jueves, 26 de marzo de 2015

El futuro inmediato…… según nos lo cuenta el profeta Daniel.


Como ustedes habrán comprobado, si son sufridos lectores de este blog, los últimos artículos publicados giran alrededor de la cercanía en el tiempo del cumplimiento de ciertas profecías que nos alertan del pronto establecimiento del reino de Dios en la tierra y que los autores de este blog (“atrevidillos” donde los haya, hay que reconocerlo), auguramos que los acontecimientos preliminares que llevarán a tan feliz y esperado acontecimiento, podrían iniciarse alrededor del mes de Septiembre del año en curso. Lo cual quiere decir (tampoco hay que “amontonarse”), que antes de que dicho reino de Dios en manos de Jesucristo tome las riendas del gobierno de la humanidad, hay un preludio temporal perfectamente delimitado y que conocemos gracias a la información que se nos da en el libro escrito por dicho profeta y máximo exponente de lo que se entiende por profecía.

Es sorprendente como este libro, escrito hará unos 2.500 años atrás en el tiempo y que contiene, si mucho nos apuran, una de las más impresionantes profecías del registro escritural y ello por la directa implicación que tiene en lo relativo al período de tiempo que antecede al fin de los días o conclusión del sistema de cosas actual, resulta ser una de las menos entendidas. Porque en el mismo encontramos lo que se conoce como la “Profecía de las 70 semanas de Daniel” y registrada en su capítulo 9, concretamente en los versículos 24-27 y en donde brilla con luz propia lo registrado en el verso 27 y en el que se alude a la última de esas 70 semanas de años (en definitiva, la que nos aplica directamente en nuestros días), que no siendo otra cosa más que un periodo de siete años, subdividido en dos mitades con diferentes y marcadas características, es lo que nos da la clave para averiguar cuándo el reino de Dios tomará el poder en esta Tierra de nuestras entretelas…… y de ahí, la urgente necesidad de entender correctamente dicha profecía.

Razón por lo que en aras de la información de aquellos que no sean asiduos a este blog, pues dicho tema lo hemos considerado en diversas ocasiones (de paso refrescamos la memoria del “personal” que sí haya leído de ello), creemos conveniente el explicar de dónde sale dicha profética “semana 70” y lo que nos lleva a analizar dicha profecía, que para una exposición más clara y entendible fraccionaremos su contenido, explicando de forma pormenorizada texto por texto y empezando por el versículo 24 que subdividiremos en dos partes…… y siendo que en la primera de ellas lo que se lee es esto:

Hay setenta semanas que han sido determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad……”

De entrada, estas palabras ya hacen de Israel el reloj profético del Altísimo y lo que nos tiene que llevar a no perder de vista a dicho pueblo, pues su proceso histórico es de suma importancia para entender dónde nos encontramos situados en determinado momento en la corriente de los tiempos. Por otra parte, el período de tiempo abarcado por dicha profecía ya nos indica que estaríamos hablando de semanas de años, lo que nos llevaría a un cómputo de 490 años y que es la resultante de multiplicar 70 semanas x 7 años cada una de ellas; dicho lo cual, sigamos con la segunda parte de ese versículo 24 y en donde se nos detalla la razón fundamental del porqué de dicho período de tiempo:

“…… para poner fin a la transgresión y para acabar con el pecado, para hacer expiación por el error, para introducir la justicia para tiempos indefinidos, para imprimir un sello sobre visión y profeta y para ungir el Santo de los Santos.”

O sea, que es al término de esos 490 años cuando se tienen que conseguir esos logros y lo que nos sitúa ya dentro del reino de Dios, que es donde realmente se cumplen dichos objetivos; es cierto que no son pocos los miembros de las distintas organizaciones religiosas que por medio de sus respectivos representantes o, en su defecto, por parte de escritores de artículos bíblicos que afirman no pertenecer a “ganadería” alguna, luego “van por libre” y como es en el caso de los autores de este blog (la semejanza está en lo de ir por libre y no en el mensaje transmitido, obviamente), que afirman que dicha “semana 70” tuvo su cumplimiento en el primer siglo, durante la actividad evangelizadora de Jesús y punto que consideraremos más adelante.

