lunes, 29 de junio de 2015

Los “días creativos” de 24 horas…… o como caer, en el mismo error que se pretende enmendar.


Es de todos conocida la interminable discusión entre la ciencia y la religión, acerca del cómo aparecieron las cosas que contemplamos a nuestro alrededor, tanto en lo “macro” como en lo “micro” y sobre todo, en lo que tiene que ver con esa singularidad llamada “vida” sin la cual nada tendría sentido y que, hasta donde alcanzamos ver, solo existe en este pequeño planeta perdido en un remoto rincón del inconmensurable universo; y es que mientras los científicos y circunscribiéndonos al ámbito de lo más cercano, eso es, en lo relacionado con nuestro planeta y en la vida en él existente, abogan por una secuencia fortuita de sucesos que a lo largo de cientos de millones de años y mediante un proceso llamado “evolución” devino en lo que contemplamos hoy a nuestro alrededor, resulta que los líderes religiosos se inclinan por atribuir como causa primera de todo lo existente, a la directa intervención de un Sumo Hacedor o Creador de todo lo contemplado y ello, en seis períodos de tiempo llamados “días” creativos; así es como se nos expone en los primeros capítulos de un libro llamado La Biblia y que para colmo de los científicos, abre con esta sencilla pero a la par, grandiosa declaración:

En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.” (Gén. 1:1).

Y palabras que ponen los pelos como “escarpias” a cualquier “evolucionista” que se precie y que siga defendiendo la “veracidad” de la llamada “teoría de la evolución” propugnada por el biólogo británico Charles Darwin en 1.859, cuando publicó su obra “El origen de las especies”…… obviando, eso sí los evolucionistas actuales, el hecho de que más de 150 años después de aparecer dicha publicación, el tal proceso evolutivo continúa no siendo más que una simple “teoría” (científicamente indemostrable, por cierto), aunque se enseñe como una “verdad absoluta” en las mejores cátedras de Biología de las más prestigiosas universidades del mundo. Sin embargo, la realidad y que es muy tozuda, demuestra que no solo los avances científicos actuales en todos los campos de la investigación no avalan dicha teoría, sino que rebaten la misma desde su misma raíz…… pero en todo caso esta no es nuestra “guerra”, porque de lo que les queremos hablar es del intenso debate creado dentro de las principales religiones de la cristiandad, en cuanto a la duración de esos “días” creativos.

Ello viene a cuento de un artículo al que tuvimos acceso, publicado por D. Carlos Aracil Orts en su página “Amistad en Cristo” y como respuesta a la pregunta que le formulaba uno de sus muchos lectores; excusamos decir, de entrada, que estamos hablando de una persona que particularmente nos merece mucho respeto por su erudición, así como por su talante conciliador y por su “savoir faire” ¡vamos, que es un “señor” en toda la extensión del término, por tanto un auténtico caballero! Pero claro, ello poco tiene que ver con el hecho de que su amplio entendimiento de las Escrituras tenga algún que otro pequeño “claro/oscuro”; a ese respecto nos permitimos recordar, que en cierta ocasión ya le objetábamos a una de sus propuestas la cual tenía que ver con su afirmación en el sentido de que tanto Adán como Eva, serán levantados en la futura resurrección de los muertos; planteamiento que no solo va en contra de todo el contexto escritural, sino de la lógica y el sentido común más elementales: lo primero, porque decir eso sería lo mismo que afirmar que Jehová Dios se equivoca en sus juicios…… y lo segundo, porque de ser la cosa como nos la plantea D. Carlos, Dios entraría en franca contradicción consigo mismo.

Porque recordemos que lo que les fue dicho a nuestros primeros padres es que en el “día que pecaran”, eso es, desobedecieran el mandato divino sobre el no comer del fruto prohibido “morirían” y lo que era totalmente contrario al “vivir” que tenían antes del pecado…… es decir y por aquello de resumir la cuestión: la muerte es lo contrario de la vida. Luego teniendo en cuenta lo que dijo Jesús en Luc. 20:37-38, nuestros primeros padres no pueden participar de la resurrección de los muertos, a menos que Jehová Dios y como ya hemos señalado, se contradijera a sí mismo…… porque esto es lo que leemos en esas palabras del Hijo de Dios:

Pero el que los muertos son levantados, hasta Moisés lo expuso en el relato acerca de la zarza, cuando llama a Jehová “el Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob”. 38 Él no es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos ellos viven.”

