martes, 28 de junio de 2016
Cuando usted se mira al espejo…… ¿qué es lo que ve?
Probablemente el objeto más utilizado del mundo, es el espejo; y si no se lo creen, calculen las horas que las mujeres permanecen ante él…… ello sin contar, las miradas de reojo cuando van por la calle y pasan ante un escaparate, puerta acristalada o cualquier mural que sea capaz de reflejar una imagen (lo de los hombres lo dejaremos estar, por aquello de “no hacer sangre”); además, toda persona un poco informada sabe que los descubridores españoles del llamado “nuevo mundo” se hicieron prácticamente de oro, cambiando este noble metal por pequeños pedazos de espejo con los nativos del nuevo continente que “flipaban” al verse por primera vez a sí mismos al ser reflejados en el dichoso “espejito”, especialmente las féminas, claro. Recordemos, por otra parte, el protagonismo del espejo en el cuento de los hermanos Grimm (Jacob y Wilhelm) llevado al cine por Walt Disney con el título “Blancanieves y los siete enanitos”; por lo que volviendo a la idea inicial, podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos, que mujer y espejo son realmente términos consustanciales…… algo de lo que los hombres disfrutamos (justo es reconocerlo), al ver los excelentes resultados que se derivan de tanto estar ante el “espejito” de marras.
Pero no es de eso de lo que vamos a tratar, sino de algo más profundo y que tiene que ver con el ser interior, que pocas veces tiene que ver con la imagen que nos devuelve un espejo…… o al menos eso es lo que debiera de ser, fundamentalmente entre aquellas personas que confiamos en las promesas de Dios y en el poder de Este para hacernos poderosos; recordemos al respecto, unas palabras del profeta Isaías y que iremos repitiendo a lo largo de este escrito:
“Está dando poder al cansado; y hace que abunde en plena potencia el que se halla sin energía dinámica. 30 Los muchachos se cansan y también se fatigan y los jóvenes mismos sin falta tropiezan, 31 pero los que estén esperando en Jehová recobrarán el poder. Se remontarán con alas como águilas. Correrán y no se fatigarán; andarán y no se cansarán.” (Isa. 40:29-31).
Es cierto que los “achuchones” que nos da la vida nos amilanan un poco, al igual y usando un símil taurino, que el toro más bravo al ser “picado” (“suerte de varas” le llaman) y sufrir la “suerte” de banderillas, le llega ya medio muerto al torero que tiene a su cargo la “suerte” de matar (no entendemos el porqué de la expresión “suerte” en todo este entorno, porque maldita la gracia que le hará al pobre animal tanta “suerte”), a nosotros también las peripecias de la vida nos restan fuerzas, ilusión, esperanza, etc. Pero siendo todo eso cierto, la cuestión radica en cómo nos vemos cuando nos miramos al espejo: si vemos a la persona que ha resultado de los infortunios de la vida, o más bien vemos a la persona que esperamos ser en un futuro…… y todo depende del espejo en el que uno se mire; porque si hablamos del espejo del baño y ante el que nos aseamos cada mañana, este nos reflejará la dura realidad a menos, eso sí, que le echemos un poco de imaginación al asunto.
Y para echarle esa imaginación, tenemos que vivir cada día con la ilusión que genera el futuro que nos aguarda a aquellos que confiamos en las promesas de Dios; porque no solo lo que se nos promete, es un futuro de paz, perfección (física y mental), así como la posibilidad de vivir eternamente y lo que nos tendría que hacer ver nuestras actuales circunstancias, como simples situaciones pasajeras y que nunca más volverán a repetirse, sino que se nos explica que está en nuestras manos el ganarnos tan feliz porvenir. Pero antes de continuar en este tema, veamos algunas de las bendiciones de las que disfrutaremos en ese futuro que nos aguarda; y es que si usted está enfermo en este momento, “disfrute” de ello por que llegará el tiempo en que nadie sabrá qué es eso de estar enfermo:
“Y ningún residente (ya dentro del reino de Dios) dirá: “Estoy enfermo”. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error.” (Isa. 33:24). (Acotación nuestra).
O si usted es una persona que se ve aquejada por los estragos causados por la vejez (en esas estamos aquí los “mendas” autores de este blog), sepa que a no tardar eso será cosa del pasado y por tanto, circunstancia desconocida para las venideras generaciones:
“Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.” (Job 33:25).