Es cierto que uno podría decir que los números no acaban de cuadrar, pues la citada profecía hemos dicho que se escribió como unos 2.500 años atrás en el tiempo y sin embargo, estamos hablando de solo 490 años para el cumplimiento de la profecía en cuestión y que es la resultante, repetimos, de multiplicar las 70 semanas anunciadas, por los siete años de cada semana…… para razonar lo cual, continuaremos con el análisis de dicha profecía y que nos permitirá entender ese desfase de años, considerando ahora el verso 25:

Y debes saber y tener la perspicacia de que desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas. Ella volverá y será realmente reedificada, con plaza pública y foso, pero en los aprietos de los tiempos.”

Este pasaje en sí mismo ya nos da a entender que estamos hablando de semanas, no de días, sino de años, pues un mínimo ejercicio de razonamiento lógico nos indica que la citada restauración de Jerusalén y su templo, destruidos por Nabucodonosor en 587 a. E.C. no se podía llevar a cabo en tan solo 49 días y circunstancia que queda avalada por los hechos conocidos a través del relato escritural (y confirmado por la arqueología), que nos habla de dichos conflictivos tiempos para el pueblo de Dios. Por otra parte, el hecho de que el cómputo inicial de esas “70 semanas” se nos dé en fracciones o grupos 7+62+1= 70), indica claramente que su cumplimiento no tenía que ser necesariamente correlativo y como es evidente en el último parcial, eso es, la “semana 70” y de la que se nos habla en el verso 26. Noten además, que lo que hace la porción que acabamos de leer, es establecer el tiempo de 69 semanas de años (7+62) o 483 años después de hecha dicha profecía, como el momento en que tendría que aparecer el Mesías esperado (Jesús) y aparición que se produjo cuando este fue bautizado, no solo en agua sino también en espíritu santo e inmediatamente después, reconocido por Dios como Su Hijo “amado”:

Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron y él vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él. 17 ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.” (Mat. 3:16-17).

Fue en este preciso momento en el que apareció el Mesías prometido por Dios y por siglos esperado por el pueblo de Israel (Luc. 3:15), cuando se cumplieron las 69 semanas anunciadas por la profecía…… y ahí se detuvo el tiempo relacionado con las “70 semanas” de Dan. 9:24, pues Jesús tuvo un ministerio de tres años y medio posterior a dicho cumplimiento; de hecho, lo que leemos en el versículo 26 en su parte primera, es lo siguiente:

Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí.”

Luego lo que está claro, es que el tiempo que duró dicho ministerio no computaba como parte de las “69 semanas” cumplidas, pero tampoco tenía nada que ver con la “semana 70” o última del ciclo (algo en lo que incidiremos más adelante); señal inequívoca, entonces, de que el tiempo y en cuanto a la profecía de Daniel se había parado, dejando por tanto pendiente de ocurrir en un futuro aún lejano el cumplimiento de dicha “semana 70” (de hecho, aún estamos esperando que ello ocurra) y algo que los sucesos posteriores a la muerte de Jesús acreditan con solvencia, pues veamos como continúa la segunda parte del citado verso 26 y en donde radica la carga de la profecía en su conjunto:

Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo (como raza o etnia) de un caudillo que viene (luego aún estaba en el futuro) los arruinará. Y el fin del tal será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.” (Acotaciones nuestras).

Lo que aquí se lee, entonces, es que “el caudillo” que estaba “por venir”, procedería o sería descendiente del “pueblo” (raza o etnia) que en un futuro posterior a la ejecución de Jesús destruiría el templo y la ciudad de Jerusalén; y los hechos conocidos, es que dicha destrucción ocurrió casi 37 años después de que el Mesías fuera “cortado” y siendo que en ese momento no se tenía la menor idea de tal destrucción y muchísimo menos, qué “pueblo” la llevaría a cabo; por tanto, se desconocía totalmente la identidad del “caudillo” (o “príncipe” según versiones, en todo caso estaríamos hablando de un personaje poderoso) que estaba aún por venir…… pero queda claro que en ningún caso podía ser Jesús ese personaje por venir en ese momento, por razones obvias de puro sentido común. Pero veamos ahora, que es lo que se nos dice que hará ese enigmático personaje, leyendo el verso 27 en su primera parte y que es la interesante para nuestros días, pues lo relativo a las primeras “69 semanas” ya lo conocemos:

Y él (el “caudillo” en cuestión) tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva.” (Acotación nuestra).

