lunes, 24 de agosto de 2015
¿Se acuerdan ustedes…… del tema de las “lunas de sangre”?
Porque estamos hablando de un suceso que, profetizado en las Escrituras y de ahí su importancia, tuvo su inicio el 14 de Abril del pasado año 2.014 con la aparición de la primera de una serie de cuatro lunas rojas o “lunas de sangre” y fenómeno estelar que se conoce como “tétrada”, algo de lo que la mayoría de ustedes probablemente son conocedores, pues en su momento tuvo una gran repercusión mediática; no solo entre los noticieros especializados en temas de astronomía, sino entre los medios de difusión más significados en la enseñanza del contenido profético en las Escrituras y al que los autores de este blog, nos sumamos con varios artículos sobre dicha cuestión…… y todo lo publicado por unos y por otros, coincidente en el hecho de que estábamos ante el cumplimiento de una profecía bíblica y de la que se nos habla, concretamente, en Joel 2:30-31:
“Y ciertamente daré portentos presagiosos en los cielos y en la tierra, sangre y fuego y columnas de humo. 31 El sol mismo será convertido en oscuridad (un eclipse de Sol total) y la luna en sangre (la “tétrada” mencionada), antes de la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor.” (Acotaciones nuestras).
Es cierto que muchos son los que dudan de que realmente los hechos mencionados se correspondan a señales divinas, pues los sucesos a los que se hace referencia son muy comunes ya que estaríamos hablando de simples eclipses de Sol o de Luna y que se han producido por miríadas en el transcurso de la historia de la humanidad…… lo que ya no es tan común y eso es lo destacable en el caso que nos ocupa, es que dichos sucesos estelares se producen coincidiendo con fiestas muy significativas en el calendario judío y pueblo alrededor del que gira el contenido escritural y, por ello, de la profecía que este contiene. Coincidentes además dichos sucesos estelares en el espacio temporal y señalado también en las palabras registradas en Joel 2:30-31, con una brutal inestabilidad en la tierra en todos los órdenes (“… y en la tierra, sangre y fuego y columnas de humo.”) y como no ha existido jamás al grado que la sufrimos en nuestro días; muestra de ello y a modo de una simple aproximación a lo que estamos hablando, es el cumplimiento de una advertencia, llamémosla predicción, del apóstol Pablo apuntando a nuestros días y en lo que se podría considerar como la radiografía antigua más perfecta existente, en términos de vaticinio:
“Más sabe esto, que en los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. 2 Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, 3 sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, 4 traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, 9 amadores de placeres más bien que amadores de Dios, 5 teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder y de estos, apártate.” (2 Tim. 3:1-5).
Luego el trágico espectáculo que estamos viviendo a nivel mundial, plenamente ajustado a los “tiempos críticos, difíciles de manejar” de los que nos habla Pablo y en los que estamos inmersos sin solución de continuidad, tienen su razón de ser en las indeseables actitudes que se mencionan a partir del versículo 2 y que desplegarían las personas en su inmensa mayoría y prescindiendo de su posición social, extendiéndose tan reprensible comportamiento cual mancha de aceite alrededor de todo el mundo…… y no pasando por alto que Pablo sitúa dichas nefastas cualidades para los “últimos días”, analicen ustedes con un poco de atención el pasaje mencionado, contrástenlo con lo que ven y sufren a su alrededor y se darán cuenta de cómo el bueno de Pablo “la clavó”.
