domingo, 9 de agosto de 2015
¿144.000…… o 288.000 gobernantes con Cristo, en el reino de Dios?
Desde tiempos inmemoriales, casi nos atreveríamos a decir que desde el mismo momento en que fue hecha pública entre sus coetáneos la revelación dada al apóstol Juan, la cuestión del número de gobernantes que acompañarán a Cristo en su regir durante el período de mil años del reino de Dios sobre la tierra, ha sido objeto de intenso debate; debate que transitando por diversos estadios, ha ido desde la afirmación por parte de algunos en el sentido de que la cantidad que nos dan las Escrituras en Rev. 14:1 es literal, hasta encontrarnos con aquellos otros que actualmente son legión, que nos dicen que estaríamos ante una cantidad simbólica y pre-figurativa del conjunto de aquellos que como un todo y a través de los tiempos, eso es, desde los apóstoles en adelante, han conseguido alcanzar tan alta magistratura y que por lo tanto ahí cabemos todos. Circunstancia esta que nos colocaría (eso afirman los supuestos “ungidos” actuales), ante una cantidad que según algunos “entendidos” en la materia, alcanzaría la sicodélica cantidad de “millones, miles de millones” de acompañantes de Jesucristo en su regir en la tierra como rey delegado por Jehová Dios y que no serían otros (como acabamos de señalar) que todos aquellos cristianos bautizados en todos los tiempos desde Cristo en adelante…… eso, repetimos, según nos lo cuentan la inmensa mayoría de los “teólogos” actuales.
Planteamiento este último, al que se “apuntan” todos aquellos indocumentados que a día de hoy se reconocen como “continuadores” de la obra encomendada a los apóstoles y que abundan como la mala hierba (nunca mejor empleado el símil), por tanto presuntos Hijos de Dios y por ello coherederos del reino junto a Jesucristo, en calidad de inmortales reyes y sacerdotes…… pero “tenderete” que se les cae por su propio peso a toda esa pandilla de “paniaguados”, cuando señalan que su recompensa tendrá que ver con el ser nombrados gobernantes sobre “muchas ciudades” y apoyándose para ello en una aplicación literal de la llamada “parábola de las minas” (Luc. 19:12-27), en lo que no es más que un solemne disparate. Primero, porque ya no hay tantas ciudades en el mundo entero para tanto presunto “gobernante” y segundo, ya tomándonos la cosa un poco más en serio, porque lo que pretendía enseñar Jesús en dicha parábola no era la cuantía del premio a recibir, sino el hecho de que cada uno sería premiado de forma proporcional a como hubiera sido su esfuerzo y dedicación personal en defender los intereses del reino en la tierra, hasta el momento del regreso de este a la misma; por lo que no estaríamos más que ante una “chapuza” interpretativa de una parábola de Jesús y lo que nos habla de la altura “intelectual” del que así la interpreta...... y que no son pocos, dicho sea de paso.
Sin embargo y volviendo al tema que hoy nos ocupa, con lo que nunca nos habíamos topado es con el planteamiento que da título a este escrito y que nos propone un buen amigo de este blog, para lo que se apoya en la siguiente aparente lógica: los 144.000 de Rev. 7:4, más los 144.000 de Rev. 14:1, igual a 288.000 miembros para ese futuro gobierno de hechura divina…… visto así y sin los matices propios de una clara perspectiva del contexto escritural, tal pareciera entrar dentro de lo razonable dicha propuesta; lo que ocurre es que el citado contexto lo que nos dice es que “los tiros no van por ahí”, pues lo que en el mismo se nos da a entender es que en ambos pasajes se nos habla de los mismos personajes que en un futuro acompañarán a Jesús en su gobernar, eso es, de solo 144.000 individuos. No obstante y por aquello de que las cosas, más que decirlas, hay que demostrarlas, metámonos en harina y a ver que sale de este “engrudo”; decir de entrada que para desmontar las disparatadas teorías que alrededor de dicha cuestión se barajan y que lo único que hacen es embrollar la cosa, entendemos necesario partir de un supuesto que esté avalado por el mencionado contexto bíblico y en el que todos podamos estar de acuerdo: en este caso, que estaríamos hablando de una cantidad de cogobernantes en el reino predeterminada por Dios (eso es, un número concreto y de alcance limitado de personas) y circunstancia de la que se nos habla en la apertura del quinto sello del capítulo seis de Revelación o Apocalipsis, expuesta de la siguiente manera:
“Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener. 10 Y clamaban con voz fuerte y decían: “¿Hasta cuándo, Señor Soberano santo y verdadero, te abstienes de juzgar y de vengar nuestra sangre en los que moran en la tierra?”. 11 Y a cada uno de ellos se dio una larga ropa blanca; y se les dijo que descansaran por un poco de tiempo más, hasta que se completara también el número de sus coesclavos y de sus hermanos que estaban a punto de ser muertos como ellos también lo habían sido.” (Rev. 6:9-11).
