jueves, 14 de julio de 2011

Ungidos…… ¿y “ungidas”?

Sí, sí, ya sabemos que nos metemos en un berenjenal de cuidado y que menos bonitos, probablemente nos van a decir de todo, empezando por machistas y de ahí, para arriba. Pero permítasenos decir en nuestro descargo, que lejos de intentar establecer cualquier tipo de discriminación, lo que pretendemos es abrir un debate inexistente en la actualidad, sencillamente porque todos los expertos en el tema y de forma sorprendente, dan por sentado que habrá entre los “ungidos”, o sea, aquellos elegidos por Jehová para gobernar con Su hijo Jesucristo en el reino milenario, tanto hombres…… como mujeres. Y nosotros, los autores de este blog (y para variar), no lo tenemos tan claro y siempre en función, no de nuestra personal opinión, sino de lo que entendemos que dicen las Escrituras. Y queremos señalar, antes de seguir adelante con la línea argumental de nuestro planteamiento, que no estamos hablando acerca de la posible ordenación de mujeres como sacerdotes o guías espirituales dentro de las iglesias cristianas de distinta denominación, tema en donde si hay debate y en el que voces muy autorizadas se pronuncian a favor de ello…… no, no, nosotros estamos planteando otra cosa.

Lo que estamos planteando, es la cuestión relacionada con la posibilidad de que, entre los miembros que formarán parte del gobierno milenario del reino de Dios y presidido por Jesucristo, se incluya a mujeres. Y es que nos parece a nosotros, que a tenor de la posición que ocupaba la mujer en la sociedad judía, en tiempos precristianos e incluso después, ya en la etapa cristiana y siempre según el contexto bíblico (que más adelante pasaremos a considerar), no parece probable que eso vaya a ser así; por otra parte, no conocemos de ningún texto que afirme taxativamente dicha posibilidad. Sin embargo, como dicen que la felicidad en casa del pobre suele durar poco, nos ha aparecido uno que sí parece sugerir esa circunstancia y que nos está desconcertando, porque eso contradice de “cabo a rabo” (como diría el castizo), ese contexto escritural al que acabamos de hacer referencia. Y estamos hablando concretamente del versículo 28 del capítulo tres de Gálatas, aunque para mayor comprensión del asunto, citaremos también los versos 26- 27. Por lo tanto, leamos el pasaje en cuestión:

Todos ustedes, de hecho, son hijos de Dios mediante su fe en Cristo Jesús. 27 Porque todos ustedes los que fueron bautizados en Cristo se han vestido de Cristo. 28 No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son una persona en unión con Cristo Jesús.” (Gál. 3:26-28).

Y antes de continuar, permítannos hacer una pequeña declaración: nosotros estamos plenamente convencidos de que “toda escritura es inspirada por Dios” (2 Tim. 3:16), así como que “hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo” (2 Ped. 1:21b). Por eso a la Biblia se la conoce como la Palabra de Dios y que por lo tanto y por definición, ni miente ni se contradice...... otra cosa distinta, es el hecho de que lo que se está leyendo hoy en el registro inspirado, sea el fruto de copias, de otras copias y que a su vez, fueron copiadas de copias de otras copias de los textos originales y todo ello y por espacio de casi quince siglos, hasta que se inventó la imprenta, copiado a mano. Ello obviamente, ya implica en sí mismo la existencia de numerosos errores, unos involuntarios y otros probablemente no tan involuntarios, que han hecho que algunos textos lleguen hasta nosotros con un sentido que quizás no tenían sus originales; y con ello, no estamos afirmando que este sea el caso en el texto citado de Gálatas…… pero, sinceramente, lo parece. Ahora súmenle a lo dicho, los pequeños “arreglillos” que algunas denominaciones religiosas actuales y que han publicado su propia traducción de las Escrituras, han introducido para ajustar el texto sagrado a lo que ellos entienden que determinado pasaje “debería” decir, para ajustarse a su particular forma de entender un asunto. El resultado de todo esto, es que existe cierta confusión en determinados temas y por lo tanto, aquellos que escribimos sobre religión, tenemos que asegúranos muy mucho antes de usar cualquier texto como apoyo de los argumentos que usamos en nuestros distintos planteamientos, básicamente mediante el contrastarlo con diferentes traducciones para sacar algo en claro respecto al posible sentido original del texto en cuestión…… y con todo y eso, a veces aún metemos la pata.

