domingo, 28 de noviembre de 2010

¡Pero es que si leemos bien, Sr. Dávila……!

Y continuando con lo que podríamos considerar una segunda parte del artículo anterior dirigido a D. Alexander Dávila G., vamos a abarcar otra cuestión interesante que se nos plantea en el video de referencia y en la que no podemos estar más de acuerdo con dicho caballero. Y ella tiene que ver, con la forma en que (según nos explica) uno debe de leer la Biblia, o sea, procurando abstraerse de cualquier tipo de prejuicio y atendiendo solo a lo que esta nos dice, o para ceñirnos a su certera forma de expresarlo: “sacar conclusiones a partir de lo que uno lee”. Pero es que resulta Sr. Dávila, que si leemos como hay que hacerlo y que dicho sea de paso otra cosa no, pero eso de leer lo hacemos muy bien en este blog (y siempre partiendo de esa premisa que usted apunta), nos encontramos con el hecho de que algunos de los temas que se publican, no se ajustan para nada a aquello que nosotros leemos en la Biblia. Sobre todo en lo que tiene que ver, con algunas afirmaciones hechas por los autores que nos recomienda en su página www.reflexion.ws, tales como los Sres. Olcese y Rivas y con los que aparentemente usted coincide, en alguna de sus extrañas afirmaciones. Veamos algunos ejemplos:

Para empezar, la que nosotros denominamos la teoría del automatismo y promulgada por el Sr. Olcese básicamente, pero compartida por otros y que tiene que ver con la más que discutible cuestión de que cuando uno se bautiza mediante inmersión y en el nombre de Cristo, de forma automática e inmediata ya es reconocido como Hijo de Dios, por tanto hermano de Jesucristo y consecuentemente, heredero del reino en calidad de rey y sacerdote (Rev. 20:6). Y pensamos que usted también comparte dicha creencia, porque en el artículo que en su día publicó a modo de presentación titulado “Sobre mí”, el 26 de Junio del año en curso y al que hacemos referencia en nuestro anterior escrito, afirma lo siguiente:

Pero me declaro felizmente JUDÍO en sentido espiritual, miembro por adopción del Pueblo del Dios de Israel, lector de su Palabra y discípulo del Mesías prometido y humano que nació una vez y que vendrá esta vez desde los cielos: Jesus de Nazaret, el descendiente de David.

Luego si se considera miembro por adopción, del pueblo de Dios, Israel (espiritual se entiende) y más adelante nos cita de Marcos 16:15-16:

Y les dijo:Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado.”

Por ello, lo que nosotros nos decantamos a opinar, es que usted apoya la enseñanza del Sr. Olcese, de que uno recibe su adopción como Hijo de Dios, en el momento de ser bautizado en agua y de forma automática. Porque además, esta es una manera en la que ustedes pudieran haber recibido dicho espíritu de adopción, ya que no existen a día de hoy personas que al igual que los apóstoles de Jesús, puedan impartirlo mediante imposición de manos. Pero resulta que nosotros y que como ya le hemos dicho, leemos bastante bien, no solo no vemos nada en la Biblia que apoye dicha enseñanza, sino que ésta aparentemente nos dice todo lo contrario. Y para no extendernos demasiado, nos permitimos sugerirle a usted y por supuesto, a quién desee informarse al respecto, la lectura de nuestro artículo “No es eso, Sr. Olcese…… no es eso” y publicado el 14 de Septiembre pasado, en donde aportamos la documentación necesaria para probar lo verosímil y razonable de nuestra objeción. Y excusamos decir, cuán agradecidos nos sentiríamos si nos dedicara parte de su valioso tiempo y considerando dicho escrito, nos diera su autorizada opinión; cosa que dicho sea de paso, no ha tenido a bien hacer el Sr. Olcese (a pesar de ser aludido directamente) ni nadie de su entorno más inmediato. Y aunque nos maliciamos el porqué de dicho silencio, creemos oportuno el no pronunciarnos.

Pero puesto que por otra parte, usted con su declaración lo que realmente hace es decirnos que se considera un “ungido, no tenemos más remedio que hacerle una pregunta: ¿nos lo puede probar? Porque esto es Sr. Dávila, lo que nos dice la Biblia tal cual la leemos y siempre siguiendo su recomendación: si una persona, la que sea, no puede dar una prueba tangible de su condición de “ungido”, sencillamente no lo es y por mucho que afirme lo contrario. Ahora bien, usted en un momento determinado, cita de Marcos 16:16 y que aparentemente podría ser un aval de su ungimiento, pero no se olvide de los versículos 17-18 y que son consustanciales con el anterior, eso es, que el primero sin los dos segundos o viceversa, no pueden ser: o son todos o no es ninguno; vea:

17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas 18 y con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán.”

Luego si usted es un verdadero “ungido”, tiene que poder mostrarnos señales u obras poderosas más allá del alcance de una persona normal, ya que de lo contrario, o usted no es un verdadero “ungido” o es que Jesucristo nos mintió, como usted prefiera; pero lo que leemos en el entero contexto de las Escrituras y por muchas vueltas que le demos al tema, se ajusta a eso que le hemos dicho. Y si como muestra vale un botón, leamos el versículo 20 de ese mismo pasaje de Marcos:

Y ellos salieron y predicaron en todas partes, actuando con ellos el Señor y confirmando la palabra con las señales que seguían.”

Pero es que además y nos permitimos el atrevimiento de señalárselo como ejemplo, en la Biblia hay un pasaje (entre otros) que implícitamente nos habla de la relación intrínseca entre ser uno ungido como hijo de Dios, con la necesaria capacidad de llevar a cabo obras poderosas que avalen la condición de uno y pasaje que adquiere más relevancia que otros, en función de su protagonista. Y es que en cierta ocasión y ante las dudas que evidentemente pasaban por su cabeza, Juan el Bautista (ya en prisión y poco antes de su muerte) envía a sus discípulos a que le pregunten a Jesús, si era él aquél a quien estaban esperando, o no. Pero leamos el pasaje en cuestión:

Ahora bien, los discípulos de Juan le informaron acerca de todas estas cosas. 19 Entonces Juan mandó llamar a ciertos dos de sus discípulos y los envió al Señor a decir: “¿Eres tú Aquel Que Viene, o hemos de esperar a uno diferente?”. 20 Cuando llegaron a él, los varones dijeron: “Juan el Bautista nos despachó a ti a decir: ‘¿Eres tú Aquel Que Viene, o hemos de esperar a otro?’”. 21 En aquella hora él curó a muchos de enfermedades y de penosas dolencias y de espíritus inicuos y concedió a muchos ciegos el favor de ver. 22 Por lo tanto, en respuesta dijo a los dos: “Vayan, informen a Juan lo que vieron y oyeron: los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos son levantados, a los pobres se anuncian las buenas nuevas. 23 Y feliz es el que no haya tropezado a causa de mí.” (Luc. 7:18-23).

Y es obvio que Jesús podía haber respondido, sencillamente afirmando que sí, que él era efectivamente aquél al que se esperaba y declarando por tanto, su condición de Hijo de Dios. Sin embargo, lo que Jesús hizo, fue remitirse a las pruebas y no a simples afirmaciones, que quizás poco habrían solventado las dudas de Juan, pero cosa que podía haber hecho por la autoridad que le confería su condición de Hijo de Dios, no adoptivo, sino genuino. Por lo tanto, con ello nos dio pie para que entendamos que la presentación de pruebas, es esencial para uno probar su condición de “ungido”, porque…… ¡hombre! si fue el propio Jesús el que puso el ejemplo, pues en fin, pero solo se nos ocurre pensar que a alguna conclusión tendríamos que llegar ¿o no? Pero ya puestos, recordamos que también en otra ocasión, Jesús para probar dicho ungimiento y a exigencias de determinados judíos, apeló de nuevo a sus obras para validar tal condición:

Así que los judíos lo rodearon y se pusieron a decirle: “¿Hasta cuándo has de tener nuestras almas en suspenso? Si eres el Cristo, dínoslo francamente”. 25 Jesús les contestó: “Se lo dije a ustedes y sin embargo no creen. Las obras que hago en el nombre de mi Padre, estas dan testimonio acerca de mí”.” (Juan 10:24-25).

Entonces vemos que a Jesús (al igual que a ustedes), tampoco le creían en su afirmación de ser el “ungido”, por lo que recurrió a algo incontestable: las pruebas, o sea, las obras poderosas que realizaba y que dejó el asunto completamente zanjado. Y note, que tuvo necesidad de recurrir a esto ¡¡el propio Hijo de Dios!!

Sin embargo y de forma increíble, los “ungidos” actuales y entre los que afirma contarse usted Sr. Dávila, pretenden que les creamos con su simple afirmación, luego…… ¿se consideran quizás, más creíbles que Jesús? Y a modo de curiosidad, permítanos una pequeña observación: en todo el registro bíblico, solo hay un caso de ungimiento inmediato después del agua bautismal y este, como todos sabemos, fue el de Jesús y cuya única finalidad, fue la pública manifestación de Jehová del tal reconocimiento:

E inmediatamente que subió del agua vio que los cielos se abrían y que, como paloma, el espíritu descendía sobre él; 11 y de los cielos salió una voz: “Tú eres mi Hijo, el amado; yo te he aprobado.” (Mar. 1:10).

¿Ocurrió eso cuando usted fue bautizado? Y si no ocurrió…… ¿podría usted, a su entender, explicarnos el por qué? Por otra parte, si ustedes, los supuestos “ungidos” actuales emplearan la misma actitud de Jesús, presentando obras y aunque solo fuera por aquello de que “obras son amores y no buenas razones”, pues problema solventado; porque ¿qué razón habría entonces, para continuar discutiendo si son o no son? ¿No contribuiría eso a una eficaz difusión de las buenas nuevas del reino, como ocurrió en los tiempos de Jesús, según hemos leído? ¿O es el propio Jehová, el que no da el visto bueno al evangelio que ustedes predican, no avalándolo con sus dones? Cómo usted comprenderá y ante tanta indefinición, podemos hacer todo tipo de conjeturas.

Y es que resulta que a día de hoy, levantas un adoquín y te aparecen siete “ungidos”, cuando no setecientos y cada uno con su propia idea y distinta forma de entender el reino; pero ninguno capaz, eso sí y que es en lo único en que están todos de acuerdo, de poder probar dicha condición. Mientras que por otra parte y en agudo contraste, tanto Jesús (por supuesto), como todos sus seguidores del primer siglo sin excepción, se distinguían por su capacidad de efectuar obras lejos del alcance del ser humano y que ponían de manifiesto, la veracidad de Marcos 16:17-18. Y claro, uno no puede menos que preguntarse, cómo puede ser eso así, si como ustedes afirman poseen el mismo espíritu de adopción que aquellos primeros seguidores de Jesús; luego…… ¿no le parece eso a usted algo extraño, Sr. Dávila?

