sábado, 1 de agosto de 2015

Pero…… ¿y quién corre con los “gastos”?


Si usted es seguidor de este blog, estará al tanto de que desde hace algún tiempo (concretamente desde el 22/04/14), en que publicamos un artículo acerca del fenómeno de las lunas rojas o “lunas de sangre” bajo el título “Las “Lunas de sangre”: ¿Casualidad…… o señales que anuncian “algo”?”, con cierta frecuencia los autores de esta página venimos anunciando que entre los meses de Septiembre y Octubre de este año 2.015, ocurrirán cosas que marcarán un antes y un después en el inmediato devenir de la humanidad. Es cierto que quizás pocos son los que recuerden esos escritos, en dónde hemos ido dando detalles de lo que, a nuestro entender, está por suceder en este inmediato futuro que estamos señalando; y decimos esto, porque si bien es cierto que en su momento dichos artículos levantaron cierta expectación (¡tampoco mucha, no se crean que la cosa es como para tirar cohetes!), no lo es menos el hecho de que el “personal” y en una actitud “camaleónica”, con el tiempo va ajustando o acomodando sus expectativas a las condiciones que le rodean y olvidándose de que el tiempo, de forma inexorable, va pasando…… ya saben ustedes aquello del “tic-tac, tic-tac, tic-tac” y con ello, acercándose el momento del cumplimiento de lo prometido en las Escrituras.

Y explicábamos nosotros, que lo que va a ocurrir en ese tiempo señalado, tiene que ver con el inicio de la profética “70 semana” de Dan. 9:27 y con ella, los siete últimos años del mundo tal como lo conocemos…… eso es, el final del tiempo en que el mundo ha sido gobernado por la tiránica mano del hombre corrupto y con las consecuencias finales que a todos hoy nos son más que evidentes y ajustadas, por tanto, a las inspiradas palabras dichas por el sabio rey Salomón en su momento:

Todo esto he visto y hubo un aplicar mi corazón a toda obra que se ha hecho bajo el sol, durante el tiempo que el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo.” (Ecles. 8:9)

Constatada esta realidad y en nuestro papel acostumbrado de víctimas de dicha dominación corrupta (¡quién manda, manda!), lo que afortunadamente se nos ofrece en las Escrituras es un cambio total de sistema de juego, en el que será Dios quien marcará las reglas y gobernará al mundo por medio de Su rey delegado, Jesucristo, encabezando este un gobierno mundial compuesto de un determinado número de individuos elegidos de entre la humanidad (o “comprados de entre la humanidad”, según Rev. 14:4) y elevados a la condición de inmortales Hijos de Dios…… y siendo en este punto en donde nos vamos a detener, pues es alrededor de este asunto sobre el que pretende girar el artículo de hoy. Porque en ese momento al que hacemos referencia, dará inicio la última de un conjunto de “70 semanas de años” (ver nuestro artículo del 26/03/15) y que es de la que se nos habla en Dan. 9:27, e inicio que será marcado por dos acontecimientos de fundamental importancia, si bien en ese pasaje de Daniel solo se nos refleja uno de ellos; este tiene que ver con la aparición de un personaje que la Biblia identifica como el “anticristo”, en todo caso un prominente personaje aparentemente del ámbito de la política, que establecerá un pacto de paz o de no agresión por siete años “entre los muchos” y pacto que implicará a la nación de Israel y sus vecinos árabes como firmantes y beneficiarios del mismo, en lo que será el detonante, repetimos, que marcará el momento preciso del inicio de la cuenta regresiva de dicha profética semana de años:

Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí. Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación; y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.

27 Y él (el “caudillo” mencionado en el verso anterior) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana (eso es, por siete años); y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva…” (Dan. 9:26-27b). (Acotaciones nuestras).

Pero como ya hemos señalado, hay otro acontecimiento paralelo a este y que pasará desapercibido por la inmensa mayoría del “populacho”, más pendiente de sus “cuitas” diarias que de lo profetizado en el texto sagrado, pero no por aquellos que estamos atentos a los acontecimientos de los que nos informan las Escrituras y que, en este caso, se nos relatan en Rev. 11:3-6:

Y haré que mis dos testigos profeticen mil doscientos sesenta días vestidos de saco. 4 Estos son simbolizados por los dos olivos y los dos candelabros y están de pie delante del Señor de la tierra.

