miércoles, 2 de noviembre de 2016

La cuestión de fondo.


Aquellos que escribimos de la Biblia, sabemos que cuando se hace una interpretación errada de las Escrituras, esta se vuelve rápidamente en contra del que la formula y haciendo cierto un acervo popular muy español, en el sentido de que “el que tiene boca, se equivoca” y más, si resulta que uno habla sin tener demasiada idea de aquello de lo que habla y como sucede en el caso que hoy nos ocupa; porque ocurre que nos acabamos de topar con un video publicado en YouTube (20/10/16) por el ínclito personaje Apologista Mario Olcese, titulado “Jesús disiente absolutamente con la Watchtower sobre los términos vida eterna e inmortalidad” y en el que de nuevo nos hace una “demostración”, no solo de una total incapacidad de entendimiento escritural, sino de su constatada “habilidad” para entender aquello que lee y que, siendo suaves, ambas capacidades son manifiestamente mejorables. Y es que dicho personaje, que se distingue por contar sus “enseñanzas” por auténticos y aberrantes disparates, insta en la entradilla de presentación del citado video a que los Testigos de Jehová se pronuncien sobre el particular “con la más absoluta precisión”, pues considera que dichos señores tergiversan las Escrituras cuando afirman lo siguiente, por ejemplo, en su revista La Atalaya del 15/11/12, pág. 13, párr. 11:

La muerte de Jesús también sirvió para pagar el rescate de la humanidad (Mat. 20:28). De este modo, Jehová puede perdonar a los seres humanos pecadores sin pasar por alto las normas divinas de justicia y darles la oportunidad de vivir para siempre. Pablo escribió: “Mediante un solo acto de justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para vida” (Rom. 5:18). El sacrificio de Cristo les dio a los cristianos ungidos por espíritu la esperanza de ir al cielo y recibir la inmortalidad, y a las “otras ovejas”, la esperanza de disfrutar de vida eterna en la Tierra (Juan 10:16; Rom. 8:16, 17).” (Negritas nuestras).

Como pueden ver, esos señores no pueden ser más precisos al afirmar que mientras unos pocos disfrutarán de la “inmortalidad”, los muchos accederán a la “vida eterna”…… luego más precisión nos parece difícil de poder hacer; ya otra cosa es que el que lee dicho párrafo “haya salido a por uvas” y no se entere de qué va el tema y como resulta ser una constante en el caso de tan “eminente” teólogo. Porque noten la clara diferencia entre lo que reciben aquellos que han de reinar con Cristo, eso es, la “inmortalidad” (por cierto, no en el cielo como dicen los TJ, sino sobre la tierra y que es muy diferente) y aquellos que heredan el reino de Dios en calidad de súbditos del mismo, con la “vida eterna” en perspectiva; y sabiendo como sabemos que quizás este sea un tema baladí a efectos prácticos desde el punto de vista de muchas personas (en circunstancias normales, ambos términos conllevan el equivalente a vivir una vida sin fin), no podemos pasar por alto la cuestión de fondo y que tiene que ver con el que de no tomarse uno en serio dicha cuestión y por muy trivial que esta pudiera parecer, el tal uno (quién sea) estaría violentando flagrantemente la voluntad divina, expresada en los siguientes términos:

Esto es excelente y acepto a vista de nuestro Salvador, Dios, 4 cuya voluntad es que hombres de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto (“cabal”, “pleno” o “completo”, según versiones) de la verdad.” (1 Tim. 2:3-4). (Acotación nuestra).

Por lo tanto y en busca de ese “conocimiento exacto” con respecto del propósito exigido por nuestro Creador, vamos a examinar el significado de ambos términos, “inmortalidad” y “vida eterna”, pues de no existir una sustancial diferencia entre ambos no tendría la Biblia razón alguna por la que hacer hincapié en dicha distinción; veamos por tanto qué es aquello que tiene que ver con la “inmortalidad” y a quiénes aplica desde el punto de vista bíblico. Para ello y partiendo de la base que el Único que es inmortal es Jehová Dios (1 Tim. 6:15-16), tendríamos que considerar lo que de dicho término nos dijo el apóstol Pablo y que algo sabría del tema; veámoslo:

Ahora bien, al Rey de la eternidad (en consecuencia, inmortal), incorruptible, invisible, el único Dios, sea honra y gloria para siempre jamás. Amén.” (1 Tim. 1:17). (Acotación nuestra).