Sin embargo y afortunadamente, siempre nos quedará el contexto general de las Escrituras, para distinguir lo correcto o incorrecto de cada pasaje y aclararnos, cuál era el verdadero sentido de lo que supuestamente se pretendía decir en su original. Por lo tanto y con el ánimo de aclarar la presunta credibilidad del citado texto de Gál. 3:28, consideraremos, en primer lugar, otros dos pasajes en los que Pablo se pronuncia en parecidos términos:

Porque, de hecho, por un solo espíritu todos nosotros fuimos bautizados para formar un solo cuerpo, seamos judíos o griegos, seamos esclavos o libres y a todos se nos hizo beber un solo espíritu.” (1 Cor. 12:13).

Obviamente no sabemos que es lo que realmente pretendía decir Pablo en ese pasaje de Gál. 3:28, pero en principio y tomado tal cual pinta, parece querer indicar que las diferencias de rol existentes entre hombre y mujer en la sociedad precristiana y en función del sacrificio de Cristo, habían llegado a su fin. Pero lo que si observamos en este pasaje que acabamos de leer, es que si bien Pablo repite la misma idea, contraponiendo unas cosas con otras y prácticamente palabra por palabra, no menciona para nada acerca de la contraposición entre varones con hembras y a la que se había referido un tiempo antes, al dirigirse a los gálatas. Y uno podría pensar, que sencillamente Pablo no fue tan preciso en ese caso como en el anterior, pero es que se da la circunstancia que tenemos otro pasaje escrito unos años después y que repitiéndose en su planteamiento, tampoco menciona nada que tenga que ver con varones y hembras:

“...... y vístanse de la nueva personalidad, que mediante conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la ha creado, 11 donde no hay ni griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, extranjero, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todas las cosas y en todos.” (Col. 3:10-11).

Y así, nos encontramos con dos pasajes que dicen algo distinto con respecto de otro y que nos transmiten dos ideas distintas: en Gal. 3:26-28 se nos da a entender que las mujeres sí pueden participar de ese gobierno del reino, mientras que en los dos restantes, 1 Cor. 12:13 y Col. 3:10-11 y en perfecta armonía con el entero contexto bíblico, parece que eso queda reservado solo para los varones. Porque veamos: en los tres pasajes citados, Pablo se está dirigiendo a aquellos que en su momento habrían de gobernar con Cristo en el reino de Dios y transmitiéndoles la idea de que, mediante su ungimiento como Hijos de Dios, habían sido eliminadas las distintas diferencias de todo tipo existentes entre ellos. Pero claro, es que resulta que en Gál. 3:28, una de estas diferencias hace alusión a las existentes entre un varón y una hembra, con lo cual se nos estaría indicando, como hemos dicho, que las mujeres también formarían parte de ese cuerpo de gobernantes asociados con Cristo, en igualdad de condiciones (como no podría ser de otra manera) con los hombres.

Pero eso no cuadraría, con las directrices que Pablo marcó para las mujeres que formaban parte precisamente, de esas congregaciones compuestas de “ungidos” o Hijos de Dios y que deberíamos de suponer, igualmente “ungidas” por el mismo Espíritu Santo y por lo tanto, razonablemente, con los mismos derechos que los hombres. Recordemos que según Gál: 3:28, Pablo les recuerda que ya había sido removida la diferencia existente entre hombre y mujer en tiempos precristianos y por lo tanto, todos pasaban a ser una sola persona en Cristo e idea esta última, que también se transmite en los pasajes de 1 Cor. 12:13 y Col. 3:10-11 citados y por lo que todos pasaban a adquirir una posición de total igualdad, sin ninguna distinción entre ellos…... se supone. Porque vean las palabras que Pablo pasa a escribir, en esa misma primera carta a los Corintios, solo dos capítulos más adelante:

Como en todas las congregaciones de los santos, 34 las mujeres guarden silencio en las congregaciones, porque no se permite que hablen, sino que estén en sujeción, tal como dice la Ley. 35 Pues, si quieren aprender algo, interroguen a sus propios esposos en casa, porque es vergonzoso que una mujer hable en la congregación.” (1 Cor. 14:33-35).

