¿Qué es un “ungido” y quiénes son “ungidos”?
Si en algo hay unanimidad entre los distintos y numerosos comentaristas bíblicos que publican en la Red (y mira que es difícil que se pongan de acuerdo en algo), sean miembros de alguna confesión religiosa en particular o vayan por libre, es en que todos se consideran “ ungidos”, por tanto hermanos de Jesucristo y en consecuencia, herederos con él del reino de Dios (por supuesto cada grupo, se considera a sí mismo como los verdaderos “ungidos” a diferencia de los otros que, faltaría más, son falsos). Y para que no hayan malos entendidos, les podemos afirmar que este no es el caso de los dos integrantes de este blog, lo cual posiblemente nos permita el ver las cosas desde un punto de vista un poco más objetivo. Pero no por ello y que esto quede muy claro, nos consideramos menos cristianos que los demás, circunstancia que a estos supuestos “ungidos” les suena como un disparate, por ejemplo, a nuestro buen amigo Apologista Mario Olcese y con el que hemos mantenido más de un debate sobre el tema.
Según la teoría de estos auto-proclamados “ungidos”, cuando uno se bautiza por inmersión en el nombre de Jesucristo, ya recibe el Espíritu Santo y por lo que automáticamente ya es declarado Hijo de Dios, con todo lo que eso comporta y que hemos citado al inicio de este comentario...... así de fácil; por lo tanto y según su lógica, si uno no se considera hijo ungido de Dios, no puede ser un cristiano reconocido por muy bautizado que esté. Ahora bien, nosotros desde este blog, no tenemos nada claro esta supuesta pertenencia de esas personas a un grupo de “ungidos” actualmente presente aquí en la tierra, lo cual no significa que para nada pongamos en duda la sinceridad de sus personales convicciones, no obstante sí desearíamos pasar dicha afirmación por el filtro de la Biblia, contrastando para ello los argumentos en los que ellos se apoyan para confirmar o apoyar tal idea, con lo que nos dicen las Escrituras; porque sencillamente entendemos, que la Biblia no dice esto. Veamos que es un “ungido”:
Un tema que nos viene al pelo, es uno que no hace mucho publicó Apologista titulado “¡Agustín de Hipona tenía…...”, en 03/01/2010 y que no es más que la reposición de uno más antiguo cuyo título era “¡Ud. está llamado para ser un Cristo …... un Hijo de Dios! ” (07/08/2009), a raíz del cual ya mantuvimos en su día, un intenso debate. Pero lo citamos solo como un ejemplo, ya que como hemos dicho, todos los que se postulan para dicha esperanza son legión y teniendo en común el uso prácticamente de los mismos argumentos y casi los mismos textos bíblicos todos ellos. Luego cuando hablamos de Apologista Mario Olcese, entiéndase que nos referimos a todos en general. Pero para centrar el tema, deberíamos primero responder a la pregunta que da título a este comentario: ¿Qué es un “ungido” y quiénes son “ungidos”? Simplificando al máximo la cuestión, nos quedamos con lo siguiente: un “ungido” es aquella persona que ha sido comisionada por el Altísimo, para llevar a cabo una tarea por Él encomendada, luego y al igual que Jesús, es una persona enviada en representación de Jehová:
“Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.” (Luc. 4:43).
Esta palabra fue una constante para Jesús en cuanto a su relación con el Padre Celestial, hasta tal grado que con frecuencia, a lo largo del Evangelio de Juan, le encontramos refiriéndose a Dios, no como “Dios”, ni como “mi Padre”, sino como “El que me envió”, por lo tanto y por extensión, vemos que un “ungido” es una persona elegida y comisionada por Jehová, enviada en su representación. Luego el primer principio que debemos notar en cuanto a la obra de Dios, es que todos Sus obreros son enviados; entonces si no hay comisión divina, no puede haber obra divina y por lo tanto, vemos que el poder milagroso para cambiar las situaciones en el mundo físico, es una manifestación necesaria en nuestra afirmación de ser “ungidos” o comisionados por Dios. Declarar ser enviados del Dios omnipotente y sin embargo, estar impotentes ante situaciones que desafían Su poder y con las que normalmente se enfrentan aquellos que actúan en su nombre, sería una clamorosa contradicción.
