lunes, 13 de junio de 2011

¡¡Que viene el lobo!!

Seguramente la mayoría de ustedes conocen esta fábula, que trata de un zagal de tiempos ha, que tenía la mala costumbre de alborotar a sus conciudadanos mediante entrar en la pequeña aldea en la que vivía, gritando desaforadamente ¡¡que viene el lobo!! ¡¡que viene el lobo!! Y lo cual causaba la alarma general, para alborozo del zagal en cuestión, que una vez más, se había burlado de sus paisanos. Pero hete aquí, que un día que venían los lobos y con ellos un evidente peligro, de nuevo el muchacho entró en la aldea con el consabido grito de alarma, sin que en esta ocasión nadie le hiciera el menor caso…… porque ya nadie se lo creía y claro, ocurrió el desastre. Pero como toda fábula tiene su moraleja, veamos lo que se nos quiere enseñar mediante la que acabamos de citar: la moraleja que entresacamos de esa fábula, es la de que cuando a las personas se les están dando mensajes engañosos vez tras vez, se corre el riesgo que cuando se les dice la verdad, no hagan el mínimo caso y se pongan por ello en un grave peligro y cuya responsabilidad, es compartida por el mentiroso contumaz.

Bien, dicho esto, establezcamos el paralelo actual de dicha situación: ¡¡que viene el fin del mundo!! ¡¡que viene el fin del mundo!!...... ¿les suena eso de algo? Y es que últimamente (principios del siglo XX, hasta nuestros días) muchas han sido las veces que ese grito de advertencia a resonado en todo el orbe, formulado por las más variopintas denominaciones religiosas o de solitarios “iluminados” y a los que Internet les brinda el cauce necesario, para consumir su “minuto de gloria”. Destacan en esa actividad, los conocidos Testigos de Jehová que, como grupo, han sido la estrella invitada en función de la cantidad de veces que han anunciado el fin del mundo y…… se han equivocado, claro. Sin embargo, el más reciente en saltar al ruedo, ha sido el Sr. Harold Camping al anunciar el fin del mundo para el 21 del pasado mes de Mayo, algo que con anterioridad ya había predicho para el 4 de Septiembre de 1994 y que como es obvio, en ambos se equivocó. Sin embargo y al igual que los TJ, ya el hombre ha “razonado” el desaguisado y ya ha apuntado a otra cercana fecha: 21 de Octubre de 2011…… y si cuela, cuela. Por cierto, la nueva fecha que los TJ proponen para el fin del mundo, aunque no de forma tan directa y clara como en anteriores ocasiones (por si acaso), es el año 2034 y, prescindiendo de que en esta ocasión les pueda “sonar la flauta”, nos permitimos recordarles, tanto a ellos como a otros pronosticadores citados, lo siguiente:

“…… cuando hable el profeta en nombre de Jehová y la palabra no suceda ni se realice, esa es la palabra que Jehová no ha hablado. Con presunción la habló el profeta. No debes atemorizarte de él.” (Deu. 18:22).

Luego siendo esto así, todas esas personas u organizaciones quedan desautorizadas como voceros de Jehová, o sea: el Altísimo no habla por medio de ellos y pudiendo ser consideradas por tanto, como falsos profetas que no tienen de ninguna manera el apoyo del Soberano de todo el Universo y que por lo tanto, no hay que hacerles caso ni tenerles en cuenta. Y tómense esto, queridos lectores, como un aviso para navegantes para que no se dejen embaucar por tanto “iluminado” suelto por ahí, bien sea a título personal o a nivel de organización religiosa.

Dicho esto, no es menos cierto que realmente la Biblia se pronuncia en el sentido de que sí habrá un fin del mundo y en el bien entendido que, cuando hablamos del fin del mundo, no nos referimos a la destrucción del planeta Tierra como tal, sino al juicio que Jehová someterá a la humanidad desobediente:

Cierto, Dios ha pasado por alto los tiempos de tal ignorancia; sin embargo, ahora está diciéndole a la humanidad que todos en todas partes se arrepientan. 31 Porque ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada con justicia por un varón a quien ha nombrado y ha proporcionado a todos los hombres una garantía con haberlo resucitado de entre los muertos.” (Hech. 17:30-31).

Pero veamos ahora algo muy interesante y es de vital importancia para cada uno de nosotros: hacia quiénes irá dirigido ese juicio por venir. Veámoslo:

Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza, 10 al tiempo en que él viene para ser glorificado con relación a sus santos y para ser considerado en aquel día con admiración con relación a todos los que han ejercido fe, porque el testimonio que dimos fue recibido con fe entre ustedes.” (2 Tes. 1:6-10).

