miércoles, 16 de marzo de 2011

Adán…… y la resurrección.

Hace un tiempo “navegando” por la red, como dicen los entendidos (nosotros somos de Atapuerca) y en busca de determinada información, nos topamos con una página en la que de forma sorprendente, al menos para nosotros, se afirmaba sin lugar a dudas que a nuestros primeros padres (Adán y Eva), les sería aplicado el valor del sacrificio de rescate de Jesucristo y que por lo tanto, mediante la resurrección, podrían de nuevo volver a la vida y tener la posibilidad de una nueva o segunda oportunidad…… ¡vamos! como si nada hubiera pasado. Ello significaría y por extensión, la posibilidad de que todo ser humano que ha existido sobre la tierra y que ha experimentado la muerte, sea en la circunstancia que sea, podría volver a la vida y con lo que ya tendríamos, la resurrección universal en movimiento. Lo que ocurre, es que dicha afirmación y siempre según nuestro entender, se da de bofetadas con el registro escrito (bíblico por supuesto), la lógica y el sentido común.

En dicha página, “amistadencristo.com” y cuyo titular es D. Carlos Aracil Orts, se puede hallar un primer tema ¿Qué tipo de pecado cometieron Adán y Eva?” y un segundo, ya como consecuencia de una primera objeción que en su momento le presentamos a dicho caballero y titulado “¿Tuvieron acceso Adán y Eva al sacrificio redentor de Cristo?” y en el que ya de forma amplia desarrolla esta teoría (en principio, la llamaremos así), en un largo escrito muy pormenorizado, así como extensamente detallado, pero a nuestro entender, muy débilmente argumentado. Y es que más parece la constatación de un deseo, o si mucho nos apuran, de eso tan clásico entre muchos autores de temas bíblicos, en el sentido de que “puesto que a mí me parece que es así, luego es verdad”, que una exposición clara de hechos palmariamente demostrados y soportados sobre pasajes escriturales, debidamente contrastados. Porque aún siendo cierto que en el citado artículo se usan diferentes argumentos, así como una ingente cantidad de textos bíblicos, no es menos cierto que la base sobre el que está edificado dicho planteamiento es incorrecta…… y ya se sabe: cuando se parte de un supuesto equivocado, todo lo que sobre él se desarrolla, lógicamente está equivocado.

Y tanto es así lo que decimos, que ya el mismo texto sobre el que se edifica o cimenta dicha teoría (Gén. 3:15), es reconocido por el propio autor de la misma, como “un tanto oscuro” pero que no es impedimento para que sobre tan “fiable” soporte, dicho autor desarrolle una “deducción lógica” y amparada, según nos cuenta, en el hecho de que “casi todos” los eruditos concuerdan en llamarle a ese pasaje “Protoevangelio” y por otra parte, en un comentario de la Biblia de Jerusalén, en dónde se nos dice del citado pasaje que “Este versículo, conocido como “Protoenvangelio” o primer anuncio, afirma la aversión radical entre la serpiente y la humanidad, pero deja entrever la superioridad y la victoria final de ésta” y extremos que parecen ser suficientes para que D. Carlos se decida llegar, repetimos, a una “lógica deducción” que pasamos a transcribirles y que desde luego, no tiene desperdicio:

Nada más pecar, Adán y Eva ya recibieron la promesa de Dios de que obtendrían la victoria sobre el pecado y el mal a través de Jesucristo.” (Negritas nuestras).

En definitiva una promesa divina, según se nos cuenta, hecha directamente a Adán y Eva y que tendría que ver con una futura y personal restauración, merced al sacrificio de rescate de Jesucristo. Y afirmación sorprendente donde las haya (la que acabamos de transcribir), porque no hay en las Escrituras donde apoyar semejante disparate, que pueden localizar en el segundo párrafo del subtema “¿No tuvieron una segunda oportunidad Adán y Eva?”, del artículo “¿Qué tipo de pecado cometieron Adán y Eva?”. Pero a todo eso ¿qué nos dice el texto en cuestión (Gén. 3:15) y columna de apoyo de tan psicodélica afirmación? Pues sencillamente esto:

Y pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón.”

Y probablemente usted, querido lector, después de leer ese texto, base sobre la que se sustenta tan sorprendente razonamiento y considerados además, los argumentos anteriores, quizás pensará que para hacer una afirmación de esa categoría y de tanta trascendencia, ya que revoluciona el entero propósito de Jehová, como mínimo sería exigible un poco más de solvencia en las pruebas soportales aportadas y sobre todo, en los argumentos que se desarrollan. Porque la realidad, es que ni el texto de Gén. 3:15 nos dice absolutamente nada de una promesa de implicación personal hecha a Adán y Eva, ni los citados “eruditos” dicen nada en absoluto de ello, ni el comentario extraído de La Biblia de Jerusalén, siquiera lo da a entender. Luego no comprendemos de dónde, saca dicho caballero los argumentos para llegar a esa “lógica deducción” y a la que no le vemos la lógica por ninguna parte.

Dicho esto, queridos lectores, señalarles que en esta ocasión, nos limitaremos a exponer las razones por las cuales nosotros entendemos que nuestros primeros padres no pueden beneficiarse del sacrificio de rescate de Cristo, partiendo de lo que dicen las Escrituras y evitando por lo tanto, entrar en la confrontación directa de argumentos, que en la mayoría de los casos, se convierten en un estéril intercambio de interesados razonamientos. Y es que por otra parte, el autor en cuestión y ello nos coloca en franca desventaja, suele hacer largas y pormenorizadas argumentaciones, con gran cantidad de textos bíblicos y que se nos hacen muy difíciles de seguir (obviamente por nuestra probada incapacidad) y darles atención punto por punto. Sabido es que el exceso de información, siempre tiende a la dispersión de ideas y por ello, nosotros intentaremos focalizar el asunto en unos pocos puntos y a partir de unos determinados textos bíblicos; de tal suerte, que si tenemos razón en nuestra exposición, ello solo puede significar en contraposición, que la teoría de una personal restauración de Adán y Eva y prescindiendo de los argumentos que puedan acompañarla, es totalmente incorrecta, ya que la Biblia no se contradice.

