Y ahora…… ¡su turno, Sr. Olcese!
Aunque…… ¿por qué tengo que responder yo primero, Sr. Olcese? Y es que me reconocerá de entrada, que es una actitud muy descortés y poco caballerosa por su parte, así como una más que evidente prueba del orgullo, altanería y prepotencia que le caracterizan, esta exigencia en que sea yo el que responda primero a sus preguntas, cuando resulta que el que ha formulado las suyas en primer lugar y en varias ocasiones, ha sido un servidor y que usted, de forma desconsiderada, no ha atendido a ellas en ningún momento. Por otra parte, si mis preguntas son tan pueriles y banales como afirma usted en su video del 12/03/13 “¡No, Don Armando, usted debe responderme esto primero…!” a mi escrito publicado solo unas pocas horas antes (eso es, en el mismo día ¡y que ya es estar “al loro”!), bajo el título “Es que no se trata de eso, Sr. Olcese…… y usted lo sabe”, no alcanzo a comprender porque desaprovechó semejante ocasión de dejarme en ridículo ante la concurrencia, al probar públicamente que puede responderlas de forma clara y concisa, desmontando con ello tan “endebles” o frágiles argumentos por un servidor expuestos; recuerde que yo le desafié a que las respondiera…… luego ¿por qué no lo hizo? ¿No será por ventura, que no puede hacerlo y por ello intenta marear la perdiz con sus disparatadas contra-preguntas, con la esperanza que mientras tanto “escampe” y el asunto se diluya, no viéndose así obligado a tener que reconocer que de nuevo está usted equivocado?
Me cuesta entender, por otra parte, que siendo un servidor y siempre según su personal punto de vista, un personaje con tan poco crédito y del que habla con tanta falta respeto, por no citar ya de esos chulescos aires de superioridad que se marca y que muestran a las claras la clase de persona que es usted, me dedique tanta atención, no solo estando continuamente pendiente de lo que escribo, sino respondiendo (siempre a la “defensiva”) de manera inmediata a lo que publico y algo que ha hecho con muy pocos autores, hasta donde yo sé al menos…… ¿no será como yo siempre he sostenido, que me teme más que a un “nublao”? Por otra parte es cierto y como usted bien dice, que de la controversia suele salir la luz…… siempre que estemos hablando de lo que es una controversia de verdad y que según el diccionario de la RAE, se define de la siguiente manera:
“Discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas.”
Pero claro, resulta que en esta ocasión y lejos de una discusión o intercambio de opiniones entre dos partes, tendente a esclarecer determinados puntos, lo que tenemos es una de ellas formula sus planteamientos, bíblicamente sostenidos (de ahí que usted no pueda ni “olerlos”, como es público y notorio), mientras que la otra da la callada por respuesta de manera continuada; y siendo el caso que para cuando esta parte habla, no es para responder y con ello añadir luz al asunto, sino para salirse por la tangente exigiendo respuestas, cuando resulta que ella no da ninguna…… esta parte, por supuesto es usted y ahí está el video citado para demostrarlo. Sin embargo y ya entrando en un terreno, digámosle un tanto “escabrosillo” y de bastante mal gusto, usted justifica el hecho de no responder a mis objeciones, amparándose en la admonición bíblica que encontramos en Mat. 7:6 y que dice como sigue:
“No den lo santo a los perros, ni tiren sus perlas delante de los cerdos, para que nunca las huellen bajo los pies y, volviéndose, los despedacen a ustedes.”
Y prescindiendo de que el símil y por decirlo suavemente, no es del todo afortunado y menos, en boca de un “ungido” como afirma ser usted (no me puedo imaginar a un Pedro, Pablo, Juan ¡y ya qué decir de Jesús!, manifestando tan ofensiva actitud), resulta que además y en su supina ignorancia, de nuevo nos hace una demostración de que no tiene usted ni puñetera idea del sentido y propósito de lo que dicen las Escrituras en cada momento. Pues no se ha dado cuenta que el pasaje en cuestión, no aplica en manera alguna a la situación que nos ocupa, pues con esas palabras Jesús hacía alusión a aquellas personas que, como en el caso los fariseos y los escribas, desprecian la Palabra de Dios y no a aquellos que, creyendo firmemente en ella y respetándola (como es mi caso y pruebas doy de ello), plantean distintas objeciones sobre la misma y en un intento de poner blanco sobre negro, o sea, aclarar determinados puntos de la misma; por lo que la actitud de un verdadero Hijo de Dios y condición con la que usted se identifica, Sr. Olcese y por si no lo sabe (lo cual es obvio, pues lo extraño sería que lo supiera), tendría que estar en línea, en todo caso, con las siguientes palabras de Pablo:
“Pero el esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, 25 instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos; ya que Dios quizás les dé arrepentimiento que conduzca a un conocimiento exacto de la verdad, 26 y recobren el juicio fuera del lazo del Diablo, ya que han sido pescados vivos por él para la voluntad de ese.” (2 Tim. 2:24-26).
O en su defecto, con el consejo del apóstol Pedro y en donde leemos lo siguiente:
“Antes bien, santifiquen al Cristo como Señor en su corazón, siempre listos (no reacios como usted, Sr. Olcese) para presentar una defensa ante todo el que les exija razón de la esperanza que hay en ustedes, pero haciéndolo junto con genio apacible y profundo respeto.” (1 Ped. 3:15).
O sea, “igualico” a la despótica actitud que usted adopta, cuando se ve interpelado justamente y en demanda de una aclaración, sobre determinadas afirmaciones que usted hace y que por decirlo finamente, no parecen “cuadrar” demasiado con el registro escritural…… y es que no me puedo imaginar a esos personajes mencionados, que ante las preguntas que se les pudieran formular en demanda de alguna aclaración escritural, salieran con eso de “¡primero me respondes tú!”. Por lo que queda claro que usted no es más que un pobre diablo, un ignorante patológico y totalmente alejado de Dios, por lo que Este no se complace en que usted entienda Su Palabra (Sal. 138:6); algo que queda palmariamente manifestado, no solo porque no puede responder a mis objeciones debidamente apoyadas en las Escrituras, sino que continúa con sus disparatadas y esperpénticas afirmaciones, como las que nos acaba de soltar en ese video en el que me exige respuestas y que pasaré a considerar a continuación. Y respuesta que dividiré en dos partes: en primer lugar, el tema de la repercusión del bautismo de agua en la vida del creyente y como segunda cuestión, lo que tiene que ver con el tema de los 144.000 y en el que usted me desafía a que demuestre, dónde en las Escrituras, se nos dice “textualmente” que son esos personajes los que reinarán con Cristo y no otros; por ello, pasemos ya al primer punto.