Obviamente, “viven” en su recuerdo y de ahí que los pueda levantar de nuevo a la vida cuando llegue el momento oportuno; luego la pregunta sería ¿cómo están nuestros primeros padres en la Mente Divina: vivos…… o muertos? Lo primero y como ya hemos señalado, sería totalmente contradictorio con lo sentenciado allí en el jardín de Edén…… si es lo segundo y que parece ser lo más coherente, queda claro entonces y según las palabras de Jesús, que algo sabría del “invento”, que estos no pueden ser resucitados; no olvidemos, por otra parte, el importante detalle de que la resurrección solo es aplicable a aquellos nacidos bajo el pecado adámico, eso es, de aquellos que “pagan” por la decisión que otro tomó en su lugar. De ahí, que la resurrección no sea más que una segunda oportunidad concedida a toda persona nacida bajo el pecado (esta no era la situación de Adán y Eva) y por la inmensa misericordia de nuestro Supremo Hacedor (Juan 3:16), que le permita en su momento (Rev. 20:7-10) decidir por sí misma en cuanto a que autoridad es a la que desea sujetarse: si a la de su Magnífico Creador Jehová Dios o a la del archienemigo de Este, eso es, de Satanás el diablo y lo que hace a uno, ahora ya sí, responsable directo de la decisión tomada…… y esta es toda la “historia”.

Dicho lo cual y ya volviendo al tema que nos ocupa, resulta que nos hemos encontrado con que en el artículo mencionado, D. Carlos nos hace una clara y taxativa afirmación de lo que él cree acerca de la duración de esos períodos de tiempo creativos y que en las Escrituras reciben el nombre de “día primero”, “día segundo” y así, sucesivamente, hasta alcanzar el “día séptimo” y del cual se nos dice que Jehová lo dedicó a reposar de toda su actividad creativa…… pero veamos qué es lo que nos propone al respecto el autor en cuestión, en los siguientes tres párrafos tomados de su artículo de respuesta:

Como no soy científico no puedo hablar desde ese punto de vista, sino solo desde mi lógica personal y de la interpretación Bíblica que creo Dios me ha dado entender. Al respecto, además de las Iglesias católica, ortodoxa y anglicana, son ya muchos los líderes de las iglesias evangélicas, que han claudicado al aceptar parte de las tesis evolucionistas preconizadas y defendidas por los científicos.

En general, la mayoría de los dirigentes de las principales o más importantes Iglesias cristianas citadas arriba –para conseguir esta conciliación del relato bíblico de los seis días de la Creación con la teoría evolucionista, que afirma que todo se formó lentamente durante millones de años, sin un Creador, mediante el azar y la casualidad– defienden que no hay que interpretar literalmente los primeros capítulos del libro del Génesis, y que cuando la Biblia habla de “Día” y “Noche”, “Y fue la “tarde” y la “mañana un día” (Génesis 1:5), en realidad está queriendo decir miles de años. Esta interpretación no literal, que desnaturaliza y pervierte completamente el texto bíblico, no es posible sostenerla desde un análisis imparcial gramatical y textual del mismo; y esta cesión de la fe bíblica de tantos creyentes, en aras de las tesis evolucionistas de los científicos, solo se puede entender por su falta de valentía intelectual.

Estos líderes religiosos –al no encontrar bases bíblicas para rechazar la evidencia de que los días de la Creación de nuestro mundo son de veinticuatro horas, como siempre han sido desde que éste existe–, absurda, ridícula e ilógicamente tratan de amparar sus postulados apoyándose en un texto de la Segunda Epístola de San Pedro (3:8), que registra: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”; porque cuando se escoge este pasaje aislado y se saca fuera de su contexto para aplicarlo a cualquiera otra parte de la Biblia, se están violando las más elementales reglas de la interpretación bíblica y de cualquier interpretación, solo con el fin de tratar de hacer decir a la Santa Biblia lo que de ninguna manera afirma.”