5 Y si alguien quiere hacerles daño, de la boca de ellos sale fuego y devora a sus enemigos; y si alguien quisiera hacerles daño, tiene que ser muerto de esta manera. 6 Estos tienen la autoridad para cerrar el cielo de modo que no caiga lluvia durante los días de su profetizar y tienen autoridad sobre las aguas para tornarlas en sangre…… y para herir la tierra con toda clase de plaga cuantas veces deseen.”

Entonces de lo que se nos está informando aquí, es de la aparición al unísono con ese “anticristo” mencionado, de unos personajes que identificados por Dios como “mis dos testigos”, en todo caso un pequeño resto de “ungidos” o Hijos de Dios a la manera de los apóstoles y que dotados de grandísimos poderes, son enviados por Este para poner en marcha una gran predicación mundial solo por espacio de 1.260 días y que se corresponde con la anunciada por Jesús en Mat. 24:14:

Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

Acontecimiento este, la aparición de esos singulares personajes, de especial interés para aquellos que esperamos en las promesas de Jehová, mediante Su Hijo Jesucristo y de ahí de la necesidad en cuanto a averiguar cuándo se produce la misma; y de vital importancia el conocimiento del momento en que estos personajes salen a la luz, pues en ese momento es cuando inicia dicha gran predicación y con ello ofertada la posibilidad de tomar parte en la misma, eso es, el poder colaborar codo con codo en esa obra divulgadora con esos “ungidos” por aparecer y a los que el propio Jesucristo identifica como sus “hermanos más pequeños” (ello porque son los últimos en aparecer a escena), en la llamada “parábola de las ovejas y las cabras”…… y parábola de obligado conocimiento, para poder entender de qué realmente estamos hablando. Porque en esta parábola y que se encuentra en Mat. 25:31-46, lo que se nos explica y resumiéndolo al máximo, es que solo aquellos que colaboren con esos “hermanos” de Jesús en dar adelanto a la comisión que les ha sido encomendada, son los que alcanzarán a entrar en el reino venidero de Dios y con ello, hacerse acreedores a optar por la vida eterna…… y es aquí en donde está el nudo gordiano de la cuestión.

Porque dicha colaboración y teniendo en cuenta que actualmente son muy pocos los que confían en las promesas de nuestro Creador, puede llevar a aquellos que acepten dicho ofrecimiento a tener que abarcar en su tarea de predicación, grandes extensiones de terreno y con todo lo que ello pueda significar en dispendio económico, pues no solo hay que tener en cuenta los desplazamientos, sino otras cosas como será el tener que abandonar negocios o empleos ya que la dedicación y debido al poco tiempo para llevar a cabo dicha tarea (solo 1.260 días para abarcar a toda persona de este planeta), tendrá que ser plena….. y a lo que también se añade en la mayoría de los casos, que ello implicará necesariamente el tener que abandonar una familia, sobre todo, en el caso de aquellos que la tenemos y no muy dispuesta esta, además, a compartir con nosotros la aceptación de dicha oferta y que somos una inmensa mayoría los que nos encontramos en dicha situación. Circunstancia esta que podría poner entre la espada y la pared a la persona deseosa de colaborar en esa obra de predicación (por demás, una oportunidad única para alcanzar la vida eterna), eso es, el tener que elegir entre dejar de sustentar a la familia con su aportación económica fruto de su trabajo, o el tomar la decisión que se demanda de él y que es el colaborar a tiempo total en el dar adelanto a dicha obra de divulgación mundial…… obra de divulgación, en la que se anunciará el hecho de que el reino de Dios ya ha tomado las riendas de los asuntos del mundo (Rev. 14:6-7).