Y sobre todo partiendo de la base, que las tales obras poderosas y según el registro bíblico, eran una manifestación probatoria del apoyo divino a la comisión que tenían encomendada, como hemos visto en el pasaje de Marcos 16:20 y ahora refrendado, según propia afirmación, por el mismo apóstol Pablo:

“…… de aquellas cosas que Cristo obró mediante mí para que las naciones sean obedientes, por mi palabra y hecho, 19 con el poder de señales y portentos presagiosos, con el poder de espíritu santo; de modo que desde Jerusalén y en un circuito hasta Ilírico he predicado cabalmente las buenas nuevas acerca del Cristo.” (Rom. 15:18-19).

Luego vemos que no fue básicamente la palabra la que llevó a la obediencia a miembros de esas naciones, sino la fuerza de los hechos; o sea, las manifestaciones de poder mediante el Espíritu Santo de Jehová y que fue la manera como Este explicitó su apoyo la obra:

“……mientras Dios tomó parte en dar testimonio tanto con señales como con portentos presagiosos y con diversas obras poderosas y con distribuciones de espíritu santo según su voluntad?” (Heb. 2:4).

Y no olvidemos, que la tarea que estaba apoyando el Creador en ese momento, era la difusión del evangelio del reino ¿no es así, Sr. Dávila? Luego, si ahora está a punto de establecerse dicho reino y lo cual es una noticia de primerísima magnitud ¿por qué si lo apoyó en ese entonces, hace 2.000 años, mediante el impartir poderes…… ahora no?; para entendernos: si en un tiempo actuó de una manera ¿por qué debería actuar ahora distinto? Y máxime teniendo en cuenta, que la situación religiosa actual, está en cuanto a corrupción, adulteración y consecuente confusión, en peor estado que en los tiempos de Jesús, aunque solo sea cuantitativamente hablando (su alcance mundial) y precisando imperiosamente por ello, la necesidad de poder distinguir claramente entre aquellos designados por Dios y aquellos que aun afirmándolo, no lo son. Porque recuerde que Jesús nos advirtió acerca de falsos “cristos” o “ungidos” (Mat. 24:24) en los últimos días y que si usted se fija al leer dicho pasaje, verá que serían capaces de efectuar señales tales como para confundir, hasta a los más perspicaces:

Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas y darán grandes señales y maravillas de tal manera que engañarán, de ser posible, aun a los escogidos.”

Y si eso Sr. Dávila, son capaces de hacer los “falsos” ¿qué no tendrán que hacer los verdaderos “ungidos” para poder mostrar su autenticidad? Y para lo cual no hay que elucubrar mucho, pues se nos cuenta en Rev. 11:3-6:

Y haré que mis dos testigos profeticen mil doscientos sesenta días vestidos de saco”. 4 Estos son simbolizados por los dos olivos y los dos candelabros y están de pie delante del Señor de la tierra. 5 Y si alguien quiere hacerles daño, de la boca de ellos sale fuego y devora a sus enemigos; y si alguien quisiera hacerles daño, tiene que ser muerto de esta manera. 6 Estos tienen la autoridad para cerrar el cielo de modo que no caiga lluvia durante los días de su profetizar y tienen autoridad sobre las aguas para tornarlas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plaga cuantas veces deseen.”

Y como hasta donde nosotros sabemos Sr. Dávila, ustedes los actuales “ungidos”, o “cristos” como dice el Sr Olcese, no pueden hacer ni lo de unos (los falsos cristos) ni mucho menos lo de los otros, los verdaderos y de los que acabamos de citar, o sea, que no pueden hacer nada de nada, ello nos lleva a nosotros a reafirmarnos categóricamente en el sentido de que puesto que no hay obras, no hay ungimiento; otra cosa, es que uno quiera creérselo y así vivir tan feliz y contento…... bien, allá cada cual. Pero además, es que solo leyendo las Escrituras queda perfectamente claro, que todas, absolutamente todas las personas ungidas (la expresión “ungido” solo significa elegido o escogido) por Jehová para llevar a cabo cualquier comisión de servicio divino, fueron sin excepción dotados de poderes y capaces por tanto de llevar a cabo actos lejos del alcance del ser humano normal y que acreditaban su condición de enviados o comisionados por Dios: desde partir un mar, hasta profetizar hechos futuros de forma milimétrica, pasando por la fuerza de Sansón, la sabiduría de Salomón o el levantar muertos, por decir algo.

Luego lo que parece claro y según el contexto general de las Escrituras, es que el ser uno ungido, elegido o escogido por Dios para una comisión determinada, es consustancial (o sea inseparable), con el ser dotado de poderes sobrehumanos para poderla llevar a cabo y que, además, acreditan su condición. Pero no, ustedes los “ungidos” actuales por lo visto no precisan de la tal acreditación: su simple afirmación basta y sobra…… en fin, de chiste si no fuera porque hablamos de cosas que deberían de ser tomadas un poco más en serio. De todas maneras, algo más sobre este tema y que quizás a usted podría interesarle, lo publicamos el 27 de Octubre pasado, en un artículo titulado “¿Y porque tenemos que creerles?” y en el que, como no podía ser de otra forma, también aportamos extensa información probatoria.

Veamos otra enseñanza, también del Sr. Olcese, ésta en el sentido de que los que conformarán el gobierno de ese reinado milenario de Jesucristo, serán “millones, miles de millones”. Sin embargo, cuando nosotros leemos la Biblia de la manera como usted aconseja, dejando que sea la Escritura la que hable por sí misma, nos encontramos con lo siguiente:

Y vi, y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre…… y nadie pudo dominar aquella canción sino los ciento cuarenta y cuatro mil, que han sido comprados de la tierra.” (Rev. 14:1; 3b).

Y a pesar de que el pasaje bíblico no puede ser más explícito, el Sr. Olcese nos pone verdes por entenderlo tal cual lo leemos (nos gustaría saber cómo lo entiende usted), porque según él, dicha cantidad no es literal sino “simbólica”; pero extraña afirmación que no hallara usted Sr. Dávila, confirmada en ningún lugar de las Escrituras, ni cosa que mínimamente se le parezca. Luego si en un ejercicio de lectura bíblica tal como usted nos aconseja, en el sentido de que sea la Biblia la que hable y resultando que lo que leemos no puede estar más claro, pero que sin embargo nos es rebatido por dicho caballero y sin ningún tipo de prueba, razonablemente tenemos que llegar a la conclusión y parafraseándole a usted, que el Sr. Olcese está “superponiendo interpretaciones” que alteran gravemente el contenido escritural. Porque repetimos, lo que dicho caballero afirma para nada es lo que se nos da a entender, no solo en el pasaje en cuestión, sino en el entero contexto general de las Escrituras y que ya es decir.

Pero es que para añadir más dudas y confusión, ante la más que rocambolesca afirmación del Sr. Olcese, Jesús nos dice en Lucas 12:32, algo que se corresponde totalmente con la idea que se expone en el citado pasaje de Revelación, en el sentido de que estaríamos hablando y ya prescindiendo ahora, de lo concreto del número o cantidad citados, de un grupo reducido de personas:

No teman, rebaño pequeño, porque su Padre ha aprobado darles el reino.”

Porque la idea que nos transmite este pasaje y según lo que ahí leemos tal cual pinta, es que Jehová a tenido a bien entregar el reino a un grupo pequeño de personas, nada más…… punto; y no nos negará, querido Alexander, que de la afirmación del Sr. Olcese de los “millones, miles de millones” cogobernando con Cristo, a lo dicho por Jesús y que algo sabría del tema, hay una diametral diferencia, por decirlo de forma suave. Luego la pregunta es obligada ¿apoya usted dicha afirmación, Sr. Dávila? O dicho de otra manera ¿quién, según usted, lee la Biblia correctamente y por lo tanto, deja que sea ésta la que se pronuncie…… nosotros o el Sr. Olcese y los que como él opinan? ¿O es que está el Sr. Olcese, haciendo extrañas interpretaciones de un pasaje por demás perfectamente claro y entendible, a la par que avalado por el propio Jesús en sus declaraciones? Y pensamos que sería muy interesante que se manifestase usted, porque de ser las cosas tal como nosotros las vemos, el Sr. Olcese estaría tergiversando las Escrituras y por lo tanto esparciendo una enseñanza falsa, lo cual es gravísimo. Y puesto que usted, se autoproclama un “ungido” y por tanto evangelizador, no puede permitir semejante tropelía; por lo tanto, tendría que públicamente llamarle al orden (véase el caso de Pablo con Pedro, según Gál. 2:14) o en su defecto y si somos nosotros los que estamos totalmente equivocados, pues seremos nosotros los que necesitamos un poco de ayuda (como hemos leído recomienda dar Pablo) para alcanzar el conocimiento exacto y salvador, que usted nos podría ofrecer. En fin, si de verdad es un ungido, entendemos que una de las dos cosas forzosamente tendría que hacer; cualquier cosa, menos quedarse callado.

Otra cuestión que también se las trae, tiene que ver con la afirmación de que los notables del A.T. (los Abraham, Jacob, David, Daniel, etc.), formarán parte de ese gobierno en calidad de reyes/sacerdotes del reino, junto a Cristo. Eso lo afirma tanto el Sr. Olcese, como los señores Rivas, Morales, etc., pero sin embargo, lo que nosotros leemos tal cual dice en la Biblia y recordando no solo su consejo, sino también el de Pablo en 1 Cor. 4:6b, es lo siguiente: “Jesús contestó:

“Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios
.” (Juan 3:5).

Luego lo que nosotros creemos entender (corríjanos si nos equivocamos), es que con estas palabras, Jesús dejaba establecidos dos requisitos imprescindibles para acceder al reino en calidad de gobernante: el nacer del agua y el nacer del espíritu y que de ninguna manera obraban en poder de los citados personajes. Porque recordemos que los mencionados requisitos, solo estuvieron al alcance de aquellos que los desearan conseguir, a partir del Pentecostés de 33 EC, fecha para la cual ya hacía cientos de años que los citados personajes habían muerto. Y circunstancia que también aplicaba, tanto a Juan el Bautista, como al malhechor arrepentido y muerto al lado de Jesús; y que solo la lógica y el sentido común, nos llevan a concluir que de ninguna manera esos personajes citados pueden formar parte de ese gobierno del reino. Luego si estamos en lo cierto, o bien Jesús nos mintió o bien esos señores “ungidos” tienen un serio problema en su capacidad de entender correctamente lo que leen. Puede usted escoger Sr. Dávila, pero tampoco estaría de más, que como “evangelizador” nos aclarara si en el evangelio que usted predica, se contempla semejante idea; o sea, si según usted, esos personajes citados pueden realmente formar parte de ese gobierno del reino. Si usted nos dice que sí, estaría afirmando que Jesús mintió, pero si nos dice que no, estaría contradiciéndose usted en su teoría (que analizaremos más adelante) acerca de la una sola esperanza; es curioso ¿no? Y puesto que ha quedado claro, que Jesús no predicaba dicha idea ni nada parecido, usted debería de concordar con nuestra objeción y consecuentemente, de forma pública, reprender al Sr. Olcese por enseñar otro evangelio (Gál. 1:8-9). ¿Recuerda el ejemplo que le hemos citado de Pablo, con respecto a Pedro?...... pues eso.

