viernes, 27 de mayo de 2016
¿Se contradice la Biblia?...... ¿Qué opina usted?
Porque resulta que no son pocos los “estudiosos” que afirman que en esta aparecen serias contradicciones y convicción que repercute en que una inmensa mayoría de personas tiendan, consecuentemente, a restarle credibilidad al texto sagrado; ahora bien ¿estaríamos hablando realmente de contradicciones en el relato escritural…… o más bien de un escaso conocimiento bíblico por parte del que tal afirmación hace, aunando a ello una total falta de capacidad para leer con un mínimo de corrección? Obviamente estaríamos en la segunda tesitura, porque la Biblia no se puede contradecir al ser la Palabra escrita de Dios y de la que se nos asegura lo siguiente:
“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, 17 para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.” (2Tim. 3:16-17).
Entonces y si ello es así, resulta que no fueron cosas que el hombre se inventó lo que está contenido en el texto escritural, sino las cosas que le fueron “dictadas” a este por el propio Creador mediante la operación de Su espíritu santo o fuerza activa; pero veamos ahora el pasaje de 2 Ped. 1:21 y en donde se nos confirma tal aseveración:
“Porque la profecía no fue traída en ningún tiempo por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron de parte de Dios al ser llevados por espíritu santo.”
Por lo tanto, dada que lo capacidad interpretativa del hombre no tuvo nada que ver en la redacción del texto bíblico, sino que todo dependió del espíritu santo del Todopoderoso, tal texto no puede en modo alguno contener contradicción posible…… luego toda afirmación en este sentido y como ya hemos señalado, solo puede suponer por parte del que la formula una manifiesta incapacidad para entender lo que lee de las Escrituras, aparte de un supino desconocimiento del contexto escritural; pero veamos algunas de esas aparentes contradicciones, considerando en primer lugar lo que se lee en Isa. 45:18:
“Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella; Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada: “Yo soy Jehová, y no hay ningún otro.”
Y de esas palabras de ninguna manera se puede inferir, que en un momento dado el planeta Tierra pueda ser destruido y como señalan tantos catastrofistas sueltos por ahí, bien sea por el impacto de un asteroide, bien sea por una concatenación de explosiones nucleares, bien sea por el ocaso de la estrella de la que dependemos para sostener la vida en este “terruño” de nuestras entretelas o, por cualquier otra circunstancia que a uno se le ocurra aventurar; y para sostener este planteamiento de una tierra no finita, por tanto perdurable en el tiempo, veamos este consejo divino dirigido al ser humano:
“Apártate de lo que es malo y haz lo que es bueno y por lo tanto reside (o “vive en la tierra”) hasta tiempo indefinido (o “para siempre”). 28 Porque Jehová es amador de la justicia y no dejará a los que le son leales.
Hasta tiempo indefinido (o “para siempre) ciertamente serán guardados; pero en cuanto a la prole de los inicuos, ésta en verdad será cortada.
29 Los justos mismos poseerán la tierra y residirán para siempre sobre ella.” (Sal. 37:27-29). (Acotaciones nuestras).
Palabras que no se cumplirían si el planeta y en algún momento determinado en la corriente del tiempo, pudiera ser destruido…… luego lo que significan esas palabras es que nuestro hogar planetario permanecerá para siempre y lo que presupone, aunque ello les parezca una barbaridad a algunos, que permanecerá habitable por toda una eternidad ya que eso es lo que se nos dice en el pasaje ya leído de Isa.45:18; de hecho, recordemos que la promesa de Dios a aquellos que le sean fieles, tiene que ver con el vivir eternamente:
“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Y si las perspectivas son las de vivir eternamente, es obvio que tenemos que tener también un hogar eterno donde poder hacerlo y que solo puede ser la tierra, según promesa divina:
“En cuanto a los cielos, a Jehová pertenecen los cielos, pero la tierra (como morada del ser humano) se la ha dado a los hijos de los hombres.” (Sal. 115:16). (Acotación nuestra)
Bien, hasta aquí y visto lo visto, podríamos estar todos de acuerdo en que la tierra permanecerá para siempre…… el problema empieza para algunos “entendidos”, cuando leen las palabras que dijo Jesús en su momento:
“En verdad les digo: Esta generación no pasará de ningún modo sin que todas las cosas sucedan. 33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán.” (Luc. 21:32-33).
