martes, 21 de junio de 2011
La marca de la “bestia”……. ¿un chip?
Y es que “los tiempos adelantan que es una barbaridad”…… al menos así decía el simpático personaje de Don Hilarión en la famosa zarzuela de “La verbena de la Paloma”, del maestro salmantino Tomás Bretón (1850-1923) y que fue estrenada el 17 de Febrero de 1894 en el Teatro Apolo de Madrid. Y si el bueno de D. Hilarión levantara la cabeza en nuestros días, a saber cómo describiría los tiempos actuales, aunque igual le daba tal “telele” que consideraría que mejor sería volver a su descanso temporal y eso, que él no vivió lo suficiente para ver el verdadero “bum” o eclosión de la ciencia y la tecnología, que empezó más o menos sobre los años 50 del siglo pasado. De hecho, la primera transmisión de imágenes por televisión, tuvo lugar solo unos pocos años antes en Alemania (1935), 41 años después de que fuera estrenada dicha zarzuela…… y pronunciada dicha célebre frase; luego ¿qué diría a día de hoy el entrañable D. Hilarión?
Y es que en unos pocos años, el adelanto tecnológico ha sido brutal…… y solo hasta dónde sabemos el común de los mortales, porque es evidente que los gobiernos se guardan mucha información, sobre todo en lo que se refiere al ámbito de la investigación militar. Y tanto adelanto ha dado pie a una teoría que, de tanto repetirse y al igual que la cada vez más contestada “teoría de la evolución”, ha pasado de ser una simple teoría, a convertirse en una supuesta realidad o hecho establecido. Estamos hablando, de lo que se conoce como “la marca de la bestia”, de la que nos habla Rev. 13:15-18 y pasaje que tomaremos como base, a lo largo de este escrito, para desarrollar nuestra reflexión:
“Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. 16 Y ella hace que a todos, a pequeños y a grandes, a ricos y a pobres, a libres y a esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente 17 y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca, es decir, el nombre de la bestia o el número de su nombre. 18 Aquí hay sabiduría: El que tiene entendimiento calcule el número de la bestia, porque es número de un hombre; y su número es 666.”
A partir de esas palabras y cimentada en el actual avance tecnológico, ha surgido la teoría, cada vez más extendida y aceptada, acerca de la implantación de un microchip debajo de nuestra piel como “marca” identificadora de pertenencia a la bestia citada (siempre según los entendidos) y ello, con la aparente finalidad de ser completamente controlados por el venidero gobierno mundial próximo a instalarse y que dará pie a la aparición del personaje denominado “el anticristo”. Bueno, hasta aquí todo bien, pero claro, inevitablemente surge una pregunta: ¿es esto de lo que nos está hablando la Biblia? Porque veamos:
Si se tratara de un asunto de simple control de personas, tendríamos que objetar que ya estamos suficientemente controlados en la actualidad, aunque cierto es que no por métodos tan sofisticados que, para el caso, tanto nos da que nos da lo mismo, o sea, que pueden modernizar los sistemas, pero no aumentar más el control…… ya es total. Citemos unos cuantos ejemplos: Cuando un servidor, que vive en España, acude a un centro de la Seguridad Social en demanda de atención médica, lo primero que se me pide es mi Tarjeta Sanitaria, que introducida en la correspondiente computadora, facilita un informe completo de todo mi historial clínico, prácticamente desde que nací. Cuando acudo a una entidad bancaria, en demanda de un crédito, se me solicita el número del DNI (Documento Nacional de Identidad) y cuyo número, oportunamente introducido en un ordenador, saca un informe completísimo acerca de mi situación en el mundo de las finanzas: si soy moroso o no y si lo soy, de que entidades, desde cuando, cuantía del importe, etc. etc. (resumiendo, que no me dan el crédito). Cuando circulando por cualquier carretera de España, un agente de la autoridad, por causa de una infracción, de un control rutinario, etc., me pide la documentación del vehículo, el carnet de conducir, etc., el número de identificación que aparece en ellos (y que es el mismo de mi DNI), debidamente introducido en el ordenador que llevan a bordo los vehículos policiales, le facilita al agente, desde la supercomputadora del Ministerio del Interior, una información súper detalladísima de mi persona y mis antecedentes en todo ámbito de mi vida, en definitiva, que saben más de mí que yo mismo. Cuando hablamos por un móvil, entramos en Internet, o usamos un GPS, estamos localizados; nuestros mensajes de móvil (SMS), así como nuestros correos electrónicos, obviamente son todos grabados; además, las calles y en aras de una “mayor seguridad”, están llenas de cámaras que nos vigilan continuamente…… ¿qué más entonces, se podría controlar?