Pero claro, como resulta que no hay dos sin tres, inevitablemente lo expuesto repercute en otra enseñanza, en este caso a cargo del inefable Dr. Rivas y también compartida por otros muchos, que tiene que ver con la interpretación de las dos resurrecciones de Juan 5:28-29 o en su caso de Daniel 12:2 y pasajes que nosotros entendemos, a tenor de lo que leemos en ellos (y repetimos que sabemos leer), que nos hablan de una sola resurrección, con dos retribuciones distintas. Sin embargo, el citado caballero y que ya en su día nos puso a bajar de un burro, insultos incluidos, por haber tenido la “osadía” de señalarle que probablemente estaba equivocado, se reafirmó posteriormente en lo siguiente y en un artículo titulado “La Biblia si dice esto: que habrá dos resurrecciones”, publicado el 4 de Febrero del año en curso y en el que, entre otras “lindezas”, calificaba de ignorantes a los dos autores de este blog:

La Biblia revela indiscutiblemente que habrá «dos resurrecciones»:

La primera: llamada «resurrección para vida».
La segunda: llamada «resurrección de juicio», «de condenación».

Y por aquello de no alargar la cosa, nos remitimos a nuestro artículo del día 31 del pasado Octubre, titulado “La Biblia…… y el ajedrez” y en donde hallará los argumentos que prueban que esa afirmación es un disparate y no solo porque en apariencia, haya una forma alternativa de leer dichos pasajes bíblicos, sino por las esperpénticas consecuencias que se producirían, si ello fuera como dice el Sr. Rivas. Y es que nosotros Sr. Dávila, jamás hacemos una afirmación que no podamos probar, no solo por el contenido de un determinado texto, sino porque este quede avalado por la correcta correlación que mantiene con el contexto general de las Escrituras. Y si usted tiene a bien y tal como nos hemos permitido sugerirle, consultar el artículo citado, se dará cuenta de lo disparatado de dicha afirmación y que hasta tal punto es así, que el Dr. Rivas aún tiene pendiente de respondernos en cuál de las dos resurrecciones a las que hace referencia, nos coloca a Juan el Bautista. Y pregunta que por cierto quedó formulada el 6 de Febrero del año en curso, con lo cual habría que pensar que por falta de tiempo no ha sido.

Y permítanos señalar, por si acaso, que no estamos hablando aquí de cuestiones o creencias personales y por tanto exentas de debate, sino de un tema bíblico, lo cual si lo hace de interés público y del que ese caballero hace objeto de enseñanza. Pregunta además, que hacíamos extensiva a las personas de su entorno (Sres. Olcese, Morales, Buzzard, Apolos, etc. y lo cual le incluiría también a usted, amigo Alexander), sin que hasta el momento nadie, absolutamente nadie, haya dado respuesta a esta bíblica cuestión y lo cual, con tanto “ungido” suelto por ahí, no está nada mal. Y puesto que queremos entender que quizás no tenía usted conocimiento de dicha circunstancia, le invitamos ahora que ya lo sabe, a responder a dicha pregunta si por supuesto lo considera oportuno y aunque solo fuera para ayudar al Dr. Rivas a salir de la comprometida situación en la que se encuentra: que todo un erudito, investigador, evangelista y maestro bíblico (así se define en sus blogs), es incapaz de responder a algo tan bíblico como es ¿en qué resurrección de las dos que propone, coloca a Juan el Bautista? y pregunta que le formulan dos “ignorantes”.

Y ya para terminar, aunque todavía quedan por ahí algunas cuestiones un tanto “dudosillas”, nos centraremos en algo que usted afirma casi al final del video y en el que hablando de Daniel 2: 44, dice lo siguiente: “queda claro que no hay dos esperanzas distintas” y para lo cual, se apoya en Efesios 2:14 y 4:4-6. Y aparte de que los textos citados para nada transmiten la idea que usted apunta, ya que nos hablan de otra cosa y que podemos entrar a discutir cuando lo considere oportuno (nos tiene a su entera disposición), con dicha afirmación nos estaría usted diciendo que no pueden haber personas, que no teniendo ninguna pretensión o la esperanza de gobernar con Cristo en el reino, tengan otra esperanza y que es la de llegar a ser súbditos de este reino. El Sr. Olcese se expresa en el sentido de que no hay nada tal, como dos grupos perfectamente delimitados: uno con la esperanza de gobernar en ese reino y otro, con la esperanza de ser gobernado o súbdito de ese reino: eso sencillamente para él no existe y a tenor de sus palabras, tenemos que pensar que para usted tampoco. Y lo cual tiene su “gaita”, porque si Jehová se propone restaurar un reino, habría que suponer que contaría con que ese reino tuviera súbditos, luego con una sola esperanza ¿de dónde nos saca usted a dichos súbditos?

Pero bien, si esta es la posición que usted mantiene, permítanos Sr. Dávila, hacerle una pregunta reducida a su mínima expresión: ¿qué esperanza tenía, por una parte, un apóstol cualquiera de Jesús y que esperanza tenía por otra, Juan el Bautista y del que el propio Jesús afirmo, que no estaría formando parte de ese gobierno del reino (Mat. 11:11)? O en su defecto, la del malhechor muerto al lado de Jesús, o la de los Abraham y compañía y siendo el caso que ninguno de los citados, reunía esos dos requisitos imprescindibles (según Jesús) para gobernar en el reino, luego…… ¿qué esperanza tenían? Porque razone un poco, Sr Dávila: si en tiempos pre-cristianos (o sea, en tiempos del A.T.) ya hubieran conocido y por ende ya tenían la esperanza de gobernar con Cristo en el reino, en calidad de reyes ¿cómo es que Pedro y resto de discípulos, no la conocían? Y que es obvio que eso era así, nos lo muestra la pregunta que Pedro y en nombre de sus compañeros, le formuló a Jesús:

Entonces Pedro le dijo en respuesta: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. 28 Jesús les dijo: “En verdad les digo: En la re-creación, cuando el Hijo del hombre se siente sobre su trono glorioso, ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel.”? (Mat. 19:27-28).

¿O es que tanto Pedro como sus compañeros y que sí sabían de la resurrección y que en definitiva era una esperanza, desconocían lo de gobernar con Cristo en el reino y que aparentemente (según usted) sí sabían los Abraham y compañía? ¿Lo encuentra usted lógico? Y es obvio que esto es así, porque de lo contrario, no habrían preguntado lo que preguntaron ¿o no lo cree usted así, Sr. Dávila?; luego ¿qué esperanza cree usted que tenían los apóstoles, antes del ofrecimiento de Jesús? Porque la de gobernar con Cristo, evidentemente no, porque la desconocían hasta que les fue dada y momento en que se les abrió el camino hacia una nueva esperanza y que no tenían antes; luego y como judíos ¿qué esperanza tenían antes? Además ¿aquellos que murieron cientos de años antes de que se abriera dicha oportunidad o nueva esperanza (luego no la conocían), con qué esperanza murieron, amigo Alexander?

Luego, usando la lógica y el sentido común, ¿estaríamos hablando de una sola esperanza, o de dos esperanzas distintas, Sr. Dávila?; y es que como no existan dos esperanzas perfectamente delimitadas, mal lo tienen todos eso personajes citados ¿no cree usted? Entonces lo que está claro, o es que Jesús nos mintió en lo de los dos requisitos exigidos en Juan 3:5 antes mencionados, para acceder a la nueva esperanza de gobernar con Cristo en el reino, o dichos personajes tienen que tener otra esperanza. Porque quede claro que cuando hablamos de una nueva esperanza, no estamos hablando de algo que sustituye a lo anterior, sino que se añade a lo anterior y veamos el pasaje bíblico que nos lo confirma, leyéndolo por supuesto tal cual debe leerse:

“…… porque la ley no perfeccionó nada. Sin embargo, se introduce una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios.” (Hebr. 7:19/RV 1.989).

Y quedando claro, que el verbo “introducir”, nunca tiene la connotación de eliminar o sustituir algo, sino la de añadir a algo. Hecha esta aclaración, continuemos diciendo que ellos no reunían dichos requisitos, tal como anteriormente hemos señalado y por lo tanto, no podían formar parte del gobierno del reino; luego y si solo hay una esperanza cómo usted afirma y contrario al texto citado…… ¿qué hace usted con ellos? ¿Los mete en la segunda resurrección de Juan 5:28-29 para “condenación” o destrucción eterna, como hace el Sr. Rivas? Porque en la primera, desde luego no, ya que en ella solo toman parte aquellos que, sí reuniendo los dos requisitos de Juan 3:5, han de gobernar con Cristo (Rev. 20:6) y ha quedado claro, que esos personajes, repetimos, no los reunían. Y eso querido Alexander, es sencillamente lo que nos dice la Biblia, leída tal cual, sin ningún tipo de prejuicio ni idea preconcebida; luego ¿quién está equivocado en esta cuestión, usted o nosotros?

Y no se tome lo que le estamos diciendo a broma, porque su afirmación en el sentido de que hay una sola esperanza, es muy seria dado que lo que está haciendo y más teniendo en cuenta su condición de “evangelista” (según el Sr. Olcese), es impartir enseñanza y por lo tanto, si no es verdad lo que usted está diciendo, puede llevar a muchas personas a engaño. Y no sabemos usted Sr. Dávila, pero nosotros, las cosas de Jehová nos las tomamos muy en serio y por lo cual, le emplazamos formalmente a pronunciarse acerca de esas preguntas que le hemos formulado y de ser el caso, a retractarse públicamente de su afirmación si está equivocado. Las siguientes palabras de Jesús, dejan claro que él tampoco se tomaba estos asuntos en broma:

Pero cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen, mejor le sería que se le pusiera alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y realmente fuera arrojado al mar.” (Mar. 9:42).

Y dado que eso tendría el rango de castigo divino, probablemente implicaría la posibilidad de no levantarse en la futura resurrección; luego fíjese usted, si hay que tener cuidado con lo que uno dice. No olvide por otra parte, el consejo de Ecle. 5:6:

No permitas que tu boca haga pecar a tu carne; tampoco digas delante del ángel que fue una equivocación. ¿Por qué debe indignarse el Dios verdadero a causa de tu voz y tener que destrozar la obra de tus manos?

Y siendo cierto que el contexto en ese caso se refiere sobre la cuestión de los votos a Jehová, no es menos cierto que como “principio” aplica a cualquier asunto; por lo tanto, no haga nunca una afirmación tan categórica y que pueda contribuir a la confusión, por muy convencido que esté de ella y de la que después se tenga que arrepentir. Porque usted afirma sin lugar a dudas “que no hay dos esperanzas distintas” y cosa en la que está completamente equivocado, como tantos otros o de lo contrario, le rogamos que nos aclare las cuestiones que le planteamos. Pero sobre todo, deje que sea la Biblia la que hable a cada cual y no difunda ideas erróneas que puedan condicionar la mente de aquellos que lean la Escritura y provocar con ello el desagrado de Jehová; o sea, no caiga usted, en el error del que nos quiere prevenir.