Veamos ahora quiénes son “ungidos” (y entendamos que ya estamos hablando a partir del año 33 EC). Para ello debemos tener en cuenta que las expresiones “ungido” y elegido (o escogido), aunque no son sinónimas, sí son ambas ciertamente interdependientes. Uno no puede ser “ungido”, sin previamente haber sido elegido, del mismo modo que uno no puede afirmar que ha sido elegido, sin posteriormente probar mediante el poder recibido por Espíritu Santo, su “ungimiento” mediante algún tipo de manifestación externa (tal y como acabamos de afirmar ), que de prueba de ello . Otro detalle a tener en cuenta, es el significado de las expresiones elegido o escogido, que sí son sinónimas. Según el diccionario de la RAE, ambas tienen su raíz en la palabra del latín saligêre, cuyo participio pasivo es selectus, en español “selecto” y que significa: “Que es o se reputa como mejor entre las cosas de su especie”. O sea, de ello podemos concluir que escoger o elegir y en el caso que nos ocupa se refiere a, de entre iguales, escoger o elegir a algunos y que por alguna razón Jehová considera más óptimos, derecho que por demás tiene el Altísimo, como en su momento nos recordó:
“Pero él dijo: “Yo mismo haré que toda mi bondad pase delante de tu rostro, y ciertamente declararé el nombre de Jehová delante de ti; y ciertamente favoreceré al que favorezca y ciertamente mostraré misericordia al que le muestre misericordia.” (Exo. 33:19).
Luego es un “ungido”, aquella persona que elegida de entre otras de igual condición, o sea, todos los seguidores de Cristo, recibe mediante el Espíritu Santo, el poder necesario para llevar a cabo cualquier comisión recibida de Jehová. Luego vemos que no todos los cristianos bautizados tenemos por qué ser “ungidos”, mientras que sí todos los que son “ungidos” o elegidos como sus representantes, tienen que ser cristianos bautizados. Y entendemos, como ya hemos comentado, que el poder referido es un poder que les permite realizar actos impensables para el ser humano normal, como nos muestran los primeros capítulos del libro de Hechos, así como el caso de Pablo, Bernabé y otros:
“Por lo tanto, ellos pasaron bastante tiempo hablando con denuedo por la autoridad de Jehová, quien daba testimonio de la palabra de su bondad inmerecida, concediendo que mediante las manos de ellos ocurrieran señales y portentos presagiosos.”
Y si se nos permite la observación, hoy en día no hay nadie en capacidad de realizar tales logros o portentos presagiosos, puesto que habría que pensar que de haberlos, ya nos habríamos enterado. Luego, en consecuencia, no hay actualmente nadie en nuestros días que pueda afirmar el haber sido escogido/ungido/enviado por el Altísimo, para una comisión en particular, por ejemplo, la predicación de las buenas nuevas del reino en toda la tierra habitada, por lo que dicha obra no se puede estar realizando en nuestros días, pues no hay mandato divino. Ya sabemos que más de uno se escandalizará ante esta afirmación, pero es que si esa obra se estuviera realizando en el momento actual, se nos plantearía la siguiente cuestión ¿para qué entonces, se le tendría que haber dicho al apóstol Juan en la revelación, que le sería necesario “profetizar de nuevo”? (“otra vez” según versiones). Veamos:
“Y me dicen: “Tienes que profetizar de nuevo respecto a pueblos y naciones y lenguas y muchos reyes.” (Rev. 10:11).
