domingo, 21 de noviembre de 2010

¿Solo eso, Sr. Dávila?

Hace unos días, tuvimos la ocasión de visionar un video (fragmentado en dos partes por necesidades técnicas) en el blog de Apologista Mario Olcese y cuya autoría, corresponde a D. Alexander Dávila G. y que en la presentación del mismo, a modo de entradilla, nos dice lo siguiente:

Es hora de que ustedes conozcan el verdadero evangelio salvador del Señor Jesucristo, así que no se pierdan estos dos interesantes videos.

Animados por estas palabras, así como por la expresividad del título del video en cuestión “¿Qué es el Evangelio? o ¿Cuál es el Evangelio?” y también porque no, con la esperanza de averiguar al fin, si alguien era capaz de explicarnos cuál es el contenido real de ese “evangelio”, pasamos a analizar con la atención debida lo que se nos explicaba en el citado video. Sin embargo y para nuestra decepción, de lo que nos enteramos fue de algo, que por una parte ya nos barruntábamos y que por otra, no contribuyó en modo alguno a despejar nuestras incógnitas, ya que continuamos sin saber qué cosas va ha hacer ese reino prometido y para quién; y es que el Sr. Dávila, no nos dice absolutamente nada de ello. Vean las conclusiones a las que llega el citado autor:

Que “evangelio” significa “buena nueva” o “buena noticia”.
Que “buena nueva”, es igual a Reino.
Que Jesús fue enviado con la finalidad de predicar la “buena nueva”, o sea, el reino.
Que Jesús mandó a sus discípulos a predicar el reino.
Y como les decíamos, sorprendentemente y después de una ingente cantidad de textos bíblicos citados, ni una sola palabra nos dice el Sr. Dávila de lo que podemos esperar de dicho reino y que es la verdadera cuestión de fondo, o sea y para entendernos: de aquello que se supone que tendría que hacer el Reino de Dios para cada uno de nosotros y que es en realidad, lo que nos interesa. Luego es solo razonable, que dicho caballero y en un momento de su narración, se refiera a Mateo 24:14 y preguntándose, qué es lo que deberían de predicar los seguidores actuales de Jesucristo, acerca de ese reino. Y pensamos nosotros, que a este respecto algún tipo de información tendría que haber en las Escrituras, que nos diera siquiera una pequeña indicación de por dónde dónde nos tiene que soplar el viento (dicho sea metafóricamente, claro); sin embargo el Sr. Dávila y como ya hemos comentado, ha sido incapaz de explicarnos a lo largo de los casi veinte minutos que dura su exposición, que nos dicen las Escrituras acerca de lo que podemos esperar de semejante acontecimiento y lo que es más grave, desviando nuestra atención del verdadero significado de eso que conocemos como reino de Dios. Porque en el citado pasaje de Mateo y si se lee con atención, nos dice algo que no está muy de acuerdo con la conclusión a la que llega ya en la parte final de su exposición dicho autor y en el sentido de que la buena nueva, es el Reino de Dios en sí mismo y lo cual, expresa gráficamente en estos términos:

Pregunta: ¿Cuál es el evangelio?....... ¿Cuál es la buena nueva?
Respuesta: El Reino de Dios

Ahora bien, vamos por partes: es cierto que cuando Jesús mandó por primera vez a sus discípulos a predicar, les dijo lo siguiente:

Al ir, prediquen, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.” (Mat. 10:7).

