viernes, 13 de junio de 2014
¿Cuándo “aparecen” en escena, los 144.000 cogobernantes con Cristo?
Está claro que sobre este número se ha discutido muchísimo (¡y lo que te rondaré, morena!), básicamente en aquello que tiene que ver con el presunto simbolismo de dicha cifra o en su defecto, de la literalidad de la misma; y siendo que la posición de los autores de este blog va en línea con aquellos que defienden su literalidad, hoy nos vamos a ocupar de otro aspecto de la cuestión y que a nuestro entender, no está del todo claro ni siquiera entre aquellos que defienden dicha literalidad, porque veamos: una cosa que está fuera de toda duda y que nadie entra a discutir, es que los 144.000 “sellados en la frente con el sello de Dios” de Rev. 7:4, son exactamente los mismos que aparecen al lado de Jesucristo en Rev. 14:1 y sea dicha cantidad simbólica o literal, que para el caso tanto da, que da lo mismo.
Pasaje el de Rev. 14:1 mencionado y como explicábamos en nuestro artículo del 07/06/14, que no es más que una visión por adelantado de lo dicho en el Sal. 2:5-6, por tanto, la representación de Cristo ya en el ejercicio de sus funciones como rey y con lo que tenemos, según la lógica y razón más elementales, que los que le flanquean en dicha visión no pueden ser otros que aquellos que le acompañan en su reinar sobre la tierra…… hasta aquí todo correcto, pues repetimos que esta idea es compartida tanto por aquellos que afirman acerca de la simbología del “numerito” en cuestión, como por aquellos que defienden su literalidad; pero hete aquí, que surge un problema en el que pocos han reparado y que tiene que ver con lo que se lee en Rev. 7:1-4:
“Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento alguno sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. 2 Y vi a otro ángel que ascendía del nacimiento del sol, teniendo un sello del Dios vivo; y clamó con voz fuerte a los cuatro ángeles a quienes estaba concedido hacer daño a la tierra y al mar, 3 y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”.
4 Y oí el número de los que fueron sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de toda tribu de los hijos de Israel.”
Ya a continuación, se nos pasa a relatar la procedencia de estos personajes como provenientes de las distintas tribus de Israel; ahora bien, la primera cuestión por la que habría de preguntarse y por su importancia en el asunto, tiene que ver con ese “Después de esto…” con que inicia el verso uno sería…… después ¿de qué? Pues después de la apertura de los seis primeros sellos de los que se nos habla en el capítulo anterior y que llevan a la humanidad de manera progresiva a la época de dificultad sin precedentes que se corresponde con los tiempos actuales por los que estamos atravesando y que nos lleva a enfrentar al problema mencionado. Porque estas palabras nos sitúan en el preciso momento del inicio de la semana 70 de Dan. 9:27 y evento que de momento aún es futuro (aunque no está muy lejos en el tiempo), que comprenderá los últimos siete años del mundo tal como lo contemplamos…… y según hemos leído, es precisamente durante ese período de tiempo (concretamente en su primera mitad o tres años y medio) en que son reunidos esos 144.000 personajes que tienen que reinar con Cristo y que, según una primera teoría, son literales y según una segunda teoría que toma la cantidad como simbólica, estaríamos hablando de la suma de esos 144.000, más los miembros de la “gran muchedumbre” y en un “tótum revolútum”, algo que sencillamente es un puro disparate por la sencilla razón de que la aparición de ambos grupos, sucede en momentos diametralmente opuestos, pues aquellos que tienen que reinar con Cristo, salen de la llamada “primera” resurrección de Rev. 20:6, mientras que los miembros de la “gran muchedumbre” lo hacen al final de la “gran tribulación”, eso es, tres años y medio después de acontecida esta…… pero veamos el pasaje señalado:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos (luego no sobre otros que no participen de la misma) la muerte segunda no tiene autoridad (lo que significa la inmortalidad), sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Acotaciones nuestras).