A partir de ahí, ya tenemos la contradicción en marcha, pues esta afirmación tan diametralmente opuesta a lo que acabamos de exponer, la hizo una persona de una autoridad tan reputada como pudiera ser el Hijo de Dios…… y a la que se agarran como lapas muchos “entendidos” en las Escrituras, para mantener su planteamiento de una tierra destruida y como castigo divino a la humanidad, en un apocalipsis de ámbito planetario. Ahora bien: siendo cierto que las palabras que el Hijo de Dios pronunció fueran esas, lo que ya no está tan claro es que su significado fuera precisamente el que se les está dando, porque Jesús no pudo decir semejante barbaridad y que invalidaba de un plumazo todo lo dicho anteriormente por los profetas…… y que recordemos, fueron inspirados por el propio espíritu santo del Altísimo; luego ¿cuál sería entonces una explicación razonable a esta aparente contradicción y que los citados “apocalípticos” no han tenido en cuenta?
Pues sencillamente diciendo que lo que estaba haciendo Jesús en esa frase, era usar una figura retórica llamada hipérbole y que no es más es una exageración tan obvia que deja grabada una imagen inolvidable en la mente del que la está escuchando…… por ejemplo, cuando unos padres le dicen a su hijo: “¡Te he dicho un millón de veces que no hagas eso!” y aunque solo se lo hayan dicho uno docena de veces, están usando una hipérbole. O sea, que cuando Jesús dijo “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras de ningún modo pasarán”, la idea que estaba intentando transmitir a sus oyentes con el uso de esa hipérbole tenía que ver con el hecho de que, tan imposible era que los cielos (como morada permanente de Dios) y la tierra (como permanente morada del ser humano) “pasaran” y según lo que ellos ya conocían sobre el particular por los escritos que tenían en ese momento y de los que hemos citado, así de imposible sería también que pasaran sus palabras, eso es, que no se cumplieran.
Por lo tanto, la persona que se apoya en dicho pasaje para plantear una destrucción apocalíptica final del planeta como castigo divino, primero, no tiene ni idea del contexto escritural y, segundo, no sabe leer con un mínimo de corrección y ambas cosas fundamentales, para meterse uno en el “berenjenal” de intentar hablar a otros acerca de las cosas de Dios; pero una vez puestos, veamos otra aparente contradicción y leyendo en esta ocasión del pasaje de Sof. 1:14-18, en donde se nos hace una clara referencia a la llamada “gran tribulación” venidera:
“El gran día de Jehová está cerca. Está cerca y hay un apresurarse muchísimo de él. El sonido del día de Jehová es amargo. Allí un hombre poderoso da un grito. 15 Ese día es día de furor, día de angustia y de zozobra, día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas, 16 día de cuerno y de señal de alarma, contra las ciudades fortificadas y contra las elevadas torres de las esquinas. 17 Y ciertamente causaré angustia a la humanidad y ciertamente andarán como ciegos, porque han pecado contra Jehová. Y su sangre realmente será derramada como polvo y sus entrañas como el estiércol. 18 Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día del furor de Jehová; sino que por el fuego de su celo toda la tierra será devorada, porque él hará un exterminio, realmente uno terrible, de todos los habitantes de la tierra.”
Bien…… eso es lo que se lee en la profecía de Sofonías y que, prescindiendo que tuvo un primer cumplimiento en el año 587 a.C. en la tierra de Judá, resulta que al igual como sucede en todas las grandes profecías apunta a un cumplimiento mayor en los últimos días del sistema de cosas y que son, precisamente, en los que nos encontramos inmersos nosotros; ahora bien, esa afirmación de que “todos los habitantes de la tierra” serán destruidos, eso es, que no habrá supervivientes de esa futura “gran tribulación” o “apocalipsis”, resulta que no pega “ni con cola” con lo que acerca del mismo período de tiempo se nos afirma en Rev. 7:9-14:
“Después de estas cosas vi y, ¡miren!, una gran muchedumbre que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos de largas ropas blancas; y había ramas de palmera en sus manos. 10 Y siguen clamando con voz fuerte, y dicen: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono y al Cordero” (……)
13 Y, en respuesta, uno de los ancianos me dijo: “Estos que están vestidos de la larga ropa blanca, ¿quiénes son y de dónde vinieron?”. 14 De modo que le dije inmediatamente: “Señor mío, tú eres el que sabe”. Y me dijo: “Estos son los que salen de la gran tribulación (eso es, que sobreviven a esta) y han lavado sus ropas largas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”.” (Acotación nuestra).
