martes, 15 de noviembre de 2016
¡El que haya aguantado hasta el fin…!
Hace unos días recibíamos un correo de una muy buena amiga de este blog y que, con evidentes síntomas de desaliento, nos decía lo siguiente acerca de la cada día más difícil situación mundial:
“Que te perece esta pesadilla? Espero venga el reino desesperadamente”…… “Te digo estoy cansada de este mundo horrible y caótico. Te digo se siente opresión severa.”
Pues ¡bienvenida la club!, querida amiga, porque así estamos todos aquellos que esperamos en la justicia del reino y que abominamos de este mundo corrupto y cruel; y parecido estado de ánimo que también anidaba en el corazón del profeta Isaías, en una situación que no debería de estar muy alejada de lo que vivimos hoy en día, a tenor de las proféticas palabras que siguen a continuación:
“Y empecé a oír la voz de Jehová que decía: “¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?”. Y yo procedí a decir: “¡Aquí estoy yo! Envíame a mí”. 9 Y él pasó a decir: “Ve y tienes que decir a este pueblo: “Oigan vez tras vez, pero no entiendan; y vean vez tras vez, pero no consigan conocimiento”. 10 Haz el corazón de este pueblo indispuesto a recibir y haz sus mismísimos oídos indispuestos a responder y pégales los mismísimos ojos, para que no vean con los ojos y no oigan con los oídos y para que su propio corazón no entienda, para que realmente no se vuelvan y consigan curación para sí.”
11 Ante esto, dije: “¿Hasta cuándo, oh Jehová?”. Entonces él dijo: “Hasta que las ciudades realmente caigan estrepitosamente en ruinas, para estar sin habitante y las casas estén sin hombre terrestre y el suelo mismo sea arruinado hasta ser una desolación; 12 y Jehová realmente aleje a los hombres terrestres y la condición desértica de veras llegue a ser muy extensa en medio de la tierra”.”
Profecía que tuvo su cumplimiento en la deportación de la nación de Israel a Babilonia (pasaron casi 200 años desde que fue hecha la tal, hasta que tuvo su cumplimiento), pero que como toda profecía tiene una posterior aplicación, pues estas no son más que advertencias de lo que nos puede ocurrir si se cae en los mismos errores del pasado. Y puesto que esa “condición desértica” en cuanto a la actual población mundial de ninguna manera puede ser tomada literalmente (esta como tal no puede ser deportada a ningún lugar), es obvio que dicha expresión también podría estar haciendo referencia a la carencia total del “conocimiento de Jehová” en la inmensa mayoría de los actuales habitantes del planeta y causa fundamental, en su momento, de la deportación de los judíos (ello es lo que nos muestra el contexto del pasaje leído, versos 8-10), así como del caos total en el que estamos sumidos actualmente; por lo tanto, solo desde este punto de vista se puede entender la situación por la que transitamos. Porque la relación “conocimiento de Dios” y correcto funcionamiento de la sociedad humana son consustanciales, tal como nos apunta el rey Salomón en Prov.1:7:
“El temor de Jehová es el principio del conocimiento. La sabiduría y la disciplina, son lo que han despreciado los que simplemente son tontos.”
Luego está claro que es la falta de dicho “conocimiento” y que solo se encuentra en la Biblia, el causante del desbarajuste en el que nos encontramos y que tiende a empeorar, aunque ello parezca empresa imposible; sin embargo, las palabras que dan título a este escrito fueron dichas por el propio Hijo de Dios como respuesta a una pregunta que le formularon sus discípulos y situadas las tales, en el siguiente contexto:
“Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino y habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro. 8 Todas estas cosas son principio de dolores de angustia.
9 Entonces los entregarán a tribulación y los matarán, y serán objeto de odio de parte de todas las naciones por causa de mi nombre. 10 Entonces, también, a muchos se les hará tropezar y se traicionarán unos a otros y se odiarán unos a otros. 11 Y muchos falsos profetas se levantarán y extraviarán a muchos; 12 y por el aumento del desafuero se enfriará el amor de la mayor parte. 13 Pero el que haya aguantado hasta el fin, es el que será salvo.” (Mat. 24:7-13).