Y tomamos nota de su afirmación, en el artículo de su autoría “Sobre mi”, en el sentido de que no entra en polémicas porque el polemizar, según usted, no es práctica cristiana (¡si le oyera Pablo!) y excusándose en que la Biblia le ordena lo siguiente: “Además, niégate a admitir las cuestiones necias e ignorantes, pues sabes que producen peleas.” (2 Tim. 2:23). Pero es que, vamos a ver Sr. Dávila ¿cómo puede decir usted, que el polemizar o entrar en una controversia, no es práctica cristiana? ¿Nos permite mostrarle unas palabras de Pablo? Veamos:

Porque las armas de nuestro guerrear no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas fuertemente atrincheradas. 5 Porque estamos derrumbando razonamientos y toda cosa encumbrada que se levanta contra el conocimiento de Dios; y ponemos bajo cautiverio todo pensamiento para hacerlo obediente al Cristo.” (2 Cor. 10:5-6).

¿Nos podría explicar amigo Dávila, como se pueden conseguir estos objetivos, si no se entra en un intercambio de distintos argumentos o puntos de vista y que es lo que generalmente se entiende por polemizar? Y es que cuando las objeciones recibidas no son necias e ignorantes y además, de ninguna manera persiguen la pelea, sino muy al contrario, son presentadas con lógica, apropiada información probatoria y sobre todo, desde el máximo respeto, la cosa ya cambia un poco ¿no cree? Porque Pablo, no dijo que no hay que debatir (él no hizo otra cosa en todo su ministerio), sino que lo que no hay que hacer es pelear y prueba de que ello es así, es lo que afirmó a continuación en los textos siguientes al citado de Timoteo y mostrándonos los beneficios de una actitud paciente, voluntariosamente abierta al diálogo y que él mismo mostró en todo su apostolado:

Pero el esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, 25 instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos; ya que Dios quizás les dé arrepentimiento que conduzca a un conocimiento exacto de la verdad 26 y recobren el juicio fuera del lazo del Diablo, ya que han sido pescados vivos por él para la voluntad de ese.” (2 Tim. 2:24-26).

Otra cosa ya es, que uno no se atreva a meterse en esos berenjenales, por la razón que sea y a lo cual tiene perfecto derecho. Que sea lo correcto, para una persona que se postula al servicio de Dios…… ya es harina de otro costal.

MABEL

domingo, 21 de noviembre de 2010

¿Solo eso, Sr. Dávila?

Hace unos días, tuvimos la ocasión de visionar un video (fragmentado en dos partes por necesidades técnicas) en el blog de Apologista Mario Olcese y cuya autoría, corresponde a D. Alexander Dávila G. y que en la presentación del mismo, a modo de entradilla, nos dice lo siguiente:

Es hora de que ustedes conozcan el verdadero evangelio salvador del Señor Jesucristo, así que no se pierdan estos dos interesantes videos.

Animados por estas palabras, así como por la expresividad del título del video en cuestión “¿Qué es el Evangelio? o ¿Cuál es el Evangelio?” y también porque no, con la esperanza de averiguar al fin, si alguien era capaz de explicarnos cuál es el contenido real de ese “evangelio”, pasamos a analizar con la atención debida lo que se nos explicaba en el citado video. Sin embargo y para nuestra decepción, de lo que nos enteramos fue de algo, que por una parte ya nos barruntábamos y que por otra, no contribuyó en modo alguno a despejar nuestras incógnitas, ya que continuamos sin saber qué cosas va ha hacer ese reino prometido y para quién; y es que el Sr. Dávila, no nos dice absolutamente nada de ello. Vean las conclusiones a las que llega el citado autor:

Que “evangelio” significa “buena nueva” o “buena noticia”.
Que “buena nueva”, es igual a Reino.
Que Jesús fue enviado con la finalidad de predicar la “buena nueva”, o sea, el reino.
Que Jesús mandó a sus discípulos a predicar el reino.
Y como les decíamos, sorprendentemente y después de una ingente cantidad de textos bíblicos citados, ni una sola palabra nos dice el Sr. Dávila de lo que podemos esperar de dicho reino y que es la verdadera cuestión de fondo, o sea y para entendernos: de aquello que se supone que tendría que hacer el Reino de Dios para cada uno de nosotros y que es en realidad, lo que nos interesa. Luego es solo razonable, que dicho caballero y en un momento de su narración, se refiera a Mateo 24:14 y preguntándose, qué es lo que deberían de predicar los seguidores actuales de Jesucristo, acerca de ese reino. Y pensamos nosotros, que a este respecto algún tipo de información tendría que haber en las Escrituras, que nos diera siquiera una pequeña indicación de por dónde dónde nos tiene que soplar el viento (dicho sea metafóricamente, claro); sin embargo el Sr. Dávila y como ya hemos comentado, ha sido incapaz de explicarnos a lo largo de los casi veinte minutos que dura su exposición, que nos dicen las Escrituras acerca de lo que podemos esperar de semejante acontecimiento y lo que es más grave, desviando nuestra atención del verdadero significado de eso que conocemos como reino de Dios. Porque en el citado pasaje de Mateo y si se lee con atención, nos dice algo que no está muy de acuerdo con la conclusión a la que llega ya en la parte final de su exposición dicho autor y en el sentido de que la buena nueva, es el Reino de Dios en sí mismo y lo cual, expresa gráficamente en estos términos:

Pregunta: ¿Cuál es el evangelio?....... ¿Cuál es la buena nueva?
Respuesta: El Reino de Dios

Ahora bien, vamos por partes: es cierto que cuando Jesús mandó por primera vez a sus discípulos a predicar, les dijo lo siguiente:

Al ir, prediquen, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.” (Mat. 10:7).

Y lo cual parecería dar la razón al Sr. Dávila en su conclusión, puesto que en ese mandato, se carga el acento en la venida del reino, como noticia fundamental y no en otra cosa. Pero es que claro, eso tenía su lógica en aquellos primeros tiempos, porque los judíos y a quiénes únicamente iba dirigido el mensaje, ya sabían lo que era el reino y lo que éste significaría para ellos. Tengamos en cuenta, por otra parte, que los judíos estaban expectantes (Luc. 3:15) por la próxima aparición del Mesías o heredero del rey David y de la que les hablaba, entre otros, el profeta Daniel (Dan. 9:24-25). Por lo tanto, lo fundamental en ese momento y puesto que ellos ya eran conocedores de cómo serían beneficiados por dicho reino o administración, tenía que ver, por una parte, en como esa promesa de restauración del reino davídico estaba ya sustanciándose o tomando cuerpo, en la figura del heredero legal y de aquí la proclamación, de que el reino ya se había acercado. Pero por otra parte y más importante, también tenía que ver con el aceptar o no, a Jesús como el “Ungido” o el Mesías prometido por Jehová para ocupar el trono de su antepasado David y cosa a la cual, se opusieron con ferocidad inusitada los dirigentes judíos y arrastrando con ellos a la mayor parte del pueblo.

Porque repetimos que ellos, los judíos, ya conocían las buenas noticias del reino o sea, lo que significaba la restauración del reino de David, en manos del prometido Mesías: sabían por ejemplo de la esperanza de la resurrección; sabían de la restauración espiritual y física; sabían de la posibilidad de alcanzar la vida eterna; sabían de la restauración plena de la paz en la tierra, incluso hasta entre los animales salvajes más feroces, etc., etc. y cosas a ocurrir, durante el tiempo de vigencia de dicha administración. Buenas noticias en definitiva, que habían leído en los distintos escritos de los profetas, entre ellas la propia restauración de dicho gobierno por Dios, por ejemplo, en Dan. 2:44. Por todo ello pudo decir Pablo, que Jesucristo era la confirmación de las promesas que Jehová había hablado a sus antepasados (Rom. 15:8). Luego en ese sentido, la noticia sí era que dicho reino con toda su carga de buenas noticias, se había acercado en la persona de Jesús como la elegida para ocupar ese trono; pero que en todo caso, continuaba siendo una cuestión de contenidos. Pero el punto central en ese momento, estaba en la aceptación o no de Jesús como el “Ungido” y por tanto heredero de ese reino; tan es eso así, que Israel aún hoy está esperando que Jehová envíe al “escogido” o Mesías, porque ellos como pueblo, no reconocieron (ni reconocen) a Jesús como tal. Pero sin embargo Jesucristo, en las últimas palabras que dirigió a sus discípulos antes de su ascensión a los cielos, dijo algo que aparentemente cambiaba la situación:

Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre……” (Mat. 28:19).

Luego parece ser, que aquí la cuestión ya tenía que ver con el ir más allá del mero anuncio de la venida del reino y que tenía sentido entre los judíos, pero no entre personas extrañas al judaísmo. Luego la tarea ya implicaba el que se tuviera que empezar a hacer discípulos, porque ya no estarían tratando con personas conocedoras del tema (judíos), sino gente de las naciones (gentiles) que poco o nada conocían del asunto. Entonces, tenía que empezar una labor docente y que implicaba la existencia de un contenido, porque todos sabemos que hacer un discípulo, tiene que ver con el enseñar algo a alguien, pero ¿qué habría que enseñarles a esos futuros creyentes, en lo que tenía que ver acerca de la futura venida del reino? Para ello, nos tenemos que remitir de nuevo a Mat. 24:14, cuyo cumplimiento estaba aún en el futuro y que es en donde parece estar la clave, ya que nos prueba que la “buena nueva” no es el reino en sí mismo; pero leamos primero que nos dice el texto:

Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

O sea, que si leemos correctamente, vemos que el reino como sujeto no era la buena nueva, como nos da a entender el Sr. Dávila en todo su video, sino que lo que conformaba la buena nueva, era el conjunto de asombrosos acontecimientos que se iban a producir durante los mil años de vigencia de dicha administración, reino o gobierno, como quiera llamarle y que eran precisamente los que lo hacían importante y destacable: luego lo primordial no era el continente, sino el contenido.

Y es que cuando hablamos del reino como tal Sr. Dávila, de lo que estamos hablando sencillamente es de una administración o gobierno dirigido por Jehová mediante delegación y que regirá por un período de mil años…… no hablamos de nada más, pero absolutamente de nada más. Y no siendo por tanto, el tal gobierno o administración y por decirlo de alguna manera, más que un instrumento a usar por Jehová para la consecución de un resultado; o sea y para aclararnos: el reino es un medio para la consecución de un fin y no el fin en sí mismo; por lo tanto la buena nueva o buena noticia, no es el reino como tal, sino los beneficios personales que durante la vigencia de esta administración, reino o gobernación y que abarcará un período de tiempo de mil años de duración, se van a derramar sobre aquellos que estén ahí. No podemos perder de vista, por otra parte amigo Dávila, que dicho reino, gobierno o administración como tal, tendrá un principio…… y un final (1 Cor. 15:24-28), mientras que los beneficios derramados durante su vigencia, serán eternos; luego creemos que la cuestión y aunque solo fuera en orden de importancia, está fuera de toda duda.

