jueves, 24 de noviembre de 2016
¿Iguales?…… ¿en qué?
Hace como un par de meses (14/10/16), la prensa publicaba una curiosa situación que se produjo durante la visita oficial del presidente de Nigeria, Sr. Muhammadu Buhari, a la Alemania de la Sra. Angela Merkel; y es que en la posterior rueda de prensa conjunta de ambos mandatarios, un periodista con muy mala “milk” preguntó al Sr. Buhari acerca de unas declaraciones de su esposa en las que ésta ponía en tela de juicio el buen hacer de su marido en la gobernación del país nigeriano y siendo la respuesta del dignatario en cuestión, la siguiente:
“¿El pronunciamiento político de mi esposa? No lo sé exactamente. En realidad su lugar es mi cocina, mi comedor y el resto de habitaciones de mi casa."
Y así, sin más, despachó el hombre la pregunta del periodista, ante la sorpresa de la canciller Meckel que no daba crédito a lo que estaba oyendo y que se vio, obviamente, en una situación más que embarazosa…… pero no nos quedemos solo en la anécdota, pues lo sustancial tiene que ver en cómo titularon esa “historia” la mayoría de medios de comunicación: “El presidente de Nigeria responde, de forma machista, a qué partido pertenece su mujer.” (Negritas nuestras).
A partir de ahí, se pueden imaginar el “jolgorio” que se montó entre los movimiento feministas que estaban que “bramaban” contra el autor de semejante afrenta y que a nuestro entender, no hizo más que constatar una realidad: una esposa no está para discutir las acciones de su esposo y menos de forma pública, sino de atender los asuntos de la casa y cuidar de su familia, mientras que el del esposo es el de proveer lo necesario para el bienestar de esta…… luego estamos ante dos tareas que se complementan y que hacen que la estructura familiar se mantenga equilibrada, ello siempre según el relato bíblico y que es en el que nos apoyamos para sostener nuestra opinión. Pero hete aquí que para “alegrar la fiesta” en su momento (sobre el siglo XVIII) nos salieron los llamados “movimientos feministas” reivindicando la igualdad entre sexos y con aquello del “nos casamos el mismo día”, dieron al traste con el arreglo divino y cuestión que nos lleva a formularnos la siguiente pregunta: iguales…… ¿en qué? Pero para poder responder a esta pregunta con propiedad, tenemos que remontarnos al principio de la creación del hombre y la mujer y ver qué papel le fue asignado a cada uno por su Creador y que algo, pensamos nosotros, sabría de este asunto; veámoslo:
“Y Jehová Dios pasó a decir: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él”. 19 Ahora bien, Jehová Dios estaba formando del suelo toda bestia salvaje del campo y toda criatura voladora de los cielos y empezó a traerlas al hombre, para ver lo que llamaría a cada una; y lo que el hombre la llamaba, a cada alma viviente, ese era su nombre. 20 De modo que el hombre iba dando nombres a todos los animales domésticos y a las criaturas voladoras de los cielos y a toda bestia salvaje del campo, pero para el hombre no se halló ayudante como complemento de él.” (Gén. 2:18-20).
