domingo, 17 de mayo de 2015

Tic-tac, tic-tac, tic-tac…


Onomatopeya del sonido que siempre ha estado asociada con el paso del tiempo, que salía de aquellos aparatosos despertadores de nuestra juventud y que si uno se ponía en plan filósofo, nos recordaba lo efímero de la existencia del hombre sobre la tierra y lo cual, todo hay que decirlo, tampoco es que fuera un recordatorio como para “tirar cohetes”; porque sus connotaciones más bien eran tendentes a recordarnos la dramática situación del condenado a muerte que sabe que va a morir y al que no le han dicho ni el día ni la hora, pero que sabe que eso va a suceder…… pero que dejando la parte filosófica a un lado y poniéndose ya en plan práctico, lo que también le recordaba a uno era que tenía que levantarse para ir a “currar” y ganarse las “habichuelas”, como todo hijo de vecino. Es cierto, por otra parte y retomando ya la parte seria del asunto, que si bien no estamos literalmente en una cárcel y privados de libertad como el reo de muerte al que hemos hecho mención, no es menos cierto que la “cárcel” de nuestro propio cuerpo y en su proceso de envejecimiento, con las limitaciones que ello lleva aparejadas, es señal inequívoca de que el tiempo se nos acaba…… así ha sido, al menos, desde que el mundo es mundo.

Pero dicho lo cual ¿qué es el “tiempo”? Ello explicado por profanos en la materia y que solo hablamos a partir del razonamiento lógico sobre lo que conocemos, como resulta ser en el caso de los autores de este blog, el “tiempo” es un elemento intangible (“dimensión física” lo llaman los entendidos) cuyo efecto es universal, pues todo lo que existe y ocurre lo hace dentro de esa corriente temporal: cuando decimos que una estrella tiene una “edad” de 4.000 millones de años o que la luz generada en la galaxia Andrómeda tarda 2,000.000 de años en llegar hasta nosotros, estamos hablando de “tiempo”; o cuando medimos la velocidad de la luz, cuantificada en 300.000 kms./segundo (realmente 299.792,458), o la distancia que nos separa de otro punto al que pretendemos llegar, más que de distancia o velocidad, estamos hablando inexorablemente de “tiempo”…… ahora bien ¿es cierto que todo lo que existe y como hemos afirmado en este párrafo, está sujeto al férreo dominio de ese fenómeno llamado “tiempo”? Veamos una información pasada por alto por el común de los científicos y que si bien son capaces de explicarnos científicamente qué es el “tiempo”, resulta que niegan el origen de este…… información esta que es crucial para entender todo lo que nos rodea y que se halla en una brevísima, a la par que grandiosa, declaración:

En el principio Dios creó los cielos y la tierra.” (Gén. 1:1).

Y entendiendo por “cielos”, al universo contemplado y todo lo que hay en él, material o inmaterial e incluyendo en este apartado de “inmaterial” y aunque quizás no sea muy “científico”, cosas como el propio “tiempo”, el electromagnetismo o la gravedad, la energía, etc. etc., pero que en todo caso rigen con majestuosidad en dicho universo. Luego partiendo de la inconmensurable grandeza dentro de su sencillez, de la declaración señalada, nos encontramos con que el “tiempo” fue creado…… por lo tanto, es obvio que dicha dimensión no existía antes de ser llevada a la existencia (valga la redundancia), por lo que su Creador tendría que ser de rango infinitamente superior, eso es, sin principio ni final y eso es lo que se nos dice en la Biblia, libro este que pasa por ser el más leído en el mundo y que inicia, precisamente, con la mencionada declaración; dicho lo cual, veamos qué es lo que se nos dice en ese libro acerca de la intemporalidad de dicho Creador:

Antes que los montes fueran engendrados y nacieran la tierra y el mundo (éste como sinónimo de “universo”), desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios.” (Sal. 90:2). (Acotación nuestra).