Y no sabemos con certeza a qué Ley se refería Pablo, pero lo que sí queda claro, es que la mujer, lejos de estar en igualdad de condiciones con el varón y en virtud de un mismo espíritu recibido, estaba sujeta al varón y se le imponían unas normas de obligado cumplimiento dentro de las congregaciones, que recordemos, estaban compuestas solo por “los santos”. Y por lo tanto, eso nos dice que ellas no formaban parte del conjunto de personas elegidas por Jehová (los santos) para gobernar con Cristo; y en consecuencia, si Gál 3:28 dice lo que parece que dice, Pablo habría entrado en franca contradicción consigo mismo, en ese escrito dirigido a la congregación de Corinto. Pero ya hemos dicho que la Biblia no se contradice, porque no fueron los hombres los que escribieron la Biblia, sino que el Espíritu Santo de Jehová fue el que guió a esos hombres en la escritura…… y Jehová no se equivoca. Por lo tanto, algo raro hay en ese texto de Gál. 3:28, porque no se ajusta de ninguna manera la idea que nos transmite, al entero contexto escritural.

Ya hemos dicho por otra parte, que a tenor de ese contexto general de las Escrituras, no parece aceptable la idea de que a las mujeres se les conceda el participar en ese gobierno del reino y para ello, expondremos algunas razones. En primer lugar, empezaremos remontándonos al momento de la creación de nuestros primeros padres y averiguar con qué propósito Jehová, creó a la mujer y que queda perfectamente establecido, con las siguientes palabras:

Y Jehová Dios pasó a decir: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él”.” (Gén. 2:18).

Y es cierto que la mayoría de las traducciones vierten ese pasaje diciendo “una ayudante idónea” o “adecuada”, pero nosotros preferimos más la versión del NM de los TJ, porque el ayudante idóneo o adecuado es aquel que “complementa” perfectamente las carencias de la persona ayudada y por lo tanto, consideramos que esa versión se ajusta más al sentido real del texto y por ello, transmite mejor la idea. Pero en todo caso, la expresión “ayudante”, siempre tiene la connotación de alguien subordinado a……. o sea, bajo las ordenes o dirección de otro, superior a él y ese es el rol que desempeña la mujer, en todo el mensaje contenido en las Escrituras. Tanto es eso así, que a medida que uno va progresando en la lectura de la Biblia, más certeza adquiere de que ese mensaje ha sido escrito para hombres; veamos un ejemplo ilustrativo de ello, en el relato de la salida de Israel de Egipto:

Y los hijos de Israel procedieron a partir de Ramesés para Sucot, en número de seiscientos mil hombres físicamente capacitados a pie, además de pequeñuelos. 38 Y también subió con ellos una vasta compañía mixta (egipcios), así como también rebaños y vacadas, un numerosísimo conjunto de animales.” (Éxo. 12:37-38). (Acotación nuestra).

Fíjense que no se mencionan en ese relato, ni a las mujeres ni a las “pequeñuelas”, en definitiva, no se menciona a las mujeres y solo se hace referencia a los varones…… pues bien, esa es la línea seguida en todo el entro registro bíblico. Y por otra parte, tampoco hay constancia que Jehová hubiera elegido en alguna ocasión a una mujer para ocupar el puesto de rey (reina) sobre Israel; solo se nos habla en el registro escrito, de dos reinas consortes, luego no titulares del trono y por tanto, no elegidas por Jehová. Una de ellas fue Jezabel, pagana de origen sidonio, esposa del inicuo Acab, rey de Israel y la otra, fruto de esa unión, su hija Atalía, dada en matrimonio a Jehoram, rey de Judá y de las cuales se guarda un nefasto recuerdo de oposición a Jehová, por la manera en que influyeron sobre sus respectivos regios maridos para promocionar la adoración falsa, tanto en el reino de Israel, como en el reino de Judá.

Tampoco se nos dice nada acerca de una mujer, ejerciendo de Sumo Sacerdote u ocupando el cargo de sacerdote auxiliar o, en su defecto, ejerciendo de anciano sobre el pueblo de Israel y puestos todos ellos, que por definición, solo podían ser ocupados por varones y que por lo tanto, eran inaccesibles para las mujeres: los hombres podían ocupar esos puestos…… y las mujeres no. Incluso en el templo de Israel, a las mujeres no les era permitido el adorar a Jehová en el mismo lugar en dónde estaban los hombres, sino que lo hacían en un lugar separado, llamado “patio de las mujeres”. Y aunque la venida de Jesús, suavizo un tanto la cosa y por ejemplo, ya podían reunirse todos en un mismo lugar, la mujer y como hemos visto, continuaba sometida a restricciones. Por lo tanto, podríamos decir que la tendencia no cambió dentro de la congregación cristiana, donde los puestos de dirección ya fueron inicialmente ocupados a varones; por ejemplo, el propio Jesús, que tanto dignificó a la mujer, escogió de entre sus numerosos seguidores y entre quienes indudablemente, habría muchas mujeres, a doce varones como apóstoles; por otra parte, tanto los superintendentes como los siervos ministeriales y máximos responsables de cada una de las distintas congregaciones, tenían que ser esposos de una sola mujer, por lo que no hay constancia de ninguna mujer ejerciendo la superintendencia en alguna congregación.