Es fácil de entender y a tenor de lo leído, que solo los que “tienen parte” en esa primera resurrección, son los que alcanzan la inmortalidad y el reinar con Jesucristo en el reino de Dios…… pero resulta y repetimos para que la idea quede clara, que mientras esa “primera” resurrección se produce momentos antes de que comience la “gran tribulación” (1 Tes. 4:15-17) que dura por tres años y medio, lo que ocurre con la “gran muchedumbre” mencionada es que aparece al final de dicho período de tiempo, o sea, pasados esos tres años y medio desde el momento de producirse la mencionada “primera” resurrección. Y por lo que, razonablemente, aquellos que mueran dentro de ese período de la “gran tribulación” no pueden participar en ella (algo que explicamos con todo detalle, en el artículo al que les remitimos en el primer párrafo de este escrito) y por tanto, formar parte de dicho gobierno teocrático…… cuanto menos, aquellos que sobreviven a la misma (eso es, que salgan con vida de ella), pues no pueden participar de resurrección alguna al no haber muerto.
Pero tampoco es este el problema al que nos referimos, pues el tal existiría aunque la cantidad de 144.000 fuera tomada de manera literal, pues según lo leído estos se “recolectan” dentro de los primeros tres años y medio de la semana mencionada y período de tiempo que abarca Rev. 7:1-4; porque si hemos dicho que esos personajes aún por recoger, son lo que reinarán al lado de Cristo en el reino de Dios y algo en lo que todo el mundo está de acuerdo…… ¿en dónde metemos, entonces, a aquellos que siguieron a Jesús en el primer siglo y con los que éste, precisamente, estableció el pacto para un reino?:
“Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; 29 y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino y se sienten sobre tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30).
Es obvio que ello nos situaría ante una flagrante contradicción del texto sagrado y dado que las Escrituras no se contradicen, el error tiene que encontrarse en la interpretación que del pasaje de Rev. 7:1-4 y que dice otra cosa de lo que el general de los teólogos interpreta y que nos da la solución al problema planteado; teólogos, que lejos de ajustar su punto de vista a lo dicho en la Biblia, intentan que esta se ajuste a lo que ellos entienden que se dice en ella. Y es que como tantas veces hemos dicho desde este blog, para comprender el contenido del contenido escritural no solo hay que saber leer, sino también saber analizar desde la lógica y el sentido común aquello que se ha leído…… y saber leer la Biblia, significa el leerla en clave de contexto, bien sea este el más inmediato a la porción que estamos analizando, bien sea el general de las Escrituras. Porque lo que a Juan se le dice en Rev. 7:1-4 y leído en clave de contexto escritural, no es que en ese momento se recoge a todos los que tienen que reinar con Cristo, sino que lo que se le dice en los versos del 1 al 3 es que se va a propiciar un tiempo favorable para el sellamiento de determinados personajes, para a continuación revelarle cual es la cantidad total y desconocida hasta ese momento, del conjunto de aquellos que formarán parte de ese grupo que acompañará al Hijo de Dios en su reinar y ello en el verso 4; dicho lo cual, analicemos ahora de nuevo y con perspectiva de contexto general, qué es lo que se le dice a Juan y básicamente en ese verso 3:
“…… y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”.”
¿Se le estaba hablando a Juan, del sellar en ese momento del total de los 144.000 “esclavos” de Dios? Obviamente no lo entendió así el bueno de Juan, pues él era depositario de una información que previamente se le había entregado y que era la siguiente:
“Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener. 10 Y clamaban con voz fuerte y decían: “¿Hasta cuándo, Señor Soberano santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran en la tierra?”. 11 Y a cada uno de ellos se dio una larga ropa blanca; y se les dijo que descansaran por un poco de tiempo más, hasta que se completara también el número de sus coesclavos y de sus hermanos que estaban a punto de ser muertos como ellos también lo habían sido.” (Rev. 6:9-11).
Luego lo que aquí se nos está diciendo, es que a una cantidad desconocida de personas que habían “sido degolladas (o “asesinadas” según versiones) a causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener” y en determinado momento de la historia, se les tenía que añadir “un resto” compuesto por otra determinada cantidad y que tenían que morir “como ellos también lo habían sido”…… eso es, que a esos personajes que pedían justicia a Jehová por el trato que se les había dado, se les tenía que añadir una residual cantidad y para completar una cantidad mayor, que solo puede ser el total de los que con Cristo tienen que reinar, eso es, los 144.000 de Rev. 14:1 y que por primera vez es revelada en Rev. 7:4. De hecho, lo que se lee en Rev. 11:3-6 es la aparición aquí en la tierra y al inicio de la señalada semana 70 de Dan. 9:27, de los llamados “dos testigos” y poderosísimos personajes a la manera de los Pedro, Juan, Pablo y otros, que al igual que a estos en su momento, también se les asigna la obra de profetizar o predicar y en cumplimiento de Mat. 24:14; no tenemos claro los autores de este blog, si serán dos únicos personajes o unos pocos más, pues esto es lo que se lee en la profecía de Miq. 5:5 y apuntando a los tiempos del fin y algo que señalamos como una mera posibilidad:
“Y este tiene que llegar a ser paz. En cuanto al asirio, cuando entre en nuestro país y cuando pise sobre nuestras torres de habitación, nosotros también tendremos que levantar contra él siete pastores, sí, ocho adalides de la humanidad.”