De hecho, el concepto “eternidad” no puede ser entendido sin la presencia de un ser sin principio ni fin, por tanto anterior a todo lo creado…… incluido el “tiempo”, por supuesto; medición del cual y a partir de instrumentos rudimentarios como relojes de sol, de arena, etc., fue adquiriendo más notoriedad a medida que el ser humano iba progresando en sus conocimientos y también, porque no, necesidades, para llegar al momento en que prácticamente somos esclavos de este, eso es, del tiempo y no del ser humano (que también, para desgracia de este y como nos recuerda Ecle. 8:9). Es justo reconocer, por otra parte, que también hemos sacado beneficios de ello, es decir, de medir el tiempo (que no dominarlo y que ya es harina de otro costal), circunstancia solo enturbiada por el hecho de que lo corto de nuestras vidas hace que las queramos vivir con intensidad, lo que a su vez nos lleva a querer hacer muchas cosas en poco tiempo y lo que implica el estar luchando constantemente en contra de este; de tal suerte que la exclamación “¡no tengo tiempo!” es de uso cotidiano en el día a día de cualquier persona…… y con una agravante: cuanto más viejo se hace uno, más rápido parece pasar el “desgracio” y con lo que aumenta la angustia del “personal”. Todo considerado, quizás lo que se pudiera llegar a concluir es que el “tiempo” es una maldición para el hombre y el peor enemigo de este; y es que otra característica puñetera del “tiempo” es que es unidireccional (siempre va hacia delante) y constante (no se detiene), por lo que aquello de si “pudiera volver atrás en el tiempo” no haría esto, lo otro o lo de más allá, o quizás aquello de “si pudiera parar el tiempo” y que tantos enamorados habrán dicho en algún momento, es tarea imposible para el ser humano…… ¿se acuerdan de aquel bolero del genial cantante y compositor mejicano, Roberto Cantoral, titulada “El reloj” y que empezaba diciendo: “Reloj, no marques las horas...”?...... pues eso.

Y es que parar el tiempo, ha sido el deseo inalcanzado del ser humano en su fallido intento de no enfrentarse al negro e insoslayable futuro que tiene ante sí: nacer, crecer, envejecer y finalmente morir, todo ello en medio de incontables sufrimientos, penas y privaciones de todo tipo que hacen para el común de los mortales un verdadero infierno el transitar por este bien llamado “valle de lágrimas”…… ya a partir de tan estimulante y “animadora” disertación que les hemos hecho sobre el “tiempo” y sus fatales consecuencias, entendemos perfectamente el que uno esté barajando entre si cortarse las venas o ahorcarse en el “ficus” que tiene en el porche de su casa (que mancha menos, eso sí), pero ¡quieto ahí “parao”, que no cunda el pánico, porque la cosa tiene arreglo! Sí, sí, lo que están oyendo: la cosa sí tiene arreglo; y tanto es ello así, que dicho “enemigo” (el “tiempo”) puede pasar a convertirse en nuestro aliado más fiel, pues de hecho lo ha sido siempre y aunque dicha afirmación pueda sorprender, al grado que las personas bien informadas estamos como locas para que pase el “tiempo” lo más rápido posible…… ¡no, no, no que estemos locas de remate las personas que esperamos eso!, sino “como locas”, eso es, con gran impaciencia para que este transcurra lo más rápido posible y ello, por los beneficios que traerá consigo y de los que se nos da una primera perspectiva en el siguiente pasaje:

“…… y para que él (Jehová) envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, 21 a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” (Hech. 3:20-21). (Acotación nuestra).

Noten, que ese “tiempo” por venir, tiene que ver con el regreso del Hijo de Dios para tomar el poder del reino milenario…… luego todo lo hablado por Dios en boca de “sus santos profetas de tiempo antiguo” tiene que llevarse a cabo dentro de ese período de “tiempo” y del que se nos explica, que es durante el mismo en donde se lleva a cabo la “restauración de todas las cosas”; pero ¿de qué cosas, son las que hablaron dichos profetas por encargo divino y que puedan hacer del “tiempo”, nuestro más preciado aliado? Pues tanto como esto, con respecto de las actuales limitaciones físicas:

En aquel tiempo (eso es, a partir del momento en que Jesucristo tome posesión del gobierno del reino de Dios) los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados. 6 En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo y la lengua del mudo clamará con alegría...” (Isa. 35:5-6a). (Acotación nuestra).

En cuanto al recobro de nuestro entorno medioambiental, incluyendo los parajes más extremos, se lee como sigue:

“… pues en el desierto habrán brotado aguas y torrentes en la llanura desértica. 7 Y el suelo abrasado por el calor se habrá puesto como un estanque lleno de cañas; y el suelo sediento, como manantiales de agua. En el lugar de habitación de los chacales, un lugar de descanso para ellos, habrá hierba verde con cañas y papiros.” (Isa. 35:6b-7).

Veamos, por otra parte, que nos dijeron esos “profetas de tiempo antiguo” y voceros del Dios Altísimo, acerca de la vejez, que tanto nos limita y antesala de la muerte:

Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).