No perdamos de vista, por tanto y a lo largo de esta consideración, que el tema objeto de debate es si Adán y Eva, se beneficiarán personalmente del sacrifico de rescate de Jesucristo y serán resucitados…... o no. Y para averiguarlo, intentaremos llegar a esa respuesta mediante eliminación, para que no haya dudas sobre el resultado final; por lo que tendríamos que preguntarnos en primer lugar y para ir acotando espacios ¿resucitarán todas las personas? Y es obvio que no, cuando analizamos el contexto general de las Escrituras y a partir del cual, se puede establecer una premisa, fundamental en el tema que nos ocupa y que intentaremos demostrar: toda persona muerta a causa de una decisión judicial de Jehová, no será resucitada. Y si la tal premisa fuera cierta y puesto que nuestros primeros padres fueron condenados a muerte, por una decisión judicial del Altísimo, obviamente no podrían de ninguna manera, ser resucitados; veamos entonces y para empezar, unas palabras de Jesús:

Pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos.” (Luc. 17:29).

Y no existiendo ninguna duda que en el caso de estas ciudades, estamos hablando de un juicio divino, la pregunta sería ¿fue definitiva esa “destrucción”? Y en el bien entendido de que con esta locución “destrucción definitiva”, nos referimos al hecho de que ya no serán levantados en ninguna resurrección, sea del tipo que sea: han sido destruidos de forma total y definitiva...... hecha esta precisión, volvamos al asunto que nos ocupa y veamos que nos dice Judas 7, hablando de este mismo suceso:

Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas, después que ellas de la misma manera como los anteriores hubieron cometido fornicación con exceso, e ido en pos de carne para uso contranatural, son puestas delante de nosotros como ejemplo amonestador al sufrir el castigo judicial de fuego eterno.”

Y siendo obvio que el fuego que destruyó a Sodoma y Gomorra se extinguió hace miles de años, el efecto de ese fuego ha sido permanente: esas ciudades no han sido reedificadas. No obstante, el juicio de Dios no fue contra aquellas ciudades en sí mismas, sino contra sus habitantes inicuos; luego si lo que les sucedió a ellos, tiene el rango de “ejemplo amonestador”, solo es razonable pensar que esas personas fueron destruidas eternamente, o sea, sin posibilidad alguna de resurrección y que es lo que se nos quiere decir con la expresión “fuego eterno”. Y expresión que nos trae a la mente, el hecho de que bíblicamente el fuego y en términos de juicio, significa siempre destrucción total y eterna:

Y la muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esto significa la muerte segunda: el lago de fuego. 15 Además, cualquiera a quien no se halló escrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.” (Rev. 20:14-15).

Y es que si los pecaminosos habitantes de esas ciudades mencionadas, pudieran volver a la vida mediante una resurrección y prescindiendo de la finalidad que la misma tuviera ¿de qué ejemplo “amonestador” estaríamos hablando? Pero es que además y con referencia a esas personas, tenemos una prueba adicional en el sentido de que su muerte no tenía resurrección alguna en mira y con lo cual, obviamente, estaríamos hablando de una destrucción definitiva...... y es que Judas establece una relación directa entre lo expuesto en ese verso 7 que hemos leído, con lo expuesto en su anterior, o sea, el verso 6 y que dice como sigue:

Y a los ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación, los ha reservado con cadenas sempiternas bajo densa oscuridad para el juicio del gran día.”

Luego si estos ángeles y de los que se cita en el mismo sentido en 2 Ped. 2:4, están guardados para destrucción eterna y Judas establece una relación directa entre ese verso 6 con el verso 7, al iniciarlo con la expresión “Así también, Sodoma y Gomorra y las ciudades circunvecinas…….”, solo es razonable pensar que esas personas, habitantes de las citadas ciudades, no serán resucitadas porque efectivamente, ya fueron destruidas total y eternamente en su momento, como en un futuro lo serán esos ángeles “guardados para juicio”; y es que de lo contrario, no se entendería esa relación establecida. Pero de este argumento lógico a partir de la interrelación de ese conjunto de textos, también se producen unas derivadas sumamente interesantes y necesarias para saber de qué estamos hablando y sacar de ellas, las apropiadas y esclarecedoras conclusiones. Y que tienen que ver con lo siguiente: en primer lugar, cuando se dice que una persona ha sido “destruida” por Jehová (recuerden el texto que recién hemos citado de Luc. 17:29, en donde se usa dicho término y que ya hemos visto, a que va asociado), significa que no será resucitada; en segundo lugar y por otra parte, también nos queda claro que todas aquellas personas implicadas en un proceso judicial de Jehová que implique muerte, tampoco serán resucitadas y en tercer lugar, también hemos aprendido, que habrá personas a las que no les serán aplicados los beneficios del sacrificio redentor de Cristo y en consecuencia no serán resucitadas: por ejemplo, Judas Iscariote y personaje del que Jesús, en oración a su Padre Celestial, dijo lo siguiente:

Cuando estaba con ellos yo los vigilaba por causa de tu propio nombre que me has dado; y los he guardado y ninguno de ellos es destruido sino el hijo de destrucción, para que la escritura se cumpla.” (Juan 17:12).