Retomando la línea temática que hemos iniciado y que gira alrededor de Joel 2:30-31, el 22/04/14 publicamos un artículo titulado “Las “lunas de sangre”: ¿casualidad…… o señales que anuncian algo?” y primero de una serie de ellos, en donde considerábamos la posibilidad, cada vez más verosímil, de que para finales de este año 2.015, entre Septiembre/Octubre concretamente, se produjera un hecho que cambiará la historia del mundo como lo conocemos actualmente…… y estaríamos hablando del inicio de la profética “semana 70” de Dan. 9:27, en definitiva de los últimos siete años del mundo tal como lo conocemos, pues estaríamos ante una semana “de años” (Dan. 9:24-25). A este respecto, es cierto que parece que el interés sobre lo sucedido y su significado por parte de los líderes religiosos de la cristiandad y después de la expectación inicial ante esos fenómenos siderales mencionados, como señales divinas que sean premonitorias de algo, ha ido menguando y con ello el de sus respectivas feligresías…… por el contrario, han aumentado significativamente el número de blogs apocalípticos que auguran para ese tiempo otoñal, que sobre la tierra se concitarían todos los males del averno, tales como la caída de un gigantesco asteroide y que dejara a la tierra como un erial, o el inicio de una brutal glaciación que eliminará la vida de sobre el planeta, o una devastadora III Guerra Mundial y con el mismo resultado, o un mega terremoto que no dejaría “títere con cabeza”, o una llamarada solar que devolvería al ser humano a la época del “homo neanderthalensis”, etc. etc. etc. Sin embargo, “que no cunda el pánico”, pues nada más lejos de la realidad de lo que está por ocurrir y siempre según las Escrituras…… aunque antes de empezar a analizar dicha circunstancia, primero hay que estar seguros de que estamos realmente ante señales que nos anuncian algo y para lo cual, hay que ver qué otras señales tenemos por sueltas por ahí y que, coincidiendo con las anteriores, nos confirmen que estamos ante una resolución correcta.
De entrada, el hecho de que en la profecía de Joel 2:30-31 se nos hable de “portentos presagiosos” con referencia a los cielos físicos, ya nos indica que estamos ante señales que anuncian o “presagian” sucesos futuros y que, según dicha porción bíblica, van a ocurrir inmediatamente “antes de la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor”. Ahora bien: la cuestión y como ya hemos señalado, radica en saber si dichas señales tienen el soporte del contexto escritural, eso es, si tenemos prueba adicional que confirme el hecho de que estamos hablando realmente de señales anunciadoras de sucesos inminentes…… y esta prueba adicional solo la pueden aportar otras profecías que coincidan en el tiempo y relacionadas con el tema, que en conjunto compongan una gran confluencia de señales que identifiquen a un tiempo determinado y concreto. Hasta el momento hemos visto dos que muestren dicha coincidencia: la de Joel 2:30-31 y la de 2 Tim. 3:1-5, por lo que vamos a una tercera que se encuentra en Luc. 21:25-28 y anunciada por el propio Hijo de Dios, en clara sintonía con la que en su momento anunció el profeta Joel:
“También, habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas y, sobre la tierra angustia de naciones, por no conocer la salida a causa del bramido del mar (el conjunto de la humanidad como un todo) y de su agitación, 26 mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos (los gobiernos de hechura humana) serán sacudidos. 27 Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo en una nube con poder y gran gloria (luego está claro que de nuevo se nos sitúa al final de los tiempos). 28 Pero al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación (de los tiempos opresivos que nos envuelven) se acerca.” (Acotaciones nuestras).
Como se puede comprobar, las tres porciones bíblicas consideradas hasta el momento son coincidentes con el hecho de señales en los cielos, conducta degenerada del “personal” y causante esta de una situación límite en la tierra, que lleva a sus habitantes a “desmayar” por el temor y la incertidumbre sobre el futuro que se cierne sobre ellos, ante la aterradora “expectativa” que tienen ante sí. De todos modos, con todo y eso, hasta este momento lo único que hemos visto han sido acontecimientos confluyentes en un tiempo determinado…… pero nada se nos ha dicho acerca de dicho tiempo, eso es, para cuándo podemos esperar la “petardá” final (como diría un valenciano) o momento de que llegue a su culminación la tan ansiada “liberación” de las adversas circunstancias que actualmente nos asfixian.
La profecía más significativa acerca del tiempo en que se producirán los hechos que han de culminar con el establecimiento del reino de Dios en la tierra, tiene que ver con un suceso casi olvidado actualmente, pero que ahí está para aquellos que les guste sospesar los pros y los contras de las cosas, como es el restablecimiento de Israel como nación en el panorama mundial. Recordemos que dicha nación y como castigo por sus infidelidades para con su Dios y Protector, fue condenada por Este a ser esparcida entre las naciones (Ezeq. 6:8) y hecho que tuvo sus inicios en 70 E.C. con la destrucción de Jerusalén y su Templo, pero que culminó en 125 E.C. con la expulsión forzosa de todos los judíos de su tierra (so pena de muerte) por el emperador romano Adriano, que cambió incluso el nombre de Israel por el de Philistina y momento en el que, ya definitivamente, desapareció como nación el pueblo de Dios sobre la tierra…… y así, más o menos, por unos 1.900 años; pero esta era una situación que, lejos de ser definitiva, era reversible (Luc. 1:37) y de ahí la profecía de Jesús, en los siguientes términos:
“Ahora bien, aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. 33 Así mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las puertas. 34 En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán.” (Mat. 24:32-35).
