domingo, 15 de mayo de 2016

¿Qué cree usted que es más fácil: entender las Escrituras…… o resucitar un muerto?


Y no piensen que se nos han “cruzado los cables” al hacer esta pregunta, pues lo único que pretendemos es resaltar el hecho de que al leer los Sagrados Escritos (vulgo La Biblia), hay un montón de cosas que normalmente nos pasan desapercibidas; y que si bien es cierto que no alteran la comprensión de lo fundamental del mensaje recibido, no es menos cierto que nos privan el disfrutar de aquello a lo que Pablo, en una profunda reflexión, calificó de la siguiente manera:

¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos!” (Rom. 11:33).

Sin tener eso en mente, es cierto que la pregunta tal pudiera parecer como muy rebuscada y fuera de lugar, pues el común de la gente concordaría en que mientras lo primero es perfectamente accesible, ya que tal parece que las Escrituras las entiende hasta “el tonto del pueblo”, lo segundo (eso es, el resucitar a un muerto), no pasa de ser una simple quimera. Lo cierto, por otra parte, es que estamos ante algo que se nos cuenta en la Biblia y que se nos dice que pasó fundamentalmente en tiempos de Jesús…… pero no deja de ser menos cierto, en contraste, que de hecho no hay constancia de que en siglos posteriores se repitiera dicho fenómeno que, incluso para la ciencia más avanzada, representa un logro totalmente inalcanzable. Luego todo lleva a perpetuar la idea generalizada de que la Biblia no es más que un libro de mitos y que cuando uno muere, ahí se acaba todo y se nos haya contado, lo que se nos haya contado…… conclusión lógica: mientras que entender las Escrituras es accesible a cualquiera, resucitar a un muerto está fuera del alcance del ser humano.

De hecho, con lo que nos hemos encontrado a lo largo de la historia es con una gran cantidad de personajes que, creyéndose “tocados” por el dedo divino, por tanto elevados a la categoría de “ungidos” (el equivalente a ser considerado uno como un Hijos de Dios) y con toda la autoridad moral que supuestamente ello les concede ante el “personal”, han afirmado y continúan afirmando entenderla plenamente, creando alrededor de dicha idea el fenómeno que se ha dado en llamar “la religión verdadera” (Testigos de Jehová, entre otras muchas). Y que sin el concurso de la cual, faltaría más, el resto de mortales que no estamos “tocados” por el dedo de Dios no tendríamos acceso al conocimiento del propósito divino y por lo que estaríamos apartados del favor del Dios Altísimo…… luego o te arrimas al “pilón” y echas mano a la cartera (la contribución “voluntaria”, diezmo o como quieran llamarle y que en cualquier organización religiosa que se precie, no falta), o te pierdes “la fiesta”.

Tan es esto así, que dentro de la llamada “cristiandad” y heredera según se afirma, de las prístinas enseñanzas del Hijo de Dios, hay más de 30.000 denominaciones diferentes más o menos populosas, con doctrinas distintas, líderes distintos, ritos distintos, celebraciones distintas, etc. aunque, eso sí, con un común denominador en todas ellas y como les acabamos de señalar: todos sus líderes “se forran” y viven como “reyes” ya en este sistema de cosas, con el dinero de sus afiliados; y ello sin contar con aquellos que van por libre, eso es, que dicen no militar en denominación alguna y que solo publican sus particulares “enseñanzas” por Internet…… todo este “pandemónium”, montado a partir de un mismo punto neurálgico y que es la Biblia. Lo que vendría a poner en tela de juicio la afirmación de que esta es fácil de entender para una clase “privilegiada” (todas esas personas supuestamente “ungidas”), máxime cuando lo que se lee en las Escrituras es lo siguiente:

Ahora los exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos hablen de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar.” (1 Cor. 1:10).