Y la idea que nos transmiten las palabras de Jesús está clara: de aquellos que le fueron dados (los apóstoles), que obviamente y en su momento, llegaron a dormirse en la muerte, se nos dice de ellos que no fueron destruidos y puesto que sabemos que gobernarán con Él en el reino de Dios, es obvio que sí serán resucitados; luego la ecuación lógica en este caso sería…… no destrucción, igual a resurrección. Sin embargo, de Judas sí se nos dice que es destruido según el pasaje citado, al dársele el calificativo de “hijo de la destrucción” y que solo puede significar, por contraposición de ideas, que no será resucitado, o sea, la misma ecuación, pero a la inversa: destrucción, igual a no resurrección; de hecho, si ustedes profundizan con atención y desarrollan hasta sus últimas consecuencias las palabras de Jesús en Mar. 14:21, verán que nos indican exactamente esto. Luego a partir de este planteamiento formulado y de esos tres puntos fundamentales citados y perfectamente demostrados en el contexto de esos textos bíblicos usados, solo se puede deducir en el caso de Adán y Eva, que no serán tampoco resucitados, porque su muerte se debió a una resolución judicial adversa de Jehová.

Porque no podemos olvidar, que difícilmente Jehová podía haberles hecho una promesa de restauración a la vida, cuando Él mismo al expulsarlos del Paraíso, puso una guardia permanente (Gén. 3:24), para que no pudieran acceder al “árbol de la vida” y lo cual, es todo un símbolo de sus futuras intenciones y verdadero significado de la expulsión de nuestros primeros padres del Paraíso: Jehová y en armonía con su advertencia, les privaba definitivamente de la vida. Pero veamos otro ejemplo, de personas que no resucitarán, como son los muertos por el Diluvio y de las que Jesús nos habló en los siguientes términos:

Además, así como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: 27 comían, bebían, los hombres se casaban, las mujeres se daban en matrimonio, hasta aquel día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio y los destruyó a todos.” Luc. 17:26-27).

De nuevo vemos aquí el término “destruir” y que como hemos dicho, hace siempre referencia a personas que no serán resucitadas y consecuentemente, personas sobre las que no serán aplicados los beneficios redentores del sacrificio de Jesucristo. Pero ¿cómo podemos confirmar, nuestro argumento? Pues usando el contexto en el que se pronunciaron estas palabras, ya que Jesús y a continuación de ese pasaje, en los versículos 28-29, mencionó lo siguiente:

De igual modo, así como ocurrió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban. 29 Pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos.”

Y estaremos de acuerdo que con este “Y de igual modo……”, se establece de nuevo una relación directa, por contraste, de una misma relación causa/efecto (juicio adverso de Jehová, igual a destrucción eterna), con la ocurrida en un suceso del que ya hemos hablado: el caso de Sodoma y Gomorra y del que no queda ninguna duda acerca de su resolución final: la decisión judicial de Jehová para esas personas fue la de destrucción eterna, eso es, sin posibilidad de resurrección alguna.

Y ya avanzando en nuestro planteamiento, hablemos de unas personas que tampoco serán resucitadas: las víctimas de la futura gran tribulación de Rev.7:14…… ¿y como sabemos eso? Pues porque a continuación de las palabras de esos pasajes de Lucas transcritos y en el verso 30, se establece otra relación directa al decir:

De la misma manera será en aquel día en que el Hijo del hombre ha de ser revelado.”

Luego de la misma manera que en el caso del diluvio o de las depravadas Sodoma y Gomorra, aquellas personas víctimas de esa futura gran tribulación y por tanto, de una decisión judicial del Creador, serán destruidas a perpetuidad y por ello, no les será aplicado el rescate de Jesucristo: no serán resucitadas ya que de lo contrario, la correlación entre esos textos, colocándolas en un mismo plano, no tendría el menor sentido.

Y llegamos, siguiendo esta línea de razonamiento, hasta Adán y Eva y con la siguiente pregunta ¿acaso no fueron sujetos de una decisión judicial de Jehová, por flagrante desobediencia y rebeldía obstinada hacia su Creador, en franca oposición a la advertencia que les había sido dada y por tanto y en justicia, condenados a muerte eterna? Porque no olvidemos que de eso precisamente es de lo que fueron advertidos. Veamos las palabras de Jehová:

Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.” (Gén. 2:16-17).

Y eso significaba destrucción eterna, en el caso de transgredir el mandato dado por su Creador, como desgraciadamente fue el caso, a menos de que alguien nos de otra explicación que lo que quiso decir Jehová, con ese “positivamente morirás” y en contraposición directa, con la afirmación que posteriormente hizo Satanás: “positivamente, no morirán”. Porque lo anterior, es lo que nos dice la lógica y el sentido común, porque veamos: si Adán no hubiera pecado, tenía ante sí el seguir viviendo eternamente, ya que su perspectiva de vida estaba condicionada a la obediencia, luego solo con mantenerse en esa línea de obediencia …… asunto resuelto. Por lo tanto, solo un razonamiento lógico ya nos lleva a la conclusión de que por contra, de la no obediencia solo podía resultar y hablando en términos equitativos, todo lo opuesto, o sea: muerte eterna. Y es que no se entiende otra cosa, se diga lo que diga y de la manera que se diga; porque fíjense de qué forma tan curiosa, se intenta poner en un mismo plano de responsabilidad al delincuente y a sus víctimas para fijar la idea de que todos los humanos seremos receptores de los beneficios del rescate de Cristo (Adán y Eva incluidos), en un párrafo que transcribimos del artículo “¿Qué tipo de pecado cometieron Adán y Eva?”. En el mismo y en su segundo subtema, expuesto a modo de pregunta, se plantea la siguiente cuestión:

¿Por qué, nosotros, los descendientes de Adán y Eva, tenemos que sufrir las consecuencias del pecado que cometieron ellos? (Negritas nuestras).

Y ahora vean, queridos lectores, el sorprendente e incomprensible argumento que como respuesta a esa pregunta y en defensa de su teoría, da el autor de la misma:

Mi respuesta es: Porque ellos representaban a toda la Humanidad, su equivocada elección convirtió el mundo feliz del Edén en un mundo inhóspito u hostil en el que “un hombre es un lobo para otro hombre.

