lunes, 1 de mayo de 2017

El futuro que nos aguarda.


El señor Jack Ma (no es el señor de la foto), es un multimillonario chino dueño de la plataforma de comercio electrónico Alibaba y al que se le atribuye la siguiente reflexión: “En los próximos 30 años, el dolor del mundo será mucho mayor que su felicidad.” Pues…… ¡cómo no nos quedemos todos “embarazaos”!, que diría nuestro amigo el castizo, porque la realidad es que peor no puede pintar el tema a la luz de cómo están las cosas y las miremos por donde las miremos; y es que hubo un tiempo en el dichoso “botoncito rojo” que activaba los arsenales nucleares solo lo tenían Rusia y EE.UU., por lo que la cosa parecía estar más controlada. Sin embargo y con todo eso, hubo un momento determinado en que por “los pelos” se evitó un desastre global de proporciones apocalípticas y gracias al buen juico de un militar ruso…… pero recordemos la historia de dicho suceso:

Stanislav Yevgrafovich Petrov (este sí es el señor de la foto) y cuya imagen acompaña hoy a este escrito, actualemente un teniente coronel del Ejército soviético retirado, es el hombre que tuvo el destino del mundo en sus manos una noche de 1983, momento en que se vivían los últimos coletazos de la guerra fría y el ambiente era de máxima tensión, pues en ese tiempo la antigua URSS acababa de derribar un avión coreano que había entrado en su espacio aéreo por despiste, mientras los Estados Unidos seguían en sus trece de colocar una batería de misiles en Europa Occidental y con el consiguiente malestar de los rusos, que veían peligrar su seguridad. Con ese ambiente poco tranquilizador, llegamos al 26 de septiembre de 1983, cuando catorce minutos después de medianoche todas las alarmas saltaron en el búnker Serpukhov-15, a unos cien kilómetros de Moscú, pues el satélite OKO captó supuestamente el lanzamiento de cinco misiles nucleares norteamericanos rumbo a la URSS…… tiempo estimado de impacto: 20 minutos.

El mencionado Petrov, era en ese momento el oficial responsable de activar el protocolo de respuesta, es decir, de iniciar el contraataque nuclear que acabaría con todo lo que estaba en medio mundo; sin embargo, convencido de que tenía que tratarse de un error, pues razonó que no tenía lógica que EE.UU. atacara con solo cinco misiles, decidió ignorar todas las alarmas, incumplir las órdenes de la cadena de mando y esperar…… y, efectivamente, no pasó nada. Medio año después se supo que habían sido los rayos del sol los que provocaron la alarma, pues resulta que el sol, la tierra y el satélite OKO se habían alineado de tal forma que éste último confundió la luz solar reflejada en las nubes con el curso de unos misiles; el incidente, silenciado por la URSS, ha pasado a la historia como el “Equinoccio de otoño”, aunque ni la hazaña ni su protagonista son apenas conocidos. Petrov fue degradado por esa decisión que salvó al mundo y posteriormente restituido, otorgándosele incluso en Febrero del 2013 el premio “Dresde de la Paz”, pues gracias a sus nervios de acero y capacidad de razonamiento lógico podemos contar hoy lo ocurrido en estos últimos treinta y pico de años que nos separan de ese crucial momento, tanto lo bueno como lo malo…… y que de todo ha habido “en la viña del Señor”.

El “problemilla” está en que hoy y a diferencia de hace más de tres décadas, hasta el tendero de la esquina tiene su particular “botón rojo”, pues no hay nación que se precie que no esté en posesión de armamento nuclear; ya otra cosa distinta es si alguien se atreverá en algún momento a pulsar el “botoncito” de marras y el sentido común nos dice que no, ¡peeerooo…! Sin embargo y en el supuesto de que no haya ningún descerebrado que se atreva a ello (pensamos en el “mozo” de Corea del Norte y cruzamos los dedos), dado que de hecho el armamento nuclear se contempla hoy más como arma se disuasión que como arma de ataque, la cosa se complica cuando el tema se mira desde otra perspectiva y que tiene que ver con los sofisticados sistemas informáticos que controlan todo ese armamento y que bien podrían colapsar, o ser pirateados, o achicharrados por una fluctuación solar o no sabemos cuántas cosas más, pero que en todo caso y debido a un error informático se podría montar y como diría nuestro buen amigo el castizo “la de Dios es Cristo” en lo que significaría, prácticamente, la destrucción de la humanidad en un holocausto nuclear.