O lo que es lo mismo, que la persona anciana y decrépita retroceda en el “tiempo” en lo físico y sea devuelta a los momentos de su máximo esplendor juvenil, tanto en lozanía como en vigor; pero veamos más de lo que se nos dijo por boca de esos “profetas de tiempo antiguo” y ello para el momento en que, como hemos leído en Hech. 3:20-21 Cristo regresara a la tierra, con relación a lo que Jehová hará con la muerte en ese período de mil años de gobernación divina:

Él realmente se tragará a la muerte para siempre y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro (causadas fundamentalmente por el dolor ante dicho suceso). Y el oprobio de su pueblo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.” (Isa. 25:8). (Acotación nuestra).

Y cumplimiento cabal de ese “tragarse la muerte”, que no sería posible si los muertos no volvieran a la vida:

Tus muertos vivirán. Cadáver mío... se levantarán. ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo! Porque tu rocío es como el rocío de malvas y la tierra misma dejará que hasta los que están impotentes en la muerte caigan en nacimiento (eso es, que vuelvan a la vida mediante una resurrección).” (Isa. 26:19). (Acotación nuestra).

Todas estas cosas, absolutamente todas ellas, fueron dichas por Jehová Dios por “boca de sus santos profetas de tiempos antiguos” y por lo que si el pasaje de Hech. 3:20-21 que hemos leído no nos ha “colado un gol”, todas “esas cosas” tienen que ocurrir dentro del período de mil años del reino de Dios y ello a partir del momento en que es establecido el reino de Dios en la tierra (y no mil años después de dicho establecimiento, como disparatadamente afirma determinado “teólogo” de pizarrín que va suelto por ahí) y hecho que se produce, según dicho pasaje, con el tiempo del regreso de Jesucristo a la tierra…… luego la pregunta es obvia: ¿no estamos ante unas perspectivas deseables y que nos tendrían que hacer ver el “tiempo” que falta para que las tales se cumplan, como excesivamente largo? De hecho, lo que se nos dice con relación a los momentos que se nos avecinan, es lo siguiente:

Pero al comenzar a suceder estas cosas (eso es, los acontecimientos preliminares que anunciarían que el tiempo para dicha “restauración” prometida, lo estaríamos tocando ya con la punta de los dedos, es decir prácticamente inmediata), levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca.” (Luc. 21:28). (Acotación nuestra).

Ante tan espectacular promesa y puesto que la tal nos ha sido formulada por nuestro Creador, por tanto segurísima en su cumplimiento ¿no es cierto que ahora tal parezca que el tiempo que resta hasta el cumplimiento de la tal, parece haberse ralentizado? Porque esta es otra aparente vertiente de ese fenómeno llamado “tiempo”; y decimos “aparente” porque ahora de lo que estaríamos hablando no es tanto del “tiempo” y su transcurrir (que como hemos dicho es unidireccional e inmutable), sino de la forma que tenemos de percibirlo los seres humanos y según sea nuestra particular situación en un momento determinado: si es de felicidad, pedimos que se “pare el reloj” pues el “tiempo” parece haberse desbocado…… mientras que si la situación es de dificultad, parece haberse ralentizado en extremo, eso es, como si se hubiera quedado dormido. Luego dado que todo parece depender “del color del cristal con que se mira”, este es un buen barómetro con el que medir el grado de confianza y fe en las promesas divinas de cada cual, porque veamos:

En su momento (20/02/15) los autores de este blog nos atrevimos a apuntar como el punto de inflexión para la puesta en marcha de los siete últimos años del mundo como lo contemplamos, eso es, inmediatamente anteriores a la instalación del reino de Dios en la tierra, para el final del verano del año en curso y lo que nos lleva a Septiembre/Octubre, como el inicio de la profética “semana 70” de Dan. 9:27 (semana de años) y en dónde explicábamos el orden de cómo ocurrirán las cosas: aparición del personaje “anticristo” y hecho delatado por la firma de un tratado de paz por siete años que este establecerá “entre los muchos”, eso es, entre Israel y sus vecinos árabes; también al unísono, aparecen unos poderosísimos enviados de Jehová identificados como los “dos testigos” (Rev. 11:3) y que darán inicio a la predicación mundial anunciada por Jesús en Mat. 24:14 (nada que ver con la ya centenaria “pachanga dominguera” de los TJ), con una duración de 1.260 días o tres años y medio (la primera mitad de la semana mencionada), para cerrar la última parte de esta semana de años (los restantes tres años y medio) con la “gran tribulación” que acabará con aquellos que no hayan hecho caso a lo ofertado en esa predicación (2 Tes. 1:6-9) en la que se alcanzará al mundo entero…… eso es, a grandes rasgos, lo que afirmábamos va a ocurrir y planteamiento en el que nos ratificábamos en artículos posteriores (14/03/15 / 26/03/15 / 04/04/15 / 16/04/15 o 01/05/15).