Cuando nombramos a alguien para que nos represente, su actuación y logros que se deriven de su conducta o de su gestión, ya sea buena o mala, de alguna forma, también nos afectarán a nosotros, los representados. Para bien o para mal, sufriremos o nos beneficiaremos de las consecuencias que produzcan los actos y decisiones de nuestros representantes y, también, se nos hará responsables por imputación.” (Negritas nuestras).

Y convendrán con nosotros, lo absurdo de tan extraño e inverosímil planteamiento y por lo que no tenemos más remedio que negar la mayor: y es que la humanidad no eligió a Adán y Eva como sus representantes…… luego ¿de qué nos está hablando, ese señor? En todo caso y de tomarnos en serio tal planteamiento, que ya es mucho pedir, el error sería de quién creó a Adán y Eva y no de una humanidad que aún no existía. Luego y rogamos se nos disculpe, pero el planteamiento transcrito, como disparate, no está nada mal; porque la realidad es que nuestros primeros padres (pecado incluido), nos fueron impuestos y sin tener la oportunidad de elegir por nosotros mismos, la oportuna respuesta que se debía dar a Satanás y lo cual cambia radicalmente las cosas. Porque el hecho de que partiendo de un Paraíso, como era la Tierra en un principio, las cosas degeneraran hasta lo que hoy lamentablemente tenemos, no es consecuencia de una mala elección de la que de forma tan incomprensible se nos quiere responsabilizar, sino de la actitud rebelde y desobediente de nuestros primeros padres, de la que nosotros no tenemos ninguna culpa, ya que nosotros no los elegimos para que nos representaran y por lo tanto, no somos responsables subsidiarios de nada.

Luego estaríamos hablando de dos planos diametralmente opuestos: por una parte, Adán y Eva como responsables directos y únicos del estropicio producido y por la otra, la humanidad como víctima inocente del mal causado. Por lo tanto, el razonamiento que se nos ha dado queda absolutamente invalidado, porque nos está hablando de un supuesto que para nada tiene relación con el caso que nos ocupa y que, lógicamente, no hace sino desvirtuar aún más si cabe, una ya más que dudosa e incomprensible teoría, acerca de una futura resurrección de Adán y Eva. Otra cosa es que por razones de herencia genética, sus descendientes hayamos heredado la imperfección y con ella sus nefastas consecuencias, que tienen la muerte física como final; pero sin que ello, obviamente, nos haga culpables por acción de nada en absoluto, como lo prueban las palabras de Pablo:

Por eso, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte mediante el pecado……” (Rom. 5:12).

Entonces y en absoluta justicia, en cumplimiento de su inmutable palabra (Gén. 2:17), Jehová castiga a la muerte eterna a esos dos primeros desobedientes rebeldes, que tanto daño hicieron con su irresponsable actitud y al grado, que el mismo Dios Soberano tuvo que entregar a su propio Hijo en sacrifico, para reparar el mal causado. Y destrucción eterna que está refrendada por lo que se lee en 2 Ped. 2:4-10 y en donde se pone en un mismo plano de igualdad, tanto a esos ángeles pecadores, como a las víctimas del diluvio, o las de Sodoma y Gomorra, así como a las futuras de la gran tribulación y por extensión, a nuestros primeros padres, sujetos directos también de un juicio divino.
Dicho esto, preguntémonos ¿cuál fue el pecado de esos ángeles y que les llevó a ser guardados para destrucción eterna? Bien, eso se nos explica en la carta de Judas, en su verso 6:

Y a los ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación, los ha reservado con cadenas sempiternas bajo densa oscuridad para el juicio del gran día.”

Luego es obvio que la desobediencia y posterior rebelión (Gén. 6:1-4) de esos seres angélicos, fueron la causa de que el Altísimo tomara tan drástica decisión…… pero es que resulta que Adán y Eva cometieron el mismo pecado, luego ¿por qué no tenían que experimentar idéntico castigo, tal como parece poner en cuestión el Sr. Aracil? Y lo cual nos lleva a otro planteamiento erróneo de ese caballero, ya que vean el razonamiento que nos hace del pasaje de 2 Ped. 2:4, que acabamos de señalar:

Puesto que es evidente la superioridad de las criaturas celestiales, que son seres espirituales dotados de gran inteligencia y poder, con respecto a Adán y Eva, seres humanos, inferiores en todos los aspectos por naturaleza, hechos de carne y hueso, no podemos inferir, por tanto, que a éstos les corresponda el mismo destino que sufrirán aquéllos. Máxime cuando la Palabra de Dios, que yo sepa, no afirma nada al respecto sino que por el contrario da entender que la Primera Pareja tuvo la misma oportunidad de redención que sus descendientes.” (Negritas nuestras).

Y empezando por el final de este párrafo transcrito (que subdividiremos en tres partes), se nos tendría que explicar dónde, en la Palabra de Dios, se nos da a entender de forma seria, clara y objetiva (obviamente requisitos necesarios para sustentar tan seria enseñanza), que a la primera pareja humana le fue dada la misma oportunidad que a sus descendientes. Y siendo el caso, según propia afirmación de D. Carlos y respondiendo a una pregunta que en su momento ya le formulamos en ese sentido, que en ningún lugar de las Escrituras, se nos hace semejante afirmación. Eso nos decía el Sr. Aracil:

Sin duda que una declaración enunciada con esas palabras y la claridad con la que tú lo expresas, no existe en las Sagradas Escrituras, ni esperes encontrarla.” (Negritas nuestras).