Recordemos que estamos ante una profecía de largo alcance (luego aplica en nuestros días) y que no pintaba precisamente un “camino de rosas” para sus verdaderos seguidores, como es en el caso que nos ocupa…… sin embargo y según Jesús, nuestra salvación y que tiene que ver con el poder alcanzar el reino de Dios como súbditos del mismo, pasa ineludiblemente por el “aguantar hasta el fin” y lo que implica el sacar fuerzas de dónde parece que ya no las hay; por ello la pregunta bien podría ser la de ¿nos estaba pidiendo el Hijo de Dios, algo más allá de nuestras posibilidades? De ninguna manera, pues él era muy consciente de algo que se nos dice en las Escrituras y que a veces solemos pasar por alto, tomado en este caso de la versión bíblica DHH:
“Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla.” (1 Cor. 10:13).
Entonces y partiendo de esa base, es algo ilógico el preocuparnos en exceso acerca de nuestra capacidad de aguante ante las pruebas por venir (y que vendrán); pero ello no es óbice para que una persona que se esfuerza por seguir tras los pasos de Cristo, pase por momentos de presión y algo que puede estar relacionado con una mala salud, un trágico suceso inesperado, etc., que mine nuestra capacidad de aguante y veamos las cosas de color hormiga, eso es, oscuro tirando a negro…… no que sean las cosas las que cambien, sino que lo que cambia es nuestra percepción de las mismas y en función de nuestro estado de ánimo. Pensemos por otra parte, que aquellos que confiamos en las promesas divinas tenemos un adversario (Satanás) que es muy listo y sabe aprovechar esos momentos de debilidad para zarandearnos y hacernos tropezar…… e incluso hasta hacernos caer; y la pregunta, llegados a esta situación y de la que nadie está libre, es la de cuál es la solución ante el estropicio causado. Y siendo cierto que cada uno tendrá su personal forma de ver las cosas, los autores de este blog siempre hemos tenido una máxima en nuestra vida y que es la de tener siempre muy presente, lo que acerca de nuestro Creador se nos recuerda en el Sal. 103:8-14:
“Jehová es misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa. 9 No por todo tiempo seguirá señalando faltas, ni hasta tiempo indefinido se quedará resentido.10 No ha hecho con nosotros aun conforme a nuestros pecados, ni conforme a nuestros errores ha traído sobre nosotros lo que merecemos.
11 Porque así como los cielos son más altos que la tierra, su bondad amorosa es superior para con los que le temen. 12 Tan lejos como está el naciente del poniente, así de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones. 13 Como un padre muestra misericordia a sus hijos, Jehová ha mostrado misericordia a los que le temen. 14 Pues él mismo conoce bien la formación de nosotros y se acuerda de que somos polvo.”
Y la convicción de que ello es así, es lo que nos debe ayudar a continuar andando el camino hacia el reino de Dios y que nadie nos dijo que ello fuera tarea fácil, sino más bien todo lo contrario; vean de lo que advirtió Jesús a aquellos que quisieran seguirle:
“No piensen que vine a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada. 35 Porque vine a causar división y estará el hombre contra su padre, la hija contra su madre y la esposa joven contra su suegra. 36 Realmente, los enemigos del hombre serán personas de su propia casa. 37 El que le tiene mayor cariño a padre o a madre que a mí no es digno de mí; y el que le tiene mayor cariño a hijo o a hija que a mí no es digno de mí. 38 Y cualquiera que no acepta su madero de tormento y sigue en pos de mí no es digno de mí. 39 El que halle su alma la perderá y el que pierda su alma por causa de mí, la hallará.” (Mat. 10:34-39).
Por lo tanto y dado el camino ya recorrido (nos falta ya muy poco para conseguir nuestro objetivo), recordarle a nuestra buena amiga y a todos aquellos que como ella se encuentren de “desanimadillos”, que no es el momento de bajar los brazos, sino más bien de hacer acopio de fuerzas y teniendo muy presentes las palabras del salmista:
“Son muchas las calamidades del justo, pero de todas ellas, lo libra Jehová.” (Sal. 34:19).
MABEL
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