Luego aquí tenemos ya la esperada “semana 70” o última de un ciclo de “70 semanas” de años, que completa los 490 años que tenían que transcurrir para el cumplimiento de los objetivos marcados en el versículo 24 y que como hemos señalado, ello implica que ya se estará dentro del reino de Dios…… lo que ocurre y por aquello de que la felicidad “dura poco en casa del pobre”, es que para situarnos correctamente en la corriente del tiempo a partir de dicha profecía, nos es necesario el averiguar la identidad del personaje señalado y que es el que establece o confirma “un pacto con los muchos” por una semana de años y sobre lo que hay mucha confusión. Porque pasamos y reduciendo mucho la lista, de aquellos que afirman que fue el propio general romano Tito el personaje del que se nos habla en ese pasaje 27, a otros que señalan al propio Jesús como el “caudillo” señalado, pasando por aquellos a los que dicha profecía les importa más bien un pimiento como referente y lo que nos obliga a despejar incógnitas, porque veamos:

No pudo ser el general romano Tito el caudillo mencionado, porque en ningún lugar de la historia, religiosa o seglar, se hace referencia a que este hubiera establecido pacto alguno con nadie, puesto que no era esta la misión que le llevó a la tierra de Judea, mientras que la dimensión del personaje aludido en la profecía estriba precisamente en la consecución de dicho pacto; y puesto que si descartamos a aquellos que no tienen ningún interés por dicha profecía, solo nos quedan aquellos que tienen en Jesús como al personaje aludido como el autor del pacto citado, veamos ahora por qué no pudo ser Jesús el muñidor de dicho pacto: en primer lugar y añadiendo a lo ya dicho, que cuando murió Jesús no se tenía ni idea de quién o quiénes destruirían Jerusalén y su templo…… en segundo lugar, tenemos que el único pacto que Jesús estableció y del que hay constancia, es el que está registrado en Luc. 22:28-30:

Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; 29 y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.”

Pacto que nada tenía que ver “con los muchos”, pues solo implicó a once de sus apóstoles, relacionado este con el reinar con él en el reino de Dios que en un futuro sería establecido en la tierra y que no aplicaba a todos los integrantes del pueblo de Israel, sino solo a unos pocos de ellos…… además, no estaríamos hablando de un pacto limitado en el tiempo o con fecha de caducidad (y mucho menos roto antes de su íntegro cumplimiento, por el mismo que lo había establecido), en este caso por “una semana” de años, sino de un pacto como mínimo por mil años. Por otra parte y para dar más solidez a nuestro planteamiento, tenemos que añadir a nuestro argumentario el hecho de que el “caudillo” (o “príncipe”, según versiones) por aparecer del versículo 26, tenía que emerger del “pueblo” o etnia que en su momento destruyó a Jerusalén, así como a su templo; y aunque está comúnmente adjudicada a los “romanos” la autoría del “desaguisado” ocurrido, la realidad es que eran mercenarios árabes reclutados en la zona por el Imperio Romano, bajo estandartes y oficialidad romana (fundamentalmente los componentes de la X Legión y que fue la que más protagonismo tuvo en dicha destrucción) y que para el caso es lo mismo, pues lo fundamental es que Jesús era hebreo y no árabe o romano…… luego nada que ver con el “pueblo” que causó dicha desolación y por lo que de ninguna manera podía ser el “caudillo” mencionado en Dan. 9:27.

Por lo que el planteamiento de que la “semana 70” y última del ciclo de “70 semanas” profetizadas se cumplió en tiempos de Jesús, no se sostiene por ningún lado; y aunque es cierto que ese planteamiento es mayoritario entre las distintas denominaciones de la cristiandad, eso no lo hace correcto y algo que queda claro cuando contrastamos dicha teoría con lo que se nos dice en Dan. 9:24b acerca de la razón por la que se determinan las “70 semanas” sobre el pueblo de Daniel y que volveremos a considerar:

“…… para poner fin a la transgresión y para acabar con el pecado, para hacer expiación por el error, para introducir la justicia para tiempos indefinidos, para imprimir un sello sobre visión y profeta (eso es, certificar el completo cumplimiento de todo lo profetizado) y para ungir el Santo de los Santos.” (Acotación nuestra).

