martes, 7 de febrero de 2012

La Biblia…… y el año 2012

Y es que desde que se ha iniciado el año, no hemos dejado de oír apocalípticos mensajes acerca del final del mundo: que si la profecía de los Mayas, que si las cuartetas de Nostradamus, que si la colisión con un asteroide gigantesco, que si una proliferación de grandes cataclismos telúricos, que si una descomunal explosión solar, que si una III guerra mundial de consecuencias impredecibles…… en definitiva, todos los males del averno, cualquiera de los cuales pudiera acabar por si solo con la vida en la Tierra y siempre dentro de este año que recién hemos comenzado. Y si bien es cierto que para los más escépticos (nosotros nos contamos entre ellos), lo de la profecía Maya o las siniestras visiones de Nostradamus, pueden sonar a chirigota y que para los científicos, la posibilidad de una colisión con un asteroide o de una sucesión en cadena de distintos desastres naturales que afectaran significativamente la vida en la tierra, no está del todo clara, si hay dos acontecimientos que se dan como más que probables y aceptados tanto por “tirios” como por “troyanos”: la posibilidad de un conflicto armado a escala mundial, en donde el uso de armas de destrucción masiva, bien sean químicas o nucleares podrían borrar la vida de sobre la tierra…… o en su defecto, una violenta explosión solar que podría destruir en segundos la súper estructura tecnología sobre la que se sustenta nuestra sociedad y de imprevisibles consecuencias (también) para la supervivencia de la raza humana sobre esta planeta; y en ambos casos, ciertamente sí estaríamos hablando de reales y apocalípticas consecuencias.

O sea, que ha sido el propio ser humano y como quién no quiere la cosa, el que ha creado las condiciones apropiadas para hacer realidad ambas variantes de la profecía y que cualquiera de las cuales podría llevar al cumplimiento de la misma: el fin de la vida sobre la tierra…… y de que esas dos posibilidades están ahí, acechándonos a la vuelta del camino, ya no lo duda ni el “Tato”. Y si a estas dos posibilidades le suman ustedes, la tremenda incertidumbre que a todos los niveles se ha generado sobre la humanidad en general, como consecuencia del tremendo caos político, económico y social en el que nos vemos envueltos, estarán de acuerdo con nosotros en que el caldo de cultivo para crear un clima de credulidad general, sobre un inminente fin catastrófico, es razonable y reflejándose con ello, la situación predicha hace casi 2.000 años, por un destacado personaje:

También, habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas y sobre la tierra angustia de naciones, por no conocer la salida a causa del bramido del mar (la humanidad como un todo) y de su agitación, 26 mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán sacudidos.” (Luc. 21:25-26). (Acotación nuestra).

Y puesto que el personaje en cuestión, era un “tal” Jesús de Nazaret, ya tenemos en el cuadro a ese libro record de ventas de todos los tiempos y del que no hay hogar cristiano que se precie, que no tenga un bonito ejemplar luciendo en alguna estantería, pero al que no se le presta ni una mínima atención y que es La Biblia…… eso sí, de cuando en cuando se le quita el polvo (ya saben, por aquello de la estética, el decoro y todas esas cosas). Por lo tanto, preguntémonos ¿se nos dice algo en ella, acerca de un fin inmediato coincidiendo con este año de 2012, que pueda confirmar las negras expectativas que se publican? Pues hasta donde nosotros alcanzamos, es evidente que no y por lo tanto, de ahí partiremos para contarles cómo, según nuestro buen entender, van a ocurrir las cosas y siempre a tenor, de cómo están escritas en dicho libro sagrado.

De entrada, es cierto que lo que tenemos en el horizonte bíblico, es una destrucción global, como queda claro de la lectura del último libro de las Escrituras y que conocemos como “Apocalipsis”…… y por lo que se ha solido asociar dicha expresión, con los más tenebrosos y nefastos significados. Sin embargo, la realidad es que el término en cuestión y de origen griego, no es más que el sustantivo “a-po-ká-ly-psis” y que no tiene otro significado que “levantar el velo”, “descubrir” o “revelar”…… en definitiva, hacer accesible una información que estaba oculta; por ello muchas traducciones titulan dicho libro como “Revelación” y que es por mucho más clarificador y apropiado, pues con esa palabra empieza dicho relato en la inmensa mayoría de las citadas traducciones:

Una revelación por Jesucristo, que Dios le dio, para mostrar a sus esclavos las cosas que tienen que suceder dentro de poco. Y él envió a su ángel y mediante este la presentó en señales a su esclavo Juan.” (Rev. 1:1).