Nos hemos permitido el atrevimiento de destacar en negrita el “sugerente” planteamiento del Sr. Aracil y en el que, a nuestro entender, está totalmente equivocado y por lo que cae en el mismo error que en su escrito denuncia…… eso es, el de no ceñirse uno al estricto contexto bíblico cuando se explica el sentido de un pasaje o en su defecto, del planteamiento que se formule; porque cuando esto se hace con la pulcritud requerida en algo tan importante como es el hablar a otros de las cosas de Dios, de ninguna manera se puede afirmar que los períodos creativos llamados “días”, tengan nada que ver con la duración de los días tal como la conocemos los seres humanos y que nos viene dada por el movimiento de rotación del planeta Tierra. Por tanto, estaríamos ante una “ligereza” que no se puede tolerar en quien está afirmando hablar “en función” de la interpretación bíblica que “cree” que Dios le ha dado a entender y según se lee en el primer párrafo transcrito…… en todo caso, que subliminalmente uno estaría sugiriendo el estar hablando bajo la guía del espíritu santo y lo que no es más, que una forma como cualquier otra de condicionar a los que le escuchan a uno; no olvidemos, por otra parte, que D. Carlos se reconoce a sí mismo como Hijo de Dios y supuesta condición que siempre le concede a uno cierta superioridad teologal sobre aquellos a los que enseña con sus escritos o, en su defecto, en sus conferencias públicas pronunciadas en distintos foros.

Y es que afirmar que esos “días” creativos fueron períodos de 24 horas porque esto “siempre ha sido así” en la historia de la tierra como planeta, es no tener demasiado clara la idea de lo que el contexto escritural nos transmite acerca de la expresión “día”; por lo que vamos a ver ahora, distintos significados de dicha expresión y determinados estos por el contexto bíblico en el que se encuentran, empezando por el pasaje señalado por el Sr. Aracil, eso es, 2 Ped. 3:8:

Sin embargo, no vayan a dejar que este hecho en particular se les escape, amados, que un día es para con Jehová como mil años y mil años como un día.”

En este caso, el contexto envuelto en el asunto no nos permite entrever de esas palabras el establecimiento de una rígida regla divina en cuanto a la medición del tiempo, sino la circunstancia de que nuestro Creador no sigue los mismos criterios que la limitada perspectiva del ser humano caído en el pecado, en el acto de medir el tiempo; de hecho, si el hombre “mide” el tiempo es por aquello de que “necesidad le está impuesta”, dado lo efímero de su vida y por lo que el tiempo se convierte en un preciado bien que se le agota rápidamente:

En cuanto al hombre mortal, sus días son como los de la hierba verde; como la flor del campo es como florece. 16 Porque un simple viento tiene que pasar sobre ella y ya no es más; y su lugar no la reconoce más.” (Sal. 103:15-16).

Pero claro, este no es el caso de nuestro Creador, pues no solo no está sujeto al paso del tiempo, sino que Él es quien creó esa constante universal que determina lo largo de nuestras vidas (Sal. 90:10) y que conocemos como “tiempo”…… ¡pero es que ni siquiera Adán antes del pecado, estaba sujeto a la tiranía del tiempo, dado que su cuerpo estaba preparado para vivir eternamente! Dicho lo cual, veamos otro uso de la expresión “día”:

El gran día de Jehová está cerca. Está cerca y hay un apresurarse muchísimo de él. El sonido del día de Jehová es amargo. Allí un hombre poderoso da un grito. 15 Ese día es día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas, 16 día de cuerno y de señal de alarma, contra las ciudades fortificadas y contra las elevadas torres de las esquinas. 17 Y ciertamente causaré angustia a la humanidad y ciertamente andarán como ciegos; porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo y sus entrañas como el estiércol. 18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; sino que por el fuego de su celo toda la tierra será devorada, porque él hará un exterminio, realmente uno terrible, de todos los habitantes de la tierra.” (Sof. 1:14-18).

En este caso, ese “gran día” del “furor de Jehová” y según el contexto bíblico, tiene una duración de tres años y medio; porque tiene que ver con el momento en que se desata en la tierra la llamada “gran tribulación” y que ocupa la segunda mitad de la “semana 70” de Dan. 9:27, eso es, los tres últimos años y medio del actual sistema de cosas como lo conocemos y período de tiempo en el que son castigadas con la destrucción eterna, aquellas personas que han rechazado la oferta recibida en los primeros tres años y medio de dicha profética semana de años, mediante la gran predicación de Mat. 24:14 por toda la tierra y liderada esta por los “dos testigos” mencionados en Rev. 11:3, por espacio de 1.260 días (o 3 años y medio)…… circunstancia que queda reflejada en lo que vamos a leer a continuación:

Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación (en este caso destrucción eterna) a los que les causan tribulación; 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios (porque han rehusado hacerlo) y sobre los que no obedecen (pues se resisten a ello) las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza, 10 al tiempo en que él viene para ser glorificado con relación a sus santos y para ser considerado en aquel día con admiración con relación a todos los que han ejercido fe, porque el testimonio que dimos fue recibido con fe entre ustedes.” (2 Tes. 1:6-10). (Acotaciones nuestras).