Ello es prueba de que esta comisión de Mat. 24:14, reservada para los últimos días y como preludio de la gran tribulación (que aún no ha llegado), no se está efectuando en nuestros días, o sea, Jehová aún no ha enviado a nadie para poner en marcha tal comisión (Rev. 14:6). Por lo tanto y aunque es cierto que hoy en día se están haciendo muchos esfuerzos en ese sentido, las organizaciones dedicadas a ello han resultado fraudulentas (Iglesia Católica, Testigos de Jehová, etc.), por lo cual no pueden ser un instrumento usado por nuestro Creador. Tenemos por otra parte Internet con el inmenso caudal de información al respecto, pero que de ninguna manera llega a toda la tierra habitada (por falta de medios, claro) y que además, en aquellos lugares que sí tienen acceso a dicho medio, la inmensa mayoría de las personas no tiene el más mínimo interés en ese tema, ocupadas como están en mantener el ritmo trepitante de sus vidas. Luego ¿por qué tan nulos resultados, ante tan loables esfuerzos? Para encontrar la respuesta a esa pregunta, nos tendríamos que remontar muy atrás en el tiempo y escuchar unas palabras de Jehová, de las que dejó constancia Jeremías:
“Yo no envié a esos profetas y ellos corrieron. No les hablé y ellos profetizaron.” (Jer. 23:21).
Y veamos ahora, las consecuencias de ese actuar, sin mandato expreso de Jehová:
“Aquí estoy yo contra los profetas de sueños falsos, es la expresión de Jehová, que los cuentan y hacen que mi pueblo ande errante debido a sus falsedades y debido a su jactancia.” “Pero yo mismo no los envié ni les di orden. Así que de ninguna manera aprovecharán a este pueblo”, es la expresión de Jehová (Jer. 23:32).
Luego vemos una relación causa/efecto, entre el no haber sido comisionados/enviados, directamente por Jehová y la tremenda falta de resultados. Sin embargo, vean lo que menciona nuestro Creador en el ver. 29 de este mismo capítulo 23 de Jeremías, acerca de la efectividad de su palabra: “¿No es así mi palabra, como el fuego y como un martillo golpea la peña?" Luego Su palabra, en boca de sus enviados, tiene efecto, deja huella de su paso; todo lo contrario a lo que estamos observando en nuestros días, donde nadie en absoluto y por diversas circunstancias, hace el más mínimo caso de la predicación de los innumerables “profetas” de hoy en día. Según Jehová, profetas que Él no ha enviado, manteniéndose por lo tanto la máxima antes enunciada: “si no hay comisión divina, no puede haber obra divina”. Luego de lo que nos está hablando la Biblia, es de una predicación mundial persona a persona y por medio de unos agentes debidamente reconocidos como representantes legales de Jehová, mediante las obras poderosas (a modo de tarjeta de presentación) que les será permitido llevar a cabo, como se nos dice de los dos testigos de Rev. 11:3-6 y que serán elegidos de entre cristianos de hoy en día y que tengan las debidas cualidades espirituales requeridas por Jehová. Pero de momento y por mucho que lo afirmen, nadie puede probar que ha sido comisionado por Jehová, para efectuar tal obra.
Deberíamos de tener en cuenta además, que el mero acto del bautismo, en sí mismo no nos confiere ningún “estatus” especial, ya que no es más que la manifestación pública de la decisión que uno toma en determinado momento, de hacer algo y que no es más que el arrepentirse y el volverse de un proceder no acepto a Dios y el de aceptar el sacrificio redentor de Cristo, mediante su sangre derramada para el perdón de nuestros pecados. A partir de ese momento y por esa razón, no por el acto del bautismo en sí mismo, pasamos a convertirnos, no en Hijos de Dios, sino en hijos de Jesucristo por derecho de recompra de la humanidad caída mediante su sangre derramada y por concesión explícita del Altísimo al concederle los títulos que se resumen en Isaías, en donde leemos lo siguiente:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isa.9:6).