Por la importancia de dicho pasaje para un correcto entendimiento del asunto que estamos considerando, vemos la necesidad de analizarlo adecuadamente y en donde, en primer lugar, habría que hacer hincapié en lo siguiente: en el mismo se nos habla de aquellos que tienen que reinar junto a Cristo en el reino de Dios y parte de los que, simbólicamente se nos los muestra “debajo del altar”, reclamándole a Dios justicia sobre aquellos que los habían asesinado por “causa de la palabra de Dios y a causa de la obra de testimonio que solían tener”. Siendo esto así, lo que tenemos es a un grupo de personas a las que se les dice que, antes de que se les haga justicia, tienen que añadirse a ellas otras de su misma condición y que aún han de “completar” en la tierra una determinada cantidad, para que dicha cantidad a su vez y esta es la idea lógica que transmite el texto en cuestión, “complete” al grupo de personas que le están demandando justicia a Dios y con lo que conformar definitivamente el “gran total” de aquellos que al lado de Jesucristo, ejercerán la gobernación del reino…… y gran total que se nos da en Rev. 14:1:
“Y vi y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre.”
Que ello es así, eso es, que estamos ante el “gran total” de aquellos que junto a Cristo reinarán en el milenio, queda perfectamente establecido cuando dicho pasaje lo ubicamos debidamente en contexto escritural y lo que nos lleva al contenido del profético Sal. 2:4-6:
“El Mismísimo que se sienta en los cielos se reirá; Jehová mismo hará escarnio de ellos. 5 En aquel tiempo les hablará en su cólera y en su ardiente desagrado los perturbará, 6 diciendo: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña.”
Por lo tanto, lo que le fue mostrado al envejecido apóstol Juan en visión, era a Jesucristo ya ejerciendo sus funciones como rey delegado de Jehová Dios en la tierra…… luego si ello es así y así parece ser a la luz del contexto señalado ¿quiénes pueden ser esos 144.000 individuos que en Rev. 14:1 se nos muestran alrededor del Gran Rey en quién el Supremo Hacedor ha delegado Su Autoridad (Mat. 28:18), como no sean aquellos que comparten gobernación con tan majestuoso personaje, durante el período milenial? Cabría señalar y para redondear la cosa, que “las almas” de aquellos que le reclaman justicia a Jehová Dios y según hemos leído en Rev. 6:9-11, no son otros que aquella saga de fieles seguidores de Jesucristo del primer siglo y que fueron asesinados por la observancia de su fe y que desaparecieron de la faz de la tierra, coincidiendo en el tiempo con la muerte del último de los apóstoles…… mientras que aquellos que aún tienen que ser muertos “como ellos lo fueron” y por lo que aún están por sellar en sus frentes con “el sello del Dios vivo”, son aquellos personajes de los que se nos habla en Rev. 11:3 y que aún están por aparecer:
“Y haré que mis dos testigos profeticen (o prediquen) mil doscientos sesenta días vestidos de saco.” (Acotación nuestra).
En cualquier caso, la expresión “dos testigos” y siempre según nuestro entender, aparte de cumplir con lo establecido en la norma divina registrada en Deut. 19:15, no es más que una indicación de que estaríamos hablando de un pequeño remanente o “resto” de enviados por Dios, repetimos, aún por aparecer y que tendrán la comisión de llevar la delantera en la predicación anunciada por Jesús en Mat. 24:14:
“Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Convendría señalar, antes de entrar a explicar el significado real de la relación de los pasajes mencionados de Rev. 7:4 y 14:1, que el sellar que se menciona en Rev. 7:4 no se produce sino hasta después de la muerte en sacrificio del individuo en cuestión y como dejó perfectamente establecido en el momento de dar la revelación a Juan, el propio Jesucristo:
“No tengas miedo de las cosas que estás para sufrir. ¡Mira! El Diablo seguirá echando a algunos de ustedes en la prisión para que sean puestos a prueba plenamente y para que tengan tribulación diez días. Pruébate fiel hasta la misma muerte y yo te daré la corona de la vida.” (Rev. 2:10).
Queda claro entonces el aspecto condicional de la oferta, en el sentido que solo después de haber sufrido la muerte en defensa de la fe de uno, es cuando se es sellado en la frente, como merecedor de la “corona de la vida”, eso es, de la inmortalidad y de la que solo estarán dotados aquellos que reinarán con Cristo y que se levantan conjuntamente en la llamada “primera” resurrección:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad (eso significa la inmortalidad), sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Rev. 20:6). (Acotación nuestra).