Planteamiento que no ha sido rebatido por ninguno de esos líderes religiosos, pastores o predicadores que van intoxicando con lo del “arrebatamiento” y zarandajas por el estilo, reuniendo a su alrededor a una multitud ignorante en su inmensa mayoría (independientemente de la buena disposición que tengan de corazón, así como de su calidad como personas, de las que no dudamos) o, en su defecto, personajes que desde la intimidad de su despacho y presumiendo de “expertos” en teología (Apologista Mario Olcese es un ejemplo de ello), van produciendo disparatados videos en los que afirman, por ejemplo y como es en el caso del personaje citado, que el paraíso no será restaurado en el reino de Dios, sino a partir del término de este, eso es, finalizados ya los mil años; no solo no explicándonos para qué sirven entonces esos mil años de prolongación del sufrimiento humano, así como el porqué de una Biblia girando totalmente alrededor de tan magno evento como única esperanza de la humanidad y con un Jesús enviado con la única finalidad de predicar las bondades de dicho reino (Luc. 4:43), sino que además, contradiciendo lo dicho por el mismísimo Hijo de Dios en el sentido de que “reino” era equivalente a “paraíso” y viceversa, tal como se afirma en Luc. 23:43. Pero como a dicho “caballero” lo voy a poner en posición de “firmes” en mi próximo artículo (lo haré a título personal, pues no le permito que me toque “la moral” ni al lucero del alba ¡y es que uno es muy suyo, qué quieren ustedes que le diga!), dejaremos el tema de ese “mercachifle” de la teología y volveremos a donde estábamos, eso es, que nuestro planteamiento de un inmediato inicio de ese período de tiempo profetizado por el bueno de Daniel, no ha sido objetado por nadie y por lo que parece que ha sido dado como bueno.

No obstante a dónde queremos ir a parar, es al hecho de que ese artículo inicial y seguido por otros en el mismo sentido, se publicó en el mes de Febrero del año en curso, por lo que quedaban aún por delante en ese momento y de ser cierta nuestra tesis, entre siete y ocho meses para que ya viéramos “cosas”…… cuando el caso ahora es que ya estamos y en el momento de publicar estas líneas, a solo cuatro meses (cinco a lo más) para que se organice “la mundial” con esa gran predicación que marcará el inicio de los siete últimos años del mundo como lo conocemos y a ser seguidos, de manera inmediata, por el establecimiento en la tierra del tan ansiado, por muchos, reino de Dios en manos de Jesucristo. Es en este sentido, que en el transcurso de este escrito les hemos señalado que realmente el “tiempo” ha corrido siempre a favor del hombre, pues desde la pérdida de la perfección por el pecado de Adán y con ello el inicio de los problemas de la humanidad que hoy plagan a la humanidad y ya enumerados, lo que el “tiempo” ha estado haciendo es acercándonos cada día más al momento en que de nuevo recuperaremos el rol que Jehová en un principio se propuso para el hombre y que como acabamos de señalar, momento que está al caer; pero veamos como en las Escrituras ya se nos muestra que el “tiempo” nunca ha sido nuestro enemigo, sino nuestro mejor aliado:

Ahora bien, sabemos que Dios hace que todas sus obras (el “tiempo” incluido) cooperen juntas para el bien de los que aman a Dios, los que son llamados según su propósito.” (Rom. 8:28). (Acotación nuestra).

Entonces y dado que ya hemos señalado que el “tiempo” pasa rápido o lento en función de las expectativas personales de cada uno, la pregunta es la siguiente: ¿cómo de corto o largo se le hace a usted ese reducido espacio de “tiempo” que queda pendiente para el cumplimiento de la promesa divina de “restauración” y siempre en el bien entendido, de que aquí “los mendas” no hayamos metido “la gamba” hasta el corvejón en nuestra predicción?

Porque si para usted el “tiempo” continúa pasando con la monotonía que nos tiene acostumbrados (algunos prefiriendo incluso que no fuera tan rápido el llegar de ese momento y que “haberlos haylos”), ello significa que poca o ninguna confianza tiene en ese maravilloso futuro que se nos promete…… si por el contrario, el “tiempo” para usted parece haberse ralentizado en su discurrir hacia ese momento tan esperado ¡enhorabuena, porque usted muestra tener firmemente agarrada la esperanza del reino de Dios y sus promesas!

MABEL


No hay comentarios:

Publicar un comentario