Y esto no es una simple cuestión de opinión, sino una posibilidad muy real que contemplan muchos analistas políticos y militares, en todo caso, personas muy bien informadas acerca de cómo está la situación mundial en este momento en el que usted lee estas líneas y en el que las armas nucleares aparecen hasta en los “supermercados”. Pero siempre están aquellos que piensan que “el miedo guarda la viña” y que nadie se atreverá a dar el primer paso, pues en realidad estaría preparando su propia aniquilación; valga como símil y salvando todas las distancias, el ejemplo del dentista con las tenacillas en la mano y su paciente con la boca abierta: en ese álgido momento el paciente coge al dentista por sus partes nobles y dice aquello tan convincente de: “No nos vamos a hacer daño ¿verdad?”…… pues eso. Aceptando este argumento, todo parecería indicar que la “sangre no llegará al río” y por lo que no hay nada de qué preocuparse; pero ¿es eso realmente así?

Lamentablemente no estamos hablando de una opción tranquilizadora, pues aun aceptando que no se vayan a usar armas nucleares, no es menos cierto que estas existen y en constante renovación (más alcance, más potencia, etc.) y que por lo tanto tiene que haber un forzoso almacenamiento del material obsoleto y cuyo poder radioactivo perdura por cientos, cuando no, por miles de años. Sin embargo, el hombre (inasequible al desaliento, el muy “desgraciao”) continúa con su suicida deriva llenando al mundo de residuos nucleares, bien sean de plantas nucleares, de armamento militar o de lo que sea, almacenándolos en cuevas, túneles de hormigón o lanzándolos al mar…… en fin: nada que una persona bien informada no esté al tanto de ello y lo que plantea una destrucción o arruinamiento total del planeta en el momento menos pensado (humanidad incluida), a menos que algo o alguien lo impida; y ahí es en donde entra La Biblia, pues esto es lo que se nos dicen en ella:

Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada: “Yo soy Jehová y no hay ningún otro.” (Isa. 45:18).

Ello elimina entonces, la posibilidad de que el hombre se destruya a sí mismo en una devastación nuclear, pues no se contempla por parte de nuestro Creador la idea de una tierra sin habitantes; la pregunta es, entonces, cómo lo hará Dios para evitar aquello que parece inevitable…… y eso es lo que se nos contesta en las Escrituras:

Pero las naciones se airaron y vino tu propia ira y el tiempo señalado para que los muertos sean juzgados y para dar su galardón a tus esclavos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18).

Eso es, que Dios destruirá a aquellas naciones o gobiernos y a los que les apoyan, que en su demencial deriva ponen en grave riesgo el futuro de la humanidad; y no solo destruirá a esos gobiernos, sino que instalará en la tierra una gobernación propia que sanará todas las heridas que estos han infligido al planeta tierra en su conjunto y referencia esta, que aparece por primera vez en la profecía de Daniel:

Y en los días de aquellos reyes (los actuales gobernantes), el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos (los actuales, repetimos) y él mismo (el susodicho reino), subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Dan. 2:44). (Acotaciones nuestras).

Este reino, obviamente no será un reino cualquiera, pues estará liderado por el propio Hijo de Dios, Jesucristo y acompañado en dicha gobernación por sus hermanos menores (Mat. 25:40; 45), con la comisión de restaurar en la tierra las condiciones paradisíacas que existían en tiempos de nuestros primeros padres, Adán y Eva; de dicha tarea restauradora se nos habla en el conocido pasaje de Hech. 3:20-21:

“…… y para que él (Jehová Dios), envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Acotación nuestra)

Luego lo que lo que habría de averiguarse es, primero, para cuándo podemos esperar ese tiempo, segundo, qué es lo que se va a restaurar y, tercero, de qué cosas habló Dios por boca de sus profetas, como cosas a restaurar; empezando por el “cuando”, tenemos que primero tiene que aparecer un singular personaje conocido como “el anticristo” y cuya tarjeta de presentación será un pacto por siete años que establecerá entre las naciones en conflicto (Dan. 9:27) y período temporal que conocemos como la “semana 70” de Daniel. Finalizada esta, se instaurará el citado reino de Dios en la tierra y que tendrá una duración de mil años, dentro de los cuales se producirá la anunciada “restauración”. Siguiendo por el “qué es” lo que se va a restaurar, es obvio que se trata de las condiciones que existían en un principio, eso es, en tiempos de Adán y Eva; que ello es así, queda enfatizado cuando analizamos “las cosas” a ser restauradas y que nuestro Creador anunció de antemano por “boca de sus profetas de tiempo antiguo” y empezando, por ejemplo, en lo que tiene que ver con nuestro entorno medioambiental, incluyendo los parajes más extremos, como se deduce de la lectura del siguiente pasaje:

“… pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros (recordemos que estas plantas precisan de mucha agua para su desarrollo).” (Isa. 35:6-7). (Acotación nuestra).

Obviamente, dicha restauración pasa también con todo aquello que tiene que ver con nuestros cuerpos:

En aquel tiempo (eso es, a partir del momento en que Jesucristo tome posesión del gobierno del reino de Dios) los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría...”. (Isa. 35:5-6). (Acotación nuestra).

Restauración que tiene que ver también con la total eliminación de las enfermedades:

Y ningún residente (de aquellos que accedan a dicho reino) dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error (recordemos que las enfermedades son resultado del pecado heredado).” (Isa. 33:24). (Acotaciones nuestras).

Por otra parte, esto es lo que nos dijeron esos “profetas de tiempo antiguo” y voceros del Dios Altísimo, acerca de la vejez, que tanto nos limita y antesala de la muerte:

Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).

O lo que es lo mismo, que la persona anciana y decrépita retroceda en el tiempo en cuanto a lo físico y sea devuelta (o “restaurada”) a los momentos de su máximo esplendor juvenil, tanto en lozanía como en vigor; pero veamos más de lo que se nos dijo por medio de esos “profetas de tiempo antiguo” y ello para el momento en que (según se lee en Hech. 3:20-21), Cristo regrese a la tierra para empezar a reinar en ella…… en este caso, relacionado con lo que Jehová hará con la muerte en ese período de mil años de gobernación divina por medio de Su Hijo:

Él realmente se tragará a la muerte para siempre (eso es, que la muerte como tal dejará de existir) y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro (causadas fundamentalmente por el dolor ante tan luctuoso suceso). Y el oprobio de su pueblo (eso es, el pecado que causa la muerte) quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.” (Isa. 25:8). (Acotaciones nuestras).

Pero “restauración de todas las cosas” que quedaría incompleta, si de ella quedaran excluidas todas aquellas personas que murieron antes de que ese momento tan esperado por aquellos que confiamos en las promesas de nuestro Creador se haya hecho realidad…… por eso, otra de las cosas de las que nos hablaron “por boca de Jehová los profetas de tiempo antiguo”, tiene que ver con la resurrección de los muertos:

Tus muertos vivirán. Cadáver mío... se levantarán. ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo! (luego nuestro Creador ya los contempla como seres vivos). Porque tu rocío es como el rocío de malvas y la tierra misma dejará que hasta los que están impotentes en la muerte caigan en nacimiento (eso es, que vuelvan a la vida mediante una resurrección).” (Isa. 26:19). (Acotaciones nuestras).

Todas estas cosas, la restauración física, la eliminación de las enfermedades, la restauración del medio ambiente, el devolver al hombre la juventud interminable, el eliminar la muerte y el devolver la vida a los que han sido afectados por esta, son las cosas a restaurar y que fueron prometidas por Jehová Dios mediante “sus santos profetas de tiempo antiguo”. No olvidemos, sin embargo, que dicha restauración tiene que producirse dentro del período de mil años del reino de Dios y que para llegar al mismo tenemos que transitar aún por la mencionada “semana 70” de Dan. 9:27 y que se subdivide en dos partes: tres primeros años de una gran predicación y anunciada por Jesús en Mat. 24:14, con el propósito de poner en antecedentes al mundo del inmediato establecimiento del reino de Dios sobre la tierra y una segunda parte de dicha semana de “gran tribulación” para destrucción eterna de aquellos que hayan rechazado el someterse al reinado del Hijo de Dios; veamos cómo se nos explica este último evento en las Escrituras:

“…… al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios (porque no han querido conocerle)  y sobre los que no obedecen (más bien al contrario, se resisten a ello) las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (2 Tes. 1:7-9). (Acotaciones nuestras).

Este es y para concluir, el futuro que tenemos por delante y cuyo pistoletazo de salida lo dará la aparición al unísono del “anticristo”, por un lado y, por otro, la irrupción en escena de los llamados “dos testigos” o un pequeño resto de poderosísimos “ungidos” que tendrá la comisión de anunciar al mundo el inmediato establecimiento del reino de Dios sobre la tierra (Rev. 11:3-6)…… recordemos que hemos dicho que la citada predicación ocupa la primera mitad (tres años y medio) de la mencionada “semana 70” de Dan. 9:27 y que su segunda mitad, está caracterizada por un tiempo de tribulación sin precedentes en la historia (Mat. 24:21), contra aquellos que rehusaron aceptar el mensaje divino dado a través de esos dos poderosos personajes enviados por Dios y lo que significará su eterna destrucción.

Dadas así las cosas, la pregunta clave tiene que ver en para cuándo la aparición del llamado “anticristo” y cuya respuesta no es nada difícil; porque si de él se nos dice que lo primero que hace y como cosa más importante es establecer un pacto de paz “entre los muchos”, ello parece indicar que su aparición en escena tiene que producirse forzosamente en un tiempo de gran turbulencia e inestabilidad entre las naciones. Luego viendo “cómo está el patio” en nuestros días…… ¿cree usted, que dicha aparición se puede retardar más?

MABEL


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