En todo caso lo que está claro, es que estaríamos hablando de un reducidísimo grupo de personas a recoger en ese espacio de tiempo que abarca Rev. 7: 1-3 y que faltarían para “completar” el número total de los 144.000 de Rev. 7:4; añadámosle a lo dicho, la circunstancia de que el sello de aprobación sobre estas personas y según lo dicho por Jesucristo, solo se les concede después de que hayan entregado la vida en defensa de su fe y de ahí, que los vientos sean sujetados “hasta” que se haya efectuado el sellar de esos individuos y que tiene que coincidir con el momento de su muerte…… pero veamos como expresó el Hijo de Dios dicha idea:
“No tengas miedo de las cosas que estás para sufrir. ¡Mira! El Diablo seguirá echando a algunos de ustedes en la prisión para que sean puestos a prueba plenamente y para que tengan tribulación diez días. Pruébate fiel hasta la misma muerte y yo te daré la corona de la vida (eso es, “sellado” para inmortalidad).” (Rev. 2:10). (Acotación nuestra).
De hecho, ese es el enfoque que tenía el apóstol Pablo de la situación, cuando dijo estas palabras registras en Rom. 6:5:
“Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte (asesinados por defender su integridad a Dios), ciertamente también seremos unidos con él en la semejanza de su resurrección (eso es, en gloria e inmortalidad).” (Acotaciones nuestras).
Entonces parece quedar claro, que el sellar está intrínsecamente relacionado con la muerte del individuo y cuando ya ha demostrado, lejos de toda duda, que se ha hecho merecedor de dicho galardón al ofrecer su propia vida para alcanzarlo; de hecho, un personaje de la categoría de Pablo, que levantaba muertos, fue el que dijo estas palabras:
“…… a fin de conocerlo a él y el poder de su resurrección y una participación en sus sufrimientos, sometiéndome a una muerte como la de él, 11 para ver si de algún modo puedo alcanzar la resurrección más temprana de entre los muertos.
12 No que lo haya recibido ya (el sello del Dios vivo), ni que ya haya sido perfeccionado, sino que prosigo para ver si también puedo asir aquello para lo cual yo también he sido asido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, todavía no me considero como si lo hubiera asido; pero hay una cosa en cuanto a ello: Olvidando las cosas que quedan atrás y extendiéndome hacia adelante a las cosas más allá, 14 prosigo hacia la meta para el premio de la llamada hacia arriba por Dios mediante Cristo Jesús.” (Col. 3:10-14). (Acotación nuestra).
Luego Pablo entendía que no había alcanzado aún “la meta”, a menos que muriera una muerte como la de Cristo, eso es, asesinado en defensa de su fe y con ello alcanzar “el premio” de la inmortalidad y el reinar con él durante el milenio; y eso es lo que ocurre con esos “dos testigos” mencionados, pues esto es lo que se nos dice de ellos en Rev. 11:7:
“Y cuando hayan terminado de dar su testimonio (al final de los 1.260 días o tres años y medio), la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará.” (Acotación nuestra).
Y siendo en este momento, cuando reciben el sello de aprobación para vida inmortal y con lo que finaliza el sellar de aquellos que tienen que reinar con Cristo, momento en que se cumplen las palabras ya comentadas de Rev. 7:3:
“…… y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios.”