Si por el contrario, le da un poquitín de “repelús” la idea de la muerte (¡y a quién no!), consuélese con la siguiente promesa que hallamos en Isa. 25:7-8:
“Y en esta montaña (eso es, ya dentro de los límites del reino milenario de Dios) él ciertamente se tragará la cara de la envoltura que está envuelta sobre todos los pueblos y la obra tejida que está entretejida sobre todas las naciones (eso es, la muerte). 8 Porque Él realmente se tragará a la muerte para siempre (es decir, que ésta como tal dejará de existir) y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro.” (Acotaciones nuestras).
Y ese limpiar “las lágrimas de todo rostro”, tiene que ver también con el reparar la pérdida más dolorosa que sufre el ser humano: la desaparición en la muerte de un ser querido:
“Tus muertos vivirán. Cadáver mío... se levantarán. ¡Despierten y clamen gozosamente, residentes del polvo (los muertos)! Porque tu rocío es como el rocío de malvas y la tierra misma dejará que hasta los que están impotentes en la muerte caigan en nacimiento (eso es, que vuelvan a la vida).” (Isa. 26:19). (Acotaciones nuestras).
Estaríamos hablando, por tanto, de la resurrección de los muertos que se va a producir a partir del establecimiento del reino de Dios en la tierra, entre otras muchas cosas más y que tienen que ver con la restauración del medio ambiente, de la paz y de tantas otras cosas de las que hablamos extensamente en su momento, en un escrito fechado el 14/02/14 y todo ello a ocurrir (insistimos en la idea) a partir del momento en que inicie el período de tiempo de mil años del reino de Dios y que es lo que esperamos según promesa divina (Hech. 3:20-21). Pero dicho lo cual, no tenemos más remedio que volver al pasaje de Isa. 40:29-31, porque esas palabras y según el contexto en el que están situadas, no parecen apuntar al reino de Dios como el tiempo de su cumplimiento, sino un poco antes de entrar en él…… por lo que volveremos a leerlas con un poco más de atención:
“Está dando poder al cansado; y hace que abunde en plena potencia el que se halla sin energía dinámica. 30 Los muchachos se cansan y también se fatigan y los jóvenes mismos sin falta tropiezan, 31 pero los que estén esperando en Jehová recobrarán el poder. Se remontarán con alas como águilas. Correrán y no se fatigarán; andarán y no se cansarán.”
Luego tal como está estructurada la frase, todo apunta a un momento en que todos aquellos que confían en Sus promesas, serán dotados de una fuerza adicional que les permitirá llevar a cabo algo que está más allá de las posibilidades del ser humano actual y que no puede ser otra cosa, que la que se nos indica en la llamada “parábola de las ovejas y las cabras” (Mat. 25:31-46) y que tiene que ver con lo que les acabamos de señalar en el sentido que cada uno tendrá en su mano la oportunidad de ganarse un sitio en el reino de Dios. Resumiendo la cosa, la cuestión tiene que ver con el ayudar dentro de poquísimo tiempo, a unos impresionantes personajes enviados por Dios en llevar adelante la comisión que se les ha encomendado de anunciar por todo el mundo y en un reducido espacio de tiempo (1.260 días, según Rev. 11:3), el inmediato establecimiento del reino de Dios en la tierra y predicación anunciada por Jesús en Mat. 24:14:
“Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Podríamos detenernos un momento en este pasaje, para señalar que dicho fin se produce inmediatamente después del cese de la mencionada predicación y de la que sabemos su duración; también sabemos la duración de la mencionada “gran tribulación” y que es de igualmente 1.260 días o tres años y medio, en virtud de la profecía de Dan. 9:27:
“Y él tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana (de años); y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva…” (Acotación nuestra).
Si ello lo complementamos con el contexto de Rev. 11:7, la ecuación es clara: la “gran tribulación” es inmediata al término de dicho tiempo de predicación y, recordemos, tiene una duración de tres años y medio; pero veámoslo:
“Y cuando hayan terminado de dar su testimonio (esos enviados que hemos mencionado y labor, insistimos en ello, que hemos visto tiene una duración de tres años y medio), la bestia salvaje que asciende del abismo hará guerra contra ellos y los vencerá y los matará.” (Acotación nuestra).
Entonces tenemos que inmediatamente a la mencionada predicación de esos enviados divinos y a los que Jesús identificó como sus “hermanos más pequeños” (Mat. 25:40; 45), sigue la llamada “gran tribulación” y en donde recibirán su merecido castigo, todos aquellos que habrán rechazado la oferta de colaborar en la difusión de dicho mensaje, extendida por esos poderosos personajes y según se lee en 2 Tes. 1:6-9:
“Esto toma en cuenta que es justo por parte de Dios pagar con tribulación a los que les causan tribulación, 7 pero, a ustedes que sufren la tribulación, con alivio juntamente con nosotros al tiempo de la revelación del Señor Jesús desde el cielo con sus poderosos ángeles 8 en fuego llameante, al traer él venganza sobre los que no conocen (porque no han querido) a Dios y sobre los que no obedecen (más bien al contrario, han rehusado hacerlo) las buenas nuevas acerca de nuestro Señor Jesús. 9 Estos mismos sufrirán el castigo judicial de destrucción eterna de delante del Señor y de la gloria de su fuerza…” (Acotaciones nuestras).