Por otra parte, yo puedo entrar en una tienda de automóviles, elegir uno y entregando mi tarjeta de crédito, esta es pasada a un ordenador conectado a una computadora central la cual, si dispongo del saldo suficiente (qué más quisiera yo), acepta la operación y traspasa la cantidad solicitada de mi cuenta, a la cuenta de la entidad que me ha vendido el vehículo y yo salgo de allí, como propietario de un flamante automóvil nuevo, sin haber tocado con mis manos un solo euro…... y transacción comercial que ya ha quedado oportunamente registrada, donde proceda. Y como eso, mil circunstancias más en las que el uso de tarjetas u otros artilugios electrónicos, se han convertido en elementos de uso cotidiano (y muy cómodos, todo dicho sea de paso), para la mayoría de las sociedades avanzadas de nuestros días y cuya utilización, va dejando un reguero de paso perfectamente controlado y tomado en cuenta por los poderes competentes, que ¡faltaría más! lo hacen para nuestra seguridad. Pero la cuestión en definitiva, es que a día de hoy estamos ya completamente controlados y dándose la paradoja, que el que supuestamente tenía que implantar esas supermedidas de control, el futuro gobierno mundial (la Bestia) con su gobernante al frente, el Anticristo que tiene que presidirlo, aún no han aparecido (al menos de forma oficial) y por lo tanto, al no poderse establecer una relación, causa/efecto, tal parece que los “tiros” (entiéndase el tema de la marca) van por otro sitio…… luego aquí parece que falla algo.
Además, si la marca con la que se nos quiere señalar, solo tuviera que ver con el poder comprar o vender, según pudiera deducirse del versículo 17 del pasaje bíblico que estamos considerando, o sea, establecer transacciones comerciales, la cosa como que no tendría demasiado sentido, ya que cuando uno compra un kilo de manzanas, una barra de pan, una botella de leche, etc., está llevando a cabo una transacción comercial. Sin embargo, la realidad nos dice que a día de hoy existen en nuestro planeta, sobre más/menos 2.000 millones de personas por debajo del umbral de la pobreza (y aumentando), por lo que, ni pueden vender nada porque sencillamente no tienen nada, ni pueden comprar nada porque no disponen del dinero suficiente para ello o en su defecto, carecen de alimentos a su alcance susceptibles de ser cambiados por dinero. Sin embargo, del verso 16 se sobrentiende que todo el mundo tiene que ser marcado:
“Y ella hace que a todos, a pequeños y a grandes, a ricos y a pobres, a libres y a esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente.”
Entonces ¿tendría algún sentido el que se obligara a casi un tercio de la población mundial, a ser poseedores de una marca identificativa que no les va a servir absolutamente para nada? Tal parece y como les acabamos de señalar, que los “tiros” van en otra dirección.
Y es que nosotros entendemos que quizás no habría que confundir la realidad del mensaje bíblico, con las especulaciones que se hacen en torno a él. Es importante que consideremos que el implante médico de un chip, no necesariamente tiene porque ser una marca que nos identifique como partidarios de algún poder político o religioso, en este caso de la bestia de la profecía. El tener insertado un microchip médico o financiero en la mano derecha o en la frente, habilitado para realizar cualquier tipo de gestión, no sería más que la modernización de los sistemas de control a los que actualmente ya estamos sometidos, bien sea por mor de la seguridad en cuanto al terrorismo, previsión de los delitos económicos, de mayor control del Estado para mejora a los usuarios en cuanto a prestaciones varias, etc., etc.; luego no hay lugar para pensar, en este momento, que eso sería algo que tuviera que ver con la marca de la bestia, entre otras, por la siguiente razón. La marca de la bestia será impuesta cuando esta aparezca (cosa que aún no se ha producido) y la tendrán solo aquellos que acepten el sistema del anticristo y “cuyos nombres no están inscritos en el libro de la vida del Cordero” (Rev. 13:8); pero veamos ahora un nuevo elemento que nos aporta el verso 15:
“También le fue permitido dar aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia hablase e hiciera que fueran muertos todos los que no adoraran a la imagen de la bestia.”
