domingo, 30 de noviembre de 2014
¡Hombre, si se es un “justo”…… pues ni tan mal!
Hace unos días y buscando información en la red sobre un tema del que trataremos en breve, nos apareció un video de Apologista Mario Olcese que se nos había pasado por alto y publicado el 11/11/14, bajo el título de “Si eres un justo de Dios, te sentarás en tu propio trono junto con otros reyes” y que en principio, si uno no está muy puesto en estas cosas, parece que no hay nada a objetar a tan tajante aseveración. Obviamente con dicho planteamiento, el autor mencionado se está refiriendo a aquellos (entre los que dice contarse) que en el momento actual, u séase en nuestros días, supuestamente tengan la condición de “justos” o “ungidos”, en todo caso de Hijos de Dios y que son los únicos que se pueden sentar en un trono al lado de Jesucristo en el reino milenario…… el problema está en que en la actualidad y desde la muerte del último apóstol al final del primer siglo, no existen en la tierra personas que ostenten dicha condición y eso por un espacio de tiempo de casi ¡2.000 años!
Extremo este que hemos mantenido siempre los autores de este blog y con la argumentación necesaria para probar veracidad de nuestro planteamiento, al que el Sr. Olcese (claro exponente de las disparatadas ideas que pululan por ahí acerca del tema en cuestión) no ha podido objetar nada en absoluto, como no sea el reafirmarse en sus postulados y apoyados estos en textos sacados totalmente de su contexto…… y así cualquiera ¡claro! Porque resulta que dicho personaje apoya su argumentación con pasajes sacados de las cartas paulinas (básicamente), cuando el caso es que los pasajes utilizados en esas misivas tenían destinatarios concretos y contemporáneos de los apóstoles, con distintas necesidades y distintas circunstancias a las actuales…… no obstante y para aquellos que deseen profundizar un poco más en este tema y comprobar la razón que nos asiste en nuestra afirmación, en el sentido de que actualmente no existen “justos”, “ungidos”, “Hijos de Dios” o como ustedes quieran llamarles, les recomendamos nuestro escrito del 17/09/14 titulado “Sin huevos…… no se pueden hacer tortillas” (sí, sí, ya sabemos que el “títulillo” tiene su aquél, pero les aseguramos que está muy bien traído para el tema que explicamos). Luego ya puestos, permitan que les demos una nueva razón por la que no es posible la existencia de esos personajes, no solo en los tiempos actuales, sino durante esos casi 2.000 años transcurridos desde la muerte del último apóstol (ocurrida aproximadamente en 99 E.C.)…… y razón señalada que tiene que ver con el siguiente pasaje:
“Porque él dice: “En un tiempo acepto te oí y en día de salvación te ayudé”. ¡Miren! Ahora es el tiempo especialmente acepto. ¡Miren! Ahora es el día de salvación.” (2 Cor. 6:2).
Entonces la pregunta sería a qué espacio de tiempo se refería Pablo con ese “ahora” es el tiempo o día de salvación, lo que nos lleva a preguntarnos y si eso es a lo que se estaba refiriendo dicho apóstol y que todo parece indicar que sí, cuándo empezó dicho tiempo y cuando terminó, en el supuesto de que terminará en algún momento de la historia y no haya estado vigente hasta el momento actual, como nos plantean los teólogos actuales e idea que los autores de este blog descartamos totalmente. Por lo tanto, habría que empezar por averiguar cuando inició dicho “tiempo de salvación” y en el bien entendido que por “salvación” se entiende lo que consiguen unos pocos que, participando de la llamada “primera” resurrección (Rev. 20:6), ya se levantan con la inmortalidad concedida (eso es la salvación) y reinan con Cristo en calidad de reyes y sacerdotes y por lo que ya son invulnerables al desafió de Satanás, en la mal llamada “prueba final” propiciada por la suelta de este al término de los mil años del reinado de Jesucristo (Rev. 20:7-10)…… y en la que todo aquél que no ande “fino” en ese momento, será destruido eternamente; por lo que continuando con lo que íbamos, veamos un pasaje que parece nos acerca al tiempo del que estaba hablando Pablo:
"Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. 6 Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” (Éxo. 19:5-6).
