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domingo, 30 de noviembre de 2014
¡Hombre, si se es un “justo”…… pues ni tan mal!
Hace unos días y buscando información en la red sobre un tema del que trataremos en breve, nos apareció un video de Apologista Mario Olcese que se nos había pasado por alto y publicado el 11/11/14, bajo el título de “Si eres un justo de Dios, te sentarás en tu propio trono junto con otros reyes” y que en principio, si uno no está muy puesto en estas cosas, parece que no hay nada a objetar a tan tajante aseveración. Obviamente con dicho planteamiento, el autor mencionado se está refiriendo a aquellos (entre los que dice contarse) que en el momento actual, u séase en nuestros días, supuestamente tengan la condición de “justos” o “ungidos”, en todo caso de Hijos de Dios y que son los únicos que se pueden sentar en un trono al lado de Jesucristo en el reino milenario…… el problema está en que en la actualidad y desde la muerte del último apóstol al final del primer siglo, no existen en la tierra personas que ostenten dicha condición y eso por un espacio de tiempo de casi ¡2.000 años!
Extremo este que hemos mantenido siempre los autores de este blog y con la argumentación necesaria para probar veracidad de nuestro planteamiento, al que el Sr. Olcese (claro exponente de las disparatadas ideas que pululan por ahí acerca del tema en cuestión) no ha podido objetar nada en absoluto, como no sea el reafirmarse en sus postulados y apoyados estos en textos sacados totalmente de su contexto…… y así cualquiera ¡claro! Porque resulta que dicho personaje apoya su argumentación con pasajes sacados de las cartas paulinas (básicamente), cuando el caso es que los pasajes utilizados en esas misivas tenían destinatarios concretos y contemporáneos de los apóstoles, con distintas necesidades y distintas circunstancias a las actuales…… no obstante y para aquellos que deseen profundizar un poco más en este tema y comprobar la razón que nos asiste en nuestra afirmación, en el sentido de que actualmente no existen “justos”, “ungidos”, “Hijos de Dios” o como ustedes quieran llamarles, les recomendamos nuestro escrito del 17/09/14 titulado “Sin huevos…… no se pueden hacer tortillas” (sí, sí, ya sabemos que el “títulillo” tiene su aquél, pero les aseguramos que está muy bien traído para el tema que explicamos). Luego ya puestos, permitan que les demos una nueva razón por la que no es posible la existencia de esos personajes, no solo en los tiempos actuales, sino durante esos casi 2.000 años transcurridos desde la muerte del último apóstol (ocurrida aproximadamente en 99 E.C.)…… y razón señalada que tiene que ver con el siguiente pasaje:
“Porque él dice: “En un tiempo acepto te oí y en día de salvación te ayudé”. ¡Miren! Ahora es el tiempo especialmente acepto. ¡Miren! Ahora es el día de salvación.” (2 Cor. 6:2).
Entonces la pregunta sería a qué espacio de tiempo se refería Pablo con ese “ahora” es el tiempo o día de salvación, lo que nos lleva a preguntarnos y si eso es a lo que se estaba refiriendo dicho apóstol y que todo parece indicar que sí, cuándo empezó dicho tiempo y cuando terminó, en el supuesto de que terminará en algún momento de la historia y no haya estado vigente hasta el momento actual, como nos plantean los teólogos actuales e idea que los autores de este blog descartamos totalmente. Por lo tanto, habría que empezar por averiguar cuando inició dicho “tiempo de salvación” y en el bien entendido que por “salvación” se entiende lo que consiguen unos pocos que, participando de la llamada “primera” resurrección (Rev. 20:6), ya se levantan con la inmortalidad concedida (eso es la salvación) y reinan con Cristo en calidad de reyes y sacerdotes y por lo que ya son invulnerables al desafió de Satanás, en la mal llamada “prueba final” propiciada por la suelta de este al término de los mil años del reinado de Jesucristo (Rev. 20:7-10)…… y en la que todo aquél que no ande “fino” en ese momento, será destruido eternamente; por lo que continuando con lo que íbamos, veamos un pasaje que parece nos acerca al tiempo del que estaba hablando Pablo:
"Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. 6 Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” (Éxo. 19:5-6).
Estas palabras, dichas por Jehová a una nación de Israel recién liberada de Egipto, señalaban a un tiempo futuro en el que serían escogidos determinados miembros de dicha nación y que, junto a un también futuro personaje por aparecer (Jesús), tendrían que reinar durante un periodo de mil años sobre la humanidad…… luego el sentido común nos dice que hasta que no apareciera el personaje Jesús (se entiende que en el momento de iniciar su ministerio y que vino a sustituir al de Juan “el bautizante”, como se nos indica en Juan 3:30), no podían aparecer esos que según la promesa divina hecha por Dios más de 1.500 años atrás en el tiempo, tenían que acompañarle en su reinar; pero es que además, fue el propio Hijo de Dios el que nos dijo cuándo inició ese periodo de tiempo (y del que nos habla el apóstol Pablo) en el que se podía tener la oportunidad de alcanzar la “salvación” mencionada por el apóstol, cuando afirmó lo siguiente:
“Pero desde los días de Juan el Bautista (eso es, desde que este fue detenido y ejecutado, con lo que acabó su ministerio) hasta ahora, el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor los hombres; y los que se adelantan con ardor, se asen de él.” (Mat. 11:12). (Acotación nuestra).
Entonces lo que se nos está diciendo, es que antes de los días de Juan “el bautizante” no existía posibilidad alguna de pelear por la “meta” de formar parte del gobierno del reino de Dios y con ello el llegar a ser “salvo”, sino que esta inició a partir de la aparición de Jesús, pues esto es lo que leemos respecto de él:
“Vino a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron. 12 No obstante, a cuantos sí lo recibieron, a ellos les dio autoridad de llegar a ser hijos de Dios, porque ejercían fe en su nombre.” (Juan 1:11-12).