Y ya puestos, señalemos que es el único libro del NT que tiene carácter profético y por lo tanto, el único que tiene que ver con nosotros hoy en día; y es que las Escrituras abarcan diferentes tiempos y situaciones y lo que nos corresponde a nosotros hoy, es sencillamente esa porción…… no en vano inicia dicho relato diciéndosenos que la razón de esa “revelación” es “mostrar a sus esclavos las cosas que tienen que suceder dentro de poco”. Luego los demás relatos registrados en ese NT y prescindiendo de las enseñanzas morales o ejemplos que para nuestro beneficio podamos derivar de ellos, no deben convertirse en el punto focal de nuestro interés para indagar sobre nuestro futuro más inmediato, sino este último libro mencionado y al que vamos a dirigir a partir de ahora nuestra atención.

Y si bien es cierto que en él se nos habla de una gran y destructiva tribulación de proporciones mundiales de parte de Dios, según leemos a partir del cap. 6, no es menos cierto que existe una sustancial diferencia con las posibilidades destructivas que hemos mencionado al principio de este artículo: porque si bien en ellas estaríamos hablando de no saber ni el cuándo, ni el cómo, ni el dónde, ni el por qué se produciría una destrucción indiscriminada de personas y prescindiendo de la calidad personal de las mismas, que probablemente en algunos casos implicaría una destrucción total, en la Biblia por el contrario, se nos dice cuándo, cómo y dónde empezará y lo que es más importante, por qué ocurrirá…… luego detrás de ese evento destructivo, hay un propósito determinado. Pero es que dicho último libro de las Escrituras, también nos habla de un hecho importantísimo y que en definitiva, es el que más nos debe importar a nosotros: el que habrá sobrevivientes de esa destrucción, siempre en función de la actitud personal de cada uno en hacer caso o no, al consejo bíblico; y siendo por tanto el mismo libro de “Revelación”, que nos pone en antecedentes de dicha destrucción, el que nos asegura que habrá una gran cantidad de sobrevivientes de esa venidera “gran tribulación”:

Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; (……) 13 Y en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación……” (Rev. 7:9, 13-14a).

Pero que dicha supervivencia no será fruto de la casualidad (como algunos “entendidos” parecen afirmar), sino que será la lógica consecuencia de la actitud personal de cada uno, la que tendrá que ver con ella, nos lo deja claro la parte final del verso 14 citado, pues en él leemos lo siguiente:

“…… y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.” (Verso 14b).

Luego estaríamos hablando de personas que de forma voluntaria, han ejercido fe en el sacrificio redentor de Cristo y se han apegado a sus enseñanzas, obviamente a partir de un voluntarioso y pormenorizado estudio de la Biblia y no teniéndola solo como un mero objeto de decoración, lo que les permitirá en un futuro ya cercano, tomar la decisión correcta en el momento apropiado…… y lo cual les salvará la vida. Porque no olvidemos, que será de vital importancia en una determinada y futura coyuntura, tener la información correcta que las Escrituras nos proveen para optar por la acción adecuada en el instante oportuno…… pues para eso se nos han dado; y es que en la mente del Altísimo, obviamente no estaba el que Su Palabra solo sirviera de elemento decorativo. Entonces ya hemos aprendido que si bien va a haber una “gran tribulación”, de la misma habrá sobrevivientes en función de su actitud personal hacia el consejo divino; y es que tenemos que tener en cuenta, las palabras que Pablo dijo y refiriéndose a ese, para él y las personas a las que se dirigía, aún lejano día:

“…… al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (2 Tes. 1:7-9).

Pero dicho esto, volvamos al asunto que nos ocupa y que tiene que ver con el cuándo van a tener lugar estos acontecimientos descritos en la “Revelación”, puesto que Jehová tiene su propio calendario de actuaciones y que hace público, mediante Su Palabra escrita (la Biblia) y para general conocimiento; pero ¡claro! si solo la tenemos como adorno, porque luce mucho y no la leemos…… pues eso. Y para averiguar ese “cuando”, nos será necesario usar una “muleta” como ayuda y que es el libro del profeta Daniel y en donde en su momento nuestro Creador, nos explicó acerca de un tiempo predeterminado sobre su pueblo Israel y el cual período de tiempo, convertía a esa nación en el reloj profético de la humanidad; y tiempo que constaba de 70 semanas de años (en total, 49o años), según leemos en Dan. 9:24-27 y que analizaremos versículo por versículo:

24 Hay setenta semanas que han sido determinadas sobre tu pueblo (Israel era el pueblo de Daniel) y sobre tu santa ciudad (Jerusalén), para poner fin a la transgresión y para acabar con el pecado y para hacer expiación por el error y para introducir la justicia para tiempos indefinidos y para imprimir un sello sobre visión y profeta y para ungir el Santo de los Santos.” (Acotaciones nuestras).