Y lo cual parecería dar la razón al Sr. Dávila en su conclusión, puesto que en ese mandato, se carga el acento en la venida del reino, como noticia fundamental y no en otra cosa. Pero es que claro, eso tenía su lógica en aquellos primeros tiempos, porque los judíos y a quiénes únicamente iba dirigido el mensaje, ya sabían lo que era el reino y lo que éste significaría para ellos. Tengamos en cuenta, por otra parte, que los judíos estaban expectantes (Luc. 3:15) por la próxima aparición del Mesías o heredero del rey David y de la que les hablaba, entre otros, el profeta Daniel (Dan. 9:24-25). Por lo tanto, lo fundamental en ese momento y puesto que ellos ya eran conocedores de cómo serían beneficiados por dicho reino o administración, tenía que ver, por una parte, en como esa promesa de restauración del reino davídico estaba ya sustanciándose o tomando cuerpo, en la figura del heredero legal y de aquí la proclamación, de que el reino ya se había acercado. Pero por otra parte y más importante, también tenía que ver con el aceptar o no, a Jesús como el “Ungido” o el Mesías prometido por Jehová para ocupar el trono de su antepasado David y cosa a la cual, se opusieron con ferocidad inusitada los dirigentes judíos y arrastrando con ellos a la mayor parte del pueblo.

Porque repetimos que ellos, los judíos, ya conocían las buenas noticias del reino o sea, lo que significaba la restauración del reino de David, en manos del prometido Mesías: sabían por ejemplo de la esperanza de la resurrección; sabían de la restauración espiritual y física; sabían de la posibilidad de alcanzar la vida eterna; sabían de la restauración plena de la paz en la tierra, incluso hasta entre los animales salvajes más feroces, etc., etc. y cosas a ocurrir, durante el tiempo de vigencia de dicha administración. Buenas noticias en definitiva, que habían leído en los distintos escritos de los profetas, entre ellas la propia restauración de dicho gobierno por Dios, por ejemplo, en Dan. 2:44. Por todo ello pudo decir Pablo, que Jesucristo era la confirmación de las promesas que Jehová había hablado a sus antepasados (Rom. 15:8). Luego en ese sentido, la noticia sí era que dicho reino con toda su carga de buenas noticias, se había acercado en la persona de Jesús como la elegida para ocupar ese trono; pero que en todo caso, continuaba siendo una cuestión de contenidos. Pero el punto central en ese momento, estaba en la aceptación o no de Jesús como el “Ungido” y por tanto heredero de ese reino; tan es eso así, que Israel aún hoy está esperando que Jehová envíe al “escogido” o Mesías, porque ellos como pueblo, no reconocieron (ni reconocen) a Jesús como tal. Pero sin embargo Jesucristo, en las últimas palabras que dirigió a sus discípulos antes de su ascensión a los cielos, dijo algo que aparentemente cambiaba la situación:

Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre……” (Mat. 28:19).

Luego parece ser, que aquí la cuestión ya tenía que ver con el ir más allá del mero anuncio de la venida del reino y que tenía sentido entre los judíos, pero no entre personas extrañas al judaísmo. Luego la tarea ya implicaba el que se tuviera que empezar a hacer discípulos, porque ya no estarían tratando con personas conocedoras del tema (judíos), sino gente de las naciones (gentiles) que poco o nada conocían del asunto. Entonces, tenía que empezar una labor docente y que implicaba la existencia de un contenido, porque todos sabemos que hacer un discípulo, tiene que ver con el enseñar algo a alguien, pero ¿qué habría que enseñarles a esos futuros creyentes, en lo que tenía que ver acerca de la futura venida del reino? Para ello, nos tenemos que remitir de nuevo a Mat. 24:14, cuyo cumplimiento estaba aún en el futuro y que es en donde parece estar la clave, ya que nos prueba que la “buena nueva” no es el reino en sí mismo; pero leamos primero que nos dice el texto:

Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

O sea, que si leemos correctamente, vemos que el reino como sujeto no era la buena nueva, como nos da a entender el Sr. Dávila en todo su video, sino que lo que conformaba la buena nueva, era el conjunto de asombrosos acontecimientos que se iban a producir durante los mil años de vigencia de dicha administración, reino o gobierno, como quiera llamarle y que eran precisamente los que lo hacían importante y destacable: luego lo primordial no era el continente, sino el contenido.