Notemos que en este pasaje tomado de la TNM de los Testigos de Jehová y que es nuestra Biblia de cabecera (con diferencia la más fiable, ya otra cosa es la aplicación que de ella hacen sus autores), se relaciona la “inmortalidad” con la “incorruptibilidad” y lo nos lleva a unas palabras del apóstol Pablo en 1 Cor. 15:50-54 que añaden luz al asunto:

Sin embargo, esto digo, hermanos: que carne y sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni tampoco la corrupción hereda la incorrupción. 51 ¡Miren! Les digo un secreto sagrado: No todos nos dormiremos en la muerte, pero todos seremos cambiados, 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, durante la última trompeta. Porque sonará la trompeta y los muertos serán levantados incorruptibles y nosotros seremos cambiados. 53 Porque esto que es corruptible tiene que vestirse de incorrupción y esto que es mortal tiene que vestirse de inmortalidad (queda claro entonces, que la “inmortalidad” es consustancial con la “incorrupción”). 54 Pero cuando esto que es corruptible se vista de incorrupción y esto que es mortal se vista de inmortalidad, entonces se efectuará el dicho que está escrito: “La muerte es tragada para siempre”.” (Acotación nuestra).

Luego todo considerado, lo que queda claro si uno “rasca” un poquito en lo que va implícito en el término “incorrupción”, verá que las personas que hereden dicha condición ya no pueden ser destruidas por un juicio adverso, pues son “inmortales”, eso es, hechas a la semejanza del Altísimo en sustancia y concepto este que se podría explicar de la siguiente manera a modo de ilustración: cuando uno se acerca al vasto e inmenso mar y toma de él un cuenco de agua, lo que tiene en dicho cuenco es sencillamente parte de ese mar, si bien en una porción infinitamente más pequeña…… pero “mar” al fin y al cabo. Trasladado ello al tema que nos ocupa, cuando uno esté frente a uno de esos inmortales personajes, estará sencillamente ante una visible ínfima porción del Dios Altísimo, pues tal personaje será esencia de Éste; porque eso es lo que resulta si tomamos el mar citado representando al Dios Creador y a cada uno de esos futuros personajes, con el contenido de ese cuenco de agua tomado de ese inmenso e infinito mar descrito y que, insistimos, como prefiguración y salvando todas las distancias, del Dios Altísimo; recordemos al respecto y en previsión de que nos salga alguien diciendo que eso no se ajusta a lo dicho en las Escrituras, eso es, la posible futura existencia de tan encumbrados personajes, que ya en estas se nos habla de dicha posibilidad como real, en el pasaje de Gál. 6:15 y tomado en este caso, de la versión PDT:

En realidad tener la circuncisión o no tenerla, no significa nada. Lo que de verdad importa es la nueva creación que Dios está haciendo.”

Y “nueva creación” que inició en Jesucristo, al ser éste resucitado ya como ser inmortal y como nos explica el apóstol Pedro en su primera carta:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque, según su gran misericordia, nos dio un nuevo nacimiento a una esperanza viva mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos (ya como ser inmortal), 4 a una herencia incorruptible (por tanto, indestructible) e incontaminada e inmarcesible. Está reservada en los cielos para ustedes, 5 que están resguardados por el poder de Dios mediante la fe para una salvación que está lista para ser revelada en el último período.” (1 Ped. 1:3-5). (Acotaciones nuestras).

Lo que nos lleva al tema de quiénes serán aquellos que disfrutarán de dicha condición de “inmortalidad” y cuestión que nos aclara Pablo en su segunda carta a la congregación de Corinto:

Por consiguiente, si alguien está en unión con Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas pasaron, ¡miren!, cosas nuevas han llegado a existir.” (2 Cor. 5:17).