Dicho esto, volvamos ahora a lo que implica el bautismo, según el contexto bíblico. Y que conste, que nosotros desde este blog, claro, lo que se dice claro, eso del bautismo en nuestros días, no lo tenemos en absoluto...... pero ese ya sería otro tema; por lo tanto, continuemos con lo que nos ocupa y veamos las palabras expresadas por Pedro en Hech. 2:38:
“Pedro les dijo: “Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados y recibirán la dádiva gratuita del espíritu santo.”
Un poco más adelante y en otra ocasión, Pedro fue un poco más explícito y nos aclaró aún más la situación:
“Arrepiéntanse, por lo tanto y vuélvanse para que sean borrados sus pecados, para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová.” (Hech. 3:19).
Vemos que en este pasaje, Pedro no menciona para nada el acto del bautismo. Luego el arrepentirse y volverse uno de su anterior conducta pecaminosa, ajustando su vida a las enseñanzas de Jesús, era y es, lo que comporta el perdón de pecados y el beneficiarse del sacrificio de este, siendo entonces el acto del bautismo, solo la manifestación pública (ante testigos) de la decisión tomada, como en su día lo fue el ungir públicamente a uno con aceite, por ejemplo un rey o un sumo sacerdote. Las palabras de Jesucristo a sus discípulos momentos antes de su ascensión, nos hablan de la finalidad de la predicación:
“…. y les dijo: “De esta manera está escrito que el Cristo sufriría y se levantaría de entre los muertos al tercer día, 47 y sobre la base de su nombre se predicaría arrepentimiento para perdón de pecados en todas las naciones... comenzando desde Jerusalén, 48 ustedes han de ser testigos de estas cosas” (Luc. 24:46-47).
Luego en principio y dado que el bautismo solo era la manifestación pública de esa actitud, nada que ver con un bautismo que nos convierta automáticamente en Hijos de Dios. Pero permítannos un inciso y que tiene que ver con el texto citado de Hech. 2:38; porque verán Uds. que al final del mismo leemos “...... y recibirán la dádiva gratuita del Espíritu Santo” y aunque este texto se usa, entre otros, para apoyar la idea de que cuando uno se bautiza ya es engendrado por Dios como Hijo, una cosa es la posesión de este Espíritu Santo y otra muy distinta, ser escogido por Dios para gobernar con su Hijo en el reino. Veamos un ejemplo: ese Espíritu Santo de Hech. 2:38, es el mismo que poseía Juan el Bautista desde su infancia:
“...... porque él será grande delante de Jehová. Mas no debe beber en absoluto vino ni bebida alcohólica alguna y estará lleno de espíritu santo hasta desde la matriz de su madre.” (Lucas 1:15).
Sin embargo, el propio Jesús afirmó, que Juan el Bautista no estaría entre los elegidos para gobernar con Él:
“Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él.” (Lucas 7:28.
Luego recibir la dádiva del Espíritu Santo en nuestro bautismo, si eso fuere así, es una cosa y el ser elegido/escogido por Dios para gobernar en el reino con su Hijo, es otra muy distinta. Huelga decir, que uno no puede ser escogido/elegido, si previamente no se ha convertido en seguidor y por tanto, en hijo de Jesucristo, mediante su dedicación y posterior bautismo. Con eso en mente, pasemos a analizar, los argumentos de estos auto-declarados “ungidos”, contrastándolos con el contenido de las escrituras. Vean que nos dice Apologista en el segundo párrafo del artículo citado al principio de este comentario:
“Una de las verdades fundamentales que muchos “cristianos” ignoran es que ellos han sido llamados para ser Cristos e Hijos de Dios.”
En este caso, los autores de este blog (entre otros), “ignoraríamos” tan radiante perspectiva. Sin embargo si esta idea la contraponemos con las palabras de Pablo, algo aquí no cuadra:
“Ahora bien, porque ustedes son hijos, Dios ha enviado el espíritu de su Hijo a nuestros corazones, y este clama: “¡Abba, Padre!”, 7 Así es que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero, gracias a Dios.” (Gál. 4:6-7).