Luego vemos que la adoración pasa a tomar el protagonismo y se convierte en el foco central de esta cuestión, ya que el no dar dicha adoración a la imagen de la bestia y no otra cosa, es lo que podría conllevar la muerte para los desobedientes. Y es evidente que el ser portador de un microchip en alguna parte del cuerpo, no te puede convertir en un adorador o no, de algo o de alguien. O sea, que el que uno use una VISA para pagar sus compras, una tarjeta sanitaria para asistencia médica, un TAC para abonar los peajes de la autopista sin tener que detenerse o un GPS que le permita llegar a un destino determinado sin perderse en el trayecto, no le hace un adorador del estado o gobierno de turno. Y si todos estos servicios (y comodidades), se pueden ofrecer mediante un microchip multifunción implantado debajo de la piel, lo único que se hace es modernizar un sistema, pero la cuestión de fondo no cambia: uno no está adorando a ningún gobierno o estado. No obstante, queda una cuestión también intrigante, a la par que esclarecedora de lo que es realmente “la marca de la bestia”: el número 666 del que nos habla el verso 18:
“Aquí hay sabiduría: El que tiene entendimiento calcule el número de la bestia, porque es número de un hombre; y su número es 666.”
El significado del 666 también aparentemente es un misterio, sobre todo cuando para desentrañarlo, se acude a fuentes externas de la Biblia, como son el cumulo de opiniones personales que se emiten al respecto y no permitiéndose por tanto que esta (la Biblia) sea la que se interprete a sí misma, mediante prestar atención a su contexto, tanto el más inmediato como el general, o por no leer correctamente lo que nos dice cada texto, sino entenderlo según nos han dicho que dice. Pero veamos algunas de las posibilidades que en torno a ese número se han barajado.
En su momento, mucha gente especuló que había una conexión con la fecha 6 de Junio de 2006 (06/06/06). Sin embargo nada ocurrió en esa fecha, relativo a lo que estamos considerando. También hay aquellos que afirman que el número 666 identifica a una determinada persona, o sea, que de alguna manera, el número 666 identificará al anticristo. Por lo cual y por siglos, distintos intérpretes de las Escrituras han estado tratando de identificar a ciertos individuos con el 666, sin embargo tampoco ahí, se han alcanzado resultados objetivos. Los hay más simplistas, que pensando también que el número identifica a un hombre, afirman que cuando el anticristo sea revelado (2 Tesalonicenses 2:3-4), estará claro quién es y cómo lo identificará el número 666, por lo tanto ¿para qué preocuparse? Sin embargo, si el esfuerzo de estas personas fue baldío, se debió a que no leyeron atentamente dicho versículo 18, ya que lo que allí se nos dice que el número en cuestión, es el de la bestia (el futuro gobierno mundial) y no el de una fecha o el de un personaje en concreto. Por otra parte, tenemos que señalar que actualmente casi toda actividad humana depende de ese número desde que, en 1970, se empezó a usar como código de identificación de los productos en las tiendas de alimentación; posteriormente el uso se extendió y se creó ya, un estándar universal de identificación de todo tipo de producto…… y la bestia sin aparecer, o sea, que tendríamos marca, pero sin bestia y lo cual, obviamente, ya no se ajusta al registro escritural .
Luego todo considerado, deberíamos repetirnos la pregunta que nos hemos hecho al principio de este artículo, en cuanto a un chip como supuesta marca que relaciona a uno con la bestia: ¿es de eso de lo que nos está hablando la Biblia? Creemos honradamente que no, tal como a continuación intentaremos demostrar; veamos: los nombres bíblicos, normalmente indican algo de las cualidades o características de la vida de su portador, como por ejemplo, en el caso de Abrahán y cuyo nombre significaba “Padre de una multitud”, o el de Jesús, que significaba “Jehová es salvación” y otros muchos más, todos ellos en la misma línea. Así mismo, por lo tanto, es de las características de la bestia de las que nos habla su nombre o número y según leemos en el libro de Daniel, las diversas bestias que aparecen en el capítulo 7 de dicho libro, significan reinos o imperios que un día dominaron en la tierra y que con el tiempo se fueron sucediendo; y simbolizando por tanto la bestia compuesta que se menciona en Revelación 13:1, al último sistema político mundial controlado directamente por Satanás y de quien recibe su poder, según se nos muestra en el verso 2b del capítulo 13 que estamos considerando y significando la expresión “el dragón”, un término que identifica al citado personaje, como se aprecia en Rev. 12:9; pero bien, leamos de nuevo ahora, el versículo 18:
“Aquí hay sabiduría: El que tiene entendimiento calcule el número de la bestia, porque es número de un hombre; y su número es 666.”