Luego si no existe una clara afirmación al respecto, es sencillamente impresentable formular una enseñanza de este calado, apoyándose solo en una interesada interpretación sobre un texto no demasiado claro, pero del que sin embargo, incomprensiblemente, se saca una “lógica” conclusión y que a tenor del contenido del mismo, es cualquier cosa menos lógica. Pero no solo es que no haya una afirmación clara sobre el particular, sino que muy al contrario, ya el mismo texto que se usa como soporte sobre el cual estructurar el planteamiento o teoría que estamos analizando (si serán resucitados Adán y Eva o no), Gen. 3:15, no dice nada que mínimamente se parezca, a lo que nos intenta hacer creer el autor de dicha enseñanza en el sentido y como ya antes hemos señalado, de que “nada más pecar, Adán y Eva recibieron la promesa de Dios de que obtendrían la victoria sobre el pecado y el mal a través de Jesucristo”. Y es que por mucho que nos esforcemos, no vemos semejante promesa de una futura restauración personal de los citados personajes, por ningún lado en las palabras del mismo:

Y pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón.”

Y que ahí no existe ninguna promesa de restauración futura para Adán y Eva, queda perfectamente a la vista y hasta tal grado es así, que el propio autor en su artículo reconoce (como hemos dicho y aunque intente matizarlo un poco), que el citado texto “es algo oscuro”…… pero que sin embargo, añadimos nosotros, ello no es óbice para que dicho caballero se saque de la manga una “deducción lógica” a partir del mismo y nos hable de una promesa que no aparece por ningún lado en dicho pasaje…... ni en ningún otro lugar de las Escrituras. Por otra parte y ya como segunda cuestión, vemos que contrario a la afirmación del párrafo transcrito al que estamos haciendo referencia, en el sentido de que la Palabra de Dios, no afirma nada sobre que nuestros primeros padres correrán la misma suerte de esos seres angélicos rebeldes, tenemos que rectificarle en el sentido de que sí lo dice: porque en el contexto general de las Escrituras, queda perfectamente claro que todos aquellos seres vivos, sin excepción, que han sido objeto de un juicio divino adverso del Altísimo, han sido o serán, destruidos eternamente y tal como hemos dejado fehacientemente probado, mediante los textos hasta el momento usados en este artículo…… y cuestión en la que incidiremos de nuevo al término del mismo.

Y como tercera y última referencia al citado párrafo transcrito y partiendo de lo que el Sr. Aracil interpreta del pasaje de 2 Ped. 2:4-10, en el sentido de una supuesta superioridad de esos seres angélicos sobre Adán y Eva y a los que el citado caballero, nos pinta como frágiles y débiles criaturas, fácilmente manejables en manos satánicas. Y lo cual denota, por parte de dicho autor, cierto desconocimiento de lo que está hablando, ya que queda claro y tal como hemos señalado, que dicho pasaje de la carta de Pedro, coloca en un plano de total igualdad a ángeles y seres humanos. Porque el caso y totalmente contrario a la afirmación de D. Carlos, es que no había absolutamente ninguna diferencia en el tema que nos ocupa y cuando se mira desde la óptica adecuada, porque veamos: tanto los unos (ángeles) como los otros (Adán y Eva), eran perfectos hijos de Dios, dotados de los atributos y poderes necesarios para moverse en el entorno y propósito para el que habían sido diseñados. Tanto es así, que Adán, hecho “a la imagen y semejanza” de su Creador, era un poderoso hijo de Dios capaz de reflejar los atributos divinos como el amor, la justicia, la sabiduría y por supuesto, poder.

Es cierto, por otra parte, que los ángeles podían materializarse o desmaterializarse a voluntad, podían volar, podían trasladarse distancias inverosímiles al instante. Bien, de acuerdo…… pero eso no es de lo que estamos tratando, ya que la cuestión tiene que ver, no con las capacidades poderosas que poseían esas respectivas criaturas, obviamente distintas y claramente diferenciadas, sino con las normas morales y en las que todos eran iguales: todos estaban sujetos a la obediencia a su Creador y todos tenían el mismo libre albedrío para tomar las decisiones que consideraran oportunas y por eso en las Escrituras y como hemos visto en 2 Ped. 2:4-10, esos ángeles son puestos en un mismo plano de igualdad con el hombre: porque la razón del castigo no tenía que ver con el poder, sino con la actitud. Y es que de no ser así y si el poder hubiera estado envuelto en el asunto, Jehová jamás habría puesto ante Adán la siguiente cuestión:

Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.” (Gen. 2:16-17).

Luego es obvio que si Jehová le impuso este mandato a nuestro primer padre, es porque estaba en condiciones de obedecerlo: o sea, tenía el suficiente poder para hacerlo. Y es que fue en ese campo moral de la obediencia y la sujeción y en el que todos los implicados estaban en un mismo plano de igualdad ante su Creador, en el que se produjo la rebelión y que nada tiene que ver con los respectivos poderes de cada cual, sino con la actitud de sujeción a su Creador. Y prueba de esa igualdad de responsabilidad moral ante Jehová, es que la rebelión no se inicio en el ser humano, sino en un ser angélico y rebelión a la que Adán, en uso de su derecho al libre albedrio y cuando podía perfectamente haber permanecido fiel a su Padre Celestial, optó voluntaria y libremente sumarse a ella. Porque el caso es que ni Satanás con todo su poder, podía obligarle a pecar y prueba de ello, es cómo este maligno personaje planteo la cuestión: mediante el sibilino y torticero engaño y no usando su reconocido e innegable poder. Y que ello es tal cual lo afirmamos, se deduce leyendo con atención las reveladoras palabras de Jehová, registradas en Gen. 3:17 y en las cuales se pone de manifiesto, la verdadera razón de la conducta pecaminosa de Adán y que no fue, como nos pretende dar a entender el Sr. Aracil en su argumento, consecuencia del sobrehumano y abrumador poder de Satanás sobre nuestro primer antepasado:

Y al hombre dijo: Porque obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te mandé diciendo: "No comas de él", sea maldita la tierra por tu causa. Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.”