Estas palabras, dichas por Jehová a una nación de Israel recién liberada de Egipto, señalaban a un tiempo futuro en el que serían escogidos determinados miembros de dicha nación y que, junto a un también futuro personaje por aparecer (Jesús), tendrían que reinar durante un periodo de mil años sobre la humanidad…… luego el sentido común nos dice que hasta que no apareciera el personaje Jesús (se entiende que en el momento de iniciar su ministerio y que vino a sustituir al de Juan “el bautizante”, como se nos indica en Juan 3:30), no podían aparecer esos que según la promesa divina hecha por Dios más de 1.500 años atrás en el tiempo, tenían que acompañarle en su reinar; pero es que además, fue el propio Hijo de Dios el que nos dijo cuándo inició ese periodo de tiempo (y del que nos habla el apóstol Pablo) en el que se podía tener la oportunidad de alcanzar la “salvación” mencionada por el apóstol, cuando afirmó lo siguiente:
“Pero desde los días de Juan el Bautista (eso es, desde que este fue detenido y ejecutado, con lo que acabó su ministerio) hasta ahora, el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor los hombres; y los que se adelantan con ardor, se asen de él.” (Mat. 11:12). (Acotación nuestra).
Entonces lo que se nos está diciendo, es que antes de los días de Juan “el bautizante” no existía posibilidad alguna de pelear por la “meta” de formar parte del gobierno del reino de Dios y con ello el llegar a ser “salvo”, sino que esta inició a partir de la aparición de Jesús, pues esto es lo que leemos respecto de él:
“Vino a su propia casa, pero los suyos no lo recibieron. 12 No obstante, a cuantos sí lo recibieron, a ellos les dio autoridad de llegar a ser hijos de Dios, porque ejercían fe en su nombre.” (Juan 1:11-12).
Luego este pasaje no solo nos indica el momento en el que se abrió el camino a la “salvación”, sino que derriba por sí solo la esperpéntica “enseñanza” mantenida por ese “genio” de la interpretación bíblica Apologista Mario Olcese y a cuantos como él opinan, en el sentido que personajes como los Noé, Abrahán, David, Job y un larguísimo etc. de prohombres del AT, también heredar con Cristo el reino de Dios…… cuando el caso es que para hacerlo hay que ser Hijo de Este y queda claro que no lo pueden ser, pues fallecieron siglos (cuando no milenios) antes de que Jesús apareciera y les pudiera dar también a ellos la “autoridad” para adquirir dicha relación paterno/filial con el Altísimo. Tenemos por otra parte, que para alcanzar dicha condición se tenía que estar en posesión del bautismo de agua y del bautismo de espíritu santo (Juan 3:5), requisito del que ni Jesús pudo librase y algo que se deduce de las siguientes palabras:
“Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán a Juan, para ser bautizado por él. 14 Pero este trató de impedírselo, diciendo: “Yo soy el que necesito ser bautizado por ti ¿y vienes tú a mí?”. 15 En respuesta Jesús le dijo: “Deja que sea, esta vez, porque de esa manera nos es apropiado llevar a cabo todo lo que es justo”. Entonces él dejó de impedírselo.” (Mat. 3:13-15).
De hecho, esa acción marcó un modelo a seguir y como quedó claro en Juan 3:5, pues continuemos observando lo que ocurrió durante el bautismo de Jesús y según nos lo cuentan las Escrituras:
“Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron y él vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él. 17 ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”.” (Mat. 3:16-17).
Si observamos la secuencia de los acontecimientos, vemos que Jesús primero recibió el bautismo de agua, a continuación el bautismo en espíritu santo que descendió en forma de paloma (en el caso de los apóstoles fue en llamitas o lenguas de fuego) y ya después, es cuando lo voz del Altísimo lo reconoce como Hijo Suyo…… y nada de eso ocurrió en el caso de los notables del AT mencionados, pues en sus días no existían tales bautismos. Como tampoco concurre en ellos el haber sufrido una muerte de sacrificio por defender su fe, como les es exigido a todos aquellos que tienen que reinar con Cristo:
“Y vi tronos y hubo quienes se sentaron en ellos y se les dio poder para juzgar. Sí, vi las almas de los que fueron ejecutados con hacha por el testimonio que dieron de Jesús y por hablar acerca de Dios y los que no habían adorado ni a la bestia salvaje ni a su imagen y que no habían recibido la marca sobre la frente ni sobre la mano. Y llegaron a vivir y reinaron con el Cristo por mil años.” (Rev. 20:4).