Y es que según afirma usted de forma vehemente en este video al que nos referimos, cuando uno acepta el evangelio y se bautiza en agua, ya pasa la persona en cuestión a formar parte o ingresar de forma automática al llamado “cuerpo de Cristo”, pues según la Escritura (eso afirma usted), a partir del bautismo en agua uno ya “nace de nuevo” (Juan 3:5), luego pasa a ser “santo” y como consecuencia y en virtud de Dan. 7:18; 22; 27, a reinar con Cristo en el milenio…… y con lo que nos encontramos, siempre según afirmación de parte (pues es usted quién lo ha dicho), con que todos los cristianos o seguidores de Jesucristo bautizados en agua desde este en adelante, ya tienen a su alcance y como meta final, la posibilidad de reinar con él durante el milenio.
Pero para que eso fuera así, Sr. Olcese, necesitaríamos que se dieran dos supuestos: en primer lugar, que el bautismo en agua estuviera en vigor y algo que niego de manera rotunda…… y en segundo lugar, que dicho bautismo en agua conllevara, efectivamente, el ungimiento inmediato y de forma automática de uno como Hijo adoptivo de Dios y algo de lo cual, se nos tendría que hablar en las Escrituras. Y que, efectivamente, eso es lo que hacen las tales, Sr. Olcese…… lo que ocurre y que ya me imagino que usted considerará esto como un “problemilla” sin la menor importancia, es que estas dicen exactamente todo lo contrario de la burrada que usted nos está planteando; porque de entrada, lo que dijo Jesús sobre los requisitos para “nacer de nuevo” fue esto:
“Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua (bautismo en agua) y del espíritu (bautismo en espíritu santo), no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5). (Acotaciones mías).
Luego estaríamos hablando de dos bautismos distintos y no simultáneos, eso es, que el primero de ninguna manera comportaba la administración del segundo y prueba de lo cual, está el hecho de que cuando Jesús dijo esas palabras, solo existía el bautismo en agua (impartido tanto por el propio Jesús, como por Juan el Bautista), pues solo él (Jesús) podía llevar a cabo el bautismo en espíritu santo, como pasaremos a comprobar a continuación y, como veremos más adelante, solo después de su muerte. Luego dado que dicha circunstancia aún no se había producido en el momento de pronunciar esas palabras, solo se conocía en ese momento y ello desde la aparición de Juan el Bautista, un solo “bautismo” y que era el de agua…… pero no adelantemos acontecimientos y veamos qué nos dice al respecto Juan el Bautizante:
“Ni siquiera yo lo conocía, pero El Mismo que me envió a bautizar en agua (luego antes de Juan, el bautismo en agua no se conocía, pues de lo contrario no tendría sentido que Jehová hubiera mandado tal cosa) me dijo: “Sobre quienquiera que veas el espíritu descender y permanecer, este es el que bautiza en espíritu santo” (y con lo que nos encontraríamos ya con otro bautismo, totalmente distinto del primero y que no podía administrar ser humano alguno).” (Juan 1:33). (Acotaciones mías).
Jesús, por otra parte, dijo algo que refuerza mi comentario en el sentido que ninguna persona podía administrar dicho bautismo en espíritu santo, pues dejó claro que si no seguía su camino al Padre, dicho bautismo no podría ser derramado sobre sus seguidores:
“No obstante, les digo la verdad: Es para provecho de ustedes por lo que me voy. Porque si no me voy, el ayudante de ninguna manera vendrá a ustedes; pero si sigo mi camino, lo enviaré a ustedes.” (Juan 16:7).
Posteriormente y ampliando el sentido de estas palabras, dijo lo siguiente a sus apóstoles:
“Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes: “No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí (como por ejemplo, en el citado pasaje de Juan 16:7); 5 porque Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en espíritu santo (luego, un bautismo distinto) no muchos días después de esto.” (Hech. 1:4-5). (Acotaciones mías).
Todo ello y tomado desde una perspectiva de conjunto, nos lleva a entender que el bautismo en agua nada tenía que ver con el bautismo en espíritu santo, por lo que los bautismos en agua anteriores, tanto los efectuados por Juan, como los efectuados por el propio Jesús en su momento, no conllevaban de manera alguna en sí mismos, nada parecido a ungimiento automático e inmediato alguno del bautizado, como Hijo adoptivo de Dios…… pues de lo contrario las palabras de Jesús dirigidas a sus apóstoles, no tendrían razón de ser; y algo que queda probado, por lo que dijo posteriormente un recién “ungido”, el apóstol Pedro:
“Por eso, debido a que fue ensalzado a la diestra de Dios y recibió del Padre el espíritu santo prometido, él ha derramado esto que ustedes ven y oyen.” (Hech. 2:33).
Y “esto”, lo que había sido derramado sobre ellos, era el bautismo en espíritu santo prometido en Hech. 1:5, que los “ungía” como Hijos adoptivos de Dios y les dotaba de los grandes poderes que dicha condición llevaba inherentes; recordemos que en un suceso anterior a esto, un Jesús resucitado se refirió a esos apóstoles como a sus “hermanos” y por tanto, ya Hijos de Dios:
“Jesús le dijo: “Deja de colgarte de mí. Porque todavía no he ascendido al Padre. Pero ponte en camino a mis hermanos y diles: Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes”.” (Juan 20:17).