Ahora bien ¿qué fue probablemente lo que vio Adán en los animales a los que ponía nombre, para darse cuente que no había un “complemento” para él? Quizás algo tan sencillo como el que mientras los animales tenían su par para aparearse y perpetuar la especie, él no la tenía; de ahí el que Jehová y atendiendo dicha inquietud, hiciera de una costilla del hombre a su “media naranja”, llamada Eva (Gén. 2:21-23). Pero la cuestión que nos ocupa es otra y tiene que ver en calidad de qué hizo Dios a la mujer y que para nada tiene que ver con la posición que la mujer quiere alcanzar hoy dentro de la sociedad, eso es, el querer colocarse en un plano de igualdad con el hombre y algo que no tiene sentido porque, repetimos, iguales…… ¿en qué? Porque si uno se asoma a Internet y busca un poco de información al respecto, la diferencia entre hombre y mujer queda patente al grado que tal parece que estamos hablando de personas de planetas distintos, pues son más las cosas que nos separan que las que nos igualan; pero veamos unos pocos ejemplos:
Es sabido que los hombres y las mujeres, físicamente son muy diferentes principalmente atendiendo a sus distintos sistemas reproductores y algo que no discute (esperemos), ni la feminista más radical. Pero es que también hay algunos aspectos psicológicos y de comportamiento que distinguen a estas dos versiones de la especie humana (hombre y mujer), que de hecho son tan diferentes que bien se podría decir, repetimos, que los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus; pero veamos alguna de dichas diferencias: la primera la tenemos en cuanto a la forma de sentir dolor, pues la mujer tiene un alto nivel de tolerancia frente al mismo (mucho mayor que el hombre) y ello demostrado, por ejemplo, en el momento del parto y de lo que se afirma que el hombre podría parir solamente un hijo y no sería capaz de repetir la hazaña.
Por otra parte, tenemos que los hombres pueden mantenerse en mejor forma que las mujeres, pasados los 65 años de edad, pues el sistema muscular de los hombres se mantienen más óptimo por el mejor aprovechamiento de los alimentos ingeridos. En cuanto a capacidad cerebral, el hombre tiene un cerebro 14% más pesado y voluminoso, pero tiene una menor conexión entre los hemisferios y lo que le provoca un mayor esfuerzo para poder simultanear varias tareas en un mismo espacio de tiempo. Además, si bien los hombres son superiores en los test de problemas matemáticos y de números, como también en cuestiones espaciales y mecánicas, es reconocida en la mujer una clara superioridad en la expresión verbal. Súmenle a ello, el hecho de que fisiológicamente el hombre crece 7% más que la mujer y es, por mucho, más propenso a la calvicie…… ya para que hablar del alto grado de intuición en la mujer y no así el hombre, ya que este se guía más por la lógica y por lo que es sumamente más práctico, a diferencia de la mujer que es por mucho más emotiva.
En cuanto a las relaciones de pareja y por aquello de querer abarcar todas las facetas, el interés del hombre por el sexo es mucho mayor que el de la mujer; por otra parte y ya metidos “en harina”, señalar que siéndole a la mujer más difícil el alcanzar un orgasmo, una vez que lo hace puede llegar a ser mucho más intenso que el del hombre, quien tiene que recuperarse completamente para comenzar a prepararse para el siguiente, mientras que el orgasmo de la mujer puede repetirse muchas veces y sin interrupción…… y todo lo dicho, solo con el interés de señalar algunas de las diferencia existentes entre el hombre y la mujer. Sin embargo, la pregunta podría ser ¿colocan esas evidentes diferencias entre el hombre y la mujer, a esta en un plano de inferioridad con respecto del hombre? Ni muchísimo menos, sino que la cuestión gira alrededor de que cada uno tiene que ocupar la posición o papel que le asignó su Creador y ante el cual se rebela la mujer actual; notemos al respecto, lo que en Prov. 31:10-29 se nos dice de la mujer perfecta a los ojos de su Creador y en donde se lee como sigue:
“Una esposa capaz, ¿quién la puede hallar? Su valor es mucho más que el de los corales. 11 En ella el corazón de su dueño ha cifrado confianza y no falta ninguna ganancia. 12 Ella le ha recompensado con bien y no mal, todos los días de su vida.
13 Ha buscado lana y lino, y trabaja en todo cuanto es el deleite de sus manos. 14 Ha resultado ser como naves de mercader. Desde lejos trae su alimento. 15 Se levanta también mientras todavía es de noche y da alimento a su casa y la porción prescrita a sus mujeres jóvenes.