El hecho de que lo que le fue presentado en visión a Juan, tuviera que ver solo con personas “ejecutadas con hacha” o asesinadas por mantener su integridad a Dios, ya nos muestra que los que no hayan sido muertos de esa manera (como es en el caso de la totalidad de esos personajes mencionados del AT), no pueden alcanzar tan alto privilegio. Pero volviendo al tema que nos ocupa y ya conociendo el momento en que inició esa carrera para conseguir la “salvación”, solo nos resta por averiguar en qué momento cesó o finalizó dicha oportunidad, o si bien no cesó y ha continuado vigente hasta el día de hoy, como afirma la inmensa mayoría de dirigentes religiosos actuales y con el Sr. Olcese de abanderado; para ello nos tenemos que ir al contenido de Hechos de los Apóstoles, pues es allí donde se nos cuenta como era el paso para adquirir dicha condición de “salvo” (recuerden que hemos dicho que ello tiene relación con el ser resucitado uno en condición de inmortalidad) y que tenía que ver, como hemos señalado, con el ser bautizado, no solo en agua, sino también en espíritu santo y siguiendo los pasos de Jesús…… bautismo en espíritu santo que este recibió de su Padre Celestial, pero que en el caso de los apóstoles fue él quien lo impartió y eso después de su resurrección:
“Y estando reunido con ellos, les dio las órdenes: “No se retiren de Jerusalén, sino sigan esperando lo que el Padre ha prometido, acerca de lo cual oyeron de mí; 5 porque Juan, en verdad, bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en espíritu santo no muchos días después de esto”.” (Hech. 1:4-5).
Recordemos que ya antes y estando con vida, les había señalado a sus apóstoles la necesidad de que él muriera para que se lo pudiera enviar, con lo que queda claro que en vida no podía hacerlo:
“No obstante, les digo la verdad: Es para provecho de ustedes por lo que me voy. Porque si no me voy, el ayudante de ninguna manera vendrá a ustedes; pero si sigo mi camino, lo enviaré a ustedes.” (Juan 16:7).
Dicho esto, tenemos que a partir de ese momento y como los hechos narrados en las Escrituras nos demuestran, solo los apóstoles podían bautizar en espíritu santo y transmitir con ello a uno, la condición de Hijo de Dios…… ya otra cuestión es que este uno la perdiera por el camino, como resultado de una conducta incorrecta y como ocurrió con no pocos de ellos (1 Juan 2:19). Pero el caso, es que solo los apóstoles tenían la “autoridad” para impartir dicho bautismo y que era consustancial con el adquirir la condición de Hijo de Dios y los poderes inherentes a dicha condición, como queda claro en Hech. 8:1:20 y que sienta un precedente a seguir de cómo funcionaban las cosas en la primitiva congregación cristiana…… y que por tanto continúa siendo válido en nuestros días, pues nada en las Escrituras se nos dice en el sentido de que ello hubiera sido cambiado; por ello les rogamos, que presten mucha atención a lo que en dicho pasaje escritural se nos dice:
“En aquel día se levantó gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén; todos salvo los apóstoles fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria. 2 Pero varones reverentes se llevaron a Esteban para sepultarlo, e hicieron gran lamentación sobre él. 3 Sin embargo, Saulo empezó a tratar atrozmente a la congregación. Iba invadiendo una casa tras otra y, sacando a rastras tanto a varones como a mujeres, los entregaba a la prisión.
4 No obstante, los que habían sido esparcidos iban por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra. 5 Felipe, uno de estos (recordemos que este personaje fue uno de los siete primeros que, según Hech. 6:3-6, recibió de mano de los apóstoles el bautismo en espíritu santo y con ello, el ungimiento como Hijo de Dios y condición que se ponía de manifiesto por la capacidad de llevar a cabo obras poderosas, lejos del alcance del hombre común), bajó a la ciudad de Samaria y se puso a predicarles al Cristo. 6 Las muchedumbres prestaban atención de común acuerdo a las cosas que Felipe decía, mientras escuchaban y miraban las señales que él ejecutaba. 7 Porque había muchos que tenían espíritus inmundos y estos clamaban con voz fuerte y salían. Además, muchos paralíticos y cojos fueron curados. 8 De modo que llegó a haber mucho gozo en aquella ciudad.