Luego este pasaje no solo nos indica el momento en el que se abrió el camino a la “salvación”, sino que derriba por sí solo la esperpéntica “enseñanza” mantenida por ese “genio” de la interpretación bíblica Apologista Mario Olcese y a cuantos como él opinan, en el sentido que personajes como los Noé, Abrahán, David, Job y un larguísimo etc. de prohombres del AT, también heredar con Cristo el reino de Dios…… cuando el caso es que para hacerlo hay que ser Hijo de Este y queda claro que no lo pueden ser, pues fallecieron siglos (cuando no milenios) antes de que Jesús apareciera y les pudiera dar también a ellos la “autoridad” para adquirir dicha relación paterno/filial con el Altísimo. Tenemos por otra parte, que para alcanzar dicha condición se tenía que estar en posesión del bautismo de agua y del bautismo de espíritu santo (Juan 3:5), requisito del que ni Jesús pudo librase y algo que se deduce de las siguientes palabras:
“Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán a Juan, para ser bautizado por él. 14 Pero este trató de impedírselo, diciendo: “Yo soy el que necesito ser bautizado por ti ¿y vienes tú a mí?”. 15 En respuesta Jesús le dijo: “Deja que sea, esta vez, porque de esa manera nos es apropiado llevar a cabo todo lo que es justo”. Entonces él dejó de impedírselo.” (Mat. 3:13-15).
De hecho, esa acción marcó un modelo a seguir y como quedó claro en Juan 3:5, pues continuemos observando lo que ocurrió durante el bautismo de Jesús y según nos lo cuentan las Escrituras:
“Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron y él vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él. 17 ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”.” (Mat. 3:16-17).
Si observamos la secuencia de los acontecimientos, vemos que Jesús primero recibió el bautismo de agua, a continuación el bautismo en espíritu santo que descendió en forma de paloma (en el caso de los apóstoles fue en llamitas o lenguas de fuego) y ya después, es cuando lo voz del Altísimo lo reconoce como Hijo Suyo…… y nada de eso ocurrió en el caso de los notables del AT mencionados, pues en sus días no existían tales bautismos. Como tampoco concurre en ellos el haber sufrido una muerte de sacrificio por defender su fe, como les es exigido a todos aquellos que tienen que reinar con Cristo:
“Y vi tronos y hubo quienes se sentaron en ellos y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios y los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano. Y llegaron a vivir y reinaron con el Cristo por mil años.” (Rev. 20:4).
El hecho de que lo que le fue presentado en visión a Juan, tuviera que ver solo con personas “ejecutadas con hacha” o asesinadas por mantener su integridad a Dios, ya nos muestra que los que no hayan sido muertos de esa manera (como es en el caso de la totalidad de esos personajes mencionados del AT), no pueden alcanzar tan alto privilegio. Pero volviendo al tema que nos ocupa y ya conociendo el momento en que inició esa carrera para conseguir la “salvación”, solo nos resta por averiguar en qué momento cesó o finalizó dicha oportunidad, o si bien no cesó y ha continuado vigente hasta el día de hoy, como afirma la inmensa mayoría de dirigentes religiosos actuales y con el Sr. Olcese de abanderado; para ello nos tenemos que ir al contenido de Hechos de los Apóstoles, pues es allí donde se nos cuenta como era el paso para adquirir dicha condición de “salvo” (recuerden que hemos dicho que ello tiene relación con el ser resucitado uno en condición de inmortalidad) y que tenía que ver, como hemos señalado, con el ser bautizado, no solo en agua, sino también en espíritu santo y siguiendo los pasos de Jesús…… bautismo en espíritu santo que este recibió de su Padre Celestial, pero que en el caso de los apóstoles fue él quien lo impartió y eso después de su resurrección:
“Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes: “No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí; 5 porque Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en espíritu santo no muchos días después de esto”.” (Hech. 1:4-5).
Recordemos que ya antes y estando con vida, les había señalado a sus apóstoles la necesidad de que él muriera para que se lo pudiera enviar, con lo que queda claro que en vida no podía hacerlo:
“No obstante, les digo la verdad: Es para provecho de ustedes por lo que me voy. Porque si no me voy, el ayudante de ninguna manera vendrá a ustedes; pero si sigo mi camino, lo enviaré a ustedes.” (Juan 16:7).
Dicho esto, tenemos que a partir de ese momento y como los hechos narrados en las Escrituras nos demuestran, solo los apóstoles podían bautizar en espíritu santo y transmitir con ello a uno, la condición de Hijo de Dios…… ya otra cuestión es que este uno la perdiera por el camino, como resultado de una conducta incorrecta y como ocurrió con no pocos de ellos (1 Juan 2:19). Pero el caso, es que solo los apóstoles tenían la “autoridad” para impartir dicho bautismo y que era consustancial con el adquirir la condición de Hijo de Dios y los poderes inherentes a dicha condición, como queda claro en Hech. 8:1:20 y que sienta un precedente a seguir de cómo funcionaban las cosas en la primitiva congregación cristiana…… y que por tanto continúa siendo válido en nuestros días, pues nada en las Escrituras se nos dice en el sentido de que ello hubiera sido cambiado; por ello les rogamos, que presten mucha atención a lo que en dicho pasaje escritural se nos dice:
“En aquel día se levantó gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén; todos salvo los apóstoles fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria. 2 Pero varones reverentes se llevaron a Esteban para sepultarlo, e hicieron gran lamentación sobre él. 3 Sin embargo, Saulo empezó a tratar atrozmente a la congregación. Iba invadiendo una casa tras otra y, sacando a rastras tanto a varones como a mujeres, los entregaba a la prisión.