A partir de aquí, lo que uno podría preguntarse, razonablemente, es si después de la muerte de Jesús y posterior derramamiento del espíritu santo prometido, el bautismo en agua como tal adquirió una nueva dimensión que no tenía en un principio y desde ese momento en adelante, ya tuvo una implementación añadida a sus efectos sobre el bautizado y en línea con lo que usted, Sr. Olcese, nos pretende hacer creer: que después de Cristo y por medio del bautismo en agua y hasta nuestros días, uno ya podía adquirir la condición de Hijo adoptivo de Dios y por tanto, heredero del reino junto a Cristo, en calidad de inmortal rey y sacerdote. Pero no solo las Escrituras no dicen nada en este sentido, sino que lo que observamos de entrada en el Pentecostés de 33 E.C., es que de tantos discípulos como tuvo Jesús en vida, todos ellos bautizados en agua, solo los apóstoles fueron “ungidos” o reconocidos por Jehová como Sus Hijos adoptivos y dotados en consecuencia, de los mismos poderes que tuvo Jesús en su momento; además y estaríamos hablando de un detalle muy importante, de la capacidad añadida y que no tuvo Jesús en vida, como era el poder para impartir la unción como Hijo adoptivo de Dios a otros, eso es, la autoridad para bautizar en espíritu santo y bautismo que según el registro de las Escrituras, se llevaba a cabo mediante el ritual que se conoce como la “imposición de manos”...... y en el bien entendido que no era el acto ritual en sí mismo el que trasmitía la unción de uno como Hijo de Dios, sino la autoridad delegada por el propio Jesucristo para poderla impartir, en el individuo que las imponía.
Dato que en sí mismo ya prueba, la sustancial diferencia que existía entre el bautismo en agua y el bautismo en espíritu santo y por lo que nada tenían que ver el uno con el otro, sino que eran cosas totalmente distintas y separadas entre sí; pues por otra parte queda claro, que dicho bautismo de los doce en espíritu santo, nada tuvo que ver con el bautismo en agua y que dichos apóstoles habían recibido años atrás, sino por la directa intervención del Altísimo a través de Jesucristo y derramando un nuevo bautismo, desconocido hasta ese momento y no solo por la forma de ser administrado, sino por los inmensos poderes que llevaba aparejados. Que ello es así, tal como yo lo afirmo, lo vemos en el episodio que nos habla de las andanzas de un tal Felipe en Samaria y que nos prueban, sin lugar a duda alguna, que el bautismo en agua y aún después de la muerte de Jesús, continuaba sin dotar al bautizado del otro bautismo, eso es, el del espíritu santo y por tanto, del ungimiento o adopción del mismo como Hijo de Dios; y relato que encontramos en Hech. 8:4-8; 14-17:
“No obstante, los que habían sido esparcidos iban por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra. 5 Felipe, uno de estos, bajó a la ciudad de Samaria y se puso a predicarles al Cristo. 6 Las muchedumbres prestaban atención de común acuerdo a las cosas que Felipe decía, mientras escuchaban y miraban las señales que él ejecutaba. 7 Porque había muchos que tenían espíritus inmundos y estos clamaban con voz fuerte y salían. Además, muchos paralíticos y cojos fueron curados. 8 De modo que llegó a haber mucho gozo en aquella ciudad (……)
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; 15 y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo. 16 Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo (luego ahí faltaba algo más) habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces se pusieron a imponerles las manos y ellos empezaron a recibir espíritu santo.” (Acotación mía).
Entonces lo que queda claro de este episodio y estamos hablando de información dada por la propia Palabra de Dios (yo no me invento nada, Sr. Olcese), es que esas personas de Samaria que habían aceptado el evangelio de Jesucristo y habían sido bautizadas en “su nombre”, por parte de un poderoso Hijo adoptivo de Dios como demostró ser Felipe (pero que no pertenecía al grupo de los doce), solo recibieron el bautismo en espíritu santo y por tanto, el espíritu de adopción como Hijos de Dios, cuando les fueron impuestas la manos por parte de aquellos que habían recibido tal autoridad del propio Jesucristo y que eran los únicos autorizados para llevar a cabo dicha forma de bautismo: los apóstoles. Lo cual nos muestra y en una primera providencia, que si bien los apóstoles tenían la autoridad para bautizar en espíritu santo y transmitir con ello, la unción como Hijo adoptivo de Dios mediante la imposición de manos a aquel que lo recibiera, dicha potestad ya no la tenían aquellos que, como Felipe, recibieron dicha unción a través de los apóstoles, mediante la imposición de manos (Hech. 6:5-6)…… de lo contrario ¿qué necesidad hubieran tenido los apóstoles, de mandar una delegación a Samaria, para impartir dicho bautismo?
También habría que notar y algo que prueba la veracidad de este planteamiento, es la total convicción de los apóstoles en el sentido de que sin su intervención, no se derramaría dicho espíritu de adopción, pues solo ellos estaban autorizados por Jesucristo para, mediante el señalado ritual de la imposición de manos, llevar a cabo el bautismo en espíritu santo…… y convicción, que fue la que les impelió a trasladarse a Samaria. Un dato adicional en este caso y que demuestra que nada tenía que ver un bautismo con el otro, es que las personas de Samaria que recibieron dicho don de manos de los apóstoles, ya llevaban algún tiempo bautizadas en agua para cuando los apóstoles impusieron las manos sobre ellos…… luego nada que diera a entender, Sr. Olcese, la relación causa/efecto de un bautismo con el otro. Esta situación planteada queda confirmada, por otro episodio en el que se vio envuelto el propio Pablo, también “ungido” o comisionado directamente por Jesucristo y por lo tanto, con la autoridad también de impartir dicho bautismo en espíritu santo; pero veamos cómo fue elegido Pablo por el propio Jesucristo:
“Pero el Señor le dijo (a Ananías): “Ponte en camino, porque este hombre me es un vaso escogido para llevar mi nombre a las naciones así como a reyes y a los hijos de Israel. 16 Porque le mostraré claramente cuántas cosas tendrá que sufrir por mi nombre”.” (Hech. 9:15-16). (Acotación mía).
Por lo que dicho lo cual y con el apóstol ya autorizado por la directa elección de Jesucristo, como fue en el caso de los apóstoles, veamos ahora el episodio en el que se vio envuelto el bueno de Pablo:
“En el transcurso de los sucesos, mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo pasó por las partes del interior y bajó a Éfeso y halló a algunos discípulos; 2 y les dijo: “¿Recibieron espíritu santo cuando se hicieron creyentes?”. Ellos le dijeron: “¡Si nunca hemos oído si hay o no espíritu santo!”. 3 Y él dijo: “Entonces, ¿en qué fueron bautizados?”. Dijeron: “En el bautismo de Juan”. 4 Pablo dijo: “Juan bautizó con el bautismo en símbolo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús”. 5 Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús. 6 Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el espíritu santo y empezaron a hablar en lenguas y a profetizar.” (Hech. 19:1-6).