Pero permítannos queridos lectores, que para ilustrar de forma gráfica lo que pretendemos decir y con el debido respeto, parafraseemos a Jesús cuando decía aquello de “El reino de Dios es semejante a……” Pues bien, en este caso imaginémonos y sin ánimo de ser irreverentes, repetimos, que el reino de Dios es semejante a…… una botella de agua; veamos: piense por un momento y a modo de ejemplo, que a usted amable lector, sediento y derrengado después de una agotadora sesión de “footing”, le prometen una botella de agua. ¿Dónde según usted, estaría la “buena noticia”? ¿En el simple hecho del ofrecimiento de una botella…… o en el uso que va a poder hacer, en ese digámosle delicado momento, de su precioso y vital contenido? La respuesta es obvia ¿no? La botella en sí misma no le solventaría nada, pero su contenido evidentemente sí y por tanto lo que usted hace, es tonificarse e hidratarse mediante el uso del preciado líquido (o contenido de la botella) y el cual le permite recuperar el tono vital, para acto seguido buscar una papelera que le permita deshacerse del envase o sea, la botella ya vacía; pero que ha cumplido perfectamente con el propósito para el cual fue diseñada: hacerle llegar a usted, el ingrediente necesario para restaurarlo a un estado de forma óptimo. Luego vemos que una vez llevada a cabo su función, dicha botella ya vacía de contenido, es desechada por innecesaria; pues bien, eso y no otra cosa (siempre salvando las distancias, por supuesto) es eso a lo que llamamos reino de Dios: el continente de grandes bendiciones y de las que las escrituras sí nos hablan, aunque no nos las cuenten, que nos devolverán y parafraseando a Pablo, a “la vida que realmente lo es” (1 Tim. 6:19). Entonces y si nos permiten la insistencia, el reino no es más que un mero envolvente o marco (un período de tiempo de mil años, según Rev. 20:6), en el que se van a llevar a efecto una serie de medidas tomadas por Jehová, en su propósito de restauración de todas las cosas (Hech. 3:21); luego y cumplido su objetivo, no teniendo ya razón de ser, dicho gobierno, reino o administración, es eliminado.

Entonces y viendo la diferencia entre continente y contenido, el foco del asunto tiene que estar, no en el reino como un objetivo o fin en sí mismo (como usted presenta), sino en el contenido o beneficios que el tal reino como administración, extenderá a los que accedan a él, que es donde está el meollo del asunto y siendo por tanto esto, lo que realmente se debe de anunciar. Porque veamos, ¿cuál cree usted amigo Alexander, que era la conversación de un apóstol comisionado por Jesús a predicar las buenas nuevas del reino, en su encuentro con el primer gentil que se topara en su camino (cuando ya se les hizo accesible a estos dicha información) y que el pobre, no tenía ni idea de lo que le estaban hablando? ¿De qué cree usted que les hablaba, por ejemplo Pablo (apóstol a los gentiles, según Rom. 11:13), a esas personas? Y pensamos que debería de saberlo, si es cierto el título que el Sr. Olcese le otorga en la presentación de su video y que hasta donde sabemos, no ha sido desmentido y que le confiere una gran responsabilidad: “Por el evangelista Alexander Dávila (Managua, Nicaragua)” Porque es obvio, que un “evangelista” y entre otras responsabilidades, tendría la de saber explicar cómo le vendería la moto (disculpe el símil) al gentil en cuestión; sin embargo en el video que nos ha presentado, no ha hecho ni siquiera una breve mención de cómo hacerlo; exactamente igual que los Sres. Olcese, Rivas, Morales y tantos otros, que después de hartarse de hablarnos del reino, aún no sabemos cómo éste nos va a beneficiar a los curritos de a pie. Y es que mucho pregonar ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!, en este caso el reino, pero nada de contarnos que cosas va a hacer este reino y para quién las va ha hacer; dicho de otra manera, lo que podemos esperar de él y cómo repercutirá eso en nuestras vidas. Y para plasmar la idea que estamos planteando, vean unas palabras de Pablo, según se registran en Efe. 1:18:

“…… habiendo sido iluminados los ojos de su corazón, para que sepan cuál es la esperanza a la cual él los llamó, cuáles son las gloriosas riquezas que él guarda como herencia para los santos……”

Luego lo que se deduce de esas palabras, es que Jehová prometía “algo” a todos aquellos que creyeran (en ese momento) en sus planes de futuro con respecto a sus propósitos y formulados a través de su Hijo y resto de discípulos, lo cual generaba en aquellos que escuchaban, una motivación fundada en una esperanza. ¿Y qué promesa, generadora de motivación era esta, según dicho pasaje? ¿Qué el reino ya estaba al caer? Evidentemente no, porque además esto en ese momento no era cierto, ya que la tal venida quedaba aún muy lejos en el tiempo; luego inevitablemente tenía que haber otra razón generadora de la tal esperanza y ello tenía que ver, según el registro escritural, con un asunto de contenidos “…… las gloriosas riquezas que él (Jehová) guarda como herencia para los santos” y que se podría traducir de la siguiente manera: si ellos mantenían integridad hasta la muerte, cuando ese reino, gobierno o administración entrara en funciones, serían resucitados a la manera de Jesús; reconocidos como hijos de Dios; elevados a la suprema posición de reyes y sacerdotes; directamente al servicio de Dios; en condición de inmortalidad; además y desde esa privilegiada posición, artífices directos de esa prometida restauración de la que hemos hablado. Luego esa era la esperanza que les motivaba y a la que fueron llamados: lo que este reino haría de ellos, con ellos o por ellos, como usted prefiera. En resumidas cuentas, en cómo ese reino les beneficiaría personalmente y dicho sea por supuesto, en el sentido más loable del término. Porque lo importante no era que se estableciera un nuevo gobierno o reino (ni tan siquiera cuando), sino lo que este significaría para ellos: las gloriosas riquezas que el Altísimo tenía reservadas para ellos y a modo de herencia.

Luego vista cual es la promesa para los “ungidos”, porque esas promesas eran solo para los “ungidos”, permítanos preguntarle, en que va a beneficiar dicho gobierno o reino, a aquellos que amando a Jehová, confiamos en el sacrificio redentor de Cristo; que depositamos toda nuestra confianza en ese reino como la solución a todos los problemas de la humanidad; que hacemos de las Escrituras la brújula de nuestra vida, pero…… que no nos consideramos “ungidos” como ustedes. ¿Qué va ha hacer dicho reino con nosotros? Con los “ungidos” ya lo sabemos, porque según el Sr. Olcese y que por lo visto es algo que le atrae, ya que nos lo repite con frecuencia, es que se les dará dominio sobre muchas ciudades (hay que ver como gusta el poder y el estar por encima de otros). Pero no; lo que nosotros preguntamos Sr. Dávila, es que va ha hacer el reino con aquellos que sin tantas pretensiones, no nos consideramos llamados por Dios a formar parte de ese gobierno; o sea, esos que no hemos recibido en nuestros corazones, el espíritu de adopción como Hijos de Dios (Rom. 8:15) y que es el propio Jehová el que lo concede…… o no; en definitiva, algo que no depende de uno mismo (Rom. 9:11).

¿O es que ustedes, como “ungidos”, ni siquiera se plantean la posibilidad de que esa situación se pueda producir, según el entendimiento que tienen del asunto? El Sr. Olcese desde luego, sí parece tenerlo clarísimo: si no somos hijos de Dios, o sea, ungidos con el espíritu de adopción ya en el momento de nuestro bautismo, solo podemos ser hijos de Satanás y por tanto reos de destrucción, lo cual no deja de ser una “burrada” y ya nos disculpará la equina expresión. Y lo sabemos porque dicho caballero, eso nos lo aplicó a los autores de este blog, aunque personalizando en un servidor (Armando) y que soy el que escribo los distintos artículos publicados (mi compañero y maestro, o sea Manolo, ejerce las labores de supervisión y si procede, de corrección), en un escrito titulado “Algunos problemas en que se meten los Testigos de Jehová…… ” y que publicó el 10 de Julio del año en curso. Pero en fin, no sabemos cómo verá usted tan radical afirmación del Sr. Olcese, pero conste que nos gustaría mucho saberlo, se lo aseguramos.

Y ahora, permítanos un pequeño ejemplo que tomamos del apóstol Pablo, de cómo parece que tiende ser la cosa y usando uno de los textos que se citan en su video:

Entonces hicieron los arreglos para un día con él y vinieron a él en mayor número a su alojamiento. Y él les explicó el asunto, dando testimonio cabal respecto al reino de Dios y tratando de persuadirlos respecto a Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los Profetas, desde la mañana hasta el atardecer. 24………. 30 De modo que permaneció dos años enteros en su propia casa alquilada y recibía amablemente a todos los que venían a él, 31 predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo con la mayor franqueza de expresión, sin estorbo.” (Hech. 28:23-31).

Luego ¿qué testimonio cabal daba Pablo, en esas conversaciones que duraban desde la mañana, hasta el atardecer? ¿Cuáles eran los argumentos que presentaba Pablo, para convencer al personal? Porque ya que les predicaba acerca del reino de Dios, tendríamos que estar interesados en saber qué cosas les hablaba Pablo a aquellas personas, acerca de ese venidero reino para que sintieran atraídas por él. Porque salvando las distancias y a modo de ejemplo, los que vivimos en países democráticos, estamos acostumbrados en épocas de elecciones a que se nos diga, no que uno nos quiere gobernar y cosa que ya sabemos (eso lo quieren todos), sino que nos diga lo que va a hacer para nosotros si consigue gobernar; o sea, que nos presente un plan de gobierno que entendamos viable y que nos muestre aquello que nos ofrece para mejorar nuestra situación y aquello (si lo hay) en que se nos pueda perjudicar…… y luego en las urnas decidiremos si aceptamos o no.

Entonces pensamos que el reino de Dios y volviendo a Mateo 24:14, debería de tener de igual modo un atractivo plan de gobierno para ofrecer a aquellas personas que a día de hoy, escuchen acerca de ese reino y que las lleve a sentirse atraídas a aceptarlo ¿o no es así? ¿O cómo hacían entonces los apóstoles, para convencer a las personas a que se hicieran creyentes? ¿Les decían simplemente que el reino de Dios se había acercado y asunto concluido (Mat. 10:7)? ¿O más bien, les tenían que explicar y convencer, de lo que ese reino haría por ellos en particular? Porque eso parece ser lo que se deduce de las palabras de Pablo:

Así que, según tenía por costumbre Pablo, pasó adentro a donde ellos y por tres sábados razonó con ellos a partir de las Escrituras, 3 explicando y probando por referencias…...”