4 No obstante, los que habían sido esparcidos iban por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra. 5 Felipe, uno de estos (recordemos que este personaje fue uno de los siete primeros que, según Hech. 6:3-6, recibió de mano de los apóstoles el bautismo en espíritu santo y con ello, el ungimiento como Hijo de Dios y condición que se ponía de manifiesto por la capacidad de llevar a cabo obras poderosas, lejos del alcance del hombre común), bajó a la ciudad de Samaria y se puso a predicarles al Cristo. 6 Las muchedumbres prestaban atención de común acuerdo a las cosas que Felipe decía, mientras escuchaban y miraban las señales que él ejecutaba. 7 Porque había muchos que tenían espíritus inmundos y estos clamaban con voz fuerte y salían. Además, muchos paralíticos y cojos fueron curados. 8 De modo que llegó a haber mucho gozo en aquella ciudad.
9 Ahora bien, en la ciudad había cierto varón, Simón por nombre, que, antes de esto, había estado practicando artes mágicas y asombrando a la nación de Samaria, mientras decía que él mismo era alguien grande. 10 Y todos ellos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: “Este hombre es el Poder de Dios, que puede llamarse Grande”. 11 De modo que le prestaban atención porque los había asombrado durante mucho tiempo con sus artes mágicas. 12 Pero cuando creyeron a Felipe, que estaba declarando las buenas nuevas del reino de Dios y del nombre de Jesucristo, procedieron a bautizarse, tanto varones como mujeres. 13 Simón mismo también se hizo creyente y, después de bautizarse, atendía constantemente a Felipe; y quedaba asombrado al contemplar las señales y grandes obras poderosas que se efectuaban (obviamente por medio de Felipe).
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; 15 y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo. 16 Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados (en agua y por un poderoso personaje como era Felipe) en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces se pusieron a imponerles las manos y ellos empezaron a recibir espíritu santo.
18 Ahora bien, cuando Simón vio que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el espíritu, les ofreció dinero, 19 diciendo: “Denme a mí también esta autoridad, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba espíritu santo”. 20 Pero Pedro le dijo: “Perezca tu plata contigo, porque pensaste conseguir posesión de la dádiva gratuita de Dios mediante dinero. 21 No tienes tú ni parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto a vista de Dios.” (Acotaciones nuestras).
Luego está claro que solo los apóstoles tenían la “autoridad” para bautizar en espíritu santo y con ello transmitir la unción de uno como Hijo de Dios, pero dándose la circunstancia de que ya no era así en el caso de los que recibieron dicha unción de manos de estos y como queda patente en el caso de Felipe…… que si bien como poderoso Hijo de Dios que era podía llevar a cabo grandes obras milagrosas y más allá del alcance del ser humano común, además que estaba autorizado para bautizar en agua en el nombre de Jesucristo, ya no podía sin embargo impartir el bautismo en espíritu santo; la pregunta podría ser entonces ¿y cuándo recibieron dicha autoridad los apóstoles? Veámoslo:
“Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. 19 Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos…” (Mat. 28:18-19 a).
Entonces vemos que en función de la autoridad recibida por Jesucristo de su Padre Celestial, este podía delegar a sus apóstoles el “poder” para bautizar en espíritu santo y que él recibió cuando llegó al cielo, lo que se sustanció cuando lo derramó en Pentecostés de 33 E.C. sobre ellos…… recordemos que hemos leído en Juan 16:7 que solo si Jesús proseguía su camino al Padre, podría transmitirles dicho poder. Por lo tanto y volviendo al tema central de este escrito, puesto que nada en las Escrituras nos habla de un cambio en el procedimiento señalado en el relato considerado de Hech. 8:1-20, tenemos que aceptar el hecho de que con la muerte del último de los apóstoles, en este caso Juan y sobre el año 99 E.C., se acabó el poder impartirse el bautismo en espíritu santo y con ello la oportunidad de conseguir la adopción de uno como Hijo de Dios…… que conlleva la “salvación”, dado que estos participan de una resurrección que, como ya hemos señalado, lleva aparejada la inmortalidad (Rev. 20:6). Dicho esto, volvamos a ese tiempo señalado por Pablo en 2 Cor. 6:2 y pasaje que recordaremos por aquello de refrescar la memoria al “personal”, en el que uno podía alcanzar la “salvación”:
“Porque él dice: “En un tiempo acepto te oí y en día de salvación te ayudé”. ¡Miren! Ahora es el tiempo especialmente acepto. ¡Miren! Ahora es el día de salvación.”
Por lo tanto, solo es aceptable pensar que ese tiempo mencionado por Pablo y en el que se podía intentar alcanzar la “salvación”, tenía que ver con aquél que iba desde el momento del bautismo de Jesús, hasta el momento de la muerte del último de los apóstoles (unos sesenta y pocos años) y en donde estuvo en vigor el bautismo en espíritu santo…… ya después de los apóstoles, este desapareció de la tierra y con él, la posibilidad de alcanzar la condición de Hijo de Dios y los poderes sobrenaturales inherentes en ella. Luego si ello es así y así parece ser a tenor del registro escritural, no pueden existir a día de hoy personas “ungidas” o Hijos de Dios que estén pululando por estos andurriales “terrenos”, por lo que nadie puede esperar y a esto es a lo que anima disparatadamente el Sr. Olcese, a sentarse con otros reyes en el gobierno del reino de Dios; por lo que estaríamos hablando de una brutal distorsión del texto escritural (pues este no dice tal cosa ni por el forro), que puede hacer que muchas personas de buena fe y llevadas por un “subidón” emocional, lleguen a creerse “ungidas” y por tanto seguras candidatas a reinar con Jesucristo en el reino de Dios…… máxime si el que tal cosa enseña, afirma ser un “ungido” al que el espíritu santo le “sopla” al oído nuevos “descubrimientos bíblicos” y según nos contaba el autor en cuestión, en un artículo del 28/08/07 titulado “Consejos oportunos para miles de testigos de Jehová desanimados”, en el que nos hacía la siguiente y presuntuosa afirmación:
“Al contrario, soy un hombre muy feliz y dichoso, ya que por fin tengo la libertad que no gozan ellos para escribir y tener mi sitio web donde puedo exponer mis creencias personales y mis “descubrimientos” bíblicos según me lo revela el Espíritu de Dios. Sólo el Espíritu de Dios nos guía a la verdad.” (Negritas nuestras).
