viernes, 12 de febrero de 2016

¡Diez años después……!


¿Se acuerdan ustedes del Sr. Al Gore, aquél ex-vicepresidente de EE.UU. que en su momento publicó un documental prediciendo un inmediato fin del mundo, como consecuencia de la alteración del medio ambiente provocada por el hombre y que conocemos coloquialmente como “el cambio climático”? Afirmación que en su momento tuvo un eco inusitado en todo el orbe y que aparte de hacer más rico al autor de la misma, poca o ninguna repercusión tuvo en los gobiernos del mundo, mientras que como es costumbre en el ser humano y pasada la efervescencia del momento, poco tardó esa advertencia a ingresar en el baúl de los recuerdos. El tema que les estamos presentando hoy, viene a cuento de un artículo que apareció en un medio de información no hace mucho y cuyo autor titulaba de la siguiente manera: “Se cumplen diez años desde que Al Gore predijera que el mundo se acabaría en diez años”; en el mismo se hacía alusión al documental citado y que bajo el titular “Una verdad incómoda” sacó a la luz el Sr. Al Gore un 6 de Enero del 2006…… el tiempo inexorablemente ha ido pasando y el pasado día 6 de Enero del recién iniciado año 2016 se cumplieron los diez años de tan apocalíptica afirmación, sin que el mundo se haya acabado y sin que la cosas, aparentemente, hayan sufrido un cambio sustancial.

Luego al entender del “personal”, no estaríamos más que ante un oportunista que supo aprovechar el momento y se “forró” al hilo de una inquietud generalizada que en ese momento pendía sobre la opinión pública y que el tiempo, como a tantos otros timadores, ha desenmascarado…… pero es que la cuestión y como reconoce el propio autor del artículo mencionado y a lo largo del mismo, tiene que ver con el hecho de que lo que dijo el ex-alto cargo de la administración estadounidense no fue eso, sino esto otro:

Si en una década el hombre no toma medidas drásticas en la actual deriva de contaminación del medio ambiente, el mundo llegará en diez años a un punto sin retorno y a partir del cual, se entrará en un proceso de rápida degeneración que concluirá en una trágica extinción de la vida sobre el planeta.” (Negritas nuestras).

Y todas las informaciones que tenemos hoy a nuestro alcance sobre el tema, no hacen sino el contrastar la veracidad del susodicho razonamiento, pues si las resumimos en titulares (todos ellos procedentes de artículos publicados en distintos medios de comunicación) y por aquello de abreviar, nos encontramos con lo siguiente:

-El “Niño” y el cambio climático, responsables del calentamiento global.

-El año 2015 fue el más cálido jamás registrado en la Tierra y con tendencia a superarse en 2016.

-Brutales sequías alrededor del mundo.

-Los océanos se vacían de peces a velocidad récord.

-Brutal aumento poblacional, se contrapone a la disminución de recursos alimenticios, así como de
agua potable.

-Los depósitos de agua potable se reducen a marchas forzadas: acuíferos se agotan o contaminan y los glaciares desaparecen.

-Se extinguen los bancos de pesca en nuestros océanos.

Súmenle a ello, la brutal inestabilidad política existente, fundamentalmente en Oriente Medio y Asia, que tiene a muchos de sus actores al borde de la guerra nuclear y en donde tal parece que EE.UU. es la “estrella invitada”…… en todo caso, lo que queda patente es la impotencia del hombre para poner orden en este caos y circunstancia que queda perfectamente reflejada en la siguiente máxima bíblica:

Todo esto he visto y hubo un aplicar mi corazón a toda obra que se ha hecho bajo el sol, durante el tiempo que el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo.” (Ecle. 8:9).