Luego queda claro y en propia declaración del Altísimo, que nada tuvo que ver en el caso el extraordinario poder de Satanás sobre Adán, sino la debilidad de éste con respecto de su esposa, ya que cuando tuvo que elegir entre “obedecer” (“escuchar” según versiones) la voz del Altísimo (el mandato recibido) o plegarse a las exigencias de su esposa y por extensión, someterse al principal opositor de Jehová (Satanás), eligió la peor opción posible y que le llevó a cometer el gravísimo pecado que sumió a la humanidad, en una condena a muerte sin remisión. Porque además, tampoco es cierto lo que nos dice el autor en cuestión, en otra afirmación errónea y ya es la tercera que le corregimos, en el sentido de que Adán y Eva “cuando se dieron cuenta de que habían sido engañados al dar más crédito a la criatura que a Dios……”, cuando es el caso de que la Escritura claramente nos dice que Adán no fue en ningún momento engañado:

También, Adán no fue engañado, sino que la mujer fue cabalmente engañada y llegó a estar en transgresión.” (1 Tim. 2:14).

Por lo tanto, si Adán no fue engañado, estamos hablando de un pecado deliberado y voluntario del primer hombre contra su Creador, ya que el personaje en cuestión, era un perfecto “hijo de Dios” y por tanto, totalmente responsable de su decisión, como cualquiera de los ángeles (Job 38:7) que fueron posteriormente arrastrados por Satanás en su rebelión y por ello, condenados a destrucción eterna. Y extremo que el propio D. Carlos nos confirma, en las siguientes palabras, transcritas de su artículo:

Ambos, en lugar de reconocer su culpa y responsabilidad en el acto libre que realizaron, puesto que no hubo ninguna coacción interna o externa, indirectamente y sutilmente responsabilizan a Dios.” (Negritas nuestras).

Luego blanco y en botella, D. Carlos: puesto que todos cometieron el mismo pecado, un acto de rebelión y desobediencia a Dios y puesto que todos estaban en el mismo grado de responsabilidad ante Jehová, todos tienen que recibir el mismo castigo. Y en total contraste con los descendientes de Adán, que como claramente afirmó Pablo, fuimos “vendidos” (por Adán) al pecado (Rom. 7:14) y a los que sí nos aplica, la promesa del rescate o pacto de “recompra”, registrada en Gen. 3:15 y que se fue sustanciando en el tiempo. Por lo tanto, es un puro disparate colocar a Adán y Eva en el mismo plano que sus descendientes, porque mientras los primeros actuaron libre y voluntariamente, los segundos pasaron a estar condicionados, desde el mismo momento de su nacimiento, por la imperfección heredada. Por ello, de este proceso de “recompra”, no puede beneficiarse Adán, porque él no fue “vendido”, sino que fue el que vendió a su descendencia al pecado y la muerte, al someterse de forma consciente (conocía las consecuencias) a los requerimientos de su esposa.

Pero veamos otro detalle que contradice la afirmación del citado caballero, de que en Gén. 3:15, se registra la promesa de Jehová a Adán y Eva en el sentido, de que se les concedería una nueva oportunidad; para ello, leamos en primer lugar, el relato de como se produjeron los hechos:

Y Jehová Dios procedió a decir a la serpiente: “Porque has hecho esta cosa, tú eres la maldita de entre todos los animales domésticos y de entre todas las bestias salvajes del campo. Sobre tu vientre irás y polvo es lo que comerás todos los días de tu vida. 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu descendencia y la descendencia de ella. Él te magullará en la cabeza y tú le magullarás en el talón”.

16 A la mujer dijo: “Aumentaré en gran manera el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos y tu deseo vehemente será por tu esposo y él te dominará”.

17 Y a Adán dijo: “Porque escuchaste la voz de tu esposa y te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este mandato: “No debes comer de él”, maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. 18 Y espinos y cardos hará crecer para ti y tienes que comer la vegetación del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.” (Gén. 3:14-19).

Bien, leído esto, pasemos a analizar la secuencia: se habrán dado cuenta de que las palabras del versículo 15 y que según dicho autor, van dirigidas a Adán y Eva y en donde supuestamente se halla la promesa de restauración, se pronuncian a continuación de la maldición de Jehová sobre la serpiente y palabras (las del versículo 15) que continúan siendo dirigidas a la serpiente o en su defecto, al personaje tras ella y no dirigidas a Adán y Eva. También notaran, que solo después de pronunciadas esas palabras y terminar su alegato a la serpiente, fue cuando Jehová se dirige a sus primeras y desobedientes criaturas y pronuncia la maldición o sentencia sobre ellas (versos 16-19). Luego vemos que Jehová, deja perfectamente clara la cuestión, al iniciar y cerrar su discurso a nuestros primeros padres, con palabras de maldición o castigo y no con palabras de esperanza y que no les había dirigido tampoco antes de sus palabras de condena. Y es que lejos del planteamiento o teoría del Sr. Aracil, queda claro Gén. 3:15, no es de ninguna manera una promesa de restauración a la vida, dirigida personalmente a nuestros primeros padres, sino la esperanzadora afirmación personalizada en sus descendientes (lo cual excluía a Adán y Eva), de que Jehová estaba dispuesto a tomar acción directa y a reconducir la situación a su estado anterior al pecado. Y analicemos ahora, una expresión muy clarificadora y a la que da mucho protagonismo dicho autor: una segunda oportunidad.