Entonces vemos con claridad, que Pablo nos habla de aquellos que sufrirán destrucción eterna por no conocer a Dios y no obedecer las buenas nuevas, en contraposición a otros que sí serán bendecidos por haber ejercido fe en las promesas de Jehová, contenidas en Su Palabra escrita, la Biblia. Ya cuando estuvo aquí en la tierra, Jesús certificó este suceso por venir, con las siguientes palabras comparativas:

Además, así como ocurrió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: 27 comían, bebían, los hombres se casaban, las mujeres se daban en matrimonio, hasta aquel día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio y los destruyó a todos. 28 De igual modo, así como ocurrió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban. 29 Pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre y los destruyó a todos. 30 De la misma manera será en aquel día en que el Hijo del hombre ha de ser revelado.” (Luc. 21:26-30).

Y siendo cierto que en este pasaje transcrito, se incluyen dos de los juicios más conocidos del registro escritural, como son el del Diluvio del día de Noé y la destrucción de Sodoma y Gomorra, no es menos cierto también, que son considerados por la mayoría de las personas como simples leyendas o mitos, sin ningún atisbo de realidad y lo que hace que para ellas no tengan el valor de un “ejemplo amonestador” (Jud. 7); o dicho más claro y para entendernos: que a la inmensa mayoría del componente humano le trae al fresco lo que dice la Biblia. Sin embargo no podemos olvidar, que hace un momento acabamos de leer que solo aquellos que ejerzan fe en las promesas del Creador y que están reflejadas precisamente en ese libro sagrado, se salvarán de ese juicio por venir. Lo que obviamente hace pensar, que esas personas que hacen mofa y befa de las Escrituras, tendrán “ciertas dificultades” cuando se produzca el citado juicio y de las que ya el apóstol Pedro, nos habló en los siguientes términos:

Porque ustedes saben esto primero, que en los últimos días vendrán burlones con su burla, procediendo según sus propios deseos 4 y diciendo: “¿Dónde está esa prometida presencia de él? Pues, desde el día en que nuestros antepasados se durmieron en la muerte, todas las cosas continúan exactamente como desde el principio de la creación”. 5 Porque, conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa, que hubo cielos desde lo antiguo y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios; 6 y por aquellos medios el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua. 7 Pero por la misma palabra (la de Jehová) los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.” (2 Ped.3:3-7). (Acotación nuestra).

Entonces vemos que es muy arriesgado, el burlarse o el no hacer caso del registro bíblico, porque lo que está viniendo sobre nuestra generación es terrible y así lo dejan entrever, las palabras del evangelista Lucas:

También, habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas y sobre la tierra angustia de naciones, por no conocer la salida a causa del bramido del mar y de su agitación, 26 mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán sacudidos.” (Luc. 21:25-26).

Y es que el propio Jesús calificó dicho juicio como de una “gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder” (Mat. 24:21) y de la que la profecía, nos habla en los siguientes términos:

El gran día de Jehová está cerca. Está cerca y hay un apresurarse muchísimo de él. El sonido del día de Jehová es amargo. Allí un hombre poderoso da un grito. 15 Ese día es día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas, 16 día de cuerno y de señal de alarma, contra las ciudades fortificadas y contra las elevadas torres de las esquinas. 17 Y ciertamente causaré angustia a la humanidad y ciertamente andarán como ciegos; porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo y sus entrañas como el estiércol. 18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; sino que por el fuego de su celo toda la tierra será devorada, porque él hará un exterminio, realmente uno terrible, de todos los habitantes de la tierra.” (Sof. 1:14-18).