Por lo que aquí leemos, es el propio Jehová quien manda al corazón del elegido en cuestión y haciéndole saber su nueva situación de Hijo adoptivo, el mismo Espíritu o convicción que tenía el propio Jesucristo acerca de su condición y puesto que se nos dice que este Espíritu está clamando, uno no puede quedar indiferente o ignorante a tal clamor, con lo cual el razonamiento de Apologista no tiene sentido. Porque y repitiendo la idea, si uno ha sido escogido/elegido para ser un ungido, es del todo imposible que no se aperciba de ello, dado que es el propio Jehová, quien se preocupa de que se entere. Además y sería cuestión aparte, es si Jehová haría eso con una persona en el momento de su bautizo, cuando uno es aún principiante o pequeñuelo con respecto a la verdad o elegiría personas ya maduras y de cualidad probada. Por otra parte, si uno no se siente llamado, no es porque no sea un cristiano aceptable a Jehová, sino lo que ocurre, es que no ha sido elegido para tal privilegio y por lo tanto no tiene consciencia de ello, ya que Jehová no ha mandado nada a su corazón, así de sencillo. De hecho, la voluntad de Dios es la siguiente:
“...... cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” (1 Tim. 2:4).
Ese fue el propósito Divino, según Juan 3:16:
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.”
Y para nada se nos habla aquí, en estos dos pasajes, del lugar que ocuparemos en el plan de Dios. Y que no se confunda el ser realmente escogido por Jehová, con el que uno crea serlo y basado en unos textos bíblicos, por demás sacados de su contexto. No se trata de lo que uno crea en función de lo que lee, sino de la acción directa de Dios sobre el corazón de la persona determinada, por lo cual uno no podría de ninguna manera ser ignorante de ello y eso, por supuesto, tendría que sustanciarse de forma visible, de una manera u otra como en su día ocurrió, con distintos seguidores de Jesús, como Pablo, Pedro, Juan y resto de apóstoles, así como Felipe, Bernabé, etc. Veamos otra afirmación de Apologista (y siempre refiriéndonos al artículo citado):
“La Biblia nos dice que los cristianos, los que hemos sido bautizados para el perdón de los pecados, hemos sido automáticamente ungidos por Dios para ser Cristos y por lo tanto, coherederos con él del reino de Dios.” (Negritas nuestras).
Sin embargo, lo que leemos en 2 Corintios 1:21, no parece llevarnos por ese camino, porque vean que es lo que dijo Pablo:
“Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios.”
Bien, preguntémonos entonces, ¿a quién dirigió Pablo estas palabras?; la respuesta no es difícil, ya que el mismo autor del artículo nos la indica: a la hermandad corintia y por lo tanto, ese “vosotros”, se refería a ellos, por lo tanto, nada que tenga que ver con nosotros actualmente...... así de lógico y sencillo. Luego el argumento es falso porque el texto usado para apoyarlo, está sacado de su contexto ya que sus palabras iban dirigidas, no a nosotros, sino a otras personas, por demás distantes en el tiempo casi 2.000 años. Por lo tanto y por otra parte, nos gustaría saber de dónde se saca la idea a partir de ese texto, que cuando nosotros somos bautizados, automáticamente ya somos ungidos por Dios y adoptados como Hijos. Además, que de ser esto así, se generaría un fuerte conflicto con Isaías 9:6. Pero veamos otra afirmación del amigo Mario:
“También en 1 Juan 2:20,27, leemos: “vosotros TENÉIS la UNCIÓN del Santo”… “la UNCIÓN que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros”. En el capítulo 3:2 se nos revela que se los está diciendo a todos los que somos “hijos de Dios”, los que seremos semejantes al Señor. Aquí aclara en el capítulo 3:2 que se lo está diciendo a todos los que “ahora somos hijos de Dios”, a los que seremos semejantes a él.”