No pasemos por alto que en la profecía bíblica, la “higuera” (también la vid) prefiguraba a la nación de Israel y de ahí, que en el contexto de una importante pregunta que le habían formulado sus apóstoles con respecto de su nación, Jesús no estuviera hablando de un simple árbol, sino de algo más sustancial y como eran los sucesos que envolverían a Israel y, como máximos exponentes de la misma, a Jerusalén y su Templo; aclarado este punto, centrémonos en lo importante del pasaje y que tiene que ver con las palabras “de ningún modo pasará esta generación, hasta que sucedan todas la cosas”. Y teniendo en cuenta que estamos ante una profecía de largo alcance, por tanto apuntando a nuestros días, la pregunta es obligada…… ¿a qué “generación” estaba haciendo referencia el Hijo de Dios?
Pues sencillamente a aquella generación que en su momento fue testigo del rebrotar de la higuera simbólica, eso es, de la aparición de nuevo de Israel como nación en la escena mundial y hecho que se produjo en Mayo de 1.948…… ¡ésta es la generación a la que hizo referencia Jesús con sus palabras! Teniendo claro este punto, se nos abre una derivada y que tiene que ver con la duración de una “generación” y que varía según sea nuestro interlocutor o, en su defecto, del punto de referencia en el que nos apoyemos; por lo que dada la importancia del asunto, se precisaría de una definición clara, contundente y que no admitiera duda alguna acerca de la duración de una generación, siempre desde el punto de vista bíblico…… y esta la encontramos en el Sal. 90:10:
“En sí mismos los días de nuestros años son setenta años; y si debido a poderío especial son ochenta años (pero eso ya es a nivel individual y por lo que no se puede tomar como dato generacional), sin embargo su insistencia está en penoso afán y cosas perjudiciales, porque tiene que pasar rápidamente y volamos (o desaparecemos en la muerte).” (Acotaciones nuestras).
Luego tenemos que es el propio Jehová Dios el que nos da la duración de una “generación” a partir de la que poder ir haciendo números y la cifra en 70 años; por lo tanto, nos encontramos con que aquellas personas que nacieron en ese año de 1.948, hoy cuentan con 67 años y a los que tendríamos que sumarle otros 7, que son los que abarcan la última “semana 70” de Dan. 9:27 y aún por llegar, pues recordemos de nuevo las palabras de Jesús en Mat. 24:34:
“En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas.”
Eso es, todas las cosas que tenían que suceder hasta el momento del establecimiento del reino de Dios en la tierra y que incluían los dos puntos focales de la mencionada “semana 70” de la profecía de Daniel: la gran predicación de Mat. 24:14 por tres años y medio o 1.260 días (Rev. 11:3), en todo caso la primera mitad de dicha semana y a la que seguiría “el fin”, en clara referencia a la “gran tribulación” de Rev. 7:14 y que consume los restantes tres años y medio de la segunda mitad de la mencionada semana de años y que nos colocará a las mismas puertas del reino de Dios…… para ese entonces, los nacidos en 1.948 tendrán 74 años y con lo que la “generación” estaría holgadamente vencida; por lo que todo indica que es en este otoño de 2.015, cuando tiene que iniciar dicha “semana 70” de Dan. 9:27 y con ella, los siete últimos años del mundo tal como lo conocemos.