Queda claro entonces que algo está fallando aquí; porque lo que muestra la realidad es que si reunimos en una sala a un católico, un adventista, un mormón, un pentecostal, un evangélico, un metodista, un anglicano o un ortodoxo (por citar algunas de las organizaciones de más raigambre dentro del cristianismo) y les damos una Biblia para que se pongan de acuerdo en algún punto, al final ocurre como con los dos gatos encerrados en una habitación para ver cuál de los dos es el que gana: abres la puerta pasado un tiempo y solo encuentras los dos rabos…… es decir, que ninguno de esos contertulios se pondría de acuerdo con los restantes y partiendo todos, insistimos, de un punto en común: la Biblia.

Llegados a esta situación y visto lo visto, resulta que la pregunta inicial ya no es tan estrambótica como parece a simple vista y que tiene, además, una respuesta que para muchos será sorprendente: es tan difícil (o tan fácil, según se mire), el entender las Escrituras, como el resucitar a un muerto…… porque algo a lo que pocos han prestado atención, es al hecho de que tanto para una cosa como para la otra, se precisa del poder del espíritu santo que proviene de Dios; veamos al respecto, lo relatado acerca del momento en que Jesús envió a sus doce apóstoles a predicar:

De manera que mandó llamar a sus doce discípulos y les dio autoridad (o un poder sobrehumano procedente de Dios y que ellos no tenían) sobre espíritus inmundos, para expulsarlos y para curar toda suerte de dolencia y toda suerte de mal (……).

5 A estos doce Jesús los envió, dándoles estas órdenes: “No se vayan por el camino de las naciones y no entren en ciudad samaritana; 6 sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Al ir, prediquen, diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”. 8 Curen enfermos, levanten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios. Recibieron gratis (dicho poder), den gratis”.” (Mat. 10:1-8). (Acotaciones nuestras).

Ha quedado meridianamente claro, entonces, que la capacidad de resucitar muertos estaba intrínsecamente relacionada con el poder que habían recibido de Jehová Dios esos enviados y que identificamos como el “espíritu santo” o fuerza activa que proviene de Este; pero veamos ahora cómo la historia se repite, en lo tocante a algo aparentemente menos complicado como pueda ser la comprensión de la Palabra de Dios y reflejado esto, en unas palabras que les dijo Jesús a sus apóstoles poco antes de su muerte y tomadas en este caso de la versión BLP:

Tendría que deciros muchas cosas más, pero no podríais entenderlas ahora (eso es, partiendo de la limitada capacidad de comprensión humana respecto de las cosas divinas). 13 Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará para que podáis entender la verdad completa. No hablará por su propia cuenta, sino que dirá únicamente lo que ha oído y os anunciará las cosas que han de suceder.” (Juan 16:12-13). (Acotación nuestra).

Todo parece indicar, leído lo leído, que esas personas tan próximas a Jesús y enseñadas por él (no pasemos por alto este detalle), en su estado natural y sin el concurso del espíritu santo de Dios, estaban totalmente inhabilitadas para poder entender a cabalidad los propósitos de Este; de hecho, lo que Jesús les había dicho instantes antes y reflejado en el versículo 7 de ese mismo capítulo 16 de Juan, confirma lo que les estamos diciendo en el sentido de que sin la operación del espíritu santo en uno, este uno no puede entender las Escrituras:

No obstante, les digo la verdad: Es para provecho de ustedes por lo que me voy. Porque si no me voy, el ayudante (el espíritu santo de Jehová Dios) de ninguna manera vendrá a ustedes; pero si sigo mi camino, lo enviaré a ustedes.” (Juan 16:7). (Acotación nuestra).

¿Y qué haría dicho “ayudante” en esas personas a las que sería enviado? Pues algo que Jesús ya les había aclarado momentos antes y registrado en Juan 14:26:

Más el ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les enseñará todas las cosas (las que ellos no podían entender sin dicha ayuda) y les hará recordar todas las cosas que les 
he dicho.” (Acotación nuestra).