Partiendo entonces de esos pequeños puntos aclaratorios, pasemos ahora a analizar la relación existente entre Rev. 7:4 y 14:1; y siendo que como ya hemos señalado que en ambos casos de lo que se nos habla es del número total de aquellos que comparten gobierno con Jesucristo, veamos ahora cómo desmenuzamos Rev. 7:4 y para lo cual hay que leerlo en su contexto más inmediato, eso es, partiendo de los versos 1-3 y en donde se nos dice esto:
“Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento alguno sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. 2 Y vi a otro ángel que ascendía del nacimiento del sol, teniendo un sello del Dios vivo; y clamó con voz fuerte a los cuatro ángeles a quienes estaba concedido hacer daño a la tierra y al mar 3 y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”.”
Lo que en este pasaje se nos está anunciando, de entrada, es un tiempo de relativa tranquilidad que permita el recoger a un determinado grupo de personas que tienen que ser selladas también en “sus frentes” con el “sello del Dios vivo” y sello que como hemos leído, solo es otorgado en el momento de ser muerto uno en sacrificio en defensa de su fe, al mantener su lealtad a Jehová Dios y a Su Hijo Jesucristo, aún a costa de su muerte…… lo que nos lleva al período de 1.260 días de la predicación señalada en Rev. 11:3 a cargo de esos “dos testigos” enviados por Dios, para anunciar al mundo que el reino de Dios ya ha tomado el control de los asuntos humanos, pues es al cabo de dicho tiempo, cuando se produce el siguiente suceso, según Rev. 11:7:
“Y cuando hayan terminado de dar su testimonio (eso es, cumplidos los 1.260 días determinados por Dios), la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará.” (Acotación nuestra).
Es en este momento cuando se completa con el sellar de ese pequeño resto o remanente de enviados de Dios, aún por aparecer y del que se nos habla en la apertura del quinto sello, que se cierra el cómputo total de esos 144.000 personajes que aparecen en Rev. 14:1 al lado de Jesucristo…… no que en ese período concreto de la historia aún por llegar, se sellen a 144.000 individuos más, aparte de los señalados en dicho pasaje de Rev. 11:3. Por lo tanto y para enfatizar la idea, lo que tiene que quedar claro es que no son 144.000 los que son sellados durante ese período de tiempo de 1.260 días, pues en la tierra en ese momento solo está ese pequeño resto conformado por aquellos a los que Jehová Dios reconoce como “mis dos testigos”, en todo caso, repetimos, un número reducidísimo de enviados Suyos y con el que completar al grueso de los que ya están sellados, según Rev. 6:11, eso es, el total de los elegidos por Dios para acompañar a Cristo en su regir…… siendo así cómo debemos entender, entonces, lo que leemos a continuación de Rev. 7:1-3, eso es, en el verso 4:
“Y oí el número de los que fueron sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de toda tribu de los hijos de Israel.”
Porque si hemos dicho hace un momento que en Rev. 14:1 se nos da el total de aquellos que reinarán junto a Cristo en el reino de Dios, en este verso 4 que acabamos de leer nos encontramos ante la primera vez que en las Escrituras se nos revela o explica cuál es el número predeterminado de gobernantes escogidos por Jehová Dios, para acompañar en su regir a Su rey delegado, Jesucristo, así como también la razón del porqué de este número en concreto y no de otro cualquiera, algo que se nos muestra en los siguientes versículos del 5 al 8. De ahí, que no haya lugar para entender que estemos ante un número simbólico o indefinido de individuos como acompañantes de Cristo en su posición de rey sobre el monte Sión (donde siempre estuvo situado el “trono de Jehová”, según 1 Crón. 29:23) en la cantidad mencionada por Rev. 14:1-5 en dónde, por otra parte, solo se nos hable de 144.000 individuos “comprados” de la tierra y no de 288.000:
“Y vi y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre. 2 Y oí un sonido procedente del cielo como el sonido de muchas aguas y como el sonido de fuerte trueno; y el sonido que oí fue como el de cantantes que se acompañan con el arpa, tocando sus arpas. 3 Y están cantando como si fuera una canción nueva delante del trono y delante de las cuatro criaturas vivientes y de los ancianos; y nadie pudo dominar aquella canción sino los ciento cuarenta y cuatro mil, que han sido comprados de la tierra. 4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres; de hecho, son vírgenes. Estos son los que van siguiendo al Cordero no importa adónde vaya. Estos (los 144.000) fueron comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero 5 y no se halló en su boca falsedad; están sin tacha.” (Acotación nuestra).
Luego siendo que de “entre la humanidad” solo fueron comprados 144.000 individuos, como primicias “para Dios y para el Cordero” y esto es lo que se nos dice en esta porción bíblica leída, toda discusión acerca de cuantos reinarán al lado de Jesucristo durante el milenio, no es más que “buscarle cinco pies al gato”…… eso sí, todo ello dicho partiendo desde nuestro particular punto de vista sobre el particular y que como casi siempre (“rumbosos” que somos ¡qué le vamos hacer!), se aparta de lo “políticamente correcto”, eso es, de las tendencias actuales en asunto de interpretación bíblica.