Súmemele a ello que esa labor, sostenida por tres años y medio, inevitablemente exigirá de una aportación económica para cubrir gastos tales como desplazamientos, pernoctaciones, alimentos, aseo personal, ropa y calzado y demás cosas necesarias de las que somos conocedores aquellos que nos hemos pasado una vida de actividad profesional, viajando en función de nuestro trabajo…… luego la pregunta del titular de este escrito es del todo pertinente: ¿quién correrá con este costo económico, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los que creemos en las promesas del Creador, no somos gente pudiente, sino más bien lo contrario? Porque la realidad contemplada a nuestro alrededor, es que las personas con amplios recursos materiales no suelen ser muy proclives a tener en cuenta las promesas divinas y extremo este que no fue pasado por alto por el propio Hijo de Dios, como queda reflejado en estas palabras:

Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, ve, vende tus bienes y da a los pobres y tendrás tesoro en el cielo y, ven, sé mi seguidor”. 22 Al oír el joven este dicho, se fue contristado, porque tenía muchas posesiones. 23 Mas Jesús dijo a sus discípulos: “En verdad les digo que será cosa difícil el que un rico entre en el reino de los cielos. 24 Otra vez les digo: Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios”.” (Mat. 19:21-24).

Y prescindiendo de que alguna excepción habrá, no es menos cierto que aquellos que creemos en las promesas divinas no pasamos de ser unos “paniaguados” que a duras penas llegamos a fin de mes con nuestro salario o exigua pensión (como es el caso del que suscribe) y con familia a nuestro cargo y que depende exclusivamente de nosotros…… entonces ¿qué hacer ante tal situación, cuando lo que leemos en las Escrituras acerca del comportamiento de un cristiano en esta cuestión, es lo siguiente?:

Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe.” (1 Tim. 5:8).

Pero por otra parte, tenemos este mandato del propio Hijo de Dios y que no deja lugar a duda alguna, acerca de cómo actuar en las cosas que hagan referencia a cualquier servicio que tenga como depositario a Jehová Dios:

Entonces, ¡mira!, cierto hombre versado en la Ley se levantó, para probarlo y dijo: “Maestro, ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna?”. 26 Él le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?”. 27 Contestando, este dijo: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente y, a tu prójimo, como a ti mismo”. 28 Él le dijo: “Contestaste correctamente; sigue haciendo esto y conseguirás la vida eterna.” (Luc. 10:25-28).

Entonces lo que está claro es que la devoción a nuestro Supremo Hacedor y, por delegación, a Su Hijo amado Jesucristo y en quién Jehová Dios ha conferido toda autoridad, tanto en el cielo como sobre la tierra (Mat. 18:18), tiene que ser sin fisuras ni remilgos y lo que nos lleva a una pregunta importante, que tiene que ver en este caso con el coste emocional que uno tendrá que pagar al separarse de sus familiares más allegados y que ni nos acompañarán, ni nos apoyarán en nuestra decisión, lo que nos lleva a considerar unas palabras de Jesús:

El que no está de mi parte, contra mí está y el que no recoge conmigo, desparrama.” (Luc. 11:23).

Partiendo de estas palabras y que claramente nos muestran que no hay término medio en este asunto, hágase la siguiente pregunta: ¿están de parte de Jesucristo, aquellos de nuestros familiares o amigos más cercanos, que cada día nos ponen más trabas en nuestro intento de aprender de las Escrituras y aplicar en nuestras vidas, sus enseñanzas, así como nuestro intento de compartirlas con otros? Obviamente no, pues de no ser ello así, no solo nos animarían a seguir en nuestro empeño, sino que se posicionarían con nosotros en colaborar con esos enviados de Dios de los que se nos habla en Rev. 11:3…… luego la opción está clara: cuando llegue el momento en que se nos convoque, hay que “liarse la manta a la cabeza” y sin otra consideración, salir zumbando a cumplir con nuestra obligación de ayudar a esos “hermanos” de Jesucristo si queremos optar a la vida eterna y como nos deja claro la parábola mencionada de “las ovejas y las cabras”. A este respecto, veamos unas palabras de propio Jesús y que no tenemos que perder de vista, pues nos marcan con claridad la opción a tomar:

En cuanto a todo aquel, pues, que confiese unión conmigo (en este caso, mediante el colaborar en la comisión señalada) delante de los hombres, yo también confesaré unión con él delante de mi Padre que está en los cielos; 33 pero en cuanto a cualquiera que me repudie delante de los hombres (en este caso, mediante el no colaborar en dicha obra), yo también lo repudiaré delante de mi Padre que está en los cielos. 34 No piensen que vine a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada. 35 Porque vine a causar división y estará el hombre contra su padre, la hija contra su madre y la esposa joven contra su suegra. 36 Realmente, los enemigos del hombre serán personas de su propia casa. 37 El que le tiene mayor cariño a padre o a madre que a mí, no es digno de mí; y el que le tiene mayor cariño a hijo o a hija que a mí, no es digno de mí.” (Mat. 10:32-37). (Acotaciones nuestras).