Y es que cuando hablamos del reino como tal Sr. Dávila, de lo que estamos hablando sencillamente es de una administración o gobierno dirigido por Jehová mediante delegación y que regirá por un período de mil años…… no hablamos de nada más, pero absolutamente de nada más. Y no siendo por tanto, el tal gobierno o administración y por decirlo de alguna manera, más que un instrumento a usar por Jehová para la consecución de un resultado; o sea y para aclararnos: el reino es un medio para la consecución de un fin y no el fin en sí mismo; por lo tanto la buena nueva o buena noticia, no es el reino como tal, sino los beneficios personales que durante la vigencia de esta administración, reino o gobernación y que abarcará un período de tiempo de mil años de duración, se van a derramar sobre aquellos que estén ahí. No podemos perder de vista, por otra parte amigo Dávila, que dicho reino, gobierno o administración como tal, tendrá un principio…… y un final (1 Cor. 15:24-28), mientras que los beneficios derramados durante su vigencia, serán eternos; luego creemos que la cuestión y aunque solo fuera en orden de importancia, está fuera de toda duda.

Pero permítannos queridos lectores, que para ilustrar de forma gráfica lo que pretendemos decir y con el debido respeto, parafraseemos a Jesús cuando decía aquello de “El reino de Dios es semejante a……” Pues bien, en este caso imaginémonos y sin ánimo de ser irreverentes, repetimos, que el reino de Dios es semejante a…… una botella de agua; veamos: piense por un momento y a modo de ejemplo, que a usted amable lector, sediento y derrengado después de una agotadora sesión de “footing”, le prometen una botella de agua. ¿Dónde según usted, estaría la “buena noticia”? ¿En el simple hecho del ofrecimiento de una botella…… o en el uso que va a poder hacer, en ese digámosle delicado momento, de su precioso y vital contenido? La respuesta es obvia ¿no? La botella en sí misma no le solventaría nada, pero su contenido evidentemente sí y por tanto lo que usted hace, es tonificarse e hidratarse mediante el uso del preciado líquido (o contenido de la botella) y el cual le permite recuperar el tono vital, para acto seguido buscar una papelera que le permita deshacerse del envase o sea, la botella ya vacía; pero que ha cumplido perfectamente con el propósito para el cual fue diseñada: hacerle llegar a usted, el ingrediente necesario para restaurarlo a un estado de forma óptimo. Luego vemos que una vez llevada a cabo su función, dicha botella ya vacía de contenido, es desechada por innecesaria; pues bien, eso y no otra cosa (siempre salvando las distancias, por supuesto) es eso a lo que llamamos reino de Dios: el continente de grandes bendiciones y de las que las escrituras sí nos hablan, aunque no nos las cuenten, que nos devolverán y parafraseando a Pablo, a “la vida que realmente lo es” (1 Tim. 6:19). Entonces y si nos permiten la insistencia, el reino no es más que un mero envolvente o marco (un período de tiempo de mil años, según Rev. 20:6), en el que se van a llevar a efecto una serie de medidas tomadas por Jehová, en su propósito de restauración de todas las cosas (Hech. 3:21); luego y cumplido su objetivo, no teniendo ya razón de ser, dicho gobierno, reino o administración, es eliminado.