Lo interesante de este relato, es que una vez recibieron el bautismo en agua apropiado, eso es, en el nombre de Jesucristo (y recordemos que el bautismo correcto era por inmersión total en agua), precisaron que después del mismo, el apóstol Pablo les impusiera las manos para recibir el bautismo en espíritu santo que les “ungió” como Hijos adoptivos de Dios y pudieran manifestar los poderes que eran inherentes con dicha condición; pues leemos que fue después de la imposición de manos a cargo de Pablo y no después de salir del agua bautismal, cuando empezaron a desarrollar dichos poderes y circunstancia consustancial a dicho ungimiento.
Luego queda claro que el bautismo en agua en sí mismo jamás llevó aparejado y como algo inherente o automático, el bautismo en espíritu santo y por tanto, el reconocimiento de uno como Hijo adoptivo de Dios…… no olvidemos que este hecho en el que intervino el apóstol Pablo, se produjo unos veinte años después del derramamiento del espíritu santo en Pentecostés de 33 E.C. y por lo que es obvio que la manera de administrar el bautismo en espíritu santo, continuaba siendo la imposición de manos a cargo de aquellos que tenían la autoridad para hacerlo, eso es, solo los apóstoles de Jesucristo y a los que había sido añadido Pablo; y puesto que en ningún lugar de las Escrituras se nos menciona nada parecido a un cambio de sistema operativo autorizado por el Altísimo o en su defecto y por delegación, por parte de Jesucristo, hay que entender que el bautismo en agua continuó siendo una cosa y el bautismo en espíritu santo, otra totalmente distinta y separada.
Por lo que queda claro, Sr. Olcese, que solo los apóstoles (más Pablo) tenían la autoridad delegada de Cristo para bautizar en espíritu santo, mientras que aquellos que recibieron dicho bautismo mediante la imposición de manos por parte de los apóstoles (caso Felipe, por ejemplo), si bien recibían los poderes inherentes del mismo, no podían ya impartirlo a otros, como queda claro en otra porción del relato de Felipe:
“Ahora bien, cuando Simón vio que mediante la imposición de las manos de los apóstoles (no de Felipe) se daba el espíritu, les ofreció dinero, 19 diciendo: “Denme a mí también esta autoridad (luego es obvio que Felipe no la tenía), para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba espíritu santo”.” (Hech. 8:18-19). (Acotaciones mías).
Visto lo cual, Sr. Olcese, la pregunta es obligada: si como usted afirma, el bautismo en agua conllevaba la aplicación inmediata de los beneficios del bautismo en espíritu santo, eso es, el ungimiento de uno como Hijo de Dios y lo cual le permitía el manifestar los poderes que dicha condición llevaba inherentes (como queda perfectamente establecido en todo el relato bíblico del libro de “Hechos de los Apóstoles”) ¿por qué razón entonces, tenían que ir los apóstoles andando para arriba y para abajo, imponiendo las manos y como hemos visto en los casos señalados, impartiendo dicha “unción” y los poderes derivados de ella, si ya los hubieran recibido de forma “automática” aquellas personas, mediante el bautismo en agua? Porque según leemos en Hech.8:15, la razón por la que Pedro y Juan se desplazaron a Samaria, fue precisamente para que esas personas “recibieran espíritu santo” y por tanto, el ungimiento como Hijos de Dios y los poderes que eran consustanciales a dicha condición…… luego ¿nos podría explicar usted ésta clara contradicción, con su forma de presentarnos el asunto?
Situación, por otra parte, que plantea una derivada y que desmonta su esperpéntica y disparatada afirmación de que todos los “bautizados” actuales ya son “ungidos”, por tanto miembros del “cuerpo de Cristo”, luego “santos” y que por ello “reinarán” con Cristo en el milenio o reino de Dios: porque si solo los apóstoles y según la información bíblica que tenemos a nuestro alcance y que es la que yo he usado hasta el momento, tenían esa autoridad de bautizar en espíritu santo y aquellos que recibían dicho bautismo a través de ellos, ya no podían impartírselo a otros (como muestra clara de lo afirmado, el caso de Felipe), es obvio que con la muerte del último de los apóstoles se acabó la posibilidad de impartir dicho bautismo, en consecuencia la captación de más miembros que pasaran a engrosar el número de integrantes del “cuerpo de Cristo”...... y por supuesto, los poderes que acompañaban a dicha condición. Por lo tanto y siempre según las Escrituras, Sr. Olcese, a día de hoy no puede existir nadie que con fundamento sólido pueda arrogarse la condición de “ungido” o Hijo adoptivo de Dios, como usted altaneramente se adjudica, así como otros indocumentados de su misma calaña; pues desde la muerte de Juan no hay nadie con el poder y autoridad requeridos para bautizar con espíritu santo y que como hemos visto, fue el único medio para conseguir tal reconocimiento…… y eso lo dice la Biblia, Sr. Olcese, pues yo solo me he limitado a transcribir textos bíblicos y a razonar sobre ellos.
Sin embargo, resulta que debido a lo expuesto nos aparece una nueva derivada y que tiene que ver con el bautismo en agua actual y al que usted le reconoce tantos beneficios; sin embargo, bautismo que ya no tiene sentido, por lo que en mi opinión está obsoleto y por tanto fuera de lugar. Pues si dicho acto en el primer siglo y en vida de los apóstoles sí tenía sentido, pues era el requisito previo para el acceso al segundo bautismo, el del espíritu santo y con ello, el reconocimiento de uno como Hijo adoptivo de Dios y algo que hemos observado en los ejemplos que hemos citado de las Escrituras, una vez desaparecida dicha posibilidad con la muerte de Juan, el último de los apóstoles, el bautismo en agua perdió todo su valor estratégico y se convirtió a lo largo de los siglos en lo que es a día de hoy: en la “sopa boba” del cristianismo y parte de la parafernalia de las distintas iglesias cristianas, como medio para contentar con ello a ignorantes como usted, Sr. Olcese, que suspiran por reinar “sobre muchas ciudades” y con ello, tener poder sobre otros y que es lo único que le mueve a usted…… algo totalmente alejado del espíritu de las enseñanzas dadas por Jesús en su momento (Mat. 20:24-28).
