lunes, 30 de junio de 2014
El rábano por las hojas.
La expresión “tomar el rábano por las hojas” no significa otra cosa que el interpretar algo en forma equivocada o errónea y no ajustada, por tanto, a lo que se espera de una actitud dirigida por la razón y el sentido común; de ahí, que la expresión alude al hecho de que a menudo al intentar sacar un rábano de la tierra, ya sea por inexperiencia o por brusquedad, nos quedamos con las hojas en la mano perdiendo el rábano y algo que nada tiene que ver con lo que es deseable. Tubérculo este que como la patata, la zanahoria o la remolacha, por ejemplo, crece bajo tierra y que alerta de su presencia con un penacho de abundantes hojas que, para recoger su fruto, hay que tener la precaución de ablandar la tierra a su alrededor con un azadón y remover dicho fruto con cuidado, si no queremos que al tirar de las hojas nos quedemos con estas en las manos y, confundiéndolas con el fruto, comerlas y cometiendo con ello la gansada del día…… y que no son pocos los que han incurrido en ese error, de ahí este “dicho” proverbial. Precisamente por crecer bajo tierra la parte comestible y mostrar exteriormente tan solo las hojas, en la locución se utiliza esta planta bulbosa para advertirnos contra los errores y equivocaciones que se cometen por falta de información y que podrían ser evitados fácilmente, prestando un poco de atención o profundizando más en el conocimiento que uno tenga del tema del que se esté tratando en un determinado momento.
Y si bien con el rábano en cuestión, la cosa no tiene mayor trascendencia (con un poco de práctica se solventa el problema), ya no es lo mismo cuando tratamos de asuntos de mayor enjundia y como pudiera ser el hablar acerca de la Palabra de Dios, en donde se quiera o no, lo que uno está haciendo al difundir sus planteamientos es enseñar a aquellos que menos conocimiento tienen de lo que uno está hablando, fundamentalmente por medio de Internet. Y es que al igual que los que ya llevamos algún tiempo en esta aventura de intentar aprender de las cosas de Dios, que cuando empezamos tuvimos que acudir a otras fuentes para aprender ciertos aspectos de la cuestión que nos eran desconocidos (para así iniciar nuestra andadura con un mínimo de solvencia), los hay que actualmente acuden a los que ya tenemos ese poco más de experiencia en el asunto, para iniciarse así en ese proceloso andar por el camino que lleva al conocimiento de la voluntad divina…… y voluntad divina que, por otra parte, es la siguiente:
“Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, 4 cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto (o “pleno”, según versiones) de la verdad.” (1 Tim. 2:3-4). (Acotación nuestra).
Ello hace que aquellos que editamos información relacionada con el propósito de Dios para con la humanidad, nos lo tengamos que mirar dos veces antes de publicar algo que de alguna manera pudiera llevar a engaño a aquellos que nos leen; porque si bien es cierto que en última instancia cada uno responderá de sí mismo ante Dios en el momento del juicio venidero (Gál. 6:5), no es menos cierto que esta persona pudiera estar influenciada en su toma de decisiones y en tan crucial momento, por enseñanzas erróneas que le han sido facilitadas por otros que afirman ser portadores del conocimiento “verdadero”…… y lo que pone en difícil situación a estos “maestros de lo imposible”, pues esto es lo que dijo el Hijo de Dios al respecto:
“Pero cualquiera que haga tropezar (mediante una enseñanza falsa) a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar.” (Mat. 18:6). (Acotación nuestra).
Dicho lo cual, veamos una de las enseñanzas más difundidas entre la cristiandad y que tiene que ver con la afirmación de que el destino final de los cristianos de todos los tiempos, no es otro que el de reinar al lado de Jesucristo en el reino de Dios; de hecho, están aquellos que yendo un poco más allá, incluyen en la lista a los santos o notables del AT desde Abel en adelante, eso es, los Abraham, Noé, Lot, Isaac, Jacob, etc. etc. etc. Eso es, que usted y sea quien sea, querido lector, si se considera cristiano porque en su momento fue bautizado (esa es la milonga que le contarán), inevitablemente pasará a reinar en el reino de Dios como inmortal rey y sacerdote al lado de Cristo, entre los Juan, Pedro, Pablo y que igual su trono está al lado del de Abraham, o Isaac, o quizás del mismísimo Noé y con el que poder tertuliar, acerca de cómo se las apañó para dar de comer a tanto bicho metido ahí adentro…… volviendo a la senda de lo serio, señalemos que todas las personas que presentan esta enseñanza actualmente y que son legión, se reconocen a sí mismas como “ungidas” o Hijos de Dios.
Excusamos decir que no lo pueden demostrar y por lo que pretenden que les creamos, por su simple afirmación, considerándose por tanto coherederos con este de dicho reino en calidad de inmortales reyes y sacerdotes, que afirman de sí mismos el haber “nacido de nuevo” (Juan 3:3) y ser en consecuencia, receptores de tan alto privilegio. Disparatada enseñanza donde las haya y que no hay por dónde cogerla, pues el contexto escritural y empezando ya por el libro de Génesis, la desmiente de forma absoluta en todos sus extremos…… sin embargo, repetimos, cuando uno se da un “garbeo” por la red (vulgo Internet), observa sorprendido que la mayoría de representantes de las distintas denominaciones religiosas de la cristiandad, así como aquellos muchos que afirman ir por libre (todos “ungidos” ¡faltaría plus!), la propugnan desde sus púlpitos y prédicas, cuando no, desde la página impresa, o bien en videos o artículos colgados en Internet, estaciones de radio o televisión y que de todo hay en la viña del Señor.
Idea que se edifica por parte de esos “entendidos”, la mayoría de ellos con brillantes estudios en teología, en el contenido del llamado Nuevo Testamento y fundamentalmente en las cartas de Pablo, pero ignorando por completo que esos pasajes usados para sostener su peregrina afirmación, iban dirigidos a personas concretas, en una época concreta y en unas circunstancias específicas, que nada tienen que ver con los tiempos actuales…… en otras palabras, que estaríamos hablando de textos sacados de su contexto que resaltan o se ajustan a las circunstancias del momento en que fueron escritos y por ello, aplicando a personas específicas. Pero como ya sabemos que por ahí no podremos convencer a esos que tan felices se las prometen en un futuro ya cercano, reinando en inmortalidad al lado de Jesucristo (¡no piden nada los nenes!) y posibilidad que también extienden a todos aquellos que les quieran seguir, intentaremos enfocar el asunto desde otro ángulo y que esperamos que haga reflexionar a más de uno…… no a esos que tan disparatada idea proponen (pues no es tarea nada fácil), sino a aquellos que, como usted que nos lee, deseen ver las cosas con un poco más de calma y reflexión; ello nos lleva a unas palabras que dijo el apóstol Pedro en su primer discurso, después de recibir el espíritu santo y que son del todo indicativas de que en ese planteamiento que se nos ofrece, hay algo que no cuadra:
“…… y para que él envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:20-21).
Porque analizando este pasaje con atención, vemos que se nos habla de una “restauración” a producirse en determinado momento en la corriente del tiempo y expresión que no significa otra cosa, según el diccionario de la RAE, que el devolver algo a su situación o configuración inicial y lo que nos indica que el ser humano tiene que volver a una condición que ya existió en tiempos pretéritos…… y que hasta donde nosotros sabemos, Adán no fue creado para reinar sobre nadie, sino para multiplicarse y extenderse por sobre la tierra. Por otra parte, vemos que se nos indica que la información acerca de las cosas que tenían que ser restauradas, Jehová Dios la transmitió “por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo”…… y lo que significa que tenemos que dirigir nuestra atención para saber cómo van a ser las cosas en un futuro, no al NT y en el que se apoyan esos “entendidos” o “maestros de lo imposible” (como ya les hemos “bautizado”), sino al AT o Escrituras Hebreas y que es en donde se nos habla de lo que deparará el tiempo venidero a la humanidad en general, eso es, la posición que esta ocupará en un futuro en el reino de Dios y los beneficios que recibirá de este, empezando y como hemos dicho, en el mismo libro de Génesis. Luego lo que tenemos que hacer es averiguar, en primer lugar, cómo estaban las cosas en ese momento, pues supuestamente estas son las que tienen que ser restauradas…… y esto es lo que leemos del principio de los principios:
“Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto.” (Gén. 1:31).
Habría que incidir en el hecho de que cuando Jehová Dios pronunció estas palabras, ya había finalizado la secuencia de la creación que culminó con la aparición o creación de la mujer (pues este fue el último acto creativo de Dios) y el hombre ya había recibido la siguiente advertencia:
“Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás”.” Gén. 2:16-17).
Entonces estaba ya todo programado para que continuará desarrollándose el propósito de Dios por la eternidad y sin nada que lo alterara o perturbara, eso es, que nuestro primer padre hubiera continuado sujeto a la obediencia y por tanto, viviendo de forma indefinida o eterna; por lo que solo de este pasaje, ya queda claro que la enseñanza de que todos los cristianos, más los notables del AT, tienen como destino el “reinar” con Cristo es un verdadero disparate (recordemos que según Rev. 20:6, de esos personajes se nos dice que gozarán de la inmortalidad y algo de lo que no gozaba el primer hombre), pues del mismo se extraen dos conclusiones contundentes: la primera, que si Adán no hubiera comido nunca del fruto prohibido, según el mandato recibido de su Creador y que era lo que se esperaba de él, habría continuado viviendo la vida que tenía y que era por tiempo indefinido o eterno, pues este no fue creado para morir sino para vivir…… pero que no obstante y repetimos para énfasis, no estaba en posesión de la condición de ser inmortal como posteriormente se demostró. Y segunda cuestión, que Jehová no habría de cambiar aquellas cosas de las que dijo recién finalizadas, que eran “muy buenas”, pues con ello habría un implícito reconocimiento de que no eran tan “buenas” como se había dicho…… pero es que además, la situación original no se puede cambiar, pues de lo contrario no podríamos estar hablando de una “restauración” de cosas y que significa el volver a las mismas condiciones de nuestro primer padre, sino de un crear otras cosas distintas como si las primeras hubieran resultado ser defectuosas y que no es el caso.
Luego ya aquí, en esos primeros capítulos del libro de Génesis, se nos muestra que la voluntad divina no era que los seres humanos llegaran a ser inmortales reyes y sacerdotes en un reino venidero, necesario este para devolver a la humanidad a la condición que Dios había establecido para ella (de no haber existido el pecado, no habría existido necesidad del mismo) y propósito que el pecado había truncado momentáneamente; y esto nos lleva a un pasaje, en donde ya Jehová menciona que la cuestión de la futura gobernabilidad de un reino necesario dentro de Su plan de restauración no aplicaba a todos, con el siguiente pacto que estableció con una nación escogida al efecto, eso es, Israel:
“Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. 6 Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel.” (Éxo. 19:5-6).
De entrada vemos, que dicho pacto se circunscribía a la nación de Israel y no al resto de pueblos que esta tenía a su alrededor, ni pasados ni futuros, en definitiva que nada tenía que ver con el resto de la humanidad; pero es que además, ni siquiera abarcaba a todos los miembros de dicha nación, sino solo a algunos de entre ellos que serían escogidos y como se vio posteriormente (Mat. 22:14). Porque notemos que con ese “ustedes”, Jehová estaba estableciendo un pacto con las personas que en ese momento estaban allí presentes y que eran las que tenían que aceptar o no, las condiciones de dicho pacto; por lo que dado que un pacto no tiene efectos retroactivos, no se podían beneficiar del mismo aquellos miembros del pueblo hebreo desaparecidos en la muerte, como era en los mismos casos de los precursores de este pueblo, como los Abraham, Isaac, Jacob o sus doce hijos y cabezas de las doce tribus de Israel. Entonces está claro que esas personas no podían formar parte de ese reino de sacerdotes y digan lo que digan esos “enteradillos” que tal disparate afirman, pues no participaron de ese pacto ofrecido por Jehová y por lo que no se pudieron beneficiar directamente del mismo, como tampoco lo pudieron hacer aquellas que se fueron quedando en el camino durante siglos y por lo que no alcanzaron a vivir hasta que llegó el momento de dar forma a dicho pacto con la venida del Mesías prometido, en la persona de Jesús; y que como ya hemos señalado, no todos aceptaron las condiciones del mismo sino más bien al contrario, la inmensa mayoría del pueblo de Israel lo rechazó…… y siendo estas las palabras con las que Jesús dio inicio a dicha recolección:
“Ahora bien, después que Juan fue arrestado, Jesús entró en Galilea predicando las buenas nuevas de Dios 15 y diciendo: “El tiempo señalado se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y tengan fe en las buenas nuevas”.” (Mar. 1:14-15).
Porque ¿a qué se refería Jesús, cuando mencionó que “el tiempo señalado” se había “cumplido”? Obviamente y por lo que sigue a continuación, en el sentido de que “el reino de Dios se ha acercado”, se estaba refiriendo a que había llegado el momento en que se iniciaría por parte de Jehová y en conformidad con Su promesa anterior a la nación de Israel, con la selección de entre ellos de aquellos que tendrían que acompañar a Su Hijo como rey en dicho reino, ejerciendo de inmortales reyes y sacerdotes asociados por un período de mil años de duración; y el cual reino tenía que maniobrar durante dicho periodo de tiempo, para traer la mencionada “restauración” de las cosas perdidas en un principio como consecuencia del pecado original y lo que implicaría uno de los más grandes acontecimiento jamás vistos por el ser humano: una inmensa y progresiva resurrección de personas muertas por miles de años, para que pudieran beneficiarse del rescate de la sangre de Cristo y de ahí, esos mil años de duración de dicha gobernación divina necesarios para llevar a cabo tan ingente obra. Por lo que yendo a lo fundamental, nos encontramos en que si bien el propósito divino para la humanidad en general era el restablecerla a las condiciones en las que el Creador se había propuesto que esta viviera, eso es, una vida de duración indefinida condicionada a la obediencia a Este y como queda claro de la advertencia que se le dio a Adán, cuando la cosa se alteró con el pecado de nuestro primer padre, Jehová Dios se tuvo y por decirlo coloquialmente, sacarse de la manga lo que Jesucristo llamó una “nueva creación” y de la que él es el máximo exponente:
“En respuesta, Jesús le dijo: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.” (Juan 3:3).
Y con lo que ya nos encontramos con una serie de seres humanos inmortales a la manera de Jesucristo y que las Escritura cuantifican en 144.000 individuos (Rev. 14:1 y apoyado por el Sal. 2:5-6), a cuyo cargo será puesta la responsabilidad de llevar a cabo la “restauración” durante su gobernar, por lo que nada tienen que ver con el inmenso resto de la humanidad que será resucitada y que continuará con las mismas condiciones de nuestro primer padre Adán; porque recordemos que lo que le fue dicho a este, es que “en el día” que comiera del árbol prohibido, desobedeciendo el mandato recibido, recibiría la condena a muerte…… y condición “sine qua non” esta de la obediencia para mantener la vida, que aplicaba también a sus descendientes y que somos todos nosotros. Porque tal como si nuestro primer padre no hubiera comido, habría continuado viviendo él y sus descendientes “hasta” que alguno de ellos hubiera desobedecido el mandato divino y con lo que se acarrearía la muerte, así será en el caso de aquellos que sobrevivan a la llamada “gran tribulación” (Rev. 7:14) y de aquellos que se levanten en la mencionada gran resurrección a efectuarse durante el milenio.
Pero claro, cuando el primer hombre cayó en la desobediencia se fue todo al traste y lo llevó a una inmediata reacción de Dios en confeccionar un plan para restaurar aquello que se había perdido y que incluía, entre otras cosas, la elección de un pueblo y del que serían sacados los miembros de un futuro reino, así como la aparición de un redentor en la personas de Jesús y que con su vida recobraría para Dios aquello que se había hurtado a los descendientes de Adán y, obviamente, un espacio de tiempo en el que ese gobierno pudiera actuar en favor de la humanidad perjudicada por dicho pecado…… ya al término de dicho periodo de tiempo, Jesucristo y alcanzada la meta propuesta, devolvería a su Padre Celestial una humanidad ya restaurada, eso es, como era en el principio:
“En seguida, el fin, cuando él entrega el reino a su Dios y Padre, cuando haya reducido a nada todo gobierno y toda autoridad y poder. 25 Porque él tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies. 26 Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a nada. 27 Porque Dios “sujetó todas las cosas debajo de sus pies”. Más cuando dice que “todas las cosas han sido sujetadas”, es evidente que esto es con la excepción de aquel que le sujetó todas las cosas. 28 Pero cuando todas las cosas le hayan sido sujetadas, entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas para con todos.” (1 Cor. 15:24-28).
Eso es, que el ser humano de nuevo tendrá ante él y merced a ese Plan Divino anunciado ya tan temprano como en Gén. 3:15, la posibilidad de volver a las condiciones existentes al inicio de los tiempos, eso es, a vivir la misma vida de perfección de Adán y con la eternidad ante él, siempre y cuando supera la prueba que en ese momento se pondrá ante el “respetable”…… exactamente la misma que no superó Adán y de la que la humanidad está aún pagando los platos rotos hoy en día y que las Escrituras, con casi tres mil años de anticipación, ya nos ha estado advirtiendo:
“Ahora bien, luego que hayan terminado los mil años, Satanás será soltado de su prisión 8 y saldrá a extraviar a aquellas naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, para reunirlos para la guerra. El número de estos es como la arena del mar. 9 Y avanzaron sobre la anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada. Pero descendió fuego del cielo y los devoró (a los que al igual que Adán, se hayan dejado extraviar).” (Rev. 20:7-9). (Acotación nuestra).
Recordemos que dichas palabras fueron puestas por escrito finales del primer siglo E.C. y que lejos de ser una amenaza, son el anuncio por adelantado de que al ser humano le será dada la oportunidad de responder personalmente al desafío inicial que planteó Satanás, en cuanto a si el hombre deseaba ser gobernado por él o, por el contrario, deseaba ser gobernado por su Creador y por tanto, mantenerse en sujeción u obediencia a Este…… sujeción u obediencia que le permitiría y en armonía con la advertencia divina, mantenerse viviendo por una eternidad en una tierra convertida en un paraíso y bajo el cuidado amoroso de su Creador, Jehová Dios, el Soberanos sobre todo el Universo y algo que Adán (¡el muy “cabestro”!), tiró por la borda y así nos lucido el pelo por milenios.
Por lo que volviendo de dónde partíamos y para concluir, la afirmación de que todo ser humano que se acoja al sacrificio redentor del Hijo de Dios, eso es, que ejerza fe en él, está destinado a ser un inmortal rey y sacerdote junto a Cristo en el reino milenario, es sencillamente un “tomar el rábano por las hojas” pues nunca ha sido este el propósito de Dios para el ser humano; porque el reino no es más que uno de los instrumentos necesarios que formaba parte del Plan Divino de Redención del Creador, eso es, una excepción y no una regla, para devolver al ser humano a la condición original que Este había determinado para él y que solo la torpeza del primer hombre, truncó momentáneamente…… por lo tanto, lo dicho: quien afirme tal disparate, no hace otra cosa que “tomar el rábano por las hojas”.
MABEL
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