Entonces y por aquello de “remachar el clavo”, resumiremos a modo de aclaración sobre el tema analizado (reconocemos que está un poco “liadillo” y más, explicado por unos palurdos como nosotros), lo que hemos intentado resaltar acerca de esos pasajes de Rev. 7:1-8 y 14:1-5 y esta sería la resultante: en Rev.7:1-3, a Juan se le coloca en la franja de tiempo que comprende la primera parte de la profética semana 70 de Dan. 9:27 y últimos siete años del mundo como lo conocemos, de la cual se le dice que será un tiempo de relativa calma para permitir que pueda ser usado para el desarrollo normal de la predicación anunciada por Jesús en Mat. 24:14 y momento en el que determinados siervos suyos serán sellados…… dado que ya les hemos dicho que dicho sellar solo se hace y según Rev. 2:10, cuando uno entrega su vida en sacrificio por su lealtad a Jehová Dios y a Su Hijo Jesucristo, es obvio que dicho sellar se produce cuando la “bestia” mata a los “dos testigos” (Rev. 11:7), en todo caso y según Rev. 7:3, de un reducido grupo de enviados por el Altísimo y cuando ya estos han terminado la comisión que se les asignó.
Noten que a continuación del citado verso 3, se produce un punto y aparte que gramaticalmente significa que la idea que se va a dar a continuación, ya no sigue el mismo hilo de la que se acaba de dar; de ahí que mientras los versos 1-3 nos hablan de lo que va a ocurrir durante ese período de tiempo, lo que se produce en el verso 4 es que a Juan se le revela la cantidad total de sellados de todos los tiempos y que hasta ese momento nadie conocía, eso es, el de los Pedro, Pablo, el propio Juan, etc. del primer siglo, junto al grupeto formado por los “dos testigos” aún por aparecer y cuya suma total, repetimos, se revela por primera vez y que, exclusivamente, se compone de 144.000 individuos…… ya en los siguientes versos (del 5 al 8), se da información adicional del porqué se ha tomado como referente dicho número y no otro cualquiera.
La pregunta pertinente sería ahora, la de ¿qué pinta en este “enjuague”, el pasaje de Rev. 14:1-5? Pues sencillamente el demostrar de forma evidente que lo que hemos explicado hasta el momentos es verdad, pues en el mismo y como ya les hemos razonado (recuerden que estamos haciendo un resumen de todo lo dicho), se nos confirma que evidentemente son solo 144.000 los que acompañan de Jesucristo en su regir, pues ya se nos los muestran en su posición de reyes adjuntos al Rey Mayor, Jesucristo, sobre el monte Sión (repasen de nuevo el Sal. 2:4-6) y en donde a partir del rey David, siempre estuvo y estará situada la gobernación real de Jehová Dios en manos de su rey delegado. Por lo que es obvio, que en ese versículo 1 lo que se nos está mostrando no es otra cosa que una visión de Jesucristo ya en el ejercicio de sus funciones como rey, acompañado por aquellos que, lógicamente y en calidad de inmortales reyes y sacerdotes (Rev. 20:6), colaboran con él en dicha tarea administrativa; mientras que los versos del 2 al 5 lo que hacen es reafirmar la idea dada en el verso 1, al mostrarnos no solo la cantidad, sino también la procedencia de esos personajes que apoyan al Hijo de Dios en su gestión…… más o menos bien explicado, la cosa va por ahí.
Ya otra cuestión es que cada cual y en función de espurios intereses, como por ejemplo, el pensar que también es un “ungido” y que tiene derecho a formar parte de ese grupo de inmortales reyes y sacerdotes, lo que le lleva a no aceptar la explicación dada y continúe yendo a su “bola”. Por lo que no estaría de más el señalar, que caer en el error de intentar proponer una cosa distinta de la que sugieren las Escrituras y que parece ser lo que hay detrás de dicha actitud, colocaría a uno ante una clara transgresión de la máxima paulina que nos aconseja el “no ir más allá, de las cosas que están escritas” (1 Cor. 4:6) y con ello, por extensión, el violar flagrantemente la voluntad divina de ceñirnos siempre a la verdad expuesta en el registro sagrado, solo porque dicha verdad no está acorde con sus personales expectativas…… con las siguientes fatales consecuencias, en caso de mantener semejante línea de conducta:
“Pero cualquiera que haga tropezar (mediante proponer enseñanzas falsas) a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar.” (Mat. 18:6). (Acotación nuestra).
O sea que, como solían decir nuestros abuelos, “con las cosas del comer”…… ¡bromas, las justas!
MABEL
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