Entonces lo que aquí se nos dice, es que mediante nuestro entendimiento, debemos de calcular o “captar” el significado de este nombre o número de la bestia y para ello se nos dan dos pistas: es número de hombre y dicho número es, el 666. Y según ciertas enseñanzas (nosotros ni entramos ni salimos en la veracidad de las mismas), esto es lo que significaría dicho número: siendo evidente que la característica fundamental del hombre y a los hechos podemos remitirnos, es su imperfección, luego la característica de ese súper gobierno mundial, aunque él afirme ser de hechura divina (realizará grandes prodigios y señales, como hacer llover fuego del cielo fin de engañar), queda patente por el hecho de que la bestia tenga un “número de hombre” o una cifra humana, lo cual indica que es una entidad terrestre, de ahí que manifieste aberrantes defectos humanos debido al pecado o error y a la imperfección, pero ¿a qué grado llega su imperfección? Aquí es donde entra en liza el dichoso numerito y que si analizamos los diversos significados de algunos números en las Escrituras, hallaremos la respuesta a dicha pregunta...... por ejemplo:
El número diez significa lo completo a nivel humano. Las diez plagas derramadas sobre Egipto expresaron en su totalidad los juicios de Dios sobre aquel país y eran todo lo que se necesitaba para humillar por completo a los dioses falsos de Egipto y acabar con el dominio egipcio sobre Israel, el pueblo de Dios. Las “Diez Palabras” (Diez Mandamientos) constituían las leyes básicas del pacto de la Ley, mientras que el resto, unas 600 leyes más, sirvieron de recursos aclaratorios para ampliar y explicar la aplicación de dichas leyes básicas (Éxo. 34:28).
El número siete significa lo perfecto a los ojos de nuestro Creador; por ejemplo, Jehová tuvo gran paciencia con Israel pero les advirtió que si a pesar de su disciplina, lo ignoraban, los castigaría “siete veces” (completamente) por sus pecados (Lev. 26:18; 21; 28). Las “siete congregaciones” de Revelación, con sus distintas características, dan un cuadro completo de todos los seguidores de Cristo sobre la Tierra (Rev. 1:20-3:22). Veamos ahora Rev. 5:6: allí se nos muestra al “cordero” (Jesucristo) con siete cuernos y con siete ojos que significaban los “siete espíritus de Jehová”. En la Biblia, con frecuencia los cuernos son símbolo de poder o autoridad y siete indicaría condición de completo (Compárese con 1 Sam. 2:1; 10; Sal. 112:9; 148:14), por lo tanto, los siete cuernos del Cordero representarían la plenitud de poder que Jehová ha confiado a su Hijo Jesucristo, al grado que este pudo afirmar:
“Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”.” (Mat. 28:18).
Y es que él está “muy por encima de todo gobierno y autoridad y poder y señorío y de todo nombre que se nombra, no solo en este sistema de cosas, sino también en el que ha de venir” (Efe. 1:20-23; 1 Ped. 3:22). Además, a Jesús se le muestra completamente lleno de espíritu santo, lo que se representa por los siete ojos del Cordero, que “significan los siete espíritus de Dios”, siendo Jesús el conducto por el cual la plenitud de la fuerza activa de Jehová fluye a Sus siervos terrestres (Tito 3:6). Luego es obvio, que es por este mismo espíritu como él ve desde su posición actual en el cielo, lo que acontece aquí en la Tierra y está al tanto de todo lo que sucede, pues nada queda oculto a su capacidad de visión y discernimiento.
Por otra parte y aquí está lo que nos interesa, el número seis, denota imperfección ya que al no llegar a siete (lo perfecto ante Dios), es sin lugar a dudas un símbolo apropiado de algo imperfecto o defectuoso a los ojos del Creador (1 Cró. 20:6-7).