Pero sin duda alguna, que esto es tal cual se lo explicamos, queda refrendado por unas palabras que Jesús en su momento dijo en una oración dirigida a su Padre Celestial y que nos explicaría el porqué de tanta confusión actual, en lo referente al entendimiento correcto del contenido bíblico y en donde nos encontramos de todo (menos coherencia), dentro de ese “maremágnum” de creencias que resulta ser “la cristiandad”…… pero veamos esas interesantes palabras:

En aquella misma hora se llenó de gran gozo en el espíritu santo y dijo: “Te alabo públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido cuidadosamente estas cosas de los sabios e intelectuales y las has revelado a los pequeñuelos (o “a los que son como niños”). Sí, oh Padre, porque el hacerlo así vino a ser la manera aprobada por ti”.” (Acotación nuestra).

Luego lo que se deduce de esas palabras, es que el entender correctamente las Escrituras o no, está totalmente supeditado a que Jehová Dios se lo permita a uno…… y si algo queda claro en nuestros días y visto lo visto, tal parece que se lo permite a unos pocos, muy pocos para ser más exactos; pero ¿por qué a unos pocos sí y a una inmensa mayoría no? Y es que no podemos sustraernos al hecho de que la Biblia fue escrita para ser leída por el hombre y con el propósito de traer consuelo y esperanza a este, lo que haría del entenderla la condición sine qua non para conseguir dicho objetivo; pero veamos qué se nos dice en la misma al respecto:

Porque todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza.” (Rom. 15:4).

Algo imposible de conseguir, si resulta que la Biblia no se puede entender por una inmensa mayoría y lo que nos lleva a la cuestión de fondo: ¿por qué si Dios dio Su Palabra de forma escrita para conseguir esos fines, resulta que es Él mismo el que obstaculiza su entendimiento a muchos, según lo leído en Luc. 10:21? La respuesta a esta pregunta la tenemos en los versículos que siguen al que acabamos de leer en Rom. 15:4, eso es, el 5 y 6, en donde se nos explica lo que resulta ser la clave para que a uno se le permita entender las Escrituras y con ello sacar el debido provecho; pero leamos esos versos 5 y 6:

Ahora, que el Dios que suministra aguante y consuelo les conceda tener entre sí la misma actitud mental que tuvo Cristo Jesús, 6 para que, de común acuerdo, con una sola boca (eso es, dando todos el mismo mensaje) glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” (Acotación nuestra).

Y dado que esas personas a las que hemos aludido (bien sean líderes de organizaciones religiosas o “teólogos” que vayan por libre), no cumplen con el requisito exigido en ese verso 6, eso es, el de hablar “con una sola boca” o, dicho de otra manera, todos hablando de acuerdo y enseñando lo mismo, ello solo puede significar que no tienen la misma actitud mental del Hijo de Dios y que se nos señala en el pasaje de Fil. 2:5-11:

Mantengan en ustedes esta actitud mental que también hubo en Cristo Jesús, 6 quien, aunque existía en la forma de Dios (eso es, tenía condición divina al no ser engendrado por un hombre, sino por el propio Dios), no dio consideración a una usurpación, a saber, que debiera ser igual a Dios. 7 No: antes bien, se despojó a sí mismo y tomó la forma de un esclavo y llegó a estar en la semejanza de los hombres. 8 Más que eso, al hallarse a manera de hombre, se humilló y se hizo obediente hasta la muerte, sí, muerte en un madero de tormento. 9 Por esta misma razón, también, Dios lo ensalzó a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, de los que están sobre la tierra y de los que están debajo del suelo; 11 y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre.” (Acotación nuestra).

Ahora bien ¿de qué manera, esas personas a las que nos referimos no manifiestan la “actitud mental” que caracterizó a Jesús? Veamos para entender esa cuestión, lo que dice de sí mismo uno de esos incapacitados personajes, en este caso el “teólogo” Apologista Mario Olcese y cuyas palabras reflejan exactamente la misma línea de razonamiento de todos esos “mandangas” que a sí mismos se reconocen como “ungidos” o Hijos de Dios:

Yo soy un UNGIDO del Señor, y nadie debe o puede tocarme a mí, o a usted, si en verdad es un cristiano, sin tener luego que pagar un precio muy caro. Yo me considero un UNGIDO del Señor, y si usted no se considera así, entonces usted no ha entendido lo que significa ser un cristiano o un ungido.” (Negritas nuestras).