Claramente deja evidenciado este pasaje, que los actuales males del hombre son causados por este y no porque la naturaleza de pronto se haya vuelto loca; no pasemos por alto que hasta no hace mucho, los ciclos de la tierra respondían perfectamente a unas pautas marcadas en su momento por nuestro Creador, en el sentido de que “todos los días que continúe la tierra, nunca cesarán siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno y día y noche.” (Gén. 8:22)…… o lo que es lo mismo, una regulación perfecta y equilibrada de las estaciones y que nada tenía que ver con las circunstancias desequilibrantes a las que nos enfrentamos en nuestros días.

Sin embargo, la realidad del día a día nos pone al tanto de lo veraz del vaticinio expresado hace diez años por el Sr. Al Gore, en el sentido que la deriva medio ambiental provocada por el ser humano ha entrado en un punto sin retorno y que el colapso del planeta es solo cuestión de tiempo. No obstante, lo realmente sorprendente del caso es que no fue el personaje señalado el que dio el primer aviso de tan peligrosa situación, sino que tal advertencia ya se produjo casi 2.000 años atrás en el tiempo y cuando ni por asomo podía pasar por la cabeza del ser humano, el que de alguna manera pudiera éste influir en la alteración del entorno medioambiental…… de hecho, tuvieron que pasar cerca de 1.600 años para que se empezara a gestar dicha situación y que inició con la invención de la máquina de vapor (como punto de partida de la llamada “revolución industrial”), como el primer paso de una nefasta deriva que de forma progresiva nos ha llevado al ya irresoluble problema actual; pero volviendo a donde estábamos, tenemos que la primera advertencia de que lo cosa iría de mal en peor, la encontramos ya en una profecía dirigida a nuestros tiempos:

Pero las naciones se airaron y vino tu propia ira y el tiempo señalado para que los muertos sean juzgados, para dar su galardón a tus esclavos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18).

Luego cuestión que ya se contemplaba también en el pasaje citado de Ecle. 8:9, pues la situación actual es la resultante directa del mal gobierno ejercido por el hombre que, víctima de su egoísmo (1Tim. 6:10), se ha lanzado por la senda del tener cada día más riquezas los ricos y poderosos (los menos), a costa de los pobres (la inmensa mayoría de la población), creando una era de consumismo desaforado que arrambla con todo y que ha sido determinante para llegar a esta lenta, pero inexorable, agonía de la vida como tal en la tierra y que es a lo que nos enfrentamos, por muchas soluciones que ahora pretendan encontrar los gobiernos mundiales a dicha situación…… sencillamente, el problema se les ha escapado de las manos y como señaló el Sr. Al Gore hace diez años, la deriva es irreversible.

Pero si han leído con atención ese pasaje de Rev. 11:18, habrán notado que el mensaje subliminal que se nos quiere comunicar es que para Jehová Dios el problema es perfectamente resoluble, pues todo se reduce a eliminar la causa, eso es, a aquellos que son los responsables de dicho estropicio, a reparar el daño causado por estos, pues Él tiene el poder para hacerlo y…… ¡aquí paz y después gloria! Porque no pasemos por alto, por otra parte, que hace también unos 2.000 años que se nos prometió una “restauración de todas las cosas” como consecuencia del regreso de Jesucristo a la tierra y ello durante un tiempo que en las Escrituras se denomina como “el reino de Dios” y anuncio del cual, fue el objetivo fundamental de la primera venida de Jesús a esta:

Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado”.” (Luc. 4:43).

Ahora bien ¿en qué consistirá o, mejor dicho, qué cosas en concreto serán restauradas durante ese periodo de gobierno del reino de Dios? Por otra parte ¿para cuándo podemos esperar dicho advenimiento y que llegue a tiempo de reparar el tremendo daño causado al planeta? Ambas preguntas, tienen su respuesta en las palabras de Hech. 3:20-21:

“… y para que él (Jehová Dios) envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Acotación nuestra).