Que tengo razón en mi forma de plantear el asunto hasta el momento, eso es, sobre los supuestos logros del bautismo en agua y vehementemente expuestos por usted, queda probado por lo que podríamos llamar “la prueba del algodón”: si ustedes, los actuales “ungidos” realmente son Hijos adoptivos del Altísimo ¿por qué y a diferencia de los del primer siglo, no pueden hacer las mismas obras poderosas que hacían estos en ese momento? ¿Es que acaso Jehová tiene hijos de primera e hijos de segunda, eso es, unos que sí pudieron en su momento hacer obras poderosas y otros que actualmente no pueden hacerlas, cuando el caso es que usted mismo siempre ha dicho que Dios no hace “acepción” de personas? Pero vayamos un poco más allá ¿por qué si estamos supuestamente hablando de verdaderos “ungidos” y los hay a patadas en todas las distintas denominaciones religiosas dentro de la llamada cristiandad, pues de hecho usted mismo afirma que todos los cristianos bautizados y prescindiendo de su adscripción (pues incluye incluso a los bautizados de los TJ) son “ungidos” y por tanto Hijos de Dios, existe tanta división y confusión de creencias, entre las distintas organizaciones mencionadas? Entonces ¿por qué razón, Sr. Olcese, en lugar de estar denunciándose unos a los otros como falsos y con lo que no es más que la palabra de unos en contra de los otros, los “verdaderos” no hacen una demostración de poder y desenmascaran a los que son fraudulentos, para que la “plebe” sepamos a quién nos podemos arrimar?...... y siendo la respuesta a esas preguntas, Sr. Olcese, sencillamente que todos ustedes no son más que unos farsantes mentirosos, que viven de una egocéntrica ilusión y que repiten hasta la saciedad, pues así se sienten algo.
Luego lo que usted afirma en el sentido de que cuando uno cree en el evangelio y se bautiza en agua ya recibe de manera instantánea la adopción como Hijo de Dios y lo que le permitirá el reinar con Jesucristo en el reino milenario, no es más que una pura mamarrachada, fruto de su estulticia y nulo conocimiento de la Palabra de Dios, amén de sus delirios de grandeza…… porque ¡anda que si usted tuviera dichos poderes, no nos habríamos enterado ya! Y ya en otro orden de cosas, decirle que no se preocupe, que de Hech. 2:38-47 ya le hablaré en un artículo aparte.
Pero volviendo a lo que estábamos y ya entrando en el segundo tema por el que me pregunta, resulta que usted me desafía a que yo le demuestre bíblicamente, que solo los 144.000 son los que reinarán con Cristo en el milenio y claro, servidor que cuando simplemente le insinúan un “quite” ya embiste como un “miura” (¡ya sabe usted, lo del recio temperamento español y todas esas cosas!), le va a demostrar que eso es exactamente lo que dice la Biblia. Porque usted y llevando la cosa al extremo, en su intento por desmontar mi planteamiento, afirma con la vehemencia propia del ignorante que no conoce nada de las Escrituras (¡ya nos contará para qué le sirve su diplomatura en Teología!), que en ningún lugar de ellas se nos dice de manera literal, que “solo los 144.000 son los que “reinarán” con Jesucristo”. Y para demostrármelo, hace mención de Rev. 7:4; 9, así como de Rev. 14:1-4 y por lo que me voy a permitir, el hacerle la siguiente reflexión: en ningún lugar de la Biblia se nos dice de lo incorrecto de tirar la basura en el patio del vecino; sin embargo, ello se deduce del principio establecido en la llamada “regla áurea”, al decirnos esta que hay que hacer a nuestro semejante, aquello que desearíamos que este nos hiciera a nosotros (Mat. 7:12)…… y a nadie le gustaría, el que le echaran la basura en su patio trasero ¿no es así.
Por otra parte, tenemos la indicación dada por Jesús en el sentido que hay que echarle un poco de imaginación a las cosas y no esperar que estas nos vengan perfectamente textualizadas, pues la Biblia nos habla de los principios que deben de guiar nuestras actitudes y no de las formas concretas de llevarlas a cabo, cuando dijo lo siguiente:
“Por lo tanto, cuando alcancen a ver la cosa repugnante que causa desolación, como se habló de ella por medio de Daniel el profeta, de pie en un lugar santo (use discernimiento el lector), 16 entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas.” (Mat. 24:15-16).
Y que, para más claridad de lo que nos quería decir Jesús con esas palabras, leeremos dicho pasaje en la versión Traducción en lenguaje actual:
“Jesús siguió hablando con sus discípulos acerca del fin del mundo y les dijo: “El que lea esto debe tratar de entender lo que dijo el profeta Daniel. Él anunció que algún día se presentaría una ofrenda asquerosa en el templo. Cuando vean que en el Lugar Santo pasa lo que anunció Daniel, entonces huyan”.”
Luego vemos, Sr. Olcese, que Jesús no dio información acerca de los sucesos literales que tendrían que ocurrir para que el personal tomara acción y pusiera “pies en polvorosa”, sino que los remitió a la profecía de Daniel y con la advertencia de que tenían que “entender” lo que en ella se les decía...... y lo que implicaba, el considerar el asunto con detenimiento y sacar lógicas conclusiones de la situación. Y en el asunto que nos ocupa, nos encontramos exactamente con lo mismo, pues a partir de la información que en conjunto se nos da, tenemos que “discernir” por medio de ella quiénes serán aquellos que realmente reinaran con Cristo en el milenio y sin que ello se nos tenga que decir de manera literal. Sin embargo y ya como remate, usted nos sale por “soleares” y afirma sin lugar a duda alguna, que es en Rev. 20:4 en donde sí se nos dice “textualmente” quiénes son aquellos que reinarán con Cristo y que, según usted, serán los miembros que conforman la “gran muchedumbre que ningún hombre podía contar” y que salen de la “gran tribulación”…… y apoyándose para ello, en el “sólido” argumento de que la “bestia”, su marca, el “anticristo”, etc. del capítulo trece de la Revelación, aplica solo en nuestros tiempos; por lo tanto, veamos que se nos dice en dicho pasaje de Rev. 20:4:
“Y vi tronos y hubo quienes se sentaron en ellos y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios y los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano. Y llegaron a vivir y reinaron con el Cristo por mil años.”