Entonces y viendo la diferencia entre continente y contenido, el foco del asunto tiene que estar, no en el reino como un objetivo o fin en sí mismo (como usted presenta), sino en el contenido o beneficios que el tal reino como administración, extenderá a los que accedan a él, que es donde está el meollo del asunto y siendo por tanto esto, lo que realmente se debe de anunciar. Porque veamos, ¿cuál cree usted amigo Alexander, que era la conversación de un apóstol comisionado por Jesús a predicar las buenas nuevas del reino, en su encuentro con el primer gentil que se topara en su camino (cuando ya se les hizo accesible a estos dicha información) y que el pobre, no tenía ni idea de lo que le estaban hablando? ¿De qué cree usted que les hablaba, por ejemplo Pablo (apóstol a los gentiles, según Rom. 11:13), a esas personas? Y pensamos que debería de saberlo, si es cierto el título que el Sr. Olcese le otorga en la presentación de su video y que hasta donde sabemos, no ha sido desmentido y que le confiere una gran responsabilidad: “Por el evangelista Alexander Dávila (Managua, Nicaragua)” Porque es obvio, que un “evangelista” y entre otras responsabilidades, tendría la de saber explicar cómo le vendería la moto (disculpe el símil) al gentil en cuestión; sin embargo en el video que nos ha presentado, no ha hecho ni siquiera una breve mención de cómo hacerlo; exactamente igual que los Sres. Olcese, Rivas, Morales y tantos otros, que después de hartarse de hablarnos del reino, aún no sabemos cómo éste nos va a beneficiar a los curritos de a pie. Y es que mucho pregonar ¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo!, en este caso el reino, pero nada de contarnos que cosas va a hacer este reino y para quién las va ha hacer; dicho de otra manera, lo que podemos esperar de él y cómo repercutirá eso en nuestras vidas. Y para plasmar la idea que estamos planteando, vean unas palabras de Pablo, según se registran en Efe. 1:18:

“…… habiendo sido iluminados los ojos de su corazón, para que sepan cuál es la esperanza a la cual él los llamó, cuáles son las gloriosas riquezas que él guarda como herencia para los santos……”

Luego lo que se deduce de esas palabras, es que Jehová prometía “algo” a todos aquellos que creyeran (en ese momento) en sus planes de futuro con respecto a sus propósitos y formulados a través de su Hijo y resto de discípulos, lo cual generaba en aquellos que escuchaban, una motivación fundada en una esperanza. ¿Y qué promesa, generadora de motivación era esta, según dicho pasaje? ¿Qué el reino ya estaba al caer? Evidentemente no, porque además esto en ese momento no era cierto, ya que la tal venida quedaba aún muy lejos en el tiempo; luego inevitablemente tenía que haber otra razón generadora de la tal esperanza y ello tenía que ver, según el registro escritural, con un asunto de contenidos “…… las gloriosas riquezas que él (Jehová) guarda como herencia para los santos” y que se podría traducir de la siguiente manera: si ellos mantenían integridad hasta la muerte, cuando ese reino, gobierno o administración entrara en funciones, serían resucitados a la manera de Jesús; reconocidos como hijos de Dios; elevados a la suprema posición de reyes y sacerdotes; directamente al servicio de Dios; en condición de inmortalidad; además y desde esa privilegiada posición, artífices directos de esa prometida restauración de la que hemos hablado. Luego esa era la esperanza que les motivaba y a la que fueron llamados: lo que este reino haría de ellos, con ellos o por ellos, como usted prefiera. En resumidas cuentas, en cómo ese reino les beneficiaría personalmente y dicho sea por supuesto, en el sentido más loable del término. Porque lo importante no era que se estableciera un nuevo gobierno o reino (ni tan siquiera cuando), sino lo que este significaría para ellos: las gloriosas riquezas que el Altísimo tenía reservadas para ellos y a modo de herencia.

Luego vista cual es la promesa para los “ungidos”, porque esas promesas eran solo para los “ungidos”, permítanos preguntarle, en que va a beneficiar dicho gobierno o reino, a aquellos que amando a Jehová, confiamos en el sacrificio redentor de Cristo; que depositamos toda nuestra confianza en ese reino como la solución a todos los problemas de la humanidad; que hacemos de las Escrituras la brújula de nuestra vida, pero…… que no nos consideramos “ungidos” como ustedes. ¿Qué va ha hacer dicho reino con nosotros? Con los “ungidos” ya lo sabemos, porque según el Sr. Olcese y que por lo visto es algo que le atrae, ya que nos lo repite con frecuencia, es que se les dará dominio sobre muchas ciudades (hay que ver como gusta el poder y el estar por encima de otros). Pero no; lo que nosotros preguntamos Sr. Dávila, es que va ha hacer el reino con aquellos que sin tantas pretensiones, no nos consideramos llamados por Dios a formar parte de ese gobierno; o sea, esos que no hemos recibido en nuestros corazones, el espíritu de adopción como Hijos de Dios (Rom. 8:15) y que es el propio Jehová el que lo concede…… o no; en definitiva, algo que no depende de uno mismo (Rom. 9:11).