9 Ahora bien, en la ciudad había cierto varón, Simón por nombre, que, antes de esto, había estado practicando artes mágicas y asombrando a la nación de Samaria, mientras decía que él mismo era alguien grande. 10 Y todos ellos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: “Este hombre es el Poder de Dios, que puede llamarse Grande”. 11 De modo que le prestaban atención porque los había asombrado durante mucho tiempo con sus artes mágicas. 12 Pero cuando creyeron a Felipe, que estaba declarando las buenas nuevas del reino de Dios y del nombre de Jesucristo, procedieron a bautizarse, tanto varones como mujeres. 13 Simón mismo también se hizo creyente y, después de bautizarse, atendía constantemente a Felipe; y quedaba asombrado al contemplar las señales y grandes obras poderosas que se efectuaban (obviamente por medio de Felipe).
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan; 15 y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo. 16 Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados (en agua y por un poderoso personaje como era Felipe) en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces se pusieron a imponerles las manos y ellos empezaron a recibir espíritu santo.
18 Ahora bien, cuando Simón vio que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el espíritu, les ofreció dinero, 19 diciendo: “Denme a mí también esta autoridad, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba espíritu santo”. 20 Pero Pedro le dijo: “Perezca tu plata contigo, porque pensaste conseguir posesión de la dádiva gratuita de Dios mediante dinero. 21 No tienes tú ni parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto a vista de Dios.” (Acotaciones nuestras).
Luego está claro que solo los apóstoles tenían la “autoridad” para bautizar en espíritu santo y con ello transmitir la unción de uno como Hijo de Dios, pero dándose la circunstancia de que ya no era así en el caso de los que recibieron dicha unción de manos de estos y como queda patente en el caso de Felipe…… que si bien como poderoso Hijo de Dios que era podía llevar a cabo grandes obras milagrosas y más allá del alcance del ser humano común, además que estaba autorizado para bautizar en agua en el nombre de Jesucristo, ya no podía sin embargo impartir el bautismo en espíritu santo; la pregunta podría ser entonces ¿y cuándo recibieron dicha autoridad los apóstoles? Veámoslo:
“Y Jesús se acercó y les habló, diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. 19 Vayan, por lo tanto y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos…” (Mat. 28:18-19 a).
Entonces vemos que en función de la autoridad recibida por Jesucristo de su Padre Celestial, este podía delegar a sus apóstoles el “poder” para bautizar en espíritu santo y que él recibió cuando llegó al cielo, lo que se sustanció cuando lo derramó en Pentecostés de 33 E.C. sobre ellos…… recordemos que hemos leído en Juan 16:7 que solo si Jesús proseguía su camino al Padre, podría transmitirles dicho poder. Por lo tanto y volviendo al tema central de este escrito, puesto que nada en las Escrituras nos habla de un cambio en el procedimiento señalado en el relato considerado de Hech. 8:1-20, tenemos que aceptar el hecho de que con la muerte del último de los apóstoles, en este caso Juan y sobre el año 99 E.C., se acabó el poder impartirse el bautismo en espíritu santo y con ello la oportunidad de conseguir la adopción de uno como Hijo de Dios…… que conlleva la “salvación”, dado que estos participan de una resurrección que, como ya hemos señalado, lleva aparejada la inmortalidad (Rev. 20:6). Dicho esto, volvamos a ese tiempo señalado por Pablo en 2 Cor. 6:2 y pasaje que recordaremos por aquello de refrescar la memoria al “personal”, en el que uno podía alcanzar la “salvación”:
“Porque él dice: “En un tiempo acepto te oí y en día de salvación te ayudé”. ¡Miren! Ahora es el tiempo especialmente acepto. ¡Miren! Ahora es el día de salvación.”