Noten en primer lugar, la interrelación existente entre el regreso de Cristo y la “restauración” anunciada y lo que coloca a esta dentro del período de mil años de gobernación del Hijo de Dios sobre la tierra; hecha esta matización, veamos ahora que cosas son la que Dios habló por boca de sus profeta de tiempo antiguo, como cosas a ser restauradas y, repetimos, durante el período de mil años de gobierno de Jesucristo…… y entre las que destaca entre otras, la que se refiere el tema del medio ambiente, dado que es el tema que da origen a este escrito:

“… pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros.” (Isa. 35:6b-7).

Es obvio, entonces, que el aspecto medioambiental tendrá su protagonismo en la restauración prometida…… de hecho, lo que le prometió Jesús al delincuente que moría a su lado, es que estaría con él en un “paraíso” (Luc. 23:43) y que es totalmente lo contrario de lo que vemos hoy en la tierra; pero veamos más cosas que dijeron los profetas que tendrían que ser restauradas durante el reinado milenario de Cristo y que ya tienen que ver más con el cuerpo humano:

En aquel tiempo (eso es, a partir del momento en que Jesucristo tome posesión del gobierno del reino de Dios) los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría...”. (Isa. 35:5-6). (Acotación nuestra).

Restauración que tiene que ver también con la total eliminación de las enfermedades:

Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error (recordemos que las enfermedades son resultado del pecado heredado).” (Isa. 33:24). (Acotación nuestra).

Por otra parte, esto es lo que nos dijeron esos “profetas de tiempo antiguo” y voceros del Dios Altísimo, acerca de la vejez, que tanto nos limita y que es la antesala de la muerte:

Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).

O lo que es lo mismo, que la persona anciana y decrépita retroceda en el tiempo en cuanto a lo físico y sea devuelta (o “restaurada”) a los momentos de su máximo esplendor juvenil, tanto en lozanía como en vigor (ver nuestro escrito del 09/04/12); pero veamos más de lo que se nos dijo por medio de esos “profetas de tiempo antiguo” y ello, repetimos, para el momento en que (según se lee en Hech. 3:20-21), Cristo regrese a la tierra para empezar a reinar en ella y en este caso ya relacionado con lo que Jehová hará con la muerte dentro, insistimos, de ese período de mil años de gobernación divina por medio de Su Hijo:

Él realmente se tragará a la muerte para siempre (eso es, la muerte como tal dejará de existir) y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro (causadas fundamentalmente por el dolor ante tan luctuoso suceso). Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.” (Isa. 25:8). (Acotaciones nuestras).

Pero “restauración de todas las cosas” que quedaría incompleta, si de ella quedaran excluidas todas aquellas personas que murieron antes de que ese momento tan esperado por aquellos que confiamos en las promesas de nuestro Creador, se haya hecho realidad…… por eso, otra de las cosas de las que nos hablaron “por boca de Jehová los profetas de tiempo antiguo”, tiene que ver con la resurrección de los muertos:

Tus muertos vivirán. Cadáver mío... se levantarán. ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de malvas y la tierra misma dejará que hasta los que están impotentes en la muerte caigan en nacimiento (eso es, que vuelvan a la vida mediante una resurrección).” (Isa. 26:19). (Acotación nuestra).

Todas estas cosas, la restauración física, la eliminación de las enfermedades, la restauración del medio ambiente, el devolver al hombre la juventud interminable, el eliminar la muerte y el devolver la vida a los que han sido afectados por esta, son las más importantes a destacar y que fueron prometidas por Jehová Dios mediante “sus santos profetas de tiempo antiguo”…… sin embargo y ante tan maravillosa perspectiva, la pregunta más razonable podría ser ahora ¿y para cuándo podemos esperar esto? Porque es cierto que hemos leído que dicha restauración tiene que ver con la segunda venida del Hijo de Dios a la tierra; pero la cuestión es ¿para cuándo está prevista dicha segunda venida? Ello nos llevaría a una serie de señales establecidas en las Escrituras y de las que ya les hablamos en su momento, que nos mostraban a partir de cuándo podríamos esperar la ocurrencia de tan esperado momento y pista que encontramos en el pasaje de Luc. 21:25-28:

También, habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas y sobre la tierra angustia de naciones, por no conocer la salida a causa del bramido del mar y de su agitación, 26 mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán sacudidos. 27 Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo en una nube con poder y gran gloria. 28 Pero al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca.”