Pero es que también tenemos otro aspecto en juego que refuerza nuestro planteamiento y que nosotros identificamos como las “siete señales” (y tómenselo como una simple reflexión) que como un todo conformarían una clara indicación de que lo sucedido con las “lunas de sangre" y el eclipse total de Sol intercalado, coincidiendo con significadas fiestas judías no es para nada una casualidad, pues de lo contrario tendríamos que añadir dos “casualidades” más a lo dicho, en lo que a nuestro entender ya va más allá de lo simplemente casual. Porque veamos: para el 28/11/13 se pudo contemplar en todo su esplendor una majestuosa visión del denominado “cometa del siglo”, eso es, el cometa Ison en el momento de su perihelio o punto de máximo acercamiento al Sol y con ello, su máximo brillo en el cielo estelar…… hasta aquí todo normal, sino fuera porque estamos hablando de un cometa un tanto peculiar, pues prácticamente apareció de la nada (se había descubierto un año antes y por pura casualidad) y que no se volverá a ver más, pues en su tránsito alrededor del Sol fue destruido totalmente. Pero si a ello le sumamos que en esa fecha citada y cuando dicho cometa adquirió su máximo resplandor, Israel estaba en plena celebración de otra fiesta de raigambre en el calendario judío, en este caso la “Hanukah” (período festivo de ocho días), la cosa ya empieza a ponerse color hormiga, eso es, oscuro tirando a negro…… pero es que hay más, porque veamos:
Antes de que aparezca en nuestros cielos la última “luna de sangre” y que se espera para 28/11/15 y en plena celebración en Israel de la fiesta de “Sukkot” o “Fiesta de los Tabernáculos”, está anunciado otro eclipse de Sol, en esta ocasión parcial, para el día 13, eso es, 15 días antes de la fecha señalada para la aparición de la última de las cuatro “lunas rojas” y que ¡oh sorpresa! coincide de nuevo con otra fiesta del calendario judío y que en este caso es la llamada “Rosh Hashaná” o “Fiesta de las trompetas” y que ya es más representativa para el tema que tratamos, Porque estamos hablando de una fiesta que tiene que ver con liberación, porque hagamos un poco de historia: el tiempo en Israel estaba estructurado, aparte de la semana de siete días, en períodos de 7 años llamados “Shemitá” y en donde en el séptimo de ellos se daba descanso a la tierra (se dejaba un año en “barbecho”), se daba libertad a los esclavos, se perdonaban las deudas y cosas por el estilo, pues se lo consideraba un año “sabático” o de descanso. De igual manera, cuando se llegaba al cómputo de siete de estos ciclos, eso es, 49 años, el siguiente o año 50 era un “Jubileo” y que de nuevo se repetía lo del año “sabático”, pero en el que se iba un poco más allá, pues incluso se tenían que devolver las posesiones (tierras, hacienda u otros) que se hubieran comprado, a quién por necesidad las hubieran tenido que vender, eso es, a su antiguo propietario: resumiendo, era un año de liberación total y dedicado exclusivamente a Jehová Dios; y es durante dicha celebración, cuando nos topamos con ese nuevo eclipse de Sol…… luego queda claro que tantas “casualidades” juntas, lo que hacen es descartar definitivamente del cuadro, al elemento “casualidad”.
Si a lo dicho añadimos que el número “siete” en las Escrituras, representa lo perfecto o completo a los ojos de Dios (siete períodos creativos llamados días, o la semana de siete días, o el período de siete años, así como los siete períodos de siete años, la “Menoráh” o candelabro de siete brazos según diseño divino (Éxo. 35:10-14) y fundamental en los actos religiosos de los judíos, o las siete fiestas decretadas por Jehová Dios para su pueblo, etc. etc. etc.), la cosa ya adquiere otra dimensión, pues estaríamos también ante “siete” señales en los cielos (ver imagen que acompaña este escrito), coincidentes con fiestas importantes del calendario judío y en donde la casualidad ya brilla por su ausencia, por lo que solo se puede pensar que estamos realmente ante un mensaje divino que nos habla de acontecimientos inmediatos.