De entrada, Sr. Olcese, permítame que le haga notar, que en este pasaje no se nos dice que esos que “reinaron con el Cristo” fueran los miembros de la “gran muchedumbre”, sino que ello es algo que usted deduce en su demencial esquizofrenia, ya que el pasaje se limita a afirmar que aquellos que se sentaron en los tronos, eran los que habían sido “ejecutados con hacha”, eso es, asesinados por no aceptar la marca de la bestia y punto…… luego sin señalar la procedencia de dichos personajes. No obstante y en total contraste con su disparatada afirmación, lo que se nos dice de esta “gran muchedumbre” es que lejos de ser asesinados en la “gran tribulación”, lo que ocurre con ellos es que sobreviven a la misma, pues se nos dice que “salen de ella” (Rev. 7:14) y por lo que habría que entender, que pasan con vida al reino de Dios; luego aquí hay algo que no cuadra con su planteamiento, Sr. Olcese.
Ahora bien, si aceptáramos como bueno dicho planteamiento, que encontramos entre los minutos 16 y 20 de grabación y que no tienen desperdicio, por la salvajada que usted perpetra en tan corto espacio de tiempo, resulta que quedarían fuera de la gobernación del reino y en total contradicción con lo afirmado por usted en una de sus principales “enseñanzas”, los notables del AT, eso es, los David, Abraham, Daniel, Moisés y tantísimos otros, pues ellos no pueden formar parte de la “gran muchedumbre” que sale de la “gran tribulación”, ya que murieron hace milenios. Pero para que no decaiga la fiesta y se muestre en toda su esplendor, su “capacidad” intelectual, nos encontraríamos que tampoco podrían entrar a formar parte del gobierno del reino, los mismísimos apóstoles y resto de “santos” del primer siglo, puesto que ellos tampoco pueden formar parte de esa muchedumbre que sale de la “gran tribulación”, pues hace casi 2.000 que murieron y tal “gran tribulación” aún no ha llegado. Luego si esa brutalidad que usted nos plantea fuera cierta ¿cómo se podría explicar esto último, cuando queda claro que fue con los apóstoles y a los seguidores de estos (Juan 17:20), con quienes Jesús pacto el darles “tronos” en el reino de su Padre Celestial?:
“Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; 29 y yo hago un pacto con ustedes (no con los miembros de la citada “gran muchedumbre”), así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.” (Luc. 22:28-30). (Acotación mía).
Porque recordemos que en el momento en se estableció dicho pacto, de la “gran muchedumbre” y de la que, según usted, dice Rev. 20:4 que son los que finalmente tienen que reinar con Cristo, no se sabía absolutamente nada, pues la primera referencia a la misma apareció casi 50 años después de ser formalizado dicho pacto entre Jesús y sus apóstoles, en la Revelación dada a Juan y que como tal “gran muchedumbre”, aún no ha aparecido físicamente en nuestros días…… luego ¿cómo se solventa esta “pequeña” cuestión, Sr. Olcese? Pero mientras se lo piensa y puesto que usted me pide una explicación sobre quiénes realmente reinarán con Cristo, yo se la daré…… siempre siguiendo mi particular sistema de actuar por eliminación, eso es, apartando primero a aquellos que no parece que tengan muchas posibilidades de hacerlo, para que al final aparezcan aquellos que sí tienen todos los números para hacerlo; y para ello, empezaré por repasar lo que usted nos ha dicho.
Nos acaba de decir usted, que en Rev. 7 aparecen dos grupos, el de los 144.000 (v. 4) y el de la “gran muchedumbre” (v. 9) y, que se mire como se mire, la cuestión de quiénes reinaran durante el milenio se reduce tan solo a estos dos grupos y por lo que tendremos que averiguar, cuál de los dos es el que no puede hacerlo y las razones para ello; también nos señala usted y a partir de la lectura del citado pasaje de Rev. 4:20, que los que se sientan en los tronos para reinar con Cristo, son aquellos que han sido asesinados porque no han cedido a la presión de la “bestia” y, dirigiendo el foco de atención sobre la “gran muchedumbre” sobreviviente de la “gran tribulación” de Rev. 7:14, para ocupar esa regia posición. Pero claro, semejante salvajada, propia de un analfabeto estructural e incapaz de una mínima capacidad de razonar con un poquito de lógica y sentido común sobre aquello que lee (para ello hace falta saber leer y usted queda claro, que no tiene ni idea de ello), se enfrenta con el siguiente obstáculo: en ese pasaje de Rev. 20:4, se nos habla de aquellos que se sientan en los tronos, como de aquellos que fueron “ejecutados con hacha”, eso es, asesinados por no aceptar someterse al dominio de la “bestia”…… sin embargo y repito el argumento, lo que se nos dice de la “gran muchedumbre” de Rev. 7:9, es que esta “sale” o sobrevive a la “gran tribulación” de Rev. 7:14 y pasaje que, para más claridad sobre su real contenido, transcribiré de nuevo en la versión Traducción en lenguaje actual:
“Entonces, uno de los ancianos me preguntó: ¿Quiénes son los que están vestidos de blanco? ¿De dónde vienen? 14 Yo le respondí: Señor, usted lo sabe. Y él me dijo: Son los que no murieron durante el tiempo de gran sufrimiento (o gran tribulación) que hubo en la tierra. Ellos confiaron en Dios y él les perdonó sus pecados por medio de la muerte del Cordero.” (v. 13-14). (Acotación mía).
O sea que ¡cuidadito en el follón que se ha metido usted en los minutos 16 al 20 de grabación!, porque en ese tiempo nos ha dicho dos cosas tan contradictorias entre sí, que es imposible que anden juntas; veamos: primero nos dice que los que reinan con Cristo, son aquellos que son “degollados” por no aceptar la marca de la bestia; pero acto seguido nos dice, que esos personajes se corresponden con aquellos que “salen” de la “gran tribulación”, que cómo acabamos de ver, no mueren, sino que pasan con vida al nuevo mundo, o sea, que sobreviven a dicha “gran tribulación”…… luego ¿en qué quedamos, Sr. Olcese: o esos futuros reyes mueren degollados durante la “gran tribulación” o sobreviven a la misma y en el bien entendido, que los dos cosas al mismo tiempo no pueden ser? Recuerde que es usted mismo y citando de Rev. 20:4, el que nos dice en el minuto 17-18 de grabación y de forma literal, que esos que fueron martirizados y que murieron porque no adoraron a la “bestia”, son los que se sientan y reinan con Cristo y que con ello se hace referencia, a las personas que pertenecientes a la “gran muchedumbre” salen de la “gran tribulación”…… eso es lo que nos dice usted; y yo no sé si los tontos del pueblo en Perú (en el supuesto que los haya) entienden eso, pero los tontos de pueblo en España, que tontos serán pero que de la biblia saben un rato, tienen más claro que el agua que tal afirmación es una auténtica animalada.