Luego la cosa, querido lector, no va de broma sino que este acontecimiento sin falta se va a producir, porque sencillamente todas las evidencias así lo indican. Sí, sí, ya sabemos que aquí entra en juego la fábula que hemos explicado al principio: tantas veces se ha dicho lo mismo, que ya nadie se cree que algo semejante pudiera ocurrir. Pero observe querido lector, que lo que se pone en cuestión, no es el hecho de si el tal juicio va a ocurrir o no, sino cuándo se va a producir. Porque en definitiva, equivocados como han estado esos citados falsos pronosticadores en cuanto a la fecha en que, según ellos, tenía que producirse el evento en cuestión, lo cierto es que nadie medianamente enterado del asunto, duda ni por un momento que ese suceso profético, en un momento u otro, tiene que llegar: otra cosa, es que se le intente poner fecha y no se acierte con la adecuada. Por lo tanto, no se deje confundir por tanta fecha equivocada y piense que eso no es más que otra artimaña de Satanás para confundir al personal; y es que tal como la mejor baza que dicho pérfido personaje tiene para entrampar a los incautos, es precisamente hacerles creer que él no existe, en el caso que nos ocupa estaríamos hablando de lo mismo: la mejor baza para extraviar a las personas, sería ese ¡¡que viene el lobo!! ¡¡que viene el lobo!!, lanzado en repetidas ocasiones por sus servidores y sin que haya tenido efecto, ya que ello llevaría a la humanidad en general a despreocuparse totalmente del tema y a no prestar la necesaria atención a los requerimientos o advertencias del Altísimo, por medio de Su Palabra…… como desgraciadamente así está ocurriendo.

Por lo tanto y si usted es una de esas personas frustradas ante tanta falsa alarma, permítanos darle una pista que le indicará cuando la cosa ya irá en serio. Y pista que tiene que ver con una profecía conocida como “la profecía de las 70 semanas”, que podemos leer en el libro profético de Daniel y en la que se nos dice lo siguiente:

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar con la transgresión, para acabar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía y para ungir el lugar santísimo. 25 Conoce, pues y entiende que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; y volverá a ser edificada con plaza y muro, pero en tiempos angustiosos. 26 Después de las sesenta y dos semanas, el Mesías será quitado y no tendrá nada; y el pueblo de un gobernante que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Con cataclismo será su fin, hasta el fin de la guerra está decretada la desolación. 27 Por una semana él confirmará un pacto con muchos, y en la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Sobre alas de abominaciones vendrá el desolador, hasta que el aniquilamiento que está decidido venga sobre el desolador.” (Dan. 9:24-27).

Según el verso 24, 70 semanas es el plazo que se da Jehová para completar Su Plan sobre el pueblo de Israel y dejarlo a las puertas de iniciar el período milenario. En los versos siguientes, se nos muestra que dicha cantidad de 70 semanas (recordemos que estamos hablando de semanas de años) se subdivide en tres partes: una de siete semanas (49 años), otra de sesenta y dos semanas (434 años) y una semana final (7 años) y lo que nos lleva a un cómputo final de 490 años. Pero mientras que las dos primeras partes se sucedieron de forma ininterrumpida, entre estas y la última semana aún pendiente de cumplir, hay un espacio de tiempo de prácticamente 2.000 años y los que Jesús calificó como “los tiempos señalados de las naciones” o los “tiempos de los gentiles”, según traducciones (Luc. 21:24). ¿Y de dónde salen esos “tiempos”? Veamos:

Básicamente, el registro bíblico que comprende el llamado Antiguo Testamento, es en esencia el relato de la historia de la relación del pueblo de Israel con su Creador: su origen, sus encuentros, desencuentros, rebeliones, juicios, reconciliaciones, etc. Pero en el año 70 E.C. y en cumplimiento de una advertencia de Jehová (Deut. 28:64-65) y como justa retribución a sus reiterados actos de rebeldía, Israel fue eliminada como ente nacional al ser destruida su ciudad capital Jerusalén así como su Templo, destruidos todos sus registros históricos y genealógicos, esparcidos los sobrevivientes por sobre la faz de toda la tierra y por lo tanto, extinguida como nación. Luego con Israel desaparecida como nación, se abrió un paréntesis temporal en esa relación de Jehová con un Israel que ya no existía oficialmente, dando inicio un largo tiempo de prevalencia de otros pueblos sobre el antiguo territorio judío, en espera de que culminara esa dominación de las naciones sobre dicho suelo. Circunstancia que, cumpliendo profecía (Deut. 30:4-5; Isa. 66:8; Jer. 31:10-17; Ezeq. 11:16-17) aconteció en 1.948, con la instauración sobre su antiguo territorio de la renacida nación de Israel y cuya historia se retomará, cuando se firme un pacto de paz y estabilidad entre Israel y sus vecinos (países árabes), intermediado por un poderoso personaje por aparecer y al que se identifica como el Anticristo:

Y él (el citado Anticristo) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva.” (Dan. 9:27). (Acotación nuestra).