Por lo tanto, solo es aceptable pensar que ese tiempo mencionado por Pablo y en el que se podía intentar alcanzar la “salvación”, tenía que ver con aquél que iba desde el momento del bautismo de Jesús, hasta el momento de la muerte del último de los apóstoles (unos sesenta y pocos años) y en donde estuvo en vigor el bautismo en espíritu santo…… ya después de los apóstoles, este desapareció de la tierra y con él, la posibilidad de alcanzar la condición de Hijo de Dios y los poderes sobrenaturales inherentes en ella. Luego si ello es así y así parece ser a tenor del registro escritural, no pueden existir a día de hoy personas “ungidas” o Hijos de Dios que estén pululando por estos andurriales “terrenos”, por lo que nadie puede esperar y a esto es a lo que anima disparatadamente el Sr. Olcese, a sentarse con otros reyes en el gobierno del reino de Dios; por lo que estaríamos hablando de una brutal distorsión del texto escritural (pues este no dice tal cosa ni por el forro), que puede hacer que muchas personas de buena fe y llevadas por un “subidón” emocional, lleguen a creerse “ungidas” y por tanto seguras candidatas a reinar con Jesucristo en el reino de Dios…… máxime si el que tal cosa enseña, afirma ser un “ungido” al que el espíritu santo le “sopla” al oído nuevos “descubrimientos bíblicos” y según nos contaba el autor en cuestión, en un artículo del 28/08/07 titulado “Consejos oportunos para miles de testigos de Jehová desanimados”, en el que nos hacía la siguiente y presuntuosa afirmación:
“Al contrario, soy un hombre muy feliz y dichoso, ya que por fin tengo la libertad que no gozan ellos para escribir y tener mi sitio web donde puedo exponer mis creencias personales y mis “descubrimientos” bíblicos según me lo revela el Espíritu de Dios. Sólo el Espíritu de Dios nos guía a la verdad.” (Negritas nuestras).
Luego lo que tendría que hacer el Sr. Olcese, en lugar de decir las “gilipolleces” que dice, sería tomar en seria consideración unas palabras que dijo Jesús en su momento y que es un aviso a “navegantes”:
“Pero cualquiera que haga tropezar (con enseñanzas que generen falsas expectativas) a uno de estos pequeños que ponen fe en mí, más provechoso le es que le cuelguen alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y que lo hundan en alta mar.” (Mat. 18:6). (Acotación nuestra).
Nosotros ya sabemos que en su desquiciada e irreflexiva forma de ver las cosas dicho personaje, cree tener toda la razón en sus distintas “enseñanzas” a pesar de que es consciente de que nunca ha sido capaz de desbaratar nuestros planteamientos mediante el refutar los textos bíblicos que usamos en los mismos, pues a lo máximo que llega es a reafirmarse en sus disparates aunque para ello tenga que sacar textos de su contexto o apoyarse en determinada expresión que se cita en alguno de ellos y que dan pie a sus esperpénticas afirmaciones. Sin embargo, nos permitimos recordarle al Sr. Olcese que en el tema de los “millones, miles de millones” que tenían que reinar con Cristo en el gobierno milenario y defendido a lo largo de años (los mismos en los que nosotros se lo estuvimos rebatiendo), también uso cientos de textos bíblicos para apoyar dicho disparate para al final tener que reconocer, que no solo él no sabía si esto era así, sino que las Escrituras no dicen nada acerca de algo que nos pudiera llevar a sacar semejante conclusión…… luego está claro que su entendimiento o interpretación de dichos textos “demostrativos”, no podía ser más disparatada y alejada de la verdad.
Por lo tanto, mucha precaución con lo que dice determinado texto bíblico o el valor que se le da a determinada expresión, porque no es esto lo que determina lo razonable de una idea o planteamiento, sino lo que se dice en el contexto bíblico, tanto el más inmediato al pasaje del que se trate, como el general de las Escrituras…… y de esto el Sr. Olcese, nos demuestra en cada cosa que publica que no tiene ni puñetera idea de por dónde le sopla el viento. Por cierto ¿saben cuál es la novedosa forma del personaje en cuestión para rebatir nuestros planteamientos y sin que ustedes se enteren? Pues ¡asómbrense!: mandándonos correos en los que se nos remite a videos por él publicados y que son precisamente los que nosotros le estamos rebatiendo…… ¡no nos negarán que es un “genio” el tío!
MABEL
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