Pero preguntémonos ¿a quienes se refería 1 Juan 2:20 y 27, al usar la expresión vosotros? Pues a las personas a las que hace casi 2.000 años se dirigía, eso es indudable. Según el verso 27, ellos (vosotros) recibieron la unción y sobre ellos (vosotros) permanecía y nada más se puede entender de ese pasaje. Apologista cita también a Juan 3:2, como prueba irrefutable de su teoría, al insinuar que nos aplican sus palabras y afirmando que ese texto nos “aclara” la cuestión. Bien, leamos el texto:
“Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”
Pero veamos: cuando Juan dice “ahora somos hijos de Dios”, ¿a qué ahora se estaba refiriendo? ¿Al ahora de nuestro siglo XXI, o al ahora tanto suyo como de sus contemporáneos a los que se dirigía en ese momento? Es obvio que a su ahora y al de sus contemporáneos, no al nuestro. Además y dentro de ese contexto, cuándo dice “seremos semejantes a Él” (Jesucristo) ¿a quienes se refería, a las personas a las que se dirigía Juan en ese contexto, o las personas que vivirían casi 2.000 años después? Dado que la respuesta es obvia, lo que nos encontramos aquí, es de nuevo, con dos textos evidentemente sacados de su contexto y que en lugar de aclarar algo, lo que hacen es confundir a las personas poco versadas en la Palabra de Dios. También en otro párrafo nos cita de 1 Cor. 12:13, que nos dice así:
“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.”
Según Apologista, la expresión “a todos se nos dio de beber del mismo Espíritu”, significa que en este pasaje el bautismo con el Espíritu Santo tiene relación directa con el ingreso directo al cuerpo de Cristo. Pero claro ¿de qué bautismo nos estaba hablando Pablo aquí? Evidentemente, no del bautismo que conocemos actualmente y el mismo al que fue sometido el propio Pablo, cuando recobró milagrosamente la visión mediante Ananías, según nos relata Hech. 9:17-18. Pablo nos está hablando del bautismo en Espíritu Santo que solo puede dispensar Jehová y que le iguala a uno, con la muerte y resurrección de Cristo (Rom. 6:4-5) y que nada tiene que ver con el bautismo en agua, para perdón de pecados (Hech. 2:38). Por lo tanto y una vez más estaríamos hablando de un texto fuera de su contexto, ya que otra pregunta que le podríamos hacer al autor de esa idea, es la de que cuando Pablo menciona “por un solo Espíritu fuimos todos…...”, ¿a quién se refería, a sí mismo y a las personas a las que se dirigía en su carta, o a personas de un futuro distante de casi 2.000 años?; o cuando dice “y a todos se nos dio de beber..….” ¿estaba hablando de personas distantes 2.000 años en el tiempo o de nuevo se refiere a sí mismo y a sus contemporáneos a los que se dirigía? Evidentemente esto último, ya que una vez más ellos fueron los bautizados y ellos fueron los que bebieron. Apologista, como tantos otros, no quieren entender que el contenido de esas cartas aplicaban solo a las personas a las cuales fueron dirigidas, como además se desprende de su contexto.
