domingo, 5 de enero de 2014
El “arte” de la objeción.
Una de las cosas que más “se llevan” en Internet y básicamente en el tema de los artículos que tratan de las Escrituras (campo polémico donde los haya), es el discrepar de las formulaciones planteadas por otros autores; y si ello es a nuestro entender un acto como mínimo elogiable en sí mismo, pues muchas veces ha resultado en jugosos e instructivos intercambios de opiniones, no es menos cierto que hay otras formas de objeción que no hay por dónde cogerlas, pues nada aportan al entendimiento general de la “parroquia” sino que más bien añaden confusión, dado su lamentable planteamiento. Y es que muchos de esos “detractores” y dicho sea en términos coloquiales y en el sentido más amistoso del término, mediante una sola idea basada en un único texto bíblico, muchas veces mal leído y consecuentemente mal entendido y por ello, alejado totalmente del contexto escritural, pretenden desbaratar un artículo en el que se han usado muchos textos demostrativos para estructurar y sostener un planteamiento determinado, que tiene tras de sí muchísimas horas de trabajo y, sobre todo, una gran cantidad de información consultada hasta el más minucioso detalle.
Ello viene a cuento, de que el pasado día 29 de Diciembre del ya finalizado 2.013, publicamos un artículo que, sorprendentemente, ha acaparado la atención del “respetable” y llevando a este a pronunciarse en una misma dirección; y puesto que es costumbre en este blog, no publicar aquellos comentarios elogiosos hacía nuestros escritos (que no son muchos, cierto es, pero que “haberlos ahílos” y que agradecemos infinito), pero sí el hacerlo con aquellos que demuestran su disconformidad respecto de nuestras propuestas y con la finalidad, obviamente, de que aquellos que nos honran con sus visitas estén debidamente informados de cómo “está el percal”, vamos a exponer la orientación de dichos correos recibidos. Y es que el escrito al que hacemos referencia, que tenía que ver con el posible cumplimiento de la profecía de Dan. 9:27 en un futuro ya muy cercano, ha recibido bastantes comentarios con el mismo tenor y que podríamos resumir alrededor de un sencillo argumento: es tiempo absurdo el dedicado a averiguar que nos deparará el futuro, pues dicha cuestión no está al alcance del hombre; dicho lo cual, procederemos a mostrarles uno de esos contenidos:
“Es muy sencillo, la biblia dice claramente QUE NO LE CORRESPONDE AL HOMBRE CONOCER LOS TIEMPOS Y SAZONES QUE EL PADRE HA COLOCADO EN SU RESPECTIVA JURISDICCION, por esta razón todo cálculo ira al fracaso.” (Negritas nuestras).
Decir en primer lugar, que agradecemos a todos los que nos han escrito, no solo el que nos lean, sino la deferencia que han tenido de dedicar parte de su tiempo a plantearnos sus diferentes puntos de vista y en un loable intento de añadir más luz al asunto…… pero claro, toda acción tiene su reacción y que en este caso es nuestra contrarréplica a modo de justificación del porqué de dicho escrito y lo correcto de lo que en el mismo se propone. Establecida esta premisa, pasemos a comentar sobre el correo mencionado y en el que la afirmación de su autor, en el sentido de que la Biblia dice “claramente” que dicha tarea no le compete “al hombre”, de entrada es totalmente falsa pues eso no es lo que dicen las Escrituras acerca de ese tema, sino el fruto de una mera apreciación personal; porque esas palabras del amigo comunicante y que debería de prestar un poco más de atención a como lee los textos sagrados, son una clara referencia a ciertas palabras que dijo Jesucristo a sus apóstoles, poco antes de ascender a los cielos, pero en donde lo que dijo Jesús fue esto:
“Pues bien, cuando se hubieron congregado (los once apóstoles), se pusieron a preguntarle: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?”. 7 Les dijo: “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción.” (Hech. 1:6-7). (Acotación nuestra).
Luego notarán, queridos lectores, que en dicho pasaje y a diferencia del contenido del primer escrito que estamos analizando, Jesús no dice que no le pertenece “al hombre” (eso es, al hombre en general) el adquirir el conocimiento de los tiempos de Dios, sino que lo que Jesús dijo fue “no les pertenece a ustedes”, eso es, a los once apóstoles que en ese momento estaban junto a él y que es algo muy distinto, porque veamos: cuando Jesucristo dijo tales palabras a sus más inmediatos seguidores, ya había sido investido de “toda autoridad” tanto en el cielo como sobre la tierra (Mat. 28:18) por su Padre Celestial y lo que obviamente significaba, que Jesucristo ya tenía el control de todos los acontecimientos por suceder sobre esta y por lo que sabía que sus apóstoles morirían siglos antes de su segunda venida y con ella, la restauración del reino de Dios en Jerusalén y fecha sobre la que se le pedía información…… luego esos once personajes, así como a sus contemporáneos, obviamente no tenían necesidad alguna de dicha información y siendo esto, más o menos, lo que les vino a decir Jesucristo con esas palabras. Prueba de que ello es así, la tenemos en el hecho de que si bien por cuarenta días después de su resurrección, este les estuvo hablando y dando instrucción adicional acerca “de las cosas del reino de Dios” (Hech. 1:3), nada les dijo sobre el momento de la instauración del mismo y circunstancia refrendada por la propia pregunta de los apóstoles.