Luego lo que tendría que hacer el Sr. Olcese, en lugar de decir las “gilipolleces” que dice, sería tomar en seria consideración unas palabras que dijo Jesús en su momento y que es un aviso a “navegantes”:
“Pero cualquiera que haga tropezar (con enseñanzas que generen falsas expectativas) a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar.” (Mat. 18:6). (Acotación nuestra).
Nosotros ya sabemos que en su desquiciada e irreflexiva forma de ver las cosas dicho personaje, cree tener toda la razón en sus distintas “enseñanzas” a pesar de que es consciente de que nunca ha sido capaz de desbaratar nuestros planteamientos mediante el refutar los textos bíblicos que usamos en los mismos, pues a lo máximo que llega es a reafirmarse en sus disparates aunque para ello tenga que sacar textos de su contexto o apoyarse en determinada expresión que se cita en alguno de ellos y que dan pie a sus esperpénticas afirmaciones. Sin embargo, nos permitimos recordarle al Sr. Olcese que en el tema de los “millones, miles de millones” que tenían que reinar con Cristo en el gobierno milenario y defendido a lo largo de años (los mismos en los que nosotros se lo estuvimos rebatiendo), también uso cientos de textos bíblicos para apoyar dicho disparate para al final tener que reconocer, que no solo él no sabía si esto era así, sino que las Escrituras no dicen nada acerca de algo que nos pudiera llevar a sacar semejante conclusión…… luego está claro que su entendimiento o interpretación de dichos textos “demostrativos”, no podía ser más disparatada y alejada de la verdad.
Por lo tanto, mucha precaución con lo que dice determinado texto bíblico o el valor que se le da a determinada expresión, porque no es esto lo que determina lo razonable de una idea o planteamiento, sino lo que se dice en el contexto bíblico, tanto el más inmediato al pasaje del que se trate, como el general de las Escrituras…… y de esto el Sr. Olcese, nos demuestra en cada cosa que publica que no tiene ni puñetera idea de por dónde le sopla el viento. Por cierto ¿saben cuál es la novedosa forma del personaje en cuestión para rebatir nuestros planteamientos y sin que ustedes se enteren? Pues ¡asómbrense!: mandándonos correos en los que se nos remite a videos por él publicados y que son precisamente los que nosotros le estamos rebatiendo…… ¡no nos negarán que es un “genio” el tío!
MABEL
sábado, 27 de septiembre de 2014
Sin huevos…… no se pueden hacer tortillas.
Probablemente uno de los planteamientos más disparatados en estos últimos tiempos (pongámosle de 200 a 150 años para acá), a cargo de los teólogos que durante esa época han vivido y sean estos de la tendencia que sean, tiene que ver con lo que se ha dado en llamar el “arrebatamiento de la iglesia” o “cuerpo de Cristo”, eso es, el conjunto de personas que supuestamente han sido “ungidas” con el espíritu santo de Dios para reinar en el reino milenario al lado de Jesucristo en calidad de inmortales reyes y sacerdotes (Rev. 20:6) y que durante la llamada “gran tribulación” son llevadas al cielo para, posteriormente y acabada esta, ser devueltas a la tierra como seres inmortales. Por lo que tenemos a los teólogos actuales y prescindiendo de la “ganadería” a la que pertenezcan, empeñados en convencernos de que antes de que inicien los siete últimos años del mundo tal como lo conocemos, lo que se conoce como la 70 semana de Daniel y que concluirá con la mencionada “gran tribulación”, se producirá dicho arrebatamiento; cierto es, que están otros que colocan dicho suceso a mediados de esa profética semana de años (en mucha menor cuantía, estarían aquellos que colocan dicho evento al final de esos siete años), pero que en todo caso el resultado viene a ser el mismo: millones de personas supuestamente “ungidas” serán instantánea y sorpresivamente arrebatadas al cielo (con el consiguiente caos que tal desaparición repentina causará en su entorno) y así ser libradas de sufrir los rigores de tan singular desastre y que acabará, como ya hemos señalado, con el mundo tal como lo conocemos ahora…… finalizados esos siete años y ya limpiada la tierra por el juicio divino, serán devueltas a la misma para vivir en el reino de Dios, ya en calidad de inmortales reyes y sacerdotes (Rev. 20:6).
Disparate donde los haya, como ya hemos apuntado, pero que se lo cree un montón de gente merced a que el atrevimiento de esos personajes mencionados (que van desde aquellos que dirigen las más importantes organizaciones religiosas de la cristiandad, hasta aquellos que son seguidos solo por su mamá y algún que otro familiar que está en el paro), va más allá de la simple afirmación de que ellos son los “ungidos”, pues su paranoia llega al grado de afirmar y ello con gran énfasis, que aquellos que les escuchan y les siguen, en el momento de bautizarse también recibirán dicho ungimiento…… y, obviamente con el mismo, los privilegios de los que ya les acabamos de hablar. Pero claro, dicho planteamiento se cae por su base, pues como ya hemos apuntado en el titular de este escrito, sin huevos no se pueden hacer tortillas o, dicho de otra manera y para entendernos, que para que toda esa historia del “arrebatamiento de la iglesia” que nos cuentan esos “iluminados” y que así mismos se auto proclaman como Hijos de Dios o “ungidos” pudiera ser verdad, tendrían que existir sobre la tierra personas “ungidas” (eso es, una “iglesia” a la que arrebatar) y lo cual no es el caso, como intentaremos demostrar en este escrito…… y siempre partiendo de lo que se nos cuenta mediante el relato bíblico y tarea que podríamos iniciar, considerando el siguiente y clarificador pasaje:
“Porque no el que a sí mismo se recomienda es aprobado, sino el hombre a quien Jehová recomienda.” (2 Cor. 10:18).