Y siendo cierto que los que defienden dicho argumento dicen que todo eso se logró con la muerte de Jesús, la realidad es que de todas esas condiciones no se ha cumplido ni una, sino que más bien al contrario lo que estamos viendo es lo mismo que había antes de la muerte en sacrificio de Cristo, pero corregido y aumentado, porque veamos: la transgresión en la tierra continúa; con el pecado (se entiende que con el pecado adámico heredado y causante de nuestras desgracias) no se ha terminado, pues continuamos naciendo con él y sufriendo sus desastrosas consecuencias. Por otra parte, de ningún modo ha habido expiación por el error, pues la humanidad en su inmensa mayoría continúa siendo tan “borde” como siempre; ya qué decir acerca de una justicia implantada para tiempos indefinidos, cuando vivimos rodeados de injusticia por tierra, mar y aire…… y aunque nos digan que esos son los logros del sacrificio de Jesús sobre la humanidad, la cosa no “cuela” pues el siguiente de esos requisitos, eso es, el “imprimir un sello sobre visión y profeta”, tiene que ver con el cumplimiento de todas y cada una de las profecías registradas en la Biblia y lo cual no es el caso, cuando la cosa se analiza desde la perspectiva correcta.

Porque la profecía del reino de Dios y promesa fundamental sobre la que gira el registro sagrado, por ejemplo, aún no se ha cumplido, pues este aún no ha sido instalado en la tierra (los TJ disparatadamente lo colocan en el cielo, pero que a todos los efectos sería lo mismo) y con ello, la restauración tanto física como espiritual del ser humano, así como de su entorno medioambiental y coincidente dicha restauración, no con la muerte de Jesús y como algunos nos quieren vender, sino con el regreso a la tierra de este en el poder del reino y que es muy distinto, pues esto es lo que leemos en las Escrituras acerca del tema:

“…… y para que él (Jehová Dios) envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:20-21). (Acotación nuestra).

Luego está claro que es la venida de Jesucristo en el reino la que cumple con los objetivos reseñados en Dan. 9:24, pues está directamente relacionada con el cumplimiento de las promesas de Dios hechas por medio de sus “santos profetas de tiempo antiguo” y que tienen que ver con la restauración física de la humanidad, así como de su entorno medioambiental y del mundo animal en su relación con el hombre (Isa. 11:6-9), como se sobreentiende de las siguientes palabras proféticas:

En aquel tiempo (eso es, cuando se establezca el reino de Dios en la tierra), los ojos de los ciegos serán abiertos y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría. Pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica.” (Isa. 35:5-6). (Acotación nuestra(.

A tal grado será esto así, que la promesa divina es clara al respecto:

Y ningún residente dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error.” (Isa. 33:24).

Sin embargo, no es esto lo que contemplamos a nuestro alrededor, como no vemos tampoco por ningún lado, el cumplimiento de la profecía registrada en Job 33:24-25 en estos términos:

“…… entonces lo favorece y dice: “¡Líbralo de bajar al hoyo! ¡He hallado un rescate! 25 Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil”.”

Porque de lo que se nos está hablando aquí, es que cuando se establezca el reino de Dios en la tierra las personas dejarán de morir como consecuencia del pecado heredado, pues la muerte será “tragada para siempre” (Isa. 25:8) por dicha gobernación de hechura divina y como consecuencia, lo que va a ocurrir con las personas ancianas que en ese momento existan sobre la tierra, es que serán devueltas a los tiempos de su juventud vital…… al tiempo que aquella inmensa cantidad de personas muertas en el transcurso de la historia de la humanidad, serán devueltas a la vida en la resurrección que tendrá lugar en dicho espacio de mil años de reinado divino, algo garantizado por el propio Hijo de Dios:

No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz 29 y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.” (Juan 5:28-29).