Por lo que estas palabras colocan el cumplimiento de la profecía de Sof. 1:14-18 acerca del “día del furor de Jehová” en ese espacio temporal de tres años y medio de “gran tribulación” y que culmina con la “batalla de Armagedón”, en donde Jesucristo junto a sus leales “hará limpia” (Rev. 17:14) e inmediatamente después de lo cual, instaurará el reino de Dios en este tierra; pero veamos otras aplicaciones del término “día”:

Entonces Jacob dijo a su casa y a todos los que con él estaban: “Aparten los dioses extranjeros que hay en medio de ustedes y límpiense y muden sus mantos 3 y levantémonos y subamos a Betel. Y allí haré un altar al Dios verdadero que me contestó en el día de mi angustia, puesto que resultó estar conmigo en el camino por el cual he ido”.” (Gén. 35:2-3).

¿Se podría deducir de ello, que ese “día” de angustia del bueno de Jacob, era un día de 24 horas “como así ha sido siempre” y por aquello de parafrasear al Sr. Aracil? Obviamente no, pues el contexto nos habla de un período temporal de duración indeterminada y en la que Jacob, parece ser, no lo pasó especialmente bien; pero veamos otro ejemplo:

Y la carne del sacrificio de acción de gracias de sus sacrificios de comunión ha de ser comida en el día de su ofrenda. Él no debe guardar nada de ella hasta la mañana.” (Lev. 7:15).

En este caso en cambio, el contexto determina que estamos hablando de un día o ciclo temporal de 24 horas…… pero veamos otro ejemplo en que al término “día” no se le puede dar esta aplicación:

En cuanto a Benaya hijo de Jehoiadá, hijo de un hombre valiente, que hizo muchas hazañas en Qabzeel, él mismo derribó a los dos hijos de Ariel de Moab; y él mismo descendió y derribó a un león dentro de una cisterna en el día de la nieve.” (1 Crón. 17:22).

Es obvio que en este caso el término “día” hace referencia a la estación invernal y que dura unos pocos meses…… por lo que de nuevo ha sido el contexto el que nos señala el significado correcto del término “día”; pero veamos un último ejemplo acerca de la polivalencia de esa expresión “día” y solo determinado su significado por el contexto en el que se encuentra situada:

En los días de Samgar hijo de Anat, en los días de Jael, no había tránsito en los senderos y los viajantes de veredas viajaban por senderos indirectos.” (Jue. 5:6).

En este caso y ya en su plural, el contexto nos indica que esa expresión “en los días de” tiene que ver con algo que ocurrió durante el período de tiempo en que esas personas traslaparon sus vidas, pero sin indicar espacio temporal determinado, pues este queda fijado por la duración del tiempo en que estas coincidieron. Por otra parte no podemos pasar por alto y como circunstancia adicional, el hecho de que a la suma de las seis unidades o “días” creativos dedicados a la preparación del planeta Tierra, también se le llama “día” en Gén. 2:4 y en donde se lee como sigue:

Esta es una historia de los cielos y la tierra en el tiempo en que fueron creados, en el día que Jehová Dios hizo tierra y cielo (eso es, la creación como un todo).” (Acotación nuestra).

Es obvia entonces la polivalencia del término “día” y que no tiene en sí mismo significado concreto alguno, sino que este le viene dado por el contexto que lo acompaña; pero dicho esto, la pregunta que uno podría hacerse sería la siguiente: ¿es posible, entonces, de una forma u otra conocer la duración de esos períodos de tiempo creativos llamados “días”? Claro que sí, cuando uno usa el contexto de manera apropiada y no se lanza a especular en función de una idea personal, sin haberse asegurado antes que los contextos avalan su planteamiento; para ello tenemos que remontarnos a las palabras que pronunció el Creador en el momento de ver terminada su obra:

Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día sexto.

2 Así quedaron terminados los cielos y la tierra y todo su ejército. 2 Y para el día séptimo Dios vio terminada su obra que había hecho y procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que había hecho. 3 Y Dios procedió a bendecir el día séptimo y a hacerlo sagrado, porque en él ha estado descansando de toda su obra que Dios ha creado con el propósito de hacer.” (Gén. 1:31: 2:1-3).