Si analizamos con atención estas palabras, veremos que lo que las mismas nos sugieren es que no basta con afirmar algo, sino que hay que poder demostrar la veracidad de lo afirmado…… o dicho de otra forma, que uno tiene que demostrar que ha sido escogido por Dios para representarle y lo que no resulta ser en el caso que nos ocupa, con lo que la moraleja es la siguiente: no se fíen un pelo de aquel predicador que se presenta ante ustedes, solo afirmando ser tal o cual cosa, sino de aquellos que puedan probar su afirmación acerca de ser “algo” que tenga que ver con Jehová Dios y razonamiento que nos lleva a preguntarnos lo siguiente ¿de qué forma podría el Altísimo señalarnos que ha “recomendado” a una determinada persona, eso es, que esta actúa en Su Nombre (como en los casos de Moisés, Elías, Pedro, Pablo y por mencionar solo algunos), si no es por medio de permitirle llevar a cabo obras poderosas fuera del alcance del ser humano común? Así ha sido, al menos hasta donde nosotros conocemos, a lo largo de toda la historia bíblica sin excepción alguna y afirmación que queda refrendada, especialmente aplicativa en nuestros tiempos, por las palabras que un Jesucristo resucitado dirigió a aquellos a los que envió a predicar las buenas nuevas, poco antes de ser elevado a los cielos:
“Y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen las buenas nuevas a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado será salvo, más el que no crea será condenado. 17 Además, estas señales acompañarán a los que crean: Mediante el uso de mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas, 18 con las manos tomarán serpientes y si beben algo mortífero no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos sanarán”.
19 Entonces el Señor Jesús, después de haberles hablado, fue tomado arriba al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Por consiguiente, ellos salieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor obraba con ellos y apoyaba el mensaje por las señales que acompañaban a este.” (Mar. 16:15-20).
Y decimos que estas palabras aplican principalmente en nuestros días, por el hecho de que todos esos “iluminados” que se las dan de “ungidos”, afirman ser continuadores en el tiempo de esa obra de predicación que inició Jesús y encomendó proseguir a sus apóstoles, con lo que nos están diciendo que dicha obra ha estado vigente a través de los siglos hasta llegar a nuestros días…… ahora bien, si ello es así, la pregunta es obvia ¿por qué entonces, los actuales “continuadores” de esa obra de evangelización encomendada por Jesucristo, no pueden hacer parecidas demostraciones de poder a las que llevaban a cabo aquellos seguidores de Jesucristo del primer siglo? Dicho de otra manera ¿en qué momento de la historia cristiana, dejó Jesucristo de apoyar “el mensaje” y dejar a sus seguidores abandonados a su suerte, teniéndose estos que buscarse la “habichuelas” por su cuenta? Es cierto que esos supuestos “ungidos” que nos rodean por tierra, mar y aire, pues son legión, afirman que actualmente ya no hacen falta las demostraciones de poder para predicar el evangelio de Cristo, lo que nos lleva a hacernos la siguiente reflexión: si a lo largo de la historia bíblica y como ya hemos adelantado, Jehová siempre dio a sus siervos los poderes necesarios para llevar adelante la comisión asignada ¿por qué razón y teniendo en cuenta que estos supuestos “ungidos” actuales afirman ser los continuadores de la obra que inició Jesús en su momento, Jehová dio a los “ungidos” del primer siglo el poder de hasta levantar muertos y a los actuales no les permite ni curar un simple catarro, siendo como es el caso y según afirmación de parte, que están haciendo la misma obra? ¿Alguien lo entiende y nos lo puede explicar? ¿Por qué a unos tanto y a otros tan poco, si en teoría se está haciendo exactamente el mismo trabajo?
Lo que ocurre realmente, es que nada hay en las Escrituras que nos dé a entender que esta comisión se mantendría por siglos, sino más bien nos muestran que tal como esa obra de selección tuvo un inicio, también tuvo un final y como explicaremos más adelante; de lo contrario tampoco se entendería lo que leemos en Rev. 11:3-7, acerca de la futura aparición de unos poderosos personajes (los “dos testigos”) y dotados de grandísimos poderes a la manera de los primeros apóstoles, que tendrán a su cargo el llevar la delantera en una gran predicación que ya fue anunciada por Jesús en Mat. 24:14…… luego la cuestión que se nos plantea es la siguiente: si los supuestos “ungidos” actuales son “continuadores” en el tiempo de la obra que inició Jesús y que según nos dicen, mediante el ejercer fe en el evangelio por ellos predicado y previo el bautismo en agua que ellos imparten, ya se alcanza la salvación ¿qué necesidad habría, entonces, de que el Altísimo levantara a otras personas a la manera de los Juan, Pablo, Pedro, etc., para iniciar una “nueva” predicación? Luego solo es razonable pensar, que el propio hecho de que Jesús anunciara esa nueva predicación para un futuro distante, implícitamente estaba dando a entender que la que él había iniciado en su momento tenía fecha de caducidad, eso es, que no se dilataría en el tiempo.
Predicación futura que además y según leemos en Rev. 11:3, tiene una duración de tan solo 1.260 días o lo que es lo mismo, por tres años y medio…… pregúntense ahora, queridos lectores, cuanto tiempo hace que las actuales denominaciones de la “cristiandad” (TJ, adventistas, mormones, pentecostales, etc. etc. etc.) llevan dándonos “la vara” y verán que nada tiene que ver la predicación que estas están llevando a cabo, con la que Jesús anunció. Período de tiempo, por otra parte, que coincide con la primera mitad de la profética semana 70 de Daniel, por lo que la aparición de esos “dos testigos” o “resto ungido” y por razones que ya han sido publicadas en este blog, tiene que coincidir con la aparición del personaje “anticristo”…… y dado que dicha figura aún no ha aparecido, tampoco lo pueden haber hecho dichos personajes enviados por Dios y lo que significa que la predicación anunciada por Jesús tampoco se ha puesto en marcha.