Todo esto expuesto y que no son otra cosa más que profecías bíblicas, no las vemos cumplidas a pesar de que los TJ continúan diciendo y en otra de sus disparatadas enseñanzas, que el reino de Dios fue instaurado en 1.914…… luego si 100 años nos contemplan desde que esa supuesta instauración se produjo y nosotros continuamos “con estos pelos”, aquí está fallando algo. Porque si lo que hemos leído en Hech. 3:20-21, es que el regreso de Jesucristo a la Tierra está directamente relacionado con la instauración del reino de Dios en la misma y como inmediata consecuencia de ello, inicia la “restauración” de todas las cosas como estaban en un principio antes del pecado y en Dan. 9:24 se corrobora dicho extremo, cuando se nos dice que se pondrá “un sello sobre visión o profeta” y con lo que queda claro que a partir de ese momento ya se verán cumplidas todas las profecías “que Dios habló por boca de sus profetas de tiempo antiguo” y resulta que, repetimos, 100 años después del supuesto establecimiento del reino de Dios no vemos nada de nada de lo prometido …… o bien la Biblia nos miente, o bien el establecimiento de dicho reino aún está en el futuro y los que mienten son los TJ y todos aquellos que, de alguna u otra forma, niegan la existencia de un reino literal.

Consideración aparte y no menos importante, merece el hecho afirmado de que dicha “semana 70” y última del ciclo, está dividida en dos partes con distintas características; pero dicho esto y por aquello de empezar por el principio, habría que explicar cuáles serán los sucesos que nos permitirán identificar el momento en que la tal inicia y en el bien entendido de que el segundo ciclo de “69 semanas”, terminó con la aparición del Mesías en el año 29 de nuestra era. Ello significa que han pasado casi 2.000 años desde ese momento hasta nuestros días, circunstancia que podría dar a entender a más de uno que Jehová se ha olvidado del tema y lo cual nada tiene que ver con la realidad…… es más, ya Jesús en su momento y en clara alusión a los sucesos por acontecer sobre el pueblo judío, advirtió de dicha circunstancia temporal cuando dijo lo siguiente:

“…… y caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por las naciones, hasta que se cumplan los tiempos señalados de las naciones.” (Luc. 21:14).

Estas palabras proyectaban el cumplimiento de la profecía de Daniel más allá en el tiempo, eso es, el período determinado por Jehová Dios para castigo de la infiel y rebelde nación de Israel; no olvidemos que en 135 E.C. esta desapareció como nación para aparecer de nuevo más de 1.800 años después, concretamente el 15 de Mayo de 1.948 cuando recibió reconocimiento legal por la ONU, si bien este se hizo oficial un año después. Pero dicho esto, no nos resistimos a hacer una pequeña puntualización acerca de cuándo, a nuestro entender, empezaron a regir esos “tiempos de los gentiles” y que muchos entienden que fue a partir del año 70 de nuestra era, con la destrucción de Jerusalén y su templo a cargo de las legiones romanas mandadas por el general Tito o, en su defecto, el trágico suceso de 135 E.C. mencionado y en que definitivamente los judíos fueron expulsados de su tierra por el emperador Adriano y borrado del mapa el nombre de Israel…… sin embargo, parece que el contexto escritural coloca el inicio de esos “tiempos de los gentiles (o “naciones”, según la traducción bíblica que se use) para mucho antes de esos sucesos, porque veamos:

Con la caída de Jerusalén en 587 a. E.C. a manos de Nabucodonosor, la dinastía y el gobierno davídicos quedaron interrumpidos “in témpore” y Jerusalén, o lo que ésta representaba (la nación escogida por Dios, Israel), habría de continuar siendo “hollada” por los sucesivos gobiernos gentiles que durante la historia han dominado sobre esa parte del globo, mientras la regencia delegada del reino de Dios (1 Crón. 29:23) establecida en la tierra y ejercida por la casa de David, se ha mantenido en un estado inoperante bajo esas distintas potencias gentiles que, de forma alternativa y periódica, han dominado sobre esa tierra de Oriente Medio. Por lo tanto, este “tiempo de los gentiles” de hollar Jerusalén y lo que ésta representa, inició en ese momento histórico de 587 a. E.C. y durará hasta que de nuevo se levante un rey de la línea de David, que gobierne sobre la tierra en nombre del Dios Altísimo…… y como eso no ocurrirá hasta que Jesucristo acceda al trono de su antepasado David en representación de su Padre Celestial, dicho dominio se prolongará hasta el establecimiento de dicha gobernación divina sobre nuestro planeta; dicho lo cual, retomemos el tema y que habíamos dejado en el averiguar qué sucesos nos indicarán (noten que hablamos en plural) que dicha última semana del ciclo de 70 ha comenzado ya su discurrir.