Añadiendo más pruebas a mi favor en esta cuestión, tenemos que si los miembros de la “gran muchedumbre”, según usted, son los que han de reinar con Cristo y usted mismo nos dice que “salen” de la “gran tribulación”, luego sobreviven a la misma y pasan con vida al reino de Dios (recuerde el pasaje de Rev. 7:14 tiene que ver con aquellos que están vivos después de terminada dicha “gran tribulación”), nos encontraríamos con otro problema que los descalifica totalmente para reinar con Cristo:
“Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre estos la muerte segunda no tiene autoridad (lo que significa la inmortalidad), sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo y reinarán con él por los mil años.” (Rev. 20:6). (Acotación mías).
Porque según dicho pasaje y algo que he explicado hasta la saciedad y que solo un ignorante como usted no entiende, solo gobiernan con Cristo en calidad de inmortales reyes y sacerdotes en el reino de Dios, aquellos que participan de una “primera resurrección” (resurrección que además, ocurre antes que acabe dicha “gran tribulación”, pues esta concluye con la batalla de Armagedón y que pelean Cristo y sus hermanos ya con él, según Rev. 17:14) y por tanto, algo fuera del alcance de los que “salen” o sobreviven a la dicha “gran tribulación”...... y que además, aparecen después que se haya producido la citada “primera” resurrección y en la que como hemos leído, se levantan aquellos que tienen que reinar con Cristo en el milenio. Entonces queda meridianamente claro, que la “gran muchedumbre” que pasa con vida a través de dicha tribulación, no puede de manera alguna formar parte de esa gobernación, pues al no haber muerto, lógicamente no pueden participar de resurrección alguna…… luego todo considerado, solo nos queda el grupo de los 144.000 como potenciales gobernantes con Cristo en calidad de reyes y sacerdotes y grupo del que usted nos ha dicho, que en ningún sitio se nos dice textualmente que reinarán en el milenio.
Pero siendo cierto, Sr. Olcese, que no encontramos una referencia directa y textual que nos diga “los 144.000 son los que reinarán con Cristo” y que usted me demanda con tanto énfasis, no es menos cierto que ello tampoco se nos dice tal cosa, con respecto de la “gran muchedumbre” y por lo que usted tampoco puede probar, de manera categórica, que sean estos los que con Cristo reinarán…… luego ahí estamos en las mismas. Sin embargo y a partir de un disparatado y esperpéntico razonamiento sobre Rev. 20:4, usted “deduce” estrambóticamente y en consecuencia ya afirma de manera contundente, que serán esos personajes los que ocuparan esos lugares de privilegio…… pero permita que yo también haga mi personal deducción y la exponga; para lo cual volveremos a Rev. 7:3-4:
“Y vi a otro ángel que ascendía del nacimiento del sol, teniendo un sello del Dios vivo; y clamó con voz fuerte a los cuatro ángeles a quienes estaba concedido hacer daño a la tierra y al mar 3 y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”. 4 Y oí el número de los que fueron sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de toda tribu de los hijos de Israel.”
Ahora leamos, Rev. 14:1-4:
“Y vi y, ¡miren!, el Cordero de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes (luego el sello o marca de pertenencia de los 144.000 de Rev. 3-4, por lo que estaríamos hablando de los mismos personajes) el nombre de él y el nombre de su Padre. 2 Y oí un sonido procedente del cielo como el sonido de muchas aguas y como el sonido de fuerte trueno; y el sonido que oí fue como el de cantantes que se acompañan con el arpa, tocando sus arpas. 3 Y están cantando como si fuera una canción nueva delante del trono y delante de las cuatro criaturas vivientes y de los ancianos; y nadie pudo dominar (o “aprender”, según versiones) aquella canción sino los ciento cuarenta y cuatro mil, que han sido comprados de la tierra. 4 Estos son los que no se contaminaron con mujeres; de hecho, son vírgenes. Estos son los que van siguiendo al Cordero no importa adónde vaya. Estos fueron comprados de entre la humanidad, como primicias para Dios y para el Cordero.” (Acotaciones mías).
Lo que aquí se nos explica y resumiendo la cuestión, es que el Altísimo y según Su expresa voluntad, compró, redimió o escogió de “entre la humanidad” y a tales efectos “selló”, a 144.000 personas para algo (lo que sea); y lo cual nos da a entender, que Jehová hizo una selección de entre todos los habitantes “de la tierra” y en su momento, aparta de entre ellos a 144.000 individuos, por lo que no queda duda alguna acerca de la literalidad de la cantidad que se nos da, a menos que no queramos aceptar lo que se nos dice en el texto sagrado, que es exactamente eso y no otra cosa. Pero también se nos dice y detalle que añade énfasis a dicha literalidad, que solo esos 144.000 separados de “entre la humanidad” podían aprender la canción que se cantaba en los cielos…… por lo que vemos que en todo momento se nos está señalando de forma inequívoca, que hablamos de 144.000 individuos; pero que con relación a los cuales, se nos dice algo más en el versículo uno y de máxima importancia para la resolución del tema que estamos analizando, pues tiene que ver expresamente con el propósito para el cual fueron escogidos, redimidos o comprados por el Altísimo, de entre todos los habitantes “de la tierra”, esos 144.000 personajes:
“Y vi y, ¡miren!, el Cordero (Jesucristo) de pie sobre el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tienen escritos en sus frentes (este es el “sello” de Rev. 7:4) el nombre de él y el nombre de su Padre (lo cual indica absoluta pertenencia).” (Acotaciones mías).
Pero prescindiendo de que continuamos hablando del mismo grupo de 144.000 sellados de Rev. 7:4, la cuestión clave en este momento tiene que ver, con qué pintaba Jesucristo “de pie sobre el monte Sion”…… y respuesta que la encontramos en el Sal. 2:5-6 (recuerde, Sr. Olcese, que la Biblia se interpreta así misma) y salmo al que usted le teme más que a un “pedrisco”, pues sabe que dicho pasaje le desmonta todo el disparatado “chiringuito” que se montado y por eso, de forma artera y falaz, ni nos lo menciona en su video, cuando yo siempre se lo he relacionado con el pasaje de Rev. 14:1:
“En aquel tiempo les hablará en su cólera y en su ardiente desagrado los perturbará, 6 diciendo: “Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña”.