Entonces vemos que para la restauración de la paz en el mundo, eso es, el cumplimiento de todas las profecías escritas y la final venida de Jesucristo para instaurar el reino de Dios, se determinaron “70 semanas”, contadas a partir del siguiente hecho:

25 Y debes saber y tener la perspicacia de que desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas. Ella volverá y será realmente reedificada, con plaza pública y foso, pero en los aprietos de los tiempos.”

O sea, que hasta la “aparición” del Mesías como heredero legal del rey David en Jerusalén, transcurrieron 69 (7+62) de las 70 semanas. Que eso es así, lo prueba el siguiente versículo 26 al decirnos lo siguiente:

26 Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. Y a la ciudad y al lugar santo, el pueblo de un caudillo que viene los arruinará (año 70 E.C.). Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.” (Acotación nuestra).

Luego vemos que la muerte de Jesús y hechos subsiguientes, como la destrucción de Jerusalén en el año 70 E.C., ocurrieron ya fuera del contexto de las citadas “70 semanas” decretadas por Jehová…… porque la “semana 70” aún no ha empezado en nuestros días. E inicio de la cual, que no pasará desapercibido para aquellos que tengan en cuenta las palabras que están leyendo en estos momentos y presten la debida atención:

27 Y él tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana (la última de las 70 semanas decretadas); y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva.

Y sobre el ala de cosas repugnantes habrá el que cause desolación; y hasta un exterminio, la misma cosa que se ha decidido irá derramándose también sobre el que yace desolado
.” (Acotación nuestra).

Y es que esta última “semana 70”, tiene que empezar con la ratificación de un pacto entre dos partes…… a instancias de un tercero, por supuesto; ahora bien ¿quiénes serán las partes implicadas en ese pacto? Y la única forma de averiguarlo, es por medio de ir despejando incógnitas, a partir de un dato que sí conocemos: una de las partes firmantes es la nación de Israel, puesto que a ella está dirigida la profecía, pues era “el pueblo” de Daniel (verso 24). Lo cual es una prueba fehaciente de que dicho evento está aún por cumplir, pues desde de la destrucción de su ciudad capital, Jerusalén, en 70 E.C. y con ella toda Judea y a lo que podríamos añadir (ya rizando el rizo) que se formalizó en 135 E.C., cuando el Imperio Romano cambió el nombre de Israel por el de Palestina (según nos cuentan los entendidos), dicha nación no adquirió de nuevo entidad legal, hasta que apareció en la escena declarando su independencia el 14 de Mayo de 1.948 y ratificada, cuando fue admitida como miembro nº 59 en la ONU, el 11 de Mayo de 1.949…… y hasta el momento actual, de dicho pacto profético aún no se sabe nada de nada.

Por lo que ya teniendo como punto de partida, el primer participante en ese pacto, entonces tirando de ese hilo nos tiene que aparecer la otra parte “contratante”; y si tenemos en cuenta que el versículo 27, menciona que dicho pacto será mantenido “sobre los muchos”, ello nos lleva a pensar que se establece con una segunda parte compuesta por varios miembros……. y si una parte es Israel y de lo que estamos hablando, es de un tratado de paz ¿cuál puede ese otra parte “multi compuesta”? Pues las naciones árabes (quizás no sea el término correcto, pero a fin de entendernos, así las llamaremos) de alrededor de Israel, cuyo enfrentamiento viene de tiempos históricos y que en boca del presidente iraní, Sr. Mahmud Ahmadineyad, el plan de las mismas con respecto de Israel, se resume en un solo punto: echar a los israelís al mar…… tal como suena. Y puesto que ya tenemos a las dos facciones firmantes de dicho pacto (recuerden las tan traídas y llevados conversaciones de paz entre israelís y palestinos, por ejemplo), ¿quién será el que al final se lleve el gato al agua, eso es, el mentor que lleve a ambas partes a sentarse y estampar la firma en, aparentemente, tan imposible pacto?

Y para abreviar y no apartarnos del tema y puesto que hay exhaustiva información sobre ello, digamos que estamos hablando de un personaje conocido como “el Anticristo”, de origen árabe (“asirio” para más señas, según Isa. 31:8 y Miq. 5:5-6) y que aparecerá en el momento preciso para conseguir calmar las cosas y propiciar una aparente “mejoría” en las relaciones entre esas dos partes, algo que podría repercutir directamente en las condiciones mundiales de ese momento. No olvidemos, por otro lado, que no estaríamos hablando de un pacto cualquiera, sino de uno establecido precisamente por siete años según nos dice el verso 27:

Y él (el “Anticristo”) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana (justo el tiempo que queda pendiente de la profecía); y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva.” (Acotaciones nuestras).