Porque es después de dicho sellar, cuando son soltados los “cuatro vientos” de destrucción de los versos 1 y 2 que eran retenidos e inicia la “gran tribulación”; sin embargo, notemos que en este pasaje no se nos dice cuántos componen ese grupo de sellados y que de ninguna manera pueden ser el total de los 144.000 que en Rev. 14:1 aparecen reinando al lado de Jesucristo, pues de lo contrario se quedarían fuera de ello los apóstoles y demás sellados del primer siglo, aparte que no tendría sentido el contenido de lo relatado en la apertura del quinto sello. Luego de lo dicho hasta ahora, parece ir tomando cuerpo el hecho de que estos por causa de quienes los vientos de destrucción de la tierra tienen que ser retenidos y para llevar a cabo determinada comisión (Mat. 24:14), no son otros que los “dos testigos” o resto ungido por aparecer y que sean cuantos sean (perfectamente podrían ser solo dos), son los necesarios para “completar” el indeterminado grupo de aquellos que murieron siglos antes que ellos y que se les representa en Rev. 6:9-11, pidiendo justicia al Altísimo…… por lo que cuando sepamos la cantidad exacta se esos que son prefigurados por los “dos testigos”, sabremos con exactitud en número de aquellos que se nos muestran en Rev. 6:9-11 y que claman por justicia.
Por otra parte y haciendo un pequeño inciso, el hecho de que en ese pasaje se nos hable de un número por “completar”, ya desbarata la enseñanza del simbolismo del número 144.000, pues se nos está hablando de un número predeterminado por Jehová Dios y cuya recolección se interrumpió en cierto momento de la historia, para continuar siglos después con la aparición del “resto ungido” mencionado y prefigurados en los “dos testigos”…… recordemos que desde la desaparición de los apóstoles y sus directos seguidores al final del siglo primero e inicios del segundo, no hay registro de que hubieran existido sobre la tierra personajes de esas características hasta la aparición de esos poderosísimos “dos testigos”. Que ello es como se lo decimos, queda claro cuando leemos detenidamente lo dicho por el apóstol Pablo en su primera carta a la congregación de Tesalónica, eso sí, siempre que lo leamos en clave de contexto escritural:
“Porque esto les decimos por palabra de Jehová: que nosotros los vivientes que sobrevivamos hasta la presencia del Señor, no precederemos de ninguna manera a los que se han dormido en la muerte; 16 porque el Señor mismo descenderá del cielo con una llamada imperativa, con voz de arcángel y con trompeta de Dios y los que están muertos en unión con Cristo se levantarán primero. 17 Después nosotros los vivientes que sobrevivamos (eso es, que estuvieran vivos en el momento de la venida de Cristo) seremos arrebatados, juntamente con ellos, en nubes al encuentro del Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor.” (1 Tes. 4:15-17). (Acotación nuestra).
Lo que Pablo estaba diciendo, es que en ese momento y a veinte años de la muerte de Jesús, ya había “muertos en unión con Cristo”, eso es, asesinados por su lealtad y a los que se fueron añadiendo posteriormente otros hasta el final del primer siglo, entre los que se contó el propio Pablo; sin embargo, el punto importante de lo que él señaló, está en el hecho de que en un futuro aún lejano se levantarían en la tierra personas tan poderosas como ellos fueron (Rev. 10:11), que tendrían también que ser muertos como ellos y estableciendo esa separación en el tiempo de la que les hemos hablado; ya todos reunidos, después de su muerte en sacrificio, es cuando se produciría el reencuentro de todos ellos con Jesucristo…… y momento que en la Revelación o Apocalipsis, se nos detalla en el siguiente pasaje:
“Y cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará. (……) 11 Y después de los tres días y medio, espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie, y gran temor cayó sobre los que los contemplaban.” (Rev. 11:7; 11).
Instante que coincide con el final de la primera mitad de la 70 semana de Dan. 9:27, en dónde se produce la mencionada “primera” resurrección y el reencuentro con Jesucristo que desciende a la tierra como poderoso rey, el “ocultar” por parte de Jehová del inmenso gentío que habrán hecho caso de lo profetizado o predicado por sus enviados y ya se entra en el inicio de la “gran tribulación”, dirigida contra aquellos que han rechazado la oportunidad que se les ha brindado de pasar al reino de Dios con vida y con la expectativa de vivir eternamente (Juan 3:16); y castigo del que se nos dan algunos detalles en Rev. 16:1-21.
