viernes, 12 de junio de 2015
Curiosidades bíblicas: el caso de la resurrección de Lázaro.
Pero eso ¿cómo puede ser? Esta pregunta y que refleja la incredulidad de uno ante lo que se le está contando, cuando no viendo o, en su defecto, leyendo, es algo frecuente entre aquellos que estamos liados continuamente con las Escrituras, eso es, que escribimos sobre ellas en un loable empeño por cumplir con aquella misericordiosa máxima de “enseñar al que no sabe” (ya otra cosa es que el “desgraciao” se deje, claro) y lo que nos lleva a toparnos con situaciones, de entrada, del todo inverosímiles. Un ejemplo de ello lo tenemos en el caso de la resurrección de un entrañable amigo de Jesús, el bueno de Lázaro (Juan 11:5) y que el relato escritural nos presenta de la siguiente manera el momento concreto de dicha resurrección:
“Y cuando hubo dicho estas cosas, clamó con fuerte voz: “¡Lázaro, sal!”. 44 El hombre que había estado muerto salió con los pies y las manos atados con envolturas y su semblante estaba envuelto en un paño. Jesús les dijo: “Desátenlo y déjenlo ir”.” (Juan 11:43-44).
Es cierto que lo sustancial de este relato está en el “qué” y no en el “cómo”, eso es, en el acto de la resurrección en sí mismo y no en otra consideración circunstancial, como pueda ser el cómo pudo salir el personaje del sepulcro atado de pies y manos (actuar así, sería lo mismo que a uno le señalen la Luna con el dedo y se quede absorto mirando el dedo); pero ello no impide que alrededor de dicho evento se conciten determinadas circunstancias, como mínimo, curiosas…… y circunstancias pasadas por alto por los autores de este blog (obviamente por desconocimiento de las mismas), hasta que nuestro buen amigo Israel González, puertorriqueño él y excelente autor de artículos bíblicos en su blog www.israelgonzalez.info, comentando sobre uno de nuestros escritos nos mandó un correo en el que nos decía, entre otras cosas, lo siguiente:
“…… algo que siempre me he preguntado es, cómo Lázaro se las arregló para salir de la tumba, pues según el texto tenía las manos y pies atados.
He tratado de levantarme de la cama y caminar con las manos y pies atados y lo que sucede es que caigo estrepitosamente al piso. Lo probé varias veces y ni siquiera podía hacerlo dando brinquitos, rápido perdía el equilibrio. Torpe que soy.”
¡Vamos…… “como pa verse matao el hombre”, que diría nuestro amigo el castizo! Y es que a estas edades (está sobre los 80 años el bueno de Israel, como mi compañero Manolo), no estamos ya para muchas “filigranas” y como decía el clásico, por aquello de prevenir, que “los experimentos se hacen con gaseosa”…… de hecho, un servidor (Armando) y que “solo” tengo 70 “tacos”, visto lo visto le temo a los ochenta más que a un “nublao”. Ya después de este pequeño desahogo y volviendo a lo que íbamos, resulta que nos llamó la atención el comentario de nuestro amigo, pues como hemos señalado nunca habíamos reparado en ello y por lo que después de entonar el “mea culpa” requerido, empezamos a darle vueltas al asunto decidiendo finalmente investigar un poco acerca del tema (sabido es que cuando no hay nada que hacer, uno peina al gato), para ver qué sacábamos en claro de dicho relato y encontrar alguna salida razonable a esa verdadera incongruencia: cómo con los pies y las manos atadas, el bueno de Lázaro pudo salir andando del sepulcro…… eso al menos y razonablemente, descartada la levitación, es lo que se deduce de la lectura del pasaje señalado.
Y dado que no hay información seglar demasiado fiable de en qué condiciones se daba sepultura al cuerpo del finado en esos tiempos, aunque sí se nos dice que se le envolvía en tiras de lienzo impregnadas con ungüentos para disimular el hedor de la descomposición, pues dichos cuerpos eran depositados en nichos excavados en la roca de más o menos unos 3x2x2 mts. y a cuyos lados se habían excavado unos huecos longitudinales en los que depositar el cuerpo o cuerpos en cuestión y posteriormente dicho habitáculo mortuorio, cerrado con una piedra redonda…… excusamos decir que para evitar que los malos olores pudieran llegar a las ciudades colindantes con esas tumbas, se exigía que los vendajes fueran consistentes y prácticamente sin bolsas de aire en su interior. Luego la cuestión a resolver para poder llevar a buen puerto nuestra investigación, tiene que ver en el cómo se realizaban esos amortajamientos funerarios y para lo que contamos con la siguiente información, tomada en este caso de la versión TLA y que usa una redacción más sencilla de lo que ocurrió en ese momento:
“Después de esto José, de la ciudad de Arimatea, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era seguidor de Jesús, pero no se lo había dicho a nadie porque tenía miedo de los líderes judíos. Pilato le dio permiso y José se llevó el cuerpo.
39 También Nicodemo, el que una noche había ido a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de perfume (una mezcla de mirra y áloes) a donde estaba José. 40 Los dos tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas de una tela muy cara. Luego empaparon las vendas con el perfume que había llevado Nicodemo. Los judíos acostumbraban sepultar así a los muertos.” (Juan 19:38-40). (Acotación nuestra).
Es cierto que había dos formas posibles de amortajar el cuerpo de un difunto: envolverlo como un todo con brazos y piernas pegados al tronco, o bien por partes, eso es, el torso, los brazos y las piernas de forma separada; sin embargo y para que la finalidad última de dicho amortajamiento tuviera éxito (el evitar en lo posible el hedor de la putrefacción), esta segunda era la más indicada pues dejaba muchísimos menos espacios para que se formaran bolsas de aire (el cuerpo más que corromperse, se desecaba por la presión de las vendas), aunque ello conllevaría el uso de muchísima más tela y, por extensión, de mucha más cantidad de líquido perfumado…… y el hecho de que se nos hable de tan grande cantidad de mezcla aromática, nada menos que treinta kilos de ella (equivalente aproximadamente y según su densidad, a unos 30 litros de ungüento), confirma que en el caso de Lázaro y según “la costumbre”, también se usó el mismo sistema que con Jesús y por lo que una vez devuelto a la vida y ante la imperativa voz del Hijo de Dios, el bueno de Lázaro pudo salir de su tumba sin problema alguno y como se percibe de la imagen que acompaña a este escrito…… porque preguntémonos ¿habría hecho Jesús lo mismo de saber (y él lo sabría) que Lázaro estaba atado de tal manera que no podría responder a su orden, por muy vivo que estuviera? Obviamente no y por lo que hubiera planteado la cosa de otra manera; pero si no lo hizo, fue porque él conocía la “costumbre” del pueblo de Israel en tratar a sus muertos y sabía que no serían las envolturas las que le impedirían a Lázaro podía responder a su mandato...... y con lo dicho, esperamos haber satisfecho la perspicaz curiosidad de nuestro buen amigo y “coleguita”, Israel González.
En todo caso, repetimos, no estamos más que ante una cuestión que para nada afecta al correcto entendimiento del contenido escritural, pues no pasa del rango de simple curiosidad…… pero que cuando “rascas” un poquito, te das cuenta de que en las Escrituras todo tiene su respuesta y que a nuestro Supremo Hacedor, Jehová Dios, no se le escapa ni una y no deja nada al azar; dicho lo cual y si a alguno de nuestro lectores se le ocurre alguna cosa que parezca que no acaba de “cuadrar” con los hechos relatados ¡pues nada, que nos lo comunique y veremos qué podemos hacer!
MABEL
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