Ahora bien ¿de qué estaríamos hablando, con esa expresión? Para averiguarlo, recordemos una afirmación del propio D. Carlos, en el sentido de que “por supuesto que Adán y Eva y todos sus descendientes tuvieron una segunda oportunidad” y que pueden ustedes leer al inicio del segundo párrafo del último subtema “¿No tuvieron Adán y Eva una segunda oportunidad......?”, del artículo “¿Qué tipo de pecado cometieron Adán y Eva?” Y en donde de nuevo, tenemos que negarle la mayor, ya que de ninguna manera se puede hablar para los descendientes de Adán, de una segunda oportunidad, ya que no hemos tenido ninguna (hay que ser más riguroso en los detalles, querido amigo Carlos, si queremos ser creíbles); ahora bien, veamos cuál fue la oportunidad que se perdió. Pues bien, según una frase del mismo autor y con la que estamos de acuerdo, leemos lo siguiente: “Dios no castiga la curiosidad sino la infidelidad y deslealtad.” Luego está claro, que la oportunidad perdida tenía que ver, con el no haber guardado, por parte de Adán y Eva, la debida fidelidad y lealtad a su Creador, cuando estas fueron puestas a prueba; pues bien, con eso en mente, pasemos a la siguiente y resumida reflexión:

El propósito declarado de Jehová, tiene que ver, según Hech. 3:21, con “la restauración de todas las cosas” y que solo puede significar, devolver el estado de las cosas a la misma situación que existía en los días de Adán y Eva, antes del pecado. Una vez conseguido eso y ya al término de los mil años de gobierno milenario, ocurre lo siguiente:

Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión 8 y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de estos es como la arena del mar.” (Rev. 20:7-8).

Ahora bien ¿para qué mantuvo guardado Jehová a Satanás durante esos mil años y con qué finalidad, lo suelta por un espacio de tiempo? Pues sencillamente para que cada miembro de la humanidad, ya gozando de las mismas poderosas cualidades y perfección de las que gozaron Adán y Eva en su momento, afronten de nuevo el reto de Satanás y tengan la oportunidad de decidir por sí mismos y no otros en su lugar (Adán y Eva), si guardan la debida fidelidad y lealtad a su Creador o por el contrario y al igual que nuestros primeros padres, sucumban a las artimañas mentirosas del taimado archi-enemigo del Altísimo y Soberano Señor del Universo, Jehová Dios. Y dejando así, de una vez para siempre, dilucidada la cuestión de la Soberanía Universal y puesta en tela de juicio por Satanás en el episodio del Paraíso. El registro escrito ya nos advierte, que los que manifestarán la misma actitud rebelde de Adán y Eva, serán numerosos “como la arena del mar” y que su final, será la destrucción eterna:

“…… El número de estos es como la arena del mar. 9 Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo y los devoró.” (Rev. 20:8-9).

Luego vemos que serán destruidos por el propio Jehová y por el mismo pecado que cometieron Adán y Eva: desobediencia y rebeldía. Entonces lo que hemos presenciado, a caballo de nuestra imaginación, ha sido la oportunidad que Jehová dará a todos aquellos que no la tuvieron (los descendientes de Adán y Eva), de serle fieles ante cualquier presión o engaño y recibir, en el caso de los que la aprovechen, el premio de poder vivir eternamente; mientras que los que al igual que nuestros primeros padres, se rebelen contra Él, sufrirán por el contrario y en justa retribución, lo opuesto y que es destrucción eterna. Luego si así suceden las cosas (y así suceden, porque así está escrito) con los que transgredan contra Dios a la manera de nuestros primeros padres ¿qué le hace suponer al Sr. Aracil, que Adán y Eva recibieran en su momento, un trato distinto, de un Dios inmutable en su justicia y en el que no existe “la variación del giro de la sombra” (Sant. 1:17)? Dicho de otra manera ¿por qué tendría que castigar con la destrucción eterna, a los que en este último enfrentamiento con Satanás, sucumban a sus engaños, si no lo hizo (según D. Carlos) con sus antepasados Adán y Eva, en idénticas circunstancias (perfección total) y por exactamente el mismo delito? ¿Nos podría explicar de qué manera se come esto, el autor de la teoría que estamos analizando?

Pero nuestro buen amigo comete otro error en su planteamiento y que solo mencionamos como mera curiosidad, pero que no deja de ser en definitiva, un error de entendimiento en las Escrituras y que por lo tanto, continúa restando credibilidad a su teoría y que en el caso que nos ocupa, es acerca de esa supuesta nueva oportunidad “prometida” por Jehová a la primera pareja humana. Veamos: en el artículo “¿Tuvieron Adán y Eva acceso al sacrificio redentor de Cristo?”, se nos dice lo siguiente y refiriéndose a los muertos por el diluvio y a los de Sodoma y Gomorra:

Querido Armando, no puedes comparar de ninguna manera a Adán y Eva con los habitantes de Sodoma y Gomorra que estaban completamente corrompidos y depravados, y además está muy claro que no se arrepintieron, pues era tanta su maldad, como la de los antidiluvianos, que fueron ejecutados con el diluvio, y aquéllos con fuego, como símbolo de lo que ocurrirá al final del mundo con todos los impíos y desobedientes a la Palabra de Dios.Todos éstos resucitarán para condenación, o juicio, como dicen otras versiones de la Biblia (Juan 5:28,29). Parece que olvidas, que hay una resurrección de justos para vida eterna, y otra para los malvados pero cuyo destino es el juicio y luego la destrucción eterna, como bien dices (Hechos 24:15).” (Negritas nuestras).

Luego obviamente para dicho caballero, Adán y Eva no pertenecen al grupo de “todos estos” que resucitarán para condenación. Pero en primer lugar y refiriéndonos a asunto de las resurrecciones, ya nos disculpará el Sr. Aracil, pero más que nosotros olvidarnos de las mismas, tal parece que es él el que no tiene demasiado claro lo que nos está diciendo, porque veamos y sin querer profundizar en el tema: de entrada y si como hemos visto, esas personas muertas en el diluvio o en Sodoma y Gomorra, ya fueron destruidas eternamente (ver Judas 7) ¿cómo pueden ser levantadas en una resurrección posterior, si su destrucción fue eterna? ¿O es que los textos que hemos citado para demostrar que los que mueren por un juicio de Jehová, ya no resucitan (pues han sido destruidos), no nos dicen lo que nosotros entendemos que dicen? Pero es que además ¿cómo se puede pretender, que se les resucite para ser sometidas a un juicio de condenación en justa retribución por sus fechorías anteriores (suponemos), si por las mismas es por las que ya fueron juzgadas en su momento, condenadas y ejecutadas? ¿O es que Jehová pretende juzgarlas dos veces por el mismo delito? Luego la deducción lógica, es que no serán resucitadas de ninguna manera, porque ya pagaron por sus respectivos pecados cuando fueron destruidas en su momento y de manera definitiva por decisión de Jehová y por lo tanto, sin posibilidad de cualquier tipo de resurrección. Y es que nos tememos y a tenor de un artículo posterior de D. Carlos y sobre el que en breve diremos algo, que demasiada idea acerca de qué va el tema de la resurrección, no parece tener.