¿O es que ustedes, como “ungidos”, ni siquiera se plantean la posibilidad de que esa situación se pueda producir, según el entendimiento que tienen del asunto? El Sr. Olcese desde luego, sí parece tenerlo clarísimo: si no somos hijos de Dios, o sea, ungidos con el espíritu de adopción ya en el momento de nuestro bautismo, solo podemos ser hijos de Satanás y por tanto reos de destrucción, lo cual no deja de ser una “burrada” y ya nos disculpará la equina expresión. Y lo sabemos porque dicho caballero, eso nos lo aplicó a los autores de este blog, aunque personalizando en un servidor (Armando) y que soy el que escribo los distintos artículos publicados (mi compañero y maestro, o sea Manolo, ejerce las labores de supervisión y si procede, de corrección), en un escrito titulado “Algunos problemas en que se meten los Testigos de Jehová…… ” y que publicó el 10 de Julio del año en curso. Pero en fin, no sabemos cómo verá usted tan radical afirmación del Sr. Olcese, pero conste que nos gustaría mucho saberlo, se lo aseguramos.

Y ahora, permítanos un pequeño ejemplo que tomamos del apóstol Pablo, de cómo parece que tiende ser la cosa y usando uno de los textos que se citan en su video:

Entonces hicieron los arreglos para un día con él y vinieron a él en mayor número a su alojamiento. Y él les explicó el asunto, dando testimonio cabal respecto al reino de Dios y tratando de persuadirlos respecto a Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los Profetas, desde la mañana hasta el atardecer. 24………. 30 De modo que permaneció dos años enteros en su propia casa alquilada y recibía amablemente a todos los que venían a él, 31 predicándoles el reino de Dios y enseñando las cosas respecto al Señor Jesucristo con la mayor franqueza de expresión, sin estorbo.” (Hech. 28:23-31).

Luego ¿qué testimonio cabal daba Pablo, en esas conversaciones que duraban desde la mañana, hasta el atardecer? ¿Cuáles eran los argumentos que presentaba Pablo, para convencer al personal? Porque ya que les predicaba acerca del reino de Dios, tendríamos que estar interesados en saber qué cosas les hablaba Pablo a aquellas personas, acerca de ese venidero reino para que sintieran atraídas por él. Porque salvando las distancias y a modo de ejemplo, los que vivimos en países democráticos, estamos acostumbrados en épocas de elecciones a que se nos diga, no que uno nos quiere gobernar y cosa que ya sabemos (eso lo quieren todos), sino que nos diga lo que va a hacer para nosotros si consigue gobernar; o sea, que nos presente un plan de gobierno que entendamos viable y que nos muestre aquello que nos ofrece para mejorar nuestra situación y aquello (si lo hay) en que se nos pueda perjudicar…… y luego en las urnas decidiremos si aceptamos o no.

Entonces pensamos que el reino de Dios y volviendo a Mateo 24:14, debería de tener de igual modo un atractivo plan de gobierno para ofrecer a aquellas personas que a día de hoy, escuchen acerca de ese reino y que las lleve a sentirse atraídas a aceptarlo ¿o no es así? ¿O cómo hacían entonces los apóstoles, para convencer a las personas a que se hicieran creyentes? ¿Les decían simplemente que el reino de Dios se había acercado y asunto concluido (Mat. 10:7)? ¿O más bien, les tenían que explicar y convencer, de lo que ese reino haría por ellos en particular? Porque eso parece ser lo que se deduce de las palabras de Pablo:

Así que, según tenía por costumbre Pablo, pasó adentro a donde ellos y por tres sábados razonó con ellos a partir de las Escrituras, 3 explicando y probando por referencias…...”