16 Ha considerado un campo y ha procedido a obtenerlo; del fruto de sus manos ha plantado una viña. 17 Ha ceñido de fuerza sus caderas y vigoriza sus brazos. 18 Ha percibido intuitivamente que su comercio es bueno; su lámpara no se apaga de noche. 19 Ha alargado sus manos a la rueca y sus propias manos asen el huso.
20 Ha extendido la palma de su mano al afligido y ha alargado sus manos al pobre. 21 No teme por su casa a causa de la nieve, porque toda su casa está vestida de prendas de vestir dobles. 22 Se ha hecho colchas. Su ropa es de lino y lana teñida de púrpura rojiza.
23 Su dueño es alguien conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos del país. 24 Ella ha hecho hasta prendas de vestir interiores y ha procedido a venderlas y ha dado cintos a los comerciantes. 25 Fuerza y esplendor son su ropa y se ríe de un día futuro.
26 Ha abierto la boca con sabiduría y la ley de bondad amorosa está en su lengua. 27 Vigila cómo marchan los asuntos de su casa y el pan de la pereza no come. 28 Sus hijos se han levantado y han procedido a pronunciarla feliz; su dueño se levanta y la alaba. 29 Hay muchas hijas que han demostrado capacidad, pero tú... tú has ascendido por encima de todas ellas.”
Pues bien, esta es la “ayudante y complemento” que el Creador le proporcionó al hombre y a la que dotó, obviamente, de las capacidades necesarias (tanto físicas como psíquicas) para cumplir con su cometido en el arreglo divino del matrimonio; ahora bien ¿convierte lo dicho acerca de la mujer, a esta como la esclava del hombre? Obviamente tampoco, si dentro de dicho arreglo el hombre cumple con la comisión que también le ha sido asignada y que el apóstol Pablo describió de la siguiente manera:
“Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella (eso es, hasta el grado del sacrificio), 26 para santificarla, limpiándola con el baño de agua por medio de la palabra, 27 para presentarse él a sí mismo la congregación en su esplendor, sin que tenga mancha, ni arruga, ni ninguna de tales cosas, sino que sea santa y sin tacha.
28 De esta manera (eso es, con dicha capacidad de sacrificio en favor de su esposa) los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama, 29 porque nadie jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia, como también el Cristo hace con la congregación, 30 porque somos miembros de su cuerpo. 31 “Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa y los dos llegarán a ser una sola carne.” 32 Este secreto sagrado es grande. Ahora bien, yo estoy hablando tocante a Cristo y la congregación. 33 Sin embargo, también, que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo.” (Efe. 5:25-33). (Acotaciones nuestras).
Si las dos partes cumplen con lo señalado, eso es, que el marido ame a su esposa como a sí mismo y a su vez, esta le tenga profundo respeto al marido, la institución matrimonial se mantiene sin altibajo alguno; sin embargo, lo que vemos a día de hoy, es una total inestabilidad en dicha relación y lo que hace del divorcio la resultante de la mayoría de relaciones matrimoniales. ¿Responsabilidades?...... pues compartidas, ya que ninguna de las dos partes ha respondido a lo que se demandaba de ellas: por una parte, el hombre tendió a ser despótico con su mujer, mientras que esta abandonó la sujeción al marido que le es exigida y con lo que ya tenemos el “machismo” y el “feminismo” en escena. Cierto es que el hecho de que para vivir hoy en un mundo “consumista”, la mayoría de hogares precisan de dos salarios para subsistir con un mínimo de bienestar y lo que ha sido un factor determinante en el desequilibrio de la institución matrimonial, al sacar a la mujer de su habitar natural y para el que está preparada, como es la dirección del hogar y la crianza de sus hijos.