Pero partamos de la base que ese estar en “unión con Cristo”, tiene que ver con el participar de su muerte o, dicho de otra manera, el morir como él murió, eso es, “ejecutado con hacha” (asesinado) en defensa de su lealtad a Dios (Rev. 20:4); recordemos al respecto, unas palabras de Jesucristo dirigidas a los miembros de la congregación de Esmirna y dichas en los siguientes términos:

No tengas miedo de las cosas que estás para sufrir. ¡Mira! El Diablo seguirá echando a algunos de ustedes en la prisión para que sean puestos a prueba plenamente y para que tengan tribulación diez días. Pruébate fiel hasta la misma muerte y yo te daré la corona de la vida (o lo que es lo mismo, la “inmortalidad”).” (Rev. 2:10). (Acotación nuestra).

Que ello es así, queda refrendado por las palabras de Pablo cuando dijo que si uno moría a la “semejanza” de Cristo, también sería resucitado a la semejanza de éste (Rom. 6:5), eso es, con la condición de “inmortal” criatura y con todo lo que esto significa, que ya hemos explicado. Llegados a este punto y ya averiguado qué es la “inmortalidad”, e identificado a un grupo que disfrutará de ella y compuesto por aquellos que junto a Cristo tienen que gobernar en el reino de Dios en calidad de reyes y sacerdotes, veamos ahora qué es la “vida eterna” y quiénes tienen acceso a esta; decir de entrada, que el primero que tuvo acceso a la posibilidad de vivir eternamente fue nuestro primer padre Adán y al que le fue dicho lo siguiente:

Y Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara. 16 Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. 17 Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.” (Gén. 2:15-17).

Luego está claro que si Adán no hubiera comido del fruto del árbol prohibido, aún hoy seguiría con vida y sin ser “inmortal”, lo que nos lleva a la siguiente y lógica conclusión: la “vida eterna” es una vida sin fin, pero condicionada por la obediencia a unas normas o mandatos establecidos y situación en la que también se encuentran los ángeles; porque si bien es cierto que estos no puede morir, no es menos cierto que sí pueden ser destruidos si infringen las normas para ellos establecidas:

Deseo recordarles, a pesar de que saben todas las cosas de una vez para siempre, que Jehová, aunque salvó a un pueblo de la tierra de Egipto, después destruyó a los que no mostraron fe. 6 Y a los ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación, los ha reservado con cadenas sempiternas bajo densa oscuridad para el juicio del gran día (y que tiene que ver con la destrucción eterna de los implicados)”. (Judas 5-7). (Acotación nuestra).

Todo considerado queda claro que no es lo mismo la “inmortalidad” que la “vida eterna” o la posibilidad de vivir eternamente y que era lo que le fue ofertado a nuestro primer padre que, aun pudiendo vivir para siempre, continuaba siendo mortal y por tanto, sujeto a normas establecidas por un Supremo Legislador…… no así en el caso de los seres inmortales, que al haber sido convertidos en esencia de ese mismo Legislador no pueden ser alcanzados por el pecado (Sant. 1:13). Pero si eso es así y así es (para más información, vean nuestro escrito del 28/10/13), la pregunta es la siguiente: ¿de dónde saca entonces el “teólogo” Apologista Mario Olcese, la idea de que “inmortalidad” y “vida eterna” son la misma cosa? Pues sencillamente de un pasaje mal leído y peor entendido, sobre el que soporta tan disparatada idea y que encontramos en Mat. 19:27-29, tomado este de la misma versión que usa tan “entendido” personaje, eso es, la RV 1960:

Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?

28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.”

Según el “teólogo” mencionado y para sostener su disparada afirmación, retuerce con saña no solo el sentido del texto, sino también la sintaxis o estructura de la frase, al afirmar que las personas señaladas en el verso 29 son las mismas que las del versículo anterior o 28 y por lo que la “vida eterna” mencionada en este le aplicaban a Pedro (ver minuto 6 a 6’21 de grabación del video señalado) y al conjunto de los que con Cristo se sentarían sobre tronos a su lado, en lo que no es más que una verdadera salvajada, porque veamos: la respuesta a la pregunta de Pedro queda circunscrita en el verso 28 cuando se le dice que él y los que como él le hayan seguido, se sentarán junto a Cristo en tronos para gobernar sobre otros. Luego y con un punto y aparte de por medio, lo que significa que lo que sigue ya no tiene relación con lo anterior, en el versículo 29 se añade que, además “cualquiera” que no pertenezca al grupo de los Pedro y compañía, pero que como ellos se haya significado en favor del reino de Dios, también recibirán su correspondiente recompensa y lo que nos lleva a pensar en la “gran muchedumbre” de Rev. 7:9 que “sobrevive” (verso 14) a la “gran tribulación” final, porque de estas personas es de las que se nos habla en el versículo 29 considerado…… luego no es que Jesús disienta de la Watchtower en ese tema, sino que el “teólogo” en cuestión por no saber, no sabe ni leer con un mínimo de corrección.