Y que sepamos, tampoco en ningún lugar del NT, se nos muestra a los apóstoles imponiendo las manos para transmitir el espíritu santo de adopción como Hijo de Dios, a una mujer. No olvidemos, que a pesar de lo que muchos afirman en el sentido que en Pentecostés de 33 EC, el Espíritu Santo fue derramado sobre 120 discípulos, entre los que se hallaban algunas mujeres (y de ahí viene esa idea que estamos discutiendo), la realidad es que si se lee atentamente el relato, solo fue derramado sobre los doce apóstoles escogidos por Jesús y a quienes se les concedió el poder de transmitírselo a otros, mediante la imposición de las manos. Con la salvedad, que aquellos que lo recibieron por mediación de los apóstoles, si bien podían desarrollar los poderes que dicho Espíritu Santo llevaba inherentes (tales como el sanar enfermos, expulsar demonios, hablar en lenguas, etc.), no podían sin embargo, trasmitírselo a otros. Por otra parte y ya que hablamos de los poderes que otorgaba la unción como Hijo de Dios, no hay constancia de ninguna mujer que tuviera la capacidad de desplegarlos; o sea, que no hay constancia de una mujer expulsando un demonio, o sanando un enfermo, o hablando en lenguas y así por el estilo. Y dado que solo se nos habla de hombres, desplegando dichos poderes, solo es razonable pensar que las mujeres no estaban incluidas en ese grupo privilegiado de “los santos” o “ungidos” como Hijos de Dios.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, todo lo considerado nos muestra que, dentro de la congregación cristiana primitiva, se respetaba a rajatabla el precepto de sujeción y que Pablo expuso con la siguiente argumentación:

Pero quiero que sepan que la cabeza de todo varón es el Cristo; a su vez, la cabeza de la mujer es el varón; a su vez, la cabeza del Cristo es Dios.” (1 Cor. 11:3).

Y a nadie se le ocurriría pensar, que el hombre se pueda siquiera igualar a Jesucristo, su cabeza, o que este pudiera ser igual al mismísimo Jehová, también su respectiva cabeza; y lo cual nos muestra, qué realmente quiso enseñar Pablo con referencia a la seriedad en la relación de autoridad del hombre sobre la mujer y de la debida sujeción de ésta, bajo la autoridad del hombre. O dicho de otro modo, la tremenda diferencia de posición, entre el que es cabeza y el/la que está en sujeción a esa cabeza y por lo que Pablo, razonó su planteamiento de la siguiente manera, en los siguientes versos 7 al 10:

Porque el varón no debe tener cubierta la cabeza, puesto que es la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del varón. 8 Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón; 9 y, más aún, el varón no fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. 10 Por eso la mujer debe tener una señal de autoridad sobre la cabeza, debido a los ángeles.”

Luego la mujer y dicho en términos claros y para entendernos, está en el orden creativo de Jehová, un escalón por debajo del hombre; y aunque es cierto que eso pudiera sonar mal en una sociedad tan reivindicadora de los derechos de la mujer como la actual, en donde ésta (la mujer) lucha con todas sus fuerzas por ser igual al hombre, no es menos cierto que lo que estamos diciendo es lo que muestra la Biblia…… y ¡hombre! habría que pensar, que algo sobre el tema tiene que saber Jehová ¿o no?

Y otra cosa que se nos muestra también en este pasaje y en línea con lo indicado, es la gran diferencia existente entre ser la imagen y gloria del Altísimo, a ser la imagen y gloria del hombre y lo cual, junto con todo lo considerado hasta este momento, sobre todo el pasaje en dónde Pablo señala cual es la correcta actitud de la mujer dentro de la congregación (1 Cor. 14:33-35), nos lleva a razonar que la mujer no tiene acceso al reino en calidad de gobernante. Y para añadir más fuerza a nuestro planteamiento, consideremos otra cuestión y que está relacionada con la función que tienen que llevar a cabo, los designados para ser gobernantes en el reino de Dios. Pero veamos en primer lugar, lo que años después de haber pronunciado esas palabras que acabamos de considerar, dijo Pablo:

Que la mujer aprenda en silencio, con plena sumisión. 12 No permito que la mujer enseñe, ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que esté en silencio.” (1 Tim. 2:11-12)