No entenderlo así, no es más que forzar su interpretación, para qué digan aquello que no dicen, para qué apoyen una idea un tanto dudosa, en el sentido de que todos los cristianos somos ungidos y en consecuencia heredaremos el Reino en calidad de cogobernantes, lo cual significa un entendimiento un tanto distorsionado de lo que dice la Biblia, así como de su contexto general y sobre todo, de un entendimiento correcto del propósito de Dios. Y es que claro, de ser cierto lo que nos dice Apologista y otros, se nos presenta un problema de difícil solución; porque si esa teoría de Apologista y otros pensantes como él, fuera cierta, resultaría que la humanidad se dividiría en dos grupos, según la particular interpretación que también le dan a los pasajes de Juan 5:28-29 y Rev. 20:5: los que por ser bautizados en Cristo son adoptados como Hijos de Dios y participantes de la primera resurrección, con todo lo que ello implica y los que por no serlo, son declarados inicuos y por tanto destruidos en el momento del juicio en la segunda resurrección, al cabo de los mil años. Bien, citemos de nuevo Isaías 9:6:
“Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
Notamos aquí, que entre los títulos que Jehová proféticamente le concede a su Hijo Jesucristo, está el de Padre Eterno, luego la pregunta es: ¿Padre de quién y por qué? De los bautizados en Espíritu Santo y en consecuencia (según Apologista y demás), hijos adoptivos de Jehová, evidentemente no, ya que estos pasan a convertirse automáticamente en sus hermanos, según Juan 20:17:
“Jesús le dijo: “Deja de colgarte de mí, porque todavía no he ascendido al Padre. Pero ponte en camino a mis hermanos y diles: ‘Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes.”
Luego si son hermanos, razonablemente no pueden ser hijos. Por otra parte, Padre de los inicuos tampoco, ya que estos son hijos de la destrucción, debido a que el pecado de Adán nos convirtió a todos en hijos de Satanás. Luego repetimos: ¿Padre de quién y por qué?
Hace un tiempo y como respuesta a este asunto, recibimos de Apologista un escueto correo (de un solo renglón), en el que respondía lo siguiente: “Somos Hijos de Dios por la fe en Cristo...pero somos hijos del nuevo Adán, Jesucristo”. Permítannos señalar, que el amplio argumentario remitido (25/12/09) como respuesta a esa frase, aún no ha sido debidamente atendido a fecha de hoy (22/01/2010) y pensamos que por algo será; pero volvamos a la frase en cuestión. En la respuesta que remitimos, dejábamos de manifiesto la duda en el sentido de que no teníamos claro si nos estaba diciendo algo muy difícil de entender y por tanto, lejano a nuestra capacidad de comprensión, o se trataba de una incongruencia como un piano y que a menos que hubiera más información, no se podía optar más que por la segunda opción, por que veamos: ¿sería congruente que por la fe en Cristo, nos convirtamos en Hijos de Dios y a la vez y por esa misma fe, nos convirtamos en hijos de Cristo y en consecuencia, hijos de los Dos? Como mínimo, tendríamos que aceptar que tal razonamiento no es lógico y atenta contra el más elemental sentido común, porque claro, si nos quedamos con el primer supuesto, al convertirnos en hijos de Dios también nos convertimos en hermanos de Cristo, lo cual invalida Isaías 9:6 porque no podemos ser hermanos y al mismo tiempo hijos de Jesucristo, luego ¿de quién sería Padre entonces Cristo y por qué?; además, también hemos visto que de los inicuos y por las razones dadas, tampoco puede ser Padre.
Luego para enderezar este entuerto y en nuestro modesto entender, solo tenemos dos salidas: o reconocer que Apologista está equivocado en su afirmación o aceptar que Isaías 9:6 no tiene sentido y que no quiere decir lo que entendemos que dice y ante la duda, permítannos que nosotros nos decantemos por la primera opción. Porque este texto, en realidad solo apoya la segunda parte de su pensamiento: que cuando nos bautizamos en el nombre de Jesús, porque hemos ejercido fe en Él y en consecuencia aceptamos el sacrificio de su sangre derramada, pasamos a convertirnos en hijos suyos por derecho de recompra. Y que de estos hijos de Cristo por derecho de recompra mediante su sangre, Jehová elige a unos pocos en el momento que considera oportuno, para adoptarlos como Hijos suyos y hacerlos semejantes a Cristo y que, para acceder a tal condición y al igual que Jesucristo, después de ser enviados a cumplir la comisión asignada, han de probar su fidelidad hasta la muerte en sacrificio:
“Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte, ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección.” (Rom. 6:5).