Entonces, a lo que hay que estar alerta es al momento en que se produzca ese acuerdo de paz, porque en ese mismo momento se retoma la historia de Israel y se pone en marcha la última semana de la profecía, o lo que es lo mismo, los últimos siete años del mundo tal como lo conocemos. Veamos que nos dice Mat. 24:15-18:

Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), 16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; 18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.”

Luego si analizamos debidamente este pasaje, nos daremos cuenta que es a partir del momento en que se ve la abominación desoladora en el lugar santo, cuando se insta a los fieles a tomar acción y no antes de eso. Y según algunos autores, eso ocurrió en un principio en el año 66 E.C., cuando los ejércitos romanos, pisando suelo santo, rodearon Jerusalén para asediarla y lo cual tendría su correspondencia moderna cuando, propiciado por el pacto de paz firmado, las banderas de la ONU y de los palestinos, ondeen en una dividida Jerusalén. Los citados autores (la inmensa mayoría), relacionan la firma de ese tratado de paz, con las palabras de 1 Tes.5:1-3:

Ahora bien, en cuanto a los tiempos y a las sazones, hermanos, no tienen necesidad de que se les escriba nada. 2 Porque ustedes mismos saben bastante bien que el día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche. 3 Cuando los hombres estén diciendo: “¡Paz y seguridad!”, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente, como el dolor de angustia a la mujer encinta; y no escaparán de ninguna manera.”

Y algo que en este blog no tenemos tan claro, porque hay algunos detalles que no nos encajan, pero dado que eso ya sería tema para otro debate y por otra parte, aún no tenemos datos suficientes para probar nuestro planteamiento, evitaremos el pronunciarnos y lo aceptaremos así como nos lo cuentan.

Pero sea como fuere, la cuestión mollar es que al término de esos citados siete años, a todos aquellos que hayan prestado atención a los sucesos por ocurrir, les espera la entrada a un nuevo mundo de paz y felicidad, en donde maravillosos acontecimientos se llevarán a cabo: sus cuerpos serán sanados de cualquier dolencia; no existirá la vejez porque los cuerpos serán rejuvenecidos hasta llegar al máximo de su potencialidad y vigor juvenil; las enfermedades, la delincuencia, las guerras, el terrorismo, las nocivas divisiones raciales, así como la misma muerte, serán cosas de un pasado que jamás volverán. Y para colmo de la felicidad, hasta las personas fallecidas en cualquier tiempo, serán devueltas a la vida mediante la resurrección. En definitiva, que la humanidad está a las puertas de tal cambio en la situación mundial, que el hombre no es capaz siquiera de intuir, según las palabras del apóstol Pablo:

Pero así como está escrito: “Ojo no ha visto, ni oído ha oído, ni se han concebido en el corazón del hombre, las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman”.” (1 Cor. 2:9).

Efectivamente, querido lector, un tiempo en donde el Soberano de todo el Universo, Jehová Dios y mediante el gobierno milenario de Su Cristo, satisfará el deseo de toda cosa viviente:

Estás abriendo tu mano y satisfaciendo el deseo de toda cosa viviente.” (Sal. 145:16).

Y es cierto que estamos viviendo una realidad muy distinta, enfrentando tiempos muy duros y a los que el apóstol Pablo calificó de “tiempos críticos, difíciles de manejar” (2 Tim. 3:1); pero no es menos cierto que son la inmediata antesala de tiempos mejores y de los que solo disfrutarán, aquellos que se tomen muy en serio el contenido de las Escrituras y convengan en la necesidad de progresar en su estudio, para adquirir el conocimiento necesario que les permita acceder a ese mundo de maravilla y al que un Jesús agonizante, calificó como de “Paraíso”:

Y pasó a decir: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino”. 43 Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso.” (Luc. 23:42-43).

Luego es nuestra recomendación, que estén muy al tanto de los acontecimientos mundiales que tienen que ver con Israel y ver hasta que grado cumplen profecía, porque ese pueblo que un día Jehová tomo como posesión suya (Deut. 7:7-8), es por medio del cual se bendecirán en un futuro todas las naciones de la tierra. A ese respecto, vean las palabras que se dirigieron a Jacob y de quién proviene el nombre Israel:

Será tu descendencia como el polvo de la tierra y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.” (Gén. 28:14).