Y desde luego, lo que no podemos hacer, es atribuir estas palabras a un posible ramalazo de machismo puro y duro desplegado por Pablo en un momento determinado, pues recordemos que al inicio de este estudio hemos dicho que “hombres hablaron de parte de Dios, al ser llevados por espíritu santo”, por lo cual y debido a que tales palabras figuran en el registro sagrado, deben serle atribuidas directamente al propio Jehová. Luego siendo esto así, a nosotros continúa sin cuadrarnos, esa afirmación acerca de que las mujeres también pueden ser “ungidas” y por tanto, llegar a gobernar con Cristo en el reino de Dios. Porque veamos qué se nos dice en Rev. 20:6:

Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.”

Luego estamos hablando de personas que ejercerán como reyes y sacerdotes, pero...... ¿cuándo ha nombrado Jehová a una “reina”, para gobernar sobre su pueblo? ¿O cuándo Jehová ha permitido, que una mujer acceda al sacerdocio? Es más, en caso de producirse esa circunstancia, nos encontraríamos con el hecho de que esas mujeres que ocuparían esos “tronos” de gobernante (Rev. 20:4) en calidad de “reinas”, sí ejercerían autoridad sobre los hombres que, formando parte de la “gran muchedumbre” de sobrevivientes de la “gran tribulación” (Rev. 7:9: 14) en calidad de súbditos del reino, llegarían a estar bajo su autoridad durante el período milenario y por lo tanto, en franca contradicción con las palabras de Pablo en el citado pasaje de 1 Tim. 2:12…… en definitiva, toda la sensación de que Jehová se estaría contradiciendo a sí mismo, algo impensable.

Pero fíjense ustedes y ya como mera curiosidad, pero que adquiere cierto peso específico en nuestra argumentación, lo que ocurriría si pudiéramos borrar del texto de Gál. 3:28, las palabras “varón” y “hembra”; veamos entonces, cómo nos quedaría el texto modificado y en dónde la expresión “no hay ni varón ni hembra”, queda sustituida por los puntos suspensivos entre paréntesis:

No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre (……); porque todos ustedes son una persona en unión con Cristo Jesús.”

Entonces ese texto resultante, nos solo se ajustaría al sentido expresado en 1 Cor. 12:13 y Col. 3:10-11, sino que además, se ajustaría como un guante al entero contexto general del registro bíblico. Luego vemos como una simple y reducidísima frase, nos complica la vida hasta el extremo y distorsiona nuestra percepción sobre qué realmente nos quiere decir la Biblia, en determinados temas. Es cierto por otra parte, que bien pudiera ser que no entendiéramos del todo lo que Pablo quiso decir, aunque parece estar claro; por ello y dado que no sería el primer caso, nuestra opinión personal es la de que hay muchas posibilidades de que este texto haya sido víctima de una adulteración, voluntaria o involuntaria (eso a saber), al igual que otros muchos en las Escrituras. Y sabido y aceptado por todos los que hablamos de la Biblia, es el hecho de que nunca el sentido u orientación de un texto determinado, puede prevalecer sobre el entero contexto general de las Escrituras…… y aquí, está ocurriendo precisamente eso: un solo texto, pretende cambiar el sentido de todo el contexto escritural, en un determinado asunto. Sobre algo parecido y que les puede servir de ejemplo para entender lo que pretendemos decirles, tenemos publicado en este blog, el 3 de Febrero de 2010, un artículo titulado “El misterioso pasaje de Mat. 27:52-57” y que también tiene todas las características de haber sufrido algún tipo de alteración, con respecto de su original y ya en el bien entendido, que haya tenido su original y no se trate de una simple y espuria incorporación posterior.

Bien, llegados a este punto y teniendo aún muchos más argumentos para defender nuestro planteamiento, pondremos el punto final, ya que como hemos dicho nuestra intención solo es el abrir un debate entorno de esa teoría de mujeres gobernando en el reino de Dios. Nosotros pensamos y siempre en función, claro está, de lo que leemos en las Escrituras, que eso no puede ser así y por lo que aportamos aquellos argumentos que entendemos apoyan nuestro punto de vista, pero obviamente, también nos podemos equivocar; por lo tanto, aquellos que defienden la susodicha idea o teoría y si lo tiene a bien, que aporten sus razones o argumentos y a ver a que conclusión se puede llegar…… no olvidemos las palabras de Jehová, en el sentido de que “en la multitud de consejeros, hay logro” (Prov. 15:22).

MABEL

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