Palabras esclarecedoras que nos marcan el derrotero a seguir en ese crucial momento de tener que decidir qué rumbo tomar; en todo caso, cuestión esta que queda reflejada en algo que ocurrió en el primer siglo con uno de los seguidores de Jesús y que se nos muestra como ejemplo de la línea a seguir, según se nos relata en Mat. 8:21-22:

Entonces otro de los discípulos le dijo: “Señor, permíteme primero ir y enterrar a mi padre”. 22 Jesús le dijo: “Continúa siguiéndome y deja que los muertos entierren a sus muertos”.”

Lo que ese discípulo le pedía al Hijo de Dios, no era el ir a enterrar a su padre muerto y algo a lo que no se habría opuesto Jesús, sino que la petición iba en el sentido de continuar atendiendo a este familiar hasta el momento en que este muriera y para cuando eso se produjera, ya liberado de dicha responsabilidad, entonces ya sí, empezar a seguir a Jesús…… sin embargo, la respuesta de este fue del todo contundente: que dejara cualquier obligación con sus familiares y que “continuara” siguiéndole a él. Tal situación, parece querer indicarnos que lo que ocurra con aquellos parientes que dependan de nosotros y que dejemos atrás en nuestro empeño por colaborar en dar adelanto a la comisión de esos “hermanos” de Jesús aún por aparecer, queda en las manos de Jehová y por lo que nosotros solo nos tenemos que ocupar en la empresa que se nos ofrece. Luego en el bien entendido que ello será así, pues Jehová Dios no nos obligaría a dejar a nuestros familiares desamparados, sin tomar Él las riendas del asunto, centrémonos ahora en el meollo de la cuestión y que como hemos señalado, tiene que ver con los recursos de los que cada uno posee para emprender semejante aventura por tres años y medio, que más bien son “escasitos” en aquellos que deseamos alcanzar el inmenso privilegio de poder participar de esa última predicación y reseñada en Mat. 24:14…… y que para un correcto entendimiento de “cómo nos lucirá el pelo” durante ese tiempo, hay que retrotraernos a unas palabras del apóstol Pablo y que encontramos en Rom. 15:4:

Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.”

Luego ¿qué cosas ocurrieron en tiempos pasados y que fueron escritas para “nuestra instrucción”, en las que fijarnos como modelo para lo que posiblemente ocurrirá en nuestro caso, eso es, en lo que tiene que ver con las condiciones en las que se nos enviará a predicar? Pues en aquellas que tienen que ver con lo que ocurrió con aquellos primeros a los que Jesús envió a predicar y que, según las Escrituras, fue en estas circunstancias:

A estos doce Jesús los envió, dándoles estas órdenes: “No se vayan por el camino de las naciones, y no entren en ciudad samaritana; 6 sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Al ir, prediquen, diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”. 8 Curen enfermos, levanten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Recibieron gratis; den gratis. 9 No consigan oro, ni plata, ni cobre para las bolsas de sus cintos, 10 ni alforja para el viaje, ni dos prendas de vestir interiores, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su alimento (o “salario”)”.” (Mat. 10:5-10). (Acotación nuestra).

Estos “doce” que no eran otros que los apóstoles y que todavía no tenían la condición de Hijos de Dios, pues esta les fue concedida en Pentecostés del 33 E.C., por lo tanto en esos momentos unos “curritos” de a pie como podamos ser ahora nosotros, eso es, unos simples “soldados rasos”, vemos en primer lugar que fueron dotados de grandes poderes que les permitían acreditar ante el “personal” que, efectivamente, habían sido enviados por Dios…… y en segundo lugar, que iban a “gastos pagados” pues se les dijo que no tomaran nada de equipaje para llevar adelante la comisión recibida, ni siquiera una muda interior, pues todo esto les sería facilitado por Aquel para quién estaban “trabajando”, Jehová Dios, pues “el obrero merece su salario” y ser dotado de las “herramientas” necesarias para llevar adelante su tarea. Veamos ahora, también, lo ocurrido en el caso de otros setenta enviados posteriormente por Jesús a predicar y que, al igual que a los doce anteriores, recibieron las mismas instrucciones en su comisión de dar a conocer la buena noticia de la colocación de los fundamentos del venidero reino de Dios:

Después de estas cosas el Señor designó a otros setenta y los envió de dos en dos delante de sí a toda ciudad y lugar adonde él mismo iba a ir. 2 Entonces empezó a decirles: “La mies, en realidad, es mucha, pero los obreros son pocos. Por lo tanto, rueguen al Amo de la mies que envíe obreros a su mies. 3 Vayan. ¡Miren! Los envío como a corderos en medio de lobos. 4 No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias y no abracen a nadie en saludo por el camino. 5 Dondequiera que entren en una casa, digan primero: “Tenga paz esta casa”. 6 Y si hay allí un amigo de la paz, la paz de ustedes descansará sobre él. Pero si no lo hay, se volverá a ustedes. 7 De modo que quédense en aquella casa, comiendo y bebiendo las cosas que les suministren, porque el obrero es digno de su salario. No anden transfiriéndose de casa en casa”.” (Luc. 10:1-7).

De nuevo nos encontramos con lo mismo: fueron enviados “con lo puesto” y sin embargo vieron siempre cubiertas sus necesidades básicas como son la comida, el alojamiento, ropa, etc.; es cierto que las Escrituras no nos dan detalles de cómo fue realizado dicho aprovisionamiento, pero lo que si se nos dice en estas, es que las cosas básicas realmente nunca les faltaron:

También les dijo: “Cuando los envié sin bolsa y sin alforja y sin sandalias, no les faltó nada, ¿verdad?”. Ellos dijeron: “¡No!.” (Luc. 22:35).

Por otra parte, que estos setenta también fueron dotados de los mismos poderes que los doce primeros, queda perfectamente establecido por sus propias palabras cuando regresaron de su comisión:

Entonces los setenta volvieron con gozo y dijeron: “Señor, hasta los demonios quedan sujetos a nosotros por el uso de tu nombre”.” (Luc. 10:17).

Entonces lo que queda claro ya de entrada y recordando la mencionada parábola de “las ovejas y las cabras”, es que aquellos que se vayan sumando de forma progresiva a esa grandiosa obra de predicación, serán también dotados de grandes poderes que les acreditarán como enviados de Dios, ante aquellos que les escuchen y que, a su vez, si estos se deciden aceptar lo escuchado y subirse “al carro”, así mismo serán dotados de idénticos poderes. ¡Vamos!, lo mismo que hacen los TJ, que uno enseña a otro, este a su vez a otro y así sucesivamente, de modo que todos llegan a ser participantes de la obra (en lo que podríamos considerar un crecimiento “a la dobla”), pero en el caso que nos ocupa, con los poderes sobrenaturales necesarios que le permitan a uno demostrar ser realmente un enviado por Dios y no como esas voluntariosas personas de la membresía de la organización religiosa Watchtower, que no son más que representantes de una organización terrenal fraudulenta al servicio de Satanás y por lo que en modo alguno, pueden ser considerados como representantes a Dios…… y lo mismo aplica a toda esa plaga de supuestos “ungidos” o Hijos de Dios actuales y que nos rodean por tierra, mar y aire, que se arrogan el hablar en nombre de Dios un supuesto “evangelio de Jesucristo” y que no son más, que sicarios al servicio de Satanás.

En cuanto a cómo se hará lo referente a la logística, eso es, el tema de alojamiento, alimentación, ropa, calzado, transporte, etc. y en el bien entendido que los tiempos actuales no son los del primer siglo, ni el terreno a abarcar será el mismo, sino muchísimo más grande (¡el mundo entero, ni más ni menos!) y en un tiempo record de 1.260 días, es cierto que no lo sabemos…… pero lo que sí sabemos, es esto:

“…… porque con Dios, ninguna declaración será una imposibilidad.” (Luc. 1:37).