Pero dicho esto y ya yendo al meollo de la cuestión ¿qué ocurrirá, realmente, durante ese período de siete años de esa “semana 70” anunciada por el profeta Daniel? Según muchos líderes religiosos y cuyos videos se pueden visionar en YouTube, el inicio de estos siete últimos años estará marcado por el “arrebatamiento” (para la fecha de autos, o sea, este otoño) de los supuestos “hijos de Dios” y que se cuentan por millones dentro de la cristiandad, mientras que los “dejados atrás” por una conducta supuestamente incorrecta, se enfrentarán a siete años de sufrimientos inimaginables causados por la cólera divina y con la destrucción eterna en mira, al final de los mismos. Ya los más catastrofistas y que son la mayoría, especulan para este otoño con la caída de un asteroide que nos reducirá a polvo cósmico, o el inicio de una III guerra mundial de carácter nuclear y con iguales consecuencias, o de un gran terremoto de proporciones mundiales que también nos “chafará la guitarra” u otras “menudencias” por el estilo…… decir y a modo de inciso, que los que defienden el “arrebatamiento” para el inicio de la “70 semana”, en este caso para este otoño, lo hacen amparándose en Mat. 24:40-41 y Luc. 17:34-37 y en donde nada se nos dice sobre un supuesto “arrebatamiento”, sino de una destrucción selectiva por parte de Dios y, por tanto, no indiscriminada; apuntado lo cual, vamos al asunto que nos interesa: ¿hay que “temerle” a ese momento por llegar en el ya cercano otoño? No y según leemos en Luc. 21:28:
“Pero al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca.”
Luego lo que nos espera es algo muy deseable e intensamente esperado por aquellos que amamos a Dios y confiamos en sus promesas, pues como ya hemos señalado ese último período de siete años de la “semana 70” de Dan. 9:27 se divide en dos partes: una primera de tres años y medio o 1.260 días (Rev. 11:3) en la que participaremos en ofertar al mundo la posibilidad de aceptar los términos del reino de Dios, mediante el tomar parte en la gran predicación anunciada por Jesús en Mat. 24:14 y para lo que es preciso gozar de un tiempo de calma relativa (luego nada de catástrofe alguna) y que es de lo que se nos habla en Rev. 7:1-3:
“Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra (símbolos de destrucción), para que no soplara viento alguno sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. 2 Y vi a otro ángel que ascendía del nacimiento del sol, teniendo un sello del Dios vivo; y clamó con voz fuerte a los cuatro ángeles a quienes estaba concedido hacer daño a la tierra y al mar 3 y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”.” (Acotación nuestra).
Eso es, hasta “después” de finalizados los 1.260 días de predicación y en donde inicia la segunda parte de esa semana de años anunciada por Daniel, eso es, los restantes tres años y medio de “gran tribulación” (los “vientos” de destrucción habrán sido soltados) y que destruirá a todos aquellos que hayan rechazado la oportunidad ofertada por el Altísimo durante la primera mitad de dicha “semana 70” mediante Sus enviados y desastre que proféticamente se anuncia en Sof. 1:14-18:
“El gran día de Jehová está cerca. Está cerca y hay un apresurarse muchísimo de él. El sonido del día de Jehová es amargo. Allí un hombre poderoso da un grito. 15 Ese día es día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas, 16 día de cuerno y de señal de alarma, contra las ciudades fortificadas y contra las elevadas torres de las esquinas. 17 Y ciertamente causaré angustia a la humanidad y ciertamente andarán como ciegos; porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo y sus entrañas como el estiércol. 18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová, sino que por el fuego de su celo toda la tierra será devorada; porque él hará un exterminio, realmente uno terrible, de todos los habitantes de la tierra (obviamente “de todos” aquellos que no hayan aceptado Su Soberanía en manos de Su rey delegado, Jesucristo).” (Acotación nuestra).
Razón obvia por la que lo más lógico es que el “personal” prestara atención a lo que tiene que ver con las señales que se nos están dando y que sorprendentemente no es así…… actitud indiferente que es una prueba más a añadir a las ya mencionadas, en el sentido de que los acontecimientos que barruntamos van a ocurrir entre Septiembre/Octubre no son una broma o una simple ocurrencia de los autores de este blog, sino algo a tener en cuenta y a tenor de unas palabras que dijo Jesús:
“Porque así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. 38 Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; 39 y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.” (Mat. 24:37-39).
¿Y a qué “no hicieron caso” esos contemporáneos de Noé? Pues sencillamente a las señales que tenían ante sus ojos y anunciadas, no solo por la palabra (2 Ped. 2:5), sino por la obra que dicho personaje estaba llevando a cabo ante sus mismas narices y actitud que les acarreó el ser destruidos eternamente…… por lo que la pregunta es obligada ¿hará usted caso a las señales que tenemos ante nosotros, en estos momentos tan cruciales en la historia de la humanidad?
MABEL
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