Que el planteamiento que proponemos es correcto, queda claro si contrastamos el contenido de dicho verso 29, con una precisión que en su momento hizo Jesús; porque recordemos que la recompensa a esas personas que renuncian a todo lo que tienen para seguirle, esta relacionada con el aumentar significativamente las posesiones abandonadas, tanto materiales como familiares y entre las que figuran “mujer e hijos”…… sin embargo, de haber sido dirigidas dichas palabras a los Pedro y compañía tal como nos propone el Sr. Olcese, ello no cuadraría con las palabras de Jesús en Luc. 20:34-36:

Jesús les dijo: “Los hijos de este sistema de cosas se casan y se dan en matrimonio (las personas del versículo 29 que estamos analizando), 35 pero los que han sido considerados dignos de ganar aquel sistema de cosas y la resurrección de entre los muertos (Pedro y el resto de aquellos que reinan con Cristo del verso 28) ni se casan ni se dan en matrimonio. 36 De hecho, tampoco pueden ya morir, porque son como los ángeles y son hijos de Dios, por ser hijos de la resurrección.” (Acotaciones nuestras).

Porque si ello es así ¿cómo se entendería que su recompensa y según ese “genio” de la teología que afirma ser Apologista Mario Olcese, fuera el de darles a esas personas más hijos e hijas, así como la esposa preceptiva? De hecho y por aquello de “apuntalar” la idea, tenemos que el que se nos diga que esos personajes “son como los ángeles” solo puede ser entendido en el sentido que no pueden reproducirse para perpetuar la especie, algo que solo está permitido a la creación material, eso es, a los “hijos de este sistema de cosas” y siempre según el pasaje leído…… recordemos que mientras los seres “inmortales” no pueden ya ser destruidos, los ángeles y como hemos visto, sí pueden serlo y por lo que la alusión de Jesús solo se podía referir a lo que hemos señalado.

Todo considerado, queda claro que la interpretación que nos ha hecho tan histriónico personaje del pasaje de Mat. 19:27-29 no puede ser más disparatada y cayendo por ello en el error que nos señala, al ser víctima de una interpretación equívoca que, lógicamente, se le ha vuelto en contra. Pero es que no contento con eso, de nuevo vuelve a meter “la gamba” cuando, para sostener su disparatada interpretación, nos cita de Juan 6:54 en dónde se lee como sigue:

El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.”

Porque la cuestión radica en a quiénes se hacía referencia con esas palabras y que no era a los Pedro y compañía, o sea, a aquellos que Jesús seleccionó para reinar a su lado y que nunca fueron el foco de atención de la predicación del reino de Dios (por raro que ello suene a oídos de algunos); pero volviendo al tema que nos ocupa, que ese pasaje no iba dirigido a los también llamados “ungidos” se desprende de la afirmación del Hijo de Dios en el sentido de que aquellos que “se alimentan de su carne y beben su sangre” (que no significa otra cosa, sino que confían en los beneficios de su sacrificio vicario) serán resucitados “en el último día”…… lo que nos lleva a unas palabras de Marta, la hermana de Lázaro, a Jesús:

Jesús le dijo: “Tu hermano se levantará”. 24 Marta le dijo: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día.” (Juan 11:23-24).

Por lo que la clave está en averiguar qué se entiende por “último día” y queda claro que solo puede hacer referencia al período de mil años del reino de Dios, dentro del cual se llevará a cabo la resurrección de los muertos…… sin embargo, aquellos que con Cristo tienen que reinar, se levantan en la llamada “primera” resurrección (Rev. 20:6) y que se produce tres años y medio antes de que se establezca el reino de Dios en la tierra e inicie la resurrección aludida por Marta (recordemos que Jesús no invalido el razonamiento de ésta), por lo que no podemos estar hablando de los mismos muertos. Y es que no podemos perder de vista, por otra parte, que la predicación del reino de Dios tenía y tiene que ver con la gente en general que es a quién se dirigen las Escrituras, fundamentalmente el llamado AT y que es el contenido al que debemos prestar atención, puesto esto es lo que de dicho contenido se nos dice:

“…… y para que él envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:20-21).