También es cierto que en un mundo tan caótico como el que vivimos, todos esos conceptos o roles asignados a cada miembro de la unidad conyugal suenan a rancio o a cosas más propias de generaciones pasadas; pero no es menos cierto que en los hogares de nuestros abuelos había mucha más paz, armonía, compenetración, sentido de familia, etc. con respecto de lo que hoy se ve. Tan es eso así, que el término “familia” en nuestros días ha perdido gran parte de su significado y lo que nos lleva a preguntarnos cómo se puede volver a tal como eran las cosas en un principio, eso es, a recobrarse las debidas posiciones de hombre y mujer en las relaciones de pareja y algo que no está muy lejos de ocurrir, porque dentro de poco el reino de Dios tomara el gobierno de la tierra y todas las cosas serán “restauradas” o devueltas a su condición original:
“…… y para que él envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:20-21).
Y entre esas cosas a restaurar, es obvio que tiene que estar la prevalencia del hombre sobre la mujer y a tomar esta el papel de “ayudante y complemento” del hombre, según decisión de su Creador; recordemos que lo que se le exige a la mujer en Efe. 5:33, es que le tenga “profundo respeto” a su esposo. Por otra parte, la posición de la mujer con respecto al hombre siempre ha sido la de sujeción al mismo; recordemos que la admonición de un hombre guiado por el espíritu santo de Dios y como era el apóstol Pablo, fue la siguiente:
“Que la mujer aprenda en silencio, con plena sumisión. 12 No permito que la mujer enseñe, ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que esté en silencio. 13 Porque Adán fue formado primero, luego Eva. 14 También, Adán no fue engañado, sino que la mujer fue cabalmente engañada y llegó a estar en transgresión. 15 No obstante, a ella se le mantendrá en seguridad mediante el tener hijos (eso es, por medio de cumplir con el propósito para el que fue hecha), con tal que continúen en fe y amor y santificación junto con buen juicio.” (1 Tim. 2:11-15). (Acotación nuestra).
¿Estaríamos ante una declaración “machista” del bueno de Pablo? No, sino ante la admonición de un hombre que tenía el espíritu santo de Dios operativo en él y que incluso levantaba muertos; luego lo que estamos es ante la voluntad divina transmitida por un siervo de Dios, como queda reflejado en una situación anterior y en la que de nuevo Pablo se pronunció en el mismo sentido:
“Como en todas las congregaciones de los santos, 34 las mujeres guarden silencio en las congregaciones, porque no se permite que hablen, sino que estén en sujeción, tal como dice la Ley. 35 Pues, si quieren aprender algo, interroguen a sus propios esposos en casa, porque es vergonzoso que una mujer hable en la congregación.
36 ¿Qué? ¿Fue de ustedes de quienes salió la palabra de Dios, o fue solamente hasta ustedes hasta quienes llegó? 37 Si alguno piensa que es profeta o está dotado del espíritu, que reconozca las cosas que les escribo, porque son mandamiento del Señor.” (1 Cor. 14:33-37).
Luego es obvio que lo que estaba haciendo Pablo era sencillamente transmitir una información que el Altísimo quería que quedara clara entre la “concurrencia” y como aviso a “navegantes”, que lo único que hace es resaltar el hecho de que la mujer está un segundo plano con respecto del hombre y a quién fue sujetada toda la creación material (al hombre, no a la mujer). Y es que en el reino de Dios no tendrán cabida ni los “machistas” ni las “feministas”, sino aquellos que se ajusten a las exigencias de nuestro Creador; y conste que no estamos hablando de quién es primero y quién es segundo, lo que no deja de ser en última instancia más que un tema baladí, sino de quién está cumpliendo con el papel que Dios le asigno en su creación. Por lo tanto, cuando la mujer quiere hacerse igual al hombre, no solo está violentando la voluntad divina, sino la realidad de los hechos porque, repetimos, iguales…… ¿en qué?
Ya para concluir y por aquello de las “lenguas viperinas de doble filo”, señalar que para nada los autores de este blog somos “machistas” acérrimos, sino más bien al contrario estamos muy de acuerdo con la admonición paulina de amar uno a su esposa como a su propia carne y cuidarla como es debido…… siempre que ella se deje, claro.
MABEL
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