Luego si esta es la situación (y esta es) a la luz del registro escritural, lo que tenemos que preguntarnos es lo siguiente: ¿quiénes son, entonces, esa pandilla de “engañabobos” actuales que se arrogan 1º, el ser representantes de Dios en calidad de hijos “ungidos” a la manera de Jesucristo, por tanto sus hermanos y en consecuencia, herederos del reino en calidad de inmortales reyes y sacerdotes; 2º, el estar predicando el “verdadero” evangelio salvador de Cristo y 3º, tener el poder de transmitir a otros la condición de Hijos de Dios…… pero que, sin embargo, de ninguna manera y en clara diferencia con los seguidores de Jesucristo del primer siglo, son capaces de hacer nada “del otro jueves” y con lo que poder demostrar la veracidad de su afirmación de tener dicha relación paterno/filial con Dios. No podemos olvidar y en otro orden de cosas, que las Escrituras ya nos advierten de la auténtica plaga de falsarios agentes de Satanás que nos invadiría en los últimos días y ello en palabras del propio Hijo de Dios, según se lee en Mat. 24:3:
“Y en contestación, Jesús les dijo: “Cuidado que nadie los extravíe; 5 porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo” (o somos de Cristo, eso es, “ungidos”) y extraviarán a muchos.” (Acotación nuestra).
Y palabras corroboradas por el envejecido apóstol Pedro en su segunda carta:
“Sin embargo, llegó a haber también falsos profetas entre el pueblo, como también habrá falsos maestros entre ustedes. Estos mismísimos introducirán calladamente sectas destructivas y repudiarán hasta al dueño que los compró, trayendo sobre sí mismos destrucción acelerada.” (2 Ped. 2:1).
Solo hay que ver cómo está actualmente el “patio” dentro de la denominada “cristiandad”, fraccionada esta en más de 30.000 denominaciones distintas y cada una de ellas con sus diferentes doctrinas, ritos, dirigentes, etc., algo totalmente contrario a la admonición del apóstol Pablo que en su momento y bajo inspiración, dijo lo siguiente:
“Ahora los exhorto, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que todos hablen de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, sino que estén aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar.” (1 Cor. 1:10).
Con lo que cualquier parecido con el grotesco espectáculo contemplado hoy, es pura coincidencia y por lo que cuando hablamos de la “cristiandad”, estamos hablando del sistema religioso más corrupto y reprensible del orbe (ellos son los que han apostatado de la verdadera enseñanza de Dios) y por lo que de ninguna manera puede brotar de entre ella algo parecido a un “ungido” que represente a Dios y en el que se pueda confiar. Pero dicho lo cual, estamos de acuerdo con usted, querido lector, en que las cosas no solo basta con decirlas sino que hay que demostrarlas, pues de lo contrario los autores de este blog caeríamos en el mismo error que estamos criticando a los supuestos “ungidos actuales: el afirmar algo, pero sin demostrar que lo afirmado es cierto; por lo tanto vamos a probar con las Escrituras en la mano lo veraz nuestra afirmación, en el sentido de que es del todo imposible que actualmente existan hoy “ungidos” sobre la tierra y en el bien entendido, como hemos señalado al inicio de este escrito, que al conjunto de esos personajes se les identifica como la “iglesia” o “cuerpo de Cristo” y de los que se nos dice que son los que serán “arrebatados” al cielo (lo que se conoce como el “arrebatamiento de la iglesia”), mientras aquí en la tierra se monta “la mundial”. Por tanto, veamos que nos dice la Biblia de todo esto y partiendo de lo que Jesús vino a hacer aquí en la tierra y en lo que hay unanimidad entre todos los autores bíblicos: este vino a buscar a aquellos que tendrían que reinar con él en el reino de Dios, en cumplimiento de la promesa divina contenida en Éxo. 19:3-6:
“Y Moisés subió al Dios verdadero y Jehová empezó a llamarlo de la montaña, diciendo: “Esto es lo que has de decir a la casa de Jacob y anunciar a los hijos de Israel: 4 Ustedes mismos han visto lo que hice a los egipcios, para llevarlos a ustedes sobre alas de águilas y traerlos a mí mismo. 5 Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. 6 Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel.”
Luego Jesús inicio una obra de búsqueda para encontrar a esas personas y obra que tendrían que continuar sus más directos seguidores, eso es, los apóstoles…… y si dicha obra tuvo un inicio, obviamente habría que pensar que también tendría un final y como queda claramente expresado en la petición que el Hijo de Dios hizo en favor de sus seguidores a su Padre Celestial y en la que, implícitamente, ya habló del final de la misma:
“Hago petición, no respecto a estos (sus apóstoles) solamente, sino también respecto a los que pongan fe en mí mediante la palabra de ellos.” (Juan 17:20). (Acotación nuestra).
Si analizamos debidamente estas palabras, veremos que la comisión de continuar la obra de encontrar a aquellos que eran merecedores del reino, quedaba limitada a sus apóstoles y a aquellos que recibían directamente de estos el mensaje de Jesús. Ahora bien, es cierto que alguien podría decir que esto no es más que la interpretación personal e interesada del contenido de un texto bíblico para que las cosas parezcan ser como nosotros las “pintamos”…… por lo que permítannos razonar nuestro argumento y así probar la veracidad de lo que les decimos, acudiendo para ello al capítulo ocho del libro de Hechos de los Apóstoles. No obstante, para conseguir dicho objetivo tenemos que partir de la idea y que es asumida por cualquier teólogo actual, de que para heredar el reino de Dios en calidad de inmortal rey y sacerdote (Rev. 20:6), uno tiene que ser reconocido como Hijo de Dios, eso es, haber recibido el bautismo en espíritu santo…… y que es algo muy distinto del bautismo de agua, pues este por sí mismo no concede dicha condición, por mucho que los “entendidos” en la materia nos juren y perjuren que eso es así; dicho lo cual, analicemos una porción de lo que se lee en el capítulo mencionado:
“En aquel día se levantó gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén; todos salvo los apóstoles fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria (……)
4 No obstante, los que habían sido esparcidos iban por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra. 5 Felipe, uno de estos, bajó a la ciudad de Samaria y se puso a predicarles al Cristo. 6 Las muchedumbres prestaban atención de común acuerdo a las cosas que Felipe decía, mientras escuchaban y miraban las señales que él ejecutaba. 7 Porque había muchos que tenían espíritus inmundos y estos clamaban con voz fuerte y salían. Además, muchos paralíticos y cojos fueron curados. 8 De modo que llegó a haber mucho gozo en aquella ciudad.