Ahora bien, ¿con qué resultados? Veámoslo:

Como resultado, algunos de ellos se hicieron creyentes y se asociaron con Pablo y con Silas y una gran multitud de los griegos que adoraban a Dios y no pocas de las mujeres prominentes, lo hicieron.” (Hech. 17:2-4).

Bien, es evidente que Pablo obtuvo un notable éxito, pero vamos al meollo del asunto: ¿qué llevó a esas personas a hacerse creyentes? ¿El mero hecho de que les dijeran que un reino se había acercado…… o lo que les habían explicado que este reino les ofrecía a ellos personalmente en ese momento y que dicho sea de paso, era muy distinto a lo que nosotros tenemos en perspectiva actualmente y que esa es otra?

Porque a uno le pueden decir que el reino se ha acercado y él responder “Bueno ¿y a mí qué?”, sobre todo si no tiene demasiada idea de lo que le están hablando; sin embargo es algo muy distinto, que a esa misma persona le digan que se va a establecer un reino o gobierno y que si uno lo acepta en todos sus términos y colabora en su difusión, recibirá en compensación esto, lo otro y lo de más allá, en el momento en que el tal sea establecido. Y siendo después razonable, que uno pidiera alguna prueba de la veracidad de la oferta y en donde ya llegaríamos a lo que tanto Pablo, como los demás apóstoles, hacían en su labor de predicación: explicar y probar mediante las Escrituras, que las cosas eran como las contaban. Luego, ¿qué podemos esperar de ese reino, Sr. Dávila? ¿Nos lo podría explicar? ¿O es que la Biblia no nos habla para nada, de lo que va a ocurrir con las personas que se hallan en nuestra situación? Y repetimos que los “ungidos” ya sabemos que recibirán: Rev 20:6 nos lo muestra con diáfana claridad; pero nosotros nos referimos a los que no somos o no nos consideramos (por falta de pruebas, evidentemente) “ungidos”. Pero por si usted o cualquier otra persona tiene curiosidad por conocer el “plan de gobierno” o mejoras que ese futuro reino o administración va a llevar a cabo en las vidas, de aquellos que serán sus súbditos, sírvanse leer un artículo que con el título “Usted…… y el paraíso”, publicamos el 21 de Julio del año en curso en este blog.

Por lo tanto, nosotros pensamos que habría que dejar de idealizar tanto el reino y que al final casi convertirán, si no lo han hecho ya, en un objeto de adoración. Porque la historia nos habla de un hecho similar y en el que el propio pueblo de Dios quedó entrampado y del que deberíamos sacar alguna enseñanza o conclusión y atendiendo a la advertencia de Rom. 15:4; veamos. En cierta ocasión y con motivo de un nuevo acto de rebeldía del pueblo de Israel durante su largo periplo por el desierto de Sinaí, Jehová los castigó con una plaga de serpientes venenosas. Ya recuperada la cordura, de nuevo acudieron a Jehová en demanda de ayuda y a lo cual Este, de nuevo también, accedió a su petición:

Por fin el pueblo vino a Moisés y dijo: “Hemos pecado, porque hemos hablado contra Jehová y contra ti. Intercede con Jehová para que quite las serpientes de sobre nosotros”. Y Moisés se puso a interceder por el pueblo. 8 Entonces Jehová dijo a Moisés: “Hazte una culebra abrasadora y colócala sobre un poste-señal. Y tiene que suceder que, cuando cualquiera haya sido mordido, entonces tiene que mirarla y así tendrá que mantenerse vivo”. 9 Moisés en seguida hizo una serpiente de cobre y la colocó sobre el poste-señal; y en efecto sucedió que si una serpiente había mordido a un hombre y él fijaba la vista en la serpiente de cobre, entonces se mantenía vivo.” (Núm. 21:7-9).

Pero preguntémonos lo siguiente ¿qué era lo que realmente salvaba a uno de morir? ¿La serpiente de metal enroscada a un palo en sí misma, o la fe en el poder de la palabra dada por Jehová? La respuesta es evidente ¿no?; porque está claro que el objeto de cobre en forma de serpiente enroscada, no fue más que un mero instrumento usado por el Altísimo, ya que dicho objeto en sí mismo no tenía ningún poder ¿no es cierto?: solo la fe puesta en la poderosa palabra de Jehová, libraba a uno mordido por una serpiente de una muerte segura. Bien, pero veamos lo que ocurrió, con el paso de los años. Tengamos en cuenta que el relato citado de Números, está fechado más o menos sobre la franja comprendida entre 1.480/70 a. E.C. y el relato que nos explica hasta qué extremo degeneró el asunto, sobre el 580 a. E.C., o sea, estaríamos hablando y si no nos hemos equivocado al sacar la cuenta, de casi 900 años después: vean que había estado ocurriendo durante todo ese tiempo, o sea, hasta dónde se había llegado en el colmo de la sinrazón:

Él (se refiere al rey Ezequías) fue quien quitó los lugares altos e hizo pedazos las columnas sagradas y cortó el poste sagrado y trituró la serpiente de cobre que Moisés había hecho; porque hasta aquellos días los hijos de Israel de continuo habían estado haciéndole humo de sacrificio y solía llamársele el ídolo-serpiente de cobre.” (2 Rey. 18:4).

O sea, que algo que solo había sido en su momento, un mero instrumento de Jehová para cumplir con un propósito, ellos lo habían convertido en un objeto de adoración y con ello, implícitamente estaban diciendo, que era ese objeto y no otra cosa (en este caso Jehová), lo que en un momento determinado les había salvado la vida. Pues eso mismo es lo que están en camino de conseguir ustedes, si no lo han conseguido ya, al continuar presentándonos el reino como aquello que no es, al aludir al mismo como la meta final de todo cristiano y sin explicar, lo que realmente sí es: simplemente un período de tiempo de mil años en el que se establecerá un gobierno o administración dirigida por Jehová y mediante la cual, el Altísimo y no el reino como sujeto, hará cosas inimaginables para beneficio de la humanidad obediente y culminando con ello, la restauración de todas las cosas. Y es que al igual que la Ley que Dios dio a Moisés en el monte Sinaí tenía un propósito (Gál. 3:24) y no era el propósito, asimismo ese período gubernativo y que conocemos como reino de Dios, tiene un propósito y no siendo él en sí mismo el propósito, lo cual evidentemente no es lo mismo. Sin embargo ustedes, al igual que los antiguos israelitas, han convertido un simple instrumento de Jehová para salvación (primero fue la serpiente, ahora el reino), en el punto focal de su meta espiritual y olvidándose por tanto, de que lo que realmente salva es el infinito amor y misericordia que Jehová tiene a la humanidad (Juan 3:16) y que se traducirá, en el derramamiento de su todopoderoso Espíritu Santo durante ese período de tiempo, el cual obrará de forma tan maravillosa con el ser humano y su entorno, que convertirá a esta nauseabunda tierra y lo que la habita, tan nauseabundo como la misma tierra, en un paraíso lleno de criaturas perfectas, para gloria y honra de su Santo Nombre, Jehová.

Y eso es lo que tiene que ver Sr. Dávila, desde nuestra perspectiva, con el tema del reino del que usted nos habla. Y siendo cierto que se podrían hacer bastantes más matizaciones, pensamos que para exponer nuestro punto de vista es suficiente, pero no obstante, quedamos a su disposición para cualquier duda o refutación que desee considerar. Porque hay otra cuestión muy interesante en su video y que tiene que ver con la manera correcta en que debemos enfocar nuestra lectura de las Escrituras y argumento con el cual inicia usted su exposición en el video; y afirmación con la que estamos completamente de acuerdo, pero que nos lleva a toparnos cuando la ponemos práctica, con determinados planteamientos algo cuestionables. Pero si nos lo permite, eso lo dejaremos para más adelante para no extendernos demasiado, por una parte y para no mezclar contenidos, por otra. Y ya sabe, quedaríamos muy agradecidos si nos diera su opinión acerca de las cuestiones que hemos planteado.

MABEL

viernes, 12 de noviembre de 2010

¿Entendemos bien?

Lo que ustedes van a leer a continuación, es el fragmento de un artículo publicado por Apologista Mario Olcese y titulado “¿Entiende usted lo que es restaurar el Reino de Dios?”. En el mismo, dicho autor hace hincapié en la necesidad de proclamar la restauración de un Reino de Dios, que refleje de forma fidedigna lo que este era originalmente en tiempos del rey David y que fue en definitiva, lo que Jesús vino a predicar. Y que eso es así, nos lo prueba el hecho de que en ninguna ocasión, tuviera que explicar que era ese reino del que hablaba: sencillamente sus oyentes conocían perfectamente de que trataba ese reino de Dios enunciado y que en su día, tuvo como titular al citado personaje. Nos hemos permitido incluir negritas, para resaltar determinados detalles o matices del citado fragmento:

Así que el Reino de Dios es algo que deberá ser restaurado a Israel en algún momento en el futuro. Y cuando se habla de un reino restaurado, lo que se quiere decir es que ese reino existió en un lugar y pueblo definidos, que desapareció por la impiedad del último rey y su pueblo, y que debe volver a aparecer en el futuro exactamente en el mismo lugar y pueblo con un rey legítimo. Así pues, si el reino fue terrenal y político, entonces deberá ser restaurado como un reino terrenal y político, porque cualquier otra forma de presentación no sería igual al original, y por tanto, no podría hablarse de una verdadera restauración del reino original. Si restauro un jarrón resquebrajado de barro y de color negro, y termino presentando un jarrón de cristal amarillo trasparente, ¿podríamos decir que dicho jarrón ha sido restaurado fielmente? Si cualquier cosa restaurada no se parece al original, entonces no se ha hecho una verdadera restauración de esa cosa. Eso es obvio para cualquiera con dos dedos de frente. Pero esto es precisamente lo que muchos teólogos cristianos han hecho con el reino original. Sencillamente lo han cambiado por otro que no tiene las mismas características que el original. Ahora el reino es presentado en las iglesias como uno que es por naturaleza espiritual y celestial, y no teocrático y terreno como lo fue originalmente. Ahora los más de los cristianos creen que Cristo reina y reinará desde los cielos, o que Jesús gobierna en el corazón de los creyentes. Otros creen que el reino es la iglesia misma que reina en el mundo y ejerce su poder y autoridad sobre los pueblos a través de sus “ungidos”. Pero toda esta gama de creencias no se parecen en nada al reino original.”

Y nosotros, que por supuesto estamos de acuerdo con la idea que se pretende transmitir en este párrafo transcrito, nos permitirnos señalarle al Sr. Olcese, que tampoco se parece en nada al original, su particular versión de un reino compuesto de “millones, miles de millones” de co-gobernantes adjuntos al titular de dicho reino (Jesucristo) y planteamiento que con tanta vehemencia defiende, porque no tendría nada que ver con el original reino de David y que es el que se pretende restaurar. Y es que con esta afirmación, de lo que se nos está hablando no es de un mero cuerpo administrativo de apoyo y que seguramente llegado el momento, tendrá que haberlo (aunque ni de broma tan numeroso) para colaborar con la administración central, sita en Jerusalén. No, no; a lo que él se está refiriendo de entrada, es a aquellas personas que a partir del Pentecostés de 33 EC, se bautizaron, se bautizan y se bautizarán, en el nombre de Jesucristo y que en el momento de su bautismo en agua, ya son (según nos cuenta) sin excepción y de forma automática, “ungidas” o aceptadas como Hijos de Dios, por tanto hermanos de Jesucristo y en consecuencia, herederos de dicho reino en calidad de reyes/sacerdotes del Altísimo, con la inmortalidad añadida (Rev. 20:6) y que evidentemente, es otra cosa totalmente distinta.