Y hablamos de “sucesos”, porque aunque es cierto que la inmensa mayoría de autores bíblicos centra toda la atención en la aparición del “anticristo” como el caudillo profetizado que tiene que establecer ese pacto por siete años para “los muchos” (en todo caso estaríamos hablando de un influyente y poderoso personaje) y por tanto, el detonante temporal que marca el momento en que inicia dicho período de tiempo de la “semana 70” y lo cual es cierto, no es menos cierto que paralelamente y ya algo menos conocido (pues apenas se le dedica atención por parte de los “gurús” religiosos de la cristiandad, entiéndase teólogos), aparecerán otros relevantes personajes y de los que se nos habla en Rev. 11:3 e identificados como los “dos testigos”, eso es, un pequeño resto de personas enviadas por Jehová, equiparables en poder a los Pablo, Pedro, Juan, Elías, Moisés, etc. según los versos 5-6 de ese capítulo 11, para llevar a cabo lo que en definitiva es “la madre del cordero” de lo que realmente muchos estamos esperando y que no es otra cosa que el “pasaporte” que nos permita acceder al reino de Dios en calidad de súbditos, algo que muchos no conseguirán y como veremos a continuación.

Porque ese pequeño resto “ungido” por aparecer, tendrán a su cargo la obra de “profetizar” o anunciar al mundo y por espacio de 1.260 días o tres años y medio, la inmediata llegada de la “gran tribulación”, a ser seguida por el establecimiento del reino de Dios sobre este valle de lágrimas que responde al nombre de planeta Tierra…… luego cuando veamos aparecer dichos personajes, eso es, el llamado “anticristo” por un lado y que establece el pacto de 7 años entre Israel con sus vecinos árabes y los “dos testigos” por el otro, es cuando empieza la cuenta atrás que nos llevará al término de la última semana de años pendiente del ciclo de 70 y con ello, a los últimos siete años del mundo como lo conocemos y a ser seguidos por el establecimiento del reino de Dios en la Tierra. Semana dividida en dos mitades bien diferentes: una primera en que mediante dicha predicación, se dará la oportunidad al conjunto de la humanidad de tomar posición y asegurarse con ello el poder acceder al reino de Dios en calidad de súbditos del mismo (los que acepten la propuesta, obviamente) y marcada, lógicamente y contrario a lo vaticinado por la mayoría de “entendidos” en la materia, por una época de calma y bienestar que en este momento nos parece imposible de alcanzar, pero necesaria para el normal desarrollo de la mencionada predicación y algo de lo que se nos habla en Rev. 7:1-3:

Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra (símbolos de destrucción), para que no soplara viento alguno sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. 2 Y vi a otro ángel que ascendía del nacimiento del sol, teniendo un sello del Dios vivo; y clamó con voz fuerte a los cuatro ángeles a quienes estaba concedido hacer daño a la tierra y al mar 3 y dijo: “No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta después que hayamos sellado en la frente a los esclavos de nuestro Dios”.” (Acotación nuestra).

No perdamos de vista, el hecho de que dicho “sellar” tiene que ver con esas personas que Jehová envía y no a los que, aceptando su mensaje en el sentido de que el reino de Dios ya ha tomado el poder, serán súbditos del mismo; porque el “sello” que acredita la condición de aceptado por Dios solo se recibe cuando uno da su vida en sacrificio para alcanzar el reino como gobernante del mismo…… no olvidemos las palabras de Jesús “pruébate fiel hasta la misma muerte y yo te daré la corona de la vida” en Rev. 2:10 y que claramente muestran que uno primero tenía que dar su vida en sacrificio, para que luego y en premio, se le concediera la “corona de la vida” y que no significa otra cosa que la inmortalidad de la que gozarán todos aquellos que junto a Cristo reinarán. De ahí lo que leemos en Rev. 11:7, en el sentido de que “cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará”…… y eso es lo que ocurre al término de dicho periodo de 1.260 días o tres años y medio o primera mitad de esa última “semana 70” de años y caracterizada, como hemos dicho, por un período de calma para permitir la predicación anunciada por Jesús en Mat. 24:14 y pasaje en el que se nos da una pista de lo que va a ocurrir en la segunda parte de dicha última semana o tres años y medio restantes:

Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

Es decir, cuando finalice dicha predicación que da contenido a los primeros tres años y medio de la final “semana 70” y ya ejecutados los “dos testigos” o resto “ungido” por aparecer, es cuando se produce la llamada “primera” resurrección (Rev. 20:6) y que implica, no solo a ese “resto” aún por aparecer y víctima de la violencia del poder gobernante en ese momento y controlado por el “anticristo”, sino también a los apóstoles y a todos aquellos que en el primer siglo siguieron las pisadas de Jesús…… es en ese momento en el que se produce el punto de inflexión que nos introduce ya en la segunda parte de esa última semana, en donde la llamada “gran tribulación” será la protagonista y con lo que estaríamos hablando del mayor tiempo de angustia sobre este planeta (diluvio universal incluido) y dirigida contra aquellos que habrán mostrado desprecio por la misericordia divina, al rechazar la oportunidad ofertada de conseguir una plaza en el reino de Dios; ello se nos confirma en las siguientes palabras:

Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen a Dios (obviamente porque no han querido) y sobre los que no obedecen las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús (pues han rechazado el conocerlas). 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna (durante la “gran tribulación”) de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (2 Tes. 1:6-9). (Acotaciones nuestras).

Terminados esos fatídicos tres años y medio restantes de esta segunda parte de la “70 semana”, es cuando finalmente toma posesión de la tierra el reino de Dios y adquieren carta de naturaleza los eventos anunciados en Dan. 9:24…… excusamos decir, que mientras la humanidad desobediente se enfrenta a su justo castigo, aquellos que si escucharon y decidieron acogerse a los beneficios del reino de Dios sobre la humanidad, habrán sido “ocultados” o protegidos por nuestro Creador de la destrucción causada por la “gran tribulación” (Sof. 2:3; Isa. 26:20; Salmo 91). Y aunque no sabemos cómo lo hará en esta ocasión, lo que sí sabemos es que a lo largo de la historia en general y en particular del pueblo de Israel, Jehová Dios siempre trató bondadosamente con aquellos que le fueron leales y preservó sus vidas del peligro al que se enfrentaban, pues la máxima de nuestro Supremo Hacedor es esta:

Con alguien leal, tú actuarás en lealtad; con el hombre físicamente capacitado, exento de falta, tratarás de un modo exento de falta.” (Sal. 18:25).

Pero habrán observado unos párrafos atrás, que hemos mencionado y con respecto de aquellos que pretendan hacerse con una plaza como súbditos en el reino de Dios, acerca de responder a una “propuesta” que será extendida a todo el mundo por parte de los “dos testigos” o enviados de Dios y que solo aquellos que la acepten, serán beneficiarios de tan codiciada plaza: el colaborar con esos mensajeros de Dios, en la tarea de extender el contenido del mensaje predicado por todo el mundo y contenido del que se nos habla en Rev. 14:6-7:

Y vi a otro ángel que volaba en medio del cielo y tenía buenas nuevas eternas que declarar como noticias gozosas a los que moran en la tierra y a toda nación y tribu y lengua y pueblo 7 y decía con voz fuerte: “Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora del juicio por él, de modo que adoren al que hizo el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas”.”