Ahora bien, ¿con qué resultados? Veámoslo:

Como resultado, algunos de ellos se hicieron creyentes y se asociaron con Pablo y con Silas y una gran multitud de los griegos que adoraban a Dios y no pocas de las mujeres prominentes, lo hicieron.” (Hech. 17:2-4).

Bien, es evidente que Pablo obtuvo un notable éxito, pero vamos al meollo del asunto: ¿qué llevó a esas personas a hacerse creyentes? ¿El mero hecho de que les dijeran que un reino se había acercado…… o lo que les habían explicado que este reino les ofrecía a ellos personalmente en ese momento y que dicho sea de paso, era muy distinto a lo que nosotros tenemos en perspectiva actualmente y que esa es otra?

Porque a uno le pueden decir que el reino se ha acercado y él responder “Bueno ¿y a mí qué?”, sobre todo si no tiene demasiada idea de lo que le están hablando; sin embargo es algo muy distinto, que a esa misma persona le digan que se va a establecer un reino o gobierno y que si uno lo acepta en todos sus términos y colabora en su difusión, recibirá en compensación esto, lo otro y lo de más allá, en el momento en que el tal sea establecido. Y siendo después razonable, que uno pidiera alguna prueba de la veracidad de la oferta y en donde ya llegaríamos a lo que tanto Pablo, como los demás apóstoles, hacían en su labor de predicación: explicar y probar mediante las Escrituras, que las cosas eran como las contaban. Luego, ¿qué podemos esperar de ese reino, Sr. Dávila? ¿Nos lo podría explicar? ¿O es que la Biblia no nos habla para nada, de lo que va a ocurrir con las personas que se hallan en nuestra situación? Y repetimos que los “ungidos” ya sabemos que recibirán: Rev 20:6 nos lo muestra con diáfana claridad; pero nosotros nos referimos a los que no somos o no nos consideramos (por falta de pruebas, evidentemente) “ungidos”. Pero por si usted o cualquier otra persona tiene curiosidad por conocer el “plan de gobierno” o mejoras que ese futuro reino o administración va a llevar a cabo en las vidas, de aquellos que serán sus súbditos, sírvanse leer un artículo que con el título “Usted…… y el paraíso”, publicamos el 21 de Julio del año en curso en este blog.

Por lo tanto, nosotros pensamos que habría que dejar de idealizar tanto el reino y que al final casi convertirán, si no lo han hecho ya, en un objeto de adoración. Porque la historia nos habla de un hecho similar y en el que el propio pueblo de Dios quedó entrampado y del que deberíamos sacar alguna enseñanza o conclusión y atendiendo a la advertencia de Rom. 15:4; veamos. En cierta ocasión y con motivo de un nuevo acto de rebeldía del pueblo de Israel durante su largo periplo por el desierto de Sinaí, Jehová los castigó con una plaga de serpientes venenosas. Ya recuperada la cordura, de nuevo acudieron a Jehová en demanda de ayuda y a lo cual Este, de nuevo también, accedió a su petición:

Por fin el pueblo vino a Moisés y dijo: “Hemos pecado, porque hemos hablado contra Jehová y contra ti. Intercede con Jehová para que quite las serpientes de sobre nosotros”. Y Moisés se puso a interceder por el pueblo. 8 Entonces Jehová dijo a Moisés: “Hazte una culebra abrasadora y colócala sobre un poste-señal. Y tiene que suceder que, cuando cualquiera haya sido mordido, entonces tiene que mirarla y así tendrá que mantenerse vivo”. 9 Moisés en seguida hizo una serpiente de cobre y la colocó sobre el poste-señal; y en efecto sucedió que si una serpiente había mordido a un hombre y él fijaba la vista en la serpiente de cobre, entonces se mantenía vivo.” (Núm. 21:7-9).