¿Y qué hay del número tres? Pues el número 3, bíblicamente denota intensidad, énfasis o más fuerza: “Una cuerda triple no puede ser rota en dos pronto” (Ecl. 4:12). Por otra parte, la santidad y limpieza perfectas de Jehová se recalcan con el carácter enfático de la declaración de las criaturas celestiales, que dicen: “Santo, santo, santo es Jehová” (Isa. 6:3; Rev. 4:8). En otro caso, cuando Jehová predijo la caída del último rey del linaje davídico, dijo:
“Ruina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal y tengo que dar esto a él.” (Ezeq. 21:27).
De esa manera manifestó enfáticamente que ningún otro rey davídico se sentaría sobre el trono de Jerusalén en su nombre (el trono permanecería vacante), hasta que llegase el tiempo por Él señalado para colocar en el poder del reino a su Mesías (Ezeq. 21:27) y como así fue. Por otra parte, la intensidad de los “ayes” que les sobrevienen a los habitantes de la Tierra, durante el juicio al que serán sometidos en la “gran tribulación”, también se representa mediante la repetición triple de la interjección “ay” (Rev. 8:13). Luego todo considerado, podríamos aceptar que el historial de la bestia, su “cifra humana” y la configuración del número 666, o sea, tres veces seis, llevan a una clara conclusión acerca de sus características: extrema deficiencia y fracaso total ante los ojos de Jehová Dios. Porque recordemos una vez más, que el número es el de la bestia y que tiene relación directa, con las características de su personalidad y no con otra cosa...... y este sería el significado del 666 y con el que nos quedamos a falta de otro mejor, pues nosotros no hemos investigado el tema en profundidad y algo que, probablemente, haremos más adelante; por lo que con toda esta información que actualmente poseemos en mente, leamos de nuevo Rev. 13:17:
“…… y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca, es decir, el nombre de la bestia o el número de su nombre.”
O sea, que “la marca de la bestia” no es un microchip o algo parecido, sino el significado de su nombre y que a su vez, puede ser calculado con un número (666) y que a su vez, ello tiene relación directa con las características o actitudes, que dan personalidad al citado ente. Luego teniendo en cuenta lo considerado en el párrafo anterior, la marca de la bestia no será otra cosa que la característica de crasa imperfección y extrema deficiencia ante el Creador, que reflejarán la mayoría de las personas en ese momento, a través de sus aberrantes motivaciones, actitudes y conductas que ya son perfectamente distinguibles en la actualidad. No olvidemos, como el apóstol Pablo ya hizo en su momento una perfecta “radiografía” de las características de la humanidad, en esos días finales:
“Mas sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. 2 Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, 3 sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, 4 traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, 5 teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder; y de estos apártate.” (2 Tim. 3:1-5).
Y fíjense en la directa relación causa/efecto, que establece Pablo, entre los tiempos críticos y difíciles de manejar, con las indeseables características manifestadas por la inmensa mayoría de una sociedad embrutecida, apartada de Dios y que son fiel reflejo a su vez, de las execrables características del venidero gobierno mundial satánico. Esto y no otra cosa, tal como un chip, es lo que marca de manera imborrable a una humanidad que de manera mayoritaria, dará todo su apoyo a “la bestia”, o sea, a ese satánico gobierno mundial por llegar. Pero pause un momento y reflexione un poco, querido lector y pregúntese lo siguiente ¿a quién beneficia ese error de interpretación? Pues al mismísimo Satanás, en su intento de destruir a la humanidad apartándola de Dios: no olvide usted, que la mejor estrategia de ese malvado personaje para extraviar al hombre, siempre ha sido precisamente el conseguir que el ser humano no crea en su existencia (la de Satanás, claro).
Y en el tema que hoy nos ocupa, usa la técnica de la dispersión, llevando a las personas a mirar en la dirección contraria en la que tendrían que poner su atención; porque fíjese la sorprendente unanimidad que existe en cuanto al tema del chip implantado como marca de la bestia, en casi todos los autores bíblicos y ¿a qué contribuye ello? Pues a que la persona ingenua centre su atención en este hecho, aparentemente lógico a la luz del gran avance científico y pase por alto, aquello que realmente es lo que la marcará como seguidora de la bestia: su forma de percibir las cosas y de actuar ante ellas. Porque si algo está claro, es que solo hay dos maneras de ver la situación: desde el punto de vista de Dios, o desde el punto de vista de Satanás, actual gobernante del mundo (Juan 14:30)…… no hay término medio; y algo que Jesús dejo claro con las siguientes palabras:
“El que no está de parte mía, contra mí está; y el que no recoge conmigo, desparrama.” (Mat. 12:30).