Y hemos matizado en el párrafo anterior, que “de entrada” se hacía referencia a todos los bautizados, como futuros gobernantes en el reino, porque ya en la misma línea de otros autores (como el Sr. Rivas Martínez), el Sr. Olcese nos incluye también en este grupo de gobernantes en dicho reino y con la misma relación paterno/filial con el Creador, a los notables del AT, tales como los Abraham, Isaac, David, Daniel, etc. Pero resulta además, que no contento con eso y quizás por aquello de que más vale que sobre, que no que falte, añade a este grupo o clase dirigente, a los sobrevivientes de la “gran tribulación” de Rev. 7:9 y 14 que, según afirma dicho caballero, también formarán parte de ese gobierno, en calidad de inmortales reyes/sacerdotes. Y claro, lo que ocurre es que esas tres afirmaciones que tomadas en sí mismas y por separado, bien pudieran considerarse como simples opiniones más o menos discutibles, cuando las pones juntas en un mismo plano, resultan en una derivada que nos pone patas arriba el entero propósito del reino de mil años por Cristo. Porque lo que ocurriría de ser el caso tal como lo plantea el Sr. Olcese y suponiendo que la lógica exista, es que nos encontraríamos en ese período milenario con una tierra llena de reyes, pero sin nadie sobre quién reinar y lo cual, como contradicción, no está nada mal.

Luego lo que el Sr. Olcese nos está ofreciendo, no es una mala o deficiente “restauración” del reino de Dios, sino algo totalmente distinto a lo que es un reino al uso y que a la sazón, se compone de un rey, un grupo reducido o limitado de colaboradores en el gobierno del mismo, un territorio, una constitución o conjunto de leyes y…… súbditos, sobre todo muchos súbditos y que es una semblanza exacta de la composición del original reino de David y de otros de su entorno y época, según tenían en mente aquellas personas a las que es su día se dirigió Jesús. Y según lo que también nosotros actualmente, observamos en la composición estructural de los reinos que tenemos a nuestro alrededor, como los de Inglaterra, España, Holanda, Arabia Saudí, Marruecos y tantos otros. Pero dado que este no parece ser el caso ¿qué nombre le da entonces el Sr. Olcese, a eso que nos está ofreciendo y de lo que no hay ningún exponente en la historia de la humanidad? ¿O es que está incurriendo en el mismo error que imputa a otros, de pretender restaurar algo, que no ha existido nunca? Porque entendemos que de lo que se trata, no es tanto del tipo de error cometido al interpretar el reino, sino de que lo que se nos propone, se ajuste o no al original; al menos eso parece deducirse del párrafo transcrito. Y entendemos que lo que en este caso se nos propone, se parece como un huevo a una castaña al reino del que nos habló Jesús; porque “millones, miles de millones” de reyes/sacerdotes y sin nadie sobre quien reinar, poco tiene que ver con el reino que en su día y por delegación de Jehová, presidió el rey David. Y es que Jehová (permítannos caricaturizar la situación), escogió a un rey, para gobernar sobre un pueblo ya numeroso y pueblo que lógicamente, iría aumentando en número con el tiempo, pero que continuaría teniendo solo un rey; luego nada que ver con lo que nos plantea el Sr. Olcese, en términos de proporcionalidad.

Y nosotros que desde este blog, hemos publicado bastante acerca de las incongruencias disparatadas que se originan, si tomamos como punto de partida la creencia del automatismo del bautismo en espíritu al salir del agua bautismal (llamémoslo así), nos hemos encontrado con una total indiferencia, o sea, el más absoluto de los silencios tanto de parte del Sr. Olcese, como de los autores de su entorno más inmediato y resto de aquellos que comparten dicha teoría. Y es por tanto de justicia señalar, que ninguno de ellos ha sido capaz de podernos rebatir ni uno solo de nuestros argumentos (es más, ni lo han intentado), cuando afirmamos que están equivocados, tanto en esta enseñanza del automatismo, por llamarla de alguna manera, como en la psicodélica interpretación de las dos resurrecciones de Juan 5:28-29, un absurdo disparate consecuencia directa de la anterior y cuya resultante, forzosamente tiene que derivar en la enseñanza de los “millones, miles de millones” de gobernantes en ese reino, para que les cuadren los números. Sin embargo, vemos que lejos de intentar aclarar el entuerto, que lo hay y muy grave, continúan enseñando esos disparates como si nada hubiera pasado o mejor dicho, como si nada se les hubiera dicho (valga la redundancia) y lo cual, pues ¡hombre! como muy serio, aquello que se dice muy serio para personas tan respetables y entendidas y que se autocalifican como “ungidos”, o sea, personas elegidas por Dios, ciertamente no es. Y ocurre que nos cuesta un poco imaginar que semejante actitud tan falta de tacto y consideración, se pudiera producir en personas como los Pablo, Pedro, Juan, etc. y que, siendo depositarios del mismo espíritu, deberían ser sus ejemplos a seguir y por no hablar ya del propio Jesús (1 Pedro 2:21). Aunque a lo mejor resulta y es un suponer, que no les guía el mismo espíritu que a esos personajes citados y que todo podría ser ¿no creen? Y decimos que es muy grave, porque están hablando de las cosas de Jehová, impartiendo enseñanza y creando por tanto opinión, algo muy arriesgado y si no, vean:

Pero cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar.” (Mat. 18:6).

En este contexto, el hacer tropezar equivaldría a difundir enseñanzas falsas que no se ajustaran a la realidad escritural y que pudieran alejar a uno del verdadero evangelio predicado por Jesús:

Estoy asombrado de que tan pronto os estéis apartando del que os llamó por la gracia de Cristo, para ir tras un evangelio diferente. 7 No es que haya otro evangelio, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.” (Gál. 1:6-7).

Y no que pretendamos imputar intencionalidad, que no es el caso, sino que lo que estamos intentando es advertir del hecho de que podemos ser engañados, aun de forma involuntaria, acerca de la verdadera enseñanza de Jesús. Porque este jamás enseñó tan disparatada idea de “millones, miles de millones” gobernando con él, sino todo lo contrario:

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.” (Luc. 12:32).

Luego tendremos que aceptar que…… ¡hombre! una “pequeña” diferencia entre una afirmación y la otra y lo que tras ellas subyace, si la hay y siendo la resultante, que se altera por completo el sentido y propósito del Reino de Dios y que es gravísimo. Y es que eso sí es predicar otro evangelio y lo demás son cantos florales. Y ya Pablo nos muestra la gravedad de tal situación (aun sin intencionalidad) en los que incurren dichos caballeros, en los dos siguientes versículos:

8 Pero aun si nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como ya lo hemos dicho, ahora mismo vuelvo a decir: Si alguien os está anunciando un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema (o sea, maldito de Dios).”

Luego no pareciendo que la cosa vaya de broma, hay una circunstancia que los hace inevitablemente responsables ante Dios y es que, si bien no les podemos imputar intención de mentir, no es menos cierto que al declararse como personas “ungidas”, están implícitamente afirmando hablar en nombre de Dios, aunque probablemente no se den cuenta de ello. Porque vean lo que nos decía Apologista Mario Olcese, en un artículo titulado “Yo soy un ungido…. ¿y usted?”, el 21 de Octubre pasado y que imaginamos, compartido por toda esa pléyade que se auto-designan como “elegidos” por Dios:

Ahora bien, “Ungidos con el Espíritu Santo” resalta otras bendiciones colaterales que Dios nos añade cuando nos entrega el Espíritu Santo, PERO LO MÁS IMPORTANTE ES QUE NOS GUÍA A LA VERDAD (Ver Juan 16:13). NADIE PUEDE SER GUIADO A LA VERDAD SIN EL ESPÍRITU OBRANDO EN ÉL.” (Negritas nuestras).

Luego y a tenor de esas palabras, lo que nos están diciendo esos caballeros al arrogarse dicha condición de “ungidos”, es que el mismo Espíritu Santo (solo hay uno) que dirigió en su momento a los distintos escritores bíblicos, está operativo en ellos y en consecuencia, lo que nos explican o nos interpretan acerca de las Escrituras, es lo que Jehová quiere que sepamos en cada momento, ya que es el espíritu del propio Jehová el que los guía. O sea, que nos hablan en nombre de Dios, porque vean lo que nos dice el texto en el que se apoya el Sr. Olcese, para mantener su planteamiento:

Sin embargo, cuando llegue aquel, el espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propio impulso, sino que hablará las cosas que oye y les declarará las cosas que vienen.”

Luego lo que estos señores están haciendo, es lo mismo que les critican a los TJ, eso es, pretender que nos creamos que son el “conducto” mediante el cual Jehová nos imparte enseñanza correcta al momento apropiado. Entonces quedaría claro, que el Altísimo y por medio de uno de esos conductos (en este caso, el “ungido” Sr. Olcese), nos está diciendo que ha cambiado de opinión y que ya no será una “manada pequeña” la que gobernará con Cristo, sino “millones, miles de millones” de reyes y sacerdotes. Porque claro, si en sus artículos y en los que nos imparten dichas enseñanzas, nos dicen y como hemos leído, que es el espíritu el que los guía a la verdad y resulta por otra parte, que el espíritu es de Dios, pues blanco y en botella: ellos son portavoces de Dios…… ¿o no es así, Sr. Olcese?

Por lo tanto y si de verdad están guiados por el “espíritu de verdad” de Dios, no creemos que tengan dificultad para aclararnos algunas cuestiones derivadas de sus enseñanzas, antes citadas y que no acabamos de entender:

1º Si todos los bautizados desde Jesús en adelante por una parte, más los notables del AT por otra, más los “sobrevivientes” de la tribulación de Rev. 7:14, por la de más allá, han de gobernar todos en calidad de reyes y sacerdotes en ese reino, ¿sobre quién entonces, gobernarán durante esos mil años? ¿De dónde se sacan a los súbditos de ese reino?

2º Y…… ¿para qué, ha dotado Jehová a esos co-gobernantes con Cristo, de los atributos de sacerdotes? ¿Sobre quiénes serán derramados sus benéficos servicios sacerdotales?

3º Y…… teniendo en cuenta que solo participan de la primera resurrección, aquellos que con Cristo han de gobernar (Rev. 20:6), ¿qué hacemos con Juan el Bautista y del que Jesús dijo expresamente, que no estaría formando parte de ese gobierno (Mat. 11:11)? Porque ello significa que no puede participar de esa primera resurrección “para vida”, por lo cual y según la interpretación que hacen esos caballeros de Juan 5:28-29, tendríamos que meterlo en la segunda y para “condenación” (o destrucción eterna), lo cual reconocemos que es un disparate, pero es que ya nos contarán que otra opción tenemos. Y ya dejando aparte, por supuesto, que del argumento de Jesús en Mat. 11:11, se saca una derivada que aplica también a los notables del AT y que los excluye directamente de formar parte de esa clase gobernante, eliminándolos por tanto, de levantarse en la primera resurrección; circunstancia esta que les lleva sin remisión y al igual que Juan, a la segunda para ser condenados a destrucción eterna.

4º Y…… si Jesús no nos mintió, el malhechor que murió a su lado, tampoco podría estar como gobernante en ese reino y aún a pesar de la promesa que se le hizo, ya que no reunía los dos requisitos indispensables reflejados en Juan 3:5, para formar parte del gobierno del mismo: el nacer del agua y el nacer del espíritu, ya que los mismos solo estuvieron accesibles a partir del Pentecostés de 33 EC y él ya había muerto para esa fecha. Luego si Jesús no se rectificó a sí mismo, ello aparta definitivamente al citado malhechor de la primera resurrección “para vida” y nos lo coloca en la segunda para “condenación”. Pero es que resulta que Jesús le aseguró que estaría con él en el paraíso, luego…… ¿qué hacemos con ese personaje? ¿En qué resurrección lo colocamos? Y circunstancia que dicho sea de paso, de nuevo mete en el cuadro a los notables del AT, puesto que también se ven afectados por ella. Y es que al morir cientos de años antes de esa fecha, tampoco pudieron acceder a esos dos imprescindibles requisitos:

Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5).

Entonces…… ¿también han de ser destruidos en la segunda resurrección para destrucción eterna?

5ª Y…… por otra parte y suponiendo (que ya es mucho suponer) que todo fuera como esos señores afirman, ¿qué sucesos importantes para el hombre, se producirán durante ese período milenario? ¿Qué concretamente va a ocurrir y que afecte directamente a las personas, durante esos mil años del reinado de Cristo? ¿Nos lo podrían explicar?

Porque según el Sr. Olcese y en su artículo “Retomando el evangelio verdadero, tal como Jesús lo enseñó” y en la parte final de su quinto párrafo, fíjense que “gran acontecimiento” se espera para el milenio:

Si no se depone al diablo, el trabajo de Cristo se verá constantemente obstaculizado con revueltas y conflictos. Por eso en Apocalipsis 20:1-4 se nos revela que el diablo y sus servidores angélicos serán lanzados y atados al abismo por mil años y entonces el gobierno revolucionario y renovador de Cristo se restaurará en la tierra. Los hijos de la luz reemplazarán a los hijos de las tinieblas, y la tierra disfrutará de una era nunca antes vista, donde los animales más feroces y hostiles entre sí vivirán en armonía.”

O sea y si no entendemos mal, dicho autor y de acuerdo con lo que el apóstol Pablo expone en su carta a los creyentes de Éfeso, nos explica que para cuando los hijos de la luz (que según Efe. 5:8, son los “ungidos” para gobernar con Cristo, ya que a esa clase se dirigía Pablo en ese momento) ya levantados en inmortalidad, reemplacen a los hijos del maligno (los gobernantes de esta oscuridad, según Efe. 6:12) y se dé con ello inicio al reino milenario, el acontecimiento más notable por ocurrir en esta tierra a partir de ese momento, según leemos en el párrafo citado del Sr. Olcese, será que los animales más feroces, vivirán en armonía entre sí (¿). Y en fin, aunque no discutimos que eso pueda tener su importancia, ¡hombre! tampoco creemos que para ese viaje nos hicieran falta tantas alforjas; luego algo más tendrá que ocurrir y que responda a las expectativas creadas en torno al Reino de Dios, ¿no opina usted lo mismo, querido lector? Pero es que además, tenemos las siguientes palabras del apóstol Pablo:

Porque la expectación anhelante de la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación fue sujetada a futilidad, no de su propia voluntad, sino por aquel que la sujetó, sobre la base de la esperanza 21 de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios.” (Rom. 8:19-21)

Luego ¿qué realmente nos quiso decir? ¿A qué o a quién se refería el apóstol, cuando citaba de una “creación”, que sujeta a futilidad, sería “libertada” y tendría con ello la esperanza de alcanzar en su momento, “la gloriosa libertad” de los hijos de Dios y que evidentemente, no son lo mismo que esa “creación” citada? ¿Se estaba refiriendo Pablo a los animales? Porque resulta que hasta donde nosotros hemos leído (y creemos haber leído bien), para nada se nos habla en el citado artículo de aquello que dicho reino supuestamente tendría que hacer con los seres humanos y para lo cual imaginamos, que se habrá montado esta “fiesta” ¿o no es así? Luego ¿nos podría aclarar el Sr. Olcese un poco más esa cuestión?

Y créannos que nos cuesta mucho entender, que personas de tan elevados conocimientos, tanto seglares como teológicos (eruditos y maestros bíblicos se auto-califican ellos mismos), no se den cuenta de que con dichas erróneas enseñanzas y que son puros disparates, lo que están consiguiendo es dejar vacío de contenido ese período milenario, punto central a la par que argumental del entero registro sagrado y motivo fundamentalísimo, según propia afirmación, de la primera aparición de Jesús sobre la tierra:

Pero él les dijo: “También a otras ciudades tengo que declarar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado.” (Luc. 4:43).

Porque vemos que las buenas nuevas del reino de Dios, Jesús se las predicaba a las personas, luego dicho reino tendría que ver, con cosas buenas que se haría con las personas, sin embargo, nada de eso nos cuenta el Sr. Olcese y que presume de ser el que más habla del Reino de Dios. Y extremo que es cierto, pero una cosa es que cite del reino como un ente y otra muy distinta, que nos explique qué cosas de ese período de tiempo, van a beneficiar al ser humano.

Aunque bien pensada la cosa, permítannos rectificar: sí podemos comprender, el por qué no se enteran de la película dichos “intelectuales”, cuando de nuevo damos atención a las palabras de Jesús y que algo sabría de que iba la cosa:

“En aquella misma hora se llenó de gran gozo en el espíritu santo y dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos. Sí, oh Padre, porque el hacerlo así vino a ser la manera aprobada por ti.” (Luc. 10:21).

Y Jesús se estaba refiriendo al hecho, de que su Padre Celestial hubiera negado el entendimiento de lo que él explicaba, a los orgullosos y arrogantes fariseos, doctos en la Ley y las Escrituras y que sin embargo, se lo hubiera concedido a las personas humildes, aunque sin tales conocimientos superiores y calificadas por ello, como “malditas” por esos mismos fariseos (Juan 7:49).

Y por supuesto que entendemos queridos lectores, que nos consideren unos pesados por insistir tanto en estos asuntos, pero les aseguramos que si así lo hacemos, es porque son de vital importancia para aquellos que de verdad quieren aprender de Dios y hacer su voluntad. Por lo tanto, permítanos una pequeña observación y a modo de atenuante para con nuestra actitud: si esos señores se hubieran dignado a responder a nuestras objeciones en su momento y no a actuar como los citados fariseos hacían con aquellos que no tenían su nivel de conocimientos, probablemente el asunto ya estaría más que resuelto y sabiendo todos a qué atenernos. Lo que ocurre es que no lo hacen y ello obviamente permite claro está, cualquier tipo de especulación, como por ejemplo, que no saben que responder; o sea y para entendernos: que se han metido en un “embolado” del que no saben cómo salirse. Por ello, nos permitimos hacerles a todos ustedes que nos leen, una pequeña sugerencia…… y si realmente les interesa conocer la verdad, claro: ¿por qué no les mandan correos, solicitando expresamente que nos expliquen a todos, cómo se solventan esas cuestiones presentadas?

Porque teniendo en cuenta la capacidad intelectual concitada en dichos personajes, no debería de representar ningún problema para ellos; es más, si de verdad son realmente personas dirigidas por el “espíritu de verdad” de Jehová, ahí tienen una oportunidad de impartirnos la verdadera enseñanza de nuestro Creador y sacarnos de este hoyo de oscuridad en el que estamos metidos; aunque solo sea por aquello de enseñar al que no sabe y lo cual, es impagable como obra de caridad. Y es que si de verdad son “ungidos” de Jehová, sencillamente no pueden negarse a ello, porque al igual que Jesús “para esto” han sido elegidos:

Entonces Pilato le dijo: “¿Luego tú eres Rey?” Respondió Jesús: “Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”.” (Juan 18:37).

Luego si nosotros estamos equivocados, cosa que no se puede descartar, deberían de corregirnos y no solo en beneficio de la verdad, con ser ello importantísimo, sino en beneficio también de todos aquellos que puedan verse afectados por nuestras afirmaciones…… si fueran erróneas y cosa que aún está por ver.

Sin embargo lo que también es cierto, es que si no lo hacen se estarán poniendo en evidencia y mostrando ser, lo que aparentemente son: “falsos maestros” (2 Pedro 2:1). Y calificación a la que se hacen merecedores, no porque hayan cometido un error en la interpretación de algún punto, cosa impensable por otra parte, en alguien dirigido por el “espíritu de verdad” de Dios (pero que podríamos aceptar), sino por el hecho de su pertinaz “mantenella e no enmendalla”, a pesar de las continuas alusiones que les hemos hecho en el sentido de que están en un error. Y cosa que podrá ser cierta o no, pero que evidentemente les obliga a salir a la palestra para dar cumplida atención a las objeciones que les hemos planteado (debidamente documentadas) y establecer así, no solo lo correcto de sus planteamientos, sino algo mucho más importante y que es mantener en alto su credibilidad. Pero y aun corriendo el riesgo de equivocarnos, estamos convencidos de que no lo harán, porque si no lo han hecho hasta este momento ¿por qué tendrían que hacerlo ahora?

Y es que en realidad, no pueden responder a las cuestiones planteadas a menos que reconsideren sus erróneas creencias, como la del automático “ungimiento” como Hijo de Dios, después del bautismo en agua; o en la disparatada interpretación de Juan 5:28-29, o en la de los “millones, miles de millones” de co-gobernantes en el reino. Y que quieren que les digamos, pero como que eso se nos antoja algo “dificilillo”; aunque por otra parte y es una cuestión que tendría que quedar muy clara, a menos que hagan, digan o escriban algo a este respecto, están completamente cuestionados y totalmente descalificados para hablarnos de las cosas de Dios: sencillamente, no son creíbles. Y ya dejando aparte, lo que su silencio significa de desprecio para sus lectores y lo que es más grave…… para el propio Jehová. Y claro, si esta es la actual actitud de aquellos que afirman que en un futuro nos han de gobernar, pues que quieren que les digamos, pero…… igual mejor dejar las cosas como están ¿no creen?

MABEL