Noten que el argumento “de peso” es sencillamente que él se cree ser un “ungido”…… y si uno duda de ello, es porque no ha entendido de qué va la “película”; veamos ahora esto otro:

Ahora bien, “Ungidos con el Espíritu Santo” resalta otras bendiciones colaterales que Dios nos añade cuando nos entrega el Espíritu Santo, PERO LO MÁS IMPORTANTE ES QUE NOS GUÍA A LA VERDAD (Ver Juan 16:13). NADIE PUEDE SER GUIADO A LA VERDAD SIN EL ESPÍRITU OBRANDO EN ÉL.” (Negritas nuestras).

Con lo que subliminalmente nos está diciendo que tiene un plus de autoridad en conocimiento escritural que el resto de la gente no tiene; o esto otro:

Al contrario, soy un hombre muy feliz y dichoso, ya que por fin tengo la libertad que no gozan ellos para escribir y tener mi sitio web donde puedo exponer mis creencias personales y mis “descubrimientos” bíblicos según me lo revela el Espíritu de Dios. Sólo el Espíritu de Dios nos guía a la verdad.” (Negritas nuestras).

Bien, con estas u otras palabras parecidas (todos están cortados con el mismo “patrón”), lo que estos señores supuestamente “ungidos” nos vienen a decir es que son Hijos de Dios y parten de la “autoridad” que dicha condición les concede para enseñar a otros, pues se reconocen directamente guiados por el espíritu de Dios y con lo que nos encontramos, volviendo a lo de la correcta actitud mental desplegada por Jesús, con lo siguiente: Jesús era Hijo de Dios y se rebajó a la condición de hombre, mientras que esos personajes son hombres y se ensalzan a la condición de Hijos de Dios; por otra parte, mientras Jesús esperó que fuera su Padre Celestial el que lo “ensalzara” a una posición de privilegio, esos personajes se ensalzan a sí mismos y diciéndole por tanto a Jehová Dios de forma altanera, lo que Este tiene que hacer con respecto a ellos…… eso es, “reconocerlos” como hijos suyos, dado que ellos ya se han autoproclamado como tales. Es por esta presuntuosa y altanera actitud, que en armonía con lo dicho en las Escrituras el Altísimo no les permite entender su palabra escrita:

Porque Jehová es alto y, no obstante, al humilde lo ve; pero al altanero lo conoce solo de distancia.” (Sal. 138:6).

Eso es, que no tiene la más mínima relación con los altaneros o presuntuosos; pero claro, en este pasaje se nos habla también de los “humildes” y que según el pasaje leído de Luc. 10:21, es a los que el Dios Altísimo “revela” el sentido de su palabra y algo que ya ocurrió en su momento…… véanlo:

Y él (Jesús) procedió a decirles: “A ustedes (a los fieles y sinceros seguidores de este) se les ha dado el secreto sagrado del reino de Dios, más a los de afuera (a los que despreciaban las enseñanzas del Hijo de Dios) todas las cosas ocurren en ilustraciones, 12 para que, aunque estén mirando, miren y sin embargo no vean y, aunque estén oyendo, oigan y sin embargo no capten el sentido de ello, ni nunca se vuelvan y se les dé perdón”.” (Mar. 4:11-12). (Acotaciones nuestras).