Luego todo lo que tiene que acontecer durante con reinado de Jesucristo en la tierra para beneficio del ser humano, ya nos fue dicho por los profetas que hablaron en nombre de Dios, mientras que lo que Jesús hizo con su presencia no fue más que certificar o avalar el cumplimiento de lo anunciado, como reconoce el apóstol Pablo en las siguientes palabras:

Porque no importa cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante él. Por eso también mediante él se dice el “Amén” a Dios, para gloria por medio de nosotros.” (2 Cor. 1:20).

Es cierto que como primera provisión y por aquello de “no empezar la casa por el tejado”, Jesús tuvo que empezar por seleccionar a aquellos que tendrían que acompañarle en dicho gobierno, en cumplimiento de la promesa divina que encontramos en Éxo. 19:5-6:

Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. 6 Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel.”

Y que estaríamos ante los preparativos fundamentales para establecer el reino de Dios sobre la tierra, queda probado por el hecho de que el Hijo de Dios fue públicamente reconocido en su momento, como el rey enviado por Dios (Mat. 21:1-10). Por lo que a continuación de dicho reconocimiento, lo que procedía era el buscar a aquellos israelitas que aceptaran la propuesta de participar en dicho reino y que fueron tan pocos, que el Altísimo tuvo que completar su número de entre gente de las naciones, también llamados “gentiles” (Hech. 13:44-47). Pero que la predicación del reino de Dios siempre tuvo como destino final a la humanidad en general y no a unos pocos escogidos (en realidad y según Rev. 14:1, solo 144.000 miembros), es algo que afirmó el propio Jesús en la llamada “parábola de las ovejas y las cabras” y en donde se lee como sigue:

Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. 32 Y todas las naciones serán reunidas delante de él, y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha, pero las cabras a su izquierda.

34 Entonces dirá el rey a los de su derecha: Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo”.” (Mat. 25:31-34).

Entonces queda claro que el reino de Dios tiene su razón de ser en el general beneficio de la humanidad (pues para esta fue “preparado”) y no para aquellos que gobernarán en el mismo; ello solo se puede entender con una clara visión del contexto bíblico y de la que carece totalmente el personaje de Apologista Mario Olcese. Porque el reino de Dios como un todo, tema único y fundamental de las Escrituras (el propio Jesús, su sacrificio y el de todos aquellos que lo abrazaron, dando su vida por ello y el hecho de precisar de una “nueva creación”), no era un fin en sí mismo, sino un “instrumento” o el medio usado por Jehová Dios para liberar del pecado a una humanidad perdida y algo que se nos explica claramente en Juan 3:16:

Porque tanto amó Dios al mundo (eso es, a la humanidad en general) que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna (afirmación que excluye a aquellos que heredan la inmortalidad y reinan con Cristo).” (Acotaciones nuestras).

Luego y para enfatizar el tema, el reino de Dios como tal y todo lo que le rodea (resurrección incluida), no deja de ser más que el instrumento mediante el cual nuestro Creador devolverá al ser humano la posibilidad de vivir eternamente y cómo fue su propósito en un principio con Adán y que es lo que tiene que ser restaurado…… “vida eterna” que eternamente y valga la redundancia, continuará estando condicionada a la obediencia a las normas divinas. Y es que de no ser así, el ser humano como tal sería privado de aquello que le da su razón de ser y que es lo que conocemos como “libre albedrío”, o sea, la capacidad de tomar una decisión o la contraria: en este caso, el someterse a la gobernación de su Creador…… o no.

Concluido el asunto, ha quedado meridianamente claro que una errada interpretación de las Escrituras, bien sea por no atender al contexto, bien sea por no saber leer con un mínimo de corrección un pasaje determinada, puede conducir a hacer uno a violentar la voluntad divina (fundamental cuestión de fondo) y como hemos señalado al inicio de este escrito, así como el cometer el mayor de los ridículos ante los seguidores de uno…… si bien es cierto que en el caso del personaje mencionado no existe tal posibilidad, pues ha acreditado con suficiencia el no tener el menor sentido del ridículo.

MABEL


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