Como tampoco en esos cuarenta días de permanencia entre ellos y por establecer un paralelo entre dos cuestiones semejantes, tomó acción Cristo en cuanto a la sustitución del traidor Judas y lo que nos demuestra, que la posterior iniciativa de Pedro y que resultó en la elección de Matías (Hech. 1:15:26), fue una actitud precipitada y fuera de lugar que no podía tener la aprobación de Jesucristo, el cual tenía otros planes al respecto y como posteriormente quedó claro en el caso de Pablo. Pero volviendo al tema que nos ocupa, que esa cuestión y en esos tiempos particulares no incumbiera a los apóstoles de Jesús, así como a la generación a la que ellos pertenecían, no significa que no nos incumba a aquellos que nos encontramos casi 2.000 años después, ya en la parte final de los tiempos y que es cuando esa pregunta de los apóstoles tiene toda su importancia:
“Pues bien, estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” (1 Cor. 10:11).
Es obvio que Pablo hacía referencia en ese momento a los sucesos por acaecer al pueblo judío y que se produjeron en el año 70 E.C., con lo que se inició el declive de la nación de Israel y culminando en el año 135 E.C. con la total expulsión de los judíos de la tierra que Dios les había dado, acción llevada a cabo por los romanos y siendo con ello esparcidos definitivamente por todo el mundo. Pero no olvidemos que si en el año 70 E.C. muchos seguidores de Jesucristo salvaron la vida, fue gracias a estuvieron debidamente informados de las señales que Jesús dio a modo de advertencia acerca de cuándo empezaría el juicio sobre Jerusalén y de las que exponemos un ejemplo:
“Además, cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos acampados, entonces sepan que la desolación de ella se ha acercado. 21 Entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas y los que estén en medio de Jerusalén retírense y los que estén en los lugares rurales no entren en ella; 22 porque estos son días para hacer justicia, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.” (Luc. 21:20-22).
Siendo cierto que esa circunstancia se produjo en el año 66 E.C. y la destrucción de Jerusalén y el Templo ocurrió cuatro años más tarde…… no es menos cierto que lo únicos cristianos que salvaron su vida fueron aquellos que tomaron acción en ese preciso momento del año 66 d.C., al hacer caso a una información dada más de treinta años antes por el Hijo de Dios. Si ello fue así en el caso de esas personas, es porque y a partir de la información que en ese momento disponían, se supieron colocar correctamente en la corriente del tiempo, evaluar debidamente los sucesos que estaban viviendo y tomar con ello la acción salvadora; luego con mucha más razón tendría que ser eso así en nuestro caso, que nos enfrentamos a los últimos años que cierran el sexto milenio del último día de descanso de Jehová y con ello la venida de la mayor catástrofe que jamás haya acontecido sobre la tierra y a la que las Escrituras denominan como la “gran tribulación” (Rev. 7:14). Lo que nos introducirá en el milenio de la restauración del ser humano sobre la tierra, eso es, el período del reino de Dios y en donde los muertos serán resucitados, nuestros cuerpos llevados a la perfección, así como nuestro entorno medioambiental “reparado” de los daños causado por la agresión continua que el hombre ha infligido sobre el mismo, pero ellos siempre que tengamos la perspicacia de identificar correctamente las “señales de los tiempos” (Mat. 16:2-3) y para lo que es preciso el investigar. Razón por la que y como ayuda adicional para conocer en dónde nos encontramos situados en la corriente del tiempo, se nos dio el libro de Revelación o Apocalipsis; luego está totalmente equivocado quién diga que no le compete al hombre, el averiguar acerca de dicha información...... a menos que desmintamos la razón por la que fue escrita la Revelación:
“Una revelación por Jesucristo, que Dios le dio, para mostrar a sus esclavos las cosas que tienen que suceder dentro de poco. Y él envió a su ángel y mediante este la presentó en señales a su esclavo Juan, 2 que dio testimonio de la palabra que Dios dio y del testimonio que Jesucristo dio, aun de todas las cosas que vio.” (Rev. 1:1-2).