Luego si nuestro Creador ha dicho que esto tiene que ser así, Él lo hará posible; tomemos como ejemplo de lo que es capaz nuestro Sumo Hacedor, un episodio de la historia bíblica en el que probablemente no se ha profundizado como se debiera y que cuando se hace, nos muestra una gran lección sobre la capacidad de provisión del poder divino: cuando el pueblo de Israel salió del cautiverio en Egipto, junto a él salió también “una vasta compañía mixta” y que en conjunto se calcula que conformarían un grupo cercano a los tres millones de personas. Pues bien, Jehová Dios los mantuvo por espacio de cuarenta años vagando por un desierto “grande e inspirador de temor” (Deut. 1:19), en donde no solo fueron alimentados debidamente, sino que “sus prendas de vestir” no se gastaron de sobre ellos ni “su sandalia” se gastó de sobre sus pies (Deut. 29:5); y a lo que habría que añadir otra particularidad que hacía más complicada la situación: el pueblo de Israel y por tanto los prosélitos que se les unieron, tenían que ser un pueblo limpio tanto en lo moral como en lo físico y para esto último, se requería de muchísima agua (aparte del consumo diario de las personas, así como del ganado que les acompañaba) y que no creemos que abundara en un desierto “grande e inspirador de temor” (Deut. 8:15)…… sin embargo y de forma milagrosa, nada de todas estas cosas les faltó a esa ingente multitud en su vagar por cuarenta años en ese terreno inhóspito.

Todo ello nos habla del inmenso poder de nuestro Dios, lo que nos tiene que llevar a confiar en Él en cualquier circunstancia y pensar que de una u otra manera se nos proveerá de lo necesario para poder llevar adelante nuestra comisión de ayuda a esos “hermanos más pequeños” de Jesucristo…… y siendo cierto que no estamos para elucubrar en el cómo serán cubiertas nuestras necesidades en estos tiempos actuales y que, como hemos dicho, nos son las del I siglo ¿se imaginan que fuéramos dotados de algún salvo conducto o tarjeta Visa Oro o MasterCard que nos permitiera el acceso a hoteles, restaurantes, tiendas de ropa, transportación y de todo aquello necesario para el desempeño de nuestra asignación en cualquier parte del mundo y ello, con cargo al erario “celestial”? No podemos olvidar y por aquello de “rizar el rizo”, que en Ageo 2:8, se lee como sigue:

La plata es mía y el oro es mío, es la expresión de Jehová de los ejércitos.”

Por lo que prescindiendo de que, repetimos, no sabemos cómo seremos atendidos en el desempeño de nuestra obra de colaboración y lo señalado no es más que una mera conjetura acorde con los usos actuales que vemos a nuestro alrededor, no estaría de más que usted que nos lee y cree lo mismo que nosotros, se lo fuera pensando pues no es nada descabellado que esta situación se le plantee en un par de meses, a lo sumo tres. Y decimos esto, porque el natural del ser humano es el de “cuando llegue el momento, ya actuaré”…… pero resulta que cuando llega el momento y si no hay una determinación ya firmemente establecida de antemano, lo más normal es que a uno “le coja el toro”.

Entonces es menester, que cada uno sepa que en un cortísimo plazo de tiempo y siempre que nosotros estemos en lo cierto en nuestra previsión de los inmediatos acontecimientos por suceder, se verá ante la disyuntiva de dejarlo todo y confiar en la promesa del reino…… o quedarse con todo y dejar aparte la promesa del reino; en las Escrituras y que como hemos dicho, es el espejo en el cual mirarnos para saber a qué atenernos, tenemos un ejemplo de cuál es la actitud correcta a seguir:

Andando a lo largo del mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, a quien llaman Pedro y Andrés su hermano, que bajaban una red de pescar en el mar, pues eran pescadores. 19 Y les dijo: “Vengan en pos de mí y los haré pescadores de hombres”. 20 Abandonando en seguida las redes, le siguieron. 21 Al seguir adelante de allí, también vio a otros dos que eran hermanos: Santiago hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, remendando sus redes; y los llamó. 22 Ellos, dejando en seguida la barca y a su padre, le siguieron.” (Mat. 4:18-22).

Visto lo visto, amigo que nos lee ¿qué hará usted y si se tercia el caso: dejará de “remendar las redes” y seguirá a Cristo…… o dejará a Cristo y seguirá “remendando sus redes”?

MABEL


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