9 Ahora bien, en la ciudad había cierto varón, Simón por nombre que, antes de esto, había estado practicando artes mágicas y asombrando a la nación de Samaria, mientras decía que él mismo era alguien grande. 10 Y todos ellos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: “Este hombre es el Poder de Dios, que puede llamarse Grande”. 11 De modo que le prestaban atención porque los había asombrado durante mucho tiempo con sus artes mágicas. 12 Pero cuando creyeron a Felipe (sus obras eran por mucho más poderosas que las de Simón), que estaba declarando las buenas nuevas del reino de Dios y del nombre de Jesucristo, procedieron a bautizarse, tanto varones como mujeres. 13 Simón mismo también se hizo creyente y, después de bautizarse, atendía constantemente a Felipe; y quedaba asombrado al contemplar las señales y grandes obras poderosas que se efectuaban (por medio del tal Felipe).” (v. del 1 al 13). (Acotaciones nuestras).
Ahora analicemos lo que hemos leído y notemos tres aspectos fundamentales en su contenido: lo primero que notamos en este pasaje, es que el tal Felipe no era un “pelanas” como los actuales “ungidos”, sino que sus obras probaban que era un ser poderoso en espíritu santo; recordemos que fue una de las siete primeras personas que recibieron dicho espíritu santo por manos de los apóstoles (Hech. 6:1-6) y por tanto, el reconocimiento como Hijos de Dios. En segundo lugar y en armonía con las palabras de Jesucristo en Mar. 16:15-20, que la difusión del evangelio verdadero iba acompañada, ineludiblemente, de grandes manifestaciones de poder y que daban legitimidad a los que las proclamaban, en clara diferencia de lo que ocurre a día de hoy entre esa pandilla de charlatanes que se las dan de “ungidos”. Y, tercero y más importante, pues aquí está el quid de la cuestión, que el bautismo en agua en nombre de Jesucristo y que era el que impartía Felipe, no transmitía la condición de Hijo de Dios al que lo recibía y contrario a lo que esos “entendidos” actuales nos están diciendo…… porque veamos como continúa dicho relato, en sus versos 14 al 17:
“Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; 15 y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo (luego queda claro que pese a estar bautizados en agua, aún no lo habían recibido). 16 Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados (obviamente en agua) en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces se pusieron (Pedro y Juan) a imponerles las manos y ellos empezaron a recibir espíritu santo.” (Acotaciones nuestras).
Lo que se nos está diciendo en esta porción escritural, es fundamental para sostener nuestra afirmación en el sentido de que actualmente no pueden existir personas “ungidas” o Hijos de Dios, porque veamos: si bien Felipe podía llevar a cabo obras poderosísimas como los apóstoles, lo que no podía era impartir el bautismo en espíritu santo y como sí podían hacer estos, algo que queda probado por lo que acabamos de leer; de ahí, que las personas que creyeron en el mensaje de Felipe y aunque bautizadas en agua correctamente en el nombre de Jesucristo, solo “empezaron” a recibir espíritu santo cuando los apóstoles Pedro y Juan les impusieron las manos, o dicho de otra manera, cuando fueron bautizadas en espíritu santo. Lo que ello nos muestra es que si bien los apóstoles sí podían impartir dicho bautismo de espíritu, pues lo había recibido directamente de Jesucristo, aquellos que como Felipe lo habían recibido de manos de los apóstoles, ya no podían transmitírselo a otros y lo cual, evidentemente, limitaba el tiempo de duración de la obra encomendada por Jesús; pero continuemos con el relato de ese capítulo ocho, leyendo ahora los versos 18-19:
“Ahora bien, cuando Simón vio que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el espíritu, les ofreció dinero, 19 diciendo: “Denme a mí también esta autoridad (o "poder", según versiones), para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba espíritu santo”.” (Hech. 8:18-19). (Acotación nuestra).
Lo que queda claro de estas palabras, es que Simón se dio cuenta de que los apóstoles podían hacer algo que Felipe no podía hacer, como era el transmitir a otros la condición de Hijos de Dios o lo que es lo mismo, el bautizar en espíritu santo…… de ahí que lo que Simón les pidiera a Pedro y Juan (a cambio de dinero), no fue que le dieran dicho espíritu santo, sino “la autoridad” de poderlo impartir a otros y que Felipe no tenía. Todo lo considerado nos lleva al punto crucial del tema que estamos analizando, como es el averiguar en qué momento se interrumpió dicha capacidad o autoridad aquí en la tierra de poder impartir el bautismo en espíritu santo y con ello el poder ungir a otros como Hijos de Dios, lo que nos lleva de nuevo a lo leído en Juan 17:20 y que nos marca el punto de inflexión o momento, en que desapareció de sobre la tierra el poder transmitir a otros la condición de Hijo de Dios y con ello, el fin de la obra iniciada por Jesús, dirigida a seleccionar a aquellos que tendrían que gobernar a su lado en el reino de Dios:
“Hago petición, no respecto a estos solamente, sino también respecto a los que pongan fe en mí mediante la palabra de ellos.”