Que solo aquellos que colaboren en dicha comisión, tendrán acceso al reino de Dios como súbditos del mismo, es lo que se infiere de una de las parábolas que usó Jesús y que tenía que ver fundamentalmente con nuestros tiempos, que encontramos en Mat. 25:31-46 y conocida como “la parábola de las ovejas y las cabras”…… contenido de la cual que nos indica sin lugar a duda alguna, lo imprescindible de dicha actitud “colaboradora” para situarse uno en una posición de favor ante el Altísimo y que le permita el acceso a dicho reino venidero, porque esto es lo que enseñó el Hijo de Dios en dicha parábola:

Cuando el Hijo del hombre llegue en su gloria y todos los ángeles con él, entonces se sentará sobre su glorioso trono. 32 Y todas las naciones serán reunidas delante de él y separará a la gente unos de otros, así como el pastor separa las ovejas de las cabras. 33 Y pondrá las ovejas a su derecha (una posición aprobada), pero las cabras a su izquierda (posición de desaprobación).” (v. 31-33). (Acotaciones nuestras).

La pregunta a la que nadie ha respondido aún o al menos, nosotros no nos hemos topado con ella (es cierto que a esa parábola y a pesar de su importancia en el asunto, se le ha prestado muy poca atención), es cómo o en función de qué baremo se hará dicha separación y algo que se nos explica en los siguientes versículos 34-40:

Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Vengan, ustedes que han sido bendecidos por mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. 35 Porque me dio hambre y ustedes me dieron de comer; me dio sed y me dieron de beber. Fui extraño y me recibieron hospitalariamente; 36 desnudo estuve y me vistieron. Enfermé y me cuidaron. Estuve en prisión y vinieron a mí”. 37 Entonces los justos le contestarán con las palabras: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber? 38 ¿Cuándo te vimos extraño y te recibimos hospitalariamente, o desnudo y te vestimos? 39 ¿Cuándo te vimos enfermo, o en prisión y fuimos a ti?’. 40 Y en respuesta el rey les dirá: “En verdad les digo: Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos hermanos míos, a mí me lo hicieron”.”

Y puesto que las ayudas que aquí se mencionan no es probable que sean necesarias en este período histórico que estamos por vivir, visto el inmenso poder que tendrán esos “hermanos pequeños” y en clara referencia al resto “ungido” por aparecer, en el desarrollo de su comisión (Rev. 11:5-6), es obvio que de lo que se nos está hablando es de una colaboración activa en dicha tarea de predicación encomendada…… pero veamos ahora, en los versículos 41-46 siguientes, la cara negativa de esta moneda:

Entonces dirá, a su vez, a los de su izquierda: “Váyanse de mí, ustedes que han sido maldecidos, al fuego eterno (equivalente a destrucción eterna) preparado para el Diablo y sus ángeles. 42 Porque me dio hambre, pero ustedes no me dieron de comer y me dio sed, pero no me dieron de beber. 43 Fui extraño, pero no me recibieron hospitalariamente; desnudo estuve, pero no me vistieron; enfermo y en prisión, pero no me cuidaron”. 44 Entonces ellos también contestarán con las palabras: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, o con sed, o extraño, o desnudo, o enfermo, o en prisión y no te ministramos?’. 45 Entonces les contestará con las palabras: “En verdad les digo: Al grado que no lo hicieron a uno de estos más pequeños, no me lo hicieron a mí”. 46 Y estos partirán al cortamiento eterno (eso es, a enfrentarse con la “gran tribulación”), pero los justos a la vida eterna (en el reino de Dios).” (Acotaciones nuestras).

Y esto es, más o menos bien contado, todo lo relativo a la “Profecía de las 70 semanas de Daniel” registrada en el libro bíblico que lleva el nombre de este profeta y que nos pone en antecedentes, no solo de los acontecimientos por suceder, sino de su orden de aparición y lo que es más importante, de la secuencia temporal de los mismos. Es cierto que nos hemos extendido un poco en explicarlo, pero en todo caso entendemos que el tema es de suficiente importancia como para, no solo leérselo con atención, sino para que uno dedique un tiempo a meditar sobre ello y, si se tercia, complementar lo aquí dicho con otras fuentes de información que puedan añadir más datos sobre el particular. Porque no hay que pasar por alto, el hecho de que lo contado no es más que la particular visión de los autores de este blog, respecto de dicha profecía y lo que debería llevar a uno a poner de su parte, eso es, a contrastar dicha información con aquellas que tenga a su alcance o en su defecto, del personal conocimiento que ya se tenga sobre el particular; y es que como tantas veces hemos señalado, nosotros...... también nos podemos equivocar.

MABEL


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