O sea que en esta “película” no hay actores de relleno, sino que todos los habitantes de la tierra y en ese dramático momento, tendrán su propio “papel” y que implicará, el tener que tomar una importante decisión: ponerse al lado del prometido reino de Dios o ponerse de parte de ese gobierno mundial de Satanás.
Todo razonado, deberíamos llegar a la conclusión de que el meollo del asunto tiene que ver absolutamente con el tema de la adoración: bien a nuestro Creador, mediante ejercer fe en su Hijo Jesucristo y hacernos sus seguidores, lo cual implica no ser parte del mundo, con todo lo que esto significa, o bien de su repudiable opositor Satanás, haciéndonos colaboradores mediante el apoyo al sistema, de todo este opresor movimiento o gobierno mundial por él instigado, al que la Biblia califica de “bestia” (Rev. 13:2) y que exigirá de los habitantes del planeta, total aceptación y sumisión. Luego lo que deberíamos de hacer, es contraponer las dos marcas, la de los fieles a Dios, mediante Cristo y la de los seguidores de Satanás, mediante la bestia y ver si la conclusión a la que llegamos tiene que ver con algo parecido a un chip colocado en cualquier parte del cuerpo; veamos por tanto, que nos dice Deut. 6:6-8:
“Y estas palabras que te estoy mandando hoy tienen que resultar estar sobre tu corazón; 7 y tienes que inculcarlas en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes. 8 Y tienes que atarlas como señal sobre tu mano y estas tienen que servirles de venda frontal entre los ojos.”
Estaremos de acuerdo en que, literalmente, un conjunto de palabras, ni las ideas o líneas de conducta que estas generen en nosotros, de ninguna manera pueden ser atadas en la mano, ni servirnos de venda frontal. Pero si aceptamos de forma figurada este pasaje y captamos su sentido, la cosa se nos aclara un poco y se podría explicar de la siguiente manera: si adquirimos un total entendimiento de esas palabras mandadas por Jehová, serán como un instrumento protector para nuestra mente, moviéndonos por ello a actuar de manera consecuente con ellas, como si las tuviéramos atadas en las manos y evitando por lo tanto, ser víctimas del engaño del sistema dirigido por Satanás. Es significativo el hecho de que dichas palabras, dice el verso 6, deben estar implantadas en nuestro corazón (figurativo) y fuente, en definitiva, de nuestras emociones, pensamientos y actitudes (Mateo 15:19), para movernos a una correcta forma de pensar y en consecuencia, correcta forma de actuar; y siendo en esa línea que va el siguiente pasaje de Rom. 12:2:
“Y cesen de amoldarse (actitudes que tomamos) a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente (nuestra forma de pensar y de ver las cosas), para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.”
Por lo tanto, un cristiano no participa en la forma de actuar ni de pensar de este mundo y eso es lo que significa el “no ser parte del mundo” (Juan 17:14), cuando, por ejemplo, no acepta como signos de “progresismo” el aborto (vil asesinato de seres indefensos) como un “derecho” universal de la mujer; la homosexualidad y sus aberrantes manifestaciones públicas (como las mundiales celebraciones del “Día del orgullo Gay”); las bodas entre homosexuales; el adulterio, el divorcio y muchísimas más cosas que marcan a un mundo alejado de Dios y que por tanto, convierte a sus moradores en instrumentos del Diablo. Porque cuando usted ve personas que practican, apoyan, “comprenden”, o defienden activamente actitudes y comportamientos que Jehová detesta (los citados aborto, homosexualidad, adulterio, fornicación, fraude, etc., etc.), usted no necesita de ningún chip identificador para saber quiénes están de parte de Jehová y quiénes están a favor de Satanás. Y esta es “la marca” que un día ya muy cercano será usada para distinguir entre los que son favorables a la instauración del reino de Dios y aquellos que se manifiestan firmes apoyadores del gobierno mundial entrante (la bestia), auspiciado por Satanás y por tanto, determinará quienes serán destruidos en la “gran tribulación” venidera.