Luego lo que tenemos, es que mientras Sofonías nos dice que la destrucción de los hombres en el “apocalipsis” final será total, lo que a Juan le fue mostrado en la Revelación es que una “gran muchedumbre” (versículo 9) sobreviviría a dicho “apocalipsis” o “gran tribulación”…… luego ¿cómo se puede resolver esta flagrante “contradicción”? Pues sencillamente atendiendo al contexto escritural e intentando averiguar primero, a quiénes se refiere Sofonías (en última instancia Jehová Dios) con la expresión “todos los habitantes de la tierra” y para lo cual, tenemos que reconsiderar cómo se van a distribuir esos siete últimos años del mundo tal como hoy lo conocemos (equivalentes a la profética “70 semana” de Dan. 9:25-27) y que será de la siguiente manera: tres años y medio primeros (o 1.260 días, según Rev. 11:3) en los que se llevará a cabo la predicación mundial anunciada por Jesús en Mat. 24:14 (luego nada que ver con la llevada a cabo por los Testigos de Jehová u otros grupos y que nos vienen dando la “matraca” por décadas), seguidos por los restantes tres años y medio en donde se llevará acabo lo que se denomina la “gran tribulación” (o “apocalipsis”) y en donde se castigará a aquellos que hayan rehusado aceptar las condiciones del reino de Dios; pero veamos cómo se nos explica eso en 2 Tes. 1:6-9:
“Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen (porque han rehusado hacerlo) a Dios y sobre los que no obedecen (más bien al contrario, se oponen a ello) las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús (eso es, las que se predicarán durante esos primeros tres años y medio). 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza.” (Acotaciones nuestras).
Eso ocurrirá, insistimos, en la segunda mitad de esa profética “semana 70” y periodo de tiempo que abarca la “gran tribulación” y coloquialmente denominada por muchos, la “apocalipsis final”; lo que está en juego entonces y a tenor de lo leído, es sencillamente si uno desea cambiar de forma de vida, eso es, el tomar partido por el nuevo mundo a instaurarse (el reino de Dios) o, por el contrario, permanecer sujeto a este injusto sistema en el que se encuentra cómodo, pues las cosas le van bien…… luego es a este tipo de personas que pretenden perpetuar el mundo tal cual lo conocemos, aquellas a las que se hace referencia en Sof. 1:18 como “todos los hombres de la tierra”. Porque aquellos que esperamos heredar ese reino de Dios con la condición de súbditos, pues confiamos en Sus promesas, tenemos muy en cuenta las palabras que dijo en su momento Jesús:
“Si ustedes fueran parte del mundo, el mundo le tendría afecto a lo que es suyo. Ahora bien, porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia.” (Juan 15:19).
Ello implica el que, si bien físicamente estamos en este mundo como también era en el caso de los apóstoles y resto de seguidores de Jesús del I siglo, no participamos de sus asuntos (eso es lo que significa el no ser “parte del mundo”) porque no nos sentimos allegados a él; a modo de ilustración, imaginemos a la persona que siendo española se va a vivir a EE.UU. por un tiempo, pero que al no ser ciudadano de ese país no participa de sus elecciones ni de nada que tenga que ver con la gobernabilidad de ese país (bien sea en la política, sindicatos, patronatos, organizaciones de cualquier índole, etc.) pues es un “extranjero”…… pero circunstancia que no le exime del cumplimento de las leyes de dicho país. De hecho, el escritor de la carta “A los Hebreos” (se supone que fue el apóstol Pablo) y hablando de distinguidos personajes del AT, dijo lo siguiente sobre ellos y reflejando el especial sentir de aquellas personas de las que hablaba, acerca del particular posicionamiento que estas asumían con relación al mundo en el que vivían:
“En fe murieron todos estos, aunque no consiguieron el cumplimiento de las promesas (eso es, de una nueva tierra sin pecado o reino de Dios), pero las vieron desde lejos y las acogieron y declararon públicamente que eran extraños y residentes temporales en la tierra.” (Hebr. 11:13).(Acotación nuestra).