Como ya hemos dicho, la petición de Jesús tenía que ver con sus más directos seguidores (los apóstoles) y a los que a su vez, aceptarían el mensaje de la boca de los propios apóstoles…… en llegando aquí, la obra de selección se paraba por la razón que ya hemos apuntado y que repetimos para que la cosa quede clara: ha quedado probado por el contenido escritural y personalizado en el caso de Felipe, que si bien aquellos que recibieron a través de los apóstoles el bautismo en espíritu santo (no fue así en el caso de Pablo y que también lo recibió directamente de Jesucristo), podían desarrollar obras poderosas como los apóstoles, lo que ya no podían hacer era el transmitírselo a otros y como ha quedado evidenciado en ese relato analizado de Hech. 8:1-20 y hecho que sienta un precedente…… por lo que es obvio concluir, entonces, que con la muerte del último apóstol (Juan) sobre el año 99 E.C., desapareció de sobre la tierra la posibilidad de recibir dicho espíritu santo de adopción, pues ya no existía quien lo pudiera impartir y con ello, finalizó la obra de selección iniciada por Jesús y así, hasta nuestros días.
Por ello, todos y cada uno de esos “mandangas” que a día de hoy nos quieren vender “la burra coja” de su ungimiento como Hijos de Dios, nos tendrían que decir en primer lugar quién les ha bautizado en espíritu santo para adquirir tal condición y, en segundo lugar, con qué autoridad lo ha hecho la persona o denominación religiosa que haya intervenido en el acto; porque en ningún lugar de las Escrituras y contrario a lo que nos proponen los falsos “ungidos” actuales, se encuentra afirmación alguna en el sentido de que solo con el bautismo en agua, sea suficiente para adquirir la condición de “ungido” o Hijo de Dios…… recordemos lo que acabamos de leer, en el sentido de que todo un poderoso Hijos de Dios como era Felipe, no pudo mediante el bautismo en agua, conseguir que los bautizados recibieran el espíritu de adopción como Hijos de Dios, sino que esto no ocurrió hasta que intervinieron los apóstoles. Más bien lo que las Escrituras nos dicen y esto en palabras del propio Jesús, es exactamente todo lo contrario, por que veamos lo que este dijo y relacionado con dos bautismos totalmente diferentes entre sí:
“En respuesta, Jesús le dijo: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. 4 Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede nacer el hombre cuando es viejo? No puede entrar en la matriz de su madre por segunda vez y nacer ¿verdad?”. 5 Jesús contestó: “Muy verdaderamente te digo: A menos que uno nazca del agua (bautismo de agua) y del espíritu (bautismo en espíritu santo), no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:3-5). (Acotaciones nuestras).
Ello nos lleva a unas palabras dirigidas también por Cristo a sus apóstoles, momentos antes de ser elevado a los cielos:
“Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes: “No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí; 5 porque Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en espíritu santo no muchos días después de esto”.” (Hech. 1:4-5).
De nuevo vemos que se nos está hablando de distintos bautismos, pues no pasemos por alto que los apóstoles, aunque ya hacía años que habían recibido el bautismo de Juan (bautismo de agua), este no los convirtió en Hijos de Dios, sino que solo alcanzaron dicha condición cuando en el Pentecostés de 33 E.C. recibieron el otro bautismo anunciado por Jesús, eso es, el bautismo en espíritu santo y el que sí les concedió esa relación paterno/filial con Dios y por tanto pasaron a convertirse en hermanos de Cristo, hecho reconocido por este, poco antes de ascender al cielo:
“Jesús le dijo: “Deja de colgarte de mí. Porque todavía no he ascendido al Padre. Pero ponte en camino a mis hermanos y diles: “Asciendo a mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes”.” (Juan 20:17).
Luego vemos que el bautismo en agua y que es el único que se puede impartir hoy en día (y de forma fraudulenta, pues no tiene validez alguna), no puede dar a uno la condición de Hijo de Dios, pues ello nunca ha sido así y como queda perfectamente reflejado en el contenido escritural; por otra parte, nada en el registro sagrado nos habla de que la cosa y en algún momento de la historia de la primitiva congregación cristiana hubiera cambiado, en el sentido de que a partir de determinado momento ya con solo el bautismo de agua fuera suficiente para adquirir el ungimiento como Hijo de Dios, como si dicho bautismo hubiera asumido ambos roles. Por lo tanto, continúan en vigor las palabras de Jesús en Juan 3:5, en el sentido de que para adquirir dicha condición continúan siendo necesarios dos bautismos: el de agua y el de espíritu santo; y lo que nos lleva a recordar un “pequeño” detalle: el bautismo en espíritu solo lo pudo administrar Jesucristo después de haber resucitado y posteriormente, después de haberlo recibido directamente de este, sus apóstoles…… nadie más y según nos cuenta el registro sagrado, estuvo en disposición de poderlo administrar y por lo que repetimos la pregunta ¿de quién y con qué autoridad, han recibido los supuestos “ungidos” actuales, la condición de Hijos de Dios? Y pregunta de la que surge una derivada ¿por qué el espíritu santo recibido en el primer siglo, movía inmediatamente a las personas a actuar de forma poderosa…… y hoy no lo hace, si en teoría estaríamos hablando del mismo espíritu santo de Dios?
Todo considerado, solo se puede concluir que todo aquél que actualmente se identifique como un “ungido”, no es más que un “mandangas” ignorante y del cual no se puede creer nada de lo que diga, ni siquiera si nos da la hora; porque a día de hoy, sencillamente no existen personas que tengan la condición de Hijos de Dios y por lo que, por extensión, no puede existir un arrebatamiento “de la iglesia” porque no hay “iglesia” a la que arrebatar. Ello significa que todas aquellas organizaciones religiosas que por medio de sus pastores, evangelistas, maestros, predicadores o como quiera que les llamen, nos hablan de un arrebatamiento como tal y del que uno pudiera ser beneficiario, no solo son miembros del sistema mundial de religión falsa que nos está intentando extraviar, sino lo que es peor, que no tienen la menor idea de lo que realmente dicen las Escrituras y por lo que no se les puede creer en nada de lo que nos cuenten relacionado con estas; porque después de lo considerado y haciendo uso de la lógica más elemental acerca de todo lo considerado y a modo de conclusión, si no hay “ungidos” (y no los hay) tampoco puede haber un “arrebatamiento de la iglesia” o, lo que es lo mismo y como señalamos en el titular de este escrito, sin huevos…… no se pueden hacer tortillas.
MABEL
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