Luego aquellos que habrán colaborado con esos “hermanos más pequeños” de Jesús en el adelanto de la comisión dada a estos, serán los que se librarán de la “gran tribulación” al ser guardados en seguridad (Isa. 26:20-21) por Jehová Dios durante esos fatídicos tres años y medio que cerrarán el ciclo de los siete últimos años del mundo tal como lo contemplamos. Pero puestas así las cosas, recapitulemos y volvamos a aquellos que confiando en las promesas divinas se pondrán a disposición de esos “hermanos más pequeños” de Jesús y de los que las Escrituras nos dicen lo siguiente:
“Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas, 18 con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero, no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán” (En todo caso, dichas señales no serán otra cosa que la “credencial” que identificará a uno como enviado de Dios).
19 Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales que acompañaban a este (luego habría que razonar, que dichas señales son consustanciales con el mensaje).” (Mar. 16:15-20). (Acotaciones nuestras).
Y siendo cierto que esas palabras iban dirigidas a los once apóstoles y tuvieron un primer cumplimiento en el I siglo, no es menos cierto que como la mayoría de las cosas narradas en las Escrituras, tendrán una nueva aplicación en un futuro inmediato en aquellos que “creerán” en el mensaje de los mencionados “hermanos más pequeños” del Hijo de Dios y por lo que cuya obra de colaboración también será “apoyada” por éste, mediante las señales que permitirá que dichos colaboradores lleven a cabo y, repetimos, como “credencial” de estar al servicio de Dios.
Ahora bien, retomando el tema de la ayuda a prestar a esos poderosos personajes por aparecer, resulta y por poner un ejemplo de primera mano, que aquí a los “mendas” (entiéndase los autores de este blog) con 82 años mi compañero (Manolo) y 71 el que suscribe (Armando), solo nos vemos aptos para ingresar en una “chatarrería” para desguace, pues por no poder ya no podemos siquiera andar de una forma normal y nos duelen hasta las pestañas y por lo que la tarea se nos presenta, sino imposible, sí muy difícil de poderla llevar a cabo y por muy buena voluntad que le pongamos a ello. Y lo que agrava la cosa, hasta donde nosotros sabemos y en función de lo que conocemos acerca de las personas que nos siguen en el blog y los únicos que comparten nuestro punto de vista acerca de lo que está por ocurrir y lo que se demandará de nosotros (nadie enfoca la parábola de “las ovejas y las cabras” como nosotros), es que no solo estas son pocas, sino además avanzadas en años, luego…… ¿significa ello que la obra se quedará sin hacer, por falta de “mano de obra”? Obviamente no, pues si bien es cierto que no seremos devueltos a la perfección de la que se nos habla ocurrirá dentro del reino de Dios, no es menos cierto que un pequeño “arreglillo de “chapa y pintura” sí se nos hará a aquellos que lo precisemos, según se sobreentiende del pasaje ya por dos veces leído de Isa. 40:29-31:
“Está dando poder al cansado; y hace que abunde en plena potencia el que se halla sin energía dinámica. 30 Los muchachos se cansan y también se fatigan y los jóvenes mismos sin falta tropiezan, 31 pero los que estén esperando en Jehová recobrarán el poder. Se remontarán con alas como águilas. Correrán y no se fatigarán; andarán y no se cansarán.”
Luego si ello es así y así será ¿por qué cuando nos miramos al espejo cada mañana, no muchos no ven en el mismo la imagen de lo que Dios hará en cada uno de nosotros, probablemente dentro de unos pocos días? Porque como ya señalábamos en nuestro escrito del 11/06/16, la cosa está al caer y por lo que no tenemos que olvidar las palabras de Jesús que se hallan registradas en Luc. 21:28:
“Pero al comenzar a suceder estas cosas (las señales anunciadas en los versos 25-26), levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca.” (Acotación nuestra).
Ya con la mente puesta en la circunstancia apuntada, en el sentido de que somos los dueños de nuestro propio destino, pues de nosotros depende exclusivamente el colaborar con esos “hermanos más pequeños” de Jesús o el no hacerlo, ahora sí, vuelva a mirarse en el espejo y vea qué imagen es la que este le devuelve.
MABEL
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