Lo que dicho pasaje está señalando y como ya hemos mencionado, es el momento a partir del cual se pueden empezar a esperar que ocurran acontecimientos relacionados con el establecimiento del reino de Dios en la tierra y que no necesariamente tiene que ver con el establecimiento del reino como tal en ese preciso momento…… sencillamente porque la secuencia de los hechos establecida es otra; de hecho, notemos que lo que se nos dice es que “al comenzar” a ocurrir esas cosas anunciadas en el pasaje en cuestión, es cuando sabremos que nuestra liberación “se acerca” y no que ya la hayamos alcanzado. Porque el reino de Dios no será establecido en la tierra y con él todos los beneficios ya señalados, hasta que se haya producido el acontecimiento clave que permitirá a las personas el tomar la decisión de adherirse al mismo o, por el contrario el rechazarlo, como es la gran predicación anunciada por Jesús en Mat. 24:14:

Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

Eso es, el fin del mundo tal como lo conocemos (ya hemos hablado de sus “exquisiteces”) y con él el castigo de aquellos que hayan rechazado su establecimiento en esta tierra, extremo este que queda claro de la lectura de 2 Tes. 1:6-9:

Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen (porque no han querido) a Dios y sobre los que no obedecen (más bien han rechazado el hacerlo) las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (Acotaciones nuestras).

Y para que ello ocurra, la tal predicación y la venganza sobre aquellos que no hayan aceptado su mensaje, hay uno tiempo determinado y que se corresponde a lo que se conoce como la “semana 70” de la profecía de Daniel, que no es más que un período de siete años, divididos en dos partes, en donde en la primera de esas mitades es cuando se produce la mencionada predicación de Mat. 24:14…… de que eso es así, se sobreentiende de lo que se nos habla en Rev. 11:3:

Y haré que mis dos testigos profeticen mil doscientos sesenta días vestidos de saco.”

Eso es, el equivalente a tres años y medio que se corresponde con la primera mitad de los siete años de la señalada “semana 70” de Daniel; terminada esta y con la predicación ya finiquitada, estos “dos testigos” o remanente “ungido” enviado por Jehová Dios, son asesinados por el gobierno mundial existente en ese tiempo y que la Biblia identifica como “la bestia” (Rev. 13:7)…… momento en el que se produce el cumplimiento de una profecía prácticamente olvidada, cuando no mal aplicada, como es la que se encuentra en 1 Tes. 5:3 y con la que da inicio también, la segunda parte de la “70 semana” de Daniel:

Cuando los hombres estén diciendo: “¡Paz y seguridad!”, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera.”

Que ello es como se lo planteamos, queda establecido por lo que se nos dice en el siguiente pasaje:

Y cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará. 8 Y sus cadáveres estarán en el camino ancho de la gran ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también el Señor de ellos fue fijado en el madero. 9 Y los de los pueblos y tribus y lenguas y naciones mirarán sus cadáveres por tres días y medio y no permiten que sus cadáveres sean puestos en una tumba. 10 Y los que moran en la tierra se regocijan sobre ellos y gozan y se enviarán regalos los unos a los otros, porque estos dos profetas atormentaron a los que moran en la tierra (de ahí, lo de ¡paz y seguridad!, pues ya muertos esos “dos testigos” se acababa la “pesadilla” del mensaje del que eran portadores y que la inmensa mayoría de la gente de la tierra rechazaba).

11 Y después de los tres días y medio, espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pi y gran temor cayó sobre los que los contemplaban. 12 Y oyeron una voz fuerte procedente del cielo decirles: “Suban acá”. Y subieron al cielo en la nube y sus enemigos los contemplaron.” (Rev. 11:7-12). (Acotación nuestra).