Con lo que se nos quiere decir que no se sentían identificados con la tierra que pisaban, al igual que los seguidores de Cristo no nos identificamos con el sistema de cosas actual y por ello anhelamos la nueva tierra por venir y de la que ya nos consideramos ciudadanos; es por eso que Jehová Dios no nos incluye en ese “todos los habitantes de la tierra” mencionados en Sof. 1:18 y que serán destruidos durante “el día de la ira de Jehová” o “gran tribulación”, pues en espíritu ya somos pobladores de esa nueva tierra…… siendo esta la explicación de la aparente contradicción existente entre Sof. 1:18 y Rev. 7:14 y que queda claro que no es tal, cuando uno conoce el contexto de las Escrituras. Y si quieren complementar esta información, les sugerimos la lectura de un corto artículo que hemos encontrado de un tal Oscar Morales, caballero al que no tenemos el placer de conocer (pero que escribe muy bien), titulado “Errores y contradicciones en la Biblia” de fecha 31/10/14; dicho lo cual, continuemos con lo que íbamos.
Porque los desatinos resulta que no acaban con lo que les acabamos de contar, sino que se extienden mucho más allá al haber algunos “entendidos” del texto sagrado y que se identifican como “ungidos” o Hijos de Dios, que afirman que no todo lo dicho en la Biblia puede ser considerado como “Palabra de Dios” y contraviniendo flagrantemente con ello, lo afirmado por Pablo en 2 Tim. 3:16-17 y de lo que algo ya hemos comentado:
“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, 17 para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra.”
Eso es, que todo lo contenido en las Escrituras y sin excepción, ha sido inspirado por Dios; pero veamos el abracadabrante razonamiento que hacen esos supuestos “ungidos” para sustentar semejante disparate:
“Sin duda alguna en la Biblia podemos encontrar la palabra de Dios, y su mensaje salvador para la humanidad. Sin embargo, la Biblia entera no es la palabra de Dios, puesto que hay palabras que provienen del diablo mismo, y de reyes y autoridades civiles y religiosas impíos.”
Decir de entrada que quién ha escrito eso o, en su caso, quiénes compartan dicha línea de razonamiento, no tienen ni la más remota idea de lo que se traen entre manos, porque veamos: siendo cierto la afirmado, en el sentido de que en la Biblia hay expresiones atribuidas a Satanás o en su defecto, a personajes que ningún afecto sentían por Jehová Dios como el Faraón de Egipto, o los mismos líderes religiosos de Su pueblo Israel que incluso asesinaron a Su propio Hijo, la pregunta a formular sería la siguiente: ¿qué ver tendrá, la gimnasia con la magnesia o, lo que es lo miemo, qué tiene que ver una cosa con la otra? Porque lo que hemos leído en el pasaje de 2 Tim. 3:16-17 es que “toda” la Escritura es “inspirada” por Dios y lo que significa, que si bien es cierto que en la Biblia hay expresiones que no pueden ser atribuidas al Altísimo, no es menos cierto que las tales fueron colocadas en ella por expreso deseo de Este y con un claro objetivo en mira, como se nos es explicado en ese mismo pasaje de 2 Tim. 3:16-1…… por ejemplo, el enseñarnos la diferencia entre una actitud correcta, en el caso de Jesús y una de incorrecta, en el caso de Satanás y por aquello de tomar de los dos ejemplos más extremos.
Por otra parte, razonemos lo siguiente: ¿cómo podríamos entender la decadente situación del ser humano sobre la tierra y que se reduce a nacer, crecer, envejecer y finalmente morir y todo ello sufriendo penalidades, a menos que se nos hubiera contado con “pelos y señales” el origen de esta situación y que encontramos ya al mismo principio de las Escrituras? (Gén, 3:1-24). Partamos de la base que ese libro de Génesis fue escrito por un personaje que vivió más de 2.500 años después del suceso que originó esa hecatombe en la humanidad; luego prescindiendo de que algo de información le hubiera podido haber llegado a Moisés por vía oral, eso es, a través de leyendas transmitidas de generación en generación, lo que está claro es que un relato tan minuciosamente detallado de los hechos que llevaron a la caída del primer hombre (conversaciones incluidas), solo se entiende por la intervención divina en el asunto……eso es y en armonía con 2 Tim. 3:16 ya leído, la directa acción del espíritu santo de Jehová Dios, “inspirando” o transmitiendo a Moisés la información que nuestro Creador creyó oportuna se pusiera por escrito y para general conocimiento del “personal”, acerca de lo sucedido.