A la nación de Israel se la suele llamar “el reloj profético de Jehová”, no solo porque lo que en ella ocurra, tendrá repercusión mundial, sino porque nos marca dónde estamos situados en la corriente del tiempo. Y es que todos estamos muy apegados a nuestro origen, procedencia o nacionalidad, en definitiva, que nos imaginamos a nuestras respectivas patrias como el ombligo del mundo, cuando nada está más lejos de la realidad. Y es que por poderosas que puedan ser o parecer algunas de esas naciones, como por ejemplo EEUU, China, Rusia u otras, no son más que simples beneficiarias de las bendiciones que en un futuro serán derramadas a través del minúsculo (en contraste) pueblo de Jehová, Israel. No que en este momento el pueblo israelí, tenga la bendición o el favor de Dios, porque ciertamente no se da tal circunstancia: no hay que olvidar, que fue ese mismo pueblo, no solo el que rechazó al enviado de Jehová, su hijo Jesús, sino el que lo ajustició como a un vulgar criminal. Es más, a día de hoy, aún no reconocen a Jesús como el Mesías del Altísimo y por lo tanto, continúan esperando que Jehová les mande a alguien, mientras siguen rigiéndose por La Tora (ley dada al pueblo judío por medio de Moisés) y suspirando por volver a edificar el templo y continuar con los sacrificios animales del pasado, en cumplimiento de una Ley que ya quedó obsoleta después del sacrificio expiatorio de Jesús, el cual “borró el documento manuscrito contra nosotros, que consistía en decretos y que estaba en oposición a nosotros; y Él lo ha quitado del camino clavándolo al madero de tormento” (Col. 2:14). Y logro, la reconstrucción del Templo y el reinicio de los sacrificios animales, que parece ser conseguirán a tenor de lo afirmado en el libro profético de Daniel y del que ya hemos citado:

Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.” (Dan. 9:27a).

Y es obvio que para que haya “sacrificio” y “ofrenda”, obviamente tiene que haber un Templo (que de momento aún no existe) y del que ya tienen, según fuentes bien informadas, prácticamente todo preparado para levantar el llamado “tercer templo” (los materiales de construcción, los ropajes, candelabros, etc., etc.) para en un momento determinado, rápidamente iniciar la construcción del mismo. Sin embargo, antes de ser bendecidos de nuevo por el Altísimo, serán disciplinados hasta que reconozcan a Jesucristo como la persona que tiene que reinar en Jerusalén, como representante legal al Trono de Jehová aquí en la tierra. Ahora bien ¿por qué le tiene nuestro Creador tanta consideración a un pueblo, cuya característica principal ha sido siempre la rebeldía ante su Dios? Porque no olvidemos que solo había pasado mes y medio (Éxo. 16:1) de su espectacular liberación (de cuyo impacto probablemente aún no se habían recuperado), cuando ya estaban rebelándose contra su Salvador (verso 18); aunque de hecho, ya a tres días de haber vivido su salvación ante los ejércitos de Faraón en el mar Rojo y por lo tanto, el poder inmenso del Altísimo a su favor, ya estaban “murmurando” contra Moisés (realmente contra Jehová) por la falta de agua. Y es que su distorsionado corazón, les impedía razonar con lógica, en el sentido de que un Dios que los había liberado con tal despliegue de poder, obviamente no los iba a dejar morir en un desierto por falta de agua, como si en la operación de rescate, a Jehová se le hubiera “escapado” algún detalle…… y así, por más de setecientos años; luego repetimos la pregunta: ¿por qué Jehová los continúa considerando como Su pueblo?

Pues por la misma razón, que en un futuro inmediato Israel recobrará de nuevo el favor de Jehová y las naciones del mundo serán bendecidas:

Por lo tanto, di a la casa de Israel: “Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová: No por causa de ustedes lo hago, oh casa de Israel, sino por mi santo nombre, el cual ustedes han profanado entre las naciones adonde han ido”.” (Ezeq. 36:22).

Por lo tanto y como conclusión, si no nos hemos equivocado en todo lo considerado (eso, querido lector, le corresponde a usted averiguarlo), tenemos que estar muy pendientes de los sucesos por acaecer en Israel, sobre todo en lo que tiene que ver con la firma de ese acuerdo de paz, porque será el detonante de una serie de acontecimientos pasmosos en la historia de la humanidad y que culminarán, introduciendo a “una gran muchedumbre” (Rev. 7:9; 14) de personas que se habrán mostrado fieles y obedientes, a un mundo completamente distinto del que estamos padeciendo actualmente y en donde “la justicia, habrá de morar” (2 Ped. 3:13). Entonces la pregunta es…… ¿estará usted entre ellas?

MABEL

No hay comentarios:

Publicar un comentario