Entonces ¿cómo se puede decir que “no le corresponde al hombre” y como hemos leído del correo que estamos considerando, averiguar los tiempos donde van a ocurrir cosas que nos afectan directamente a nosotros, cuando resulta que es nuestro propio Creador el que pone dicha información a nuestro alcance mediante Su Hijo Jesucristo y registrada con todo lujo de detalles en el libro profético mencionado? Entonces, estaríamos hablando de una objeción (la que nos ocupa), basada en un pasaje mal leído, peor entendido y en consecuencia mal aplicado……pero pasemos a otras objeciones, algunas apoyadas en el pasaje de Mat. 24:36:
“Respecto a aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre.”
O también se nos cita, el de 1 Tes. 5:2 y en el que se nos pone el énfasis en su parte final, con lo que se nos quiere señalar lo inescrutable del momento de la venida del “día de Jehová”:
“Porque ustedes mismos saben bastante bien que el día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche.”
Y como es obvio del mensaje subliminal tras esos dos pasajes, resulta que nos encontramos con lo mismo: dos textos mal leídos, peor interpretados y en consecuencia mal aplicados, pues nada tienen que ver con lo que mediante ellos se nos pretende insinuar, eso es, que nos hemos extralimitado al intentar de averiguar en dónde estamos situados en la corriente del tiempo y con respecto al cumplimiento cercano o no, de Dan. 9.27. Porque en cuanto al primero de esos dos textos mencionados, el de Mat. 24:36, si bien es cierto que en el momento de ser dichas esas palabras, ni el propio Jesús conocía dicha información, no es menos cierto y como ya hemos señalado, que cuando este resucitó y recibió la inmortalidad y con ella la autoridad total sobre los cielos y la tierra de manos de su Padre Celestial, si pasó a poseer dicha información y que en el momento oportuno, presentó mediante “señales” a su apóstol Juan en lo que se conoce como la Revelación o el Apocalipsis; obviamente, para que aquellos que la leyéramos, investigáramos y sacáramos las oportunas conclusiones…… de lo contrario ¿para qué tanta información? Luego un texto bíblico el de Mat. 24:36 y aportado por uno de nuestros comunicantes, que nada tiene que ver con nuestra actitud en el artículo del día 29 del pasado mes de Diciembre, en el intento de obtener información clarificadora; pero es que lo mismo ocurre con el pasaje de 1 Tes. 5:2 mencionado y que transcribiremos de la TLA, ya que es la que lo expone de manera más sencilla…… pero que a diferencia de nuestro amable remitente, nosotros lo colocaremos “dentro” de su contexto (v. 1-5) para averiguar qué realmente, se nos está diciendo en el mismo:
“Hermanos míos, no hace falta que yo les escriba acerca del momento exacto en que todo esto ocurrirá. 2 Ustedes saben muy bien que el Señor Jesús regresará en el día menos esperado, como un ladrón en la noche. 3 Cuando la gente diga: «Todo está tranquilo y no hay por qué tener miedo» (¡paz y seguridad!, según otras versiones), entonces todo será destruido de repente. Nadie podrá escapar, pues sucederá en el momento menos esperado, como cuando le vienen los dolores de parto a una mujer embarazada. ¡No podrán escapar! 4 Pero ustedes, hermanos, no viven en la ignorancia, así que el regreso del Señor Jesús no los sorprenderá como un ladrón en la noche. 5 Todos ustedes confían en el Señor Jesús (eso es, en la información por él dada y que nos ha llegado hasta nuestros días) y eso es como vivir a plena luz del día (lo que sería el equivalente, a estar debidamente informados por la Escrituras de la que se nos viene encima y más o menos del momento en que ello se pueda producir) y no en la oscuridad.” (Acotaciones nuestras).
