se reduce a
esos 70 años citados.
Todo
considerado, volvamos de nuevo a la fecha señalada del 14 de Mayo del año en
curso en donde Israel cumple, insistimos en la idea, 70 años desde su renacimiento
de nuevo como nación y, por supuesto, de lo que podemos esperar a partir de ese
momento; quede claro que con ello no pretendemos elucubrar sobre
acontecimientos futuros, sino más bien el desarrollar un argumentario razonable
en el que nos podamos apoyar (más o menos) para conocer por dónde “nos soplará
el viento” a partir de la fecha mencionada. Porque la hipótesis más razonable
(día arriba, día abajo) es la de que en ese momento empezar a correr la “semana
setenta” de Daniel y última del mundo tal como lo conocemos:
“Hay setenta semanas que han sido
determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la
transgresión, para acabar con el pecado, para hacer expiación por el error,
para introducir la justicia para tiempos indefinidos, para imprimir un sello
sobre visión y profeta y, para ungir el Santo de los Santos. 25 Y debes
saber y tener la perspicacia que desde la salida de la palabra de restaurar y
reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también
sesenta y dos semanas (notemos
que 7 más 62 suman 69 y por lo que nos falta una para el cómputo de 70). Ella volverá y será realmente reedificada,
con plaza pública y foso, pero en los aprietos de los tiempos. Y después de las
sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí.
Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones. 27 Y él (el “caudillo” señalado y no el Mesías) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva.” (Dan. 9:26-27). (Acotaciones nuestras).
El
hecho de que se nos fraccione el tiempo, eso es, 7 semanas, seguida por 62
semanas y finalmente 1 semana, significa que no se nos habla de períodos de
tiempo correlativos, sino espaciados en la corriente del mismo. Notemos también
en este relato, que el que tenía que causar la ruina de Jerusalén era el pueblo
de un caudillo “que viene”, eso es, que el citado personaje aún está por
aparecer y cuya presencia se prevé para un futuro más bien inmediato a tenor de
los acontecimientos que estamos viviendo y al que identificamos como “el
anticristo”; en todo caso, resultará ser el detonante que propiciará el inicio
de la semana mencionada en la profecía de Daniel y de ahí, la necesidad de
estar alerta para saber dónde nos encontramos situados en la corriente de los
tiempos.
Entonces
se nos plantea la siguiente cuestión: ¿empieza la semana de años referida por
el profeta, el próximo 14 de Mayo del año en curso? Para poder dar respuesta a tal
pregunta, tendríamos que plantearnos una simple ecuación: si como hemos mencionado,
una “generación” está delimitado por esos 70 años preceptivos y le sumamos esos
siete años proféticos, subdivididos entre los tres y medio para la gran
predicación anunciada por Jesús (Mat. 24:14) y tres y medio para la “gran
tribulación” que le acaecerá a aquellos que no hayan hecho caso de la
advertencia recibida, nos encontraríamos con una generación de 77 años, pero aún
dentro de lo señalado en el Sal. 90:10, que recordemos, nos habla de una
generación que en parte bien podría rondar los 80 años.
Partiendo
de lo considerado y si no estamos equivocados en nuestra percepción de las
cosas, nos estaríamos acercando a una fecha clave en el devenir del ser humano
sobre la tierra y lo que nos advierte de la necesidad de tomar medidas; y
siendo la primera de ellas y en orden de importancia, la de informarse
adecuadamente de “cómo está el percal”, como diría nuestro amigo el castizo y
no se nos coja como se dice en el refranero popular español con “todo lo más
caliente, aún en el fregadero”, que traducido al “cristiano” significa, con los
deberes aún por hacer. Y sin ánimo de querer incordiar, nos permitimos señalar
que estamos a menos de un mes de ese 14 de Mayo señalado.
MABEL
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