Y que ello parece ser así, se deduce de otra extraña derivada de su afirmación en el sentido que Adán y Eva, no pertenecen (como asegura D. Carlos) a ese grupo de personas destinadas a la resurrección de condenación y que nos pone ante con otro punto de conflicto, porque veamos: la resurrección para vida y que recibe este nombre, porque la muerte segunda ya no tiene autoridad sobre aquellos que en ella participan, es la que se denomina como primera resurrección y en la que solo participan los que junto a Cristo, han de gobernar en el reino, según Rev. 20:6:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”

Y es obvio que Adán y Eva, puesto que son personas que necesitan de una segunda oportunidad, no pueden levantarse en esa primera resurrección, ya que en ella solo participan aquellos que, a diferencia de nuestros primeros padres que fueron derrotados por Satanás (de ahí esa supuesta segunda oportunidad), ellos le han vencido en toda regla y al igual que Jesús, a tan cruel enemigo:

Al que venza, le concederé sentarse conmigo en mi trono, así como yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.” (Rev. 3:21).

Entonces, si no se levantan en la segunda resurrección para condenación, según nos asegura D. Carlos, pero resulta que tampoco lo pueden hacer en la primera, porque no han vencido y Jesús fue muy claro en cuanto a eso ¿dónde los colocamos entonces, Sr. Aracil? ¿En dónde y de qué manera, según usted, es que recibirán una segunda oportunidad? ¿O será que tenemos nosotros razón y sencillamente, no está contemplado en las Escrituras el que hayan de resucitar? Pero además, D. Carlos nos decía lo siguiente, ya al final del escrito que nos dirigió:

Por último, si con los siguientes textos no cambiáis vuestro enfoque en este asunto, “podéis ir en paz”; es sólo una pequeña broma, quiero decir, que ya no me quedan más recursos ni estoy dispuesto a tratar de seguir buscándolos, pues yo lo tengo muy claro.” (Negritas nuestras).

Y como broma y expresión coloquial, entendemos por supuesto esas palabras ¡faltaría más! Ahora bien, volviendo al tema que nos ocupa y siendo que lo tiene tan claro nuestro buen amigo, lo cual celebramos, haber como resuelve esta “pequeña” cuestión: imaginemos que Jehová les concediera a esas dos primeras criaturas, participar de esa primera resurrección y lo cual obviamente, nada tendría de segunda oportunidad, ya que los que en ella se levantan, lo hacen como inmortales y perfectos Hijos de Dios, probados en todo extremo por Satanás y por supuesto (y contrario a Adán, que para más inri era perfecto, a diferencia de los Pedro, Pablo, Juan, etc.), vencedores. Luego vemos que lo que Jehová haría y contradiciéndose a sí mismo en la supuesta promesa de Gén. 3:15, de una segunda oportunidad, sería perdonarlos y resucitarlos sin más a la vida eterna y dándose la paradoja además, que habiendo sido los verdaderos culpables de la brutal muerte de Jesucristo, llegarían a gobernar con Él en calidad de reyes y sacerdotes y que es lo que conlleva la resurrección de vida o primera resurrección (Rev. 20:6). Y lo cual significaría que Jehová actuaría injustamente, al dar el mismo premio a los que vencieron en su lucha con Satanás, como a los que perdieron en dicha batalla y que partían de mejores posiciones, ya que eran perfectos. Sin contar por supuesto, que el propio Jehová, habría dejado a su Hijo Jesucristo como un mentiroso, al decir aquello de que: “Al que venza, le concederé sentarse conmigo en mi trono, así como yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.” (Rev. 2:21). Y es que unos que no vencieron, sino que perdieron miserablemente, también se sentarían con Él en el trono.

Pero es que además, se produciría otra circunstancia, que solo por lógica y sentido común, hacen de la teoría o planteamiento que se nos formula, un puro dislate. Y como ya hemos dicho con anterioridad, la mejor fórmula de saber si un planteamiento es correcto o no, es permitiendo su desarrollo y haber en qué acaba la cosa y el asunto acabaría, en este caso…… dándole la razón a Satanás. Porque veamos: ¿cuál fue la afirmación de Satanás a Eva?: “si comen no morirán”, mientras que Jehová había dicho “si comen, positivamente morirán”, exactamente todo lo contrario. Pues bien, si la cosa fuera como nos afirma dicho caballero y efectivamente, Adán y Eva participaran de la primera resurrección y accedieran a la vida eterna (de la segunda para destrucción, ya nos ha asegurado D. Carlos, que no participarán de ella), Satanás sencillamente tendría razón, ya que Adán y Eva continuarían viviendo. Por lo tanto, Satanás en su afirmación de “no morirán”, sencillamente habría dicho la verdad; luego Jehová no podría actuar contra él, porque se demostraría que en sus afirmaciones tenía razón y consecuentemente…… ¿continuamos querido amigo, o lo dejamos en que su teoría es un puro disparate? Por cierto D. Carlos ¿para cuándo, según usted, se produce esa segunda resurrección de juicio y condenación?

Pues bien, manifestada nuestra opinión, quedamos a la espera de que D. Carlos tenga a bien reconsiderar el tema y responderlo, si así lo cree oportuno. Y en cuanto ustedes queridos lectores, pues ya lo saben: busquen, comparen…… y saquen sus propias conclusiones. Y es que nosotros…… también nos podemos equivocar.

MABEL

No hay comentarios:

Publicar un comentario