Partiendo de aquí, la pregunta obligada es ¿y quiénes son, esos a los que se les permite captar el sentido correcto de las Escritura? Pues por ejemplo, sin ir más lejos, a todos los lectores de este blog y que están totalmente de acuerdo con lo que en el mismo se publica…… y a partir de ahí es cuando a usted que nos está leyendo por primera vez, se le ponen los pelos como “escarpias” y razona aquello tan manido de ¡“Ya están aquí los “enteradillos” de turno, afirmando que solo ellos entienden las Escrituras…… todos son iguales”! Pero “quieto parao” querido amigo, pues nosotros no hemos dicho esto; porque los autores de este blog (Manuel Bel Bordes y Armando López Golart) y a diferencia de los personajes señalados, jamás hemos dicho que seamos “ungidos”, sino que hemos afirmado exactamente por activa y por pasiva es todo lo contrario, eso es, que nosotros no somos “ungidos” o cosa que se le parezca y por lo que no tenemos más relevancia que usted que nos está leyendo. Solo somos y como consta en alguno de nuestros escritos, personas sencillas, sin estudios superiores de ninguna clase (uno un excelente carpintero –mi compañero y maestro “Manolo”– y aquí el “menda” –Armando y responsable de todo lo que se publica– un simple camionero en toda su vida), que por años nos ha apasionado el estudio de las Escrituras (muchos de ellos como miembros activos de la secta Testigos de Jehová) y que como nos sorprendía la falta de concordancia entre lo que leíamos en estas, con lo que otros nos “enseñaban” que estas decían, un día nos plantamos, les mandamos a hacer puñetas a todos y nos decidimos a denunciar dicha situación…… y esa es toda la historia.

Por otra parte, nunca hemos presentado nuestros planteamientos como “enseñanzas” y contrario a lo que hacen los personajes de los que hemos hablado, sean lideres representantes de alguna denominación religiosa dentro de la “cristiandad” o vayan por libre, como es el caso del que les hemos citado, Apologista Mario Olcese y que no deja de ser uno más entre tanto “zumbao” que se cree Hijo de Dios…… es más: cuando usted entra en nuestro blog y lee en nuestra entradilla de presentación los motivos que nos inspiraron a publicar en Internet, verá nuestra clara afirmación en el sentido de que nunca ha sido nuestra pretensión “el enseñar ni crear doctrina”, sino sencillamente el contrastar lo dicho por algunos “entendidos” en la materia, con aquello que dicen las Escrituras y cuestión que siempre nos había “chirriado”, pues había y hay en algunos casos un desfase brutal. Súmele a ello, querido y suspicaz lector, el hecho de que en muchos de nuestros escritos hemos señalado que la responsabilidad de decidir con qué quedarse de nuestras opiniones publicadas, está en la persona que nos lee, pues nosotros “ni quitamos ni ponemos rey” sino que solo constatamos una situación de flagrante contradicción entre lo que uno lee de algunos autores bíblicos u organización religiosa, con lo que de ello se nos dice en la Biblia…… a partir de ahí, lo que haga cada uno de nuestros lectores con dicha información, ya es asunto suyo.

Por ejemplo, querido lector y que aún continúa con la “mosca detrás de la oreja”, eso es, no demasiado “convencidillo” de que estemos nosotros entre aquellos pocos a los que se les permite entender las Escrituras, ahí tiene lo que acaba de leer en este artículo: primero vea si alguien le ha hablado jamás de ello y luego contraste por sí mismo si lo dicho se ajusta o no, a lo que usted lee en el texto escritural; por nuestra parte continuamos afirmando que, a menos que intervenga el espíritu santo de Dios, la misma dificultad entraña el entender correctamente la Biblia, que el resucitar un muerto: es imposible hacerlo. Recuerde que los apóstoles hicieron las dos cosas y, ambas, con la imprescindible ayuda del espíritu santo de Jehová Dios; y como dicho lo dicho, todo parece indicar que nosotros tenemos la razón en lo que estamos proponiendo, ello significaría y para aclarar las dudas que aún le puedan quedar, que a nosotros y a diferencia de la inmensa mayoría sí parece que se nos permite el entender correctamente las Escrituras…… ¿o no? ¿Qué opina usted?

MABEL


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