De una parte, estos escogidos/elegidos de Jehová, son de los que nos hablan las cartas de Pablo, Pedro, Juan, etc. y que, como veremos a continuación, conforman un pequeño grupo, junto al resto por aparecer y que hasta donde sabemos, aún no hay noticias (Rev. 6:11). Porque veamos otro problema que se nos crea, si fuera cierta la idea de Apologista y otros. Ello significaría que si todos los bautizados en Cristo desde el primer siglo hasta nuestros días tuvieran que gobernar con Cristo, se llegaría a la situación que Apologista afirma que se va a producir, según su artículo: “El Milenio de Jesucristo: ¡Lo que el Señor tiene reservado para Ud. y su familia!” de 03/02/2009 y en donde en su párrafo nueve, dice en parte:
“¡Jesús entonces regirá y reinará en persona, y nosotros le ayudaremos y regiremos y reinaremos con él! ¡Reinará de punta a punta, y nosotros, Sus hijos, ya no seremos la pobre minoría perseguida que somos hoy en día! ¡En compañía de los cristianos de todos los siglos, que habrán resucitado, seremos millones, miles de millones, y gobernaremos junto a Jesús a la gente buena que haya sobrevivido!”
Pero claro, esta idea es totalmente contraria a las palabras expresadas por el mismísimo Hijo de Dios, Jesucristo, cuando dirigiéndose a sus discípulos dijo lo siguiente:
“No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.” (Luc. 12:32).
Luego vemos que según estas palabras, Jehová había aprobado dar el reino a un reducido grupo de personas, al que Jesús calificó como de rebaño pequeño. Y dado que entendemos que el Hijo de Dios conocía perfectamente la voluntad de su Padre Celestial, así como el significado de la expresión “pequeño”, deberíamos de concluir, lamentándolo mucho, que la afirmación de Apologista no pasa más allá de ser un error monumental y sin ningún tipo de apoyo bíblico. Porque además, si fuera cierta la afirmación de Mario Olcese de que a partir de Jesucristo y por medio del bautismo, ya todos tenemos acceso a dicho privilegio ¿qué sentido tendrían esas palabras de Jesús? A menos, claro está, que Apologista nos convenza de que estas palabras no dicen aquello que todos entendemos que dicen.
Concluyendo, un ungido es aquella persona enviada por Jehová, para un ministerio en concreto y que es elegido/escogido, de entre los innumerables seguidores de Jesús, para conformar esa pequeña cantidad que compondrán ese gobierno o administración y que es en definitiva lo que significa el reino y de los que aún queda un resto por aparecer; y a los cuales se les dotará de gran poder (al igual que a sus hermanos anteriores), para dar adelanto a la gran predicación mundial aún pendiente, según Rev. 10:11 y 11:5-6. Durante mil años, ese gobierno o administración regirá los asuntos aquí en la Tierra, para llevar a cabo el cumplimiento del propósito de Jehová con respecto a la humanidad, el cual se resume con las palabras de Hech. 3:21:
“…... a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.”
Por lo tanto, es nuestra convicción y según deducimos por las Escrituras, que no existen actualmente personas a las que Jehová haya escogido para representarle y con la capacidad de manifestar poderes sobrenaturales. Como última providencia, deseamos aclarar que cuando usamos las expresiones ungido, elegido o escogido, estamos usando el genérico, ya que dicho grupo y según los “entendidos” (nosotros tenemos serias dudas en cuanto a ello), lo configuran tanto hombres como mujeres.
Y en fin queridos amigos, ya conocen nuestro consejo: echen mano de su Biblia, pídanle sinceramente a Jehová que les conceda el conseguir entendimiento y comprueben por ustedes mismos en donde hemos acertado y en donde nos hemos equivocado, que de todo hay en la viña del Señor. Y que nuestro Creador sea generoso al compensar su sincero esfuerzo.
MABEL
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