¿O cómo se podría explicar y para enfatizar la idea temática de hoy, que partiendo de solo ocho personas que hablaban una misma lengua (Noé y su familia), hoy en día se calcule entre 3.000 y 5.000 las distintas lenguas existentes sobre la tierra, a menos que se nos contara el episodio de la “torre de Babel” y que no fue más que el castigo divino a un acto de brutal rebelión del ser humano en contra su Creador y que perdura hasta nuestros días? ¿O cómo podríamos entender la profecía y que tiene a Israel como eje vertebrador, si no se nos hubiera explicado con todo detalle la historia de este pueblo y en la que está incluida el enfrentamiento de Moisés con el Faraón de Egipto y en el que se nos señala la altanería del personaje, en su menosprecio al Dios Todopoderoso y causa fundamental del castigo de las “diez plagas”? Y así, en todos los casos que se nos explican en las Escrituras y que resultan ser veraces hasta el extremo; tan veraces y fiables, que no solo se nos cuenta en ellas las despectivas palabras o malas acciones de personas que no destacaron precisamente por su buena relación con Jehová Dios, sino también de negativos sucesos en los que incurrieron siervos fieles a Éste como fue, por ejemplo, en el caso de David con Bat-seba (2 Sam. 11:1-27), o como fue en el caso del apóstol Pedro que negó por tres veces al mismísimo Hijo de Dios (Mat. 26:69-75)…… ¡y anda que no tuvieron “miga” ambos casos!
En todo caso y siendo obvio que toda esa información contenida en las Escrituras, que nos ha permitido entender muchas cosas que de lo contrario desconoceríamos, nos ha sido transmitida por deseo expreso de nuestro Creador, es del todo increíble el que haya quienes tengan el atrevimiento de afirmar que “no todo” el contenido bíblico es la Palabra de Dios y con lo cual, lo que prácticamente nos vienen a decir esos personajes es que Satanás también participó en su redacción y colocando en ella aquello que a él le interesaba…… ¡y que ya hay que ser majadero para apuntar siquiera semejante posibilidad! Sin embargo, eso es lo que hacen aquellos que se llaman a sí mismos “ungidos” y que son peores que una “plaga malaya”; por lo que si se le acerca en la calle una de esas personas, o contacta usted con ella por Internet y ya empieza por presentarse como “ungida”, no se crea nada más de lo que le diga, pues de entrada ya le ha “colado” la primera mentira.
Porque resulta que con la muerte de los apóstoles de Jesús y de los más directos seguidores de estos (Juan 17:20), desaparecieron de sobre la tierra ese tipo de personas y por lo que no hay entre nosotros, a día de hoy, “ungidos” o Hijos de Dios enviados por el Altísimo…… porque de lo contrario, de haber hoy día esa clase de personas sobre la tierra, no se entendería lo que se nos dice en Rev. 11:3-6 y que está aún en un futuro:
“Y haré que mis dos testigos (un “resto ungido” aún por aparecer, según Rev. 6:9-11 y enviado a la manera de los apóstoles) profeticen mil doscientos sesenta días vestidos de saco”. 4 Estos son simbolizados por los dos olivos y los dos candelabros y están de pie delante del Señor de la tierra (……).
6 Estos (los tales enviados) tienen la autoridad para cerrar el cielo de modo que no caiga lluvia durante los días de su profetizar y tienen autoridad sobre las aguas para tornarlas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plaga cuantas veces deseen.” (Acotaciones nuestras).
¿Reconoce usted, amigo lector, en alguno de esos supuestos “ungidos” o pretendidos “enviados” de Dios actuales, tal autoridad o poder? Pues eso: si no la tienen (¡y no la tienen!), o es que ni son “ungidos” y por tanto, tampoco “enviados” del Altísimo, o es que Éste y algo totalmente impensable, nos ha “tomado el pelo” en la Revelación…… ¡usted mismo!
MABEL
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