Momento este en el que se produce la llamada “primera” resurrección (Rev. 20:6) y se pone en marcha (como ya hemos apuntado), la segunda parte de dicha “semana 70” y que tiene que ver, como hemos señalado, con el juicio divino sobre aquellos que rechacen la oferta ofrecida mediante la predicación de Mat. 24:14. Pero claro: para que dicho período de siete años (recordemos que son los últimos siete años del mundo como lo conocemos) e identificado en las Escrituras como la “70 semana” de Daniel, se ponga en marcha, nos falta que ocurra algo como detonante de ello y que es la aparición del personaje llamado “anticristo”, que no es más que un poderoso gobernante que conseguirá el formalizar un pacto de paz “entre los muchos” (esto es, entre Israel y sus vecinos árabes) y personaje del que se nos habla en Dan. 9:26-27:

Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.

27 Y él (el “caudillo” en cuestión y descendiente del pueblo que, como etnia, asoló Jerusalén y su Templo) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana (la “semana” aún pendiente del ciclo de 70 semanas de Dan. 9:24); y a la mitad de la semana (esto se corresponde con lo dicho en Rev. 11:7) hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva…” (Acotaciones nuestras).

La relación de estas palabras con los hechos actuales es totalmente directa, por lo que queda claro que hasta que no aparezca el “caudillo” anunciado no puede iniciar el ciclo de siete años y al fin de los cuales toma posesión en la tierra el reino de Dios…… por lo que de nuevo nos enfrentamos al interrogante de para qué tiempo se puede presumir la llegada del personaje en cuestión. Sin embargo, la cosa y aunque parezca sorprendente ya se pone más fácil de averiguar, cuando se tienen en cuenta diferentes factores y siendo el fundamental, el conocer qué pueblo (como etnia, repetimos) fue el que asolo Jerusalén y su Templo y que para el común de los mortales fue el pueblo “romano”, lo cual no se ajusta a los hechos históricos, porque veamos: si bien es cierto que fueron las legiones romanas las que montaron “el cirio” en el año 70 de nuestra era, no es menos cierto que estas estaban compuestas de mercenarios árabes, si bien sus mandos eran oficiales romanos.

Porque recordemos, que las legiones que marcharon sobre Jerusalén estaban acantonadas al norte de Israel y concretamente sobre el territorio que en su momento fue la antigua Asiria (ancestral enemiga del pueblo de Israel), por lo que los mercenarios que las componían eran en su inmensa mayoría descendientes de dicha nación (por lo tanto, enemigos irreconciliables de los judíos) y cuya desaparición como tal, eso es, como nación, se pierde en la noche de los tiempos y sin que hasta el momento se haya sabido más de ella; recordemos que la propia Israel, también desapareció de la escena sobre el año 135 de nuestra era en manos del emperador Adriano, para reaparecer de nuevo como nación el año 1.948…… ¡más de 1.800 años después! Es cierto que el lector avispado podría hacerse el siguiente razonamiento: “Si se nos dice que el “caudillo” señalado del que se nos habla en Dan. 9:26 tiene que ser descendiente del “pueblo” que como etnia arruinó Jerusalén (en definitiva un asirio) y resulta que Asiria como nación dejó de existir ni se sabe cuándo…… ¿de dónde puñetas puede salir, entonces, el personaje en cuestión?” Pues sencillamente puede aparecer en el momento más inesperado, pues la profecía bíblica nos habla de la inminente restauración de dicha nación en el escenario de los tiempos actuales:

Y vi una bestia salvaje que ascendía del mar, con diez cuernos y siete cabezas y sobre sus cuernos diez diademas, pero sobre sus cabezas nombres blasfemos. 2 Ahora bien, la bestia salvaje que vi era semejante a un leopardo, pero sus pies eran como los de un oso, y su boca era como boca de león. Y el dragón dio a la bestia su poder y su trono y gran autoridad.