A partir de ahí ya entran en escena la lógica y el sentido común, que nosotros aplicamos de la siguiente manera: en el registro bíblico, vemos que cada uno de los seis “días” creativos finaliza con las palabras: “Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana”, eso es, que el día había iniciado y se había acabado y con ello abarcada una determinada porción de obra creativa ese día primero, también el día segundo y así, sucesivamente, hasta llegar al día séptimo en donde dicha coletilla no aparece por ningún sitio, como si ese “día” aun estuviera en proceso, eso es, que aún no hubiera terminado…… y esto es exactamente lo que se deduce de las palabras de Pablo en Heb. 4:1-10 cuando se analizan con atención y que no reproducimos para no alargar demasiado la cosa, pero que cada uno debería de consultar en su propio ejemplar de las Escrituras. Por lo tanto y habida cuenta que estamos ya al borde de los seis mil años de finalizad la obra creativa en el “día” sexto y que culminó con la aparición de Eva como última creación divina y, por otra parte, tenemos por delante los mil años del reino de Dios para poner remedio al desaguisado montado por el pecado adámico (todas las profecías apuntan a que estamos ya ante los momentos preliminares al establecimiento de dicho período milenario), está claro que este “séptimo día” de descanso divino tiene una duración de 7.000 años.

Lo que ello significa y ya para concluir, que en un Dios de orden como es en el caso de nuestro Creador, lo que se tiene que razonar es que la duración de los restantes seis “días” creativos también tuvieran idéntica cantidad de años…… en todo caso y si no estuviéramos en lo cierto en nuestro planteamiento, como mínimo ya estaríamos ante un “día” del período creativo (aunque sea el de descanso de Jehová) que contrario a lo afirmado por el Sr. Aracil, no es de 24 horas, sino de 7.000 años; no olvidemos, por otra parte, que esta “semana” creativa fue la que estableció un modelo ya a una escala inferior y ajustada al entorno del hombre, eso es, para la semana actual como una división de tiempo impuesta por Dios, en primera instancia, a la nación de Israel:

Acordándote del día del sábado para tenerlo sagrado, 9 seis días has de prestar servicio y tienes que hacer todo tu trabajo. 10 Pero el séptimo día es un sábado a Jehová tu Dios. No debes hacer ningún trabajo, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu animal doméstico, ni tu residente forastero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos y procedió a descansar en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del sábado y procedió a hacerlo sagrado.” (Éxo. 20:8-11).

Por tanto y guardando la respectiva correlación, si los días de la semana impuesta al hombre tienen la misma duración, eso es, 24 horas cada uno, no es descabellado pensar que el modelo original y salvando las distancias, también tenía que ser una semana de “días” de igual duración entre ellos, en este caso de 7.000 años cada uno…… ir más allá o más acá de esto, ya es saltarse a la torera lo dicho por Pablo en 1 Cor. 4:6:

Ahora pues, hermanos, estas cosas las he transferido de modo que nos apliquen a mí y a Apolos para el bien de ustedes, para que en nuestro caso aprendan la regla: “No vayas más allá de las cosas que están escritas”, a fin de que no se hinchen ustedes individualmente a favor de uno y en contra de otro.”

Y nada en las Escrituras nos permite entender, que los “días” creativos fueran espacios de tiempo de 24 horas; es cierto que para la perspectiva del hombre 7.000 años por “día” pueden parecer muchos años…… pero no olvidemos que el Creador no se halla restringido dimensionalmente a los límites de nuestro sistema solar y por lo que no está condicionado a sus ciclos naturales de traslación y rotación, luego Su situación no puede compararse a la del hombre; el salmista dijo de Dios, quien es de “tiempo indefinido hasta tiempo indefinido” (Sal. 90:2), lo siguiente:

Porque mil años son a tus ojos solo como el día de ayer cuando ha pasado y como una vigilia durante la noche.” (Sal. 90:4)

Es a tenor de estas palabras, que el apóstol Pedro pudo escribir aquello que “un día es para con Jehová como mil años y mil años como un día” (2Ped. 3:8); porque si bien un período de mil años representa para el hombre la friolera de unos 365.242 días de veinticuatro horas, para el Creador puede ser un único e indivisible corto espacio de tiempo en el que Él comienza y lleva a buen término un determinado propósito…… es, en cierto modo y salvando todas las distancias, lo más parecido a la jornada de trabajo de una persona, que da comienzo por la mañana y termina hacia el final del día.

MABEL


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