Es entonces, cuando se produzca la firma de dicho pacto entre las diferentes partes, que da inicio la “semana 70” y última de la profecía de Daniel, o lo que es lo mismo, los últimos siete años del mundo tal como lo conocemos y siendo también es este preciso momento, cuando aparecen los “dos testigos” representativos de Rev. 11:3 y dan inicio a la gran predicación de Mat. 24:14…… predicación que se lleva a cabo durante 1.260 días (tres años y medio), pues son el número de días que se les da a esos “dos testigos” para desarrollar su actividad. Y espacio de tiempo que es coincidente con el relato de Rev. 7:1-9:

Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento (de destrucción) alguno sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol (luego un tiempo de más o menos calma). 2 Y vi a otro ángel que ascendía del nacimiento del sol, teniendo un sello del Dios vivo; y clamó con voz fuerte a los cuatro ángeles a quienes estaba concedido hacer daño a la tierra y al mar 3 y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”.

4 Y oí el número de los que fueron sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de toda tribu de los hijos de Israel (……) 9 Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos
.” (Acotaciones nuestras).

Luego lo que razonablemente se deduce de lo leído, es que después de la firma de ese pacto se disfrutará de una relativa calma que permitirá el poder llevar a cabo dicha tarea de predicación en el espacio de tiempo señalado y por lo que no cuadraría, el que antes del momento de la firma de ese pacto, ni inmediatamente después de establecido el mismo, ocurriera algún tipo de cataclismo que pusiera en peligro la pervivencia de la sociedad humana. Luego todo considerado, no puede ocurrir nada parecido a una catástrofe mundial que redujera considerablemente su población, antes de la firma de dicho pacto, porque evidentemente quitaría protagonismo a dicho evento…… es más, probablemente ya no tendría siquiera sentido el establecer dicho pacto. Y es que si el “follón” lo tenemos precisamente en esa parte de Oriente Medio y un posible enfrentamiento bélico en la misma pasara a mayores, eso es, alcanzara rango mundial, lo que está claro es que la primera zona en desaparecer del “mapamundi” sería precisamente esa y con ella los potenciales firmantes del citado pacto…… luego ¿qué falta haría ya un pacto?

Pero por otra parte, tampoco podría ocurrir un suceso catastrófico a nivel global después de la firma del citado pacto, porque la profecía nos da tres años y medio (los “1.260 días”) de relativa calma, para el cumplimiento de Mat. 24:14. Pero la profecía también nos dice que el que “rompe la baraja” de forma unilateral “a la mitad de la semana” es el “Anticristo” citado y con lo que ya da inicio lo que se conoce como “la gran tribulación”, que implica la segunda parte de esa semana profética; y que culmina con la segunda venida de Jesucristo en la batalla de Armagedón, al final de la misma, para ultimar el juicio de Dios sobre la humanidad rebelde. Y período de tiempo, esa segunda mitad de la semana profética, en las que ya sí puede ocurrir de todo…… pero que lejos de ser una destrucción indiscriminada, está dirigida (luego es selectiva) a aquella parte de la humanidad rebelde que ha rechazado la instauración del reino de Dios. No olvidemos, que las Escrituras nos hablan de un castigo divino (como ya leímos en 2 Tes. 1:7-9), por lo que aquellas personas que si hayan apoyado el establecimiento del citado reino, no tienen que temer nada pues la “fiesta” no va con ellas.

Por lo que de momento, mientras no se firme dicho pacto y no pasen los primeros tres años y medio a partir de su firma, nada de relevancia especial puede ocurrir…… a lo sumo, un conflicto bélico limitado en la zona de Oriente Medio y que obligue o justifique la aparición de un mediador (el “Anticristo”), para evitar que la cosa pase a mayores; eso si no aparece antes de que se produzca dicha situación y que es una posibilidad que también se puede contemplar, por demás, muy plausible. Pero en todo caso y a tenor de la profecía (y siempre desde nuestro particular punto de vista, por supuesto), nada que de forma indiscriminada ponga en riesgo la existencia del ser humano sobre la tierra; o lo que es lo mismo, ninguna apocalíptica destrucción para esta año 2012: recordemos que a partir de que ocurra el evento en cuestión (la firma del citado pacto)…… aún quedan siete años por transcurrir.

O sea que tranquilos, que de momento no parece que nada de la gravedad anunciada puede ocurrir sobre la Tierra, como no sean las “normales” perturbaciones de las que venimos “disfrutando”. Y si desean saber más acerca del planteamiento que les hemos presentado, pueden dirigirse a uno de nuestros artículos “La enseñanza del rapto…… ¿tiene sentido?”, de 20/03/11; ya a partir de ahí, hagan sus propias cábalas y saquen sus lógicas conclusiones…… de las que serán directos responsables, obviamente.

MABEL

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