Por lo que resumiendo, la cosa estaría así: en Rev. 7:1-3, se le muestra a Juan un período de tiempo en el que se concitarían determinados sucesos y que finalizarían con el sellamiento de determinados personajes con “el sello del Dios vivo” y que se corresponden con los “dos testigos” y sean estos cuantos sean (en todo caso una ínfima cantidad, para completar una cantidad mayor, según Rev. 6:11), pues estos son los que aparecen al inicio de la mencionada semana 70 de Dan. 9:27, que por 1.260 días están “profetizando” por toda la tierra habitada y tiempo en el que se circunscriben los hechos de Rev. 7:1-3. Posteriormente a esto, a Juan le es revelado el total de componentes que conformarán ese grupo por completar, cuando le sean añadidos a este la cuantía de los componentes del “grupeto” de los “dos testigos” y que, repetimos, podrían ser perfectamente solo dos personas. Luego a Juan y en ese verso 4, no se le dijo que en ese tiempo concreto señalado en Rev. 7:1-3 se sellarían a 144.000 individuos, sino que lo que se le dijo y leyendo en clave de contexto, es que los que fueran sellados en ese momento redondearían un número no completado, siempre en línea con Rev. 6:11, e idea que el apóstol Pablo expone también en 1 Cor. 15:51-52:
“¡Miren! Les digo un secreto sagrado: No todos nos dormiremos en la muerte (eso es, el permanecer largo tiempo en la muerte o inexistencia), pero todos seremos cambiados 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, durante la última trompeta. Porque sonará la trompeta y los muertos serán levantados incorruptibles y nosotros seremos cambiados.” (Acotación nuestra).
Hablando en abstracto, lo que se nos quiere decir es que del grupo de los que reinarán con Jesucristo y de los que una inmensa mayoría estuvieron dormidos en la muerte por siglos y que sus cuerpos descompuestos, ya pasaron a formar parte del suelo del que procedían, estarían unos pocos que aparecerían al final de los tiempos y que se corresponden con esos “dos testigos” o resto de “ungidos” aún por aparecer, cuyos cuerpos no verían corrupción, pues serían devueltos a la vida en los mismos cuerpos que tenían antes de que dicho proceso se iniciase…… de ahí que Pablo señale que mientras los primeros serían “levantados” o recibirán nuevos cuerpos incorruptibles (o inmortales), los segundos serían sencillamente “cambiados” de condición, eso es, de mortal a inmortal y en los mismos cuerpos que tenían antes de morir; de hecho, eso es lo que Pablo nos afirma en los versos que siguen a los mencionados, el 53 y 54:
“Porque esto que es corruptible tiene que vestirse de incorrupción y esto que es mortal tiene que vestirse de inmortalidad. 54 Pero cuando esto que es corruptible se vista de incorrupción y esto que es mortal se vista de inmortalidad, entonces se efectuará el dicho que está escrito: “La muerte es tragada para siempre”.”
Y es que prescindiendo de que este tema da para mucho más y que probablemente lo tocaremos en un próximo artículo, lo cierto es que de no ser ello tal como lo planteamos nosotros, ni las palabras de Pablo que acabamos de mencionar, o en su defecto las de 1 Tes. 4:15-17 tendrían el menor sentido, ni el pacto por un reino celebrado entre Jesús y sus apóstoles se entendería, pues estos quedarían excluidos de participar en dicho reino si aceptáramos la interpretación general que de Rev. 7:1-4 se nos hace; porque algo que tienen claro todos los teólogos y autores bíblicos que hemos leído y que hemos mencionado en varias ocasiones en este escrito, es que signifique lo que signifique esa cantidad de 144.000 de Rev. 7:4, son los mismos que aparecen en Rev. 14:1 al lado de Jesucristo ya en su posición como rey sobre el monte Sión…… luego si estos y repetimos para énfasis, sean quiénes sean, son lo que reinarán con él durante el milenio y que aún no han aparecido ¿dónde metemos, entonces, a los apóstoles y resto de santos del primer siglo y con los que Jesús estableció el pacto para un reino?
Pero esto, querido amigo que nos lee, no es más que una opinión de aquello que los autores de este blog entendemos que realmente se nos está diciendo en Rev. 7:1-4 y siempre teniendo en mente el contexto escritural, eso es, leyendo en clave de contexto…… lo que usted haga con esta información, ya depende de su soberana decisión; aunque como alguna veces recomendamos, no estaría de más asegurarse de si lo que se ha expuesto en este escrito se ajusta a lo que usted lee en su ejemplar de las Escrituras y que son, en definitiva, las que ponen blanco sobre negro. Pues bien podría ser, que aquí “los mendas” (los autores de este blog), lo que hayamos hecho no haya sido otra cosa que contarle una “milonga” y como algunos que se las dan de “teólogos”, hacen continuamente; o sea…… que usted mismo.
MABEL
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