Por lo que la pregunta, sería la siguiente: ¿quiénes serían entonces, los sorprendidos en el momento “menos esperado” como por un “ladrón en la noche” y dado que este es el punto de dicho pasaje que enfatiza nuestro comunicante? Obviamente y según se deduce del contexto, aquellos que no siendo conscientes de los tiempos en los que se encuentran y a los que Pablo denomina como “la gente” alejada de estas cuestiones, eso es, de aquellos que no ven el intrínseco valor orientativo de las Escrituras para situarnos en la corriente del tiempo y que se dejen llevar, en consecuencia, por falsas expectativas creadas por el ser humano y que en un momento determinado anunciará tiempos de paz y seguridad...... o sea de personas, que como los autores de los correos recibidos, entiendan que no hay porqué investigar acerca de cuál es nuestra situación actual con referencia a los tiempos de Dios. Eso es, todo lo contrario de lo que Pablo nos enseña en ese pasaje cuando afirma que los que no serán sorprendidos, serán aquellos a los que él denomina en ese momento como “hermanos” (o clase “ungida” en ese caso y afecta a Cristo) o en su defecto, a fieles seguidores actuales de Jesús que se mantengan alerta en cuanto a la altura de los tiempos en los que estamos situados y que nos dan una perspectiva clara de la inminente llegada de dicho momento; en este caso, del cumplimiento de la profecía de Dan. 9:27 y que nos llevará a los últimos siete años del mundo como lo conocemos actualmente. Porque, que la voluntad divina es que estemos al tanto constantemente de donde estamos situados en la corriente de los tiempos, queda perfectamente expuesta en Su Palabra la Biblia, pues de forma progresiva ha ido dando información ajustada a los respectivos tiempos y fechas por los que ha transitado la humanidad y por lo que dicha voluntad queda perfectamente reafirmada, cuando dirigida a los tiempos actuales se nos dio la siguiente profecía en palabras de Jesús…… y que de no ser así ¡que alguien nos explique para qué narices se escribió la tal!:
“Ahora bien, aprendan de la higuera (árbol que prefigura a Israel) como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas (eso es, renace), ustedes saben que el verano está cerca. 33 Así mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él (Jesucristo) está cerca, a las puertas (en su segunda venida). 34 En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas. 35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán.” (Mat. 24:32-35). (Acotaciones nuestras).
Pero dado que lo que ocurrió después de la muerte de Jesús y en cumplimiento de las palabras de este acerca de Israel, no fue nada que tuviera relación con su segunda venida, sino algo muy distinto, pues esta, Israel y según Luc. 21:24 tenía que caer “a filo de espada” y ser llevados sus pobladores “cautivos a todas las naciones” y Jerusalén ser “hollada” por estas, hasta que se cumplieran “los tiempos señalados de las naciones”, tenemos que pensar que esas palabras de Mat. 24:32-35, eran para cumplirse en un tiempo aún muy lejano y como así ha sido, pues casi 2.000 años nos contemplan desde que dichas palabras fueron pronunciadas. Y puesto que las tales implicaban el que Israel dejara de ser nación por un largo período de tiempo, es obvio que su segunda venida quedaba aplazada hasta después de la venidera aparición o restitución del pueblo de Dios a su debido lugar, que según la historia y en un simbólico “rebrotar”, esta apareció un 14 de Mayo del año 1.948. Pues bien, según Jesús y si no entendemos mal sus palabras, la “generación” que vio ese rebrotar de Israel como nación no pasaría sin que hubieran ocurrido todas las cosas destinadas a suceder y lo cual significaba que esa “generación” tenía que vivir los hechos anunciados para la semana 70 de Dan. 9:27, eso es y en resumidas cuentas, que dicha “generación” pasaría con vida al reino de Dios…… ¡y eso es lo que nos dicen esos señores, que no hay que investigar “pues no nos pertenece a nosotros” el tal conocimiento!
Sin embargo, si se nos ha puesto a nuestro alcance todo este caudal de información bíblica y que inicia con las fechas dadas en las Escrituras sobre diferentes acontecimientos y sobre los que ya poder especular, pasa por la profecía de las 70 semanas de Daniel, continúa con las palabras de Jesús acerca de la “generación” que no pasaría y concluye con el “jugoso” contenido de la Revelación a Juan…… ¿tendría sentido el retraernos de investigar acerca del asunto, como parece que se nos quiere dar a entender en los mensajes recibidos y caracterizados por tan débil aportación probatoria, porque según la óptica de dichos comunicantes “no le pertenece al hombre” el averiguar los tiempos que Dios ha fijado para Sus propósitos, siendo como es el caso que somos “las estrellas invitadas” en ellos, eso es, los principales destinatarios de tan pasmosos acontecimientos?
Obviamente a nuestro entender no, por lo que desde este blog y en el que solemos hablar claro para que se nos entienda, nos reafirmamos en el sentido de que cuando se presenta una objeción, se tiene que tener muy en cuenta la solidez de los argumentos presentados, o si las pruebas derivadas de los textos que aportamos, dicen aquello que nosotros creemos que estos dicen y lo cual solo se pude conseguir mediante una atenta lectura de los mismos, para luego contrastarlos con sus debidos contextos (el más inmediato y el general de las Escrituras)…… y ya a partir de ahí, pasar a exponer la objeción. Algo que como queda claro, parece que no han tenido en cuenta los autores de esos correos recibidos y a los que hemos hecho referencia; y es que como hemos señalado en el titular de este escrito, el presentar una objeción de manera correcta…… es todo un “arte”.
MABEL
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