sábado, 19 de julio de 2014

Los “nacidos de nuevo”…… o la gran estafa de los llamados “ungidos”.


Si usted es una persona que habitualmente visita Internet en busca de temas religiosos, estará al tanto de que todos los predicadores, evangelistas, pastores y resto de “gente de malvivir” de la inmensa mayoría de las distintas denominaciones de la llamada “cristiandad”, así como otros que afirman ir por libre, se arrogan el ser “ungidos” o lo que es lo mismo, el ser Hijos de Dios, en definitiva el haber “nacido de nuevo” (Juan 3:3-5) y lo que supuestamente les convierte en hermanos de Jesucristo y por tanto, herederos del reino de Dios en calidad de inmortales reyes y sacerdotes…… y decimos “gente de malvivir”, porque no solo con dicha afirmación están engañando al “personal” en un intento de atribuirse una autoridad que no poseen, sino que además mienten como bellacos cuando afirman que todos aquellos que crean en sus afirmaciones y se bauticen en el nombre de Jesucristo también correrán la misma suerte (excepción hecha de los TJ, que se dividen en dos grupos), eso es, que también ocuparán tan alta magistratura. Dicho esto, veamos lo que podría ser una afirmación tipo de lo que piensan de sí mismos esos “maestros de lo imposible”, pero que son seguidos por una inmensa cantidad de incautos, eso es, de personas que sin hacer nada y solo por seguir a determinados “iluminados, se creen esa “milonga” de que serán reyes en el reino de Dios…… pero veamos dicha afirmación:

Yo soy un UNGIDO del Señor, y nadie debe o puede tocarme a mí, o a usted, si en verdad es un cristiano, sin tener luego que pagar un precio muy caro. Yo me considero un UNGIDO del Señor, y si usted no se considera así, entonces usted no ha entendido lo que significa ser un cristiano o un ungido.” (Negritas nuestras).

O bien esto otro, procedente del mismo autor y hablando de una anterior membresía en la organización de los TJ:

Al contrario, soy un hombre muy feliz y dichoso, ya que por fin tengo la libertad que no gozan ellos para escribir y tener mi sitio web donde puedo exponer mis creencias personales y mis “descubrimientos” bíblicos según me lo revela el Espíritu de Dios. Sólo el Espíritu de Dios nos guía a la verdad.” (Negritas nuestras).

Eso, que fue dicho por esa catástrofe intelectual que responde al pomposo nombre de Apologista Cristiano, Ing. Mario Olcese Sanguineti, no es más que lo que nos vienen a decir acerca de sí mismos, todos esos sujetos de “mal vivir” (pues viven como reyes de mentir al “personal”) y que si bien pudiera ser expresado en otras palabras, en lo sustancial viene a ser lo mismo: esos personajes se reconocen a sí mismos como “ungidos” de Dios y con la autoridad que ello concede a uno, pues sus afirmaciones están supuestamente “guiadas” por el espíritu santo y por tanto, dignas de todo crédito…… y si uno pone en duda tan disparatada afirmación y, además, no se cree ser un “ungido”, resulta que este uno es tonto y que no se ha “enterado” de lo que significa tener dicho privilegio, tal como nos señala el personaje del que hemos transcrito dichos párrafos. Pero claro, dicha declaración de ser poseedor de tan alta magistratura, se topa con un pequeño “problemilla” y que tiene que ver con el que esos fraudulentos personajes (todos unos “vividores”, sea que saquen un rédito económico de su labor –la mayoría de ellos- o sencillamente, para satisfacer su propio ego) no pueden demostrar estar en posesión de dicha condición de “ungidos” o Hijos de Dios y tener la guía del espíritu de Este; y puesto que para sortear dicha dificultad, usan la excusa de que desde que fueron concluidas las Escrituras al final del primer siglo, ya no es necesario el desarrollar obras poderosas para demostrar uno su condición (pues según entienden la salvación se consigue por la fe en el evangelio de Cristo y posterior bautismo en nombre de este), nosotros y para iniciar nuestra consideración con el objetivo de desmontar tan falaz proposición, partiremos de unas palabras dichas por el apóstol Pablo y que algo sabría del tema…… palabras que, además, son de una lógica aplastante y que entienden hasta los “tontos de pueblo”:

Pero el que se jacta, jáctese en Jehová. 18 Porque no el que a sí mismo se recomienda es aprobado, sino el hombre a quien Jehová recomienda.” (2 Cor. 10:17-18).

Lo que se nos está diciendo en este pasaje y llevándolo al tema que nos ocupa, es que no es uno “ungido” o Hijo de Dios porque así lo afirme la persona en cuestión, sino que tiene que haber una clara manifestación de que el Altísimo así lo considera…… lo que lleva a hacernos la pregunta del millón: ¿cómo podemos saber, entonces, si uno está “recomendado” por el Altísimo o no? Pues por la única forma mediante la cual lo hemos sabido toda la vida y que no es otra que la observación de las cosas que uno hace y que tienen que estar más allá de la capacidad normal del ser humano común, porque preguntémonos ¿por qué fue reconocido Jesús como Hijo de Dios? ¿Simplemente porque así lo afirmó él? No, sino por las cosas que hacía y que estaban fuera del alcance del resto de los mortales; pero veamos cómo hasta el propio Hijo de Dios, reconoció o aceptó dicha circunstancia:

“…… ¿me dicen ustedes a mí, a quien el Padre santificó y despachó al mundo: “Blasfemas”, porque dije: Soy Hijo de Dios? 37 Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. 38 Pero si las hago, aun cuando no me crean a mí, crean las obras, a fin de que lleguen a saber y continúen sabiendo que el Padre está en unión conmigo y yo estoy en unión con el Padre.” (Juan 10:37-38).

Si ello fue así y así fue, en el caso de Jesús ¿qué es lo que habría de esperarse de los actuales supuestos “ungidos”? Porque no olvidemos que esa capacidad de llevar a cabo obras poderosas, fue una constante entre aquellos que siguieron a Jesús, como mínimo hasta finales del primer siglo, al menos a tenor de lo dicho por el propio Jesucristo sobre estos:

Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas 18 y con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán”. 

19 Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales (u obras milagrosas) que acompañaban a este.” (Mar. 16:15-20). (Acotación nuestra).

Y palabras que están en perfecta armonía con el contenido del registro bíblico de Hechos de los Apóstoles, acerca de cómo se transmitió durante el I siglo dicho mensaje divino o “evangelio del reino” como muchos gustan en llamar, por parte de los seguidores de Jesucristo; ya después de dicho tiempo y con la muerte del último de los apóstoles (Juan, sobre el año 99 E,C,), no existe registro escrito alguno posterior a dicha fecha, religioso o seglar (al menos, hasta donde nosotros sabemos) que nos hablen de personas que expulsaran demonios, curaran ciegos, sanaran paralíticos o levantaran muertos…… sin embargo, repetimos, los supuestos actuales “ungidos” nos quieren convencer de que solo con su mera afirmación, es más que suficiente para que uno sea contado entre aquellos que serán salvos y reconocidos como Hijos de Dios y que tiene que llevarles a reinar al lado de Cristo durante el milenio. En llegando aquí, ya nos encontramos con el primer obstáculo serio con el que se enfrentan todos esos personajes, pues a las luz del contexto escritural es muy difícil el probar su afirmación, porque veamos: si como nos cuentan estos “maestros de lo imposible”, es mediante el bautismo como se adquiere dicha condición, nos tendrían que responder quién les bautizó a ellos y con qué autoridad lo hizo la persona u organización religiosa que lo reconoció como tal; porque lo que se nos dice en las Escrituras es que uno tienen que estar reconocido por una autoridad superior para poder impartir cualquier bautismo, como fue en el caso de Juan “el bautizante”:

Ni siquiera yo lo conocía, pero El Mismo que me envió a bautizar en agua me dijo: “Sobre quienquiera que veas el espíritu descender y permanecer, este es el que bautiza en espíritu santo”.” (Juan 1:33).

Entonces Juan fue “enviado” o comisionado para efectuar esa tarea por el propio Jehová y en lo que se llegó a conocer como el “bautismo de Juan”; bautismo que se efectuaba mediante la total inmersión en agua del sujeto que se sometía a dicho bautismo y cuyo significado tenía que ver con el arrepentimiento público de pecados cometidos, así como el compromiso de someterse a Dios desde ese momento en adelante:

Juan el bautizante se presentó en el desierto, predicando bautismo en símbolo de arrepentimiento para perdón de pecados. 5 Por consiguiente, todo el territorio de Judea y todos los habitantes de Jerusalén salían a donde él y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando abiertamente sus pecados.”(Mar. 1:4-5).

Siendo esto así, vemos que dicho bautismo y que era desconocido hasta el momento, no confería condición especial alguna al bautizado y de ahí, el que tuviera que ser seguido por otro tipo de bautismo y que no podía impartir Juan, pues no estaba autorizado para ello, como claramente se desprende del pasaje de Juan 1:33 y que acabamos de leer, en donde se señala a un personaje aún por aparecer como el comisionado para impartirlo y que era el propio Jesús, cosa para la que no estuvo habilitado sino hasta después de su muerte y posterior resurrección, como queda claro del siguiente pasaje:

Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes: “No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí; 5 porque Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en espíritu santo no muchos días después de esto”.” (Hech. 1:4-5).

Por lo que ya tenemos dos bautismos en el “ruedo” y lo que genera una derivada, puesto que veamos: si tanto el que estaba autorizado para bautizar en agua, como el que lo estaba para bautizar en espíritu santo ya habían desaparecido de la escena terrestre ¿quién, entonces, tomó el testigo para continuar con la dispensación de ambos bautismos, indispensables según Juan 5:3-5, para conseguir alcanzar el poder reinar con Cristo? Ello se nos explica, en el siguiente mandato que Jesucristo dio a sus apóstoles:

Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. 19 Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en……” (Mat. 28:18-19).

Luego los depositarios de esa tarea fueron los apóstoles y en consecuencia, los únicos autorizados sobre la tierra para poder bautizar en el “nombre de Jesucristo” (ver al respecto, uno de nuestros primeros escritos, concretamente el del 15/03/10 y en donde bajo el título “El bautismo…… ¿en nombre de quién?” explicamos con detalle este punto); ahora bien, como resulta que los “ungidos” actuales se consideran “continuadores” de esa tarea encomendada por Jesucristo a sus fieles seguidores, veamos hasta dónde la extendió este y dato que queda claro en estas palabras dirigidas a su Padre Celestial y en referencia , como no, a sus fieles apóstoles:

Hago petición, no respecto a estos solamente (sus apóstoles), sino también respecto a los que pongan fe en mí mediante la palabra de ellos.” (Juan 17:20). (Acotación nuestra).

Entonces esa predicación iniciada por Jesús tenía fecha de caducidad, pues cuando muriera el último de los apóstoles y con ello finalizara el poder transmitir personalmente a otros lo dicho por este, se “acababa lo que se daba”; hay otro detalle que nos confirma esta circunstancia y que es la siguiente: el bautismo en espíritu santo y que concedía a uno la condición de Hijo de Dios, siempre según el registro escritural, solo lo podían impartir los apóstoles y no así, aquellos que la hubieran recibido de manos de estos. Porque lo que nos muestra el relato de Hech. 8:4-19 y en donde se nos cuentan las correrías de un tal Felipe (uno de los siete primeros que recibieron el bautismo en espíritu santo de manos de los apóstoles, según Hech. 6:1-6) por Samaria, vemos que aunque podía realizar obras poderosas en su calidad de Hijo de Dios, no podía sin embargo transmitir dicho bautismo de espíritu santo y prueba de ello, es que si bien ya Felipe había bautizado con agua a muchos discípulos, tuvieron que desplazarse dos apóstoles expresamente a esa zona para poder impartir el bautismo en espíritu santo a aquellos que habían aceptado el mensaje.

Idéntica situación ocurrió con Pablo (también apóstol) años más tarde en la ciudad de Éfeso, cuando se encontró con discípulos que no poseían dicho bautismo en espíritu santo…… y que para una información más detallada al respecto, de nuevo nos remitimos a otro de nuestros artículos, publicado el 02/11/11 y cuyo título es “Pero…… ¿y quién nos bautiza?”. Por lo tanto, estaríamos hablando de la imposibilidad de que esos señores fueran “continuadores” de la obra encomendada a los apóstoles y según pretenden hacernos creer; pues de ser ello así y contrario a lo que dicen en el sentido de que no precisan de obras poderosas para identificar su condición de enviados por Jesucristo (y que es lo que serían su estuvieran “continuando” su obra), lo que este dijo fue totalmente lo contrario:

Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas 18 y con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán”. 

19 Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales que acompañaban a este.” (Mar. 16:15-20).

La pregunta, entonces, sería la siguiente: si en un principio Jesucristo apoyó el mensaje mediante las señales que se les permitía hacer a sus enviados y, además, estas acompañarían a todos aquellos que “creyeran” ¿cómo es que a día de hoy esto no ocurre? ¿Es que Jesucristo nos mintió en su afirmación…… o más bien habría que pensar que estos supuestos “ungidos”, resulta que no han creído en el evangelio y por eso no se cumplen dichas palabras en ellos? Pero es que además y si fueran “continuadores” en el tiempo de aquella predicación que Jesús delegó en sus apóstoles, eso es, si fueran genuinos continuadores de dicha obra ¿por qué, entonces, el anuncio de una nueva predicación para el final de los tiempos (Mat. 24:14) y dirigida por poderosísimos personajes (Rev. 11:3-6) y no por estos “sacamantecas” actuales? ¿Quiénes son, entonces, esa pandilla de indocumentados que afirman estar predicando actualmente el “evangelio del reino” y quien los ha enviado? Pues son los que responden a las características de aquellos a los que Jesús dirigió estas palabras:

No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre y en tu nombre expulsamos demonios y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas? 23 Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obradores del desafuero.” (Mat. 7:21-23).

Otra cuestión adicional que demuestra lo fraudulenta de semejante afirmación de reconocerse uno como un “ungido”, tiene que ver con la siguiente cuestión: cada una de las distintas denominaciones cristianas tiene sus propios “ungidos” y que ¡faltaría más! son los verdaderos Hijos de Dios, mientras que los de las otras confesiones no pueden serlo, pues solo la propia es la “religión verdadera”…… sin embargo y dirigidas a esta “clase ungida” como un todo, fueron dichas esta palabras:

Ahora los exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos hablen de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar.” (1 Cor.1:10).

Ahora preguntémonos ¿es esto lo que vemos entre esas personas, eso es y por señalar a algunos de ellos, entre los ungidos de los TJ, con los de los adventistas, o con los de los mormones, o con los de los evangélicos, o con los……, etc. etc. etc.? ¿No es cierto que lo que caracteriza a la cristiandad, es la brutal división existente dentro de ella y en una flagrante violación de las palabras señaladas? El solo hecho de que cada de estas denominaciones religiosas afirme ser la “verdadera religión”, ya hace a las demás falsas y con ello, falsos a sus respectivos “ungidos” y siendo el caso, que todos pretenden ser creídos por sus meras afirmaciones de ser Hijos de Dios, por lo que la pregunta es del todo obligada por parte de aquellos que contemplamos semejante espectáculo desde una prudente distancia ¿cuáles son entonces los verdaderos “ungidos” y a los que poder creer?

Quede claro que con esto no pretendemos decir que algunas de esas personas no sean sinceras en sus respectivas afirmaciones y que nos estén mintiendo a sabiendas; lo que decimos es que para hacer semejante afirmación de ser uno un Hijo de Dios, no basta con lo que uno sienta en su corazón (pues este resulta ser traicionero, según Jer. 17:9), sino que hay que poder probar aquello que se afirma con hechos evidentes y lejos de toda duda. Por lo tanto, cuando se le acerque alguien que se identifique como un “ungido” o Hijo de Dios, ponga su cartera a salvo ¡por si acaso!; recuerde que cuando a Jesús se le pidieron señales que identificaran el tiempo de su regreso a la tierra, la primera que mencionó fue la aparición de personas que vendrían en su nombre:

Estando él sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él los discípulos privadamente y dijeron: Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”. 

4 Y en contestación, Jesús les dijo: “Cuidado que nadie los extravíe; 5 porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo” (o pertenecemos a Cristo, eso es “ungidos”) y extraviarán a muchos. 6 Ustedes van a oír de guerras e informes de guerras; vean que no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder, más todavía no es el fin.” (Mat. 24:3-6). (Acotación nuestra).

Noten que el primer peligro sobre el que se nos alertó, tenía que ver con el riesgo de ser “extraviado” uno por personas que vendrían “sobre la base” de su nombre y que llevaría “a muchos” al engaño, pues se creerían sus engañosas y rocambolescas afirmaciones y como es el caso que actualmente contemplamos…… por lo que no se crean esos cantos de sirena que le quieren convencer de que usted puede ser un inmortal rey y sacerdote en el reino de Dios (eso sí, por una módica cantidad mensual en concepto de donación “voluntaria” o diezmo ¡faltaría más¡) y recuerden el pasaje bíblico que hemos citado al inicio de este escrito:

Pero el que se jacta, jáctese en Jehová.” 18 Porque no el que a sí mismo se recomienda es aprobado, sino el hombre a quien Jehová recomienda.” (2 Cor. 10:17-18).

Y como dicen que “obras son amores y no, buenas razones”…… ¡pues eso!

MABEL

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