Luego lo que le fue mostrado al bueno de Juan por anticipado, en ese primer versículo del capítulo catorce de Revelación, era la posición de Jesucristo ya en el ejercicio de sus funciones como Rey entronizado por el Altísimo, pues en el salmo mencionado Jehová dice de forma profética, el haber instalado ya a Su Rey en el monte Sión, lugar en donde siempre estuvo y estará, el trono del rey delegado por Jehová (1 Crón. 29:23) y que en este caso y de manera ya definitiva, será Jesucristo. Luego siendo esto así y obviamente así es ¿qué función cree usted, Sr. Olcese, tenían los 144.000 personajes que estaban en ese momento flanqueando al rey colocado por Jehová ya en Su trono sobre el monte Sión y lugar, desde dónde Jehová y por medio de Sus “santos”, gobernará al mundo? ¿Cree que sería muy arriesgado decir, que esos 144.000 personajes son aquellos “santos” que acompañan a Su Hijo Jesucristo, en la tarea de reinar y de los que, por ejemplo, se nos habla en Dan. 7: 22?:
“…… hasta que vino el Anciano de Días y juicio mismo se dio a favor de los santos del Supremo y llegó el tiempo definitivo en que los santos tomaron posesión del reino mismo.”
¿O se le ocurre a usted algún nuevo disparate, para justificar el estrafalario planteamiento que nos ha hecho? Recordemos que en su momento, Jesús estableció un pacto con aquellos que “le habían seguido” en ese momento y no con personas que aparecerían casi 2.000 años después, de darles tronos desde los que “juzgar” al resto de la humanidad (Luc. 22:28-30)…… o sea, precisamente a esos que aún estaban por aparecer y que la Biblia identifica, como la “gran muchedumbre que ningún hombre podía contar”. Y puesto que acompañando a un Jesucristo ya entronizado, a Juan no le fue mostrada dicha “gran muchedumbre” que sobrevive a la “gran tribulación”, sino a los 144.000 con su sello identificativo de pertenencia en la frente y solo tenemos a esos dos grupos entre los cuales elegir, la lógica y la razón más elementales nos llevan a concluir, que estos 144.000 son y no los miembros de la “gran muchedumbre” como disparatadamente dice usted, aquellos que tienen que reinar con Jesucristo durante el período milenario. Un dato adicional y que reafirma esta idea, es que mientras los 144.000 han sido sellados y lo que viene a significar que han sido separados del resto “de la humanidad” para una comisión divina (pues dicho sellamiento proviene directamente de Jehová), esto no se hace y no se olvide de ese “pequeño” detalle, con la “gran muchedumbre” y que es el otro grupo que aparece en Rev. 7…… y lo cual no deja de ser significativo, pues la falta del sello divino o marca identificadora, los hace totalmente distintos del grupo de los 144.000.
Por lo tanto y resumiendo el asunto, realmente sí se nos está diciendo en las Escrituras, que son los 144.000 y no la “gran muchedumbre” sobreviviente de la “gran tribulación”, los que van a reinar durante el milenio junto a Cristo sobre esa inmensa muchedumbre que pasa con vida al reino de Dios, en calidad de súbditos del mismo; cierto es, que no con la textualidad que una mente con encefalograma plano como la suya, precisa para entender aquello que es obvio ¡pero eso, Sr. Olcese, no es culpa mía…… se lo aseguro! No olvidemos y para enfatizar el asunto, que el hecho de que haya quiénes pasen con vida al reino de Dios y de lo que no cabe duda alguna, siempre atendiendo al contenido del registro escritural, les excluye definitivamente de participar en la “primera” resurrección, que es la que da la inmortalidad y el derecho a reinar con Cristo durante el milenio…… y que hemos comprobado fehacientemente, que la Biblia nos señala sin lugar a duda alguna para ese menester, a esos 144.000 elegidos.
Pero dicho lo cual, Sr. Olcese y llegados a este punto, resulta que yo ya he cumplido con mi parte, eso es, responder a su impertinente exigencia y por lo que, prescindiendo de si le ha convencido o no la respuesta (uno tiene sus limitaciones y me refiero a las mías, pues las suyas se dan ya por sentadas), ello no menoscaba el hecho que ha sido atendida su demanda con todo lujo de detalles, además de manera extensísima y por lo que ahora, le toca a usted el turno de atender mi petición de respuesta a esas cuestiones que usted califica de pueriles o banales, luego más fácil no se lo pueden poner y por lo que, para todo un “teólogo” como usted, no tendrían que presentarle el más mínimo problema. Por lo que de nuevo, Sr. Olcese, aquí tiene las preguntas que le formulé en su momento y que, espero que esta vez no se “escaquee” y se digne a responderlas, si puede ser y siempre que su capacidad alcance pare ello, una por una y de forma más o menos clara, sacándonos con ello de ese sinvivir en el que nos tiene sumidos a todos, al privarnos de sus “doctas enseñanzas”:
1ª: El significado concreto del Sal. 45:16.
2ª: Lo que se nos representa y la idea que se nos transmite en Rev. 14:1, a la luz del Sal. 2:6.
3ª: Si Jehová había rechazado al Israel natural del acceso al reino, según Mat. 21:43 ¿a cuál Israel se refería Pablo en Gál. 6:16, cuando habló del “Israel de Dios”?
4ª: Si la “gran muchedumbre” de Rev. 7:9 no muere, sino que sobrevive a la “gran tribulación”, por lo que pasa con vida al nuevo orden o reino de Dios y por lo tanto, no puede participar de la primera resurrección de Rev. 20:6 y que es la que da la inmortalidad, así como el derecho a reinar con Cristo ¿cómo puede ser, según afirma usted, que los miembros de la “gran muchedumbre” pasen a reinar con este?
5ª: Si según su enseñanza en el sentido que tanto los notables del AT, como los cristianos de todos los tiempos tienen que reinar con Jesucristo en el milenio…… ¿sobre quiénes reinarán entonces?
6ª: De cuántos grupos de personas se nos habla en Rev. 7 y que estarán presentes en el reino de Dios, tan pronto como este eche a andar…… y ya puestos, qué posición ocupará el uno, con respecto del otro.
Y cuestiones que, además, se pueden responder con muy pocas palabras; luego lo dicho, Sr. Olcese…… ahora le toca a usted.
Armando López Golart
domingo, 17 de marzo de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario