domingo, 2 de mayo de 2010

¿Es usted una persona “deseable”?

Y ciertamente meceré todas las naciones y las cosas deseables de todas las naciones tienen que entrar; y ciertamente llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Ageo 2:7).

Así dice una profecía registrada en las Escrituras señalando a tiempos futuros y que dicho sea de paso, parece ser que ya los tenemos aquí. Sin embargo, hay que reconocer que existe cierta confusión, cuando no autentica contradicción entre los estudiosos, acerca del sentido correcto en este pasaje en cuanto a la expresión “las cosas deseables de todas las naciones.” Los propios y diferentes traductores, coinciden en que el sentido de antiguos manuscritos llegados hasta nosotros, acerca de este texto, es muy confuso y ambiguo.

Ahora bien, está claro que lo que ha llegado hasta nuestras manos, de ninguna manera son los escritos originales de las Escrituras, sino copias de otras copias, que a su vez procedían de más copias de otras copias.….. en fin, para que continuar. Luego y teniendo en cuenta que el libro de Ageo se completó aproximadamente en 520 a.E.C., nos podemos hacer una idea de la cantidad de veces que ha tenido que ser copiado a mano (el uso de la impresión no se utilizó hasta 1.500 E.C.) y de la facilidad, con que se pudieron cometer involuntarios errores de transcripción. Hasta el uso de la imprenta en Europa, como hemos señalado, los libros eran difundidos a través de las copias manuscritas de monjes y frailes dedicados exclusivamente al rezo y a la réplica de ejemplares por encargo del propio clero o de reyes y nobles. Tengamos en cuenta por otra parte y que pesar de lo que se pueda creer, no todos los monjes copistas sabían leer y escribir. Meramente realizaban la función de copistas, o sea, imitadores hábiles de signos y siendo el caso, que en muchas ocasiones no entendían lo que copiaban, lo cual era fundamental y muy conveniente, para copiar libros prohibidos (en su día, la Biblia era uno de ellos) que hablasen de medicina interna, de sexo o de alguna otra materia prohibida, sobre todo para aquellas personas o entidades que encargaban el trabajo y que no deseaban la divulgación de dicho contenido. Pero claro, ello conllevaba el riesgo de que ante el desconocimiento, una pequeña alteración en un signo determinado, sin importancia para el copista de turno, con el tiempo y a través de más copias de estas copias, se llegara al extremo de incluso alterar el sentido o significado de una frase entera.

Por ello y puesto que si bien el sentido de una frase, de un texto bíblico en el caso que nos ocupa, sí podía ser alterado, lo que no podía serlo de ningún modo era el contexto general de las Escrituras, porque de lo contrario ya no estaríamos hablando de la Biblia, sino de otra cosa. Por ello entendemos que lo que puede dar el verdadero sentido a dicho pasaje, es considerarlo a la luz de ese contexto general y al hacerlo así, lo que nos sale como el contenido más lógico y razonable, por lo menos nos parece a nosotros, es lo que hemos transcrito al principio de este escrito. Ya aceptado este extremo y para aquellos que obviamente lo acepten, pasemos al asunto que nos ocupa: ¿por qué ser deseable?

Es sabido que el mundo en el que vivimos, tiene sus propias normas por medio de las cuales juzgar si una persona es deseable o no. Y a menos que usted sobresalga en la política o en los deportes, en el arte, en las riquezas o en el campo de la diversión, no es demasiado probable que el mundo lo considere como algo deseable. Pero en fin, no deje que eso le preocupe. Cuando Jesucristo, el Hijo de Dios, estuvo en la Tierra, los hombres tampoco lo consideraron deseable, cosa que ciertamente, ya se sabía de antemano:

Y él subirá como una ramita delante de uno y como una raíz de tierra árida. No tiene forma regia, ni ningún esplendor; y cuando lo veamos, no hay la apariencia que haría que lo deseáramos. 3 Fue despreciado y fue evitado por los hombres, un hombre que era para dolores y para estar familiarizado con la enfermedad. Y hubo como si fuera el ocultar uno su rostro de nosotros. Fue despreciado y lo consideramos como de ninguna importancia.” (Isa. 53:2-3).

Y sin embargo, era el mismísimo hijo de Dios. No obstante, lo que vale a efectos prácticos, no es que usted sea deseable a los hombres, sino que usted sea deseable a su Creador, Jehová Dios, porque es de Él y no de otros, de quién usted recibirá bendiciones en un futuro ya inmediato, si es considerado como tal. Pero, ¿puede una criatura humana, débil e imperfecta, realmente parecerle deseable al magnífico Creador del universo?...... ciertamente puede. Y si esa idea le parece a usted, difícil de creer, entonces note lo que la Biblia, citando de las palabras de un ángel o mensajero de Dios, dice acerca del profeta Daniel:

Oh Daniel...... yo mismo he venido a dar informe, porque eres alguien muy deseable”...... “Oh Daniel, hombre muy deseable”...... “No tengas miedo, oh hombre muy deseable”.” (Dan. 9:22-23; 10:11, 19).

Así, a Daniel se le describe tres veces no solo como deseable, sino “muy deseable. (Otras traducciones vierten “muy amado” o “muy preferido”). Luego, ¿qué fue, lo que hizo a Daniel una persona tan deseable a los ojos de Dios? Evidentemente no fue su apariencia personal, ni fue su erudición (aunque tuvo una educación muy esmerada), porque Dios y a diferencia del ser humano, no juzga por la apariencia exterior, sino por el corazón. Él mismo aclaró esto cuando en una ocasión le dijo a su profeta Samuel y en ocasión de la elección de David como rey:

No de la manera que el hombre ve es la manera que Dios ve, porque el simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón.” (1 Sam. 16:7).

Y Daniel, obviamente, tenía un buen corazón; y el buen corazón de Daniel se manifestó en su genuina honradez, en su rectitud de comportamiento. Aunque ocupaba un puesto gubernamental muy encumbrado, no lo explotó para provecho propio y egoísta, siendo en vano que sus envidiosos enemigos trataran de hallar alguna falta contra él, pues leemos:

No había pretexto ni cosa corrupta alguna que pudieran hallar, puesto que él era digno de confianza y no se hallaba en él ninguna negligencia o cosa corrupta.” (Dan. 6:4).

¿Verdad que nos gustaría que de nosotros, se escribiera algo parecido? Pues si queremos ser personas a quienes Dios halle deseables, nosotros también, tenemos que guardar nuestro corazón y vivir irreprochablemente, como lo hizo Daniel (Pro. 4:23).

Otra manera en la cual Daniel sin duda, se hizo muy deseable, fue alabando a Dios. Le interesaba y amaba intensamente el nombre de Dios, por ello cuando Este contestó su oración, revelándole el sueño de Nabucodonosor y su interpretación, Daniel dijo:

Que el nombre de Dios llegue a ser bendito de tiempo indefinido aun a tiempo indefinido, porque la sabiduría y el poderío... porque pertenecen a él.” (Dan. 2:20).

Y cuando le contó a Nabucodonosor el sueño y su significado, Daniel dio énfasis al hecho de que solo era Dios el que podía revelar estas cosas (Dan. 2:28). Además, es patente que Daniel en todos sus caminos tomaba en cuenta a Jehová (Pro. 3:6) y una de las maneras en que hizo esto, fue mediante sus oraciones. Cuando afrontó la amenaza de ejecución si no podía interpretar el sueño de Nabucodonosor, lo primero que Daniel hizo fue dirigirse a Dios en oración (Dan. 2:18); y Daniel continuó fiel en su orar, aun a riesgo de su vida (Dan. 6:10-11). Ciertamente, eso lo hizo muy deseable a la vista de Dios.

Si queremos ser personas deseables a Jehová, también tenemos que interesarnos intensamente en la honra y el nombre de Dios y apreciar el privilegio precioso de la oración. Como nos aconseja el apóstol Pablo, debemos “persistir en la oración” y “orar incesantemente.” (Rom. 12:12; 1 Tes. 5:17). Otra cosa que también hizo que Daniel se hiciera deseable, fue el confiar plenamente en Jehová y Este, tiene en gran estima a las criaturas suyas que hacen esto. La confianza que Daniel tenía en Jehová era tal, que estuvo dispuesto a arriesgarse a ser arrojado al foso de los leones y por eso, debido a que confió en Dios, fue librado de una muerte segura, tal como leemos:

Daniel fue alzado del foso y no se halló ningún daño en él, porque había confiado en su Dios.” (Dan. 6:23).

De manera semejante, si su deseo es que Jehová Dios lo halle deseable, usted tiene que confiar en él aunque su vida pareciera estar bajo amenaza. Como lo expresa el apóstol Pablo, usted debe de tener una actitud de buen ánimo y también decir:

Jehová es mi ayudante; no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre?” (Heb. 13:6).

Si su manera de proceder en la vida es irreprochable, si se interesa intensamente en alabar a Jehová y honrar su nombre, si toma en cuenta a Dios en todos sus caminos, persistiendo en la oración y si usted confía tanto en Dios que no teme lo que el hombre pueda hacerle, entonces usted, también, llegará a ser una persona verdaderamente deseable a Dios. Y así, solo así, se le podrá contar entre las “cosas deseables” a las cuales nos hemos referido al inicio de este artículo, al citar de Ageo 2:7.

Hoy, como resultado de la difícil situación por la que está atravesando el mundo, en todos sus aspectos, se pudiera decir que Jehová Dios está meciendo a las naciones. Sin embargo, el momento en que usted tendrá que poner de manifiesto su condición de persona deseable o no, aún no ha llegado. Antes tienen que producirse cambios dramáticos en esta tierra y que ya se están gestando, así como una gran predicación a escala mundial, aún por efectuarse, momento en el que uno sí realmente tendrá que decidir del lado de quién está:

Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” (Mat. 24:14).

El mensaje de los juicios de Dios a una humanidad corrupta y alejada de ÉL, pronto se pregonarán para consternación a las naciones, pero sin embargo y al mismo tiempo, esa predicación conseguirá que los amadores de Dios que son de corazón sincero y honrado, se identifiquen como “cosas deseables.” De hecho, por sacudimiento serán sacados de entre las naciones y serán recogidos en una “gran muchedumbre” que sobrevivirá a la “gran tribulación” final (Mat. 24:21; Rev. 7:9; 14). Sí, Jehová tiene grandes bendiciones para esas personas “deseables” y que se realizarán cuando el Reino de Dios, ese reino que Jesús nos enseñó a pedir en la oración modelo del Sermón del Monte (Mat. 6:9-13), conocida como el Padrenuestro y al que muy pocas personas hacen caso (si es que siquiera saben de dicho reino), sea instaurado aquí en la tierra para bendición de la humanidad obediente.

El fiel profeta Daniel y por su conducta ejemplar ante su Creador, al final de sus días recibió la siguiente promesa:

Y en cuanto a ti mismo, ve hacia el fin; y descansarás, pero te pondrás de pie para tu porción al fin de los días.” (Dan. 12:13).

Efectivamente, querido lector, Daniel recibió la promesa divina de ser levantado de nuevo a la vida, en un mundo muy distinto del que él y nosotros hemos conocido. Un mundo en donde la paz será la constante; un mundo sin enfermedades, vejez ni muerte; un mundo en donde la justicia residirá de forma permanente y en el que se gozará de un medio ambiente limpio, restaurado, ajustado perfectamente a nuestras necesidades. Un mundo, en el que usted puede estar y fíjese bien, sin necesidad de tener que experimentar la muerte. Pero, ¿realmente puede ser eso así?, quizás se pregunte. Y claro que puede ser así, de lo contrario no se lo diríamos; continúe leyendo por favor.

En la actualidad, estamos literalmente viviendo los últimos estertores de una sociedad humana violenta y corrupta, alejada voluntariosamente de su Creador y que se está encaminando rápidamente hacia su destrucción, en una confrontación directa con Jehová Dios en lo que se conoce como la Batalla de Armagedón. Usted puede leerlo en el último libro de la Biblia, conocido como Apocalipsis o Revelación, según traducciones. En su capítulo 16, verso 16, usted puede leer lo siguiente: “Y los reunieron en el lugar que en hebreo se llama Har-Magedón.” ¿Y a quiénes se reúne en este lugar? Pues al conjunto de ejércitos de la humanidad rebelde e instigados por Satanás, el actual gobernante de este mundo (2 Cor. 4:4) y en franca oposición a los ejércitos celestiales dirigidos por el Rey nombrado por Jehová, ya en funciones, Jesucristo y sus gobernantes asociados; léalo usted mismo:

Y vi a la bestia salvaje y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos reunidos para hacer la guerra contra el que iba sentado en el caballo y contra su ejército.” (Rev. 19:19).

En cómo acaba esta batalla, lo puede averiguar en los versículos siguientes al que le acabamos de transcribir y ya nosotros le hemos explicado, que usted puede sobrevivir a estos acontecimientos pasando con vida y sin tener que experimentar la muerte, a través de los mismos...... mejor dicho, se lo dice su propio Creador a través de Su Palabra escrita, la Biblia. Fíjese que se nos dice en Rev. 7:9-17:

Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos. 10 Y siguen clamando con voz fuerte y dicen: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono y al Cordero (…..) 13 Y en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios; y le están rindiendo servicio sagrado día y noche en su templo; y El que está sentado en el trono (y en señal de aprobación) extenderá su tienda sobre ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, 17 porque el Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de los ojos de ellos.” (Acotación nuestra).

Nosotros, querido amigo/a que tiene la amabilidad de seguirnos en nuestros contenidos, le rogamos que lea de nuevo esa porción que le acabamos de transcribir y si puede ser directamente de su propio ejemplar de las Escrituras, mucho mejor. Y cuando lo haya hecho y después de meditarlo un poco, respóndanos una pregunta, por favor...... ¿cree usted, que vale la pena imitar el ejemplo de Daniel?

MABEL

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