Pero preguntémonos lo siguiente ¿qué era lo que realmente salvaba a uno de morir? ¿La serpiente de metal enroscada a un palo en sí misma, o la fe en el poder de la palabra dada por Jehová? La respuesta es evidente ¿no?; porque está claro que el objeto de cobre en forma de serpiente enroscada, no fue más que un mero instrumento usado por el Altísimo, ya que dicho objeto en sí mismo no tenía ningún poder ¿no es cierto?: solo la fe puesta en la poderosa palabra de Jehová, libraba a uno mordido por una serpiente de una muerte segura. Bien, pero veamos lo que ocurrió, con el paso de los años. Tengamos en cuenta que el relato citado de Números, está fechado más o menos sobre la franja comprendida entre 1.480/70 a. E.C. y el relato que nos explica hasta qué extremo degeneró el asunto, sobre el 580 a. E.C., o sea, estaríamos hablando y si no nos hemos equivocado al sacar la cuenta, de casi 900 años después: vean que había estado ocurriendo durante todo ese tiempo, o sea, hasta dónde se había llegado en el colmo de la sinrazón:

Él (se refiere al rey Ezequías) fue quien quitó los lugares altos e hizo pedazos las columnas sagradas y cortó el poste sagrado y trituró la serpiente de cobre que Moisés había hecho; porque hasta aquellos días los hijos de Israel de continuo habían estado haciéndole humo de sacrificio y solía llamársele el ídolo-serpiente de cobre.” (2 Rey. 18:4).

O sea, que algo que solo había sido en su momento, un mero instrumento de Jehová para cumplir con un propósito, ellos lo habían convertido en un objeto de adoración y con ello, implícitamente estaban diciendo, que era ese objeto y no otra cosa (en este caso Jehová), lo que en un momento determinado les había salvado la vida. Pues eso mismo es lo que están en camino de conseguir ustedes, si no lo han conseguido ya, al continuar presentándonos el reino como aquello que no es, al aludir al mismo como la meta final de todo cristiano y sin explicar, lo que realmente sí es: simplemente un período de tiempo de mil años en el que se establecerá un gobierno o administración dirigida por Jehová y mediante la cual, el Altísimo y no el reino como sujeto, hará cosas inimaginables para beneficio de la humanidad obediente y culminando con ello, la restauración de todas las cosas. Y es que al igual que la Ley que Dios dio a Moisés en el monte Sinaí tenía un propósito (Gál. 3:24) y no era el propósito, asimismo ese período gubernativo y que conocemos como reino de Dios, tiene un propósito y no siendo él en sí mismo el propósito, lo cual evidentemente no es lo mismo. Sin embargo ustedes, al igual que los antiguos israelitas, han convertido un simple instrumento de Jehová para salvación (primero fue la serpiente, ahora el reino), en el punto focal de su meta espiritual y olvidándose por tanto, de que lo que realmente salva es el infinito amor y misericordia que Jehová tiene a la humanidad (Juan 3:16) y que se traducirá, en el derramamiento de su todopoderoso Espíritu Santo durante ese período de tiempo, el cual obrará de forma tan maravillosa con el ser humano y su entorno, que convertirá a esta nauseabunda tierra y lo que la habita, tan nauseabundo como la misma tierra, en un paraíso lleno de criaturas perfectas, para gloria y honra de su Santo Nombre, Jehová.

Y eso es lo que tiene que ver Sr. Dávila, desde nuestra perspectiva, con el tema del reino del que usted nos habla. Y siendo cierto que se podrían hacer bastantes más matizaciones, pensamos que para exponer nuestro punto de vista es suficiente, pero no obstante, quedamos a su disposición para cualquier duda o refutación que desee considerar. Porque hay otra cuestión muy interesante en su video y que tiene que ver con la manera correcta en que debemos enfocar nuestra lectura de las Escrituras y argumento con el cual inicia usted su exposición en el video; y afirmación con la que estamos completamente de acuerdo, pero que nos lleva a toparnos cuando la ponemos práctica, con determinados planteamientos algo cuestionables. Pero si nos lo permite, eso lo dejaremos para más adelante para no extendernos demasiado, por una parte y para no mezclar contenidos, por otra. Y ya sabe, quedaríamos muy agradecidos si nos diera su opinión acerca de las cuestiones que hemos planteado.

MABEL

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