3 Y vi una de las cabezas de ella como muerta por degüello, pero su golpe de muerte fue sanado y toda la tierra siguió a la bestia salvaje con admiración.” (Rev. 13:1-3).

Ese conjunto bestial de siete cabezas, representa al conjunto de imperios que dominaron sobre Israel a lo largo de los tiempos y que por este orden fueron: Egipto, Asiria, Babilonia (la actual Irak), Medo Persia (la actual Irán), Grecia, Roma y el Imperio Otomano (la actual Turquía); todas estas permanecen en nuestros días (algunas con otro nombre), excepto Asiria que, repetimos, está “desaparecida en combate”; sorprendentemente, el territorio que ésta ocupaba es el actual enclave que ha recibido el nombre de Kurdistán, pues es la etnia kurda la que lo reclama y que afirman ser los descendientes de los antiguos asirios. De hecho, no solo están a un paso de conseguir la independencia (ver el siguiente artículo del periódico británico The Guardian, generalmente muy bien informado), sino que en algunos medios de comunicación ya se les denomina más como “asirios” que como “kurdos” (ver nuestros artículos del 02/12/15 y 28/12/15, como complementarios a esta información).

Todo considerado y dada la presión de algunos gobiernos como Rusia, por ejemplo, para que se les reconozcan a los “kurdos” sus derechos sobre dicho territorio y con lo que se convertirían en un aliado estratégico de gran importancia para la nación rusa en tan conflictiva zona la de Oriente Medio, no es descartable que el día menos pensado emerja de sus cenizas la antigua Asiria (en armonía con la palabras de Rev. 13:3) y con ella, el personaje “anticristo” que pacifique dicha zona y ello en línea con la ya leída profecía de Daniel; por lo tanto y como dijo Jesús “nuestra liberación está cerca”, eso es, más cerca de lo que jamás la hemos tenido y por lo que la pregunta es la siguiente: “Y para cuando dicho personaje aparezca…… ¿qué habrá que hacer entonces?” Pues sencillamente tomar acción y apoyar en su comisión divulgadora a los “dos testigos” o remanente “ungido” enviado por Dios (Rev. 11:3), que aparecen al mismo tiempo que el “anticristo” o en su defecto no hacerlo y que sería el equivalente a rechazar la propuesta ofertada por estos…… de hecho y por extensión, sería rechazar la oferta de Jehová Dios.

Recordemos que en la parábola “de las ovejas y las cabras” (Mat. 25:31-46), Jesús señaló que el poder acceder a la vida eterna o a su contraria, la destrucción eterna, no tenía tanto que ver con el que uno fuera malo, bueno, regular o “mediopensionista”, sino si uno había ayudado o colaborado, con esos “hermanos más pequeños” de los que hablo Jesús…… más “pequeños”, obviamente, en el sentido de que son los últimos en aparecer. Y por si alguno de ustedes piensa que en el momento de iniciar esa última “semana 70” con la predicación de Mat. 24:14 “aún” faltarán siete años para el establecimiento de Dios y con lo que se nos fía lejana la cosa, razone en lo siguiente: su uno toma la decisión correcta y apoya a dichos “hermanos más pequeños” de Cristo, en llevar adelante la comisión que les ha sido encomendada y no ceja en el empeño, ya tiene en su bolsillo el salvoconducto que le lleva a la vida eterna, pues todo parece indicar (y siempre que nosotros no nos equivoquemos), que las personas que emprendan ese derrotero ya no morirán a partir de ese momento en adelante y tengan la edad que tengan, lo que les llevará a entrar con vida al reino de Dios sin haber experimentado la muerte…… luego podemos decir sin riesgo a equivocarnos que nuestra “liberación”, efectivamente (Luc. 21:28), está mucho más cerca de lo que nos imaginamos.

MABEL


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