Y quizás para resumir lo que pretendemos decir, sería provechoso citar de una vieja profecía que nos habla con nítida claridad, de los parámetros que se sirve Jehová, a la hora de ejecutar juicio…… y es que en definitiva, estamos hablando de un juicio divino; leamos un pasaje del libro de Ezequiel:
“Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce. 3 Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano 4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. 5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. 6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis......” (Ezeq. 9:2-6).
No olvide por otra parte, que Lot fue salvado de morir en Sodoma “porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos”, luego queda claro que “la marca” que distinguirá a las personas justas con respecto de las injustas y por lo que recibirán la salvación de Jehová en la “gran tribulación”, tiene que ver con la actitud que manifiestan frente a la depravada condición de un mundo embrutecido y en franca oposición a Jehová.
Pero hay otra cuestión, que entendemos refuerza nuestro planteamiento en el sentido que no estaríamos hablando de una marca literal (el famoso chip subcutáneo) y que es lo que se está anunciando por parte de numerosos autores bíblicos. Hace unos días publicamos un artículo titulado “Los dos testigos”, en el cual y entre los textos usados figuraba Rev. 20:4 y en donde señalábamos, que precisamente en ese pasaje se encontraba la prueba de que “la marca de la bestia” de Rev. 13:16-17, no se podía referir en ningún caso a nada parecido al citado implante tecnológico. Y como a nuestro entender, no hay mejor manera de probar la veracidad de una interpretación, que el desarrollarla hasta sus últimas consecuencias y ver que resulta de ella, imaginémonos por un momento que nosotros estamos totalmente equivocados y que son los autores que nos hablan de la implantación de un chip subcutáneo, como marca de los seguidores de la bestia, los que efectivamente tienen razón...... ya puestos en esa tesitura, veamos ahora que nos dice Rev. 20:4:
“Y vi tronos; y se sentaron sobre ellos y se les concedió hacer juicio. Y vi las almas de los degollados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni tampoco recibieron su marca en sus frentes ni en sus manos. Ellos volvieron a vivir y reinaron con Cristo por mil años.”
Si ustedes leen con atención, actitud necesaria para entender las Escrituras, se darán cuenta de lo siguiente: los que volvieron a vivir y reinaron con Cristo por mil años, son aquellos que fueron degollados por el testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los cuales no habían adorado a la bestia ni habían recibido la marca ni en sus frentes ni en sus manos: esos son los que reinarán con Cristo…… ¿estamos de acuerdo? Luego, lo que nos estaría diciendo subliminalmente este pasaje, es que ni los doce apóstoles de Jesús, ni Pablo, Bernabé, Silas, Apolos, etc., etc., etc., podrían gobernar con Cristo, porque ellos no se enfrentaron a la prueba de adorar a la bestia de Rev. 13:1 y de recibir su marca (el chip) porque en sus días, aún no existía dicha bestia y mucho menos, la posibilidad de la implantación de semejante dispositivo electrónico. Porque lo que sí está claro, siempre según el texto citado, es que solo reinarán con Cristo aquellos que superen dicha prueba, por lo que de ninguna manera pueden estar incluidos entre ellos, aquellos que ni siquiera pasaron por ella…… y eso solo es de lógica y sentido común. Recordemos que es el cuerno pequeño, que emerge de entre los diez cuernos de “la bestia” (Dan. 7:19-21), aún por aparecer, el que hace guerra contra “los santos” y los vence…… obviamente estamos hablando de un “resto” (ver el artículo “Los dos testigos”) y también por aparecer, luego nada que tenga que ver con los apóstoles y resto de personajes del primer siglo; entonces ¿cómo se solventa este desaguisado?
Pues mucho nos tememos que solo hay dos salidas: o es esto que acabamos de señalar y que no deja de ser una consecuencia disparatada de una pésima interpretación de las Escrituras, por parte de de quiénes defienden la teoría del chip, o bien prevalece nuestra tesis de que nada tienen que ver los chips en toda esta historia. Pero eso querido lector y como siempre apuntamos, es usted quien tiene que averiguarlo, ya que nosotros nunca afirmamos si las cosas son así o son asá, por aquello de que también nos podemos equivocar: sencillamente exponemos ante usted, dos distintos planteamientos de un mismo tema y humildemente le sugerimos que deshaga el empate…… siempre en su propio beneficio, por supuesto.
MABEL
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